Fruto Del Amor II (M-Preg)
Martes, 11:30 de la mañana, acababa de cumplirse mes y medio de gestación, en los que Robert y Taylor iban de casa al hospital y viceversa, el inglés se encargó de pedir días libres en el trabajo solo para poder quedarse con su pareja, le aterraba dejar solo a Taylor, sobre todo con lo nervioso y sensible que estaba su pareja esos días.
Despertó poco a poco de aquel sueño embriagador del que era víctima, principalmente despertó debido a cierta ausencia que le hizo sentir la cama más fría de lo habitual, cosa que le hizo despertarse y empezar a buscar con la mirada a su pareja, sin encontrar su silueta por ningún lado de la habitación.
— ¿Robert? — murmuró sentándose en la cama con cuidado, miraba a los lados mientras pasaba ambas manos por su abdomen, el cual aún no crecía de forma considerable, pero él ya parecía sentir cierto "hormigueo" de vez en cuando, sobre todo a la hora de comer.
Se levantó de la cama y caminó rumbo a la sala de su departamento, caminando descalzo y sin mucha prisa, rascándose la nuca mientras pronunciaba entre bostezos el nombre de su pareja.
— ¡Robert! — exclamó el de ojos cafés mientras caminaba algo adormilado por el salón, logrando que su pareja, quien estaba en la mesa leyendo unos expedientes del trabajo desde su computadora, se levantara de golpe y fuera corriendo a ver lo que le pasaba a su novio.
— ¡¿Qué ocurre?! ¡¿estás bien?! ¡¿te sientes mal?! — preguntó al llegar con él, empezando a palpar su vientre con nerviosismo — ¿Le pasa algo al bebé?
— N-No, estoy bien, solo que desperté y no te vi en la cama — murmuró bostezando un poco y tallándose los ojos, Robert suspiró algo frustrado al oír a su pareja.
— Sí ehh... tuve que levantarme a revisar algo del trabajo, puedes volver a la cama si quieres.
— No quiero dormir solo — murmuró abrazando a su pareja y hundiendo su cara en el hombro ajeno.
— Tyy — murmuró frustrado tomando los hombros de su pareja — Cariño tengo mucho trabajo atrasado, vuelve a dormir, cuando termine iré contigo ¿de acuerdo?
— Pero quiero quedarme contigo, toronja no duerme sin que tú estés cerca — murmuró haciendo un puchero, dicha mirada hacía que Robert gruñera con molestia, debido a que era tan tierna, que le era imposible no ceder a las peticiones de su pareja.
— Bien, iré a trabajar a la cama ¿de acuerdo? así toronja y tú podrán dormir a gusto — comentó arqueando una ceja, el de ojos cafés sonrió ampliamente para tomar las mejillas de su pareja y besarlo con ternura.
— Bien — susurró acariciando las mejillas de su pareja — Pero primero comeré algo, me dio hambre caminar de la habitación hasta aquí.
— Ya te preparé el desayuno, está en el microondas, caliéntalo y come ¿de acuerdo?
— ¿Qué cocinaste? — preguntó caminando rumbo a la cocina, siendo seguido por el sujeto de ojos azules, quien suspiraba con algo de frustración.
— Hot cakes, fruta, y algo de cereal al borde.
— Mh, ¿no hay tocino? toronja quiere tocino — murmuró caminando al refrigerador, sus palabras hicieron a su pareja reír.
— ¿Toronja o el señor mami de toronja? — preguntó entre risas incrédulas, logrando que Taylor volteara a verlo con seriedad — Solo es un chiste, tonto, pero recuerda que Jane dijo que debes tener una dieta balanceada, el tocino tiene demasiada grasa.
— Solo será un poco — murmuró sacando algo de tocino crudo del refrigerador, junto con unos huevos y una bolsa de pan, ver aquello hizo a Robert arquear una ceja con cinismo.
— ¿Tu concepto y el mío de "un poco" es el mismo, Taylor?
— Soy portador de otro ser humano, Robert, ¡tengo derecho de comer por dos! — reclamó con frustración mientras abría la bolsa de pan y comía un poco de este mismo.
— ¡Eso no te lo discuto Ty! pero empieza a preocuparme que comas por cuatro en vez de por dos.
— Si como te preocupas, y si no como también te preocupas, ¡¿cuál es el jodido punto medio contigo?!
— ¡Que coma de forma saludable, señorito discusiones! — dijo tomando los hombros ajenos — Lo digo por tu bien y el del bebé ¿de acuerdo? — el de ojos cafés miró a otro lado con frustración, haciendo un leve puchero que hizo a Robert reír y besarle la mejilla — Amo cuando haces esas caritas.
Repentinamente ambos se alertaron al oír cómo alguien tocaba el timbre, Taylor se apartó de Robert para caminar a la puerta, pero el inglés detuvo a su pareja jalándole del brazo.
— ¡Pap, tú te quedas aquí!
— ¡Pero quiero ver quién es! — murmuró haciendo otro puchero.
— Yo iré, estoy seguro de que se trata de Yelena — afirmó apretando la mejilla de su pareja, quien miró a la puerta con nerviosismo.
— Ay no... — murmuró nervioso — ¡Me voy a mi cuarto!
— ¡Hey Ty! — le detuvo jalandolo del brazo nuevamente — ¡Cálmate! ya hablé con ella y ya no está enojada contigo.
— ¿Estás seguro? — murmuró preocupado mientras se aferraba a la ropa de su pareja.
— ¡Por supuesto! he hablado por teléfono con ella estos últimos días, le expliqué nuestras razones para quedarnos aquí en américa, incluso le expliqué sobre tu salud, al principio no me creyó, por supuesto.
— ¿Y ahora? — preguntó mirando atentamente a su pareja, quien sonrió de lado para caminar a la puerta del departamento, mientras su pareja le seguía a paso lento y algo temeroso, se sentía muy frágil y vulnerable, mucho más frágil y vulnerable de lo habitual, no tanto de que alguien pudiera hacerle daño físico, era el daño verbal o emocional el que le aterraba.
En cuanto Robert abrió la puerta, se topó con una alta mujer de piel morena y ojos verdes, quien sujetaba entre sus brazos un enorme peluche de oso gris, acompañado de algunas bolsas de regalos con temática de bebé, bolsas que llamaron la atención del chico que se ocultaba tras el sofá de la sala.
— Vaya, ¿no te faltó traerte la juguetería completa? — preguntó Robert de forma cínica.
— "¡Hola Yelena, gracias por estos obsequios, eres tan considerada!" — dijo ella de forma algo incrédula mientras entraba al departamento, fijando rápidamente su mirada en Taylor, quien no sabía qué hacer ante tantos regalos que tenían para él — ¡Taylor cariño! ¡ven aquí!
— Hola Yelena, m-me da gusto verte de nuevo — murmuró nervioso mientras caminaba hacía ella, sorprendiéndose al sentir cómo la mujer en cuestión le levantaba el suéter para tocar su vientre suavemente.
— ¿Cuánto tiempo tienes ya? aún no se te nota ni siquiera un pequeño bulto — afirmó sonriente mientras miraba atentamente el semblante nervioso y confundido de Taylor.
— ¡Yelenaa! — dijo Robert con seriedad mientras se acercaba a ellos.
— Estoy en mi derecho de revisar cómo está mi sobrino.
— ¡Cuando nazca podrás abrazarlo y cargarlo cuanto quieras, pero recuerda que sigue bajo la piel de Taylor!
— Eres un amargado — dijo de mala gana mientras tomaba la mejilla de Taylor y le sonreía — ¿Cómo estás, querido? ¿cómo te sientes?
— Bien, bueno... un poco cansado, Jane dice que eso es normal, así que no me preocupa mucho.
— Imagino que estás nervioso, es decir... wow, esto es—
— Yel — Robert llamó su atención de repente, logrando que Yelena detuviera sus palabras abruptamente.
— No hace falta que le digas que se calle, Robert, no es como que esté diciendo una falsedad — dijo Taylor con la voz algo apagada para darse media vuelta y caminar rumbo a la cocina, dejando solos a Robert y a Yelena, quien volteó a ver a su amigo con semblante confuso.
— ¿Dije algo inoportuno?
— Taylor aún está muy abrumado — murmuró con pesadez — Y no ayuda que Jane aún no logra descubrir cómo es que Ty está esperando un bebé, es una situación estresante, por lo que trato de no recalcárselo tanto.
— Entiendo, lamento haberlo mencionado.
— Descuida, no tenías idea — mencionó palmeando el hombro ajeno sutilmente.
— Qué raro es esto, tú serás padre primero que yo — murmuró algo divertida.
— Tú eres más una tía con estilo que una madre, si me dejas opinar, Yel.
— ¿Crees que arruinaré mi figura dando a luz? compadezco al pobre Taylor — exclamó divertida posando ambas manos en sus propias caderas, Robert empezó a reír al oír las palabras ajenas.
Repentinamente ambos se alertaron al oír que algo se rompía de repente, y notar que dicho sonido provino de la cocina, hizo a ambos adultos alertarse.
— ¡Taylor! — clamó Robert al llegar a la cocina, observando varios trozos de vidrio regados por el suelo, y notando que su pareja estaba parado junto al refrigerador, mostrando un semblante algo nervioso y angustiado — ¿Ty qué pasó?
— Y-Yo... i-iba a tomar agua y— jadeó cubriendo su boca con su mano, Robert se preocupó mucho al ver cómo su novio empezaba a llorar, por lo que se acercó con cuidado hacía él.
— ¿Te lastimaste?
— N-No, estoy bien.
— ¿Entonces porqué lloras, tontito?
— ¡¡Porque soy un inútil!! — exclamó cubriendo su mano con su rostro — ¡¡Soy un inútil que no hace nada bien!! S-Se me resbaló el vaso por accidente, perdóname por favor Robert.
— Oh Taylor — murmuró algo apenado para tomar los hombros de su pareja y apegarlo a su cuerpo con intenciones de consolarlo, le abrumaba lo sensible que estaba el chico de ojos cafés, muchísimo más sensible de lo que ya era de por sí, eso daba como resultado que Taylor llorara por cualquier cosa a cualquier momento del día, cosa que estresaba y atormentaba a Robert de forma considerable, pero se tragaba sus molestias y se esforzaba por hacer sentir querido a su pareja, lo menos que quería era dejarlo solo en dicha situación tan complicada.
— Perdóname, debes pensar que soy un inútil.
— Por supuesto que no pienso nada de eso, cariño, yo te amo, y no eres un inútil — murmuró tomándolo de las mejillas para sonreírle calmadamente — Eso solo fue un accidente, pudo pasarle a cualquiera, ya no te mortifiques por eso, ¿está bien cielo?
— ¿Seguro que no estás enojado? — murmuró apenado mientras observaba fijamente los ojos azules de su pareja.
— Para nada amor, vé y termina tu comida, yo limpiaré esto ¿sí?
— De hecho ya terminé, hice un sándwich para tí también — afirmó sonriendo cálidamente para su pareja, quién sonrió de igual forma mientras pasaba su mano por la mejilla ajena.
— Ay Ty, no te hubieras molestado cariño.
— Puedo comerme el tuyo si no quieres — murmuró agachando sutilmente la mirada, sacándole a Robert una sutil carcajada de los labios.
— Bien, puedes comerlo, yo limpiaré esto.
— De acuerdo — murmuró tomando las mejillas ajenas para darle un cálido beso a su pareja, beso al que Robert correspondió sin dudarlo dos veces.
Luego de aquél beso, Taylor tomó su plato de comida y se alejó con cuidado de la cocina, dejando solos a Robert y Yelena.
— Vaya, es como ver a mi prima Tania cuando se embarazó — dijo ella mientras miraba divertida el cómo Robert tomaba una escoba, una pala y empezaba a limpiar los fragmentos de vidrio del suelo.
— No te burles, en verdad estoy preocupado por él.
— No me burlo, Boby, lo compadezco; los síntomas del embarazo son un asco, realmente entiendo que debe estar sintiéndose mal — afirmó cruzándose de brazos y caminando hacía la mesa para sentarse a leer lo que Robert hacía en su laptop — ¿Cómo vas con esto?
— Bien, pero en verdad se me hace molesto el teletrabajo.
— ¿Y cuándo vas a volver a Londres? — preguntó volteando a verle — ¿Esperarás a que Taylor dé a luz?
— Ya te lo dije, no podemos irnos así como si nada, debo velar por la salud de Ty, y aún no estamos seguros de que el viaje no le hará mal.
— Eso sí — murmuró ella mirando la hora en su reloj — E imagino que Ty tiene atención personalizada, y que ya están pensando qué hacer cuando llegue la hora del parto.
— Pues— estuvo a punto de responder, hasta que escuchó unas pisadas lentas caminar de regreso hacía ellos.
Robert alzó la mirada al ver que se trataba de Taylor, dedicándole una cálida sonrisa que hizo a su pareja sonreír de igual forma.
— ¿Ya comiste? — preguntó con asombro.
— Sí, toronja moría de hambre — afirmó llegando al lavabo para dejar el plato en dicho sitio — Iré a doblar mi ropa y luego tomaré una ducha.
— ¿Tú? ¿doblar ropa? — exclamó de forma incrédula, logrando que su pareja le mirara con seriedad.
— Puedo dejarla tirada si quieres.
— Es un chiste cariño, si quieres déjala y yo la arreglo.
— No, quiero hacer algo para entretenerme, no me gusta estar de vago todo el día.
— No estás de vago, tienes una función muy importante — murmuró acercándose a él para acariciarle la mejilla con ternura — Estás cuidado y dándole vida a nuestro hijo, una labor muy importante.
— Una incubadora, en pocas palabras — dijo sonriendo algo incómodo, Robert le besó la frente con ternura en cuanto escuchó sus palabras.
— Una incubadora muy linda, si me dejas opinar.
— No empieces — susurró mirando hacía otro lado, Robert arqueó divertido una ceja al verle.
— ¿De qué hablas?
— Ya sabes... no podemos — murmuró apenado para apartarse de su pareja y caminar rumbo a la habitación, Robert soltó un pesado suspiro al escuchar las palabras de su pareja.
