Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 1: El peor día

El día que había tenido podía incluirse en los primeros puestos del ranking de los peores días de mi vida. Sentía una tristeza que no podía describir con palabras y mi mundo se venía abajo una vez más. En las últimas semanas todo había salido mal, torcido y complicado. Esto era solo la frutilla del postre.

Mientras lloraba de manera desgarradora frente al veterinario, me vi obligada a contestar el teléfono que sonaba de manera insistente. En la llamaba me avisaban que en casi todos los departamentos del edificio, incluido el mío, había entrado agua. El caño principal de desagüe había colapsado por la lluvia intensa. Además, habían tenido que cortar la electricidad, porque ya sabemos todos que el agua y la electricidad no son buenas amigas de las personas que quieren seguir con vida. Según este individuo que hablaba, al que nunca me tomé el trabajo de identificar, iban a resolver el inconveniente al día siguiente, siempre y cuando la lluvia cesara. Antes de cortar la comunicación me recomendaba ir a otro lugar a pasar la noche.

Contradiciendo el consejo no solicitado, regresé a mi departamento, necesitaba más que nunca estar en mi lugar, en mi casa. Agradecí que por lo menos vivía en el segundo piso y las escaleras no iban a ser mayor problema.

El lugar era un desastre, en algunos sectores había casi dos centímetros de agua. Me tiré en el sillón a llorar en la total oscuridad. La realidad era que la inundación del departamento poco me estaba importando, solo empeoraba una situación que era de por sí dolorosa.

No sabía muy bien cuánto tiempo había pasado en esa posición cuando escuché que alguien golpeaba la puerta. Supuse que podía ser un vecino metido por lo que ni me molesté en responder las primeras tres veces. A la cuarta comprendí que la persona del otro lado era persistente y no iba a ser tan fácil ignorarla.

Por el bien de mi salud mental, me levanté del sillón y fui chapoteando entre charcos de agua hacia la entrada.

—¿Quién es? —dije de mal modo.

—¡Soy Rochi! —contestó una voz conocida del otro lado.

Abrí la puerta con desesperación y abracé a mi amiga con todas mis fuerzas, mientras inauguraba una nueva ola de llanto en su hombro.

Rochi había venido en medio de una tormenta a un departamento inundado y sin luz, había subido dos pisos por las escaleras alumbrándose con la linterna de un teléfono móvil, solo para estar conmigo y consolarme.

—¿Qué hacés acá, amiga? —dije mientras la invitaba a pasar al desastre en el que se había convertido mi hogar.

—Estoy acá porque me necesitás y porque te quiero, y agradezcamos que tenía llave del edifico porque no creo que hubieras bajado a abrirme.

No hubo respuesta, las dos sabíamos que era cierto.

Me zambullí nuevamente en el sillón mientras mi amiga inspeccionaba el lugar.

—¡Ali, hay que sacar el agua! Se te va a arruinar el parquet.

—No me importa —contesté desganada mientras me hacía un bollo pequeño entre los almohadones.

—Te preparo algo para comer y limpio un poco.

—No quiero nada.

Entre nosotras no hacía falta decir mucho, nos conocíamos demasiado como para malgastar tiempo en palabras inútiles.

Rochi me preparó un café con leche y me trajo unas galletitas para comer, dejó todo sobre la mesita frente al sillón y siguió deambulando por el departamento.

Las luces de las velas que mi amiga había colocado por todos lados le daban al lugar un aire lúgubre, mezcla de funeral del siglo XVIII con castillo medieval. De vez en cuando la veía de reojo moverse con un balde, un secador y un trapo de piso.

Cuando terminó de hacer lo que creía que debía hacer se sentó a mi lado, en silencio. Acomodé mi cabeza sobre su regazo buscando un poco de contención.

—La van a cremar —dije sin ningún tipo de introducción.

—Está bien, hermosa, después veremos qué hacemos con las cenizas. Se me ocurre alguna ceremonia linda y alegre, como era ella —contestó mientras acariciaba mi cabello.

Nadie más que Rochi podría entender mi tristeza, para el resto de las personas Bruma era solo un animal, pero para mí significaba mucho más. Esa perrita era parte de mi familia y me había acompañado en momentos durísimos. Era leal, alegre y sobre todo agradecida, como suelen ser los perros rescatados.

Recuerdo que cuando la fui a buscar al refugio pensé que yo la estaba salvando, que yo le estaba dando una segunda oportunidad a ella para aliviar un pasado de maltratos, pero Bruma me había rescatado a mí y me había salvado en todas las formas en que se puede salvar a una persona.

—Te traje un regalo —dijo Rochi sacándome de mis pensamientos.

Se movió de su sitio para alcanzar su cartera. Del interior sacó un paquete de papel manila y me lo entregó. En su interior pude encontrar un reloj pulsera antiguo.

—¿Qué es esto? —pregunté un poco desorientada.

—Hubiera querido traerte una caja de bombones, pero la tormenta no me ayudó y terminé en una casa de venta de antigüedades —hizo una pausa pensativa y siguió—, más para protegerme de la lluvia que otra cosa, te voy a ser sincera, pero el buen hombre que atendía me dio un discurso tan convincente que decidí traerte ese reloj.

Observé el objeto bajo la luz de la vela más cercana y en medio de mi llanto empecé a reírme a carcajadas. Solo Rochi podía hacerme reír en un momento como el que estaba pasando.

—Amiga, el reloj no funciona, está roto.

—Sí, ya veo, mi pequeño colibrí, pero no quería venir con las manos vacías.

—Me encanta tu regalo, pero más me gusta que estés acá conmigo acompañándome —dije mientras me colocaba el reloj en la muñeca y sabiendo que la primera parte de la afirmación era mentira y la segunda era la pura verdad.

Rocío era una persona muy especial, llena de excentricidades y yo la amaba por eso, pero sobre todo la amaba por ser la amiga con la que siempre se puede contar, en las buenas y en las malas.

Rochi me obligó a comer algo y luego me dejó hablar y llorar de forma intermitente durante horas. En algún momento de la madrugada nos quedamos dormidas mientras recordábamos anécdotas lindas de mi hermosa Bruma.

Me desperté sobresaltada. Estaba sentada en un pupitre, dentro de un aula de lo que parecía ser mi escuela secundaria. Toda la clase tenía los ojos puestos en mi persona, incluida la profesora de matemáticas de cuarto año. Sí, definitivamente estaba en mi escuela secundaria. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro