35
Ya hacía un mes que el exe conocía a los amigos de Mikellino y poco más de una semana de ocultar su descubrimiento, a pesar de ser poco tiempo habían muchos cambios.
Mike.exe lograba sonreír falsamente y se dedicaba a engañar a todos, haciéndoles creer que su autoestima había mejorado, sin darse cuenta dejaba de ver a su dueño como algo más que eso, un antiguo amigo, ya no sentía el mismo amor que una vez sintió, lamentablemente eso no quitaba que le siguiera doliendo lo sucedido.
Las únicas veces que sonreía sinceramente era con la presencia del príncipe, aún así no aceptaba haberse enamorado y sus sentimientos le eran un misterio inexplicable, quizás si no fuera tan orgulloso le habría sido más fácil aceptarlos, otro inconveniente es que no se sentía digno de estar a su lado.
Conoció a más personas, entabló amistades y reforzó algunas, se llevaba bien con Mayo, le gustaba aprender y a veces le pedía favores.
Todo parecía ir bien, sin embargo, en el fondo no soportaba seguir así, la pregunta era ¿Cómo se lo decía a aquel que tanto lo estimaba?
Al lado del de corona era alguien totalmente diferente, alguien tranquilo, amable, sensible, compasivo y tierno, apenas se separaban y se llegaba a volver frío o simplemente sus expresiones se veían más falsas, la compañía del otro le beneficiaba.
Un día casi como otros el menor se levantó temprano a desayunar, su mente divagaba en una idea, una mala idea.
Al estar pensando el científico entró al comedor y lo saludó siendo ignorado, esto lo extrañaba, pues casi siempre recibía una sonrisa de parte del pequeño.
El antes mencionado se había perdido en sus pensamientos, siendo sacado por la sensación de algo frío y húmedo restregarse en su cara, le habían echado agua.
- ¡Hey! ¿Por qué me mojas?
- Perdón, te estaba hablando, pero parecías distraído.
- Oh, solo estaba pensando en otra cosa.
- ¿Sucede algo?
En ese momento algo cruzó por su cabeza, ya sabía que quería morir, la cuestión era que debía despedirse de Mikellino, tomando en cuenta que no lo dejaría ir tendría que ser de otra manera, ya estaba planeado, solo faltaba conseguir la poción.
- Mayo- le llamó- ¿Puedes crear una poción que adelante el celo?
- Ya existe, ¿Por qué?
- Bueno...- no podía decirle la verdad- en este tiempo decidí que quiero ser algo más de Mikellino, y que mejor manera de demostrarselo que entregándome a él.
- Él no te ama solo por tu cuerpo, hay muchas otras formas de decirle.
- Es algo que quiero hacer, él ha hecho mucho por mí, quisiera compensarlo.
- No es tu obligación, lo hace porque te ama.
- ... Precisamente por eso debo hacerlo, se merece lo mejor y quizás hasta yo lo disfrute.
- Está bien, sígueme.
Bajaron a un sótano, que era donde guardaba sus experimentos, tomó de un estante un frasco con líquido rojo y se lo dio, se sentía caliente.
- Eso hará efecto cuando te exites, así que no funcionará por si solo, debes cooperar, solo habla con él, una sola de sus caricias bastará para que funcione, ah, y recuerda usar condón, el celo puede hacer más placentera tu experiencia, pero también puede dejarte embarazado.
- Tendré cuidado, gracias.
No quiso arriesgarse a tomarla antes, por lo que esperó a que anocheciera y la bebió, luego llamó al mayor a su habitación para "hablar".
- Ya llegué, Mike.exe- dijo ingresando al lugar.
- M-Mikellino, quiero que hablemos de algo.
- ¿Qué sucede?
- Y-yo, quería pedirte s-si podemos tener... Relaciones sexuales.
- ...- su cara enrojeció- ¿Otra vez te llegó el celo?
- No, si no quieres no te obligaré, es solo que quería... Experimentar algo nuevo.
- ... No tienes que hacer esto, el sexo no compensa al amor.
- Eso lo sé.
- Tampoco te ayudará a subir tu autoestima, de hecho, es posible que la disminuya.
- ... ¿Entonces si lo haremos?
- ...
- Entiendo si no quieres, digo, no soy la gran cosa y no es como que antes hayas tratado de tocarme de esa manera, además de que mi cuerpo no es tan atractivo.
- ...- lo tiró a la cama posicionandose encima sin decir nada y tomándolo del mentón- tú eres la cosa más bella que he visto en mi vida, pero si hacemos esto ya no habrá vuelta atrás ¿Estás seguro?
- ... Si.
- Quiero que recuerdes que esto no significa que solo te quiera para eso, yo te amo por quién eres, no por tu apariencia, y si algún día dudas de eso te lo aclararé, lo que estamos por hacer no se debe tomar a la ligera, quizás no sientas algo por mí, pero yo por ti si, y cada caricia que te dé será con amor y no con lujuria.
- Demuestramelo~
Un beso se hizo presente en la escena, empezó siendo dulce para luego irse intensificando, sus lenguas mezclaban su saliva mientras bailaban en un son de amor y pasión.
Unos roces después la pócima surtió efecto, dándole más placer al menor y exitando más de lo normal al más alto, el cual no se percató del inusual aroma que desprendía el exe.
Tal como dijo y apesar de la situación, el mayor no perdía la cordura por su pequeño, cada roce, caricia y beso lo hacía con cuidado y procurando no lastimarlo o incomodarlo.
El de vendas se dejaba llevar por cada sensación, suspirando y gimiendo ante cada toque, sin saberlo lo estaba disfrutando, y no era solo por la poción, algo en ese acto lo hacía sentir especial y querido.
Embestidas, gemidos y jadeos llenaban la habitación, poco a poco se dieron todo de sí, de no haber sido por las verdaderas intenciones del más chico aquellas acciones terminarían en una bella pareja, quizás si el príncipe hubiera sabido desde un principio su plan no lo hubiera tocado ni hubiera soltado un "te amo" luego de llegar a su clímax.
Ambos estaban agotados, tampoco se habían percatado de la falta de protección o siquiera de no ser escuchados, solo eran ellos dos.
En una habitación algo desordenada se encontraban dos cachorros durmiendo abrazados, la calidez del otro los calmaba, acababan de hacer un acto de amor y no se arrepentian de eso, cada segundo logró borrar recuerdos de la mente del exe.
"Eres el mejor cachorro del mundo"
"Voy a darte todo mi amor"
"Siempre te perdonaré"
"Te amo"
Todas esas palabras vacías habían quedado en el olvido, lástima que una idea todavía permanecía en su cabeza, aunque por alguna razón deseaba que Mikellino le detuviera.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro