Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❥ Especial XI: El tercer secreto que jamás descubriste (Sungsun)

No sacaría todo el dinero en una sola vez. Por ahora, se encargaría de saldar su deuda con el hospital. También tenía que pedirle ayuda a Kyungsoo para que pueda transferirlo a otra sede de ese hospital y hacer su trámite de cambio de colegio.

Primero debía asegurarse que el traslado de su hermana se haría con éxito. No tenía mucho tiempo porque Sunoo se enteraría tarde o temprano de lo que había echo y seguramente lo buscaría para pedirle explicaciones.

Pagó su deuda con el hospital y justamente se encontró a Kyungsoo quien se sorprendió por la solicitud de Sunghoon pero prometio a ayudarlo a acelerar el proceso de traslado.

Regresó a su casa para empacar sus cosas. Al entrar a su casa, vió muchas cosas tiradas en el suelo. Probablemente su madre nuevamente había llegado ebria y lo habría estado buscando.

Caminó hasta su habitación pero vió que estaba entreabierta la puerta de la habitación donde dormía su madre. La curiosidad lo invadió y abrió la puerta. Vió a su madre tirada en el suelo.

Se acercó a ella y revisó su pulso.

Su madre había fallecido. Por el olor a alcohol que sentía y esa pequeña bolsita con unas pastillas que tenía su madre en su mano, podría jurar que su madre había fallecido a causa de una sobredosis.

Le molestaba tener que gastar una parte del dinero en contratar una agencia funeraria y enterrar a su madre.

Una semana después.

Sunghoon dejó de empujar la silla de ruedas. Sintió la brisa del aire chocar con su rostro. Se sentía tan bien. Al menos aparentaba estarlo.

— ¿Por qué has echo todo esto tan repentinamente? - Yebin preguntó.

— No sé a qué te refieres.

— ¿Por qué decidiste dejar tu vida en esa ciudad para mudarte aquí? Ni siquiera le hiciste un velorio a mamá.

— Ella no merecía eso. Jamás se comportó como una buena madre.

— Aún así, ella fué nuestra madre. ¿Crees que ella se haya arrepentido de cómo nos trató?

— Jamás sabremos eso.

— ¿Lograste transferirte a un nuevo colegio?

— Sí, con dinero se puede agilizar muchos trámites. No te preocupes por mí.

— ¿Sunoo sabe que estamos aquí?

— No lo sabe.

— ¿Por qué?

— Yebin, no te preocupes por él. Ahora sólo estamos tú y yo. Saldremos adelante juntos.

— Me estás ocultando algo.

— No es cierto.

— Te conozco perfectamente y sé cuando mientes. Suenas inseguro y tratas de evitar a toda costa el tema. ¿Qué has echo?

— No quiero hablar de eso. Por ahora, disfrutemos de nuestro tiempo aquí.

— Voy a extrañar al doctor Kyungsoo - Yebin suspiró —. Aunque las doctoras aquí son muy amables. Creo que el doctor Kyungsoo les habló de nosotros.

— Me alegro que te sientas cómoda en este lugar - Sunghoon sonrió —. ¿Qué quieres hacer?

— No entiendo a qué te refieres.

— Seré tu 'hada madrina' y cumpliré cada uno de tus deseos. Sólo dime lo que deseas.

— Son muchas cosas las que deseo.

— Puedes escribirlas en una hoja de papel.

— Está bien.

⛅⛅⛅

— Sunghoon, ya terminé de escribir mi lista de deseos - Yebin le entregó una hoja de papel a su hermano.

— Número uno: ver una película de Disney. Número dos: pasar toda una tarde dibujando con mi hermano. Número tres: que mi hermano me lea muchos cuentos. Número cuatro: Visitar la playa. Número cinco: tomarme muchas fotos en la playa junto a mi hermano. Número seis: conocer un centro comercial. Número siete: comprar ropa junto a mi hermano. Número ocho: conseguir un peluche en alguna feria. Número nueve: Ir a un zoológico. Número diez: asistir a una pregrabacion de un programa musical coreano. ¿Por qué en el número once hay un signo de interrogación?

— Porque ese deseo te lo diré después. Es muy especial y espero lo cumplas.

— Cumpliré cada uno de tus deseos, pero primero debo convencer a los médicos para que te dejen salir del hospital.

Yebin sonrió con alegría y abrazó a Sunghoon.

Primer mes

Número uno: Ver una película de Disney.

Era una tarde lluviosa cuando Sunghoon llegó al hospital con un proyector bajo el brazo. La habitación de su hermana, normalmente oscura y cargada de un aire pesado, se llenó de luz y color al proyectar una película de Disney en la pared blanca. Su hermana, con su pequeño cuerpo envuelto en una manta, sonreía desde su cama, sus ojos brillando de emoción.

— Es la película de Frozen, ¿verdad? - preguntó ella, y Sunghoon asintió, acomodándose a su lado en una silla, su brazo descansando en el borde de la cama. Durante la película, rieron juntos en los momentos más divertidos, y Yebin cantó en voz baja las canciones, susurrando las letras con una ternura que hizo que Sunghoon se quedara mirándola más de lo que veía la pantalla.

---

Número dos: Pasar toda una tarde dibujando con mi hermano.

Una semana después, Sunghoon extendió hojas de papel y cajas de colores sobre la cama del hospital. Yebin, con sus manos pequeñas temblorosas pero llenas de entusiasmo, empezó a dibujar castillos y animales, mientras Sunghoon, con su trazo más torpe, intentaba seguirle el ritmo. Pasaron horas así, sumergidos en la magia de los dibujos. A veces, Yebin le pedía que añadiera algo especial, como un arco iris, y él lo hacía de mala gana pero con una sonrisa oculta.

— El tuyo parece más un gato que un león - bromeó Yebin y Sunghoon, por primera vez en mucho tiempo, rió de verdad.

---

Número tres: Que mi hermano me lea muchos cuentos.

Esa misma noche, mientras las luces del hospital se apagaban, Sunghoon se sentó junto a la cama de su hermana con un libro en sus manos. Le había prometido que le leería cuentos hasta que se quedara dormida, y así lo hizo. Los cuentos de princesas, dragones y reinos lejanos llenaban la habitación, y la voz de Sunghoon, normalmente áspera y seria, ahora era suave y reconfortante.

— Otro más - murmuraba ella cada vez que terminaba un cuento, hasta que finalmente, sin darse cuenta, cayó en un sueño profundo. Sunghoon cerró el libro, observándola mientras dormía, y deseó que esas historias pudieran alejarla, aunque solo fuera por un rato, de la realidad que los rodeaba.

Segundo mes

Número cuatro: Visitar la playa.

Cuando finalmente consiguieron salir del hospital, el viento salado del mar golpeó sus rostros. Sunghoon empujaba la silla de ruedas de su hermana por un pequeño muelle de madera, asegurándose de que ella no perdiera detalle del océano que se extendía frente a ellos. El sol brillaba intensamente, y Yebin no podía dejar de sonreír.

— Es más grande de lo que imaginé - Yebin estaba tan contenta.

Sunghoon la observaba en silencio, sintiendo una mezcla de alegría y dolor. Para ella, la playa era un sueño cumplido. Para él, era un recordatorio del poco tiempo que les quedaba.

---

Número cinco: Tomarme muchas fotos en la playa junto a mi hermano.

Ese mismo día, mientras el sol comenzaba a ponerse, Sunghoon sacó su teléfono y empezó a tomar fotos junto a su hermana. Ella reía, haciendo caras graciosas, mientras él intentaba sonreír. En cada foto, Yebin irradiaba felicidad, y aunque Sunghoon intentaba ocultar su tristeza, sabía que cada imagen sería un recuerdo imborrable. Al final del día, mientras miraban las fotos juntos, su hermana le dio un pequeño apretón en la mano.

— Así nunca me olvidarás - dijo Yebin con una sonrisa, y a Sunghoon le dolió el corazón.

---

Número seis: Conocer un centro comercial.

El centro comercial era inmenso, lleno de luces y sonidos que abrumaban a Sunghoon, pero su hermana estaba encantada. Aunque iban lentamente ya que Yebin iba en una silla de ruedas, sus ojos exploraban cada rincón, fascinada por las tiendas, los escaparates y la multitud de gente.

— Hay tantas tiendas - dijo Yebin mientras miraba detalladamente cada espacio de ese lugar. Para ella, el centro comercial era un mundo de fantasía, un lugar que había visto solo en películas.

---

Número siete: Comprar ropa junto a mi hermano.

En una de las tiendas, Sunghoon ayudó a su hermana a elegir ropa. Ella lo miraba con ojos brillantes mientras sostenía un vestido frente al espejo.

—¿Crees que me queda bien? - Yebin le preguntó a su hermano quién con una sonrisa llena de cariño, asintió.

Pasaron horas eligiendo ropa, y aunque él no entendía mucho de moda, se aseguró de que ella eligiera lo que más le gustaba y no sólo eso, Yebin también eligió ropa para él. Al final, ella se fue con una pequeña bolsa llena de ropa y Sunghoon tenía varias bolsas de ropa. Sus corazones estaban llenos de felicidad por haber compartido ese momento juntos.

Sunghoon tachó el séptimo deseo de la hoja de papel donde había escrito esa lista su hermana.

No sabía porque pero quería cumplir los deseos de su hermana cuánto antes.

Sentía que el tiempo se les estaba acabando.

Tercer mes

Número ocho: Conseguir un peluche en alguna feria.

Una semana después, Sunghoon y Yebin fueron a una feria local. Las luces parpadeantes y el bullicio llenaban el aire mientras él intentaba ganar un peluche en uno de los puestos de tiro. Después de varios intentos fallidos, finalmente lo logró, sacando un gran peluche de oso que entregó a su hermana.

— ¡Es tan cute! - gritó Yebin con alegría, abrazando el peluche con fuerza —. ¡Gracias, Hoonie!

Yebin y Sunghoon se rieron, sintiéndose momentáneamente libre de la carga que llevaban.

---

Número nueve: Ir al zoológico

La visita al zoológico fue uno de los días más emocionantes para Yebin. Caminaban entre los recintos, y ella no dejaba de señalar cada animal con asombro.

— ¡Mira, mira, es un elefante! ¡Es enorme! - Yebin habló con emoción, y Sunghoon sólo sonreía. Verla tan emocionada le recordaba a los tiempos en que todo era más simple, antes de las deudas y la enfermedad.

También tomaba fotos y grababa pequeños vídeos.

---

Número diez: Asistir a una pregrabación de un programa musical coreano.

El último deseo fue cumplido en una sala de grabación iluminada por luces brillantes. Sunghoon y Yebin se sentaron entre el público mientras las cámaras captaban cada momento del espectáculo. Yebin, con el rostro lleno de alegría, aplaudía emocionada con cada actuación a pesar de no conocer bien a los artistas que se presentaban en el escenario.

— Nunca pensé que vería algo así en persona - Yebin susurró, mirando a los ídolos en el escenario con admiración. Sunghoon la observaba de reojo, sabiendo que este sería su último gran deseo cumplido.

Después de que salieron del canal de televisión, la emoción aún flotaba en el aire, pero algo en los ojos de Yebin comenzó a apagarse. Mientras caminaban hacia la salida, ella se aferraba al brazo de su hermano con menos fuerza, su respiración cada vez más entrecortada.

— Sunghoon...me siento un poco cansada - susurró, sus palabras apenas audibles entre el bullicio de la gente a su alrededor.

Sunghoon, preocupado, se detuvo de inmediato y miró su pálido rostro. La sonrisa que había iluminado su cara durante el programa se había desvanecido, y en su lugar, había un brillo de fatiga en sus ojos. Sin pensarlo dos veces, la cargó en sus brazos, ignorando la extraña sensación de vacío que lo atravesaba, como si supiera que algo irreversible estaba sucediendo.

La llevó de inmediato al hospital. Las luces del pasillo se sentían más frías y distantes mientras los médicos los recibían. Todo el camino de regreso, Sunghoon mantenía sus ojos en el rostro de su hermana, su pequeña cabeza apoyada en su pecho, su respiración débil y errática. La fiebre comenzaba a subir, y ella parecía apenas mantenerse consciente.

Al llegar a la habitación del hospital, los médicos la conectaron a las máquinas, pero Sunghoon sabía que ya no había vuelta atrás.

Los médicos salieron del consultorio y uno de ellos le habló a Sunghoon.

