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02 - Eternamente Tuyo I (Vampire)


Caminaba algo exhausto rumbo a su hogar, la suave brisa gélida le golpeaba la cara, sujetaba con fuerza una mochila sobre su hombro, se repetía la frase "ya voy llegando" para poder aguantar el dolor en sus piés y piernas, eran días muy pesados, la universidad cada día era más difícil, él trataba de sobrellevar esa carga, aunque realmente le costaba tolerar todo el cansancio físico y mental que tenía.

Logró llegar a la parada de autobuses, esperaba a que alguno pasara para poder irse, temía que por ser ya casi de noche, los autobuses dejaran de transitar, pero aún tenía fé, así que se quedó un rato ahí esperando.

— Buenas noches — escuchó una voz que se paraba junto a él, miró de reojo a dicho sujeto, le devolvió el saludo sin darle mucha importancia, el cansancio que tenía era mayor que su habilidad social.

Pudo sentir cómo ese sujeto se le acercaba aún más, por lo que volteó a verle con semblante algo confuso e incrédulo, aquel hombre alto de larga cabellera negra y ojos azules le sonrió amigablemente, acción que hizo que la piel del chico se erizara considerablemente.

— Disculpa la molestia, ¿sabes dónde queda el centro? — preguntó llevando uno de sus mechones azabache tras su oreja.

— Por allá — señaló con su dedo — Debe tomar un autobús hacía allá.

— Mh, ya veo — murmuró mientras se paraba junto a él, observando cómo la penumbra de la noche cubría y abrazaba la ciudad, el chico le miraba receloso, no estaba seguro de qué intenciones tenía ese sujeto, pero algo en él, se le hacía muy peculiar — ¿Eres estudiante?

— Así es — asintió abrazándose a sí mismo, varias gotas de lluvia empezaron a caer de repente sobre ambos, mojando el cabello negro de los dos.

— ¿Medicina? — sintió un frío perturbador apoderarse de su cuerpo, ¿acaso ese tipo le estaba siguiendo?

— ... Sí — respondió en seco, tratando de no hacer contacto visual con ese sujeto, quien soltó una leve carcajada al notar el semblante nervioso del chico.

— Tus padres deben estar orgullosos — comentó mientras se cruzaba de brazos, el chico tragó en seco agachando levemente la mirada — ¿O acaso, no vives con tus padres?

— ... No — respondió en seco, volteando para ver si algún autobús venía en camino, las palabras de ese hombre ya le estaban aterrando.

— Vives con tu tío, ¿no es así, Taylor? — jadeó al escuchar las palabras ajenas, volteó a ver a ese sujeto con preocupación y algo de temor, su sangre se heló al ver cómo sus ojos pasaban de un intenso azul a un profundo y tenebroso rojo, sin un solo ápice de brillo o de vida en ellos.

— ¿Q-Qué carajo? — jadeó dando varios pasos hacía atrás, "corre" empezó a resonar en su mente, pero por más que lo intentaba, sus piernas no le respondían, estaba estático.

— Tranquilo, no tienes nada que temer, no te haré daño... o bueno, no mucho — sonrió malicioso para acercarse hacía él y tomarle de las mejillas con suavidad, Taylor sintió cómo su pecho se agitaba considerablemente al tener a ese sujeto tan cerca suyo, sentía mucho miedo y temor, pero por alguna razón, ese par de joyas rojizas empezaban a abrumarlo como nunca — Tranquilo, tú y yo nos conocemos, desde hace mucho tiempo.

— ¿D-De qué hablas? — gimoteó sin saber exactamente qué hacer, quería correr, pero sus piernas seguían sin reaccionar.

— Mi cielo — susurró para plantar un suave y hambriento beso en los labios ajenos, haciendo que el chico quedara petrificado, no sabía qué hacer, sentía la lengua de ese sujeto entrando a su boca sin permiso alguno, era una sensación muy rara e incómoda, él luchaba por resistirse y apartarse de él, pero, repentinamente, todo a su alrededor empezó a nublarse, y sus ojos se comenzaron a cerrar.



-



— Tome esto — dijo calmadamente mientras entregaba una pequeña botella a un hombre de ropa rota y muy sucia, quien tomó dicha botella y le sonrió al sujeto de cabello negro y ojos cafés frente a él.

— S-Se lo agradezco mucho doctor.

— Ni lo mencione — murmuró sonriendo calmadamente para ver cómo ese hombre se marchaba, quedando solo en aquella pequeña edificación de madera y piedra llena de goteras y varias camillas manchadas de sangre y otros fluidos, caminó hacía algunos viejos estantes de madera donde guardaba los tónicos que recetaba a sus pacientes, sin percatarse de que alguien le miraba desde la penumbra con una larga sonrisa coqueta y maliciosa.

— Bien doc — dijo aquel caballero de ropa elegante y largo cabello negro que avanzaba hacía el delgado sujeto de ojos cafés, para abrazarlo desde atrás y empezar a olfatear su cuello — Hora de su consulta.

— Robert por favor — murmuró entre suaves risas — Tengo que llevar unos tónicos al pueblo.

— Eso puede esperar, tu esposo no puede esperar — murmuró tomando la barbilla de su contrario, este sonrió mientras un pronunciado sonrojo se posaba en sus mejillas.

— ... Eres bastante insaciable — murmuró coquetamente para voltearse y pasar sus manos por el pecho ajeno.

— Ambos lo somos, no me señales como el único pervertido de los dos — murmuró sonriendo maliciosamente y posando su dedo pulgar en los labios ajenos, el sujeto de ojos cafés sonrió empezando a morder sutilmente el dedo en cuestión.

— Bien — murmuró quitando la mano ajena de su rostro — Pero solo una hora, realmente debo llevar los tónicos al pueblo.

— Con una hora tengo suficiente — murmuró para tomar las mejillas ajenas y plantar un hambriento beso en los labios ajenos, beso al que su pareja no pudo evitar corresponder.
Empezó a abrir poco a poco los ojos, sentía un extraño calor cubriendo su cuerpo, nada que ver con el clima gélido que estaba haciendo esos días. 



Alzó la cabeza de repente, mirando a los lados bastante abrumado y confundido, principalmente por despertar y ver que estaba en su sitio extraño, una habitación rústica de lo que parecía ser una cabaña, en una cama matrimonial de gruesas sábanas y suaves almohadas; y su segunda preocupación y confusión se causó por aquella visión tan rara que tuvo hace unos instantes, se sintió increíblemente real, no dejaba de preguntarse ¿porqué tuvo ese sueño en el que se besaba apasionadamente con un completo desconocido? e inmediatamente, escuchó esa tenebrosa voz que le metió en todo ese embrollo.

— Despertaste — escuchó a alguien hablar, por lo que rápidamente volteó, topándose con un par de joyas azules paradas en la penumbra que le miraban coquetamente con detenimiento — Verte dormir siempre ha sido todo un deleite para mí.

— ¡¿Q-Quién eres?! — reclamó apartándose un poco de él y mirándolo con terror — ¡¿Qué estoy haciendo aquí?! ¡¿porqué me trajiste aquí?!

— Luces asustado todavía, supongo que no alcanzaste a ver suficiente aún — comentó incrédulamente rodando sus ojos y avanzando hacía una mesa de noche que estaba en medio de la cama.

— ¿V-Ver qué? ¡¿de qué estás hablando?!

— El sueño que tuviste — sintió su sangre helarse al escuchar las palabras del sujeto mayor — Juraría que tuviste una visión de tu vida pasada, hasta qué punto, no lo sé.

— ... ¿Vida pasada? — preguntó mirando cómo el mayor servía una copa de vino para caminar de vuelta hacía el oji-café con la copa en su mano.

— Lo mejor será que te lo explique todo con calma — dicho esto, se sentó frente a él en la cama, ofreciéndole la copa de vino, el chico la rechazó, haciendo al mayor verle algo confundido — ¿Qué pasa?

— No bebo alcohol — respondió sacudiendo su cabeza con nerviosismo, el contrario soltó una tosca risa nasal al oírle.

— Vamos, te he visto perderte de borracho con tu amiga rubia — un escalofrío recorrió el cuerpo de Taylor nuevamente — Adelante, no está adulterado en absoluto — algo temeroso y con las manos temblorosas, Taylor tomó la copa y dió un leve sorbo a esta misma, el vino realmente no sabía mal, por lo que no dudó que no tuviera nada dañino — Bien, para empezar, quiero disculparme por la forma tan abrupta en la que llegué a tu vida nuevamente, sé que pude haber sido muy tosco y chocante, pero realmente te he extrañado demasiado, y apenas te vi... no pude evitar querer ir contigo a abrazarte y besarte.

— ... ¿C-Cómo es eso de que tú y yo nos conocemos?

— Te conocí hace mucho tiempo atrás, antes de que toda esta civilización fuera erigida — explicaba calmadamente señalando la ventana de la habitación — Todo esto era apenas un poblado lleno de cabañas pobres y terratenientes codiciosos, tú eras un jóven aprendiz de doctor, yo era un caballero recién llegado de Londres al que le concedieron un terreno para habitar y trabajar aquí mismo.

— ¿Ha-Hablas de... l-la época de la colonización? — titubeó sin poder creer lo que oía.

— Exactamente Ty — sonrió de lado mientras seguía explicando — Un brote de viruela llegó a la población en la que vivíamos, tú eras un jóven aprendiz, pero eras el único doctor capacitado para ayudar a los enfermos. Un día, fuiste hasta mis tierras a pedirme que te concediera un tramo de mi terreno para alojar a los enfermos, a mí me importaba poco la cantidad de enfermos que había, pero... cuando te presentaste frente a mí, con ese brillo tímido en tus ojos, ese color rojizo en tus mejillas, esa vida que no observaba desde hacía siglos atrás, me hicieron quedar perdidamente fascinado por ti, añoraba conocerte, tenerte para mí, poseerte — murmuró mientras una sonrisa de par en par se dibujaba en su rostro, Taylor apretaba la copa de vino mientras los nervios y el pavor se apoderaban de su ser.

 
Jadeó por debajo en cuanto el contrario llevó su mano al rostro ajeno y empezó a acariciarlo, Robert sonrió al oír ese ligero sonido que, añoraba volver a oír desde hacía siglos atrás.

— Mi interés hacía ti me hizo compadecerme de todos esos peones enfermos, te brindé apoyo económico para cuidar de ellos, me daba ternura ver cómo te esforzabas en cuidar de mí para que no me contagiara, "tranquilo doctor, tengo la salud de un caballo" era lo que te decía, me derretía ver la cara de preocupación que tenías cada que un maldito peón estaba al borde de la muerte.

 
Se acercó más hacía Taylor para empezar a olfatear un poco su cabello negro, sonriendo y soltando leves gruñidos de gusto, gruñidos que solo hacían a Taylor temblar.

— Cuando la epidemia pasó, aún te ofrecí mi apoyo incondicional, tú lo aceptaste, y aceptaste ser mi médico de cabecera como forma de pagarme todo lo que hice por ti. Poco a poco, fui volviéndome más y más cercano a ti, logré conocer a fondo tu historia, tu vida; hijo de campesinos que lo regalaron a una temprana edad, al no poder costear nada para cuidarlo, te crió el doctor del pueblo, quien murió de una rara enfermedad siendo tú un muchacho, por lo que tuviste que asumir el mando de doctor del poblado, y cuando cumpliste veintiún años, llegué a tu vida, fue tan tierno cuando me preguntaste qué edad tenía, y yo sin muchos rodeos, te respondí... ¿quieres saber cuántos años tenía en ese entonces, Taylor?

— ... ¿C-Cuarenta? — murmuró aterrado mientras sujetaba la copa de vino entre sus manos, el mayor sonrió embobado para relamerse el labio inferior y acercarse más al oji-café.

— "Doscientos cincuenta y tres años, querido, pero no te dejes engañar, tengo la vitalidad y la lujuria de un hombre de veintidós" — soltó una ligera carcajada mientras movía de un lado a otro su cabeza, Taylor sintió su sangre helarse por completo al escuchar las palabras ajenas — Como era de esperarse, te espantaste, huiste de mí, eso me deprimió bastante, pero... sorpresivamente, al día siguiente, llegaste a mi hogar, y con un acto tan carnal y humano como lo es un simple beso, me hiciste sentir algo, que yo había dejado de sentir hacía siglos atrás... vida, deseo, tú me hiciste sentir vivo de nuevo, Taylor, tus labios me llenaron de vida otra vez, a pesar de que mi corazón no lograba latir.

 
— E-Espera — murmuró tratando de apartarse del mayor — N-No puede ser... e-esto que me dices, ¡n-no es posible que sea cierto! ¡¿esperas que crea todo lo que me dices?! ¡¡yo ni siquiera te conozco!!

 
— Imaginé que tu escepticismo te impediría creerme — murmuró apartándose de él para caminar hacía un muro donde había una pintura perfectamente conservada, para retirar esta misma y mostrar una antigua caja fuerte — 14, 07, 15, ¿sabes lo que significan esos números?
— ... ¿La fecha en que me conociste? — preguntó bastante abrumado y confundido, no sabía lo que eran esos números, solo trató de adivinar en base a lo que ese sujeto le explicaba.

— Qué listo eres — sonrió coquetamente para abrir la caja fuerte y tomar varias cosas que estaban en el interior de la misma, para volver a la cama y colocar esas cosas en frente de Taylor — La evidencia física es más difícil de refutar, querido.

 
— ... ¿Q-Qué es todo esto? — murmuró mientras tomaba con cuidado dichos documentos, papeles bastante viejos y deteriorados, de un color amarillento que dejaba muy clara su antigüedad. Tomó uno en específico, era un acta de defunción, firmada y sellada de forma muy fina y elegante, al leer dicho documento, Taylor no pudo evitar jadear totalmente perplejo — ¿T-Taylor Dawson?

— El apellido de tu familia campesina no era tan prestigioso para un jóven doctor, por lo que me ofrecí a darte mi apellido para que te presentes como todo un caballero frente a la sociedad, y admito que combina muy bien contigo — murmuró sonriendo coquetamente mientras Taylor seguía leyendo aquella pila de documentos, firmados y sellados por aquel tal Taylor Dawson, cuya letra era muy similar a la de él.

— ¡¿E-Esperas que crea esta estupidez?! — reclamó incrédulo — ¡Cualquiera puede tener mi nombre y mi letra, eso no prueba nada! — el mayor rodó sus ojos con molestia para tomar un viejo libro desgastado que estaba con dichos documentos.

— Este diario fue escrito por tu puño y letra, meses antes de que fallecieras — explicaba calmadamente mientras ojeaba las páginas de dicho diario — Insististe en dejar algo que pudiera revelarle a tu yo renacido todo lo que tu yo pasado pensaba y sentía, pensamientos que no compartías ni siquiera conmigo, que me volví tu esposo.

— ¡¿E-Esposo?! — reclamó incrédulo mientras miraba cómo el oji-azúl le hacía entrega de dicho diario.

— Debes comer algo, no has comido en todo el día — murmuró apartándose de la cama para caminar a la puerta de la habitación — Lee atentamente tus memorias, cuando termines responderé cualquier duda que te quede.

 
— ¡O-Oye, espera! — reclamó tratando de ir tras él, pero el sujeto se marchó antes de que Taylor pudiera levantarse de la cama — Maldición — bufó de mala gana mirando incrédulo los delicados documentos que estaban frente a él, al mismo tiempo que posaba su mirada café sobre aquel diario de portada aterciopelada, lo miraba con recelo y curiosidad, se sentía tonto al creer que todo eso pudiera ser posible, lo veía simplemente absurdo, pero por alguna razón, las palabras de ese sujeto hacían que su pecho latiera con fuerza.

Abrió dicho diario, la letra era muy fina, pero sin duda era exactamente igual a la letra de él, eso le hizo tragar en seco y sentir como todo empezaba a darle vueltas. 

Si estás leyendo esto, es porque ya habrán pasado muchos siglos después de mi muerte, confío en que mis memorias llegarán a las manos de mi yo futuro, y de esta forma, el legado que he dejado impreso en estas páginas, no habrá muerto en vano.

Taylor Nicolas Brown fue el nombre que se me dió al nacer, hijo de padres campesinos que me regalaron para poder garantizarme una vida mejor, criado por un doctor que me enseñó todo lo que sé, y al que lamentablemente tuve que ver morir a los 14 años. Algunos años después, me volví el doctor del pueblo, vi llegar a muchos Ingleses a los que les obsequiaron las tierras donde crecí, lo veía injusto, pero no hablemos de las injusticias de la vida, que este diario se me haría eterno sin llegar a nada concreto. A mis veintiún años, conocí a un hombre recién llegado de Inglaterra, de un acento tosco, bastante peculiar y diferente a cualquier hombre que haya visto antes, no lo vi raro en su momento, dado que los Ingleses eran todo un enigma para mí. Le pedí ayuda para atender a varios enfermos, y él sin dudarlo accedió, algo en mí debió causarle buena impresión, quiero creer que no fue el líquido en mis venas lo que motivó su deseo hacía mi persona, aunque creer algo así puede considerarse bastante crédulo e ingenuo.

Tragó en seco al leer el contenido de esas páginas amarillentas, cada palabra era algo fina y rebuscada, pero la forma de expresarse, era extrañamente familiar para Taylor. 

Poco tiempo me llevó enterarme de la verdad, el señor Robert Dawson, al que empecé a querer como un mentor, era un ser diferente a cualquier criatura cristiana que haya conocido en vida, creía que era un producto de mi imaginación, pero realmente él me perjuraba la verdad, conocimiento exacto sobre hechos pasados y documentos antiguos fueron fiel prueba de ello, pero no conforme con conocer su verdadera naturaleza, Robert me hizo una confesión mucho más increíble, él no me veía como un amigo, él me miraba con pasión, con lujuria, con mucho romance del tipo que un hombre sentiría hacía una mujer, no hacía otro hombre, y aunque mi mente veía eso como una blasfemia, mi cuerpo y mi corazón sintieron cosas extrañas, que aún a fechas en que escribo esto, no logro describir con exactitud.

Cerró abruptamente dicho diario aterciopelado, no podía seguir leyendo lo que decían sus páginas, "¿estoy soñando?", "¿me habré vuelto loco al no dormir?" fue lo que pensó en ese instante, mientras su pecho palpitaba como nunca, nada de lo que estaba viviendo era claro o coherente, ¿él había vivido antes? de ser así ¿cómo era posible que pudiera vivir actualmente? Dejó de lado dicho diario para seguir ojeando los documentos frente a él, todos firmados y sellados por el doctor Taylor Dawson, cada vez se sentía más y más estupido, porque no podía creer que una tontería como esas pudiera ser real. 

Su sangre se heló al llegar al fondo de los documentos, donde había una fotografía de lo que parecía ser un retrato de dos hombres de cabello negro, parados uno al lado del otro, el más alto era idéntico al sujeto de ojos azules, mientras que el más bajo, era la viva imágen de él mismo, hecho que hizo a Taylor empezar a temblar nuevamente, mientras un horrible dolor de cabeza empezaba a invadirle.

Se dejó caer boca arriba en la cama, jadeando mientras meditaba todo lo que le habían dicho, tenía miedo de seguir rebuscando, no se explicaba por qué, solo sentía que si seguía leyendo, iba a sufrir un terrible infarto. 

-



— ¡Estos es una tremenda idiotez de tu parte! — reclamó aquel sujeto alto mientras caminaba tras el chico de ojos cafés.

— Tú mismo dijiste que era posible.

— ¡Posible, no que realmente fuera a suceder Taylor!

 
— No entiendo porqué te pones así — dijo volteando a verlo con pesadez — Esto podría ser la respuesta a esto que tanto hemos añorado, y tú solo te limitas por culpa del miedo.

— ¡¿Me limito?! ¡tú no eres el que pasará sepa Dios cuántos años solo, Taylor! — reclamó tomando los brazos del sujeto de ojos cafés, quien agachó la mirada con pesar — ¡Escúchame por Dios santo, no estás seguro de que esto llegue a lograrse!

— ... Es por eso que necesito tu apoyo — murmuró mirando fijamente ese par de joyas azules que tanto amaba — Robert no sabes cuánto añoro que nuestros intentos den frutos, pero no puedo hacer esto solo, por favor... confía en mí, tal vez en nuestro presente no lo logre, pero... e-en el futuro quizás—

— ¡Basta! — reclamó apartándose de él para verle con decepción — No pienso jugar al científico y arriesgarme a perderte Taylor, perdóname, pero no puedo complacerte en esto — dicho esto, se dio vuelta y salió de aquella habitación, dejando solo al sujeto de ojos cafés, quien cayó de rodillas al suelo empezando a sollozar y jadear con pesadez.


Abrió de a poco sus ojos, volviendo a tener un amargo sentimiento de deja vu gracias a las imágenes tan nítidas de aquel sueño que acababa de tener. Se sentó en la cama mirando todo alrededor, seguía en aquella extraña cabaña, la luz del sol era cubierta por unas cortinas lavanda algo gruesas. 

Soltó un pesado suspiro mientras abrazaba sus propias piernas y pensaba en todo lo que le habían dicho la noche anterior, quería creer que era un muy mal sueño, pero haber despertado de nuevo en esa habitación, le dejaba muy en claro que eso no era un sueño.Le alertó escuchar cómo alguien entraba a la habitación nuevamente, volteó topándose con aquel par de joyas azules que le sonreían coquetamente, cargaba entre sus manos una bandeja llena de comida que realmente lucía apetitosa. 

— Buenos días querido — dijo acercándose a él para dejar la charola en su regazo y sentarse a su lado para plantar un dulce beso en las mejillas ajenas, cosa que hizo a Taylor mirarle algo nervioso y receloso — ¿Qué pasa, tuviste un mal sueño?

 
— ... ¿Esto es real? — preguntó totalmente abrumado, Robert sonrió calmadamente para tomar los cubiertos y empezar a cortar la comida de Taylor.

— Sí, es muy real — respondió calmadamente — ¿Leíste tu diario?

— No mucho, me perturbó — sus palabras hicieron a Robert reír sutilmente — Dijiste que responderías cualquier duda que tuviera.

— Y lo haré, solo necesitas preguntar.

— ... ¿A qué edad fallecí? — el semblante tranquilo de Robert pasó a ser uno de pena y frustración, cosa que hizo a Taylor arquear dudoso una ceja.

— A tus treinta años — respondió sin más — Desde que nos conocimos, tú y yo vivimos juntos un período de tiempo muy corto, pero fueron los mejores años de toda mi vida.

— ¿De qué morí?

 
— Eso es un poco más complejo de explicar — afirmó tomando la barbilla ajena para acariciarla con ternura — Lo mejor es que primero logres convencerte de que todo esto es real, tú mismo me pediste que te contara de tus planes cuando estuvieras lo suficientemente familiarizado con todo esto.

— ¿Yo te lo pedí?

— Así es, tú estabas resignado ya, tenías planes en caso de que inevitablemente murieras, cosa que... evidentemente sucedió — murmuró con la voz apagada mientras agachaba la mirada — Me pediste que fuera paciente, que en algún punto, tú ibas a renacer sin recuerdos, y ambos íbamos a reencontrarnos, cosa que acaba de pasar.

— ... ¿Cómo sabías dónde encontrarme?

— Te obsesionaste con historias viejas sobre reencarnación y nacimiento, puros mitos que a mí me parecían de lo más absurdo, pero tú perjuraste que podrían ser ciertos, por lo que me pediste que usara mis dones para poder encontrarte.

 
— ¿Dones?

— Todos los de mi especie tienen dones especiales, el mío es, que con tocar alguna de tus pertenencias o alguna parte de tu cuerpo, podría ver tus memorias, saber quién eres, dónde estás, qué has hecho hasta ahora, todo eso; cuando falleciste, revivía una y otra vez tu vida como si de un viejo libro se tratase, lo hacía para mantenerte vivo en mis memorias, y también con la esperanza de que algún día, un nuevo capítulo de ese libro fuese abierto.

 
— ... Así que, cuando yo nací—

— Lo supe — sonrió coquetamente — No quise venir a verte en ese momento, con lo desesperado que estaba por verte, sentía que era capáz de raptarte y de cuidarte yo mismo, pero tú mismo me pediste que te dejara crecer hasta los veintiún años, y de esa forma, nos conoceríamos de nuevo, a la misma edad que la primera vez — Taylor frunció el ceño totalmente abrumado y confundido — Sé que es muy confuso, todo un tema difícil de creer.

 
— ... No puedo creer que esto sea cierto, siento que todo es... un muy mal sueño — susurró dejando la comida de lado, Robert inclinó un poco la cabeza mientras una ligera sonrisa se posaba en su rostro.

— ... Hay algo que podemos hacer, para que sepas lo íntimos que somos tú y yo — un gran rubor se acentuó en las mejillas de Taylor al escuchar las palabras del mayor.

 
— ¿Q-Qué tienes en mente? — murmuró temeroso mientras observaba la sonrisa coqueta del señor Dawson, quien dejó la charola con comida a un lado para empujar cuidadosamente a Taylor en la cama para empezar a acariciar sus mejillas, el pecho de Taylor empezó a latir con mucha fuerza, su respiración se agitó de golpe, sentía una extraña emoción que le era muy familiar, como si esa no fuera la primera vez que hacía algo como eso.

— Tu cuerpo siempre ha sido muy delicado — susurró pasando su dedo por los labios ajenos, Taylor jadeaba suavemente con nerviosismo — La primera vez que te tomé, no dejabas de rogarme que parara, pero tus ojos me dejaban claro que querías que siguiera.

— Robert — jadeó suavemente, y al hacerlo, un extraño sentimiento invadió su pecho, apenas y lograba recordar el nombre de ese hombre, ¿cómo logró pronunciarlo de forma tan suave y natural?

 
El contrario sonrió calmadamente mientras seguía explorando el cuerpo ajeno.

— Parece que empiezas a recordarme — murmuró alzando la camiseta ajena, sacándole a Taylor un quejido de incomodidad.

— ¡¿O-Oye qué estás—

— Miren nada más — dijo risueño mientras pasaba su dedo cerca de uno de los pezones del oji-café — Aquí está, extrañaba tanto este pequeño lunar.

 
— ¡¿C-Cómo sabes de mi— calló sus palabras abruptamente al pensar en la evidente respuesta, se le hacía tonto llamar "evidente" a una explicación que aún seguía sintiendo como algo meramente fantasioso, aunque en el fondo, empezaba a sentir que todo eso no era del todo una fantasía.

— Conozco cada lunar en tu cuerpo — afirmó para empezar a desabrochar el pantalón ajeno, Taylor jadeó echando la cabeza hacía atrás, estaba muy asustado, pero su cuerpo raramente quería que Robert no se detuviera — Tienes uno justo aquí en el vientre — explicó posando su dedo sobre el área en cuestión — También tienes uno en el trasero, específicamente en la nalga derecha.

 
— ¡B-Basta! — se quejó apartando las manos ajenas de su cuerpo para sentarse en la cama y arreglar su ropa, Robert sonrió de lado mientras inclinaba un poco la cabeza.

— Me encanta que sigas siendo tan explosivo.

— Deja de decir esas cosas — murmuró avergonzado mientras se abrochaba el pantalón — O-Oye, e-es muy tierno todo lo que dices sobre nuestra "vida pasada" y todo eso, pero yo tengo una vida ahora, estudio medicina, tengo amigos, una familia, una vida, ¿p-pretendes que ahora viva de acuerdo a lo que tú quieres que sea según ese diario que dejó el yo del pasado? — Robert miró a otro lado con algo de seriedad al escuchar las palabras ajenas — Creeme que trato de ponerme en tu lugar, pero tú ponte en el mío ¿de acuerdo?

— ¿Aún necesitas pruebas para creerme?

— ¡Te creo Robert, enserio! pe-pero yo no puedo jugar a ser tu pareja renacida, entiéndeme, tengo una vida que no puedo dejar de lado — murmuró apenado mientras abrazaba sus propias piernas y miraba a Robert con detenimiento — S-Sé que esto puede ser muy decepcionante para ti, y me apena no poder ser tu Taylor, pero... e-el Taylor que tienes en frente, no puede jugar a ser pareja de un perfecto desconocido.

 
Robert sonrió de lado con pesar, para acercarse un poco a Taylor y pasar su mano por la mejilla ajena.

— Bien, tienes razón, es muy egoísta de mi parte forzar a renunciar a esta vida y aceptar la anterior, considerando que apenas estás empezando a vivir. Solo te pido algo, Taylor, déjame ser parte de esta nueva vida — murmuró con voz suplicante mientras pegaba su frente con la de Taylor, haciendo que este se quedara estático — Esperé muchos años para volver a tenerte conmigo, siglos enteros donde solo añoraba volver a tenerte con vida, es por eso que te ruego que me dejes ser parte de tu nuevo yo, déjame volver a enamorarte, no quiero seguir siendo un extraño, por eso me comprometo a intentar ganar tu corazón de nuevo, y si no lo logro, estás en tu derecho de alejarte de mí para siempre.

El corazón de Taylor empezó a doler de forma considerable al escuchar las palabras ajenas, era extraño, aunque técnicamente eran completos desconocidos, sentía que dicha cercanía con Robert, la había echado de menos toda su vida.

— ... De acuerdo — susurró mientras sus temblorosas manos iban a las mejillas ajenas, y le dedicaba una sonrisa tímida al señor Dawson — E-Eso sí puedo permitirlo — dicho esto Robert no pudo evitar acercarse hacía él y plantarle un suave y cálido beso en los labios a Taylor, beso que le hizo sentir un extraño cosquilleo en su interior, cosquilleo que jamás había sentido hasta ese momento.

Luego de algunos segundos, se apartó de dicho beso por falta de aire.

— D-Debo ir a la escuela, ¿c-crees que pueda tomar un autobús por aquí?

— Nada de eso — dijo tomando la mano ajena y besándola con ternura — Te llevaré yo mismo, si no te molesta claro.

— N-No, no me molesta — murmuró sonriendo apenado, Robert se levantó para sacudir su ropa y sonreírle al oji-café.

— Bien, vé a prepararte, estaré abajo esperándote — dijo para empezar a caminar a la puerta de la habitación.

— E-Espera — murmuró logrando que Robert volteara a verle de nuevo.

— ¿Qué sucede?

— ... ¿A-A ti no te afecta el sol? — Robert sonrió calmadamente al oír las palabras ajenas.

— Es el siglo veintiuno, querido — las palabras ajenas abrumaron a Taylor, quien solo pudo mostrar un semblante confuso ante las palabras del señor Dawson, sin embargo, el mayor solo sonrió guiñándole el ojo al contrario para salir de la habitación, dejando a Taylor con un amargo sabor de boca, y una rara sensación de duda y confusión.



-

Luego de comer y de meditar lo que realmente le estaba sucediendo, Taylor salió de dicha habitación, llevaba puesta la misma ropa del día anterior, se había duchado sí, pero no tenía un cambio de ropa para usar, aunque igual le importaba poco repetir prendas.Llegó al recibidor de aquella acogedora cabaña, donde el aroma a tabaco era predominante en dicho lugar, afortunadamente a él no le molestaba. 

Salió de la vivienda observando un auto negro estacionado en frente, a cierto sujeto de cabello negro apoyado en este mismo fumando un habano tranquilamente, a Taylor se le hizo raro ver que el sol empezaba a golpear un poco, y a él no parecía afectarle. — ¿Listo? — preguntó sonriéndole calmadamente.

— Sí — respondió llegando con él y observándole curiosos — ¿Que el sol no te hace nada?


— Lo hace, pero gracias a los avances tecnológicos solo necesito un trago de esto — comentó sacando una pequeña botella de su bolsillo para mostrarsela a Taylor — Y puedo estar bajo el sol como si nada.


