04 - Instintos I (Omegaverse)
El atardecer caía tranquilamente en aquella fría y solitaria ciudad, aquel camino de tierra era cubierto por algunas hojas secas que pavimentaban las calles, dejando claro que el otoño había llegado ya.
Aquel chico caminaba tranquilamente, sujetaba su mochila con una mano, mientras la otra estaba metida en su bolsillo, mantenía la mirada agachada, no se apuraba en llegar, sentía que no tenía por qué apresurarse, dado que nada bueno le esperaba al llegar a su "hogar".
— ¡Oye mariquita! — escuchó unas voces odiosamente conocidas detrás suyo, condensadas con olores que hicieron sentir un horrible escalofrío recorrer su cuerpo, dichas voces de inmediato le hicieron alterarse, por lo que empezó a correr por aquel sendero de tierra, algunas hojas chocaban en su rostro y le impedían ver con claridad, aunque sí notó una casa que quedaba casi en el corazón de un gélido bosque, era algo grande, y se veía bastante acogedora.
Corrió hasta que los pies le fallaron y tropezó sin quererlo frente a aquella solitaria vivienda, y apenas cayó, los otros sujetos pudieron alcanzarlo sin problema alguno, empezando a rebuscar entre su ropa y sus objetos personales.
— No tiene nada de valor — dijo uno de ellos con decepción.
— Claro que lo tiene — exclamó otro, dando una fuerte patada en el abdomen del chico, sacándole un agudo quejido de dolor — Me pregunto por cuántos tipos te habrás dejado follar hasta ahora, supongo que eso se verá fácilmente si le quitamos la ropa.
— ¿Estás seguro viejo? — dijo el otro tipo algo asqueado, el líder de dicha pandilla los miró burlón palmeando sus manos.
— ¡Vamos, no sean maricones! Omega es Omega a fin de cuentas.
— Supongo que tienes razón — dicho esto, empezaron a desabrochar la ropa ajena, el chico trataba de zafarse, pero era inútil, aquellos tipos eran mucho más fuertes que él.
— ¡Oigan! — clamó una voz masculina bastante grave y rasposa, el peso de varios años se notaba en su desgaste. Los chicos voltearon hacía aquella silueta que les hablaba, topándose con un alto hombre de cabello negro y ojos azules, con cara de pocos amigos — ¡¿Qué creen que están haciendo?!
— ¡Regres a tu choza, anciano! — gritó el líder de aquel grupillo, pero ver cómo el sujeto de ojos azules se acercaba de forma amenazante hacía ellos, emanando un muy fuerte aroma a whiskey, les hizo a los tres retroceder con temor, apenas sintieron dicho aroma, se dieron cuenta de que estaban lidiando con un alfa dominante, uno que lucía bastante agresivo y dispuesto a golpearlos por haber invadido su territorio de esa forma.
— Lárguense de aquí — demandó con un tono de voz específico, que hizo que los tres sujetos empezaran a correr para alejarse de aquel lugar, tal vez eran jóvenes y muy impredecibles, pero sabían bien que se consideraba suicidio entrar al territorio de otro alfa a buscar pelea, por lo que prefirieron correr antes que tentar su suerte.
Bufó rodando sus ojos de mala gana al ver aquel grupo de chiquillos marcharse entre las hojas de tono bermellón, notando de repente a cierto chico de cabello negro sentado en el suelo con la cabeza agachada, tratando de arreglar su ropa mientras sus manos empezaban a temblar considerablemente.
— ¿Estás bien? — preguntó agachándose junto a él, el chico jadeó sutilmente apartándose un poco y manteniendo la mirada agachada, él sabía muy bien que estar frente a un alfa ya era peligroso, pero estar frente a un alfa dominante, era muchísimo más terrorífico para él.
El mayor bufó un tanto frustrado, levantándose del suelo y mirando atentamente a aquel chico de piel pálida, un leve rubor pigmentó sus mejillas al ver un poco de piel desnuda que quedaba al descubierto por obra de la pandilla de alfas que emprendieron la fuga, le fue imposible no dejar que sus feromonas inundaran el ambiente, era una reacción natural después de todo, y tomando en cuenta que él no estaba tan cerca de un omega hacía ya un buen tiempo, raro habría sido que su cuerpo no reaccionase.
Un gran rubor inundó las mejillas de aquel chico de ojos cafés, quien seguía arreglando su ropa mientras sus manos temblaban como nunca, "me van a violar" pensaba sin cesar, no era la primera vez que se encontraba en una circunstancia de ese tipo, pero por primera vez, sentía un extraño cosquilleo en su estómago, que le hacía ponerse aún más nervioso.
— Luces cansado, ¿te puedo ayudar? — preguntó con voz ronca, sin darse cuenta, estaba empezando a usar sus "trucos" para tentar a aquel chico frente a él, aunque se le hacía raro no notar algún aroma característico en él, "¿será que no está en celo?" pensaba, no sería raro, y considerando que ya era un adolescente bastante desarrollado, no era increíble pensar que tenía autocontrol sobre sus feromonas, pero aún así, el alfa se sentía impaciente y algo curioso por el espécimen que estaba frente a él.
— No — susurró con voz apagada, logrando levantarse finalmente, alzando la mirada y viendo atentamente los ojos ajenos, ambos sintieron un raro ardor en sus mejillas al ver los ojos del otro, el alfa se sentía extrañamente cautivado, mientras el omega sentía un raro cosquilleo recorrer su cuerpo, ¿qué le estaba pasando?
Sacudió sutilmente su cabeza para agachar la mirada nuevamente.
— G-Gracias por su ayuda, debo irme — dicho esto, se apartó y empezó a caminar a paso acelerado lejos de él, sintiendo ese aroma a whiskey llamarle, pero no podía dejar que le dominaran tan fácilmente, debía tener autocontrol sobre su ser, era una esperanza boba creer que podía "controlar" los impulsos primitivos de su categoría, pero igual quería intentarlo, no quería ser otro trozo de carne usado por un alfa, aunque en el fondo sabía, que tarde o temprano necesitaría ceder, y debía recibir a algún alfa en su interior.
Soltó una leve risa tosca mientras se relamía los labios y miraba a aquel chico marcharse a paso acelerado, de haber querido, habría usado su voz de mando para frenarlo y forzarlo a aparearse con él, pero no le gustaba usar las facilidades de su categoría, tenía suficiente confianza en sí mismo para creer que podría conquistar a algún omega que le llamase la atención, y ese en particular, logró cautivarlo por completo.
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Jadeaba pesadamente mientras llegaba finalmente a su hogar, sentía un horrible ardor en toda su piel, específicamente en su rostro y en sus partes, "¿estaré enfermo?" se preguntaba, mientras abría la puerta y arrastraba los pies hacía el interior de su hogar, sintiéndose muy mareado al entrar y sentir un asqueroso aroma a cigarrillo y roble entrar a su nariz, dicho aroma le hizo sacudir su cabeza con desagrado, por alguna razón, el aroma a roble se le hacía más intenso y asqueroso de lo habitual.
— ¡Taylor! — gritó un sujeto que estaba sentado en un sofá fumando y bebiendo una cerveza, el chico se acercó a él con ambas manos en su espalda — ¿Dónde están mis cosas? — preguntó entre gruñidos mientras seguía viendo la televisión.
— Aún no llegan — susurró con la voz apagada, no era de hablar mucho, al menos no en su casa.— ¡¿Cómo que no llegan?! ¡¡le dije a ese mal nacido claramente que— reclamaba con enojo en su hablar, hasta que, sintió un repentino y leve aroma llegar a su nariz, aroma que parecía provenir de su "hijo", por lo que lo miró de arriba a abajo con recelo y algo de burla — ¿Te pasa algo Ty?
— No — negó con temor, agachando la mirada y abrazándose a sí mismo, mentía obviamente, desde su encuentro con ese hombre, sentía un terrible ardor en todo su cuerpo, al mismo tiempo que un leve dolor en en cierto lugar de su cuerpo que tantos alfas de su escuela asumían que ya había sido "visitado" por más de un hombre, cuando la verdad era, que aquel chico era totalmente vírgen, aunque dicho estatus no le generaba tranquilidad, todo lo contrario, le causaba temor admitir que no había sido tocado por otros.
