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88 - 'Humillante'

La mitad del día la pasé haciendo todo lo que Page me indicó; limpié mesas y también limpié la cocina, y cuando Richard llegó de su exámen, me dediqué a organizar un poco el almacén, era todo un desastre, y eso que yo era especialista en desastres.


Eran las 04:20 de la tarde, el clima era fresco, una suave llovizna atrajo a mucha gente a pedir tazas de té y de café, Richard me enseñó a hacer Earl grey, pero por más que yo mismo lo hiciera, dicha bebida no acababa de convencerme, prefería mil veces el café antes que el té.


Llevaba tazas a varias mesas, mientras tarareaba una canción de Elton John que pusieron para hacer más ameno el ambiente, "Nikita" era el título de la canción, canción que yo personalmente siempre odié, no porque no me gustara, era otra la razón por la que yo le tenía desdén, ¿cuál es esa razón entonces? prefiero decirles esto en otro momento.


— Oye Taylor — habló Richard acercándose hacía mí, yo voltee a verlo mientras sujetaba entre mis manos la bandeja donde transportaba las tazas con té — ¿Qué vas a hacer esta noche?


— Trabajar e ir a dormir — respondí un tanto receloso, Richard sonrió palmeando mi hombro, dicha palmada me hizo fruncir el ceño con algo de molestia.


— ¡Vamos viejo, es viernes! vayamos a beber algo ¿qué dices?


— Paso Rick, enserio — dije acercándome a una mesa para entregar las órdenes que me pidieron, las personas me agradecieron cortésmente, amaba lo excesivamente amable y elegante que era la gente ahí en Londres, hasta los niños sabían de etiqueta, adoraba eso, pero al mismo tiempo, me hacían sentir como un mugroso y corriente americano que no sabía ni siquiera dar la hora como todo un caballero, ¿qué puedo decir? mi yo del pasado era muy acomplejado, el yo actual sí ha aprendido a ser más seguro de sí mismo, incluso un tanto "ególatra" o al menos eso es lo que dicen mis estudiantes, pero me estoy adelantando.


— Te urge licor, se te nota en la cara — insistió caminando a mi lado, le miré de mala gana arqueando una ceja — ¡¿Ves?! ¡esa es la cara de alguien que no se ha bebido una botella de Whisky Dawson hace meses!


— Bueno... bebí algo Dawson ayer, y esta mañana — no pude evitar decir eso, mientras una sonrisa se dibujaba en mi rostro al igual que un gran rubor, Richard me miró confuso, pero yo rápidamente logré desviar su atención al oír la campanilla que indicaba que alguien había abierto la puerta y entrado al local — ¡Más gente, vé a atenderlos!


— ¡Disculpe! — dijo una dama rubia que estaba cerca de nosotros — Perdone, derramé mi té sin querer, ¿podría traerme otro por favor? disculpe la molestia — murmuró con un acento tan fino y sobrio que me avergonzaba hablar frente a ella.


— Claro, no se preocupe, le traeré otro té y algunas servilletas para que se limpie — dijo Richard palmeando mi hombro para empezar a susurrame al oído — Vé a recibir a los clientes, yo iré por el té.


— Bien — dije apartándome de él para caminar a la puerta, aquel pequeño recuerdo de la noche anterior y de esa misma mañana me hizo sentirme algo perdido por un minuto, de tal forma que no me fijé en las personas que acababan de entrar al local, juro que de haberme dado cuenta, habría preferido ir a encerrarme al almacén.


Me acerqué a aquel grupo de damas elegantes y finas, todas aparentaban tener la edad de la hermana de Robert, eran cinco en total, una de ellas era rubia y de cabello corto, de inmediato la reconocí, pero no vi como una amenaza acercarme a ella, de hecho, no me sentí amenazado en absoluto, hasta que me puse frente a ellas, y me topé con un par de ojos azules y de tetas enormes, que me hicieron desear salir corriendo.


— Buen día — les saludé cordialmente, quedándome helado al ver a cierta figura pelirroja a la que a partir de ese día empecé a relacionar con el nombre "satanás".


— Sí buen di— me saludó ella, pero se detuvo en seco al mirarme de mejor forma y darse cuenta de quién se trataba, una sonrisa incrédula se dibujó en su rostro, llevaba puesto un vestido rosado, corto, que le quedaba muy ajustado, sin mangas y con un escote muy revelador, admito que lucía muy atractiva, esa fue una de las razones por las que agaché la mirada al verla, odio tanto recordar esos momentos en los que me dejé humillar por mi rival, debí dejar que mi lado sociópata tomara el control desde el principio — Jaj, ¿Tyler? — dijo ella riendo cínicamente.


— Taylor — le corregí sonriendo de lado, un horrible nudo se formó en mi garganta, sobre todo al ver la sombra del señor Turner acercárse hacía ellas, específicamente a la mujer pelirroja, para abrazarla y besar sus mejillas.


— ¡Giselle! — dijo él mientras la saludaba — ¡Qué alegría tenerte por aquí, creí que estabas en Mónaco!


— Volví por algunos asuntos personales, es un gran alivio estar en casa otra vez Michael — dijo ella palmeando la mejilla ajena, mirándome de reojo de arriba a abajo, haciéndome sentir una terrible vergüenza.


— Es bueno verte, permíteme guiarte a una de nuestras mejores mesas — dijo volteando a verme con algo de seriedad — Llévalas a la mesa del fondo, y trátalas muy bien ¿de acuerdo?


— Sí señor Turner — asentí sonriendo de forma algo forzada, la pelirroja me miraba victoriosa, como si le agradara ver que me debía doblegar y tratarla como alguien "superior" y de no ser porque no quería buscarme líos con mi jefe, habría bañado ese vestido rosado con un Earl grey recién preparado.


Las guié a la mesa en cuestión, me desagradaba ver a ese grupo de mujeres, todas tan frívolas y vanidosas, exactamente el tipo de mujeres que Robert tanto odiaba, y que Yelena tanto me advirtió que deseaban a mi novio.


— ¿Qué les puedo traer? — dije parándome frente a dicha mesa, observando a las damas en cuestión.


— Oye — resonó la voz de la mujer rubia que llamaba mi atención — ¿Tú no eras el novio americano de Robert?


— De hecho yo— no pude terminar de hablar, dado que la voz de Giselle me interrumpió.


— ¡Ay Brigitte, qué mal educada e indiscreta eres! — dijo para voltear a verme con aires de inocencia casi tan falsos como sus tetas — Ay perdónala querido, es que ella aún no tiene idea.— ¿No tiene idea de qué? — preguntó una dama de cabello castaño que estaba con ellas.


— ¿No sabían? él y Robert terminaron hace unos días — tragué en seco al oír las palabras ajenas, y algo de rabia empezó a llenar mi pecho — Él incluso tuvo que mudarse, ¿o porqué crees que está aquí trabajando de mesero?


— ¿Enserio? — preguntó la rubia perpleja.


— ¿No es así, Tyler querido? — preguntó la pelirroja volteando a verme de forma coqueta, mis ganas de decirle "no, maldita perra, Robert sigue siendo mio, y yo sigo siendo suyo, tanto así que me cogió como todo un animal anoche y esta mañana también", pero no, debí callarme, tragarme la lengua y seguir actuando como imbécil, entendía bien porqué decía eso, era obvio, me iba a chantajear, si yo cuestionaba sus palabras ella se daría cuenta de que mi mudanza fue un fraude, e iría a contárselo a todo el clan Dawson, y yo no sería quien pague las consecuencias de dichas acciones, sino mi propio novio, por lo que, tomé aire, mucho, y preferí sonreír como el propio imbécil, no objetar ante lo que esa mujer decía, todo para que Robert no sufriera por mi culpa, ahh, ¿ironía, tú otra vez?


— Así es — admití, sonriendo algo apenado, las mujeres empezaron a murmurar cosas entre ellas, haciéndome sentir mucho más incómodo de lo que ya estaba de por sí — ¿Qué puedo traerles, señoritas? — repetí, con un ligero tono de molestia, muy sutil, casi imperceptible, pero ahí estaba presente.


— Tráeme un Early grey por favor — dijo Giselle — Y algo de fruta me vendría bien, necesito energía para esta noche.


— ¿Cómo así? — preguntó otra dama de cabello semi-rubio, yo por más que lo deseaba, no podía irme, hasta que todas hubieran ordenado — No me digas que—


— Así es, querida — no le dejó continuar, interrumpió abruptamente sus palabras — John me invitó a una cena en casa de Robert esta noche, será después de que salgan del trabajo, aprovecharé que él está solo y vulnerable para "consolarlo" — murmuró en un tono tan lascivo y sugestivo que me dió asco, las otras mujeres empezaron a reír, aplaudiendo y celebrando la evidente putería de su amiga, no sé de dónde tomé fuerzas para no insultar a esa mujer en ese instante, pero mi cara empezaba a denotar incomodidad, por lo que me di media vuelta y traté de marcharme, pero la voz ajena me impidió seguir mi camino — ¡Oye, estamos ordenando aún! — clamó en un evidente tono de molestia, observé de reojo cómo el señor Turner me miraba con severidad, cosa que me hizo tragar de seco y voltearme hacía mis "clientas" nuevamente, estaba atrapado entre la espada y la pared, sin derecho a opinar u objetar, solo podía quedarme callado y escuchar cómo hablaban de mi novio, era muy humillante, era por eso que Giselle quería tenerme ahí presente, porque esa era una forma de humillarme.


— Yo que tú aprovecho esto, Giselle — dijo una dama de cabello oscuro — De por sí fue muy tonto de tu parte dejar ir a un hombre como Robert, ahora que tienes una segunda oportunidad ¡no debes dejarla pasar!


—¿Estás loca? ¡por supuesto que no la desaprovecharé! — exclamó totalmente decidida mientras arreglaba un poco el escote de su vestido, yo luchaba por mostrar un semblante indiferente, pero mi garganta empezaba poco a poco a cerrarse.


— Yo quiero un té de limón — dijo la dama rubia que me miraba de arriba a abajo, su expresión coqueta me empezaba a incomodar — Dime algo Taylor, ¿y qué provocó que tú y Robert hayan terminado? se veían muy felices el día que los encontré en mi boutique — "la perra mal parida que está en frente tuyo, y la familia de mi novio" pensé, mientras decidía qué responder, pero, de nuevo, Giselle no me dejó responder.


— ¿Qué no es obvio? — dijo Giselle cínicamente — ¡Míralo! un chico como él, tan desaliñado y sin gracia, era obvio que lo suyo con Robert no iba a durar mucho tiempo.


— La verdad sí — dijo la mujer de cabello oscuro — Robert siempre tuvo buen gusto, tanto con hombres como con mujeres, me sorprende que haya decidido salir con alguien como tú.


— ... Quería experimentar — dije sonriendo de forma algo forzada, mi voz empezaba a quebrarse, eso no me gustaba en absoluto — ¿Quieren algo más?


— Chicas — llamó Giselle la atención de las demás, ignorándome por completo otra vez — Necesito que me acompañen a comprar lencería de esa que tanto le gusta a Robert, eso me ayudará a seducirlo esta noche.


— También deberías comprar un disco de Scorpions para ponerlo mientras él te la pone a ti — bromeó la mujer de cabello rubio que no dejaba de guiñarme el ojo, todas empezaron a reír cínicamente, yo sentía cómo mi pecho cada vez dolía más y más, pero trataba de mantenerme indiferente, demostrar debilidad esa precisamente lo que ellas querían, y yo no se las iba a poner tan fácil.


— ¡Taylor! — escuché la voz de Page hablarme de repente, voltee de reojo, viendo cómo se acercaba hacía mí con semblante incrédulo — ¡¿Qué estás haciendo aquí parado?! ¡hay clientes esperando!


— ¡Me está atendiendo, niñita! — dijo la pelirroja sacudiendo su mano de forma incrédula, Page la miró con algo de seriedad, ella sabía que no podía gritar u ofender a los clientes, pero aún así, ver cómo su cara se retorcía del odio causaba gracia, yo no me reí, solamente porque estaba a nada de sufrir un colapso nervioso.


— Entiendo — dijo cruzándose de brazos y mirando a esas "damas" con detenimiento — ¿Y en qué se les puede ayudar señoras? si aún no saben qué pedir, daremos una vuelta y volveremos en un rato, porque hay muchos clientes y muy poco personal.


— ¿Disculpa? ¿quién te crees para hablarnos así? — dijo Giselle.


— Nosotras no tenemos la culpa de que no tengan personal aquí — dijo Brigitte.


— No he dicho en ningún momento que sea así — Page trató de excusarse, pero aquel montón de hurracas empezaron a decir cosas muy ácidas, ¿y yo era al que tachaban de clasista?


— ¿Todo está bien por aquí? — preguntó el señor Turner mientras llegaba con nosotros y rodeaba los cuellos de Page y el mío, sonriendo y hablando de forma pasivo-agresiva — ¿Nuestras clientas tienen alguna incomodidad?


— Pues, déjame decirte Michael querido — habló Giselle nuevamente — Que tus empleados son unos mal educados.


— Lo lamento querida, déjame compensarte — dijo apretando nuestros hombros con fuerza, Page y yo nos miramos el uno al otro con algo de frustración, "maldigo los ojos azules de esta mujer que fácilmente hacen que la gente esté dispuesta a besarle los pies" y así, mientras yo pensaba esto último, escuché la campanilla de la puerta sonar, y al alzar la mirada, observé ese par de joyas azules a las que yo le besaba los pies y un par de cosas más cada que tenía la oportunidad.


— ¡Giselle, mira! — exclamó la de cabello oscuro mientras palmeaba el hombro de la pelirroja y le señalaba hacía la puerta, lugar por el que estaba pasando cierto caballero alto de cabello negro y ojos azules, quien cargaba entre sus manos un ramo de flores azules, cosa que me hizo jadear sutilmente, mientras mis ojos empezaban a cristalizarse considerablemente.


La pelirroja no dudó dos veces en levantarse de la mesa y arreglar su escote, con esa maldita sonrisa picarona que tanto deseaba arrancar de una bofetada.


— ¡Robert! — exclamó acercándose hacía mi novio, él al verla, se quedó totalmente confundido y consternado, la miraba con algo de recelo y seriedad, por no decir que molestia — ¡Querido, qué alegría verte aquí! — dijo acercándose a él para tomarlo de los hombros y besar su mejilla, apreté con fuerza mis dientes al ver tal situación, no sé cómo no enloquecí, tal vez era porque estaba usando todas mis fuerzas para reprimir lo que sentía, y vaya que estaba surtiendo efecto, pero no de la mejor manera posible.


En cuanto sus ojos me encontraron, Robert no me quitó la mirada de encima ni por un segundo, a pesar de que Giselle le estaba hablando y besando la mejilla, él no le prestaba atención en absoluto, solo se quedó mirándome con atención, y un poco de preocupación, ¿tan mal me veía para que me observara de esa forma?


— ¡S-Señor Dawson! — exclamó mi jefe mientras se alejaba de Page y de mí, para aproximarse a mi novio y estrechar su mano con fuerza — S-Soy Michael Turner, ¡es un placer tenerlo en mi local señor!


— Te lo agradezco Michael — dijo Robert sonriendo cordialmente, aunque se notaba que era de forma un tanto forzada, y acto seguido, trató de apartarse de ellos y caminar hacía mí, hasta que Giselle le jaló del brazo.


— ¿Qué estás haciendo aquí? ¡ah! ¿estas flores son para mí? — preguntó ella al ver el ramo en las manos de mi novio, notaba a Robert consternado, casi que furioso, y solo porque no quería que él explotara en aquel local e hiciera que Giselle nos delatara, fue que decidí interceder.


— Combinan con sus ojos señorita — susurré acercándome a ellos para tomar el ramo de flores y entregárselo a Giselle, quien me miró con una sonrisa incrédula, mientras Robert me miraba totalmente confundido y algo decepcionado, yo no me atrevía a verlo, sentía que iba a romper en llanto apenas lo hiciera.


— ¡Taylor, vé y busca té para los señores, date prisa! — dijo el señor Turner mirándome atentamente.


— Sí jefe — susurré agachando la cabeza y alejándome de todas esas personas, mirando de reojo cómo Giselle mantenía a Robert agarrado de los brazos, y le impedía venir hacía mí, sonreí con dolor ante esto, y de cierta forma, preferí que fuera así, porque sin duda no iba a tolerar ver a Robert así como me encontraba, iba a quebrarme por completo.


Caminé hacía la cocina del local, lugar donde estaba Richard preparando té y café, todo mientras maldecía entre dientes algo que yo no entendía del todo bien.


— ¡Estúpidos mocosos que derraman todo lo que ven! — decía mientras servía unas tazas de té, yo me acerqué a la mesa donde preparaba el té, para apoyar ambas manos en esta misma, y mantener la mirada agachada — ¿Estás bien viejo?


— Necesito té para la mesa del fondo — susurré con la voz apagada y muy entrecortada, aún sin levantar la mirada.


— Oye Taylor, ¿qué ocurre? — volvió a preguntar, posando su mano en mi hombro, ya no pude aguantar más, por lo que, dejé que una lágrima bajara por mi mejilla, mientras unas toscas risas escapaban de mis labios, al igual que unos gruñidos de odio que solo lograron que el tigre me mirara asustado.


— Ya no aguanto Rick — dije alzando la mirada, riendo de forma ronca y algo tosca — ¿Sabes quién está ahí afuera?


— Ni idea — dijo alzando los hombros — ¿Carlos?


— ¡Una maldita perra, Richard! ¡una maldita perra que desearía poder abofetear! — escupí posando mi mano en mi rostro, mientras varias lágrimas bajaban por mis mejillas, Richard suspiró pesadamente para acercarse al lugar donde yo estaba, y palmearme ambos hombros sutilmente.


— ¿Sale con tu novio?

— ¡No, estuvo casada con él pero— detuve en seco mis palabras al oír las palabras de Richard, voltee a verlo bastante abrumado, él sonrió de lado un tanto incrédulo — ¿C-Cómo sabes que yo—


— Taylor se te vé en la cara que eres gay — dijo cínicamente alborotando mi cabello, cosa que me hizo suspirar sutilmente.


— ¿Y si ya lo sabías porqué me preguntabas si quería salir con mujeres? — dije con molestia.


— Porque quería descartar si solo eran ideas mías o si realmente eras gay, estaba totalmente convencido de que eras gay, y como siempre ponías cara de estreñido cuando te preguntaba, asumí que aún no salías del clóset — reí incrédulo al oír las palabras ajenas mientras limpiaba algunas lágrimas de mi rostro.


— Vaya, soy más predecible de lo que creí — dije rodando sutilmente mis ojos, Richard me miró algo curioso, recostándose de la mesa y posando ambas manos sobre esta misma.


— ¿Qué ocurre Taylor?


— ... Mi novio y yo tenemos problemas — dije cruzándome de brazos — Vivíamos juntos hasta hace unos días, tuve que mudarme porque su familia no acepta que viva con un chico como yo; pues bien, ahí afuera está su ex prometida, quien admitió abiertamente querer conquistarlo de nuevo, y que planea seducirlo esta noche.


— ¿Ella sabe que ustedes son novios?


— Sí pero — chasquee la lengua con molestia — Es complicado, es amiga de la hermana de mi novio, y como los Dawson no quieren que yo—


— ¡Momento! — clamó mirándome totalmente asombrado, yo me quedé helado al verlo — ¡¿Dawson?! ¡¿tu novio forma parte del imperio Dawson?!


— ¿"Formar parte"? — pregunté incrédulamente — ¡Richard, mi novio es la cabecilla del maldito imperio Dawson!

— ¡¡¿Te estás cogiendo a Robert Dawson?!! — clamó abriendo sus ojos por completo, admito que me sorprendió mucho ver su reacción, pero era algo obvio, Robert y su familia eran como celebridades en Londres.


— ¡Shh! — lo callé mirándole con seriedad.


— ¡¿Taylor tienes idea de a quién te estás cogiendo?!


— ¡Lo sé Richard, por eso es que tengo tantos problemas! — me quejé llevando mis manos a mi cabello y apretando este mismo — ¡Tengo muchos problemas con esto, te juro que no sé qué hacer!


— A ver, ¿es su familia quien no quiere que ustedes vivan juntos? — asentí agachando la mirada — ¿Y su ex aprovecha la situación para intentar seducirlo? — volví a asentir apretando mis dientes con algo de fuerza, me sorprendió escuchar cómo Richard soltaba una risa nasal bastante incrédula — Taylor, ¿porqué no solo ignoran lo que les dice esa gente?


— No es tan simple, le quitarán el liderazgo de la empresa Dawson, ¡y Robert no merece eso, él hizo que esa maldita empresa valga lo que vale actualmente!


— Bueno, eso sí es un problema — dijo mientras se cruzaba de brazos y miraba a la nada pensativo, "¿dónde estás, Mónica?" me repetía mentalmente, ella era la única que podía calmar la rabia y el desespero que sentía en mi pecho en ese momento, pero desde luego, ella no estaba ahí para ayudarme, o para siquiera consolarme.



Continuará


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- Gema


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