— Vaya — murmuró asombrado para subirse al auto con Robert, quien encendió el mismo y empezó a conducir rumbo a la universidad de Taylor, ya sabía dónde quedaba, no era un secreto para ninguno el hecho de que el oji-azul había estado espiando a su "pareja", y que ya estaba al tanto de muchos detalles de su vida.

 
Luego de unos minutos de silencio, Taylor rompió este mismo empezando a hacer preguntas que, honestamente él no quería hacer, pero sentía que lo peor era dar todo por sentado sin cuestionar.

— Y am... Robert — murmuró llevando uno de sus mechones tras su oreja — ¿Tú... ya sabes... bebes sangre humana?

 
— Obviamente debo vivir de algo, Ty — admitió entre pesados suspiros — Existen varios tónicos para que los vampiros limiten su consumo de sangre, pero no te quita por completo el deseo y la necesidad de beberla, ¿comprendes?

— Así que... ¿matas personas? — Robert tomó aire alzando levemente las cejas.

— No puedo mentirte Taylor, por más que desee hacerlo — admitió suspirando pesadamente — La verdad sí mato gente de vez en cuando, pero jamás a inocentes, solo a bastardos que realmente merezcan que les sucedan cosas malas.

— ¿Criminales?

— Criminales, violadores, gente que solo sea una carga de la sociedad.

— Entiendo — murmuró soltando un pesado suspiro para seguir viendo a través de la ventana, aunque oír la voz de Robert le hizo voltearse nuevamente.

— ¿Te digo algo? tú y yo ya tuvimos una conversación así hace mucho tiempo, jamás te ha parecido bueno que yo mate para vivir.

— Imagino que sí — murmuró agachando sutilmente la mirada, aún le incomodaba oír detalles sobre su "vida pasada".

— Incluso tú y yo llegamos a un pequeño acuerdo, en el que tú me dejarías beber tu sangre, para así no tener que asesinar personas.

— ¿Y por cuánto tiempo lo cumpliste?

— Hasta el día en que falleciste — afirmó sin más mientras seguía conduciendo, un nudo se formó en la garganta de Taylor al oírle, inevitablemente quería conocer más detalles sobre su muerte, pero al parecer, Robert aún no podía decírselo todo de golpe, por alguna extraña razón.

— ... ¿Puedo preguntarte algo?

— Adelante.

 
— Si tanto me... querías a tu lado — reformuló sus palabras, le aterraba e incomodaba mucho usar la palabra "amar" sobre todo porque él hasta esos instantes, jamás había tenido un novio u novia formal, mucho menos una pareja tan íntima como un "esposo" — ¿Porqué no me convertiste? habríamos podido vivir juntos eternamente sin esta inexplicable y dramática separación.

— El tema de nuestra separación y el no haberte convertido es mucho más complejo de lo que crees, Taylor, y preferiría explicártelo todo más adelante. Sé paciente, ya sabrás a lo que me refiero con todo esto.

— Me incomoda mucho esta situación, pero más me incomoda al saber que hay cosas que no sé, y que me estás ocultando.

 
— No será por mucho tiempo, te garantizo que sabrás todo a su debido tiempo, por ahora dime, ¿no has leído más tu diario?

— Mh, no — murmuró agachando la mirada — Me pone muy nervioso leerlo, así que prefiero abstenerme de hacerlo por ahora.

— Como quieras, pero será mejor que sepas lo que te pasó a través de tus propias palabras, sería más fácil de digerir y de entender para ti.

— ¿Tú leíste este diario?

— No, quise hacerlo, pero preferí esperar a que tú lo leyeras primero, de todos modos, es una conversación íntima contigo mismo, y aunque soy tu esposo, no quiero invadir tu privacidad.

— ¿Mi esposo? — bufó algo asombrado — ¿N-Nosotros nos casamos legalmente?

— Legalmente te di mi apellido, y digamos que moví algunos contactos para que nos casaran en secreto así que... sí, legalmente nos casamos — sonrió coquetamente mirando de reojo al oji-café, quien tomó aire pasando sus manos por su rostro.

— No puedo creerlo, esto sigue siendo imposible de creer para mí — admitió soltando pesados suspiros.

— Descuida, te acostumbrarás — murmuró sonriendo calmadamente para tomar la mano de Taylor y acariciarla dulcemente,el chico miró apenado al mayor, todo lo que estaba sucediendo era demasiado abrumador para él, amaría creer que era una broma de mal gusto, pero, toda la evidencia, las cartas, la foto, y sus sueños que más que sueños parecían espejismos de su vida pasada, le dificultaban mucho tomarse todo eso como un chiste o una broma de más gusto.


-

Al llegar a la universidad, Robert se bajó del auto junto a Taylor, este mismo sujetaba su mochila con algo de fuerza, miraba de reojo a las personas transitando en el campus, todos lucían tranquilos, en esos momentos envidiaba mucho la tranquilidad de esas personas.

— Bien, debo ir a atender unas cosas de mi trabajo, volveré por ti al atardecer.


— ¿Tú trabajas?

 
— Por supuesto Taylor, ¿crees que ser inmortal es barato?

 
— Si yo fuera inmortal y no tuviera dinero me habría clavado una estaca en el pecho hace mucho — dijo Taylor rodando sus ojos de forma cínica, sacándole a Robert una sutil carcajada.

— Creo que cualquiera lo haría — tomó cuidadosamente la barbilla ajena para sonreírle calmadamente — Ten un buen día, querido.

— ... Hoy iré a casa con mi tío, debe estar muy preocupado por mí — murmuró agachando la mirada, la forma tan dulce e intensa en que Robert le miraba, empezaba a hacerle sentir de forma muy incómoda.

 
— Como gustes — susurró acariciando el rostro ajeno — Dije que no interrumpiría tu vida, y quiero cumplir con mi palabra.

 
— Te lo agradezco — dicho esto, quitó la mano ajena de su rostro para darse vuelta y caminar a paso acelerado hacía el interior de dicho edificio, quería alejarse lo más que pudiera de ese hombre y de su dulce y misteriosa mirada color celeste, necesitaba meditar a solas, tal vez distraer su mente le ayudaría a calmarse un poco, o al menos eso era lo que él quería creer.


-

Las horas pasaban, y la mente de Taylor seguía divagando, pensaba en el hombre de ojos azules, en su historia, en la aparente vida que ambos tenían juntos, en ese último y extraño sueño que por alguna razón, le generaba un nudo en la garganta bastante denso, que le dejaba claro que sucedió algo entre ambos, algo muy difícil de ignorar, y era por eso que Robert tenía tanta insistencia porque leyera sus propias memorias.

Se sentó en una banca del campus, tenía media hora libre debido a la falta de un profesor, por lo que decidió sentarse a tomar aire, el clima era suave y dulce, perfecto para seguir meditando sobre las extrañas cosas que le estaban sucediendo. 

Sacó de su mochila el diario aterciopelado que todavía tenía miedo de leer, le preocupaba mucho saber con qué se toparía, pero sentía que peor era hacerse la vista gorda, así que algo dudoso y receloso, abrió este mismo, y empezó a ojear sus páginas.

La vida con Robert ha sido de lo más dichosa y fascinante posible para mí, me ha ayudado a aprender más de anatomía y a conocer el cuerpo humano, y como pareja, no creo necesario admitir lo maravilloso que ha sido conmigo, jamás llegué a imaginar que lograría enamorarme tanto, mucho menos de otro hombre. 

Tragó en seco al leer dicho párrafo, sus mejillas enrojecieron al recordar la dulce mirada celeste del sujeto inglés.

Un día, llegaron unos cargamentos desde Londres, Robert había mandado traer varias pertenencias suyas, muchos libros llenos de conocimiento oculto, varios eran diarios que él mismo escribió sobre lo poco que había descubierto sobre su especie, él me ha contado poco de su juventud, solo me ha confesado que era hijo de personas influyentes que tuvieron que huir de escocia y vivir en Inglaterra, hasta que el inicio de la colonización les dio la oportunidad de conocer nuevos horizontes, sin llamar mucho la atención, desde luego. 

Entre los libros que él mandó traer, me topé con un libro de anatomía muy peculiar, tenía una palabra que yo desconocía en absoluto, "licántropos", pregunté a Robert lo que eran y no quiso darme explicación alguna, era la primera vez que sentía que él me escondía algo. 

— ¡Taylor! — clamó una voz femenina que llegaba abruptamente con él, haciendo al chico de ojos café dar un ligero brinco y cerrar abruptamente su diario, alzando la mirada y topándose con una chica rubia de encantadora sonrisa que le miraba algo curiosa — ¿Está todo bien?

— S-Sí — dijo dejando de lado su diario — ¿Cómo estás Mónica?

— Muy bien, ¿y tú? tu tío me llamó ayer preocupado, no tenía idea de dónde estabas, ¡no me digas que tú y Julius—

— ¡No, por Dios santo! — clamó interrumpiendo abruptamente las palabras ajenas, haciendo a la chica reír.

— Ty eres un hombre, es normal que tú y tu novio ya quieran pasar al siguiente nivel.

— Julius y yo no somos novios ¿okey? solo estamos saliendo, llevando las cosas con calma, ¡obviamente no voy a meterme a la cama con él tan pronto! — la chica bufó rodando sutilmente sus ojos.

— Bueno, ¿y dónde estuviste entonces?

— Y-Yo... — agachó algo apenado la mirada, no sabía si era buena idea decirle sobre eso a su mejor amiga, sin duda lo vería como un loco — ... ¡Bien, me quedé en casa de Julius! — dijo avergonzado mientras miraba a otro lado, era una mentira evidente, él aún tenía miedo de llegar a lo físico, y de cierta forma dicho tema le frustraba, porque su "novio" varias veces le preguntó cuándo iban a hacerlo, y el chico de ojos cafés siempre evitaba el tema.

— ¡¿Lo ves?! ¡eres un sinvergüenza! — exclamó entre suaves risas mientras palmeaba el hombro ajeno, Taylor sonrió avergonzado mientras tomaba el diario aterciopelado y lo guardaba en su mochila, prefería eso antes que su amiga lo abriera y leyera algo indebido — ¡Pues dime! ¿qué tal estuvo?

— Ahh, y-yo... — titubeó dudoso rascándose la nuca tratando de pensar qué decir, no tenía idea de qué mentira inventarse, él no sabía nada de sexo, solo sabía tocarse en su habitación cuando su tío no estaba, de resto su cuerpo era complétamente virgen. 

Sintió su sangre helarse al ver cierto auto negro estacionándose en frente del campus, "¿qué hace aquí tan temprano?" era lo único que lograba pensar.


Se quedó helado viendo cómo el sujeto pelinegro bajaba del vehículo en compañía de un hombre de cabello castaño, y por más que su amiga le hablaba, Taylor no lograba prestarle atención alguna.

— T-Tengo que irme — dijo levantándose para tomar las mejillas de su amiga y besarle una de estas, para acto seguido, avanzar hacía el edificio al que se dirigía el sujeto de ojos azules, temprano quería estar lejos de él, sí, pero ahora no dejaba de preguntarse qué es lo que hacía allí.


Entró al edificio esquivando a muchos otros alumnos, vió que ambos ingresaban a una oficina que quedaba en medio del pasillo, quiso pararse en la puerta a oír qué era de lo que hablaban, aunque oír una voz externa hablándole, hizo que su piel se erizara de golpe.— ¿Ty? — volteó de repente al escuchar cómo pronunciaban su nombre, topándose con un par de ojos verdes y una sonrisa encantadora que le hizo sonreír apenado.


— J-Julius — sonrió llevando sus manos tras su espalda — C-Creí que estabas en clases.

— Tengo una hora libre, la profesora Mcarthur enfermó.

— Ah, es verdad... — murmuró por debajo mientras un "demónios" rebotaba por su mente, ese chico era muy dulce con él, y empezaba a creer que sí le gustaba, pero desde que la palabra "sexo" empezó a ser recurrente para el sujeto de cabello castaño, el de ojos cafés comenzaba a sentirse muy abrumado y nervioso.

— ¿Tuviste un día difícil?

— N-No, solo algunas materias aburridas, ya sabes, nada que no pueda manejar — admitió alzando los hombros sutilmente, el contrario soltó una suave carcajada mientras estiraba su mano hacía la mejilla ajena.

— Oye, te quería preguntar si querías ir a ver una película hoy en la noche conmigo, estrenarán "colmillos y garras" la película que querías ver.

— A-Ahh, sí, esa película — "qué irónico" rebotaba por su mente al escuchar eso, trataba de pensar en una excusa razonable para declinar dicha invitación con evidentes intenciones sexuales, pero antes de poder pronunciar algo, el ruido de la puerta de la oficina abriéndose le hizo quedar petrificado.

Volteó de repente, quedando de frente con ese par de hermosas joyas azules que de forma innata le quitaban el aliento, "¿porqué reaccionaba de esa forma?" pensaba sin cesar, trataba de no relacionarlo con el hecho de que ambos eran "esposos", pero Taylor no dejaba de sentirse confundido y frustrado por la forma en la que aquel caballero inglés lograba ponerle nervioso, era como si ambos realmente estuvieran predestinados a ser el uno para el otro.

— ¿Taylor? — habló calmadamente, aunque ver la mano del castaño en la mejilla del pelinegro, le hizo arquear una ceja con recelo — ¿Está todo bien?

— R-Robert — titubeó sin saber qué decir.

— ¿Se conocen? — preguntó el castaño con recelo, logrando que Ty quitara su mano de su mejilla para verle atentamente.

— S-Sí, amm... e-él es—

 
— Amigo de su tío — dijo Robert sonriendo calmadamente, para llevar su mano al hombro del más bajo, logrando que las mejillas de Taylor enrojecieran sutilmente.

 
— ¿Amigo de Stan? vaya, creí que ese anciano no tenía amigos — dijo entre risas algo cínicas que hicieron a Robert sonreír algo incrédulo, y a Taylor agachar apenado la mirada.

 
— La vida está llena de sorpresas — dijo Robert mientras retiraba su mano del hombro ajeno para arreglar su traje y caminar calmadamente a la salida, no sin antes voltear de nuevo y ver a Taylor con atención — Tu tío no quiere que llegues tarde, por favor vete directo a casa.

— S-sí — asintió algo nervioso, pero más nervioso le puso ver cómo Julius se paraba junto a él y rodeaba su cuello con su brazo.

— De hecho señor, Ty y yo queremos ir al cine esta noche — dijo sobrante de confianza, cosa que hizo a Robert sentir una rabia intensa, pero más odiaba ver cómo apegaba el cuerpo de su esposo al suyo como si nada, deseaba estrangular a ese impertinente sujeto, pero solo se limitó a sonreír de forma sobria y arquear una ceja.

— ¿En verdad? vaya, pues, diviértanse mucho, solo recuerda avisarle a tu tío, ¿está bien? — dichas palabras hicieron que el pecho de Taylor doliera como nunca, por alguna razón, estar en esa situación, y ver la reacción del señor Dawson, le causaba una incomodidad terrible.

Dicho esto, Robert se dio media vuelta y avanzó a la puerta de ese edificio, Julius chasqueó su lengua con recelo mientras miraba receloso el semblante nervioso de Taylor.

— Qué tipo tan raro, ¿y tú porqué tienes esa cara?

— D-Disculpa — murmuró apartándose de su agarre para avanzar algo apurado a la salida, quería hablar con el señor Dawson antes de que este se marchara.


Salió al campus avanzando a prisa, mirando la delgada silueta de Robert avanzando hacía su auto con tranquilidad, pero aunque caminaba despacio, Taylor veía que se alejaba cada vez más y más de él.

— ¡Robert! — clamó llegando finalmente con él, su piel se erizó cuando Robert volteó y le miró con severidad, sus ojos azules mostraban enojo y frialdad, no cabía duda, estaba furioso. 

— Así que es por esto que no quieres que me involucre en tu vida.

— ¿Q-Qué haces aquí? creí que venías al atardecer.

— Soy amigo del director, me lo encontré en el centro y me ofrecí en traerlo, pero veo que tú contabas con que yo no viniera de nuevo — escupió de mala gana mientras sonreía cínicamente, un par de perlas blancas de tamaño considerable lograron verse dentro de su boca, cosa que hizo a Taylor dar un paso atrás con terror, dicho gesto hizo que Robert se sintiera frustrado y decepcionado — Parece que he perdido mi tiempo. 

— Robert déjame que te explique por favor.


— No es necesario Taylor, tú no me conoces, y tal parece que yo no te conozco tanto como creí, conocer a tu yo del pasado no es garantía de conocer al presente... y que tu "yo" del pasado me haya amado, no es garantía de que el nuevo tú me amará también — dicho, el sujeto inglés se dió la vuelta para caminar hacía su auto, aunque sentir un agarre en su brazo de parte del chico de ojos cafés, le hizo frenarse de repente.

— Robert, escúchame por favor — murmuró apenado mirándole atentamente — Creeme que yo siento mucho el no poder corresponderte como esperas, y-yo sé que siento algo, pero... caray, apenas ayer me dijiste todo esto, ¿e-esperabas que ayer mismo empezara a vivir contigo y dejara toda mi vida tirada?


— Para nada Ty, tienes toda la razón, la culpa es mía por creer ilusamente que todo volvería a ser como antes — murmuró mirando de reojo al chico de ojos café, quien lucía bastante apenado — Fue precisamente por esto que te advertí hace siglos que era mala idea que te entregaras a la muerte, pero pensaste sin consultarme, y ya no puedo hacer nada para cambiarlo.

— Explícame, por favor — murmuró sujetando el brazo ajeno — Dime porqué morí.

— Léelo tú mismo, si yo lo digo no sabré explicarlo, aunque bueno, eso ya no tiene sentido, de todos modos, me quedó claro que no tienes intenciones de intentarlo — apartó su brazo del cuerpo de Taylor para subirse a su auto, ignorando al chico parado junto al vehículo con semblante dolido y frustrado.

 
Miraba el auto de Robert marcharse sin más, mientras un horrible dolor le llenaba el pecho, ¿porqué ese dolor era tan fuerte? no dejaba de preguntarse eso, y por más respuestas lógicas que trataba de maquinar, ninguna era coherente, al menos no para él, la única respuesta que hallaba razonable, era irónicamente la más fantasiosa, "mi mente no te recuerda, pero mi pecho y mi alma sí" fue lo que pensó, mientras un pesado suspiro salía de sus labios, su mente trataba de convencerse de que tal vez al marcharse Robert, todo volvería a la normalidad, no obstante, su pecho sintió un vacío horrible, vacío que por alguna extraña razón, sentía que siempre le acompañó, y solo ahora que ese hombre inglés había llegado a su vida, dicho vacío se había esfumado. 

Suspiró pesadamente mientras se abrazaba a sí mismo, la brisa le golpeaba el rostro suavemente, el raro sentimiento del deja vu le invadía nuevamente, al mismo tiempo que miraba cómo ese auto negro se perdía en el camino, seguramente se dirigía al bosque, a vivir oculto de la sociedad, de todo lo que pudiera recordarle los años que tardó en esperar a esa persona que amaba, y ahora que parecía haber vuelto a la vida, tenía que ver cómo vivía nuevamente, sin él.


Continuará...


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- Gema.


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