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Capitulo 1

La luna estaba en su mas alto esplendor iluminando con su tenue luz las solitarias calles de aquel pueblo, en una de las casas de aquel lugar un hombre sonreía maliciosamente sus planes estaban dando frutos y desde lo mas profundo del averno estaba trayendo a uno de los demonios mas poderosos y temidos para la humanidad para que cumpliera con sus más caprichosos deseos.

Segundos después a que un estruendoso ruido inundara aquel poblado una luz ilumino la habitación que el hombre usaba,  pues había conseguido su objetivo; del infierno había traído a Milo un espíritu maligno con sed de sangre y sufrimiento humano.

-¿Por que estoy aquí? -Pregunto sin expresión alguna en su rostro.

-Te he traído porque ahora seras mi esclavo, tu demonio del abismo, ¡Acataras mis ordenes! ¡¿Lo entiendes?!

Una sonrisa irónica se dibujo en sus labios. -¿Que has dicho? Tu crees que un simple sello hecho con sangre me detendrá ¡Soy Milo señor de la tortura! ¡Padre del veneno!
Un simple humano como tú con sus trucos baratos no me detendrán, y mucho menos harán que yo cumpla sus ordenes, puedes irte olvidando de eso. -Dijo antes de empezar a destruir el sello que lo retenía y que este se empezara desvanecer como si de pólvora se tratase. 

El hombre asustado intento protegerse con todo lo que tenia arrojándoselo al demonio, pero nada parecía surgir efecto pues ni siquiera parecía inmutarse, como ultimo recurso salio de ahí cerrando el pequeño cuarto a las afueras de su casa con un candado de seguridad divina que había robado de la iglesia mas importante del pueblo junto con aceite traído desde el mismo vaticano; asustado por no saber si funcionaria rogó al cielo por ayuda y como si alguien de buen corazón lo hubiese escuchado la puerta creo un sello poderoso que impedía su salida.
El estruendoso ruido de las cosas cayéndose por la furia de aquel espectro rompían con el silencio de aquella pacifica noche.

—Maldición... —Bufo entre las cuatro paredes del cuarto.
El hombre que sonreía victorioso se alejo de ahí pues ahora que lo controlaba pensaba en lo que podría hacer con él.

La mañana brillaba todo el pueblo ignoraba lo que acababa de ocurrir la noche anterior, las risas de los niños al jugar alegraban el ambiente y de la casa continua una joven de hermosos cabellos castaños salia con una canasta entre sus manos junto a un libro que se disponía a leer tan pronto como se adentrara al bosque y pudiera recostarse entre la verde maleza que este poseía.

—Un caballero que pelea por la dama a la que ama y la lleva a un paraíso donde siempre expresaran su amor... —Dijo a la nada mientras apoyaba su mano en su pecho y la otra la alzaba en lo alto con una sonrisa y su mirada clavada en el cielo azul. —Yo quizás algún día encuentre a alguien tan especial como ese caballero... — Decía alegremente a la nada, con delicadeza cerro sus ojos oscuros y callo en sueño profundo.

Mientras tanto el hombre que habia invocado al demonio volvia a él.
—¿Estas listo para tu primer trabajo? —pregunto el hombre del otro lado de la puerta que dividia a ambos.

—Yo no trabajo para un humano. —Se escucho del otro lado, su voz traía consigo furia y resentimiento.

—¿Estas seguro? Porque por mi te puedes quedar en ese lugar para siempre, leí que mientras estés en el mundo humano debes comer algo o desaparecerás mas allá de la existencia espiritual que conoces.

—¿Hablas de la reencarnación? Ja no le tengo miedo, mis memorias no se verán alteradas.

—¿Estas seguro? Dime Milo señor del veneno. —preguntaba arrogantemente. —Sabes de alguien bueno o malo que después de pasar la rueda de la reencarnación recuerde lo que fue, incluso su fortaleza se ve afectada, vuelves a ser un nuevo tu.

—Eso solo es para el cuerpo terrenal.

—¿Vaya cuanto tiempo estuviste encerrado? No mi querido amigo lamento decepcionante, el deseo de los humanos ardió con tanta intensidad que logró dividir la rueda, la primera claro hace que reencarnes que vivas una nueva vida sin olvidar, pero la segunda, la segunda mi amigo es la mas cruel de todas borra los pensamientos mas profundos de cualquiera incluso los de un dios, acaba contigo en un doloroso procedimiento y jamas recordaras quien fuiste porque ya no existe.
Si no quieres ir ahí deberás comer, y para que comas debes obedecerme.

—Como se que no mientes.

—No lo sabes, pero tampoco tienes opción.

—Eres despreciable.

—No, en realidad solo quiero lo que otros tienen, como la esposa de Daniell Girz, es realmente hermosa, no debería estar con un tipo como él, ¿quieres vivir no?, quieres recordar, entonces entregamela. —Un silencio inundo los odios de ambos, mientras uno amenazaba el otro pensaba, sabia que si podía salir quizás podía asesinarlo y así obtener su libertad.

—Correcto, lo haré, a cambio sácame de aquí.

—¡Claro! ¡Oh espera! Puedes hacerlo desde dentro, escuche que puedes crear una marioneta tuya, no hay necesidad de que salgas, y si acaso intentas matarme solo recuerda una cosa, nadie sabe que estas aquí. —Pronuncio el sujeto con sarcasmo, con odio Milo aceptó las condiciones de aquella persona, y creo un doble suyo que lo ayudaría sin embargo este quedo atado a el juramento divino de no matar al hombre, no mientras el estuviera encerrado en ese lugar.

Las horas pasaron tan rápido como la brisa del viento, cuando Darelle despertó el cielo se había nublado y amenazaba con empezar a llover así que con algo de pesadez se puso de pie y se marchó a su hogar donde una hermosa joven de cabellos oscuros y ojos cafés claros la esperaban.

—¡¿Darelle donde has estado?! ¿Acaso no ves lo tarde que es? Debes de dejar de fugarte así.

—Lo siento... Me quede dormida pero prometo no ir mas de un par de horas.

—Bueno... Al menos terminaste tus deberes.

—Si, dije que eso haría y lo hice.

—Bueno, entra no quiero que te resfríes o algo peor.

—Si. —La chica sonrió a su hermana mayor y se encamino a entrar sin embargo su curiosidad le hizo mirar hacia el cuarto que tenia su vecino a las afueras, y pronto sintió una gran curiosidad por él.

—Vamos Darelle que esperas entra y cierra por favor. —Dijo su hermana y con una agradable sonrisa entró intentando olvidar aquella sensacion que había llamado su atención.

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