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❥ Especial IX: Segundo secreto descubierto: la deuda (Sungsun)

sunghoon había comprobado algo.

Sunoo no estaba simplemente 'interesado' en él. Sunoo estaba verdaderamente enamorado de él.

Lo veía en la manera en que Sunoo lo miraba, en cómo sonreía cuando él se acercaba, en su disposición para ayudar a Yebin.

Sunghoon estaba en un debate mental cada vez que Sunoo lo miraba de aquella manera.

Cada vez que lo veía con amor.

Ojalá su alma no estuviera tan corrompida y fuera igual de pura como la de Sunoo.

— Sunghoon - Sunoo susurró mientras sentía como Park dejaba besos detrás de su oído.

Porque él era así. Park Sunghoon no era una buena persona. Solo era un egoísta que trataba de aligerar sus problemas sin importarle dañar a personas inocentes.

Su vida había sido una cadena de decepciones y fracasos y la dureza de sus circunstancias había erosionado cualquier idealismo que alguna vez hubiera tenido. A sus 18 años, ya se había vuelto experto en mentir, manipular y hacer lo que fuera necesario para sobrevivir. Su hermana Yebin, con su salud deteriorada, era la única persona en su vida por la que sentía un amor verdadero e incondicional. Todo lo demás, todo el mundo, era prescindible.

Sunoo había sido útil. Lo sabía desde que él empezó a aparecer en el hospital, con una amabilidad desinteresada que Sunghoon no había pedido ni creía merecer. Al principio, había intentado alejarlo, en parte porque realmente no quería que Sunoo se viera atrapado en su desordenada vida pero ahora que sabía de los sentimientos que Sunoo albergaba por él, todo se volvió más claro.

Sunoo era dulce, amable, gentil, todo lo contrario a él. Y eso, en parte, era lo que le hacía sentirse culpable. Porque por mucho que quisiera convencerse de que no importaba, de que los sentimientos de Sunoo no eran su problema, había momentos en los que no podía evitar sentir un peso en su conciencia.

Sunghoon era egoísta, lo sabía, y no se disculpaba por ello. Había aprendido a ser así porque el mundo no le había dejado otra opción. Usar a Sunoo para obtener una ventaja, no era algo que le diera miedo hacer. Pero en esos raros momentos de introspección, cuando veía la sinceridad en los ojos de Sunoo, no podía evitar sentir una punzada de remordimiento. ¿Qué haría cuando todo esto terminara? ¿Cómo se sentiría Sunoo cuando se diera cuenta de que solo lo había utilizado?

Sabía que estaba jugando un juego peligroso, pero era un juego que creía poder ganar. Y en un mundo tan cruel como el suyo, ganar era lo único que importaba. Sin embargo, cada vez que se alejaba de Sunoo después de un encuentro, con su rostro aún grabado en su memoria, no podía evitar sentir que, en algún lugar profundo dentro de sí, estaba perdiendo algo más importante que una simple victoria.

— Debemos parar - Sunoo susurró.

Sunghoon se alejó rápidamente de Sunoo. Su respiración era agitada. Miró a su alrededor y volvió a la realidad. Estaban en el campo de básquet.

Era la hora de receso. Ese salón estaba completamente vacío y fué el más cercano y disponible que tuvieron.

Porque cada vez que se veían era imposible no tocarse y besarse.

— Lo siento - Sunghoon se disculpó. Debía manejar mejor sus impulsos.

— No podemos hacer esto con mucha frecuencia. Podrían descubrirnos - Sunoo habló en voz baja. Obviamente estaba nervioso.

— Lo sé. Debería controlarme más. No quisiera que por mi culpa nos descubrieran. Sería un gran problema.

Sunoo se quedó un momento en silencio. Parecía estar pensando en algo.

— ¿De verdad sería un gran problema que nos descubran? - Sunoo preguntó.

Sunghoon proceso la pregunta que le había echo Sunoo. Era obvio que él esperaba una respuesta en específico. Debía ser muy cuidadoso con sus palabras.

— No quiero que tu imagen se vea afectada - Sunghoon agarró las manos de Sunoo —. Las personas en esta escuela te aman y te ven como una persona tan amable, pura y con apariencia angelical. No quiero que te insulten por mi culpa.

— Gracias por pensar en mí - Sunoo sonrió —. Pero en algún momento creo que deberíamos hacer algo al respecto.

— ¿Debería terminar con Yena? - Sunghoon preguntó.

En los ojos de Sunoo se mostró una gran emoción.

— Aunque probablemente ella va querer saber la razón por la cual estás terminando la relación - Sunoo volvió a ponerse triste.

— No quiero verte triste por mi culpa. Arreglaré está situación.

— Está bien - Sunoo asintió.

— ¿Hoy irás al hospital?

— Lo siento pero hoy no podré ir. Mis padres están empezando a hacerme muchas preguntas por mis salidas diarias en las tardes - Sunoo suspiró y afianzó su espalda en la pared —. Además, mi mamá me sigue forzando para que conozca a Park JongSeong.

— ¿Park JongSeong? ¿Quién es él?

— Es el hijo único de una familia millonaria. Es el heredero de la marca de ropa más famosa del país. Mis padres quieren comprometerme con él.

— ¿Aún no lo conoces personalmente?

— No, solo he visto fotos de él. No es mi tipo y los rumores que dicen sobre él son terribles. Es un playboy en su escuela y sale con una nueva persona cada semana. No quiero un chico así en mi vida.

— ¿En qué escuela estudia?

— No recuerdo el nombre pero no es una escuela tan exclusiva como esta.

Sunghoon sentía que debía hacer algo para asegurar que Sunoo no conozca a Park JongSeong. Al menos no ahora. No quería tener competencia con nadie porque eso complicaría las cosas.

Si Sunoo se enamoraba de ese chico, entonces todo lo que estaba haciendo y había planificado se iría al tacho.

— Tal vez ese chico sea más adecuado para tí. Yo no tengo nada que ofrecerte - Sunghoon habló con tristeza.

— No digas eso. Tú eres una persona muy especial para mí. No me importan las cosas materiales. No soy como mis padres. Tú eres todo lo que yo necesito - Sunoo abrazó a Sunghoon.

— Tus padres jamás aceptarían que seamos pareja.

— No me importa si ellos no te aceptan. Yo siempre te elegiré a tí. Tú me haces la persona más felíz del mundo.

Sunghoon había querido sonreír pero eso último que dijo Sunoo le había provocado una sensación de culpa.

Debía apurarse en realizar sus planes sino ese sentimiento de culpabilidad iba crecer más y no se sentiría capaz de dañar a Sunoo.

Todo era por una buena causa. Luego seguramente ya no vería nunca más a Kim Sunoo.




S

unghoon terminó su turno de trabajo. Debía apurarse para llegar al hospital y visitar a Yebin. Seguramente ella estaría triste porque Sunoo no la había visitado.

También debía pagar una parte de la deuda que tenía en el hospital. Justamente había pedido un adelanto de su sueldo.

Corrió hacía la estación de autobuses hasta que vió a un hombre atravesarse en su camino.

Se detuvo abruptamente. Conocía a ese hombre vestido con traje y camisa negra. Era Dakho. Su madre le debía dinero a ese hombre.

Era casi fin de mes.

— Hola, Sunghoon - el hombre sonrió y tiró al suelo su cigarrillo —. Ya es hora que pagues la cuota de este mes.

— Mañana les daré el dinero - Sunghoon quiso irse por un lado pero el hombre agarró con fuerza su brazo.

— No te estoy preguntando cuando estás disponible para pagar - el hombre sonrió —. Tienes que pagar ahora.

— N-no tengo dinero ahora - Sunghoon respondió.

— ¿Estás seguro? Alguien me informó que habías pedido un adelanto de tu sueldo.

Un carro negro apareció. De ese auto bajaron tres hombres. Vestidos de igual manera que ese señor que agarraba su brazo.

— No quería hacer este problema más grande pero no me dejas opción - El señor sonrió —. Creo que sería una buena idea que le hagas una visita a tu querida novia.

— ¿Qué? - Sunghoon se quedó desconcertado. Los hombres que bajaron del auto agarraron sus brazos y lo guiaron hacía el auto.

— Te conseguiste una buena novia. Tienes que sacarle provecho y pagar la deuda completa.

El sonido del celular de Sunghoon llamó la atención de esos hombres. Dakho se acercó a Sunghoon y buscó en los bolsillos de su pantalón hasta encontrar el celular de Park.

— ¿Kim Sunoo? - Dakho preguntó.

Sunghoon sintió miedo.

— ¿Quién es él? - Dakho cuestionó.

— Solo es un amigo.

— Siento que he escuchado antes ese nombre - Dakho se puso de pensar.

— Solo es chico común y corriente como yo - Sunghoon alzó el tono de su voz.

— Busca en internet el nombre de Kim Sunoo - Dakho le ordenó a uno de sus cómplices.

Aquel hombre sacó su celular y buscó en internet ese nombre. Los resultados de su búsqueda se los mostró a Dakho quién sonrió.

— Cambio de planes. Usemos a Kim Sunoo.

— ¡No! - Sunghoon gritó.

— Parece que te importa bastante. Le dirás a ese chico que venga a la dirección que te voy a decir.

— Sunoo y yo no somos cercanos. Él jamás vendría si se lo pido.

— Si no viene, entonces tu querida hermana pagará las consecuencias. Tengo a alguien en ese hospital y está esperando mi señal para que le haga daño a tu hermana - Dakho sonrió.

Entre Yebin y Sunoo. Él siempre iba elegir a su hermana.

Dakho llamó a Sunoo. La llamada no tardó mucho en ser contestada. El hombre colocó el celular cerca a Sunghoon para que pudiera hablar.

- Hola, Sunoo.

- ¿Estás ocupado? ¿Fuiste a visitar a Yebin? Yo acabo de terminar lo que tenía pendiente así que pensaba ir al hospital para ver a Yebin.

- S-sunoo, necesito que vengas a un lugar.

- ¿Dónde?

- Te mandaré la dirección. Por favor, ven.

- Estaré ahí enseguida.

La llamada finalizó. Dakho le mandó un mensaje a Sunoo para que fuera a ese lugar.

— Vámonos - Dakho ordenó.

Sunghoon fué metido al auto y su celular lo seguía teniendo Dakho.




Llegaron a ese lugar. Era un taller mecánico. El ambiente estaba envuelto en una penumbra grisácea, iluminado únicamente por la luz débil que se filtraba a través de las ventanas sucias y los focos amarillentos que colgaban del techo. Las herramientas y piezas de automóviles desparramadas por el lugar añadían un aire lúgubre, casi asfixiante, al espacio. El olor a aceite y metal oxidado impregnaba el ambiente, mientras el ruido ocasional de las gotas de agua que caían desde alguna tubería rota resonaba en la sala vacía.

Eran más de la siete de la noche. El lugar estaba desierto excepto por los hombres que ocupaban el centro del taller. Sunghoon estaba sentado en una silla de metal, sus manos amarradas firmemente detrás de su espalda con una gruesa cuerda. Una cinta gris cubría su boca, silenciando cualquier intento de gritar o pedir ayuda. Sus ojos, llenos de furia y miedo, observaban a los hombres que lo rodeaban.

A cada lado de Sunghoon, dos hombres fornidos y con expresiones serias, vigilaban cada uno de sus movimientos.

Escucharon el timbre. Dakho se dirigió a la puerta. Al abrirla encontró al mismo joven que aparecía en internet.

— D-disculpe, ¿conoce a Park Sunghoon? - Sunoo preguntó.

— Aquí está. Justamente te está esperando - Dakho sonrió y se hizo a un lado para dejar pasar a Sunoo.

El rubio entró al lugar. Se quedó paralizado al ver a Sunghoon. No pudo reaccionar porque Dakho colocó su brazo sobre sus hombros.

— Kim Sunoo, me alegra que hayas llegado - Dakho habló —. Este asunto podría haber terminado de manera mucho más desagradable. Pero aún estamos a tiempo de resolverlo. Ahí está Park Sunghoon. Él estaba esperando ansiosamente tu llegada - Dakho señaló a Park.

— ¿Qué es lo que quieres? ¿Por qué están haciendo esto? - Sunoo preguntó y miró a su alrededor.

Dakho soltó una risa seca, sin rastro de humor en ella. Soltó a Sunoo y se paró frente a él, observándolo como si lo evaluara.

— Tu querido Sunghoon tiene una deuda considerable que no ha podido saldar. Pero estoy dispuesto a ser razonable - Dakho sonrió —. Medio millón de wones en efectivo. Eso es lo que nos debe su madre, y eso es lo que necesitas pagar si quieres verlo salir de aquí con vida.

— Eso es mucho dinero. No tengo esa cantidad aquí. Pero podemos encontrar otra manera, una forma de pagarles, solo denme tiempo - Sunoo suplicó.

Dakho lo miró fijamente durante unos segundos que parecieron eternos, evaluando sus palabras. Luego, asintió lentamente, aunque no había suavidad en su expresión.

— Tiempo es precisamente lo que ya no tenemos, Kim Sunoo. Hemos esperado suficiente. O traes el dinero, o Sunghoon paga el precio.

Sunghoon negaba con su cabeza. Trataba de levantarse de la silla pero los hombres a su lado no lo dejaban.

— No puedo conseguir tan rápido ese dinero en efectivo - Sunoo respondió.

— Entiendo - Dakho asintió —. Lastimosamente, no me gusta un 'no puedo' como respuesta.

Dakho hizo una señal y un hombre se acercó a Sunghoon. Sacó una pistola y apuntó la cabeza de Sunghoon.

— ¡Lo haré! - Sunoo gritó —. Haré lo que pueda para conseguir el dinero, pero por favor, no le hagan daño.

Dakho asintió, satisfecho, aunque no sonrió. Dio un paso hacia atrás, señalando a los hombres para que permitieran a Sunoo salir del taller.

— Tienes hasta medianoche. No nos hagas ir a buscarte.

Mientras Sunoo retrocedía lentamente, sus ojos se encontraron una última vez con los de Sunghoon. Se giró y salió del taller, el sonido de la puerta cerrándose tras él resonando como una sentencia en el aire opresivo.

Dentro del taller, Sunghoon permaneció en silencio, aún amordazado y atado, con el peso de lo que acababa de ocurrir presionando su pecho. Sabía que Sunoo intentaría salvarlo, pero la culpa comenzó a arañar la superficie de su egoísmo. ¿Hasta dónde estaba dispuesto a llevar esto? Pero ahora, atrapado en esa silla con una pistola apuntándole a la cabeza, sabía que no tenía otra opción que esperar y ver si su plan, y Sunoo, lograrían salvarlo.


La noche había caído completamente sobre la ciudad, envolviendo el taller mecánico en una oscuridad casi total, interrumpida solo por la luz de la luna que se filtraba débilmente a través de las ventanas sucias. Eran ya cerca de la medianoche cuando Sunoo regresó al taller, su rostro tenso y pálido, y dos pesados maletines negros en sus manos.

El taller estaba igual de sombrío y opresivo que antes. Los hombres que habían retenido a Sunghoon estaban allí, esperándolo, con el mismo aire de amenaza silenciosa que antes. Dakho, aún con su traje oscuro y expresión imperturbable, dio un paso adelante cuando Sunoo entró, sus ojos centrándose inmediatamente en los maletines que él llevaba.

— ¿Tienes el dinero? - Dakho preguntó.

Sunoo asintió, incapaz de encontrar su voz en ese momento. Con manos temblorosas, dejó los maletines en el suelo frente a él. Dakho se agachó lentamente, abriendo los maletines uno por uno. La luz reveló filas y filas de billetes perfectamente apilados. Él tomó un fajo de billetes, lo revisó meticulosamente, y luego lo devolvió al maletín.

Los minutos que siguieron fueron agonizantes para Sunoo y Sunghoon. Dakho y uno de sus hombres comenzaron a contar el dinero, sus rostros serios y enfocados. Sunoo se notaba que apenas podía respirar. Miró a Sunghoon, quien estaba sentado aún atado en la silla, observándolo con una mezcla de vergüenza y enojo, consciente de lo que Sunoo había tenido que hacer por él.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Dakho cerró los maletines. Se levantó y se dirigió a Sunoo.

— El dinero está completo. La cuenta está saldada.

Luego hizo un gesto hacia uno de sus hombres, quien rápidamente se acercó a Sunghoon y cortó las cuerdas que lo ataban. Sunghoon se levantó lentamente, frotándose las muñecas adoloridas, mientras la cinta adhesiva era arrancada de su boca.

En cuanto Sunghoon fue liberado, Sunoo, sin poder contenerse, corrió hacia él y lo envolvió en un abrazo desesperado, aferrándose a él con todas sus fuerzas. Las lágrimas brotaron de sus ojos mientras sentía el latido del corazón de Sunghoon contra su pecho, asegurándose de que realmente estaba a salvo.

Sunghoon, aún aturdido por la situación, respondió al abrazo con cierta torpeza, sintiendo una mezcla de alivio y culpa por lo que Sunoo había hecho por él.

A pesar de la sensación de libertad, no había alivio en su rostro. Solo una pesada mezcla de emociones conflictivas.

Dakho dio un paso atrás, guardando los maletines. Antes de que Sunghoon y Sunoo pudieran salir, habló de nuevo.

— No te equivoques, Park Sunghoon. Hoy hemos cerrado esta deuda, pero tu madre sigue siendo un problema. Si vuelve a jugar y pierde, no será tan fácil la próxima vez. Así que manténla bajo control.

Sunghoon asintió, sin decir una palabra, mientras sentía cómo el resentimiento hacia su madre se mezclaba con la culpa de haber arrastrado a Sunoo a esta situación. Con su brazo alrededor de los hombros de Sunoo, lo guió fuera del taller, sintiendo el aire nocturno frío y pesado en su rostro.

Sunoo no lo soltó ni un momento mientras caminaban por las calles desiertas. Finalmente, Sunghoon rompió el silencio.

— ¿Cómo conseguiste tanto dinero, Sunoo?

Sunoo levantó su vista hacia él, con una mezcla de tristeza y cansancio en sus ojos, pero también con un alivio evidente de que él estuviera a salvo.

— Saqué todo lo que tenía en mis cuentas. Vacié mis tarjetas de crédito. No tenía otra opción, Sunghoon.

Sunghoon apretó sus dientes, consciente del peso de sus acciones y de lo que Sunoo había sacrificado por él. El miedo en su voz lo hizo sentir una punzada de culpa que no pudo ignorar.

— ¿Tus padres…?

— Van a darse cuenta, Sunghoon. Van a preguntarme por qué retiré tanto dinero. Estoy preocupado por lo que harán cuando lo descubran.

El rostro de Sunghoon se oscureció al escuchar sus palabras. No tenía una respuesta para darle, y el peso de su egoísmo se hizo más evidente que nunca. Sunoo, sin embargo, no se apartó de su lado, caminando junto a él, con su mano aferrada a la suya, como si temiera que si lo soltaba, podría perderlo de nuevo.































Dr13a.

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