22
Luego de unos días de prepararse ya estaban listos para ir por la gema Liefde al reino Amix, Mike.exe empezaba a aceptar que tenía sentimientos por Mikellino, el problema era que todavía amaba a Trollino.exe y quizás igual o más que a su nuevo amigo.
Estuvo practicando hechizos esos dias, pues no quería arriesgarse a asesinar a alguien, se estaba tomando muy enserio el cambiar por su dueño.
Llegaron al reino bastante confiados en que nada saldría mal, no sabían que lo que les esperaba era una prueba para desafiar y reforzar su amistad.
Se escondieron en un callejón cerca de donde estaba la gema, pues se encontraba en un altar elaborado para ella a mitad del pueblo, habían unos cuantos guardias alrededor, eso no les preocupó a los canes.
- Son pocos, pero si los enfrentamos llamaremos la atención y vendrán más- dijo el de corona.
- No te preocupes, tengo el hechizo perfecto para ellos- contestó con un cuadernillo en la mano.
- ¿Los vas a matar?- preguntó con toda seriedad.
- No, no soportaría cargar con más vidas en mis hombros, ellos no han hecho nada malo, solo su trabajo, los voy a dormir.
Pronunció un par de conjuros creando una niebla morada, esta se dirigió a los soldados, los cuales se alteraron al verla, aunque luego de respirarla quedaron inconscientes.
- Listo, ahora tomamos la gema y nos vamos- el exe salió de su escondite para acercarse a la joya.
- Fue demasiado... Fácil- sospechaba el de pelaje amarillo.
Antes de que el menor tomara la gema Mikellino logró ver una silueta vigilandolos, entonces se dio cuenta que era una trampa.
- ¡Mike.exe, espera!- era tarde, el de vendas intentó tomar el cristal y este le dio una descarga eléctrica.
El hechizo que protegía la joya había funcionado, dejó herido al pelimoztaza y antes de que el azabache pudiera ayudarle, dos guardias lo tomaron de los brazos para detenerlo.
- Agh, ¿Q-qué fue eso?- el de orbes rojos seguía aturdido.
Una barrera celeste lo rodeó y terminó encerrandolo en una esfera, el menor no estaba en perfectas condiciones, aún así pudo distinguir la silueta de una chica acercarse a él.
- Eso fue un hechizo sencillo- contestó la híbrido sosteniendo un báculo- no te hará daño, solo te debilita.
- ¿Eh?- reaccionó a la situación- ¿¡Quién eres tú!? ¡Sueltame!
- No puedo hacerlo, no quiero lastimarte, solo me mandaron a buscar al príncipe, no te haré nada, volverás a tu dimensión.
- Mi dimensión... ¡No! ¡No quiero!- miró al mayor, este no forcejeaba y se mantenía serio mirando al exe- ¡Mikellino! Ayúdame...
El nombrado solo apartó la mirada, lo escoltaron al palacio de ese reino, pero al pasar cerca del pelinaranja lo miró de reojo murmurando algo, dándole a entender que todo estaría bien.
- Antes de exiliarte me gustaría que contestaras unas preguntas- lo sacó de sus pensamientos la fusión- ¿Cómo te llamas?
- Mi vida no te interesa, solo eres una niña insignificante en busca de atención.
- Ey, estoy tratando de ser amable, me llamo Douxalas- le sonrió.
- No te pregunté.
- Me duele que seas así conmigo, soy buena persona, seguro nos llevamos bien.
-¿Le estás diciendo a tu prisionero que sean amigos? Eres rara.
- Y tú muy uke.
- ¡Atrévete a repetir eso y juro que te mataré!
- Perdón, perdón, solo era una broma.
Siguieron conversando un rato más, la joven trataba de hacerse su amiga y el exe buscaba aullentarla, cosa que no funcionaba.
Al cabo de unos minutos dos guardias se acercaron a los dos y le pidieron a la fusión hablar con ella, así que se alejaron de Mike.exe mientras otros lo llevaban a una celda mágica bajo tierra.
- ¿Qué sucede?- preguntó después de ver cómo se llevaban al cachorro, algo le hacía sospechar de sus compañeros.
- El rey Mike nos mandó asesinar al exe, aunque nos pidió que primero le saques toda la información que puedas.
- ...- Obviamente se oponía a la idea, pero si demostraba su disgusto no tendría la oportunidad de salvarlo- Está bien, iré en cuanto me halla asegurado que el príncipe Mikellino esté sano y salvo.
- Me parece perfecto, tenga cuidado, no sabemos de lo que sea capaz.
Luego de esa conversación se dirigió a donde estaba el mayor, debía avisarle lo que le harían al más chico, a pesar de ser una guardia leal a su pueblo sabía que las leyes no eran justas, y que el de ojos rubí no merecía morir.
Tocó la puerta de la habitación y tras escuchar un "adelante" de parte del contrario la abrió, el de corona se encontraba leyendo un libro en la cama del cuarto, se veía bastante despreocupado ¿Acaso no le importaba su amigo?
- Mikellino, soy Douxalas, encargada de tu búsqueda- se presentó- quiero que me digas todo lo que te ha hecho el exe.
- Si te diste cuenta, solo me dio un rasguño, aunque fue porque me lo merecía- mintió.
- ¿No te amenazó?
- No- contestó desinteresado.
- Pues no lo hará nunca, el rey Mike ordenó una condena de muerte- trató de provocarlo.
- ¿Solo por secuestrarme?
- Usted es más importante de lo que cree, y no es solo por eso, asesinó a un hombre, amenazó a una tripulación, robo más de una gema, lo puso en peligro y salió de su dimensión.
- Ok, ¿Puedes irte? Me gustaría continuar con mi lectura- señaló el libro.
- ... Está bien- se fue.
Unos minutos después de que se fue y estando seguro que nadie estaba cerca, se alteró y murmuró miles de cosas, debía liberar al exe esa noche o no volvería a verlo.
Lo que estaba por hacer era considerado traición en muchos aspectos, sin embargo, había tardado mucho en encontrar al amor de su vida y no lo dejaría morir tan fácil, aún cuando eso significara perder todo lo que actualmente tenía.
Sin lugar a dudas amaba al exe y daría su vida por él, no había nada más importante que su bienestar, y se había prometido a si mismo protegerlo mientras siguiera vivo.
Sus padres le enseñaron a amar, esperaba que estuvieran de acuerdo con su desición, y si no lo estaban no le importaría, ya era mayor y podía actuar por si mismo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro