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92 - 'Desvergonzado'

Luego de hablar un rato por teléfono con su hijo, la mujer colgó el teléfono para voltear a verme con una tímida y algo penosa sonrisa en su rostro.


— Ya me dijeron adónde debo ir — mencionó apenada mientras volvía a guardar su teléfono — Dios santo, necesitaré contratar a un guía cada que venga a Londres, qué vergüenza.


— No se sienta mal, a cualquiera le pasa — dije tratando de hacerla sentir mejor.


— Sí, supongo que es así — comentó arreglando un poco su cabello rubio — De cualquier forma, te agradezco mucho que te ofrezcas a acompañarme querido, en serio.


— No se preocupe por eso señora — insistí sonriendo calmadamente — Siempre que necesite ayuda puede venir al café, yo no sé nada de esta ciudad, pero mi amigo Richard la ayudará sin dudarlo.


— Lo tendré en cuenta — dijo ella mientras me miraba atentamente, al mismo tiempo que yo extendía mi brazo con intenciones de llamarle a un taxi, logrando que uno se frenara frente a nosotros.


La ayudé a subir su equipaje al auto, y como medida adicional, le anoté mi número en una hoja de papel, yo no conocía nada sobre dicha ciudad, pero si en mis posibilidades estaba, no iba a dudar en ayudarla.


— Tenga — le dije al entregarle mi número de teléfono — Si algún día se pierde al ir para el supermercado, no dude en llamarme, no sabré llegar, pero le pediré a mi novio que la busque.


— Eres muy atento hijo — dijo ella sonriéndome con ternura — Ojalá todos los muchachos de tu edad fueran tan amables; por cierto, ¿cuál es tu nombre?


— Me llamo Taylor.


— Qué nombre tan encantador — murmuró palmeando una de mis manos — Me llamo Catherine, es un placer conocerte Taylor.


— Igualmente Catherine — dije sonriendo tranquilamente, para apartarme un poco del auto y ver cómo este mismo empezaba a marcharse de la calle, suspiré aliviado de que aquella mujer finalmente pudiera encontrar formas de llegar sana y salva con sus hijos, aunque un sentimiento de pesadez llegó a mi pecho al pensar en la forma en que sus hijos probablemente le reprochaban su falta de habilidad para salir sola, y me fue inevitable no pensar en mi madre, con la que yo había sido todo un cretino, y aún hoy en día, mi corazón duele del arrepentimiento que siento por todo lo que le dije a mi madre años atrás, actitudes bobas que tienen todos los adolescentes, y aunque yo sí tenía cierto derecho de reprochar y reclamar, eso no justificaba el hecho de tratar mal a la única persona que me amaba incondicionalmente (exceptuando a Robert, obviamente).


Me llamó la atención escuchar el ruido de un auto estacionarse junto a mí, sonreí por inercia al ver que se trataba del auto de mi novio, quien se bajó del mismo usando unos jeans claros, una camisa blanca, y un suéter negro sobre dicha camisa, lucía increíblemente sexy.


— Hola guapo — le saludé embobado al verlo acercarse hacía mí.


— Hola muñeco, ¿cuánto la hora? — preguntó burlón mientras se arreglaba un poco el cabello.


— Ja-ja — murmuré tomándolo de los brazos en cuanto estuvo cerca de mí, para darle un hambriento beso al que me correspondió sin dudarlo.


— ¿Qué haces aquí afuera? — preguntó entre besos.


— Ayudaba a una mujer algo perdida — dije llevando uno de mis mechones tras mi oreja.


— Ow, eres un encanto Ty — dijo apretando mi mejilla con dulzura — ¿Nos vamos ya?


— Sí, solo déjame ir a tomar unas cosas — afirmé caminando hacía el interior del local, normalmente salíamos más tarde, pero cuando Robert venía a buscarme, el señor Turner me dejaba salir más temprano, odiaba que me dieran privilegios por ser pareja de un Dawson, y en mi defensa, yo trataba de aprovecharme lo más mínimo de tales privilegios, muy pocas veces acepté el irme más temprano, principalmente para ser solidarios con Page y con el tigre, aunque claro, persuadir a Robert era muy difícil.


-



En cuanto nos fuimos del local, regresamos al departamento para que yo me pudiera cambiar, mi novio hablaba por teléfono con Yelena, lo notaba estresado, entendía perfectamente el porqué.


— Tú sabes que ese tipo de negocios es muy riesgoso — hablaba él desde la cocina mientras yo arreglaba mi cabello frente al espejo de la habitación, llevaba puestos uno jeans oscuros con una camisa blanca y una chaqueta tipo leñador algo larga; escuchar a Robert tan estresado me dolía, sobre todo porque era mi culpa que todo eso le estuviera sucediendo, "si él no te hubiera conocido, nada de esto estaría pasando" rebotaba en mi subconsciente, trataba de no hacerle caso a esos pensamientos tan odiosos y deprimentes, esas no eran circunstancias para ponerse depresivo y dejar que la ansiedad te ganara, debía ser fuerte, por Robert y por mí mismo.


Miré de reojo cómo mi pareja se acercaba hacía mí guardando su celular en su bolsillo, parecía que había terminado su llamada finalmente. Me reconfortó sentir cómo me abrazaba desde atrás y me besaba el cuello con ternura, dicha parte de mi cuerpo estaba algo marcada, creo que no hace falta decirles quién me hizo tales marcas.


— ¿Listo? — preguntó olfateando mi cuello.


— Sí — dije tomando sus manos y apretandolas un poco — ¿Está todo bien? te noto algo tenso.


— Sí, solo estoy algo cansado Ty, no te preocupes por eso, ¿de acuerdo? — me besó la mejilla con ternura, yo le sonreí de lado ante dicho beso, pero por dentro me sentía muy angustiado, ver a mi novio quebrarse era muy difícil, dado que él era un témpano de frialdad absoluta, no un torpe emocional que dejara ver sus emociones tan fácilmente, ese título lo tenía su servidor — Vámonos ya, se hace tarde.


— De acuerdo — dije apenado mientras sentía cómo me besaba de nuevo el cuello y me sujetaba de la cadera para guiarme a la puerta del departamento, de vez en cuando le daba un beso en las manos o en la mejilla para que se calmara, pero ni así lograba que el semblante pensativo se alejara del rostro de mi pareja, eso me hacía sentir muy mal, era tan frustrante.



-



Llegamos a un cine que afortunadamente quedaba cerca de casa, donde varias personas entraban vistiendo ropa gruesa gracias al denso clima, yo empezaba a sentir algo de frío, dado que mi ropa no era lo suficientemente gruesa para cubrirme, Robert notó esto, por lo que me apegó a su cuerpo para darme calor, era increíble la forma en la que me mimaba aún cuando estábamos fuera de casa, importándole poco que las personas de alrededor nos vieran.


— ¿Qué quieres ver? — preguntó dulcemente en mi oído, yo miraba la cartelera sin saber exáctamente qué película elegir, ninguna era de mi gusto particular, de hecho, yo no tenía gusto particular en lo que respecta al cine, podía ver lo que sea, excepto películas de acción, esas las aborrecía.


— No lo sé — dije tomando su mano para apretarla — ¿A ti qué se te antoja ver?


— Cualquier cosa está bien para mí — admitió alzando los hombros sutilmente.


— Mh — volví a ver la cartelera, pensando en qué ver — ¿Drama? no, no me llama la atención; ¿comedia romántica?


— Nosotros somos una comedia romántica — dijo él de forma burlona.


— Nosotros somos un drama erótico — dije copiando su tono burlón, logrando sacarle una carcajada de los labios.


— ¿Qué tal "la matanza en Hillvalley"? ¿no te gusta el cine de terror?


— Nunca me atrajo, pero creo que es lo más decente en la cartelera — admití mientras empezábamos a caminar hacía la taquilla, lugar donde Robert pidió los dos boletos para dicha película, se me hizo un poco raro ver cómo la sala no tenía muchos asientos ocupados, aunque considerando la hora y el género, no es algo difícil de deducir, así como tampoco era difícil de deducir las intenciones de mi amado novio al apartar unos asientos al fondo, donde muy poca gente iba a estar sentada, yo noté raro este hecho, pero no quise objetar al respecto, solo lo dejé elegir y luego fui con él a la fuente de sodas a comprar comida para la película, pobre tonto ignorante el Taylor del pasado, que fácilmente caía como una liebre indefensa en los juegos pervertidos de su amado novio.



-



Compramos la comida y nos dirigimos a la sala, Robert me compró de todo, dulces, palomitas, nachos, gaseosa, parecía que quería engordarme para comerme, y a mí personalmente no me molestaba, amaba que me llenara de atención y de comida.


Entramos ya cuando la película había iniciado, eso hizo que mi novio se frustrara un poco, pero rápidamente lo dejó pasar, y solo nos sentamos a intentar disfrutar lo que quedaba de película.


— Qué efectos tan malos — susurró de mala gana mientras mantenía su brazo rodeando mi cintura para tenerme apegado a su cuerpo, me encantaba estar de esa forma con él, acurrucado en su pecho sin preocuparme de ninguna otra cosa, solo dedicándome a comer y a escuchar sus quejas.


— Es terror, no es como que tengan mucho presupuesto — dije con la boca un poco llena.


— Tks — chasqueó su lengua algo incrédulo, para tomar una palomita y metérsela a la boca, me daba ternura verlo tan frustrado por la mala calidad de una película, yo no le hacía mucho caso a esas cosas, solo apagaba el cerebro y me dedicaba a disfrutar lo más que pudiera.


Repentinamente, mi sangre se heló al ver en la pantalla a un sujeto alto, vestido de negro, con un hacha en su mano, que me hizo pensar en aquel personaje londinense que llevaba días rondando por mi mente y erizando mi piel, me fue imposible no sentir algo de temor y nerviosismo cuando lo vi.


Jadee dando un ligero brinco sobre mi asiento, hundiendo mi cara en el pecho de mi novio y aferrándome a su ropa, odiaba quedar como un cobarde, pero admito que esa escena en la que el sujeto cortaba a una chica en trozos con el hacha, logró ponerme muy nervioso.


— Hey — murmuró entre suaves risas mientras acariciaba mi cabello con ternura — Cálmate Ty, ¿en verdad eso te asustó?


— No — dije haciendo un leve puchero, mientras mis mejillas se tornaban considerablemente rojas — S-Solo me sorprendí — Robert soltó una leve carcajada al oír mi pobre excusa, para acto seguido, tomarme de las mejillas y darme un cálido beso en los labios.


— ¿Te agrada sentir que yo te protejo? — preguntó coquetamente, yo asentí mientras miraba fijamente sus bellos ojos azules, los cuales sin importar cuánto los viera, cada día eran más y más hermosos, o al menos para mí era así.


Jadee por debajo al sentir cómo se agachaba un poco y empezaba a besarme el cuello, cerré mis ojos y eché mi cabeza hacía atrás, olvidando por un minuto el lugar y las circunstancias en las que estábamos, solo disfrutando del suave tacto de los labios de mi novio contra mi piel, cosa que me hacía sentir por completo en las nubes.


— Quiero hacerte gemir — susurró en mi oído de forma tosca, de golpe todo el frío que tenía se fue, dejando una ola de calor invadiendo mi cuerpo.


— Compórtate — le rogué entre susurros algo jadeantes, tratando de aferrarme al último ápice de cordura que me quedaba.


— Me pone muy caliente follarte con gente cerca.


— Lo sé de sobra — dije un tanto frustrado — Pero trata de aguantar, cuando lleguemos a casa podrás volverte loco, y hacer conmigo lo que te plazca — dije copiando su tono lascivo, él me miraba con deleite, sentí que casi logré convencerlo, repito, "casi".


Me sonrió malicioso para dejar la comida en otro asiento, y acto seguido, ponerse de rodillas frente a mí, empezando a desabrochar mi pantalón, cosa que me puso muy nervioso.


— ¡¿Qué haces?! — susurré con severidad, oía gritos desgarradores de fondo provenientes de la pantalla, pero yo ya no le prestaba atención a la película, tenía problemas mucho más aterradores frente a mí.


— Ya la película me aburrió — dijo con falsa inocencia mientras me bajaba un poco el pantalón y el boxer, dejando expuesto mi miembro en aquel frío lugar — Muerde tu muñeca si no quieres que nos escuchen.


— ¡No Rob— traté de detenerlo, pero una lamida en mi miembro me hizo contraer todo mi cuerpo, el sexo oral me enloquecía, amaba cómo Robert me hacía gozar con solo su boca, últimamente me lo hacía muy seguido, seguramente porque le fascinaba ver cómo mis ojos se volvían blancos por culpa del intenso placer.


Le tomé la palabra a mi novio, dado que ya no tenía escapatoria alguna de su malicioso juego, me mordí con fuerza la muñeca, tratando de ahogar los gemidos bruscos que quería dar por la forma tan jodidamente deliciosa en la que Robert devoraba mi cuerpo; lamía de arriba a abajo mi virilidad, mientras yo echaba la cabeza hacía atrás y me mordía con fuerza el labio inferior, admito que ese momento me excitó muchísimo, saber que estábamos haciendo algo indebido, en un sitio no apropiado, era demasiado erótico para no dejarme enrredar.


Sujeté el cabello de Robert manteniendo mi cabeza apoyada del espaldar del asiento, mi respiración estaba muy agitada, "carajo, qué rico" era todo lo que pasaba por mi mente, mientras mi novio seguía chupando mis partes como todo un experto, no sé cómo logré aguantar mis gemidos, porque vaya que me estaba enloqueciendo del placer.


No sé cuánto tiempo pasó exactamente, solo sé que para mí fueron unos minutos sumamente deliciosos e inigualables, Robert lamía mi cuerpo como si quisiera comerme entero, yo no podía creer lo que veía, ¿cómo ese hombre tan atractivo y serio me estaba haciendo un oral ahí en medio de toda esa gente? No lo entendía, pero me fascinaba pensar que la boca del señor Dawson se estaba tragando entero mi miembro.


Me mordí con fuerza el labio inferior mientras tomaba el cabello de mi novio con algo de fuerza y empezaba a dar lentas embestidas, Robert me miró malicioso cuando hice eso, no saben lo hermoso que fue, que al menos de esa forma, mi cuerpo pudiera penetrar el de Robert, obviamente no era igual a la forma en la que él lo hacía, pero era suficiente para mí.


Él sujetó mis muslos con firmeza, dejándome mover mis caderas en un lento vaivén, me aterraba moverme muy fuerte y que la gente notara lo que hacíamos, pero vaya que estaba disfrutando totalmente de lo que estábamos haciendo.


Apreté mis labios con fuerza mientras daba una tosca embestida contra la boca de mi novio, empezando a soltar mis líquidos de una forma tan rica que aún recordarlo me hace cruzar las piernas; Robert jugueteaba con su lengua alrededor de mi miembro, se notaba que le había gustado lo que hicimos.


Cuando finalmente la nube del orgasmo me abandonó, solté un suave jadeo de cansancio, me sentía muy agitado, mi cabello cubría mi rostro y mi chaqueta estaba enrollada en el asiento. Miré a Robert con algo de pena y deseo, me avergonzaba haber dado esas últimas embestidas, pero ver cómo se sacaba mi miembro de la boca y se relamía los excedentes de semen que salían de la comisura de sus labios, me hizo notar que no fui el único que disfrutó ese acto pecaminoso y sin vergüenza.


— Eres un sucio — susurró con una aterradora sonrisa mientras me empujaba contra el asiento para posar ambas manos en mis rodillas — ¿De dónde sacaste la idea de hacer eso?


— S-Solo hice lo que mi cuerpo quiso hacer — admití con pena mientras sonreía embobado, mi novio me tomó del cuello para besarme hambrientamente, beso al que correspondí, aún después de que él se metiera mis partes a la boca, poco o nada me importó.


— ¿Mi turno? — preguntó pícaramente, yo mostré un semblante preocupado que solo le hizo reír — Es chiste cielo, termina de ver la película, ya me desquitaré cuando lleguemos a casa — creerán que oír eso me calmó, pero fue todo lo contrario, sentí un pánico horrible de llegar a casa, sentía que cuando volviéramos, me iba a dejar sin poder caminar por una semana, a mi cerebro eso le aterró, pero a mi pantalón, eso le fascinó.



Continuará


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- Gema


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