— Puedes pasar a verla. Avísanos cualquier cosa.

Sunghoon entró a la habitación y se sentó junto a a la camilla donde estaba Yebin. Tomó su pequeña mano, tan frágil y delicada que parecía de cristal.

—¿Lo pasaste bien hoy? - Sunghoon preguntó suavemente, intentando mantener la voz firme, pero su garganta se sentía pesada, y su corazón se rompía con cada segundo que pasaba.

Yebin asintió levemente, sus labios formando una sonrisa apenas perceptible. Sunghoon apretó su mano con fuerza, luchando contra las lágrimas que amenazaban con desbordarse. Sabía que no podía mostrarse débil ahora.

— Fue el mejor día de mi vida, hermano - murmuró con esfuerzo, cada palabra un susurro —. Gracias, hermano. Gracias por cumplir todos mis deseos. Gracias por todo.

Sunghoon la miró, incapaz de hablar al principio. ¿Cómo podía agradecerle a él, cuando todo lo que había hecho se sentía como un fracaso? Había traicionado a Sunoo, había aceptado dinero sucio y había vendido su integridad. Todo lo que su hermana veía en él, no era más que una mentira, o al menos así lo sentía.

— No digas eso - contestó finalmente, su voz estaba rota —. No soy una buena persona, no después de todo lo que he hecho.

Yebin lo miró con esos ojos tan llenos de inocencia y ternura, los mismos que siempre lo habían visto como su héroe.

— Sé lo que piensas - dijo Yebin, su respiración cada vez más difícil —. Pero conmigo nunca fuiste malo. Siempre has sido el mejor hermano del mundo. Jamás me fallaste.

Las palabras de su hermana lo atravesaron como una daga. Todo lo que había hecho para protegerla, para hacerle feliz, ahora se sentía insuficiente frente a su propia culpa. Pero para ella, él seguía siendo su héroe. Su mano, tan pequeña y débil, se apretó ligeramente alrededor de la suya.

— Siempre quisiste ser fotógrafo - Yebin continuó hablando, con una sonrisa tenue en su rostro —, y-y te juro que yo quería verte abrir tu propio estudio y tomar fotos de todas las cosas hermosas que veías - Yebin hizo una pausa, tomando aire con dificultad —. Estoy triste porque no estaré ahí cuando lo consigas.

Sunghoon sintió un nudo en la garganta, el dolor en su pecho era insoportable. Siempre había soñado con ese momento, con su hermana a su lado, celebrando el logro de tener su propio estudio. Pero ese futuro nunca llegaría.

— No lo digas - Sunghoon susurró, inclinándose para besar su frente —. Tú estaras ahí, siempre.

Yebin sonrió de nuevo, una sonrisa débil pero llena de amor. Los ojos de la niña comenzaron a cerrarse lentamente, pero antes de que se perdiera en el sueño eterno, hizo un último esfuerzo para hablar.

— Hay algo más, Sunghoon - dijo Yebin, con un esfuerzo visible —. El deseo número once, el que dejé con un signo de interrogación.

Sunghoon la miró, sorprendido por sus palabras.

— Yebin, lo siento por no poder cumplir ese—

— Aunque no quisiste contarme, presiento de qué fué lo que pasó entre Sunoo y tú.

— Yebin...

— Mi último deseo es que busques a Sunoo - Las palabras de Yebin eran apenas audibles —. Cuéntale todo y pídele perdón. Él merece saber la verdad.

Las lágrimas finalmente cayeron por las mejillas de Sunghoon. No había forma de escapar de su culpa, y ahora, en sus últimos momentos, su hermana le pedía algo que sabía que debía hacer, pero que temía profundamente.

— Hazlo por mí, Sunghoon. Y por tí.

— Eres la mejor hermana del mundo. Te quiero más que a nada. Siempre fuiste mi razón de vivir.

— Yo también te quiero, Sunghoon . Por tí quería vencer está enfermedad pero ya era demasiado tarde - Yebin susurró, su voz apagándose poco a poco. Te quiero mucho.

Y esas fueron las últimas palabras que escuchó Sunghoon de su hermana. Un último suspiro escapó de sus labios, y su pequeña mano, que había estado aferrada a la de Sunghoon, cayó suavemente sobre la cama. Las máquinas se detuvieron, el sonido agudo llenando el cuarto.

