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1. Un acuerdo poco convencional


"Sanemi Shinazugawa, 19 años, mayor de 7 hermanos...", comenzó leyendo Ubuyashiki Kagaya, destacado director de la prestigiosa Kimetsu School, que se encontraba en una junta extraordinaria con el consejo de padres, donde se trataba el tema de aceptar o no a un chico problema, a pesar de que las clases ya habían comenzado y cuya solicitud había llegado por pedido del mismo director.

-Huérfano, junto a sus hermanos desde temprana edad, ha ido de escuela en escuela entre peleas, constantes ausencias y malas calificaciones, es un caso perdido - replicó uno de los miembros de la junta - sin mencionar que ninguna otra institución quiso aceptarlo para que cursara el tercer grado.

-Es solo un buen chico, al que le han pasado cosas terribles - respondió el director - creo que es apresurado decir si es o no un caso perdido, precisamente esta escuela se fundó con el fin de ayudar a gente como él y si me permiten, puedo demostrarlo.

Diciendo esto, el director pulsó un botón y llamó a Ubuyashiki Amane, directora de recursos humanos, que momentos después entró a la sala de juntas con una carpeta en sus manos, despertando la curiosidad de los presentes.

-Aquí están los archivos que me pidió director.

El director Kagaya al recibir la carpeta, aprovechó el momento para guiñarle un ojo a su esposa, lo cual hizo que ésta disimuladamente le diera un golpe en una pierna con la punta del tacón, haciendo que él tratará de ahogar un gruñido e intentase contestarle algo, pero no pudo, ya que ésta rápidamente salió de la sala de juntas.

-No importa lo que nos muestres Ubuyashiki-san - aludió uno de los padres - no podrás hacernos cambiar de opinión. Si aceptamos al chico, no solo no terminará el año, si no que puede que termine expulsado por pelear con algún otro estudiante, eso afectará terriblemente la reputación de nuestra escuela, en donde tenemos jóvenes de las más prestigiosas familias.

Pero el director solo se limitó a mostrar el contenido de la carpeta, repartiendo una copia a cada uno de los presentes.

-Estas son las notas y reseñas del joven Shinazugawa, escritas por los profesores de su escuela secundaria antes del accidente que lo dejara a él y a sus hermanos solos en este mundo - manifestó el director.

Por un buen rato, todos los miembros del consejo de padres se quedaron perplejos leyendo, y es que, dichos documentos mostraban que el joven y problemático Sanemi era, sin entrar en rodeos, un genio de la matemática. Además, que antes de haber sufrido aquel terrible accidente donde perdió a sus padres, era un chico común y corriente, alejado de lo que es su versión actual.

- Este joven tiene un potencial gigantesco - declaró el director Kagaya - y creo que, si lo ayudamos a que termine sus estudios, podrá ser en un futuro un miembro valioso para la sociedad, les pido de corazón que pongan su confianza en mí de nuevo, y me apoyen en esta decisión.

- No creo que funcione... - replicó de nuevo uno de los padres de familia - aunque el chico tenga gran potencial, claramente no tiene intenciones de estudiar, según veo en su expediente, después del accidente se fue a vivir solo y se dedica mayormente a trabajar. Ni siquiera tiene la decencia de cuidar a sus hermanos.

