87 - 'Amor Genuino'
— ¡Maldición, maldición! — repetía bajando las escaleras de aquel edificio donde ahora vivía, mientras detrás mío venía el señor Dawson tarareando tranquilamente una canción de Adele, el tono tan tranquilo y coqueto en el que avanzaba, me daba unas ganas tremendas de estrangularlo.
— Cálmate Ty, llegarás a tiempo — dijo él alzando sus hombros de la forma más despreocupada posible.
— ¡¿Calmarme?! ¡¡estoy a punto de llegar tarde!! — dije volteando verlo con molestia, él rodó cínicamente sus ojos para acercarse hacía mí y morderme los labios con un poco de fuerza.
— Amo la carita que pones cuando te estresas.
— Hablo enserio Robert, ¡ayer me dijeron claramente que llegara a tiempo, y ahora voy super tarde por culpa tuya y de tu pene! — dije chasqueando mi lengua, él suspiró moviendo sutilmente su cabeza.
— Actúas como si no te hubiera gustado — susurró coquetamente apretando un poco mi mejilla, le miré con severidad arqueando una ceja, sacándole una sutil carcajada de los labios — Bien, vámonos ya — cedió a lo que le pedí sacando las llaves de su auto de su bolsillo, yo prácticamente corrí al lado del copiloto para subir a este mismo y abrocharme el cinturón, rogaba que no hubiera tráfico para así poder llegar a tiempo.
Robert subió al auto y nos fuimos rumbo a mi trabajo, estaba demasiado angustiado por llegar a tiempo, pero ni así logré ignorar la terrible incomodidad que sentí al ver cómo sonaba el teléfono de mi novio, y al ponerlo en altavoz, resonaba cierta vocecilla que hacía hervir mi sangre considerablemente.
— Hola Robert — saludó ese odioso chico pelirrojo a través del celular — ¿Vienes en camino?
— Sí Arthur, perdona, me retrasé un poco esta mañana.
— Lo imaginé, bebiste bastante ayer — una sonrisa cínica se dibujó en mi rostro al escuchar tales palabras, voltee a ver a mi novio de manera incrédula, mientras él se concentraba en conducir, no se molestaba en voltear a verme, seguramente imaginaba lo que se le vendría si lo hacía — Como sea, te estamos esperando en la oficina, tu padre está aquí platicando con nosotros, le parece buena idea que te vayas a américa.
— ¿Enserio? — preguntó mostrando un semblante receloso y algo incrédulo, yo seguía mirándole con mi típica sonrisa de sociópata — ¿Estás seguro de lo que estás diciendo, Arthur?— Muy seguro — insistió — Te está esperando para hablar contigo sobre eso.
— Vaya, creo que no fui el único en beber de más ayer — dijo alzando sus cejas en un gesto de frustración y algo de estrés, me irritó como nunca oír una ligera risa provenir del teléfono, risa cuyo dueño me hacía desear actuar en base a los impulsos agresivos que heredé de mi madre.
— Les informaré a todos que vienes en camino entonces, cuídate Robert — dicho esto, colgó la llamada finalmente, dejando que un ensordecedor silencio llenara aquel espacio entre nosotros, Robert carraspeaba algo preocupado, yo le ignoraba por completo mientras observaba por la ventana a las personas transitando la ciudad, hasta que, escuché a mi novio hablar de repente.
— Te debo una explicación — dijo suspirando sutilmente.
— No te molestes — escupí de mala gana cruzándome de brazos — Supongo que debes seguir guardando apariencias con la gente de la empresa, solo espero que "guardar apariencias" no te lleve a algún callejón del que luego no puedas salir, pero claro, que te lo advierta está de más, eres adulto, y es obvio que estás consciente de todo lo que estás haciendo.
— Taylor — gruñó entre pesados suspiros de molestia.
— ¡Taylor nada, Robert! ¡así como a ti te incomoda que yo hable con personas que no te dan buena espina, a mí me hierve la sangre que ese tipo te llame, y tú te vas a beber con él!
— Era con los otros socios Ty — murmuró con frustración mientras seguía conduciendo, hoy en día recordar su expresión de "maldita sea, ¿porqué esto me pasa a mí?" me da mucha risa, pero en ese momento la rabia y los celos no me dejaban reírme ni por error.
— ¡Pues a mí no me importan los otros socios Robert Dawson, me importa ese tipejo pelirrojo que no deja de verte como si fueras una maldita golosina! — reclamé cruzándome de brazos — ¡¿Porqué no me dijiste que se fueron a beber ayer?! ¡¿y si él no llamaba no planeabas decírmelo?!
— Te lo iba a decir, Ty, solo... l-lo olvidé ¿okey?
— ¡Oh claro, te conviene olvidar que estabas bebiendo con el señor "pequitas"! — reclamé furioso mirando atentamente a mi novio, quien golpeaba sutilmente el volante con sus dedos, un gesto obvio de que se estaba estresando — ¡¿Sabes una cosa?! ¡no me digas nada, me da igual, no me interesa, no quiero saberlo, allá tú con tus "apariencias por guardar"!
— Salimos a beber al bar de mi hermano, normalmente el alcohol no me afecta tanto, por eso bebí un poco más de la cuenta y ya todos creían que estaba ebrio; hablábamos de los planes con la empresa americana, Doughnut es el principal detractor, quiere sí o sí firmar con tu padre — explicaba un tanto fastidiado, hasta que volteó a verme de reojo, notando que yo estaba viendo por la ventana del auto sin prestar atención a sus palabras — ¡Taylor deja de actuar como un ridículo por Dios santo!
— Ya te dije que no me interesa lo que hacías ayer — murmuré entre gruñidos de molestia, y aprovechando que Robert frenaba el auto en un cruce, me quité el cinturón de seguridad y me preparé para bajar el auto, Robert rió incrédulo al ver mis acciones.
— ¡¿Es enserio Taylor?!
— Muy en serio — dije volteando a verlo con una sonrisa cínica — Vé y diviértete con Arthur en la oficina, y en la noche después de que él te la chupe, yo te la chupare también, al fin y al cabo es eso lo que tanto te gusta — dije alzando mis hombros sin más, él chasqueó la lengua mirándome con molestia, pero poco me importó, los celos y la rabia me nublaron por completo.
— Bien, vete y haz tu berrinche, pero vendré por ti en la tarde, y te vas a ir conmigo quieras o no hacerlo.
— ¡Claro que no lo haré!
— ¡Claro que lo harás! — respondió cruzándose de brazos y mirándome incrédulo — Prefiero buscarte a que tú vayas y me busques a mi casa arrepentido y deprimido, como haces siempre que peleamos.
— ¡Yo no hago eso! — Robert me miró de forma incrédula arqueando una ceja, me quedé un rato en silencio pensando de qué forma responder, y al no encontrar una respuesta válida (dado que él tenía la razón, obviamente) decidí abrir la puerta del auto y salir de este mismo, cerrando con fuerza la puerta y caminando lejos del auto de mi novio sin voltear si quiera a verlo, aunque sentía cómo él me estaba siguiendo en el auto todavía, cosa que solo hacía que mi sangre hirviera como nunca.
— ¡"Yo que ni un momento puedo estar lejos de ti"! — empezó a canturrear una de las canciones de Luis Miguel mientras se asomaba por la ventanilla y me miraba caminar, yo mantenía la mirada agachada, mostrando un semblante furioso, aunque admito que oírlo cantar una de esas canciones que tanto amaba, logró conmoverme mucho — ¡"¿Cómo soportar la vida entera ya sin ti?"!
— ¡No uses a Luis Miguel para chantajearme! — reclamé volteando a verlo, él empezó a reír coquetamente.
— ¡"Te quiero, te quiero, te juro que yo"! — me detuve en seco para quedarme viéndolo, él me sonrió galantemente mientras terminaba de murmurar la letra de la canción, haciendo que un gran rubor inundara mis mejillas — ¡"No puedo vivir sin tu amor"!
Sonreí de lado por inercia, maldiciendo tanto lo débil que me volvía al ver a mi novio cantarme de esa forma; me acerqué de nuevo al auto para apoyar ambas manos sobre la puerta y verlo con algo de seriedad, pero manteniendo esa suave sonrisa en mi rostro.
— Eres un maldito mal nacido, ¿lo sabías?
— Un maldito mal nacido que te adora — susurró acariciando suavemente mi mentón — Jamás te sería infiel, Ty, menos con Arthur, ¿realmente crees que él me gusta?
— Tienes debilidad por los pelirrojos — susurré de forma algo ácida, él bufó mirándome a los ojos atentamente.
— Tenía, hasta que conocí la belleza del cabello negro, y no quise fijarme en nadie más, y mantengo mi promesa todavía — murmuró sonriéndome con ternura, chasquee mi lengua mirando a otro lado, luchando por contener mis ganas de reír bobamente ante sus palabras bonitas.
Me alertó sentir cómo me tomaba del mentón nuevamente y me hacía verlo a los ojos, a sus hermosas joyas azules que tanto me hacían perder la razón.
— "Ven aquí, abrázame" — susurró empezando a cantar otra vez, haciendo que mi piel se erizara como nunca, no sé si es porque él es el hombre al que amo, pero Robert siempre ha tenido una voz muy encantadora para mí — "Yo te amo tantoo; y te pido por favor, que creas más en mí".
— ¿Porqué no me dejas hacer mis berrinches en paz? — me quejé cediendo ya ante los malditos encantos de ese inglés, para darle un cálido beso en los labio; perdonen, sé que bajé la guardia muy rápido ¡pero el tipo me estaba cantando algo de Luis Miguel, no le di sexo oral solo porque la puerta del auto se interpuso en mi camino!
— Mi chico berrinchudo — susurró coquetamente siguiéndome los besos — ¿Quieres irte caminando aún, o te termino de cantar la canción de camino al trabajo?
— Maldito — le dije nuevamente para apartarme de la puerta del auto y caminar hacía el lado del copiloto, él sonrió victorioso al verme subir a su lado — ¡No creas que esto me quita el enojo Robert, no olvidaré tan fácilmente que te vas a beber con ese maldito pecoso odioso!
— Hey, te van a salir raíces en los labios de tanto maldecir — me corrigió extendiendo su mano y apretando un poco mi labio, aparté su mano de mala gana para cruzarme de brazos y ver por la ventana cómo avanzábamos de nuevo — Perdón, ¿de acuerdo? si fuera por mí me quedaría contigo, ¡pero no puedo rechazar una invitación a beber, menos ahora que todos están en mi contra!
— Eso lo entiendo, pero— me quejé gruñendo sutilmente — ¡Odio que salgas con ese pecoso!
— No salgo solo con él, Ty.
— ¡Pero él aprovecha la situación para sacarte conversación! ¡y eso me hierve la sangre! ¡si te invita un café juro que iré a estrangularlo!
— ¿Porqué específicamente un café? — preguntó sonriendo con malicia.
— ¡¿Cómo que porqué?! ¡¡porque el café es lo nuestro Robert, obviamente!! ¡¡nada define más nuestra relación que un café al atardecer!!
— Mh, "café al atardecer" es una linda frase — susurró tranquilamente.
— El café es algo muy especial, a-al menos yo siento que entre nosotros es así... no puedo creer que tú no lo tomes igual.
— Yo sí lo hago, solo quería escuchar lo que dirías al respecto — mencionó coquetamente guiñandome el ojo — No sabes todo lo que pasa por mi mente cuando huelo algo de café cerca de mí.
— ... ¿Enserio? — pregunté mientras un gran rubor inundaba mis mejillas, él asintió posando su mano sobre mi pierna y acariciándola con ternura.
— Me recuerda a nuestro primer beso, tus labios estaban dulces, un poco amargos, eso lo hizo mucho más memorable — admitió calmadamente, mientras un leve pigmento rojo llenaba su rostro — Recuerdo que apenas me besaste empezaste a temblar, como si lo hubieras hecho con miedo, pero al mismo tiempo... con mucha pasión y deseo de por medio, admito que fue muy tonto de mi parte notar que no era tu primer beso, la forma en que te agitaste era fiel prueba de ello, fui todo un tonto — mi pecho se agitó como nunca al oír cómo mi novio admitía todo eso, recordaba nuestro primer beso como si hubiera sido tan solo hace una hora, creí que era el único al que le pasaba, es idiota no admitir lo mucho que logró conmoverme dicha situación.
— ... Es bueno que tengas eso en mente — dije tratando de sonar algo serio todavía, quería empezar a darme a respetar, y debía empezar a hacerlo con Robert, pero era inútil, por más que yo quisiera actuar como un "hombre recto" frente a él, mi pareja me conocía muy bien, demasiado bien en realidad, por lo que era imposible que dejara de verme como aquel chico torpe y errático que le robó el corazón ¿de dónde saqué tal descripción? fácil, él mismo me lo diría tiempo después, pero me estoy adelantando.
Tomó mi mano para besarla con ternura y sonreírme de lado, aún sin dejar de conducir.— El café es sagrado, lo tendré en cuenta Ty — susurró mientras volteaba a ver el camino, a pesar de mi evidente rabieta de hace unos momentos, sentía una atmósfera tierna y muy encantadora, que me hacía desear no bajarme de ese auto de nuevo — Te prometo que no busco nada con Arthur, y que no lo dejaré cruzar ciertos límites.