— ¿Les impusieron abstinencia? — preguntó Yelena.
— Algo así — admitió tirando al contenedor de basura los fragmentos de vidrio — Ty tiene miedo de hacerlo.
— ¿Y tú, tienes miedo igual? — preguntó en un tono de voz juguetón que hizo a Robert fruncir el ceño — ¡No trato de burlarme! solo digo que, tú eres un hombre que siempre se ha caracterizado por su, ¿cómo decirlo? incesante deseo sexual, entonces ¿qué tan difícil se te ha hecho tolerar la abstinencia? imagino que ha sido una tortura.
— Solo han sido unas semanas, Yelena, tampoco soy un enfermo — exclamó algo frustrado — Además, me preocupa más terminar haciéndole daño a Ty o a toronja.
— ¿Toronja? — preguntó ella algo curiosa.
— El bebé, perdón, es la costumbre, Ty le dice así de cariño.
— Pues, entiendo cómo debes sentirte, pero ¿le has preguntado a la doctora?
— No, es decir... siento que es muy pronto, además siempre olvido mencionarle el tema, siempre está diciéndole a Ty de la dieta que debe hacer, obviamente no interrumpiré eso para preguntar "¿oye doc, me lo puedo coger o debo esperar a que dé a luz?" — exclamó con frustración para caminar rumbo al refrigerador, Yelena soltó un leve suspiro mientras miraba a su amigo pasear por la cocina en busca de algo para beber, se notaba que le tema le tenía más frustrado de lo que aparentaba.
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Luego de que Yelena se marchara, Robert fue rumbo a la habitación que compartía con Taylor, cargando su laptop entre sus manos para terminar sus deberes junto a su pareja.
— ¿Taylor? — habló al entrar y ver la habitación vacía, esto se le hizo raro, pero oír el agua caer de la regadera, le hizo darse cuenta de dónde estaba su pareja.
Dejó la laptop sobre la cama y caminó al baño, entrando sigilosamente y viendo algo que hizo que sus mejillas enrojecieran considerablemente.
Sonrió de lado al ver de arriba a abajo el cuerpo de su pareja sin ropa, mientras el agua rodaba por su piel sin prisa alguna, pero lo que principalmente llamó su atención, fue escuchar leves jadeos salir de los labios de su novio, dichos sonidos hicieron que su mente se nublara casi por completo.
— ¿Qué estás haciendo? — preguntó Robert juguetonamente, haciendo que su pareja detuviera los movimientos con su mano y alzara la mirada de golpe, mientras un semblante de preocupación y pena inundaba su rostro.
— Y-Yo... — agachó la mirada con vergüenza — P-Perdón, s-solo estaba— detuvo en seco sus palabras al sentir cómo alguien le tomaba del brazo y lo apegaban a su cuerpo, abrumándose totalmente al ver ese par de ojos azules considerablemente dilatados — R-Robert, ¿qué haces?
— ¿Te molesta que te haga compañía? — preguntó con voz ronca mientras poco a poco apoyaba a su pareja contra la pared, el agua caía y los mojaba a ambos, pero aunque Robert seguía usando ropa, este detalle no parecía importarle.
Taylor jadeó abrumado al sentir cómo su pareja empezaba a frotar su hombría contra la de él, de forma lenta y algo desesperante para él.
— ¡A-Ah, p-para! — clamó golpeando un poco los brazos ajenos.
— Taylor — susurró apegándose más a él para empezar a moverse más rápido, haciendo que Taylor gimoteara con desespero, y empezara a apretar la ropa mojada de Robert.
— ¡R-Robert para! ¡n-no podemos!
— No voy a entrar, lo prometo — susurró al oído de su pareja, tomando una de sus piernas y alzándola un poco para seguir su vaivén, haciendo al chico de ojos cafés gemir de forma ronca, dichos sonidos estaban enloqueciendo al más alto de ambos — Se nota que lo estás disfrutando.
— ¿C-Cómo no hacerlo? e-en verdad te extrañaba — murmuró sacando la lengua y haciendo gestos muys lascivos — ¡Ah, R-Robert para, me-me estás calentando mucho!
— ¿Y cuál es el problema con eso?
— Q-Que querré llegar al final, y no podemos hacerlo.
— No llegar al final, pero podemos hacer muchas otras cosas — sonrió con algo de malicia al decir esto, malicia que hizo a Taylor abrir su ojos casi por completo, dichas palabras le empezaban a preocupar.
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— ¡¡A-Ahh!! — jadeó entre besos mientras acariciaba el cuello de su pareja, disfrutando de los lentos movimientos que daban contra su hombría, añoraba mucho sentir su piel desnuda frotarse contra la de su novio nuevamente.
— Estás muy caliente — susurró entre besos mientras movía lentamente sus caderas, el agua seguía cayendo sobre sus cuerpo, solo que él ya no tenía su ropa puesta, la había tirado por ahí para poder sentir a su pareja como tanto necesitaba hace tiempo.
— ¿P-Porqué será eh? — dijo entre risas jadeantes mientras arqueaba su espalda — Ah, me estoy cansando.
— Déjame ayudarte — dicho esto, sujetó las piernas ajenas para cargar a Taylor y apoyarlo contra la pared, logrando acelerar un poco sus movimientos y seguir viendo fijamente esos ojos cafés que tanto le enloquecían.
— ¡¡Ahh, Robert!! — gritó arañando los brazos de su pareja mientras pegaba su frente con la de él — ¿E-Está bien que hagamos esto?
— ¿Qué importa? somos pareja, claro que está bien — murmuró entre gemidos roncos, aumentando su vaivén contra la hombría de su pareja — Maldición Ty, estoy cerca.
— No digas eso, ¡ah! q-que me haces enloquecer.
— ¿Ah sí? ¿te vuelve loco que diga lo mucho que me calientas? — murmuró acercándose al cuello ajeno para empezar a besarlo lentamente, sacándole a Taylor fuertes gemidos de placer que rebotaban en las paredes de aquel estrecho baño.
— ¡¡Ahh, Robert, Dios ya quiero hacer el amor!!
— Aguanta un poco, pronto podremos hacerlo por horas, tal y como nos gusta — susurró dando una fuerte mordida al cuello ajeno, sacándole un agudo gemido a Taylor de los labios, logrando que este sintiera una fuerte corriente eléctrica recorrer su cuerpo desde su columna hasta su espalda baja, al mismo tiempo que su cuerpo liberaba cierto líquido blanquecino y manchaba la piel de su pareja.
— A-Ahh, maldición — susurró entre ahogados gemidos, alertándose al sentir cómo su pareja empezaba a temblar, y un espeso líquido manchaba su abdomen y sus piernas — A-Ah, ¿t-terminaste?
— Sí, ¿cómo no hacerlo? si tú estás tan bueno — murmuró con voz ronca para sujetar con fuerza a su novio y empezar a besarlo con deseo, besos a los que Taylor no dudó dos veces en corresponder — ¿Cómo te sientes?
— Me duelen las piernas — murmuró entre besos, logrando que Robert se apartara un poco y lo mirara con atención.
— Es mi culpa, debí ponerte cómodo desde el principio.
— No, es mi culpa, empecé a "hacerlo" parado, sabiendo que últimamente me canso más rápido.
— Cierto, y ni siquiera me avisaste, eres un pillo ¿sabes? — Ty empezó a reír apenado al escuchar las palabras de su pareja.
— ... Creí que estabas enojado conmigo.
— ¿Porqué habría de estarlo? — preguntó arqueando una ceja.
— No lo sé, sé que últimamente soy una carga y... estoy actuando más idiota de lo habitual, y sé que tu paciencia es limitada.
— No cuando se trata de ti — susurró repartiendo besos por el cuello ajeno — De ti toleraré lo que sea, Taylor.
— ¿Así rompa todo en casa?
— Así rompas cada cosa que haya en casa, ¿me crees capaz de odiar a mi pareja? ¿después de que me esforcé tanto por tenerte conmigo?
— No lo sé — murmuró besando suavemente los labios ajenos — ¿No vas a dejarme?
— Nunca Taylor.
— ... ¿Así pierda al—
— Ty — interrumpió sus palabras de inmediato, observándole con seriedad — Cariño, ¿qué ganas pensando esas cosas? ¿acaso quieres que pase?
— ¡Por supuesto que no!
— Entonces deja de pensar en eso, amor, piensa mejor que pronto podremos estar los tres juntos, tú, yo, y toronja; ambos ahora seremos tu familia, no volveremos a estar solos jamás — dicho esto, prosiguió dando besos por los hombros de su pareja, sujetándole con cuidado de no hacerle daño, Taylor hundió su cara en el hombro de Robert, su pecho latía con fuerza, tenía mucho miedo, muchas ganas de llorar al no saber lo que le deparaba el futuro, pero realmente lo que más le aterraba, era hacer algo que pudiera hacer que Robert lo odiara o lo abandonara, sabía que era parte de los efectos del embarazo, pero él por su cuenta ya era muy inseguro, razón por la que su depresión se multiplicaba considerablemente, y por más que él se sentía emocionado por traer vida al mundo, el miedo era la emoción que predominaba dentro de su ser.
Robert cerró la llave y salió del baño, aún con Taylor entre sus brazos, repartiendo besos por todo el cuerpo ajeno, tratando de aliviar el malestar que sentía su pareja.
— Estás más pesado — susurró entre suaves risas mientras caminaba hacía la cama.
— ¿Y eso es malo?
