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01 - El Alfa De Ojos Azules I (Omegaverse)

Camina exhausto después de aquella jornada laboral tan demandante que tuvo ese día, los pies le mataban, pero más insoportable era el calor que sentía en su cuerpo a causa de esa odiosa época en la que su ser le exigía aparearse con alguien para tener crías, se le hacía repugnante estar tan necesitado, y ni hablar de la vergüenza pública que debía tolerar gracias a sus odiosas feromonas.

Llegó a la puerta de esa casa que debía llamar "su hogar", se le hizo raro ver un auto negro del año estacionado en frente de la misma, pero no le dió mucha importancia, tomando en cuenta que seguramente se trataba de uno de los socios de su progenitor, solo se limitó a abrir la puerta y entrar, debía ir rápidamente a encerrarse a su cuarto, si su padre tenía visitas entonces no iba a tolerar que el desagradable aroma que su hijo bastardo incomodara a los invitados.

Ingresó a su hogar, avanzando lo más rápido que podía, hasta que, repentinamente se detuvo al sentir un intenso aroma a tabaco, no era un aroma habitual, era fuerte, intenso, debía ser un alfa, y uno bastante fértil y varonil, el olor tan pronunciado era una pista muy obvia de ello.

"Mejor me marcho" pensó, ese olor hacía que con más razón deseara ocultarse, o de lo contrario, sus feromonas empezarían a salir y a impregnar el aire con ese aroma a menta tan desagradable para las personas, ese aroma que le causó tantos problemas a Taylor desde que tuvo su revelación a los 14 años, a una edad algo tardía, dado que la mayoría a los 10 u 11 ya sabía a qué "categoría" pertenecían, sin embargo, Taylor la tuvo a los 14, y no conforme con eso, resultó ser un omega defectuoso, de un olor que en vez de atraer, solo ahuyentaba a los alfas, era normal que un señorito omega tuviera un aroma dulce y sutil, un fuerte signo de que era un omega muy sano y fértil, no era un misterio entonces asumir que, si ese aroma tan desagradable provenía de él, era porque Taylor era de naturaleza defectuosa, adjetivo que sus allegados utilizaban para referirse a él desde el momento de su revelación, y que sin importar cuanto lo oyera, siempre afectaba al chico de ojos cafés y cabello negro.

Se alertó al escuchar cómo alguien pronunciaba su voz, se trataba de su padre, quien caminaba hacía él con un trago de whisky en la mano, y una muy notoria expresión de molestia que hizo al chico tragar en seco.

— ¡¿Qué estás haciendo aquí?!

— ¡Y-Ya iba a mi cuarto, te lo juro! — murmuró con nerviosismo mientras daba varios pasos hacía atrás, su padre jadeó con desagrado al acercarse a su hijo y percibir ese aroma que le resultaba tan nauseabundo, cubrió su naríz y su boca con su mano mientras miraba al menor con odio absoluto, logrando que este agachara la mirada con pesar.

— ¡Eres un asco ambulante! — exclamó de mala gana — ¡¡Lárgate de aquí, no quiero que andes expulsando tus feromonas como toda una puta en busca de marido en frente del señor Dawson!

— Y-Ya me voy padre — dijo mientras se disponía a subir las escaleras principales, aunque, se quedó estático al sentir cerca ese intenso aroma a tabaco, y al escuchar una voz fuerte y decidida que logró que su piel se erizara por completo.

— ¿Todo bien, Albert? — preguntó aquel caballero de acento inglés, mientras avanzaba al lugar donde charlaban padre e hijo; alto, bien parecido, cabello negro que le llegaba a los ojos, encantadora sonrisa que derretía a cualquiera, cualidades increíbles de las que gozaba ese hombre, pero lo que derritió por completo a Taylor, fue ver un par de bellos ojos azules tan deslumbrantes como el de una adolescente alfa, le fue imposible no perderse en ellos apenas los vió.

Su corazón empezó a latir con fuerza al ver cómo el caballero fijaba su mirada en él, y le sonreía de lado con cortesía, al mismo tiempo que se disponía a verlo de arriba a abajo con detenimiento, de una forma un tanto lasciva y coqueta, que hizo que las mejillas de Taylor ardieran como nunca.

— ¿No nos vas a presentar, Albert? — preguntó aquel caballero mientras se acercaba más, mirando detenidamente a ese chico, quien a leguas se notaba que era un omega; vestía unos jeans viejos y rotos, tenis sucios y desgastados, un suéter blanco y una camisa de cuadros turquesa con detalles blanquecinos, lucía como alguien de pocos recursos, cosa que le causó ternura a ese alfa inglés, pero lo que más logró conmoverle, fue la expresión tímida que revelaban esos ojos cafés.

— Ah, R-Robert... — titubeó el padre del chico, quien se notaba que no tenía intenciones de presentarlos, de hecho, lucía frustrado y decepcionado de tener que presentarle a su socio ese "error" que tuvo como hijo — Él es Taylor, el menor de mis hijos.

— Es un placer, Taylor — dijo Robert extendiéndole su mano al chico, este jadeó sutilmente dando un paso atrás, seguía algunos escalones arriba, mirando desde abajo la bella sonrisa que le dedicaba ese caballero inglés — Cálmate, no te voy a hacer nada, solo te quiero saludar.

Al notar la mirada de odio que su padre le dedicó, Taylor bajó las escaleras para acercarse un poco y estrechar la mano de ese alfa, su cuerpo temblaba considerablemente, jamás había estado tan cerca de un alfa tan atractivo como lo era el señor Dawson.

— El placer es mío, señor — murmuró tímidamente, logrando que Robert sonriera coquetamente y de forma un poco retadora, ¿porqué lo miraba así? no lo sabía, solo sabía que eso provocaba un intenso rubor en sus mejillas, e inconscientemente, le hizo hacer algo que los omegas hacían cuando buscaban pareja, una acción que muchos a su edad ya dominaban perfectamente, pero él aún tenía problemas con eso, y esa era la raíz de muchos de sus problemas.

Un ligero gesto de asombro se reflejó en la cara de Robert, al detectar ese aroma a menta tan cerca suyo, jamás había experimentado un olor tan singular y distinto, "¿realmente proviene de él?" pensaba, mientras su mano seguía apretando la de Taylor, quien al notar el gesto del señor Dawson, agachó apenado la mirada mientras su cuerpo empezaba a temblar.

— P-Perdóneme — susurró algo temeroso, luchando por contener su "peste", pero Robert no parecía disgustado, todo lo contrario, parecía que dicha esencia se le hacía, disfrutable.

— ¡Taylor! — clamó el mayor mientras jalaba el brazo de su hijo y lo empujaba hacía las escaleras de forma brusca, Robert miró con recelo al mayor ante esto, pero el hombre solo carraspeó y sonrió de forma cínica — Lamento la actitud de mi hijo, señor Dawson, usted sabe lo despreciables e inútiles que son los omegas — dijo de forma incrédula mientras tomaba el hombro del señor Dawson — ¿Qué le parece si vamos a seguir charlando en la sala?

El inglés miraba con indiferencia a ese hombre que hablaba de forma tan despectiva de su propio hijo, comprendía que los omegas eran la categoría débil de la cadena alimenticia, pero igual veía exagerado que fueran tratados de forma tan baja e insignificante. Miró de reojo a Taylor, quien parecía aún muy nervioso y atemorizado por la fría y tosca expresión de su padre.

El mayor miró de reojo a su hijo con odio absoluto, el chico agachó la mirada y se fue corriendo hacía su habitación, mientras el sujeto de ojos azules lo miraba marcharse, y pensaba en el aroma a menta, un aroma que nunca había detectado hasta ese momento, pero que ahora, sabía que no se podría sacar de la cabeza.

-

Pasaron un par de horas, él estaba encerrado en su habitación, luchando por bajarse el calor que sentía por culpa de su celo, pero por más que lo intentaba, nada lograba apaciguar esa incesante necesidad de ser abusado por un alfa, como ese bello inglés de ojos azules al que tuvo en frente no hace mucho, seguía muy apenado por lo sucedido, y le preocupaba lo que su padre podría hacerle cuando acabara la reunión, pero en ese instante solo lograba pensar en el horrible calor que tenía entre sus piernas.

Se sobresaltó al oír la puerta ser tocada con insistencia, su cuerpo por inercia empezó a temblar, no podía fingir que dormía, varias veces intentó hacer eso, y solo se ganó que la paliza que le dieran fuera mucho peor.

Cubrió su cuerpo y avanzó hacía la puerta, y apenas abrió esta misma, recibió una fuerte bofetada de parte de su progenitor, quien tenía un semblante de ira absoluta.

— ¡¡¿Me quieres explicar qué fue eso que pasó allá abajo?!!

— ¡Papá, y-yo no quería, te lo juro! — gimoteo tratando de levantarse, pero una patada en su abdomen le hizo quedarse inmóvil en el piso nuevamente.

— ¡¡¿No querías?!! ¡¡si le arrojaste tus malditas feromonas a la cara al señor Dawson!! ¡¡¿no tienes vergüenza?!! ¡¡¿porqué siempre tienes que andar dejando claro a todo el mundo que eres una perra regalada que está buscando de un alfa que se lo folle?!! — gritó pisando la muñeca del menor, sacándole a este varios quejidos de dolor.

Después de un rato, el mayor soltó una ácida carcajada mientras se recogía las mangas.

— Ah, es cierto... qué insensible soy — murmuró agachándose para tomar el cabello ajeno — Olvidaba que, tú eres incapaz de conseguir pareja — murmuró entre ácidas risas que hicieron que el pecho de Taylor empezara a doler — ¡No eres capaz ni siquiera de conseguir a un alfa que quiera cogerte, a todos lo ahuyentas con ese olor tuyo tan nauseabundo! — se levantó nuevamente para caminar alrededor de la habitación con ambas manos en sus bolsillos, Taylor agachó la mirada sintiendo un horrible dolor acentuándose en su pecho — Comprendo que el hecho de no conseguir pareja es lo que te tiene tan necesitado, pero me es imposible aceptar el hecho de que le arrojes tus feromonas a la cara a uno de mis socios más importantes.

Dicho esto, carraspeó un poco y sonrió de lado con malicia, Taylor ya sabía lo que iba a suceder, por lo que le fue imposible no empezar a sollozar por debajo y agachar apenado la mirada.

— ¡Levántate! — demandó el mayor, utilizando un tono de voz que, para un omega, era imposible desobedecer, estaba forzado a hacer lo que le dijeran cuando se utilizaba dicha "voz de mando", su padre lo sabía, y era por eso que se divertía tanto usándola para hacer sufrir al menor de sus hijos.

Se acercó a Taylor para sujetarle de los hombros y darle un duro rodillazo en el abdomen, que lo hizo encorvarse por el dolor, pero nuevamente, la voz de su padre apareció.

— ¡Quédate de pie! — volvió a demandar, acercándose para patear a su hijo en su entrepierna, el menor soltó un agudo jadeo de dolor mientras luchaba por mantenerse de pie, odiaba no poder desobedecer una sola órden cuando un alfa le mandaba, presentía que iba a desmayarse del dolor, otra vez.

El mayor reía a carcajadas al ver a su hijo luchando por mantenerse de pie mientras se retorcía del dolor, disfrutaba hacer sufrir a la escoria tan miserable que eran los omegas, cuya única función era ser utilizados por los alfas (o al menos así era como él pensaba).

-

La suave brisa mañanera golpeaba su rostro, caminaba casi arrastrándose a causa de la fatiga y el dolor físico que tenía, tal y como él imaginó, su padre no detuvo esa tortura, sino hasta que el cuerpo del chico se desmayó a causa del excesivo dolor y cansancio; su rostro tenía varios moretones, un labio roto, y unas pronunciadas ojeras, cada músculo de su ser dolía, pero él ya estaba habituado a tolerar dolor, por lo que solamente se limitó a tratar de ignorarlo, y prefirió continuar su rutina, por más que le costara sobrellevar el malestar físico que tenía.

— Carajo — murmuró mirando no muy lejos la tienda donde trabajaba, llena de gente haciendo sus compras diarias, el sueldo era poco y el trabajo era mucho, pero era el único sitio donde lograba conseguir trabajo gracias a su categoría y a su "desagradable olor" que incomodaba a los clientes.

Le alertó sentir un olor familiar, un aroma fuerte y dominante, al igual que lo era su dueño. Sintió su sangre helarse al mirara al otro lado, y ver al hombre que tan solo una noche antes estaba en casa de su padre coqueteándole, acompañado por una alta mujer de piel morena y cabello ondulado, saliendo juntos de una tienda de ropa.

En cuanto ese par de joyas azules se posaron sobre él, Taylor sintió su sangre helarse, trató de huir, pero el malestar en su cuerpo se lo dificultaba por completo.

— ¡Taylor! — le alertó oír cómo le llamaban, y más se alertó al ver a los dos alfas caminando hacía él, una combinación de tabaco y coco era lo que rodeaba a ese hombre y a esa mujer, quien no dejaba de mirar fascinada al pelinegro menor — Qué sorpresa verte aquí, ¿cómo est— hablaba Robert mientras se acercaban a él, aunque un desagradable escalofrío recorrió su cuerpo al ver de frente a Taylor, y notar todos los moretones que este tenía en su rostro.

— M-Me dirijo a mi trabajo — murmuró tímidamente, apenas le costaba hablar con un alfa, dos lo intimidaban en absoluto.

— Así que tú eres el omeguita del que Robert no deja de hablar — murmuró ella mientras miraba de arriba a abajo a Taylor, haciendo que este se sonrojara sutilmente.

— ¿Qué te pasó en la cara? — preguntó Robert sin titubear.

— Ah, ¿esto? — murmuró posando su mano en su propia mejilla mientras agachaba la mirada — N-No es nada, solo... un accidente con las escaleras de la casa — murmuró tratando de no dar muchas explicaciones, aunque le tomó por sorpresa sentir cómo la mujer alfa le tomaba de las mejillas y le sonreía coquetamente.

— ¿Es verdad eso que dijo Robert, que tu olor es diferente al de los omegas comunes?
— ¡Yelena! — gruñó Robert con molestia al ver las acciones de su amiga.

— ¡Ay cálmate Boby, no te lo pienso quitar! solo quiero sentir ese olor a ver qué tan raro es — Taylor agachó la mirada avergonzado, el tacto ajeno era muy suave, no tanto como el de Robert, pero igual era bastante cálido — Vamos cariño, no lo tomaré como un insulto, lo prometo.

— ... N-No me gusta hacer eso — dijo Taylor tratando de apartarse — Mis feromonas son... asquerosas.

— ¿Asquerosas? — preguntó ella de forma incrédula, emanaba un intenso aroma a coco muy encantador y coqueto, similar a su personalidad.

— Yel, suficiente — dijo Robert tomando el hombro de su amiga, ella hizo un puchero mirándolo de forma incrédula.

— Ay, ¿porqué no puedo oler sus feromonas? ¡yo siempre te comparto a mis omegas cuando alguno te gusta! — Taylor tragó en seco al escuchar esas palabras, lo que de inmediato pasó por su mente, era que ambos eran esa clase de alfas que jugaban con los omegas de forma deliberada y sin intenciones de frenar sus acciones, solo actuando como si coger con el mayor número de omegas posibles, fuera un deporte para ambos, tal revelación hizo que un desagradable escalofrío recorriera el cuerpo de Taylor y quisiera irse corriendo de allí, a pesar de que sus hormonas le gritaban "déjate follar, lo quieres y lo sabes".

— P-Perdónenme, s-se me hace tarde para trabajar — dijo Taylor mientras se apartaba del agarre de Yelena y se daba media vuelta, escuchaba la voz de Robert llamándole, pero prefirió ignorarla e irse, aunque hacerlo le costó mucho, por alguna razón, ese alfa le ponía muy nervioso y le alteraba los sentidos, le asombraba mucho el no haber expulsado feromonas en ese instante, seguramente se debió a lo incómodo que le ponía la insistencia de Yelena por dejarla oler sus feromonas.

— ¡Taylor! — gruñó al ver al chico de cabello negro alejarse de él a paso acelerado, miró de reojo a su amiga con severidad, esta le dedicó una expresión incrédula mientras se cruzaba de brazos — ¡¿Vez lo que hiciste?!

— Ay por favor, deja de llorar querido. ¿Qué te importa que se haya asustado un poco? Además, no se fue por mi culpa, sino porque tú lo estabas acosando como si fueras su novio, eso incomoda a mucha gente, ¿lo sabías?

— ¿De qué forma pude haberlo incomodado?

— Ay por favor Robert — bufó de mala gana mirándole atentamente — Esa insistencia al preguntarle qué le pasó, como si tú fueras su novio o algo así, eso a nadie le gusta, mucho menos a los omegas, tienen una vida muy difícil como para que un alfa engreído quiera actuar como si fuera su novio.

— Jaj, "¿un alfa engreído?" — murmuró de mala gana cruzándose de brazos — ¡¿Lo dice la que no para de buscar omegas para cogérselos y luego olvidarse de ellos?!

— ¿Porqué tan a la defensiva, Boby? — preguntó recelosa — ¿Te pones así por un omega al que has visto una sola vez? ¿qué carajo te pasa?

— Pasa que me irrita tu forma de actuar de vez en cuando — exclamó de la forma más cortante y seria posible, para acto seguido, apartarse de ella y caminar lejos, dejando a Yelena con un sentimiento de confusión y molestia bastante desagradable en su pecho.

-

Organizaba con cuidado los anaqueles de aquel mini super, mientras escuchaba a las personas platicando y caminando cerca suyo, trataba de terminar rápido para poder irse a casa, el dolor físico era muy fuerte, y el ardor en su cuerpo se acentuaba de forma horrible, la ventaja era que no había muchos alfas cerca, dado que dicha tienda era frecuentada solamente por omegas y betas, de vez en cuando llegaban alfas a hacer sus compras allí.

— Disculpa — habló una chica de cabello rubio que se acercó a él, logrando captar rápidamente la atención de Taylor — ¿Sabes en qué pasillo está la carne?

— El tercer pasillo, señorita — dijo señalandole el lugar al que debía ir.

— Te lo agradezco... — murmuró ella fijando su mirada en la etiqueta que estaba sobre el delantal que el chico llevaba puesto — Michael.

— De hecho ese no es mi nombre, es que no había más etiquetas — admitió algo apenado, logrando sacarle una leve carcajada a dicha chica, trataba de distinguir a qué categoría pertenecía, no olía a un alfa, pero tampoco parecía ser omega — Me llamo Taylor.

— Ah jaja, entiendo, en donde trabajo tampoco tienen etiquetas — dijo ella mientras se apartaba un poco — Me llamo Mónica, nos vemos Taylor.

— Nos vemos — murmuró mirando cómo la chica se apartaba de él, aunque oír una voz conocida le hizo dar un brinco bastante nervioso y angustiado.

— ¡¿Acaso yo te pago para coquetear, Atwood?! — reclamó un sujeto de un muy intenso aroma a toronja, quien hizo que el chico de cabello negro se sobresaltara y continuara con su labor.— Lo lamento señor Derrick.

— Vé a ayudar a descargar una mercancía que acaba de llegar, ¡y date prisa, pierdes demasiado tiempo!

— Voy enseguida — dijo algo temeroso mientras dejaba las cosas que estaba arreglando a un lado, y se fue rumbo a la salida de dicha tienda a atender la petición de su jefe.
Al salir del lugar, pudo ver a un grupo de hombres descargando cosas de un camión, cajas que se veían bastante pesadas, pero eso no fue lo que abrumó a Taylor, lo que le abrumó fue sentir una intensa combinación de olores que parecía provenir de los cuerpos de ese grupo de sujetos, obviamente se trataba de un grupo de alfas.

— Oye, ¿trabajas aquí? — preguntó un sujeto de cabello castaño, Taylor rápidamente asintió mientras se acercaba hacía ellos — Acércate y ayúdanos con esa caja.

— Seguro — asintió acercándose al camión para tomar la caja en cuestión, la sujetó con cuidado de no dejarla caer, aunque le estaba costando mucho sujetar esta misma, ya que estaba demasiado pesada para él, sin contar que el dolor físico que tenía le restaba mucha fuerza.
Sintió un terrible escalofrío recorrer su cuerpo al sentir cómo alguien se le acercaba desde atrás y le olfateaba la nuca, no sabía qué hacer, por inercia empezó a temblar, pero su cuerpo en vez de estar asustado, parecía estar a gusto, odiaba tanto que el celo le causara esos efectos, que aún la violación más horrible a él le excitara, lo detestaba.

— ¡Peter por Dios santo! — clamó uno de los sujetos — ¡¿Vas a empezar tus idioteces, amigo?!
— No puedo evitarlo, sabes cómo me pongo cerca de un omega — murmuró aquel sujeto de forma muy desagradable en el hombro ajeno, Taylor jadeó sin saber de qué forma proceder, quería apartarse y correr, pero sus piernas estaban muy débiles, su mente estaba asustada, pero su cuerpo parecía tranquilo, como si esperara a que ese alfa le hiciera algo.

— Maldición, le dije que no viera a trabajar en celo — dijo otro sujeto para acercarse a él y jalarlo del brazo — ¡Amigo basta, déjalo en paz!

— ¡Suéltame! — reclamó safándose del agarre de su amigo, para sujetar con fuerza a Taylor y apegarlo a su cuerpo, empezando a emanar un fuerte olor que hizo que la piel del chico se erizara, y su cuerpo empezara a alterarse.

Soltó un ligero jadeo mientras agachaba la mirada y empezaba a temblar, sin quererlo sus feromonas empezaron a fluir, los tres omegas las detectaron al instante, y al hacerlo, se apartaron asqueados al sentir el aroma a menta que emanaba del cuerpo de Taylor.

— Puag, ¿qué es esa peste? ¡¿eres tú?! — reclamó el sujeto que lo tenía sujetado de los brazos, Taylor asintió apenado aún con la mirada agachada, el sujeto lo empujó abruptamente sacudiéndose las manos con su bata — Qué asco, ¿qué es ese olor tan asqueroso? seguramente te violaron o algo así.

— ¡Deja de actuar como un bruto animal! — reclamó otro alfa mientras se acercaba hacía Taylor, aunque hizo un gesto de asco al sentir de nuevo el aroma a menta — Dios, ¿amigo estás bien? ¿porqué hueles así?

— Y-Yo — jadeó reincorporándose para apartarse de ellos y marcharse a paso acelerado hacía un callejón que quedaba junto a la tienda donde trabajaba, probablemente se ganaría una baja de sueldo o un reclamo de su jefe, pero realmente no se sentía capaz de continuar con su labor, no después de aquella terrible humillación que sufrió de parte de esos alfas.

Apenas llegó al callejón, se apoyó de la pared para cerrar su puño y empezar a darse duros golpes contra su vientre, sacándose a sí mismo fuertes jadeos de dolor, pero poco o nada le importaba, necesitaba desahogar la rabia, la frustración, y la pena que sentía, odiaba tanto haber nacido como un omega, pero más odiaba el haber nacido como un omega defectuoso.

— ¡¡¿Porqué, por qué siempre tienes que hacer estas cosas?!! — gruñía entre quejidos ahogados de dolor, algunas lágrimas de dolor bajaban por sus mejillas, sus piernas temblaban como si estuvieran a punto de sucumbir, pero por alguna razón, seguía de pié, ¿porqué, a pesar de todo lo que sufría, de dónde sacaba la fuerza para soportar un día más de aquella vida tan gris que llevaba? no lo entendía, en absoluto.

— Vaya que los omegas tienen rituales de celo muy extraños — escuchó una voz familiar hablar detrás suyo, su piel se erizó por completo al oírle, ¿qué hacía allí? ¿vió lo que estaba haciendo? ¿escuchó todo lo que dijo? ¿presenció lo que sucedió con los alfas hace un momento?

Volteó la mirada mientras seguía encorvado por el dolor, su sangre se heló al tener frente suyo ese par de joyas azules que le hicieron actuar como bobo el día anterior, inconscientemente sus mejillas se ruborizaron, tan solo sus ojos eran bellos, ni hablar de la encantadora sonrisa que le estaba dedicando.

— ¿Te encuentras bien? luces un poco agitado — dijo estirando su mano hacía el hombro ajeno, pero Taylor rápidamente apartó la mano ajena. Se reincorporó con cuidado para dar algunos pasos hacía atrás, viendo aterrado al sujeto de cabello negro frente ayer.

— ¿Q-Qué hace usted aquí?

— Trátame de tú, somos amigos — murmuró sonriendo galantemente.

— Bien, ¿qué haces tú aquí? — murmuró con recelo mientras mantenía su mano sobre su abdomen, su vientre dolía mucho a causa de los golpes que él mismo se infringió, aunque no toda la culpa era suya, su padre también le golpeaba ahí a menudo.

— Quería ofrecerte una disculpa por el comportamiento de mi amiga, fue muy descortés tratarte como si fueras un objeto, no estuvo nada bien.

— Descuida, estoy acostumbrado — murmuró suspirando sutilmente — ¿Eso es todo? debo volver al trabajo.

— Ya que estamos bien, ¿puedo saber por qué te golpeaste de esa forma hace un momento? — Taylor agachó apenado la mirada mirando a otro lado, tratando de disimular la expresión de vergüenza y nerviosismo que tenía.

— No es algo que te importe — Robert abrió sus ojos asombrado al oír aquellas palabras secas y sin tacto de ese pequeño omega al que creía sumiso.

— Jaja, vaya, ¿y el chico tímido dónde quedó?

— En un mundo de carnívoros, la oveja debe aprender a sacar dientes de dónde no tiene — murmuró mientras empezaba a caminar con dificultad — Por favor no le digas a mi padre que nos vimos.

— ¿Te golpeó por haberme dejado tus feromonas en la cara, verdad? — Taylor detuvo en seco sus pasos, justo cuando pasaba a un lado de Robert — Es por eso que tienes tantos moretones en la cara, y te lo tomas como si nada, seguro lo hace a menudo — murmuró mirando alrededor con algo de molestia, pero después miró de reojo al chico de ojos café, los cuales eran cubiertos por su cabellera negra.

Después de unos segundos de silencio, Taylor mostró una ligera sonrisa algo forzada mientras alzaba la mirada y veía atentamente al sujeto frente a él, su mirada era algo cínica, pero sus ojos reflejaban pena y tristeza, Robert notó eso apenas los vió.

— ¿Y qué si lo hace? perdóname, pero no deberías meterte en la vida de alguien a quien no conoces, mucho menos cuando se trata de un omega, no tienes idea de todo por lo que pasamos, para que creas que puedes opinar sobre mi vida como te dé la gana, o poder jugar conmigo como tú y tu amiga seguramente están acostumbrados.

— Yo no hago nada de eso — corrigió con seriedad.

— ¿Ah no? a mí me pareció que sí lo hacían — murmuró de forma un poco incrédula mientras alzaba los hombros — Sé que actué de forma muy vergonzosa ayer, pero no creas que siempre soy así, el celo me vuelve idiota, pero yo idiota no soy, señor Dawson.

— ¿De verdad? — preguntó de forma cínica mientras miraba de arriba a abajo el cuerpo ajeno, logrando que Taylor sintiera un escalofrío recorrer su ser, y un intenso rubor en sus mejillas — ¿Es por eso que ibas a dejar que esos sujetos te violaran hace un momento? — preguntó de forma tosca y sin intención alguna de suavizar el golpe. Taylor soltó un leve jadeo para agachar avergonzado la mirada, odiaba darse cuenta de que el mayor había presenciado aquella tan deplorable situación.

— ... Tú no sabes lo que pasó allí.

— Sí lo sé, ese cerdo iba a abusar de ti, y tú parecías dispuesto a eso — repentinamente, Robert jaló del brazo a Taylor para apegarlo a su cuerpo y verlo fijamente a los ojos — ¿En verdad, Taylor? ¡¿tan desesperado estás, que estabas dispuesto a que abusaran de ti para saciar el calor de tu celo?! — preguntó de forma tosca mientras exploraba las piernas ajenas con sus manos, haciendo que el cuerpo de Taylor empezara a temblar por completo, estaba muy nervioso, no entendía lo que le sucedía a ese sujeto, pero por alguna razón, no quería que parara.

— Robert— trató de decir algo, pero antes de poder hacer algo, sintió un abrupto beso que pausó por completo sus palabras, un beso que le hizo perder la razón, era el primero que daba, y definitivamente, fue el mejor de todos.

— Jej — soltó una leve risa apartándose del beso, dado que empezaba a detectar cierto "aroma" que le hizo sonreír embobado — Parece que alguien ya quiere sexo, ¿tan solo un beso te pone tan caliente?

— Y-Yo— agachó apenado la mirada, sintiendo un horrible rubor apoderarse de sus mejillas, pero antes de que pudiera hacer algo, el mayor lo estampó contra la pared para continuar aquella ronda de besos desenfrenados, besos que solo en sus sueños Taylor logró imaginar.

— ¡Ah! — gimoteó apenas pudo apartarse de aquella ronda de besos por falta de aire, los ojos ajenos estaban muy dilatados, de él emanaba un aroma intenso a tabaco, que alteraba el cuerpo y los nervios de Taylor como nunca.

— Mírate, estás que explotas de lo excitado que estás — dijo Robert de forma risueña para meter sus dedos en la boca de Taylor, haciendo un vaivén que le hizo gimotear levemente; sonrió coquetamente al verle reaccionar de esa forma — Eres un encanto — dijo para sacar su mano de la boca ajena y llevarla al trasero del omega.

— ¡D-Deja! — se quejó levemente, aunque sentir esa mano dentro de su pantalón palpando sus glúteos le estaba gustando mucho, maldijo el celo para sus adentros mientras jadeaba pesadamente.

— Mgh, hueles delicioso — susurró para empezar a lamer el cuello ajeno, haciendo a Taylor gemir como si lo estuviera penetrando.

— ¡Ahh, ahh! — cubrió su boca con su mano para callar esos sonidos tan vergonzosos, odiaba mucho ser tan sensible, sentía asco por sí mismo. Robert miró a Taylor con diversión para apegarlo a su cuerpo.

— Mírate, aún no te hago nada, y ya gimes enloquecido, vaya que debes estar muriendo por el celo — lo miró de arriba a abajo con deseo — Debes atenderte pronto, ¿quieres que te ayude?— ¿D-Disculpa?

— Escuché que tu olor ahuyenta a los demás alfas, y que eso ligado con tu aspecto hace que nadie quiera aparearse contigo — Taylor agachó la mirada con pesar al oírle — Eso a mí se me hace toda una estupidez, pero entiendo que los otros alfas prefieran omegas más... sumisos — murmuró risueño — Puedo comprarte supresores, pero... solo serán una solución a corto plazo; sin embargo... — llevó su mano al pantalón ajeno para meterla y empezar a juguetear con el bulto de Taylor — Si tengo sexo contigo, podrías calmarte por un periodo de tiempo considerable, ¿no crees?

— ¡¡Agh, s-sueltam— intentó quejarse, pero sentir un hambriento beso en sus labios, le hizo perder la poca cordura que le quedaba.

— Mgh — él aprovechó el descuido de Taylor para cargarlo entre sus brazos con fuerza y avanzar hacia su auto mientras lo seguía besando, él sólo se dejó llevar, eran muy adictivos los besos de ese hombre extraño.

-

Llegaron a un lugar apartado, donde había una cabaña pequeña y algo rústica, eso llenó a Taylor de desconfianza, las mil y una imágenes de omegas muertos y violados en sitios rústicos inevitablemente llegaron a su mente.

— ¿P-Porqué me trajiste aquí? — preguntó tembloroso mientras lo veía bajar y pararse frente a la puerta para abrirle la misma.

— Lamento si es raro, es que tengo esta cabaña desde hace tiempo, y no he podido usarla, siempre quise guardarla para algo... especial — el chico lo miró con recelo para bajarse de su auto, no le emocionaba estar con un extraño de esa forma, pero realmente quería que esa tortura se acabara; estaba muy asustado, jamás había hecho el amor antes, y le aterraba hacerlo con un alfa más que experimentado, estaba muy seguro de que esa experiencia iba a ser muy tosca y dolorosa.

Él tomó su mano y lo guió hacía esa cabaña, rodeada de flores y maleza silvestre, el olor a rocío era muy agradable, eso ayudaba un poco a Taylor a calmarse.

Al entrar, el olor a tabaco era más intenso, como si hubiera preparado ese sitio para anidarse con alguien, irónicamente, ese aroma le ayudó a sentirse mucho más tranquilo.

Gimió de repente cuando Robert se paró detrás de él y empezó a besarle el cuello de forma apasionada, mientras sus manos empezaban a quitarle la ropa al chico omega.

— Taylor — gimoteó su nombre mientras lo desnudaba y lo atraía a su cuerpo, su calor corporal hacía a Taylor sentir muy bien.

— S-Señor Dawson — murmuró entre gemidos suaves, él lo corrigió de inmediato.

— A partir de ahora seremos amantes, mejor dime Robert — susurró con una voz muy sensual, no era la voz de mando de un alfa, pero era demasiado sensual de todos modos.

— R-Robert — sintió un cosquilleo tremendo al decir su nombre, de inmediato pudo notar cómo Robert empezaba a perder la compostura, su respiración en la nuca ajena era fiel prueba de ello.

— Taylor, me harás entrar en celo — dijo para voltearle y tomar a Taylor de las caderas para darle un hambriento beso, al que este no se pudo negar.

Entre besos lo guió hasta la sala, donde había unas mantas y cojines en el piso, lo empujó al mismo para empezar a lamer su cuello de nuevo, sacándole al omega gemidos muy lascivos y pasivos, que solo lograban provocarlo aún más.

— Robert, no aguanto — dijo abriéndose de piernas el celo ya lo dominaba por completo. Robert lo miró extasiado para levantarse de repente, y empezar a quitarse la ropa, el olor a tabaco era cada vez más intenso, eso le fascinaba a Taylor.

— Tu aroma me está volviendo loco — al oír eso, Taylor sintió una vergüenza tremenda, agachó la mirada con pesar, Robert le miró curioso cuando hizo eso — Hey, ¿porqué reaccionas así?
— mi olor es... muy fuerte, lo lamento — dijo mientras miraba a otro lado, aunque le alertó escuchar cómo el alfa frente suyo empezaba a reír.

— Malinterpretas mis palabras Taylor, tu olor no me desagrada, todo lo contrario, lo encuentro muy... delicioso, e increíblemente excitante — el chico lo miró de forma incrédula cuando dijo eso, era algo muy raro, los alfas amaban los aromas dulces y suaves, un olor suave era indicio de que eras un omega pasivo y muy fértil, el de Taylor no era nada de eso.

— Me ofende que me mientas.

— A mí me ofende que creas que te miento — respondió con una voz más seria, que le hizo al menor tragar en seco y agachar la mirada. Robert se puso sobre él para tomarlo de la barbilla y verlo fijamente a los ojos con deseo — ¿Jamás te han penetrado?

— ... No — admitió mientras abría las piernas, tenía miedo, mucho, pero debía acabar ya con todo eso de una buena vez.

— Mh, bien — murmuró para tomar las piernas ajenas y alzarlas — Debes estar bastante lubricado ya, pero igual lo haré lento, no quiero lastimarte.

— ¿Q-Qué?

— La idea es que goces esto, para eso existe el celo — dicho esto, le sonrió de una forma maliciosa y coqueta, que hizo a Taylor sonrojarse como nunca.

Repentinamente sintió cómo el cuerpo de Robert se adueñaba del suyo, un intenso placer le inundó abruptamente, creyó que sería terriblemente doloroso, pero rápidamente asumió que el placer se multiplicaba gracias a su época de celo, y que cuando lo hiciera en un día donde sus hormonas no estuvieran a mil, sí que le dolería bastante.

— ¡¡Ahhh, D-Dios!! — gritó arqueando la espalda y separando las piernas, soltando ligeros jadeos de placer.

— ¿T-Te lastimé?

— N-No, s-se siente tan rico — dijo entre ligeros jadeos de placer mientras miraba con deseo al mayor — Muévete por favor.

— Carajo Taylor, aprietas mucho — dijo para empezar a moverse lento, cada estocada era tremenda, sus ojos azules le miraban fijamente con una intensidad increíble, que hacían a Taylor sentir un placer tremendo.

— ¡¡Ahh, Robert, más rápido por favor!! — le rogó mientras movía sus caderas y sacaba la lengua, le apenaba la forma en que actuaba, pero estaba demasiado ocupado gozando su primera follada para enfocarse en ello.

Sus gemidos empeoraron en cuanto Robert le hizo caso y aumentó la intensidad de sus embestidas, sacándole a Taylor estruendosos gemidos de placer que llenaban por completo aquella rústica habitación.

— Ahhh, carajo — gimió con voz ronca mirando fijamente los ojos cafés del chico omega — Gime, ¡gime más alto!

— ¡¡Ahh, ahhh, Robert!! — gritó clavando sus uñas en la espalda ajena, logrando que Robert aumentara la intensidad de su vaivén.

— Carajo, estás tan bueno — murmuró al oído de Taylor mientras lo tomaba de los muslos para alzar sus piernas y proseguir con su vaivén, pero apenas le tomó los muslos, Taylor inevitablemente sintió la intensa corriente del orgasmo recorrer su cuerpo, y provocando que una cantidad muy vergonzosa de semen abandonara su cuerpo y manchara el de Robert.

— Ahhh, D-Dios — gimoteó exhausto mirando su semilla sobre el abdomen del señor Dawson — D-Dios, l-lo lamento tanto.

— Jeje, descuida, es normal — dicho esto, tomó un poco del semen con su dedo y lo probó, eso dejó a Taylor perplejo — Mgh, qué rico, hasta tu semilla sabe a menta.

— ¡¿De verdad?! — dijo algo abrumado, no se animaba a probar su propio semen, pero realmente le sorprendía escuchar eso.

— Jej, ¿qué tal tu primera vez?

— ... M-Muy buena — murmuró apenado mientras lo veía con atención, él tomó sus piernas y empezó a lamer el excedente de semen de la piel del omega, sacándole a este suaves jadeos de placer — R-Robert, s-suficiente.

— El celo omega dura cinco días, ¿realmente crees que una sola vez te bastará?

— ¡¿Me tendrás aquí cinco días?! — reclamó algo abrumado.

— No, tú me tendrás a mí aquí cinco días enteros haciéndote el amor — dijo de forma risueña, Taylor lo miró nervioso tratando de apartarse de él.

— N-No puedo, debo trabajar.

— No dejan que los omegas trabajen en sus días de celo — dijo para empujarlo contra el piso de nuevo y sujetarle los brazos con fuerza — No seas necio, Taylor, hace unos minutos me rogabas que no me detuviera.

— Y-Ya sé, pero... e-en mi trabajo no tienen política de celo — se excusó mirando tímidamente esos intensos ojos azules que le miraban con detenimiento, quería volver a ser suyo, pero no podía permitirse cegarse por completo, debía volver a su trabajo, o lo perdería.

— Mh — bufó un tanto incrédulo mientras sonreía con malicia para agacharse y besar con deseo los labios ajenos — Bien, pero mañana volveremos a tener sexo.

— ¿Q-Qué?

— Sigues sensible, con este round podrás aguantar un poco hasta mañana, pero mañana debemos volver a tener un poco de acción, seremos amantes hasta que tu celo termine, ¿de acuerdo? — Taylor lo miró dudoso, muy preocupado e incómodo, no le agradaba ceder a las palabras del mayor, pero, su celo era una piedra en el zapato que le impedía llevar su "vida" con normalidad, sin contar que, realmente le encantó haber hecho el amor con ese hombre.

— ... ¿Qué quieres a cambio? — preguntó con la voz un poco apagada.

— No quiero nada, Taylor, solo quiero ayudarte.

— ¿Ayudarme, o aprovechar las circunstancias para cogerse a un omega sin consecuencia alguna? — preguntó de mala gana mirando a otro lado, Robert frunció el ceño para sonreír de forma notoriamente forzada.

— Mh... veo que los alfas no son los únicos con prejuicios — murmuró entre ligeros gruñidos para apartarse de él y levantarse del suelo, Taylor le miró sin saber qué hacer — Bien señor omega, solo trataba de ser caritativo, dado que tus feromonas ahuyentan a todo alfa que intenta acostarse contigo, incluso a tu violador lo ahuyentó; deberías estar agradecido conmigo, y en lugar de eso solo te quejas.

Taylor tragó en seco al oír las palabras ajenas, un nudo se formó en su garganta al oír las palabras ajenas, miró a otro lado con frustración, mientras Robert tomaba su ropa y se disponía a vertirse.
Le alertó escuchar cómo el menor se levantaba también y tomaba su ropa para ponérsela, el olor a tabaco y menta en el ambiente se mezclaba de forma natural, como si ambos estuvieran hechos para congeniar, mientras los dueños de dichos aromas solo sentían molestia y algo de recelo hacía el otro por culpa de los prejuicios sobre sus categorías, era como un enorme muro que se edificaba entre ambos, muro que ninguno estaba dispuesto a romper, Taylor por miedo, y Robert por orgullo.

— Gracias por follarme — escupió de mala gana mientras arreglaba su ropa y volteaba a ver al mayor, quien le observaba con frialdad y seriedad — Si necesito otra cogida te llamaré.

— No te queda actuar como un engreído — murmuró el mayor cruzándose de brazos.

— ¿Prefieres que sea el omega sumiso, como a los que tú y tu amiga se cogen a menudo?

— Así que esa es tu molestia, crees que soy como Yelena, que tomo omegas por deporte.

— Le presumiste mi olor sin que pasara ni un día de habernos visto, ¿de qué forma debo pensar? ¿que te encantó mi personalidad? — gruñó de mala gana para apartarse de él y caminar rumbo a la salida de dicha cabaña, el aroma a tabaco en el aire le hacía desear quedarse, pero gracias a la "descarga" que tuvo recientemente, tenía un poco de fuerza de voluntad para dejar de lado la necesidad de frotarse contra la entrepierna de ese hombre.

— ¿Planeas irte caminando? — preguntó Robert con cinismo mientras avanzaba detrás de él con ambas manos en los bolsillos.

— ¿Qué tiene? he caminado distancias peores — dicho esto, abrió la puerta para salir de dicha cabaña y empezar a caminar a paso acelerado entre la maleza, sintiendo el aroma a tabaco muy cerca suyo, dudaba de si Robert le estaba siguiendo, o si eran las feromonas que él dejó sobre su cuerpo luego de esa intensa ronda de sexo.

— ¡Taylor! — gritó Robert avanzando detrás de él, pasaron varios minutos en ello, ambos caminando entre maleza, el sol cayendo y la noche llegando en su lugar, Robert detrás de Taylor mientras este último camina sin rumbo fijo, era obvio que no tenía idea de dónde estaba parado.

El alfa sonrió algo cínico mientras aceleraba un poco su paso, el ligero aroma a menta era muy encantador, y la forma en que empezó a apaciguarse después del sexo, le encantó.

— ¿En verdad vas a caminar sin rumbo fijo hasta que llegue la noche?

— Yo sé adónde voy — puchereó sin siquiera voltear a ver al sujeto en cuestión, este solo sonrió mientras se mordía el labio inferior.

— ¿En verdad? porque vas en dirección contraria a la ciudad — Taylor detuvo en seco sus pasos, suspiró pesadamente mirando alrededor, solo veía árboles y maleza, no tenía idea de adónde iba, o de adónde debía ir.

Su cuerpo se estremeció al sentir una mano posarse sobre su hombro, y el olor a tabaco rodeándolo por completo.

— Vamos, no seas orgulloso — murmuró coquetamente mientras apegaba el cuerpo ajeno al suyo, Taylor quería resistirse, pero las feromonas de Robert lo enloquecían. Gimió levemente al sentir un beso en su cuello de parte del sujeto inglés, quien lo cargó entre sus brazos con fuerza mientras sonreía levemente.

— ¿Aún quieres irte? — preguntó mirando fijamente los ojos café de Taylor, este asintió mirando a otro lado con vergüenza y un ligero rubor en sus mejillas — Como quieras, para que veas que yo no soy un alfa que se aprovecha de otros, te llevaré a casa, sin hacerte nada.

— ... Te lo agradezco — murmuró con pesadez mientras sentía el intenso aroma a tabaco inundando su nariz, le agradaba esa sensación, el calor de Robert acurrucándolo, el fuerte palpitar de él brindándole apoyo cuando solo sentía molestia y confusión, empezaba a darse cuenta de una cosa, una cosa muy peligrosa que podría traerle problemas a futuro, y ni hablar de la ansiedad que ello le provocaría, un gran problema se le avecinaba, de eso no tenía duda alguna.

-

— Bien, llegamos — dijo Robert mientras estacionaba el auto cerca de la casa del padre de Taylor, quien miraba a través de la ventana cómo la noche arropaba la ciudad por completo — ¿Estás bien? no has hablado desde que salimos del bosque.

— Sí, solo... — suspiró pesadamente mientra arreglaba su ropa para que no se notara que acababa de revolcarse con alguien — N-No sé exactamente lo que estoy haciendo.

— ¿De qué hablas?

— No está bien que me acueste contigo — dijo mirando fijamente los hermosos ojos azules de Robert, él chasqueó la lengua un poco frustrado al oírle.

— Es solo sexo Taylor, ¿porqué te preocupa tanto? — dicha frase le generó un ligero dolor en el pecho al chico omega, "solo sexo", ¿porqué esa frase le incomodaba tanto? ¿le aterraba que eso se volviera una relación solo de cama y ya? Era obvio, pero, ¿porqué? él y Robert no eran nada, acababan de conocerse, no eran pareja, ni siquiera sabía si eran amigos, ¿entonces porqué sentía que su pecho se quebraba al imaginar que cuando su celo se marchara, ese alfa inglés también lo haría?

— ... Ven por mí mañana a las seis, al salir del trabajo — dijo con la voz un poco apagada, le dolía el rumbo que estaba tomando todo eso, pero, estar cerca de Robert era muy placentero para él, sin contar que, su cuerpo realmente necesitaba tener una pareja sexual, ¿y quién mejor para serlo que ese alfa tan atractivo y sensual? solo un tonto desecharía una oportunidad así.

— Bien — dijo Robert al ver cómo Taylor abría la puerta del auto y se bajaba del mismo, metió su mano en su bolsillo para sacar una tarjeta donde tenía su nombre y su número de teléfono — Ten, en caso de que quieras verme otro día, solo avísame.

— Lo haré — murmuró mientras tomaba dicha tarjeta y la leía, la brisa empezaba a soplar con algo de fuerza, moviendo su cabello negro y haciendo que el olor a tabaco llegara nuevamente a su nariz, cada que lo sentía, su cuerpo sentía un cosquilleo muy peculiar, sabía lo que era el deseo sexual, pero eso, era una cosa totalmente diferente.

— No dudes en llamarme, estaré al pendiente de ti.

— Te llamaré, lo prometo — murmuró sintiendo un leve y raro ardor en sus mejillas, que se acentuó en cuanto Robert le dedicó una coqueta y encantadora sonrisa.

— Hasta mañana, señor Atwood — dicho esto, Robert volvió a encender su auto, y poco a poco se marchó del lugar, dejando una estela de confusión y rara melancolía en el pecho de Taylor, quien miraba esa tarjeta de presentación mientras se mordía el labio inferior, y la frase "¿ahora qué?" rebotaba por su mente, parece que tenía un amante, pero ¿le bastaba con solo eso? 


Continuará...


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- Gema.


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