— ¿Seguro? juraría que estás... diferente — dijo aquel sujeto entre sutiles risa, levantándose de su asiento y pasando sus manos por el rostro ajeno, el chico trataba de zafarse de aquel agarre, pero por más que lo intentaba, no lo lograba.
— ¡¡Peter!! — gritó una voz femenina que provenía de la cocina, voz que hizo que el sujeto quitara sus manos del rostro del menor, permitiéndole a este apartarse y salir corriendo rumbo a su habitación, ignorando por completo las palabras de su progenitora.
Se encerró en su habitación soltando pesados jadeos de dolor y algo de incomodidad, empezó a quitarse la ropa para intentar aliviar el intenso calor que sentía, pero no era un calor común, era un ardor que invadía su vientre y le impedía pensar con claridad, y repentinamente, por alguna razón, el par de ojos azules de ese extraño alfa aparecieron en su mente, logrando que el ardor empeorase considerablemente.
Le avergonzó mucho notar cómo su entrepierna crecía considerablemente, le había pasado otra veces, pero nunca de manera tan intensa. Se recostó en su cama jadeando con pesadez, pasaba sus manos por su cuerpo tratando de calmarse, pero dicho tacto no lo calmaba, solo le hacía sentirse aún peor.
Entre tantas caricias, su mano fue a parar a su entrepierna, empezando un lento movimiento que le hacía retorcerse y gemir de forma muy explícita, se mordía los labios para intentar que sus quejas no fuesen oídas fuera de su habitación, pero le estaba costando mucho, jamás había experimentado una sensación como esa.
Mordió su muñeca para proseguir con aquel movimiento, y mientras lo hacía, el olor a whiskey era lo único en lo que pensaba, la forma en que aquel alfa le miró y le habló, "¿acaso yo le gusté?" pensaba, mientras aceleraba los movimientos de su mano, era muy torpe e inexperto, algo normal en alguien que jamás se había propiciado placer a sí mismo, pero ni su torpeza hizo que eso no le hiciera sentir una fuerte corriente desde su vientre hasta su columna vertebral, y que cierto líquido blanquecino manchara las sábanas en las que dormía cada noche.
Jadeaba pesadamente mirando con vergüenza lo que había hecho, "¿qué me está pasando?" pensaba, mientras el ardor seguía gobernando su cuerpo, se empezaba a desesperar, ¿cómo lograría sacarse esa incómoda sensación de la piel? Era algo que le costaba comprender, pero necesitaba hacerlo, necesitaba de alguien que le ayudara a entender lo que estaba sucediendo.
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Se volvió a vestir y saltó la ventana de su habitación, soltaba sutiles jadeos mientras caminaba por aquella oscura y solitaria calle, el dolor en su cabeza seguía atormentándole, seguía pensando en esa molesta situación, "¿seré el único al que le pasa?" se preguntaba sin cesar, se sentía estúpido al no comprender las claras señales que le enviaba su cuerpo, pero, en su defensa, él nunca tuvo una buena "educación" con respecto a lo que era ser un omega, lo único que había aprendido eran los chismes con poco fundamento que compartían sus precoces amigas de la escuela, "cuando eres mayor, debes acostarte con un alfa, si le gustas, serás suya, sino, te matará o deshechará, así que es mejor elegir al correcto" era todo lo que decían, y obviamente era todo lo que él sabía sobre el tema, ¿celo, feromonas, marcar, anudar? nada de eso lo conocía, su educación fue muy pobre, sobre todo su educación sexual, lo único que su alcohólica madre le decía sobre el tema era "si te dejas embarazar por un alfa te voy a echar de esa casa", el sexo era un tema tabú, que él prefería no tocar por esa misma razón, pero, que le sucediera eso, cambiaba totalmente sus circunstancias.
Llegó a la casa de una amiga suya, a la que visitaba poco porque sus padres eran bastante recelosos, y no les gustaba que su hija se juntara con un "omega de mala familia que iba a mal influenciarla", dichas palabras le ofendían, pero no podía objetar o hacer algo al respecto, ya que era la verdad, aunque esto le disgustara.
En cuanto la puerta se abrió, pudo ver a una dama de cabello rubio y semblante incrédulo, dicha mirada le hizo sentir vergüenza totalmente.
— ¿Qué quieres? — dijo la mujer de mala gana.
— Buenas noches señora — susurró con la voz algo apagada y entrecortada, la mujer le miraba sin intención alguna de ocultar su desprecio, era más que obvio que ese chico pelinegro no le simpatizaba en absoluto — ¿Está Mónica en casa? — la mujer estuvo a punto de contestar, pero sentir de repente un ligero y nauseabundo (para ella) aroma a menta entrando por su nariz, le hizo fruncir el ceño y gruñir bastante asqueada.
— Dios, qué desagradable, ¡¿Que crees que haces buscando a mi hija durante tu celo?! Bastardo indecente — escupió de mala gana mientras se disponía a cerrar la puerta, pero el chico le frenó de repente.
— E-Espere por favor — murmuró con pena y algo de pesar — Se lo suplico, no pretendo hacer nada indebido, s-solo quiero hablar con ella sobre— no pudo terminar de hablar, debido a que la mujer frente a él le había cerrado la puerta en la cara, dejándole más que claro que no era bienvenido en aquel hogar.
Suspiró profundamente mientras se daba vuelta y caminaba a paso lento para alejarse de aquella vivienda, la palabra "celo" rebotaba por su cabeza, ¿Estaba en celo? ¿Cómo podía ella saber eso? Sonaba a una pregunta muy boba, pero él mismo no era consiente del aroma que emanaba de su cuerpo, por lo que no estaba seguro de cómo funcionaba exactamente su cuerpo, mucho menos de lo que era el celo, y relamia lo que eso significaba, por lo que no era raro pensar, que él no iba a tener idea alguna sobre como afrontar las dificultades que se le presenten con este mismo.
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Volvió a casa, sintiéndose peor que nunca a causa del ardor en su cuerpo, se fue a dormir para intentar que de esta forma esa incómoda sensación se esfumara, pero era en vano, solo podía pensar en el calor de su cuerpo, en lo bien que se sentía tocarse en sus partes, hacerlo sin parar hasta sentir de nuevo ese cosquilleo, era imposible ignorar ese detalle.
Como pudo se logró quedar dormido, aunque todavía en sus sueños sentía ese intenso calor apoderarse de su ser, "¿Porqué me está pasando esto?" Pensó al abrir sus ojos por la mañana, jadeaba pesadamente luchando con las ganas de volver a tocarse, se sentía sucio al hacerlo, pero vaya que le hacía sentir bien.
Se dió una rápida ducha y salió de su casa, su madre y su padrastro seguían dormidos afortunadamente, no quería que ellos notaran la expresión ansiosa e insegura en su rostro a causa de su calor corporal, solo quería ir a la escuela e intentar ignorar esa rara enfermedad que estaba padeciendo.
Sus mejillas ruborizaban cada que se acercaba de más a un alfa, era una sensación muy extraña, y muy pesada a decir verdad, no le gustaba la forma en que se sentía, ese extraño escalofrío en su vientre cada que veía a un alfa cerca suyo, sentía que todos lo miraban como a un trozo de carne reciben salido del sartén y listo para comer, tal vez en cierta forma sí era así, ya que desde siempre notaba las miradas indecentes de otros alfas, pero por alguna razón, notaba que ahora con su malestar corporal, el resultado era mucho más pronunciado.
— ¡Taylor! — exclamó una voz conocida para él, volteó de reojo, encontrándose con cierta chica rubia a la que trató de ver el día anterior, pero que no se lo permitieron.
— ¡Moni! — clamó acercándose a ella para darle un fuerte abrazo, aunque la expresión que hizo su amiga después de eso, le hizo sentir bastante incómodo y apenado.
— Dios santo, ¿Qué es ese olor? — se quejó frunciendo sutilmente el ceño — ¿Acaso eres tú, Ty?
— N-No estoy seguro — susurró agachando la mirada, la chica jadeó cubriéndose la boca con una de sus manos.
— ¡No puede ser, Ty no me digas que ya estás en—
— N-No lo sé — susurró avergonzado abrazándose a sí mismo — D-Desde ayer me siento muy mal, no sé qué hacer, fui a tu casa para pedirte ayuda, pero... Tu madre no me dejó entrar.
— Oh Ty — le palmeo el hombro sutilmente.
— ¿Es normal que me sienta tan mal? Todo mi cuerpo arde, mis mejillas sobre todo, y me... Me duele en... — chasqueo su lengua con vergüenza, hasta que la rubia le interrumpió.
— Cálmate Ty, es totalmente normal, es algo que a todos nos pasa, de hecho, debe pasarnos a los catorce, y a tí te está pasando ahora, cuatro años después.
— ¿Y eso está bien? — dudó temeroso.
— Bueno... No sé si esté del todo bien, un celo saludable y natural no suele llegar tan tarde, pero no creo que sea algo de lo que debas preocuparte Ty, ¡Mejor anímate! Oficialmente eres un Omega adulto.
— Bien — dijo algo dudoso abrazándose a sí mismo mientras empezaban a caminar tranquilamente — ¿Y qué se supone que debo hacer ahora?
— Bueno, lo principal es cuidarte, porque estar en celo te hace muy sensible y vulnerable, muchos alfas querrán aprovecharse de tu estado — un terrible escalofrío recorrió su cuerpo — No te preocupes, me quedaré contigo para evitar que te suceda algo.
— ¿Enserio Moni? — preguntó temeroso, su amiga asintió sonriendo calmadamente.
— ¡Por supuesto! ¿Realmente crees que podría dejarte? Sobre todo tomando en cuenta la suerte que tienes con— de repente callaron sus palabras al divisar no muy lejos de ellos, al mismo grupo de alfas que siempre los acosaban, y que el día anterior, casi violaban al pelinegro — Ay no.
— Vámonos — dijo Taylor dando un paso atrás.
— Sí Ty, vámonos — dicho esto, tomó la muñeca ajena y salió corriendo con él del lugar, preferían irse de tal forma, antes de que esos sujetos notaran la presencia de ambos, y que uno de esos omegas estaban en celo, era una mala combinación de circunstancias que ellos no estaban dispuestos a vivir.
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Luego de correr un rato, siguieron caminando por aquel sendero de tierra, afortunadamente ya les faltaba poco para llegar a la escuela; mientras tanto, Mónica se dispuso a preguntarle a Taylor sus síntomas con exactitud.
— ¿Dices que te arde la piel? — preguntó ella algo dudosa — Son síntomas muy particulares.— ¿E-Eso es malo? — preguntó temeroso mirando atentamente a su amiga.
— Bueno, no estoy segura, en mi caso el celo jamás ha sido tan "intenso", aunque claro, yo tomo supresores, y el celo es diferente en cada persona, tal vez tenga que ver con eso de que tu desarrollo vino tarde, tal vez debas ir con un doctor Ty — él rápidamente negó con la cabeza agachando la mirada — ¡Oh claro que sí Taylor, necesitas saber lo que te está sucediendo!
— Preferiría no hacerlo — susurró con la voz apagada — Sabes que yo no tengo dinero para eso.
— ¡Vamos Ty! Hay hospitales de ayuda social que no te cobran, ¡y tu caso es serio!
— ¿T-Tú crees? — preguntó mirándola totalmente nervioso, su amiga tomó aire pensando en algo que decir, efectivamente consideraba muy serio y algo "insano" que su amigo hubiese sufrido su desarrollo a una edad tan tardía, siendo que generalmente era a los 13/14 años cuando esto sucedía, pero, su intención tampoco era la de asustar a Taylor, él ya tenía muchos problemas en casa como para mortificarlo con uno más.
Antes de que pudiera decir algo, sintió un aroma que le hizo frenar en seco y sentir su sangre helarse totalmente, Taylor la miró algo curioso, pero al sentir él también dicho aroma, que en su caso, era uno bastante familiar, le fue imposible no copiar la acción ajena.
Ambos voltearon hacía una cabaña algo grande y solitaria, en cuyas escaleras estaba sentado un sujeto de cabello negro silbando y tallando una figura de madera con una navaja. Al verlo, Mónica jaló sutilmente el brazo de Taylor para que se marcharan, ya que a ella le daba mala espina el fuerte aroma que emanaba dicho sujeto, pero por alguna razón, Taylor no podía dejar de verlo, y en vez de irse, deseaba quedarse ahí, con él.
— ¡Ty, vámonos! — demandó entre susurros logrando finalmente mover a su amigo, rezaba porque el celo no alterara a Taylor y le hiciera ir corriendo hacia ese sujeto, aunque empezaba a notar que el celo ya estaba haciendo estragos en él, la forma lenta en la que caminaba, y la forma en que miraba al extraño peli-negro, era fiel prueba de ello.
Tallaba tranquilamente aquel trozo de madera, olfateando un ligero y agradable aroma a menta que le hizo sonreír; alzó la mirada de reojo, observando a los dos chicos que caminaban muy cerca de él, haciendo énfasis en el chico que mantenía la mirada agachada.
— ¿Qué tal, mentita? — dijo con voz ronca y algo juguetona, logrando que Taylor sintiera un escalofrío recorrer su cuerpo, y frenara abruptamente su andar, cosa que preocupó mucho a Mónica — ¿No me vas a presentar a tu amiga?
El chico jadeaba por debajo, sintiendo de nuevo ese horrible ardor en su piel, y su cuerpo calentándose poco a poco, "no de nuevo" pensaba, mientras se abrazaba a sí mismo y luchaba por no voltear, por más que la voz de ese sujeto le empezaba a atraer como si fuera la voz de su ser amado.
Volteó de reojo, topándose con ese par de hermosos ojos azules que caminaban lentamente hacía él, le miraban con deseo, con una lujuria que cualquier otro día le habría espantado, pero que justo ese día, le hizo sentir unas terribles ganas de caer rendido a sus pies.
Le sorprendió ver cómo el sujeto le sonrió de lado y, al estar ya frente a él, empezó a acariciarle la mejilla con ternura, todo mientras Mónica los miraba sin hacer un solo movimiento, estaba demasiado aterrada por el fuerte aroma que emanaba de aquel sujeto, y que irónicamente, combinaba muy bien con el aroma que emanaba de Taylor.
— ¿Los chicos de ayer te siguieron molestando? — preguntó pasando su mano por la mejilla ajena, el chico negó rápidamente mientras agachaba de nuevo la mirada — Mh, si ellos te molestan otra vez, no dudes en decírmelo, puedo ayudarte si gustas.
— No hace falta — susurró con la voz quebradiza mientras daba un paso hacía atrás, el mayor alzó las cejas sorprendido, mientras una sonrisa juguetona se dibujaba en su rostro.
— Eres de último año, ¿verdad? se vé que ya eres un chico maduro — afirmó metiéndose ambas manos en los bolsillos, Taylor asintió mientras lograba tomar algo de control en su cuerpo, y caminaba poco a poco lejos de aquel sujeto, quien suspiró con algo de decepción mientras se cruzaba de brazos y veía al chico marcharse junto a su amiga — ¡Puedes visitarme cuando gustes! — clamó mirando cómo el par de amigos se alejaban poco a poco, aunque una sonrisa se dibujó en su rostro al sentir los últimos roces de aquel delicioso aroma a menta que aquel chico dejaba en el aire.
— ¡¡¿En qué estabas pensando?!! — reclamó Mónica a una distancia considerable de la casa de aquel alfa de ojos azules, sujeto que seguía rondando en la mente de Taylor, y solo lograba que el ardor y dolor en su cuerpo empeorara considerablemente.
— N-No lo sé — murmuró con la voz quebradiza, ella chasqueó su lengua y siguió caminando hacía el jardín de la escuela, sitio en el que pudieron ver a un grupo de amigas que al verlos a ambos llegar, fueron corriendo con ellos.
— ¡Ty, Mónica! — dijo una de ellas, aunque todas frenaron de golpe su andar al llegar y sentir el aroma a menta que emanaba del cuerpo de Taylor — Puag, ¡¿qué es esa peste?!
— Chicas, por favor sean amables, se trata de Ty — dijo Mónica palmeando el hombro de su amigo, quien se mantenía mirando a otro lado, mientras un gran rubor se dibujaba en su rostro.
— ¡No te lo creo! — dijo otra de ellas emocionada — ¡Dios santo Ty, al fin estás en celo! — todas empezaron a gritar emocionadas, aunque Taylor logró callarlas rápidamente.
— ¡Shh, ya, no griten por favor! — murmuró mirándolas con vergüenza — T-Tampoco es para tanto.
— ¡Por supuesto que lo es, al fin tienes una excusa para tener sexo con el alfa más guapo y sexy que te encuentres! — dijo una chica de cabello castaño que estaba con ellos.
— ¿E-Eso creen? — dudó mientras se abrazaba a sí mismo.
— ¡Por supuesto! aunque es muy raro que tu celo haya llegado tan tarde, tal vez estás enfermo.— ¡Pepper! — gruñó Mónica mirando a esa chica con molestia.
— ¡Oye Mónica, es la verdad! normalmente el celo llega a los 14, que Taylor lo tenga a los 18 es bastante peculiar, y estoy segura de que no debe ser nada sano — Taylor sintió un terrible escalofrío recorrer su cuerpo al escuchar las palabras ajenas, normalmente no le temía a la muerte, de hecho, la deseaba, pero darse cuenta de que tal vez le quedaba poco tiempo de vida, era de igual forma un muy duro golpe para él.
— Bueno ya chicas, no digan esas cosas tan raras que solo preocupan a Ty — dijo Mónica cruzándose de brazos.
— Cierto, lo mejor es que busques a un alfa atractivo para que te tome por primera vez — dijo una de esas chicas sin recato alguno, haciendo que Taylor sintiera un gran rubor apoderarse de sus mejillas.
— ¡Queen! ¡¿qué consejos son esos?! — reclamó Mónica con molestia.
— ¡Ay Mónica, pero si tú misma perdiste la virginidad hace mucho, deja que Ty disfrute de su primer celo como se debe! — Taylor miraba a las chicas a su alrededor con detenimiento, dudaba de qué tan correcto era hacer eso, pero, algo de razón tenían esas chicas, como él veía el panorama, los omegas solo existían para darle placer a los alfas, y dado que él probablemente no tendría mucho tiempo de vida, lo mejor era que buscara un alfa al cual poder satisfacer, y pronto.
De inmediato, la imágen del sujeto de ojos azules apareció por su mente, al mismo tiempo que un pronunciado rubor inundaba sus mejillas, le fue imposible no tomar aire, y preguntar:
— ... ¿Y si yo, quisiera que eso pasara, qué debo hacer? — susurró con la voz algo apagada y apenada, las chicas lo miraron totalmente asombradas y algo divertidas, mientras que Mónica lo observaba con pena y algo de frustración.
— ¡Es fácil Ty! — exclamó la de cabello castaño — Solo debes ir con un alfa que te guste, o que consideres atractivo, ¡si él está en celo será mucho mejor!
— ¡¿Estás loca?! — reclamó Mónica — ¡Es su primer celo, un alfa en celo lo va a malograr!
— Ay Mónica no exageres, además, los omegas fuimos creados para complacer a los alfas, ¡si el cuerpo de Ty no estuviera listo para aparearse con un alfa, entonces no se habría desarrollado! — el chico de cabello negro miró a otro lado mientras pensaba atentamente las palabras ajenas, sus amigas tenían un punto, si su cuerpo no estuviera listo, él no sentiría ese espantoso calor corporal quemando su piel, y la voz de aquel extraño alfa no le haría sentir en un raro trance del que le costaba mucho salir.
— Igual considero que se están precipitando con esto, es decir, Ty aún no asimila bien lo que es el celo, ¡y ustedes solo le dan ideas erróneas de lo que realmente es!
— ¡Ay Mónica deja de ser tan tonta! ¡el celo es la ocasión perfecta para tener sexo, para eso se creó, para que los omegas podamos satisfacer los deseos de los alfas! ¿y quién sabe? si elegimos a uno que nos guste, nosotros también nos podemos divertir — dijo la chica de cabello castaño riendo coquetamente, la rubia rodó sus ojos con molestia empezando a pasar su mano por su rostro, el chico de cabello negro dió un paso atrás, se sentía mareado, quería tomar algo de aire.
Se apartó de ellas y caminó rumbo al edificio donde veían clases, varias de sus amigas trataron de llamarlo, pero él les hizo caso omiso y avanzó rumbo al edificio, respectivamente hacía los sanitarios.
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Se lavaba las manos calmadamente, mientras seguía pensando en las palabras de las chicas, "los omegas fueron creados para complacer los deseos de los alfas", eso rebotaba por su mente sin cesar, al mismo tiempo que pensaba en las palabras de su madre, "si te embarazas te echaré de patitas a la calle" ¿realmente era posible que él se pudiera embarazar, siendo que su celo había llegado bastante atrasado? no estaba del todo seguro, pero no estaba dispuesto a correr riesgos.
Miró la hora en el reloj de la pared, aún faltaban muchas horas para que saliera de clases, pero él ya moría por irse, el ardor en su piel era demasiado asfixiante, sofocante, muy difícil de ignorar, pensaba que debía calmar de alguna manera aquella horrible sensación que quemaba su piel, y así de repente, una idea cruzó por su mente, era algo bastante arriesgado, nada correcto, incluso se sentía como un desvergonzado por pensar en algo así, pero, a fin de cuentas ¿qué había de malo con eso? sus amigas lo dijeron, él y todos los omegas existían para eso, para entregarse al alfa más cercano, o en ese caso, al alfa que consideraran más atractivo.
Volteó al escuchar la puerta del baño ser abierta de repente, viendo a un chico de cabello café con el que estudiaba, quien le sonrió de lado en señal de saludo, él correspondió dicho saludo mientras seguía pensando en su idea.
— Mh — se quejó sutilmente aquel sujeto de cabello café, mirando de reojo al pelinegro — ¿Eres tú el que huele así, Taylor? — el pelinegro asintió agachando con vergüenza la mirada — Dios, debes estar que ardes amigo — murmuró metiéndose la mano en el bolsillo para sacar un par de condones de este mismo, y acto seguido, se acercó a Taylor para entregarle uno de estos, haciendo que las mejillas del de ojos cafés ardieran como nunca — Ten, seguro los vas a necesitar.
— ¿Pe-Perdón? — murmuró mirando confuso y algo abrumado al chico frente a él.
— Ty, esta ciudad está llena de alfas, no dejarán pasar tu celo, mejor toma esto y por si acaso, no querrás que un alfa te termine embarazando sin querer, ¿o sí? — el pelinegro suspiró pesadamente, tomando algo dudoso aquel objeto que se le entregaba, mirándolo con detenimiento y pensando "¿será esta la solución de mis problemas?" porque no solo debía lidiar con la problemática de su celo, ser un omega virgen era objeto de burlas y humillaciones entre otros omegas (mayormente entre las mujeres) y lo hacía más propenso y expuesto a ataques de otros alfas, sin contar además, de la terriblemente incómoda situación en su hogar, situación que empezaba a abrumarle demasiado.
— ... Te lo agradezco Julius — susurró mirando al chico frente a él, quien le sonrió de lado para apartarse y caminar a uno de los cubículos sanitarios, el pelinegro suspiró mirando la puerta del baño, "¿debería hacerlo?" rebotaba por su mente, su mente gritaba "¡ni hablar!", su pecho susurraba "tal vez", y su cuerpo murmuraba "sí, por favor", era obvio el quién llevaba la ventaja en todo ese asunto.
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Caminaba algo apresurado por aquel solitario jardín de la escuela, le llevó quince minutos decidirse sobre si hacerlo o no hacerlo, y mientras lo decidía, todos sus compañeros habían entrado a clases, eso le alivió, así nadie lo vería huír de esa forma, y los alfas que estudiaban con él no le gritarían "perra", aunque él ya se consideraba una por hacer eso.
Varias gotas de lluvia empezaron a caer, mojando su cabello y su uniforme, pero ni toda el agua helada que caía lograba apagar el calor en su cuerpo, era sofocante, terriblemente sofocante. Mientras más se acercaba a esa cabaña, su mente empezaba a nublarse, su respiración se agitaba como nunca, y sutiles jadeos salían de sus labios como si huyeran despavoridos de la boca de aquel chico pelinegro.
Finalmente llegó hasta aquella cabaña solitaria, el aroma era sumamente intenso, le costaba comprender cómo se había logrado contener las primeras veces que lo olfateó, pero ahora lo cierto era, que ya no aguantaba más.
Tocó la puerta con algo de insistencia, jadeaba pesadamente mientras su cuerpo empezaba a temblar, "¿qué estoy haciendo?" se preguntaba, pero ya no tenía control sobre su cuerpo, el celo lo controlaba por completo.
En cuanto abrieron la puerta, se topó de lleno con aquel par de hermosas joyas azules culpables de su agonía y de su malestar, casi se desmayó al tenerlas en frente suyo nuevamente, y al estar tan cerca de aquel alfa que tan nervioso le ponía, por alguna extraña razón.
El sujeto de ojos azules se quedó estático en cuanto abrió la puerta, aquella visión frente a él le confundía, pero no le desagradaba en absoluto, ya que ver a aquel chico de ojos cafés con el cabello y la ropa mojada, con sus mejillas totalmente enrojecidas, con sus ojos sutilmente dilatados, y una muy notoria expresión de deseo y algo de confusión en su mirada, hizo que su pecho se agitara considerablemente, y que una sonrisa se dibujara en su rostro.
— Hola de nuevo — le saludó con esa voz ronca que le caracterizaba — ¿En qué te puedo ayudar?— ... ¿Puedo pasar? — susurró con la voz apagada y un tanto jadeante.
— Adelante — susurró apartándose de la puerta, dejando que el chico de ojos cafés entrara a dicha vivienda, en su interior, Taylor se sentía muy apenado y asustado, estaba entrando en la boca del lobo, jugando con fuego, y estaba muy seguro de que nada bueno iba a salir de dicha situación.
Jadeó al sentir cómo la respiración ajena se pegaba su nuca, su cuerpo entero se estremeció, sintiendo un cosquilleo similar al que sintió la noche anterior cuando se atendió con su mano, "¿es esta la magia del celo?" se preguntaba, mientras su respiración se agitaba como nunca al sentir cómo aquel sujeto le olfateaba el cuello sin recato alguno.
— ¿Puedo saber a qué viniste? — susurró llevando sus manos a las caderas ajenas — Un chiquillo omega como tú no debería exponerse de esta forma, mucho menos estando en celo.
— ¿C-Cómo sabes que estoy—
— Tu olor, mi pequeño amigo, ¿qué acaso no conoces las reacciones que el celo provoca en ti? — preguntó algo incrédulo mientras sus manos exploraban el cuerpo ajeno, aún sin tocar las "partes íntimas" solo se dedicaba a masajear los brazos, hombros y caderas de su acompañante omega.
El chico se zafó del agarre ajeno, abrazándose a sí mismo mientras cada fibra de su cuerpo temblaba como nunca, estaba aterrado, sentir el fuerte aroma de ese sujeto le hizo darse cuenta de que estaba haciendo algo muy serio, debía actuar con cordura, aunque cordura era lo poco que le quedaba en ese instante.
El de ojos azules chasqueó sutilmente su lengua mirando algo extrañado al chico omega.
— ¿Sucede algo? — preguntó cruzándose de brazos, el chico negó con la cabeza mientras seguía con la mirada clavada en el piso, el mayor rodó sutilmente sus ojos para irse hacía la cocina a tomar algo del refrigerador, afortunadamente dicho sitio quedaba prácticamente junto a la entrada de la cabaña — ¿Quieres algo de tomar para los nervios?
— ... N-No — negó con la voz quebradiza — E-Estoy bien, solo... t-tengo algo de frío.
— Mh — bufó algo receloso cerrando el refrigerador para caminar de nuevo hacía él, mirando de arriba a abajo el cuerpo del chico oji-café — ¿Es tu primera vez, verdad? — el chico asintió temeroso, aún sin levantar la mirada; el alfa suspiró sutilmente acercándose más a él para tomarle la mejilla y hacer que alzara la mirada — ¿Cómo alguien de tu edad aún no ha tenido sexo? se me hace muy curioso — Taylor miró a otro lado temeroso, no sabía de qué forma responder exactamente, aunque no tuvo que hacerlo, ya que la voz ajena fue quien rompió el silencio nuevamente — De cierta forma me honra ser tu primera vez, pero luces más asustado que otra cosa, por lo que creo que tendré que pasar esta vez, es una lástima, en verdad te tengo muchas ganas — dicho esto, se apartó de él y caminó hacía una pequeña sala de estar, con sofás rústicos y una mesita de madera que sujetaba un viejo y maltratado televisor.
El chico de ojos cafés sintió un horrible dolor inundando su pecho, no servía ni siquiera para darle su cuerpo a un alfa, era realmente patético.
"No" resonó en su mente, mientras sacudía sutilmente su cabeza y apretaba sus puños, no podía quedar como un cobarde, realmente necesitaba que su cuerpo sintiera alivio, sin contar que, no quería irse y que se corriera el rumor de que él, aún en celo, no logró acostarse con el alfa que le gustaba, era humillante, y él ya había pasado por demasiadas humillaciones, no estaba dispuesto a anotar una más a la lista, menos una tan baja como esa.
Carraspeó sutilmente, logrando que el sujeto pelinegro volteara a verlo nuevamente, en cuanto ese par de joyas azules se posaron sobre su cuerpo nuevamente, el chico empezó a desabotonarse la camisa, dejando poco a poco expuesta su pálida piel, la cual ardía como nunca, "ya quiero que acabe esto" se repetía, pensaba que en cuanto tuviera sexo, sus problemas y malestares se esfumarían, no estaba del todo seguro si realmente daría efecto, pero no quería irse sin intentarlo primero.
El de ojos azules sonrió de lado al ver cómo el sujeto frente a él poco a poco iba desnudándose, era todo un deleite para él, dado que hacía mucho tiempo que no se acostaba con un omega, y aquel chico frente a él era uno bastante atractivo, que fácilmente le incitaba a romper su ayuno.
— Miren nada más — susurró con voz ronca relamiéndose los labios y acercándose hacía él, el chico de ojos cafés se quedó estático con la mirada agachada, sus boxers eran lo único que impedía que su cuerpo estuviese completamente desnudo, y esto en vez de incomodar al alfa, solo lo provocaba aún más — Eres muy atrevido para ser virgen, ¿o es que, estás harto ya de serlo?
— ... Estoy harto — susurró con la voz algo apagada, pero un leve tono suplicante empezó a notarse en su hablar, tono que dibujó una maliciosa sonrisa en la cara del alfa.
Jadeó al sentir un agarre brusco en su mejilla, seguido de un empujón que le hizo chocar de golpe contra la pared más cercana, su respiración se agitó por completo ante esto, aunque dudaba si la suya era la más agitada, dado que la respiración del sujeto que se encontraba pegado frente a frente con él, estaba igual de acelerada que la suya.
Su piel se erizó al sentir las manos ajenas explorando su cuerpo, específicamente sus pezones, sacándole sutiles jadeos algo incómodos y nerviosos, pero con el pasar de los minutos, dichos jadeos se volvieron más toscos y placenteros, sacándole una risilla burlona al sujeto de ojos azules.
— Tu piel es muy suave — susurró con esa voz tan tosca que le caracterizaba, el chico agachó la mirada con timidez, aunque se arrepintió de hacerlo, ya que apenas bajó la mirada, notó un bulto muy pronunciado en el pantalón ajeno, y también notó cómo un bulto empezaba a formarse en el suyo, sintiéndose ante esto como una zorra regalada o algo por el estilo.
Le alertó escuchar de nuevo una risa salir de los labios ajenos, pero lo que realmente le tomó por sorpresa, fue sentir cómo el sujeto le atraía hacía su cuerpo para empezar a frotar su bulto con el de él, empezando a soltar jadeos muy sugestivos y poco sutiles.
— Creo que estás empezando a desesperarte — susurró entre roncas risas mientras proseguía con sus movimientos, el chico de ojos cafés jadeaba con pesadez aferrándose a los brazos ajenos, arañando un poco estos mismos.
— E-Espera — susurró entre leves gemidos — Espera por favor.
— ¿Esperar qué? — preguntó de mala gana acercándose a él para ir hacía su cuello y empezar a besarlo, sin detener su roce con el pantalón ajeno.
— T-Tengo un-¡ah! — gimoteó arqueando su espalda, el ardor en su piel era espantoso — T-Tengo un condón.
— ¿Mh? ¿enserio? — preguntó de forma burlona mirando atentamente al contrario — Vaya que viniste preparado para todo.
— Solo... s-solo no quiero embarazarme — admitió algo apenado mientras su respiración seguía sumamente tosca y agitada, el contrario sonrió de lado apartándose un poco de él.
— Bien, como quieras, al menos te cuidas — dijo cínicamente mientras empezaba a desvestirse, Taylor lo miraba atentamente y algo agitado, ver a aquel sujeto sin ropa empeoró considerablemente su malestar corporal.
El de ojos azules sonrió al ver la expresión embobada que tenía el de ojos cafés al verle sin ropa.
— ¿Tienes el condón? — el chico rápidamente asintió para tomar su pantalón del suelo y sacar el objeto de látex del bolsillo del mismo, para acto seguido, entregárselo al contrario, quien lo detalló un momento para después romperlo con los dientes y ponérselo, haciendo un gesto de desagrado al terminar su labor— Mh, esto es de mala calidad, se nota a kilómetros.
— ¿Eso es malo? — preguntó Taylor algo temeroso.
— Se romperá apenas te lo meta, y de igual forma corres el riesgo de embarazarte — admitió retirándose el condón para volver a meterlo en su empaque — Creo que tengo unos mejores guardados — miró de reojo al chico de ojos cafés, sonriéndole de lado y extendiéndole la mano — Ven, vamos a la cama — Taylor asintió nervioso para tomar la mano ajena y dejar que el mayor le guiara a una habitación que quedaba al final de un pasillo, su pecho latía como nunca, "¿realmente estoy haciendo esto?" se preguntaba, no se reconocía a sí mismo, estaba muy avergonzado, pero más vergüenza le daba admitir que, aquellos roces de sus entrepiernas, las lamidas en su cuello, y la ronca respiración del sujeto oji-azul chocante en su rostro, le generaban un encantador cosquilleo en su vientre que le fascinaba.
Apenas entraron a la habitación, el aroma a whiskey inundó de lleno la nariz de Taylor haciéndole sonrojarse por completo, dicho aroma agitaba su respiración y empeoraba el ardor en su cuerpo, de hecho, hacía que sus "partes" empezaran a doler.
Le alertó sentir cómo aquel alfa se apegaba a su espalda y empezaba a besarle el cuello de nuevo, mientras sus manos se deslizaban sigilosamente y empezaban a bajarle el boxer, todo para empezar a acariciar y masturbar las partes blandas del chico de ojos cafés, sacándole agudos jadeos y gemidos algo roncos.
— Buen chico — susurró al oído ajeno, gozando de la serenata que daban los gemidos ajenos, no recordaba haber oído gemidos tan sexys y encantadores como los de ese sujeto de ojos cafés — ¿Puedo contarte un secreto? quiero coger sin condón — un jadeo aterrado salió de los labios del de ojos cafés, quien trató de zafarse del agarre ajeno, pero le fue imposible, dada la fuerza de aquel alfa — ¿Qué pasa, porqué tienes tanto miedo?
— ¡N-No quiero embarazarme! — exclamó entre jadeos desesperados.
— Relájate — dijo algo fastidiado mientras tomaba las mejillas ajenas con una mano, y le hacía voltearse para verlo — Puedo comprarte pastillas que evitarán que te embaraces.
— ¿Enserio? — dudó totalmente abrumado y con asombro, el de ojos azules observó algo incrédulo y confundido al chico de ojos cafés, dudaba de si ese chico era realmente tan ignorante, o si solo fingía por alguna extraña razón, la segunda era muy tonta, pero la primera opción le parecía totalmente loca e inaudita.
— Vaya, seguro te tenían bajo una piedra — dijo de forma incrédula, el chico agachó apenado la mirada — Pero sí, existen pastillas para eso, puedo conseguirte algunas en cuanto acabemos, ¿qué dices? — El contrario se quedó un rato en silencio, su principal temor era quedarse embarazado, ya lo había repetido varias veces, pero, realmente no aguantaba el ardor en su piel, necesitaba salir de esa situación de una buena vez por todas.
— ... Está bien — susurró mirando de reojo al de ojos azules, quien en respuesta, lo tomó del cuello para darle un hambriento beso de lengua, sumamente tosco y salvaje, beso que hizo a Taylor jadear algo abrumado y confundido, pero poco a poco se fue adaptando a la sensación de tener la lengua ajena metida por completo en su boca.
Le sorprendió sentir cómo lo cargaba entre sus brazos para guiarlo hacía la cama, se notaba que ese sujeto tenía fuerza de sobra, era por eso que los chicos alfas que lo acosaban el día anterior huyeron despavoridos, no querían provocar a un alfa dominante como él, y ahora Taylor estaba a punto de tener su primera vez con ese tipo al que todos le tenían miedo, "idiota" rebotaba por su mente al considerar dicho detalle.
Lo azotó con fuerza contra la cama, había varias ventanas que dejaban ver hacía fuera de aquella cabaña, las gotas de lluvía seguían cayendo y empapando dichos ventanales, pero a ninguno de los dos parecía importarle este detalle.
— Vaya, estás tan húmedo por acá — susurró con voz ronca mientras sus dedos se deslizaban por la piel del chico de ojos cafés, sacándole suaves jadeos de sus pálidos y resecos labios. El mayor miró algo extrañado y divertido a su contrario — Eres de pocas palabras, pero no te cuesta en absoluto empezar a gemir.
— P-Perdón — susurró Taylor mirando hacía otro lado y mordiéndose el labio inferior, el contrario bufó con expresión incrédula.
— Hey, no he dicho que eso no me guste — dicho esto, jaló las piernas ajenas para extenderlas de golpe, y acto seguido, frotar su miembro contra la entrada de Taylor, quien empezó a temblar mientras su piel se erizaba por completo — Mh, muero por entrar ya.
— Por favor — susurró con la voz apagada, el contrario arqueó una ceja al oírle.
— ¿Disculpa?
— ... L-Lento — pidió alzando la mirada y observando fijamente ese par de joyas azules que estaban frente a él, y las cuales estaban logrando que él perdiera por completo el sentido común.
El mayor empezó a sentir cómo todo se nublaba para él, observar ese par de ojos cafés dilatados y sumisos frente a él, combinados con el embriagante y dulce aroma a menta que solo lo invitaba a pecar, era todo un deleite.
— Pídemelo — demandó frotándose con más fuerza — Ruégame que te folle, después de todo, a eso viniste — Taylor gimió arqueando la espalda ante tales roces.
— ... F-Fóllame alfa, p-por favor... — rogó haciendo caras muy lascivas y sumisas, el contrario sonrió con malicia, relamiéndose el labio inferior y extendiendo su mano hacía la mejilla ajena.
— Me llamo Robert, encanto, puedes gemir mi nombre con confianza — dicho esto, jaló las piernas ajenas y las atrajo hacía su cuerpo, penetrando de golpe al chico de ojos cafés, quien soltó un fuerte gemido que resonó en toda esa habitación.
— ¡¡Ahh, D-Dios santo!! — gimoteó arqueando la espalda y apretando las sábanas con fuerza, gimoteaba sintiendo aquel cosquilleo en su vientre, todo ápice o rastro de sentido común se esfumó, solo quedaba el delirio de deseo fruto de intenso celo, y con ello, llegó la soltura para seguir gritando y gimiendo ante cada estocada de aquel alfa de ojos azules, quien observaba fascinado los gestos de ese omega al que acaba de quitarle la virginidad.
— Qué hermosa vista — dijo tomando las mejillas ajenas mientras proseguía con su vaivén — Eres realmente un encanto.
— ¡Ahh, a-alfa!
— Te dije mi nombre, puedes decirlo con confianza — mencionó sujetando las caderas ajenas para alzarlas un poco y dar estocadas mucho más profundas, mientras el de ojos cafés se retorcía en la cama del placer, jadeando y gimiendo como loco.
— ¡Ahhh, R-Robert! — murmuró sacando la lengua y haciendo gestos muy lascivos que hicieron al contrario sonreír con malicia.
— Sí, así — gruñó sujetando con fuerza las caderas y muslos ajenos, dejando sus dedos marcados en estos mismos — ¡Maldición, qué bien se siente esto!
— ¡Ahh, t-tan bueno! — murmuró totalmente abrumado y perdido por el éxtasis, todo a su alrededor se nubló, lo único a lo que le prestaba atención, era a las joyas azules que lo devoraban con pasión y locura.
— Dios santo, ¿sabes hace cuánto no follaba con alguien? — gruñó jadeando y sacando la lengua igualmente, haciendo gestos muy lascivos igualmente, cosa que hacía que Taylor sintiera aún más ese dulce cosquilleo en su vientre, cosquilleo que, cada vez se hacía más intenso y tosco — ¡Carajo, olvidé lo bien que se sentía!
— ¡Ahh, ahh, d-duele!
— ¿Duele? — sonrió de lado agachando un poco la mirada para rozar sus labios con los de él — Aguanta un poco, el dolor se volverá placer dentro de poco.
— ¡Ahh, R-Robert!
— Sí, qué lindo pronuncias mi nombre — murmuró dando un hambriento beso a los labios ajenos, beso al que Taylor correspondió de forma algo torpe e interrumpida por sus gemidos.
Robert proseguía con aquel brusco vaivén, importándole poco los susurros de dolor que salían de los pálidos labios de Taylor, quien seguía gimiendo sin medir si quiera sus palabras, había olvidado por completo lo que estaba haciendo, la posibilidad de embarazarse, si estaba bien o mal lo que estaba haciendo, todo eso le daba igual, solo podía pensar en lo bien que se sentía estarse apareando con un alfa como Robert.
— Ahh, Robert — gimoteó clavando sus uñas en los brazos ajenos y arañando estos mismos.— Mgh, pareces un gato arañando — dijo entre toscas risas alzando más la pierna ajena — Dios, me encanta tu olor a menta, solo él me hace querer anudarte — susurró besando y mordiendo la pierna ajena, sus palabras confundían mucho a Taylor, sobre todo porque él no tenía idea de lo que era anudar, pero no iba a admitirlo, menos en unas circunstancias como esas.
— ¡¡Ahh, ahh, e-espera!! — clamó sentándose de golpe en la cama y tratando de apartarse de él, pero mientras más lo empujaba, Robert más se le acercaba y lo embestía con algo de fuerza.
— ¿Qué? —preguntó empujándolo de nuevo contra el colchón para pegarse a él y mantenerlo quieto debajo suyo — ¿Te duele todavía?
— N-No, e-es otra cosa... d-debo ir al baño — susurró mirando con vergüenza esos hermosos ojos azules sobre él, Robert chasqueó su lengua un tanto frustrado.
— Vírgenes — dijo de mala gana rodando sus ojos y alzando las piernas ajenas — Estás a punto de venirte, es eso lo que te pasa — Taylor frunció confundido el ceño, Robert volvió a chasquear su lengua — Déjame mostrarte de lo que se trata.
— ¡E-Esper— sus palabras callaron al sentir unas fuertes y apresuradas estocadas en su interior, llegaban tan hondo que sentía que iba a morir, pero por alguna razón se sentía increíblemente bien.
Sus gemidos volvieron a llenar por completo dicha alcoba, mientras él clavaba sus uñas en la espalda de Robert y rogaba que se detuviera, pero por más que lo hiciera, este no le obedecía en absoluto, al contrario, parecía que los quejidos de Taylor solo le motivaban a proseguir con sus estocadas.
Repentinamente, de los pálidos labios de Taylor se escapó un gemido agudo y muy tosco, seguido de varios espasmos corporales y de un líquido blanquecino que manchó su cuerpo y el de Robert, una clara señal de que el alfa logró su cometido.
— Vaya, mira nada más — susurró sonriente mientras miraba fascinado aquel líquido en su abdomen — Se nota que guardabas mucho.
— Ah, D-Dios — gimoteó entre jadeos mientras seguía sintiendo aquel cosquilleo en todo su cuerpo, era una sensación increíble, pero demasiado abrumadora.
— Shhh — susurró llevando su dedo a los labios ajenos — Goza del momento, cariño, apenas es el inicio.
— ¡¿Q-Qué?! — jadeó abriendo sus ojos con preocupación, aunque sentir una fuerte estocada contra su cuerpo nuevamente, le dejó muy en claro a lo que Robert se refería.
-
Las horas pasaron de forma lenta en aquella alcoba, Taylor era presa del insaciable deseo y lujuria de Robert, quien no dejaba de hacerle el amor como si de un animal se tratase, aunque muy en el fondo, Taylor disfrutaba del brusco y nada sutil tacto que le brindaba aquel alfa, "debe ser el celo" pensaba, tratando de hallarle una respuesta lógica a sus acciones y emociones, pero en lo que menos estaba pensando en ese instante, era en la lógica.
— Ah, ¡Robert! — gimoteó abrazando al contrario y ocultando su cara en el hombro ajeno, sintiendo cómo la semilla de ese alfa era depositada dentro de su cuerpo — E-Estoy exhausto.
— Maldición, yo igual — susurró jadeante y algo divertido, mientras se apartaba un poco para ver los ojos de Taylor, los cuales demostraban timidez y algo de culpa, mirada que solo lograba conmover cada vez más al mayor — Jej, se nota que lo disfrutaste — afirmó mientras sujetaba con fuerza las caderas y piernas de Taylor, estaba apoyando al omega contra una de las paredes de la habitación, sujetándole entre sus brazos y manteniéndolo sin poder moverse, se notaba que a dicho alfa le encantaba controlar de lleno la situación cuando de sexo se trataba.
— ¿Ya terminamos? — susurró con la voz algo ronca, el contrario rió algo cínico al oírle.
— Llevamos horas encerrados, ¿aún quieres más?
— N-No es eso — negó mirando a otro lado — E-Es que... d-debo volver a casa — susurró con la voz algo apagada, Robert bufó de mala gana al oírle.
— ¿Y si no quiero que te vayas? — Taylor lo miró con terror en cuanto Robert dijo eso.
— ¡N-No, no puedo quedarme! m-mi madre—
— ¿Aún vives con tu madre? — preguntó algo incrédulo, el de ojos cafés asintió con pena mientras agachaba la cabeza — Tenía entendido que los omegas dejaban la casa de sus padres cuando sufrían su primer celo.
— ... No todos lo hacen — susurró con algo de vergüenza, sintiendo de repente cómo Robert lo guiaba a la cama para recostarlo boca arriba y verle fijamente a los ojos con algo de seriedad.
— Si te dejo ir, ¿qué me garantiza que volveré a verte?
— ¿P-Perdón? — dudó algo curioso, se le hacía un poco rara la forma en la que aquel sujeto le trataba.
— Eres el primer omega con el que me acuesto hace meses, y en verdad me gustaste — admitió sin una sola pizca de recato o vergüenza — Y realmente quiero volver a follarte, así que dime, ¿cuándo volveré a verte? — el pecho de Taylor empezó a latir con fuerza, al mismo tiempo que sus mejillas enrojecían por completo, no estaba seguro de qué responder, tenía miedo de involucrarse de más, dado que solo quería hacerlo una vez para saciar el apetito de su celo, y luego no volver a acostarse con otro alfa en su vida, pero, luego de probar la carne humana, veía dicho deseo como lo más crédulo y tonto que cualquiera podría pensar en vida, era irónico el cómo un par de horas bastaron para que su percepción de la vida cambiase casi por completo.Carraspeó dudoso mientras miraba atentamente los joyas azules de aquel alfa, ellas en específico fueron quienes motivaron a Taylor a acceder a verse de nuevo.
— ... Mañana saldré temprano de la escuela — susurró con la voz algo apagada — Puedo venir, pero solo una hora — Robert sonrió de lado con malicia, mientras sus manos iban a parar a las caderas ajenas.
— Se me ocurren muchas cosas para hacer en una hora — comentó empezando a frotarse contra el cuerpo de Taylor, sacándole algunos jadeos muy lascivos.
— R-Robert, d-debo irme.
— Maldita sea — gruñó apartándose de él — Será mejor que te vayas ya, tu celo me está volviendo loco, quiero seguir follándote toda la noche, y si te quedas un rato más, no te dejaré ir — Taylor tragó en seco al escuchar las palabras ajenas, y aunque su cuerpo aún seguía deseoso de él, no podía ignorar a su sentido común, quien curiosamente, empezaba a volver de su retiro espiritual.
El chico se levantó de la cama con dificultad, su cuerpo entero dolía, sus piernas temblaban, se sentía tremendamente fatigado, sin contar que aquel intenso aroma a whiskey había impregnado por completo su piel.
— Espera — susurró parándose detrás de él y frenando sus intentos por vestirse — Olvidé algo importante.
— ¿Q-Qué? — susurró nervioso, sintiendo la tosca respiración de Robert chocando en su nuca, dicha sensación le daba ganas de abrirse de piernas para él nuevamente.
— No quiero que te dejes follar por otro alfa — demandó con voz ronca, voz que hizo temblar a Taylor, pero también le hizo jadear.
— ... Descuida — susurró volteando para verlo fijamente a los ojos, esos ojos azules que le intimidaban como nadie, pero que eran demasiado hermosos para ignorarlos — No dejaré que me toque nadie más, lo prometo.
— Buen chico — dijo tomando la mejilla ajena para acariciarla suavemente — Me va a costar mucho trabajo no anudarte pronto.
— ¿Y eso es bueno o malo? — preguntó algo dudoso, el contrario rió incrédulo al escuchar tales palabras, empezaba a horrorizarle el nulo conocimiento que tenía aquel omega sobre educación sexual, y empezaba a cuestionarse sobre cómo logró llegar a los dieciocho sin quedar embarazado.
— Dado que no quieres embarazarte, digamos que es algo que te pondrá muy nervioso — admitió alborotando el cabello ajeno, Taylor lo miró curioso y un tanto preocupado, empezaba a temer sobre lo lejos que quería llegar ese alfa con él.
-
Entraron en aquella pequeña tienda donde se vendían fármacos y demás artículos para mejorar la salud de las personas, sin importar a qué casta pertenecieran. Taylor caminaba con semblante algo nervioso y tímido, notando cómo todas las personas miraban recelosas y preocupadas al hombre que caminaba junto a él, "¿tan fuerte es el aroma de sus feromonas?" se preguntaba inocentemente, ya que al estar expuesto a él durante tanto tiempo, empezaba a hacerse la vista gorda sobre lo intenso que era este mismo, y lo peligroso que esto podía significar.
— Hola — habló una mujer de edad algo avanzada que estaba en el mostrador, quien miraba algo preocupada al hombre de ojos azules — ¿En qué puedo ayudarle?
— Anticonceptivos de emergencia y supresores para omega — dijo Robert mientras rodeaba el cuello de Taylor con su brazo, la mujer asintió para ir por los medicamentos que pidió, mientras el chico de ojos cafés miraba nervioso el semblante serio y algo receloso que tenía su acompañante, semblante totalmente diferente al que tenía durante la intimidad.
En cuanto la mujer llegó con los medicamentos, Robert le pagó y tomó la bolsa para salir de dicha farmacia acompañado por Taylor, quien seguía con la cabeza agachada y un semblante algo tímido y dudoso, pero que extrañamente se sentía más calmado y aliviado, como si el ardor por el celo hubiera desaparecido completamente de su ser.
Al salir del local, Robert entregó la bolsa de compras a Taylor para verlo fijamente a los ojos con detenimiento.
— Ten, bebe una pastilla cuando llegues a casa, y otra mañana al despertar; bebe los supresores cuando no aguantes el ardor en tu cuerpo, te servirán al menos para aguantar mientras estás en la escuela.
— De acuerdo — susurró mirando la bolsa con dichas compras — Cuando tenga dinero te pagaré esto.
— No hace falta, serás mi amante a partir de ahora, debo correr con los gastos que ello implica — Taylor jadeó sutilmente al oír dichas palabras, mientras sus mejillas se ruborizaban casi por completo.
— ¿A-Amante? — dudó nervioso.
— Pues claro, es la forma en que se llama a la persona que se acuesta contigo — afirmó tranquilamente tomando las mejillas ajenas y sonriendo calmadamente, Taylor no sabía qué decir, solo se quedó estático mirando las acciones de Robert, cómo le tomaba de las mejillas y se le acercaba con intenciones de besar sus labios, hasta que, un ruido de fondo hizo que ambos se apartaran de repente.
— ¡Jaja vamos amigo! — gritaron un grupo de alfas que caminaban cerca de ellos, y quienes al pasar cerca de donde estaba Taylor, no pudieron evitar quedarse mirándolo y empezar a silbar — ¡¿Necesitas ayuda, bombón?!
La sangre de Taylor se heló al ver cómo Robert se paraba frente a él y miraba a dichos alfas con semblante totalmente serio y de odio, semblante que hizo a los chicos mirarse unos a otros con preocupación, y alejarse casi corriendo del lugar.
— Bastardos imbéciles — gruñó de mala gana mientras volteaba a ver a Taylor con atención — Será mejor que te lleve a casa, hay muchos idiotas en la calle.
— Puedo irme solo.
— Nada de eso — negó jalándolo del brazo para irse con él, Taylor miraba curioso el semblante misterioso y receloso que adoptaba su "amante" cuando salían de su cabaña, "¿qué oculta tras su mirada azul?" pensaba, mientras caminaban por aquella fría calle, y el aroma a menta se condensaba con el del whiskey, y creaba un aroma único que definía perfectamente lo mejor de ambos.
-
— ¿Es aquí? — preguntó metiéndose ambas manos en los bolsillos y mirando una deteriorada casa a la que estaban llegando.
— Así es — respondió ocultando las medicinas en su mochila, Robert le miró curioso ante esto.— ¿Te preocupa que tu madre sepa que ya tienes sexo? — preguntó algo divertido.
— No se trata de eso — susurró apenado mientras acomodaba el bolso sobre su hombro.
— ¿Entonces de qué se trata? — Taylor estuvo a punto de hablar, pero, pensar en lo complicado y frustrante que era hablar de su vida familiar, además de pensar que ese detalle poco o nada le iba a importar a Robert, le hizo optar por mejor guardar silencio.
— ... No es nada importante — susurró empezando a caminar hacía la casa, aunque se detuvo al oír la voz de aquel alfa de ojos azules.
— ¿Te irás así como así, sin siquiera despedirte? — preguntó algo incrédulo — Y luego dicen que los alfas somos los que usamos a los omegas — dichas palabras hicieron a Taylor darse vuelta y caminar de vuelta hacía él, Robert le tomó de la mejilla para besar sus labios con dulzura — Te esperaré en casa mañana.
— Te veré allá — susurró correspondiendo tímidamente aquellos besos, para apartarse de él y caminar rumbo a casa, sintiendo un cálido cosquilleo en su cuerpo al recordar la tarde de desenfrenada pasión que tuvo junto a Robert, y que al día siguiente, tendría de nuevo una tarde llena de desenfrenada pasión, pensar en ello le hacía sentir extrañamente emocionado, aunque en el fondo seguía muy preocupado y nervioso, la frase "¿qué estás haciendo?" rebotaba por su mente, él todavía no comprendía lo que estaba haciendo, ¿qué pretendía al jugar a ser el amante de un alfa dominante como Robert? no lograba comprenderlo aún, pero no quería comprenderlo, solo quería dejar que el celo le ayudara a tomar el valor suficiente para ignorar por completo lo gris que era su vida, y eso solo sucedía cuando su piel desnuda rozaba la piel de aquel alfa de ojos azules.
Continuará...
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- Gema.
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