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Mikellino se acercó tratando de ocultar lo preocupado que estaba, a medida que se acercaba Mike.exe retrocedía con cara asustada por lo que pasaría, se veía indefenso en esa situación, de hecho, cualquiera caería en su juego.
- A-aléjate- lloriqueaba el exe poniendo sus manos frente a él en señal de que se apartara.
- Perdóname, no debí lastimarte, déjame ayudarte- Mikellino terminó arrinconando al cachorro contra el tronco.
- N-no, p-por favor- trató de apartarlo.
- ...- lo acarició haciendo que lo vea con más confianza- tranquilo, todo estará bien.
- ... Y-yo...- le gustaba la calidez que producía el contrario.
- ... ¿puedes dejar de fingir?- se separó- sé que no eres vulnerable, aunque se te da bien la actuación, si quieres puedo curarte, estaré dispuesto a ayudarte con una condición.
- ¿En serio? ¿Cuál?- preguntaba mientras sacaba una mochila de arriba de un árbol y trataba de olvidar lo que pensó anteriormente.
- Quiero comprobar algo, solo te pediré que te dejes llevar- sonrió calidamente
- Está bien- acababa de curarse la herida con un hechizo.
Mikellino se acercó peligrosamente al exe y arrojó su mochila un poco lejos, luego lo tomó de las manos para evitar que hiciera algo y se acercó a su boca, apunto de unir ambas, podían sentir la respiración del contrario.
- ¿Sabes? Hay algo en ti que ha despertado en mí un sentimiento que no conocía, sé que no nos conocemos, así que has como que esto no pasara- le susurraba.
"Lo hago por Trollino.exe" se decía a si mismo en su cabeza el menor, sería su primer beso y no era como lo imaginaba, tampoco sabía hasta donde quería llegar el can.
Por fin pudo sentir como Mikellino cortaba el silencio para formar un beso, sus labios danzaban un baile que solo ellos sabían, quizás si Mike.exe no hubiera pensado en lo mal que estaba aquello lo hubiera disfrutado, sin embargo, era más que obvio que se sentía incómodo.
Al poco tiempo Mikellino pareció desesperarse, mordió el labio inferior del exe, el cual al sentir la acción del contrario soltó un leve gemido, dando espacio a la lengua del de cabellos negros, este no desaprovechó la oportunidad y recorrió cada parte de su cavidad bucal.
Continuaban el beso apasionado, el menor terminó abajo del más alto, mientras que el último en mencionar acariciaba la cintura de su acompañante, dejándolos en una posición comprometedora.
Para cuando el de ojos rubí comenzaba a aceptar gustoso el beso, el aire hizo falta, ambos se separaron viéndose a los ojos, tenían las pupilas dilatadas, la cara sonrojada y la respiración agitada.
- ... Fue suficiente- Mikellino se paró con cuidado y ayudó a su contrario a levantarse.
- ¿Es todo?- preguntaba el otro incrédulo.
- Si, ya comprobé lo que quería, además, besas bien- alagó.
- Ah, g-gracias... supongo... la verdad fue mi primer beso- confesó.
- ¿De verdad? Un chico tan lindo como tú debería tener más pretendientes.
- Asesiné a todo mi pueblo, si alguna vez tuve un pretendiente, ahora está muerto- respondió fríamente.
- Ya veo... Vamos, ¿Qué querías que hiciera? ¿En qué debo ayudarte?- cambió el tema de conversación.
- Vendrás conmigo a diferentes lugares y dimensiones para robar las gemas más fuertes del universo, de ahí me dirás cuáles son las dos que forman la estrella del Nether y la utilizarás para revivir a Trollino.exe- explicó.
- Tardaremos en cumplir todo eso ¿Y si mi reino me necesita en ese tiempo? ¿Y si mis padres se preocupan?- el mayor estaba alterado.
- Tus padres pueden cuidar de tu gente, además, ya estás grande para que te traten como bebé, y si preguntan te secuestraron y no recuerdas nada- lo calmó.
- O-ok- suspiró.
Después de calmarse observó más a detalle al contrario, un cachorro anaranjado con capa roja y ojos rubí, tenía tres vendas puestas, en ambos brazos y la pierna izquierda, complexión delgada con algunas cualidades andróginas.
- ¿Por qué las vendas?- se animó a preguntar.
- Son una marca para identificar a los nuestros, si me las quito moriré- aclaró.
- ¿Está bien?- la verdad había quedado más confundido que antes.
- Mejor no preguntes nada, no confío en ti y no te necesito como distracción, tampoco me interesa tu vida y no te contaré la mía.
En eso recordó que había tirado la mochila del exe y se encaminó a recogerla para regresarla a su dueño, pero cuando la levantó un objeto en particular cayó rodando... La corona.
- ¿Uh? ¿Es tuya?- la sostuvo.
- Si, y más te vale soltarla, tú ya tienes la tuya- se refirió a la de su cabeza.
- ... ¿Por qué no la utilizas?
- Te dije que no contestaría tus preguntas, deja eso, es más importante que tu vida- soltó.
- Debe ser de tu "amigo"- se estaba poniendo celoso.
- ¡Bien, tú ganas, es suya, y si quieres más te lo diré, yo lo amaba y él a mí, es lo último que dejó cuando murió, de hecho, fue mi culpa que muriera, ¿Y sabes que es peor? Que tuvo la confianza de dejarme a cargo del reino y terminé matando a todos, he estado solo durante varios meses y me gustaría que no me recuerdes mi pasado!- paró de hablar.
- ... Ya veo, vámonos- le dio la espalda, por alguna razón llegó a pensar que había encontrado al chico perfecto, aunque después de todo... Quizás no era para él.
Mike.exe se limitó a guardar distancia unos minutos, luego lo guió al espejo tomándolo de la muñeca y abrió un portal a su dimensión, en esos momentos solo quería dormir.
Al llegar, Mikellino miró asombrado ese mundo, no se imaginaba estar solo tanto tiempo en ese lugar, tal vez había sido insensible con su contrario.
Salió a caminar un rato y al volver encontró al de ojos rubí durmiendo, se veía simplemente adorable, buscó otra habitación para dormir, pero el castillo era grande y algunas zonas estaban destruidas, llenas de libros o cerradas.
En los pasillos pudo observar pocos cuadros, aunque la mayoría de ellos eran de momentos entre el cachorro y su dueño, se veía sonriendo.
Deseaba ser él, ser la razón de su sonrisa, no era un secreto que lo empezaba a amar, aún cuando sabía que confiar su corazón podría hacer que lo lastimen.
No tenía más opciones, así que un poco desconfiado regresó a la habitación de su compañero, se veía adorable a la vista de Mikellino, a pesar de estar dándole la espalda.
Su intención era dormir en el suelo, solo que le ganó la tentación y acarició la cabeza del menor para desearle buenas noches, al hacer esto fue jalado del brazo y acomodado a un lado de la cama, posteriormente terminaron abrazados, el exe se acurrucó en su pecho y a pesar de que el otro intentaba soltarse sus esfuerzos no tenían frutos, no tuvo más remedio que dejarse abrazar.
Al final, puede que un corazón roto sea un precio justo por sentir esa presencia y calidez, tenía la necesidad de estar con él y con suerte algún día poder amanecer todos los días a su lado.
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