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Vanya X Five

𝓥𝓪𝓷𝔂𝓪 observaba desde lo más alto de las escaleras a sus compañeros haciéndose el símbolo de la umbrella academy, una insignia que los unía a todos como equipo, bueno a todos menos a ella. Su padre decía que no era como sus demás hermanos y por lo tanto no debía portar nada que tuviera que ver con la academia "Sería un desperdicio de tinta." le respondió cuando al fin Vanya había obtenido el valor suficiente de preguntar el por qué de aquella injusticia.

Aunque Ben gritaba de dolor en una silla bien formada de madera, la chica sin poderes anhelaba lo que sus hermanos temían hacerse. Abrió un rotulador y empezó a trazar sobre su piel un oscuro e irregular paraguas.

Abrió un rotulador y empezó a trazar sobre su piel un oscuro e irregular paraguas

—¿Cinco tienes miedo? — le preguntó Diego con sorna.

—Yo no lo tengo ¿Por qué lo preguntas?— dijo nervioso Klaus. Diego rodó los ojos mientras soltaba un bufido.

—A ti no te lo digo Klaus.

Cinco no respondió se mantuvo a la espera de que le tocará el turno a él. Lo sentaron en la silla, le retiraron la manga del uniforme y este como respuesta apretó los labios intentando a lo mejor no gritar como lo hizo Ben. Miró de reojo hacia donde se encontraba la pequeña y tímida Vanya. La chica miró hacia el techo haciéndose la distraída. No quería que sus miradas se cruzaran.

Cuando terminaron de hacerle la marca el chico se levantó ajustándose la corbata.

—No ha dolido.—dijo.

—¿Por qué tienes los ojos rojos? — dijo Klaus acercándose a su rostro.— Sí,le ha dolido.

—Cállate.—dijo Cinco.— Diego te toca.

Al finalizar todos recogieron sus cosas y fueron de manera ordenada a sus habitaciones. La fila de chicos pasó frente a Vanya. Ella quería levantar el ánimo a aquellos doloridos jovenes pero algo superior impedía que pudiera comenzar una insignificante frase en cualquier situación con sus compañeros.

—Espero... Que nos haya dolido chicos... —susurró entre dientes. Daría lo que fuera por haberlo dicho con más fuerza y lo hubiera escuchado...

—No me ha dolido.—le susurró Cinco mientras se retiraba.

Al parecer él si había notado su susurró. Debió de haber estado muy pendiente a ella.

—Cinco tenemos prohibido hablar con la rarita.— menciono Klaus a sus espaldas.

—Me ha hablado ella.—se excuso.

Vanya viéndolos subir por las escaleras se quedó pensando en lo que le dijo Klaus a Cinco. Triste volteó a ver hacia donde se habían hecho los tatuajes y se acercó afligida a la barandilla. Una lagrima se deslizo desde sus mejillas hasta la punta de su barbilla. Alguien le tocó el hombro. Era el anciano Pogo, que andaba sobre dos patas peludas. Apoyado sobre un bastón acompaño en silencio a la pequeña a su habitación, su padre se suponía que dormía, así que el deber de cada uno de los críos era mantener la boca cerrada.

Las escaleras pesaban, su habitación se teñia de un oscuro mas intenso y la noche se le hizo mas larga que de costumbre. Se levantó de la cama. Con la maxima discrección se colocó ambas zapatillas y salió de su habitación para dirigirse a la cocina.

Encendió la luz cuando llegó a la estancia.

—No enciendas la luz papá se va a dar cuenta.—dijo de repente Cinco.

Vanya se sobresaltó al verlo sentado en una silla mientras comía uno de sus sandwichs favoritos.

—¿Q-que haces aquí?—se atrevió a decir.

—No voy a responder preguntas a personas que ya saben la respuesta. Tu bajas por el mismo motivo que yo.— dio un mordisco.

—A lo mejor he bajado por que te he escuchado bajar.

—Oh ¿En serio escuchas cuando hago saltos tridimensionales? — dijo dedicándole una sonrisa irónica.

Ella se quedó en silencio, se quedó sin argumentos. La incomodidad por el mutismo provocado por su timidez hizo que Vanya se sonrojara por lo estúpida que había sonado. Dio media vuelta para irse. Pero antes de que pusiera un pie fuera del umbral de la puerta Cinco apareció frente a ella.

—¿No puedes dormir?—le preguntó.

La punta de sus narices se tocaban, estaban demasiado cerca. Se alejo un poco y movió la cabeza para ambos lados en signo de negación . Le dio la espalda, no soportaba mantenerle la mirada.

Cinco apareció frente a ella de nuevo pero esta vez con un vaso de agua en la mano.

—¿Es por lo de esta tarde? — siguió preguntando.— Que más da un dibujito.

—No es un dibujito es un símbolo de unión. De familia. — le explico segura. Miró de reojo su muñeca.

El niño siguió su mirada. Cinco cogió la mano de Vanya y retiro la manga de su pijama. La tinta húmeda del rotulador estaba desgastado. La vergüenza invadió todo su cuerpo, el cosquilleo que sentía por todo su estómago le producía fatiga. No quería que nadie supiera que ella había dibujado su propia marca. Ahora se reiría de ella.

—Vanya...— susurró Cinco.


Varias lagrimas cayeron sobre el paraguas. Cinco las vio y rápido deslizó su mirada al rostro de Vanya.

—Solo quiero ser igual de importante que vosotros.— intento decir entre lágrimas.— Podéis hacer de todo, la especialidad está en vuestro interior. Comprendo que alguien tan simple como yo no pueda tener una familia tan genial como la de vosotros.

—¿Familia genial? — se rió. — Vanya yo no sé tocar el violín y mamá no sabe preparar unos sandwiches tan buenos como los tuyos. Eso te hace especial. No un tatuaje, ni tampoco unos poderes tan ridículos como los que tiene Diego. Lo que te hace ser extraordinaria es poder hacer salto tridimensionales... Pero claro como ese no es tu caso, pues te diré que lo que te hace extraordinaria es lo que mejor se te da.

—¿El violín?— se secó sus lagrimas. — Supongo que tienes razón.

Cinco le dedicó una sonrisa y la estrechó entre sus brazos. Sorprendida Vanya lo correspondió.

—No le hagas caso al viejo, yo algunas veces ni le escuchó.— le susurró en la oreja. Sin embargo a pesar de habérselo dicho tan cerca, ella no le prestó atención.

Estaba distraída oliendo el pijama recién lavado de cinco, su cabello perfumado y bien peinado. Por lo que observaba, su compañero de academia era un chico muy limpio y ordenado.

—Tu si que eres extraordinario Cinco Hargrevees.—dijo sin darse cuenta.

—Eh... ¿Gracias? Me lo dices todos los días cuando apuntas junto al viejo.

—¿Lo escuchas? Y yo creyendo todos los días que nadie escuchaba mis susurro.— se dijo mas para si misma mientras se mordía el labio inferior y deslizaba los dedos ente sus cabellos.

—Siendo sincero eres la única persona a la que entiendo cuando habla, los demás parecen infantes de cavernicolas. Bueno... —miró su reloj.— Se acabó la reunión. ¿Mañana a la misma hora?

—¿Mañana?

—Asín puedo hablar con alguien sin que mis neuronas mueran en el intento. Entonces...

Vanya dejo escapar una sutil risa.

—V-vale.

—Perfecto.

FIN

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Ojala esta pareja fuera canon -Cry- 

Aquí os dejo unas imágenes de Fiveya. Me sobran :D

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