— No, me encanta, aunque debo empezar a hacer ejercicio, así podré cargarte cuando toronja pese unos kilitos más — comentaba mientras llegaba a la cama para depositar con cuidado a su pareja en la misma, desalojó las cosas que había dejado temprano, para recostarse junto a Taylor, besándole con ternura y acariciando su húmedo cuerpo de arriba a abajo.
— ¿Cómo crees que reaccionará tu familia? — murmuró Taylor entre besos.
— Mh, van a enloquecer — respondió apegándose más al cuerpo ajeno — Pensé en decirles que seré padre, pero omitir la parte de que será un hombre quien tenga a mi hijo.
— Amaría que se los digas — susurró echando la cabeza hacía atrás, dejando que Robert le besara el cuello suavemente.
— Yo igual, pero obviamente van a creer que estoy jugándoles una broma de mal gusto, sobre todo mi hermana Alice.
— Y no la culpo — dijo Taylor algo abrumado, Robert le mordió suavemente la mejilla.
— Deja de sentirte un monstruo, no lo eres.
— No, pero soy un rarito que va a tener un hijo — suspiró algo frustrado, Robert le abrazó con fuerza para besarle de nuevo la frente.
— Un rarito que va a tener a 'mí' hijo, eso me hace adorarte como a nadie — Taylor sonrió apenado al escuchar las palabras ajenas.
— Estás muy emocionado ¿verdad?
— ¡Por supuesto! cielos Ty, ¡no sabes! quiero gritarle al mundo que logré embarazar a mi novio, y que seremos una gran familia felíz — Taylor sonrió ampliamente mientras un gran rubor se dibujaba en sus mejillas.
Tomó las mejillas de Robert para besarlo con ternura, besos a los que Robert no dudó dos veces en corresponder.
-
El día había empezado abruptamente para ambos, dado que Taylor debía ser revisado por la doctora, así como Robert debía pasar por su oficina para chequear algunas cosas, y dado que al inglés no le emocionaba dejar solo a su pareja, accedió a llevarlo con él, aún contra la voluntad de Taylor, ya que este empezaba a notarse más robusto de lo habitual, y creía que ya su embarazo era demasiado notorio para salir a la calle como si nada.
— ¿Ya estás listo? — preguntó entrando a la habitación, viendo que su pareja estaba parado frente al espejo detallándose con atención.
— Eso creo — susurró mirando su cuerpo con algo de recelo — ¿Seguro que no se me nota?
— ¡Taylor, solo te ves más gordito de lo normal, tampoco luces embarazadísimo! — dijo entre risas para acercarse a él y abrazarlo desde atrás — De hecho, cada día luces más hermoso.
— Exageras — murmuró algo incómodo.
— ¿Eso piensas? — comentó tomando las mejillas ajenas para besar cálidamente a su pareja, besos a los que Taylor no dudó dos veces en corresponder.
— ¿Llegaremos temprano al menos?
— Claro, solo debo ir por unos expedientes y volveremos a casa.
— ¿Podemos comprar pollo frito?
— Claro, pero ya será cuando terminemos, ¿crees poder aguantar?
— No lo sé, ¿tú qué dices amiguito? — preguntó acariciando su propio vientre, haciendo a Robert reír con ternura, amaba ver cómo su pareja empezaba a adaptarse y aceptar su realidad — Mm, dice que el costo de la tardanza es un batido de chocolate.
— ¿Sí cielo? — murmuró acercándose de nuevo para acariciar suavemente el abdomen de su pareja, el cual era cubierto por un grueso suéter beige, debido al mal clima que estaba haciendo esos días — Haces que mami esté hambriento.
— No me gusta que me digas así — puchereó mirando a su pareja.
— Serás madre, Ty, ¿cómo debería decirte?
— No lo sé, ¿de otra forma que no me haga sentir que soy mujer? — gruñó haciendo un puchero que hizo a Robert reír suavemente, por más que Ty hiciera tales berrinches, Robert solo lograba verlo con ojos de amor por los gestos tan únicos que hacía su pareja.
— Bien, ¿y si accedemos a decirte "mami" solo durante el embarazo, y cuando nazca el bebé te decimos papi?
— Eso... creo que está bien — susurró dudoso mientras miraba los ojos azules de su pareja — ¡Pero no exageres al decir "mami"!
— De acuerdo mami — murmuró coquetamente para tomar la mano ajena y caminar a la puerta de la habitación, Taylor gruñó con frustración mientras caminaba junto a su pareja.
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— Este lugar me pone incómodo — susurró aferrándose a la mano de su pareja.
— Solo es una revisión de rutina Ty, estarás bien ¿de acuerdo? — afirmó acariciando la mano ajena para tratar de reconfortar al de ojos cafés, quien tomó aire mirando de reojo a las mujeres que estaban en espera también, muchas tenían embarazos muy avanzados, e inconscientemente él empezaba a imaginar cómo sería cuando su pequeño ya no fuera tan pequeño, sus mejillas ardían y su pecho saltaba con emoción al pensar en una situación así, el miedo seguía latente, pero poco a poco se iba apaciguando.