Sunghoon se quedó inmóvil, su corazón destrozado, sosteniendo la mano de su hermana, incapaz de dejarla ir.

El tiempo pareció detenerse. Todo el mundo a su alrededor se desvaneció mientras él permanecía inmóvil, aferrándose a su hermana, la única persona que le había dado un motivo para seguir luchando. Las lágrimas salían en abundancia, mientras el dolor lo invadía completamente.

Los médicos entraron a la habitación cuando escucharon el ruido de la máquina y encontraron a Sunghoon llorando desconsoladamente mientras abrazaba el cuerpo sin vida de Yebin.

En ese momento, Sunghoon supo que su vida nunca volvería a ser la misma.

๑๑๑

¿Cómo había logrado sobrevivir tantos meses a ese gran dolor de perder a Yebin?

Se había matado estudiando día y noche para mantener su mente enfocada en otra cosa que no sea el dolor de su pérdida.

Su apariencia estaba deteriorada y el no comer lo había dejado muy débil.

Sin embargo, ahí estaba, frente a la universidad donde había logrado ingresar y estudiaría para ser un fotógrafo.

Caminaba cabizbajo. El resto de personas estaban felices por haber ingresado a una de las mejores universidades del país y por eso veían con extrañeza a Sunghoon. Él no se veía felíz.

El había olvidado que era sentirse felíz desde que Yebin se fué.

Quizás él mismo se había propuesto a estudiar demasiado para acabar consigo mismo lentamente.

Sus clases serían en un segundo piso. Subió lentamente las escaleras mientras sus manos estaban metidas en los bolsillos de su chaqueta.

Escuchó las risas de unas personas bajando las escaleras. Uno de ellos chocó su hombro con el suyo.

Sunghoon se tambaleó y quizás hubiera caído al suelo sino fuera porque alguien había estado subiendo detrás de él y lo sostuvo.

— ¿Estás bien?

Sunghoon se giró para mirar a la persona que lo había salvado de caerse. Lo que llamó su atención fueron los ojos de ese desconocido. Eran bonitos, pero estaban sin vida.

Transmitían la misma tristeza que sus ojos reflejaban en el espejo cada vez que se miraba.

— Sí, gracias - Sunghoon respondió e hizo una breve reverencia.

Siguió con su camino hasta llegar a su salón de clases.

Pensó que jamás volvería ver a ese chico. Sin embargo, el destino hizo que sus caminos se cruzaran con frecuencia.

Su nombre era Yang Jungwon, y aunque jamás quiso contarle a detalle sobre su pasado, Sunghoon sabía que ocultaba momentos de tristezas.

Es curioso como dos personas que tenían sus corazones destrozados, encontraron consuelo y ganas de vivir en el otro.

La felicidad volvió a aparecer en sus vidas.

Después de un pasado trágico, el destino había puesto a la persona indicada para sanar sus heridas.

Yang Jungwon fué una de las mejores cosas que le pasó en la vida.

¿Lo amó?

Por supuesto que lo hizo. Jungwon se volvió en su mundo.

Lo convirtió en una mejor persona.

๑๑๑

Los años pasaron rápido. Tenía una hermosa relación romántica con Jungwon y un trabajo estable.

Aunque justo su trabajo lo obligó a separarse de Jungwon por un corto tiempo. Ahora él tenía que regresar a Seúl.

Se sentía inseguro de regresar a esa ciudad pero al final terminó accediendo.

Consiguió alquilar un departamento que quedaba cerca de su trabajo. Jungwon y él habían acordado aún no vivir juntos, pero mayormente los fines de semana estaban juntos e iban a dormir al departamento del otro.

Se presentó en el edificio que ahora se convertiría en su nuevo sitio de trabajo. Conoció a sus jefes y compañeros de trabajo.

Todo parecía perfecto hasta que alguien más presionó el botón para llamar al ascensor.

Sunghoon giró su rostro para ver a la otra persona.

Los recuerdos del pasado lo invadieron mientras analizaba cada detalle del rostro de ese chico de cabellera rubia.

— ¿Sunghoon?

Las puertas del ascensor se abrieron. Ambos chicos entraron al ascensor.