Mientras la junta transcurría, afuera de la oficina una nerviosa Amane Ubuyashiki, cruzaba sus manos como si estuviera rezándole a algún dios para que su esposo pudiera lograr de nuevo su cometido. Y es que no era la primera vez que el director Kagaya desafiaba de esa forma a los integrantes del consejo de padres, al recibir, chicos que prácticamente eran rezagados de la sociedad dentro de una escuela que, a pesar de que había sido fundada y dirigida por su familia durante varias generaciones, con el pasar de los años se había convertido en una escuela cada vez más exclusiva, con niños que pertenecían a familias ricas y poderosas de todo Japón. Ellos claramente no estaban dispuestos a dejar que sus hijos e hijas se "mezclen", por decirlo de alguna manera, con aquellos que estaban en lo más bajo de la pirámide de la sociedad; pero aquella ilimitada compasión y amabilidad hacia los más necesitados, fue lo que hizo que una joven Amane se enamorara de aquel hombre de tan delicada salud, que a pesar de su constante sonrisa, era tan frágil como una figura de porcelana, lo cual la preocupaba, ya que está situación no había más que empeorado con el pasar de los años, y más ahora que habían tenido un par de gemelas, ella no sabía si podrían seguir mucho más tiempo al frente de la escuela.

Más tarde, cuando ya había terminado la reunión, Amane se acercó a la oficina del director y desde la puerta pregunto - ¿Que tal fue? - con un tono que desprendía un poco de preocupación y curiosidad.

- Fue difícil convencerlos, pero, lo logré - manifestó Kagaya esbozando una sonrisa a su esposa, la cual contenta le devolvió el gesto; corrió hacia él y le dio un gran abrazo.

- El suspenso me estaba matando Kagaya, pero, ¿De verdad crees que este joven pueda terminar su último año de escuela aquí? - dijo Amane mirando de nuevo la carpeta abierta con el perfil del chico, donde aparecía su foto - su rostro está cubierto por varias cicatrices y tiene una mirada tan penetrante, llena de rabia...

- ¿No notas algo más? - preguntó el director.

Amane se tomó un momento para analizar un poco más la foto del joven Sanemi.

- quizás... tristeza?

Posteriormente de haber charlado acerca de los eventos de la junta de padres, Amane preguntó - ¿Y ahora qué sigue en tu elaborado plan para traer al joven Shinazugawa?

- Quizás la parte más difícil... -respondió Kagaya con un tono burlesco y misterioso.

- ¿A qué te refieres?, supongo que buscarás la forma de que venga aquí para que pueda hablar contigo.

- Exacto! - exclamó el animado líder de la escuela - pero, de hecho, ya lo he hecho - dijo mientras observaba el intercomunicador de su escritorio con una sonrisa en su rostro.

Lo que su esposa no sabía era que el director, previo a convocar a la junta de padres, ya había enviado una carta al joven Sanemi, en la cual lo invitaba a la escuela ese mismo día para tener una charla personal con él. El director era muy consciente de que, bajo circunstancias normales, el chico simplemente ignoraría dicha carta, así que, quizás con un poco de malicia o ingenio, Kagaya agregó al final de la carta una pequeña frase que decía:

"Sé lo que has estado haciendo por tus hermanos."

De repente sonó el intercomunicador, haciendo que Amane diera un brinco de sorpresa, a lo que Kagaya solo pudo reír un poco, haciendo que su esposa lo mirara algo apenada, pero antes de que pudiera decirle algo, ambos ya estaban escuchando a la secretaría que, con un tono de terror anunciaba la llegada de Shinazugawa Sanemi, y que éste exigía hablar con el director.

Amane, completamente impresionada dirigió una mirada de asombro y admiración a su esposo y le preguntó - ¿Quieres que te acompañe?

- No, pero gracias. Es mejor hablar a solas con él, no sabemos si se sienta intimidado con la presencia de alguien más. Deséame suerte.

Amane obedeció y después de darle un gran beso en la boca se dispuso a salir de la oficina, mientras el director le decía a su secretaria que hiciera pasar al chico en cuestión. Cuando ella estaba saliendo de la oficina se cruzó con Sanemi, e inmediatamente sintió aquella intimidante presencia, pero se limitó a saludarlo formalmente, aunque éste ni siquiera se molestó en mirarla o responderle, a lo que la directora de recursos humanos, mientras los dejaba atrás se concentró solo en cerrar la puerta al salir, y pensó "parece que el suspenso aún no acaba".