— ... Eso espero — dije soltando un ligero suspiro, Robert me sonrió de lado cuando dije eso, aún después de todo el drama que hice, y de mi evidente actitud ácida, él seguía sonriéndome y mirándome con ternura, eso me dejó claro que lo que Robert sentía por mí, era amor genuino, porque ¿si no estuviera enamorado de mí, cómo sería capáz de soportar tantos berrinches y arrebatos de locura de mi parte?
-
— ¿Es aquí? — preguntó mientras estacionaba el auto frente al local donde yo trabajaba.
— Así es — respondí tomando mis cosas — Maldición, es tarde, el jefe va a matarme.
— Relájate Ty, compensa tu llegada tarde dando lo mejor de ti, ¿de acuerdo? — mencionó mirándome coquetamente, yo le miré con seriedad mientras arreglaba un poco mi cabello.
— Cínico — escupí de mala gana abriendo la puerta del auto — Te veré más tarde entonces.
— Está bien — dijo él mientras veía atentamente como yo me preparaba para bajar del auto, aunque me detuve en seco por un segundo — ¿Todo bien?
— Olvidé algo — murmuré volteando para tomar las mejillas ajenas y darle un dulce beso en los labios a mi novio, beso que me correspondió de igual forma — Te amo.
— Y yo a ti, cariño — me dijo mientras acariciaba mi barbilla nuevamente — Ten un buen día ¿sí?
— Tú igual — dicho esto, me bajé del auto de mi novio, luego de ese beso me costó mucho el apartarme e irme, pero necesitaba hacerlo, ambos teníamos responsabilidades que cumplir, empleos a los cuales asistir, por más que deseáramos quedarnos en la cama besándonos y susurrandole cositas tiernas el uno al otro.
Robert encendió de nuevo el auto y se fue, yo le miré irse mientras caminaba al local donde trabajaba, afortunadamente no había mucha gente todavía, pero igual presentía que iba a recibir un reclamo de parte del jefe.
— ¡Buen día! — dije al entrar y acercarme a la barra, donde estaban el jefe y la chica de cabello turquesa, ambos mirándome con seriedad.
— Llegas veinte minutos tarde, Taylor — dijo el jefe.
— Lo sé, perdóneme, tuve algunos problemas en casa — mentí, no iba a decir que llegué tarde por quedarme a coger con mi pareja, eso iba a verse muy mal.
— Sé que te dije que el trabajo no es el mejor, pero eso no te da derecho de llegar tarde cuando se te antoje, ¿entiendes eso, verdad?
— Lo entiendo señor Turner, perdone, no se volverá a repetir — murmuré sintiendo algo de vergüenza apoderarse de mi ser, "idiota" rebotaba por mi mente, no precisamente hacia mi persona, sino hacía mi amado y odioso novio.
— Bien, que no se vuelva a repetir — amenazó para apartarse un poco de la barra — Te lo dejo, Page, vigila que haga todas sus labores.
— Sí señor Turner — dijo ella mientras miraba de reojo cómo el sujeto se marchaba del lugar, para acto seguido, voltear a verme con recelo, su mirada no me agradaba en absoluto, pero lo más frustrante era tener que tolerarla todo lo que quedaba de día, al menos hasta que el tigre regresara de la universidad y pudiera distraerla.
— Bien y ¿qué haré primero? — pregunté tratando de actuar amistosamente, pero mis ganas de ser amistoso se nublaron por completo en cuanto ella me arrojó un pañuelo húmedo al pecho — ¡Oye!
— Vé y limpia las mesas vacías, luego irás a limpiar la cocina, y cuando llegue Richard lo dejarás al frente y te irás a organizar el almacén.
— Jaj, ¿olvidaste alguna otra cosa? — pregunté de forma incrédula, ella me miró de mala gana arqueando una ceja.
— Esto se llama "trabajo" niño bonito, si fuera fácil entonces no sería trabajo, pero claro, tú no estás acostumbrado a hacer algo que no sea salir a gastar el dinero de papi — exclamó mirándome con frialdad mientras se apartaba de la barra y caminaba hacía la cocina.
Gruñí entre dientes tomando dicho pañuelo para verlo atentamente, por más que me enojaban sus palabras, la perra rockera tenía un punto, solo me impusieron un par de tareas y ya me sentía asfixiado ¿quién carajo me creía? esa era la base principal del trabajo, hacer tus deberes y cerrar la boca, apenas era mi segundo día ¿y yo ya me sentía cansado? admito que por más que sus palabras eran chocantes y muy tercas, las necesitaba para aprender a pisar tierra, y darme cuenta de que no todo en la vida era pan comido, tal y como Yelena me lo dijo.
Continuará
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- Gema
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