Ambos alzaron la mirada al ver cómo la puerta del consultorio se abría, y cómo cierta mujer de cabello castaño salía a ver a sus pacientes.
— Hola chicos, puntuales como siempre, pasen adelante — dijo mientras miraba atentamente a la pareja pelinegro, quienes entraron a dicha habitación tomados de la mano.
Ella entró detrás de ellos y cerró la puerta para que nadie les interrumpiera, el caso de Taylor era muy especial, por lo que era muy cuidadosa con la gente a la que dejaba entrar al caso, ya que muchos lo tomarían como un mal chiste, o querrían experimentar con él para probar la naturaleza de su condición.
— ¿Cómo te has sentido estos días? — preguntó la doctora mientras caminaba a una camilla en la que Taylor se estaba sentando, él ya conocía la rutina de memoria.
— Cansado, mareado, hambriento, y... ¿ya dije cansado? — explicaba entre suspiros mientras se recostaba en la camilla y desabrochaba su pantalón, alzando un poco su suéter y dejando expuesto su abdomen, el que, a pesar de lo que Taylor creía, aún no estaba tan crecido.
— Jajaj, eso es normal — dijo la doctora mientras tomaba un tubo con gel para acercarlo al cuerpo del chico — ¿Has sentido dolor en tu abdomen?
— N-No — jadeó al sentir el gel frío sobre su cuerpo, frunció el ceño y miró a otro lado, notando cómo su pareja sonreía burlonamente ante los gestos que estaba haciendo — ¡¡No te rías, esta porquería está fría!!
— ¡Perdón! es que adoro tu carita de incomodidad cielo — murmuró apretando un poco la mejilla ajena, haciendo a su pareja gruñir con molestia.
— Eres un odioso — susurró entre pucheros que solo hicieron a Robert reír de nuevo, mientras la doctora empezaba a pasar el escáner por el cuerpo de Taylor.
— Mh, miren eso — dijo ella señalando el monitor, logrando llamar la atención de los padres — Ya está un poco más grande.
— Sigo siendo muy pequeño a mi opinión — murmuró Ty mirando atentamente el monitor.
— Descuida, cuando menos lo esperes será tan grande que no podrás cargarlo — afirmó la doctora mientras seguía viendo el monitor — A estas alturas ya se debería empezar a formar el sistema nervioso y muscular, también se formará su lengua y sus dedos.
— ¿Osea que todo está yendo bien? — preguntó Robert.
— Parece que sí, todo se está desarrollando de buena manera, pero aún no tengo idea de cómo pasó — afirmó algo risueña volteando a ver a Taylor — Es como si tuvieras órganos internos femeninos funcionales, algo así como hermafroditismo.
— ¿Hay forma de saber eso a ciencia cierta? — preguntó algo intrigado — No quiero descuidarme y que Robert vuelva a embarazarme.
— ¿Ah no? vaya, yo que quería tener seis hijos — murmuró de forma lastimosa, logrando que Taylor volteara a verlo con seriedad.
— ¡¡¿Seis hijos?!! ¡¡¿no ha nacido el primero y quieres cinco más?!! — gritó frustrado y mirando a su pareja con seriedad, logrando que Robert riera a carcajadas.
— La verdad se pueden realizar estudios, pero son algo complicados, lo mejor será seguir atendiéndote y asumir que esto es mero hermafroditismo.
— Pff, "asumir" — murmuró mirando a otro lado y cruzándose de brazos.
— ¿Algo más que deba decirnos, doctora? — preguntó Robert.
— De hecho sí, en este tipo de casos de hermafroditismo, la testosterona es la hormona predominante en el cuerpo de Taylor, por ahora no ha hecho daño, pero a medida que avance el embarazo podría ser un problema, así que recomiendo que empieces a tomar estos — explicó sacando un empaque de pastillas de su bata para entregarlos al chico de ojos cafés, quien leyó aquel nombre y frunció el ceño con incredulidad.
— ¡¿Estrógeno?! — preguntó entre toscas risas — ¡¿Es esto un chiste?!
— Tyy — murmuró Robert con un tono de voz algo serio, tono que hizo al chico de ojos cafés detener sus quejas, cuando Robert le hablaba así era porque ya su comportamiento empezaba a ser poco amigable.
— Tu cuerpo necesita estrógeno, Taylor, con testosterona en tu sistema solo lograrás que tu embarazo sufra malformaciones, o que de plano tu cuerpo rechace al bebé — dichas palabras hicieron que el pecho de Taylor doliera considerablemente, miró a Robert con pena, toda la ironía dejó su ser al escuchar tales advertencias.
Robert le miró calmadamente, le acarició la mejilla para que se diera cuenta de que ahí estaba con él, cosa que apaciguó un poco el malestar de Taylor, pero igual le hacía sentir culpable y muy nervioso.
— ¿Cada cuánto debe tomarla? — preguntó el caballero inglés.
— Anotaré la receta en un papel, junto con otras vitaminas que debe empezar a tomar.
— De acuerdo — asintió mirando cómo su pareja se sentaba en la camilla y se bajaba el suéter — ¿Ya terminamos por hoy?
— Así es; recuerden llamare ante cualquier percance ¿de acuerdo?
— Lo haremos — afirmó ayudando a su novio a arreglar su ropa, y al terminar, le dió un cálido beso en la mejilla para reconfortarlo — Te amo — le susurró al oído con ternura, sabía que su pareja se había asustado por lo que dijo la doctora, así que quería tratar de mimarlo y darle aliento para que no se agobiara de más.
Taylor bajó de la camilla para acercarse a Robert y abrazar su brazo con fuerza, su pecho latía de manera acelerada, sus ojos empezaban a cristalizarse, el terror inundaba su pecho como nunca, Robert notó esto, por lo que tomó su hombro y le besó la frente suavemente, para acto seguido, caminar con él a la puerta del consultorio.
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Bajaban las escaleras de aquella clínica cuidadosamente, el chico de ojos cafés se mantenía aferrado al brazo de su novio, no quería dejarlo ir, ni que él lo dejara ir tampoco.
— ¿Quieres ir por pollo frito? — preguntó cálidamente tratando de hacer que su pareja se relajara.
— No tengo hambre — respondió con la voz algo apagada, ese gesto hizo a Robert apegarlo más a su cuerpo para intentar darle confort — ¿Crees que mi cuerpo lo rechace a la larga?
— Toma lo que Jane te recetó, eso evitará que pase.
— ¿Y si acaba pasando de todas formas?
— Taylor— trató de callar sus palabras, pero su novio le interrumpió.
— ¡No quieras darme aliento si tú mismo no sabes lo que va a pasar! — exclamó mirando fijamente los ojos de su pareja, los suyos se cristalizaron de golpe, dicha expresión hacía que el pecho de Robert se llenara de dolor, dolor de no saber qué decir, principalmente porque Taylor tenía razón en que, ni él mismo estaba seguro de lo que iba a suceder.
— Sé que tienes miedo — murmuró acariciando sus mejillas — Pero empiezas a alterarte de más, y eso solo le hace daño al bebé.
— ¿Crees que no lo sé? ¿crees que no soy consciente de que yo solo le hago daño a mi propio hijo? ¿crees que eso no me mortifica Robert? — murmuró con la voz algo baja, debido a que mucha gente empezaba a transitar junto a ellos — ¿Crees que estoy nervioso por gusto, porque amo llorar por las noches por el miedo de despertar bañado en sangre, y que me odies por eso?
— Taylor... — murmuró mirando con pesar a su pareja, trató de sujetarle los hombros, pero Taylor lo apartó de su cuerpo para darse vuelta y caminar a la puerta del edificio — ¡¿Taylor adónde vas?!
— Voy con Teddy, quiero hablar con ella.
— ¿Es correcto que la visites así como si nada?
— Es domingo, Robert, Peter no estará en casa — estuvo a punto de seguir caminando, pero se detuvo en seco para volver con su pareja, tomarle de los labios y besarlo con dulzura — No quiero que creas que estoy molesto con nuestro hijo — susurró pegando su frente con la de él — Solo quiero tratar de relajarme, para no hacernos más daño a él y a mí.
— Lo entiendo perfectamente — murmuró tomándolo de las mejillas — Por favor avísame si sucede algo.
— Lo haré — volvió a besar rápidamente los labios de su novio — Vé a buscarme en un rato ¿sí? quiero que saludes a Teddy.
— Déjame llevarte con ella mejor.
— No, debes ir a trabajar, además me vendría bien caminar un poco.
— Taylor no me perdonaré saber que te fuiste por ahí como si nada, ¿y si te pasa algo de camino a casa de tu madre? te recuerdo que Teddy vive en una parte muy fea de la ciudad.
— Bien señor sobreprotector, pero que sea rápido ¿de acuerdo? — murmuró sonriendo algo apenado, su novio le besó la mejilla para tomarle de la mano y guiarlo hacía la puerta de la clínica, Taylor realmente quería caminar para despejar su mente, pero Robert tenía razón, debía de tener cuidado en la calle ahora que llevaba a alguien dentro de su ser, y al estar tan perdido en sus pensamientos, era propenso a que algo malo le sucediera, por lo que prefirió que su novio lo llevara sano y salvo a casa de su madre.
Continuará...
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- Gema.
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