-Muchas gracias por haber venido, joven Shinazugawa, mi nombre es Ubuyashiki Kagaya y soy el director de la Kimetsu School, por favor sigue y toma asiento - exclamó mientras extendía su mano haciendo referencia a una silla que se encontraba al frente de su escritorio.

- Ahórrate tu saludo de porquería viejo!!! - respondió Sanemi casi de inmediato, tan rotunda y fuertemente que pudo ser escuchado en la sala de espera - no me gustó para nada tu carta y he venido a que me expliques qué mierdas querías decir con esa última frase

El director asombrado, aunque no mucho, gesticulo una pequeña sonrisa diciendo - Directo al grano ¿eh? Está bien, Shinazugawa Sanemi, te he estado observando durante algún tiempo, pienso que tienes potencial, y quiero explotarlo.

El joven cada vez más iracundo, pero con algo de curiosidad, se limitó a escuchar mientras el director hablaba.

- Se que desde aquel accidente hace 3 años, tú y tus hermanos la han estado pasando realmente mal, ¿me equivoco?

- Maldito bastardo!!! - rugió Sanemi - como te atreves a espiarme a mí y a mi familia.

El director, sin perder el impulso continuó - También sé que has dejado de dedicarte a tus estudios para trabajar arduamente, y todo el dinero se los das a ellos.

Cuando el director dijo esto, Sanemi solo pudo parpadear perplejo, su piel ya blanca, se puso aún más clara, sus manos, que aún sostenían la carta arrugada, comenzaron a temblar, como si Kagaya hubiese expuesto su secreto más vergonzoso y mejor guardado. Al ver esto, el director por un momento pensó que el chico se iba a desmayar en su oficina, pero continuó, no podía parar ahora, la verdad es que él tenía planeado romper el cascarón de Sanemi con una paciente y larga discusión, pero las cosas se habían acelerado de una forma beneficiosa y debía aprovecharlo.

- No solo eso, sino que además ya no vives con ellos, y en la actualidad, estas pasando por condiciones aún peores, todo por el bienestar de tu familia. Como hombre y padre realmente admiro lo que estás haciendo, pero como director y educador no puedo quedarme de brazos cruzados viendo como tu futuro se va a la basura. Ahora déjame hacerte unas preguntas, ¿Cuánto tiempo crees que podrás mantener este ritmo?, ¿crees que lograrás hacer que todos tus hermanos terminen la escuela y tengan una vida digna?

Sanemi, aún en shock, bajó la mirada y se quedó en silencio. Al cabo de un rato solo murmuró - Algo se me ocurrirá... no importa lo que tenga que hacer... lograré compensar lo que les hice.

- ¿Incluso a costa de tu propio futuro? - complementó el director - ¿Cómo crees que se sentirían tus hermanos si se enteran de esto?

Éste último comentario cayó de nuevo como un balde de agua fría para el joven Shinazugawa, que había pensado, quizás ingenuamente, que podría manejar aquel encuentro sin mayor problema.

- ¿No importa lo que tengas que hacer verdad? - continuó Ubuyashiki, el cual ya comenzaba a gesticular una cara de victoria, aunque inconscientemente - Entonces, ¿qué te parece si te ofrezco un trato?, joven Shinazugawa.

Sanemi, aun sin poder asimilar todo lo que estaba pasando en tan corto tiempo, levantó la cabeza y se quedó observando con la boca medio abierta al adulto que estaba en frente de él, sentado en su escritorio, un hombre de 40 y tantos; de ojos y cabellos oscuros como la noche, con un rostro de rasgos tan delicados que podría ser fácilmente confundido con una mujer; de apariencia débil y enfermiza, pero que al mismo tiempo desprendía un aura de confianza y amabilidad; esto último hacía que él se sintiera aún más incómodo de lo que ya estaba.

- Si aceptas entrar a la escuela Kimetsu y logras terminar tu último año de preparatoria, te prometo que tus hermanos tendrán asegurado el estudio aquí, sin costo - afirmó el director.

El joven de cabello blanco, corpulento y con sus marcadas cicatrices, seguía viéndolo con la boca abierta, lo cual solo mostraba su incredulidad ante todo lo que estaba ocurriendo.

Después de un largo e incómodo silencio, Sanemi sólo pudo musitar - ¿Por qué?, ¿Por qué me ayudarías?

- Ese es mi deber como miembro de la familia Ubuyashiki y como director de la Kimetsu School. También sobra decir que quedé más que conmovido con tus acciones de amor incondicional hacia tus hermanos, tengo mucha fe en ti joven, entonces, ¿Aceptas?

Durante un par de minutos, un sepulcral silencio prevaleció en la oficina.

- No puedo hacer las dos cosas al tiempo...- masculló Sanemi, con una mirada de duda y un todo de angustia al cabo de un tiempo.

- ¿Te refieres a los trabajos que haces para poder mantenerte a ti y a tus hermanos?- preguntó el director - sé que lo que haces no es permitido para un estudiante, pero no te preocupes, también puedo ayudarte con eso; aunque no es correcto no puedo obligarte a que dejes de trabajar, pero si puedo darte un permiso para que puedas hacerlo medio tiempo, pero a cambio, debes respetar el trato y asegurarme que terminarás el año con un buen promedio, sin mencionar que te comprometerás a intentar no meterte en problemas.

El director, sin dejar de mirar al joven, entendió que ya no quedaban señales de que él quisiera pelear o huir, así que dio el golpe final.

- ¿No te crees capaz de hacerlo? - dijo con un tono retador.

En seguida y como si toda su energía hubiese regresado de golpe, Sanemi salió de su estado de perplejidad y le mostro una mueca de ferocidad y orgullo; pero al mismo tiempo, el director pudo ver una pizca de profundo agradecimiento que el joven no demoró en ocultar rápidamente diciendo.

- ¡Nada en esta vida de porquería me ha quedado grande!, y si estás diciendo la verdad, te juro que te pagaré hasta el último centavo, así me lleve el resto de mi vida.

Éste último comentario hizo que el director se sintiera muy conmovido y afirmara - Ya te lo dije, todos ellos estudiaran aquí sin costo alguno, claro, siempre y cuando vea el título de graduación en tu mano con tu nombre impreso en él.

Transcurridos unos segundos, el director pudo sentir que toda esa rabia y agresividad con la que el joven Shinazugawa había llegado, se había esfumado completamente, y no pudo evitar pensar: "¿hace cuantos años alguien no veía esta faceta tuya?".

- ¿Y cuándo se supone que debo empezar? - preguntó un dudoso Sanemi.

- Inmediatamente! - exclamó el director - El año escolar ya ha comenzado y quiero que te pongas al día lo más rápido posible, pero no te preocupes tampoco por eso, tengo en mente a alguien para que te ayude...

- NO QUIERO LA AYUDA DE NADIE!!!!!- gritó Sanemi.

-Está bien - contestó el director asombrado - pero si veo que empiezas a bajar el ritmo, te asignare a alguien para que te ayude y esto no será negociable.

Para sorpresa de Kagaya, por primera vez desde que había comenzado tan particular conversación, Sanemi se acercó a su escritorio en silencio y mirando al suelo, acto seguido se sentó como una persona normal y continuó tímidamente preguntando cosas acerca del trato durante un rato más.

Una vez terminaron, el joven se levantó y se dispuso a salir en silencio de la oficina, pero se detuvo un momento con la mano en la perilla y después de un rato dijo - graci... - aunque no logró terminar de pronunciar la palabra, cuando el director lo interrumpió.

- Ah!!, se me olvidaba comentarte un último detalle del trato, es opcional por supuesto, pero ya que aceptaste, deberías saberlo...

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