— ¿No me recuerdas? - volvió a preguntar.

— Hola, Kim Sunoo.

— Después de tanto tiempo - Sunoo sonrió.

Sunghoon no entendía como Sunoo sonreía al verlo. ¿No debería estar enojado o pidiéndole explicaciones?

Las puertas del ascensor se volvieron a abrir. Estaban en el primer piso.

— ¿Tienes tiempo? Sería entretenido conversar y estar al corriente de la vida del otro - Sunoo miró a Sunghoon.

— Tengo unos minutos disponibles. Podemos ir a la cafetería que está en la esquina.

Ambos salieron del edificio y caminaron hasta la cafetería que quedaba a unos metros.

Sunghoon sentía una sensación extraña. La comodidad de Sunoo le causaba extrañeza y le provocaba un dolor de estómago mientras recordaba todo lo que le hizo.

— ¿Cómo estás? Te desapareciste tan repentinamente que no sabía si estabas vivo o muerto - Sunoo decidió romper el silencio entre ellos.

— Estoy bien. ¿Y tú?

— Me voy a casar en unos meses.

— ¿Enserio? ¿Puedo saber con quién te casarás?

— Park JongSeong.

Sunghoon recordó cuando Sunoo mencionó ese nombre por primera vez. ¿Sus padres lo estaban obligando a casarse con ese chico?

— ¿Trabajas en ese estudio fotográfico?

— Sí. Acabo de trasladarme a ese edificio. Antes estaba trabajando en otra sede.

— Eso quiere decir que nos veremos más a menudo - Sunoo tomó un trago de su bebida.

— Supongo que muchas personas habrán en tu boda. Debes estar muy ocupado con los preparativos.

— Nuestros padres se están encargando de eso. Ellos eligen quienes quieren que vayan. Además, tampoco es como si tuviera a alguien a quién quisiera invitar.

— ¿Qué quieres decir?

— Quiero decir que no tengo amigos. Discutí y me distancié de ellos.

Sunghoon decidió no hacer más preguntas porque tenía la extraña sensación de que fué por su culpa.

Observó a Sunoo disfrutar de su bebida. Parecía felíz. Esperaba que lo fuera.

→ Actualidad:

Sunghoon terminó de relatar de su historia mientras Ni-ki había escuchado atentamente todo lo que había dicho.

Era de madrugada.

— Tengo ganas de golpearte por lo que le hiciste a Sunoo pero también me duele lo que viviste con tu hermana. Tienes la excusa perfecta para evitar que te odie completamente - Ni-ki opinó.

— Recién ahora me doy cuenta que necesitaba contarle mi historia a alguien. Esto me hizo reflexionar profundamente y ver con una nueva perspectiva todo lo que hice - Sunghoon suspiró —. El destino tiene formas extrañas de enseñarnos lecciones, y la mía fue clara: huí de lo único verdadero que tuve, creyendo que podía controlar mi vida. Pero al final, fueron los azares del destino los que me mostraron que no se puede escapar del corazón. Luego, amé sin ser amado, y en ese vacío encontré el castigo de mis propios actos. Lo que alguna vez hice a Sunoo, el destino me lo devolvió con precisión. Tal vez es justo: sentir en carne propia la indiferencia de alguien que no te quiere es la única manera de entender el dolor que causé.

— Cuando volviste a ver a Sunoo después de tantos años, ¿hay algo que hubieras querido decirle en ese momento?

— 'Ahora, al verte después de tantos años, admito que me enamoré de tí, pero las decisiones que tomé habían sellado mi suerte. Kim Sunoo, tú fuiste el milagro que no supe cuidar, y el castigo del destino fue dejarme vivir con ese peso'.

«Kim Sunoo, recuerdo cuando Jungwon terminó nuestra relación y fuí a verte. Tú me preguntaste: '¿Alguna vez me quisiste a mí con la misma intensidad que amas a Jungwon?' No me dejaste responder. La verdad es que tengo un tercer secreto que lamentablemente no lograste descubrir. Yo sí me enamoré de tí»



































Dr13a.

Y aquí acabamos con los especiales y la historia del pasado del Sungsun.

¿Qué les pareció?

Ahora continuaré con el tiempo actual de la historia.

Gracias por leer y votar 💙

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro