Capitulo 3
Los días seguían pasando como era usual, antes del medio día Milo podía ver como TN se marchaba al bosque con libros en mano y regresaba poco antes del atardecer, y en repetidas ocasiones le llevaba cartas de su amiga a su captor.
Este cambiaba de actitud cada vez que una nueva carta llegaba se ponía feliz y otra veces se notaba la desesperación en sus ojos.
Todo marchaba con normalidad hasta que un día, Milo se presento a él con la esperanza de hacer algún trato.
-¡¿Qué?! -Le pregunto atónito
-Lo que dije, quiero hacer un pacto de sangre, prometo no hacerte daño ni a nadie que tu quieras, siempre y cuando me des alimento y que me dejes salir, ya no usare más marionetas, ademas también te ayudare a encontrarte con tu amor...
Pero a cambio quiero saber... Quien es la persona que te deja esas cartas.
-Hablas enserio...
-Lo juro por mi honor. -El chico se quedo mirando a la nada por algunos minutos mientras que el silencio reinaba en la habitación y finalmente sus palabras fueron escuchadas.
-Esta bien, creeré en ti... -El joven se adentro a la prisión donde estaba aquel habitante del infierno y comenzaron el pacto de sangre.
Milo con sus filosas garras trozo su piel de la muñeca al igual que la de Camus haciendo así un intercambio entre el veneno de su sangre, y la pureza que aun quedaba en el humano, y a cada segundo se podía ver como se tornaba mas oscura la sangre de Camus marcando las venas de su cuerpo, los gritos que el dolor le provocaba eran ahogados por la energía que cubría a ambos, sus ojos se volvieron negros, pero a pesar de aquel sufrimiento no se alejo ni un poco, quería ver a su amada, lo hacía por ella.
El tiempo le pareció eterno pero al final pudieron concluir el pacto, Camus estaba cansado y adolorido mientras la cara de Milo estaba pálida como si estuviera a punto de desfallecer.
-Eso fue todo. -Dijo entre jadeos Camus
-Pacto de sangre, ahora cumple tu parte. -Le menciono Milo con voz temblorosa.
Aun cansado Camus camino hasta donde estaba el sello y el aceite sagrado y comenzó a deshacerse de ellos dando paso a la libertad a Milo. Y sin que le importase nada no pudo evitar sonreír y escuchar latir su corazón que el creía estaba muerto.
-¿Estas bien? —Pregunto preocupado Camus
-Si...
Necesito que me digas quien es ella, la chica que te trae esas cartas.
-Te lo diré, si tu mañana me ayudas a verla... —Una mirada de desconcierto basto para que Camus siguiera pues Milo no lo había entendido del todo.
—a mi amada. —Le explico.
—Es un trato. —Ambos estrecharon sus manos en señal de que el pacto estaba sellado.
—Su nombre es TN, vive con su hermana mayor y su madre, el padre murió hace algunos años, pero su madre siempre esta de visita en la capital con parientes suyos, técnicamente solo vive con su hermana quien esta comprometida con un caballero de apellido Schütze.
Es amiga de mi querida Kisara y solo con ella la deja mantener contacto la bestia con quien la obligaron a casarse. ¿Dime que más quieres saber?
—Con eso es suficiente, por ahora, voy a salir un momento, regreso pronto.
—Yo no lo creo, te he dicho que me ayudes y cumplí mi parte.
—¿Crees que voy a escapar? ¡Hice un pacto de sangre contigo! ¡Ni siquiera yo puedo romperlo!
—Y se que no lo harías, estas interesado en TN, solo no quiero que te ocurra algo, después de todo eres un demonio al que las personas temen, y tu fuerza es débil aun.
Vamos entra conmigo a casa te daré un lugar para que duermas y preparare un poco de comida, para que reúnas fuerzas, además yo también estoy cansado como para preocuparme por ti.
—¿Hablas enserio? —Dijo el peliazul atónito.
—No digo mentiras. —El demonio río para si mismo y asintió con la cabeza entrando eventualmente a la casa de Camus.
La mañana relucía como ninguna otra, la luz del sol entrando por los huecos que las hojas de los árboles le permitían brillaban como ninguna otra.
Esa mañana el mundo cambiaría para dos personas, pues la batalla entre especies entre lo correcto e incorrecto empezaría.
—Vamos levántate, vives en el mundo humano debes de madrugar.
—¿Que hora es?
—Las siete de la mañana, el sol esta saliendo.
—Es muy temprano aun. —Contesto con desgana.
—Vamos deja de flojear, veamos... —Dijo viendo al chico mientras llevaba dedo indice a su barbilla. —Eres un poco más alto que yo, mi ropa no te quedara, debemos ir con el sastre.
Si alguien pregunta eres mi primo.
—Entendido...
—Aun estas débil ¿No es cierto? Acaso el pacto de sangre...
—Sí, requiere de mucha fuerza.
Pero no importa, hagamos lo que dices. —El sonido de la puerta desconcertó a ambos pues no esperaban que alguien fuera a verles tan temprano.
Con gran curiosidad Camus se acerco a la puerta y la abrió.
—Lamento irrumpir de pronto y ademas aun que es muy temprano, pero tengo noticias no muy agradables respecto a Kisara.
—¡¿Que le paso?! ¡¿Esta bien?! —Pregunto exaltado mientras que Milo se ponía de pie para poder ver a la joven de cerca.
—Ella tuvo una discusión con Daniell, él no se contuvo y ...
La golpeo —Dijo bajando lanmirada en señal de tristeza para eventualennte subirla y energicamente cotinuar diciendole al chico: —me dijo que no te lo dijera, pero creo que tientes tanto derecho a saberlo como yo la obligación de decírtelo. —La furia corría por todo su cuerpo y a cada segundo apretaba con más fuerza sus puños.
—¡No se lo voy a permitir! —Exclamo con odio en sus palabras. —¡Nadie tiene derecho a tocarla!
—Cálmate. —Contesto Milo desde sus espaldas. —No hagas algo imprudente. —Volvió a decir acercándose a ellos completamente desnudo tan solo con una sabana cubriendo la parte inferior de su cuerpo. Cuando TN vio como se acercaba el chico mil colores se apoderaron de su rostro y de inmediato hizo una reverencia y se marcho.
—Con su permiso. —Dijo tn antes de salir corriendo.
—¿Pero que le pasa? —Cuestiono Milo. —Se ha asustado al verme.
¿Dije algo fuera del lugar? —Preguntaba con aire de inocencia.
—No es eso, estas desnudo es natural que una joven respetable huya si ve algo como eso. No eres su prometido ni mucho menos su esposo para que ella pueda verte de esa forma. —Dijo cerrando la puerta y entrando de nuevo a su casa pues su furia no había desaparecido. —Debo hacer algo.
—Pagara, deja de preocuparte. —Comento más tranquilo. —Dime un castigo que quieras hacerle, por ejemplo que pierda la cosecha de este momento, o que tenga una fuerte gripe.
—Creí que eras mas poderoso que eso... Pero bueno que mas da, me gustaría mucho verlo sufrir, pero solo a él no estaría mal hacerle perder su fortuna pero también sufriría Kisara quizas sea mejor algún accidente, caída de su caballo, o que un criminal le dispare.
—Puedo asustar al caballo como me lo pides.
—Entonces caída sera. —Por un momento Milo se perdió y la casa de Camus se volvió una completa penumbra, pues ni siquiera podía ver sus propias manos; mientras tanto Milo se desplazaba en la oscuridad que las propias sombras de las personas le proporcionaban una vez que lo encontró se dio cuenta que era un hombre soberbio de cabellos rojizos como el sol, y de despreciable sonrisa arrogante.
Iba sobre su caballo presumiendo lo que le acaba de hacer a la joven.
—Ninguna mujer se debe de poner sobre mí, ademas la deje con su amiga, que por cierto no soporto a la idea que esa chica no haya sido ya mía. —Milo de inmediato supo que hablaban de tn pero quiso escuchar un poco más.
—Si algún día aquella con la que me case llega a morir, TN Joestar sera mi mujer, y por fin tendré todo lo que un hombre puede anhelar.
—¿Señor porque si tanto le gusta la chica se caso con la señorita Joestar?
—Porque los padres de Kisara me dieron una deliciosa fortuna que no podía pasar desapercibida tan soll por no dejar que se casara con un don nadie.
Ademas pudo ser mía desde antes del matrimonio, ella cree que estaba impura porque alguien más había abusado de ella, pobrecita si supiera que soy yo quien la violo aquella noche.
—¿Señor y porque no le hace lo mismo que a la señorita Joestar?
—Primero debemos deshacernos de mi mujer. Ya no la soporto.
—¿Tiene algo ya en mente señor?
—Sí... —No pudo decir nada más pues Milo actuó de inmediato y desde las sombras atrapo una de las piernas del caballo haciendo que este se cayera y tirara a su jinete, rompiendo uno de los brazos del hombre.
—¡Señor! ¡Señor! —Gritaban sus acompañantes.
—¡Haaaaaa! ¡Mi brazo! ¡Duele! ¡Maten a ese maldito caballo! —Ordeno de inmediato, entonces uno de los hombres saco un arma y disparo directo a la cabeza del animal, dándole un triste final a este.
—Tranquilo, solo afecto lo que te ataba a ese hombre, ahora estas conmigo y seras mi acompañante. —Le susurro Milo a el asustado animal que ya hacia bajo sus brazos.
Cuando vio cuanta tortura quiso se marcho y regreso con Camus.
—¿Lo has echo? —Pregunto curioso.
—Sí. Pronto te llegara la noticia, solo espera pacientemente.
Por cierto tenemos nueva compañía, ¿Puede quedarse en el establo?
—¿De quien hablas?
—Sígueme. —Ambos caminaron hasta la habitación que hacía poco era su prisión, y una vez dentro entre la oscuridad deposito una pequeña flama blanca la cual en cuanto se alejaron se volvió un hermoso caballo.
—¿De donde lo has sacado?
—Pues resulta que tu rival lo mato, pero pude rescatar su alma y ahora estará con nosotros.
—...
¿No tengo otra opción cierto?
—No.
—En ese caso, bienvenido... ¿Cual es su nombre?
—Antares.
—Entonces Antares, lamento lo que has tenido que pasar, aquí podrás estar el tiempo que desees. —Le dijo al animal quien en agradecimiento bajo la cabeza.
El tiempo paso cuan rápido podía y pronto la noche reino el lugar, Milo entre las sombras entro a la habitación de TN, donde velaba por su sueño sin que ninguna otra criatura se atreviera a interrumpirlo.
Pero de la nada una luz segadora ilumino la habitación y desde el cielo un joven con armadura plateada descendió.
—Aléjate de ella. —Le menciono aun con la cara agachada apoyándose en su espada con una rodilla en el suelo y la otra levantada.
—Kardia...
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