En la misma dimensión sombría de antes estaban en una habitación oscura un príncipe y un exe, aunque el último trataba de seducir al mayor frotándose contra su cuerpo.

- Mikellino~ Ayúdame, por favor, ¿Acaso quieres que te suplique?- el más alto no sabía cuánto aguantaría, si de por si los encantos del uke lo excitaban.

- No debo, sé que solo lo dices por el celo, tú amas a Trollino.exe y si quiero tener aunque sea un lugar en tu corazón no debo aprovecharme de ti- explicaba inútilmente el azabache.

- Vamos, sé que tú también quieres, y cuando vuelva a la normalidad no te echaré la culpa, es mi celo después de todo.

- Exacto, y yo estoy consciente de todo lo que hago.

- ¿No te gustaría dominarme, hacerme tuyo, darme todo de ti y dejar tu esencia en mi interior?- se puso de puntitas cerca de su boca mientras desataba sutilmente su capa.

- No ahora, entiende por favor, te amo, pero esto no hará que sientas lo mism- fue interrumpido al sentir los labios del menor.

- Mmm~

- ...- no podía corresponder de la impresión.

- Sabes bien- dijo después de separarse.

- Y-yo... No, esto no está bien.

- ¿Qué tengo que hacer para que me hagas tuyo?- exclamó molesto- ¿Quieres que te masturbe? Puedo hacerlo.

- No es el momento, tú confiaste en mí y no traicionaré tu confianza.

- Escúchame claro- ya le había quitado la capa, así que se limitó a pasar las yemas de sus dedos por su cabello- soy un exe muy exigente, y si no haces lo que te pido te tendré que matar, así que si te pido que me domines lo harás ¿¡Entendido!?

- ... Está bien.

- Al fin- se colocó en la cama seductoramente moviendo las caderas- ¿Tienes alguna posición en mente?- al voltear a verlo se dio cuenta de que estaba saliendo y antes de reaccionar cerró la puerta con llave.

- Eso estuvo cerca- suspiró recargandose en la puerta, pero se apartó de ella al sentir unos golpes.

- Sácame de aquí ahora mismo- reclamó el más pequeño, sus golpes eran tan fuertes que agrietaban la madera.

- Es por tu bien- luego de decir eso los golpes cesaron, antes de empezar a sentir alivio vio como la puerta se rompía con una llama morada de energía.

- Si no lo haces por las buenas será por las malas, he sido demasiado bueno contigo.

- ... ¿Eres así en todos tus celos? Porque de ser así me da pena tu pueblo, debe haber alguna pastilla o algo para calmarte.

- Este es mi primer celo y espero que sepas satisfacerme- se acercaba a él y el otro retrocedía- y estamos en una dimensión sin muchos recursos, no tenemos esas pastillas.

-Oh, ya veo ¿Eres virgen?

- Si, pero seguro que puedes enseñarme el significado de placer, seguro puedes hacerme tocar las estrellas.

- ¿Bromeas? Si te quito tu virginidad me odiarás el resto de tu vida, además de que tampoco tengo experiencia en eso y no quiero tenerla por ahora.

- Lástima, porque tendré que forzarte.

Mikellino salió corriendo, aquello empezaba a darle más miedo, Mike.exe lo perseguía llamándolo por su nombre, después de un rato el azabache logró perderlo y lo vigilaba con suma cautela, pues si llegaba a verlo no podría librarse del castigo.

Pasó cerca de un espejo sin percatarse, pero el menor si se dio cuenta y corrió hacia él, en un intento de escape acabó siendo despojado de su ropa y corona, atado de las manos y recibió un rasguño en su rostro.

- Quédate quieto- le pedía el exe tratando de alinear su entrada con el miembro del mayor en busca del placer que necesitaba.

- N-no, no, por favor- no quería lastimar al pequeño por no alejarse a tiempo.

- Tranquilo, sé que te gustará~

Mike.exe frotaba sus entrepiernas al hartarse de intentar autopenetrarse, pero antes de seguir con sus acciones recibió una patada en el estómago.

Mikellino logró safarse y quitarse las cuerdas de las muñecas, no desaprovechó la oportunidad para salir corriendo, esta vez salió del castillo y se encerró en una choza cubriendo su olor con cenizas.

Pasaron unas cuantas horas para que el más chico se hartara y volviera al palacio, tomara la capa del mayor, y se acurrucara junto a ella en la cama, atendió su erección para poder dormir y se enredó en la vestimenta durmiendo tranquilamente.

El azabache volvió algo cansado y ligeramente traumado, eso había estado demasiado cerca, al caer la noche regresó al castillo a darse un baño, agradeció internamente porque el exe no entrara a violarlo mientras se bañaba.

Al salir se percató que no tenía su capa, regresó en silencio a la habitación de Mike.exe para ver al cachorro dormir abrazado de la prenda.

Alrededor estaba lleno de semen y el olor todavía no se disipaba, la escena podía malinterpretarse, tendría que dar una larga explicación en la mañana.

- No puedo creer que tan tierna criatura pueda causar tal miedo en mí- suspiraba el de pelaje amarillo viendo embobado al hermoso ser que tenía enfrente, durmiendo tan inocentemente, como si nada hubiera pasado.

- Mikellino...- murmuraba entre sueños.

- Creo que para la próxima si me iré de aquí cuando me lo digas, me alegra poder cumplir con tus expectativas, pude mantener tu confianza en mí por un día más, y quién sabe, quizás eso haga que un día me veas como algo más que un amigo.

Todavía tenía sus dudas del estado del pelimoztaza, así que prefirió buscar otra habitación donde dormir, encontró una muy espaciosa y perfectamente acomodada, no lo pensó dos veces y se tiró a la cama a dormir.

Estaba satisfecho con lo que hizo, logró evitar una tragedia, lamentaba no poder ahorrarse miles de explicaciones, aunque si lograba probar que no hicieron nada todo saldría bien.

Ese día pudo haber tenido relaciones sexuales con su amor platónico, pero no lo amaba solo por su cuerpo, había algo en él, una chispa que veía en sus ojos y nadie más tenía.

Esperaba que con el tiempo pudiera corresponder y dar los siguientes pasos estando los dos de acuerdo, casarse, tener una familia y ganar su final feliz.