86 - 'Embriagante'
Luego de comer, nos quedamos acostados en la cama, platicando de cómo nos fue ese día, Robert me explicaba lo estresante que era tener a su padre respirandole en la nuca durante sus jornadas laborales, y yo le expliqué qué tal me fue en mi primer día como trabajador, admito que fue un momento muy tranquilo y amigable, lo disfruté bastante.
11:47 marcaba el reloj, ambos estábamos acostados en la cama semi-dormidos, todavía estábamos desnudos, el clima era algo frío, pero nos negábamos a apartarnos el uno del otro, sobre todo para ir a ponernos algo de ropa; Robert me abrazaba con ternura mientras yo estaba acurrucado en su pecho, sentía su respiración mover sutilmente mi cabello, mientras su pecho subía y bajaba tranquilamente, fue un momento precioso.
— ¿Te pasa algo? — me preguntó con la voz adormilada, yo alcé la mirada para verlo con detenimiento, apenas y podía mantener los ojos abiertos, se notaba que estaba exhausto — ¿No puedes dormir?
— Solo disfruto esto — dije sonriendo de lado, mientras apoyaba ambos brazos en el pecho de mi novio y mi barbilla sobre estos mismos, él me miraba atentamente, acariciando mi mejilla y pasando su dedo por mis labios de vez en cuando.
— Luces cansado, deberías dormir.
— Sí, solo quiero verte un poco más.
— Ty... — callé sus palabras dándole un suave beso en los labios, beso al que me correspondió sin dudarlo dos veces.
— ¿Sigues enojado conmigo? — pregunté sonriendo apenado, Robert me observó confundido cuando dije eso.
— ¿De qué hablas?
— Por habernos hecho esto, ¿sigues molesto porque me fui?
— Ty — suspiró sutilmente tomando mis mejillas para besarme el rostro con dulzura — Yo sé que esto de separarnos no fue sencillo para ti, para ninguno lo ha sido, pero no te lo reprocho en absoluto, porque sé bien que solo buscas nuestra tranquilidad.
— Nada más — dije en un suave suspiro que se escapó de mis labios — Solo quiero que todo mejore, no que empeore.
— Mi pobre chico — murmuró repartiendo besos por mi rostro — Te traje para consentirte, y solo te he hecho pasar malos tragos.
— No ha sido tu culpa, no es culpa de nadie, ambos somos víctimas de las circunstancias.— Víctimas o no, prometo que cuando todo esto termine, viviremos la vida que te prometí, tranquilidad y felicidad, estabilidad financiera, todo eso y mucho más, Ty.
— Me avergüenza un poco que te ofrezcas a darme tanto.
— Es lo menos que puedo hacer por ti; además, le hice una promesa a tu madre, de que iba a cuidarte y velar por tu bienestar.
— Cierto — dije entre coquetas risas para tomar las mejillas de él y darle un hambriento y cálido beso, al que me correspondió acariciando mi espalda con sus pesadas y suaves manos, amo tanto cuando me toca de esa forma.
Y así, entre tiernos besos y caricias, nos quedamos dormidos, sintiendo el reconfortante calor corporal del otro, cosa que nos ayudó a dormir de mejor forma, aunque a mí personalmente, la noche se me hizo bastante fugaz y poco duradera, tal vez era porque yo añoraba que no amaneciera, solo quería quedarme de esa forma con mi pareja.
-Un ligero aroma llegó a mi nariz, logrando que yo abriera de a poco los ojos, notando que mi novio ya no se encontraba conmigo en la cama, por lo que me levanté de esta misma y salí hacía el lugar del que provenía el dulce aroma.
Salí descalzo y desnudo, rascándome la cabeza y bostezando sutilmente, solo éramos Robert y yo, por lo que no me importaba ser un poco exhibicionista. Al llegar a la cocina, pude ver a mi novio usando el traje con el que llegó ayer, solo que no tenía puesto su saco todavía.
— Buenos días — me saludó en cuanto notó mi presencia en aquella pequeña cocina, y al verme desnudo, no pudo evitar sonreír coquetamente — Me encanta tu pijama.
— Hola amor — dije adormilado mientras me acercaba a él y le abrazaba desde atrás, amaba darle abrazos desde atrás a Robert, era el único momento en el que mi cuerpo podía apoyarse un poco contra sus glúteos, y a él no parecía importarle.
— ¿Dormiste bien? — preguntó volteando para abrazarme y besarme los labios con ternura.
— Sí — bostecé nuevamente — ¿Qué hora es?
— 08:15, planeaba dejarte dormir un poco más, pero veo que tienes hambre.
— Olí tocino y me alegré — dije alzando sutilmente mis hombros, sacándole a mi novio una suave carcajada.
— Ve sentándote, ya casi está listo — mencionó dejando de lado un cubierto que usaba para mover las cosas en el sartén, para voltear hacía la mesa y tomar dos vasos con café y entregarme uno — Ten.
— ¿Cómo hiciste café?
— No lo hice, salí y lo compré — dijo tranquilamente mientras daba un sorbo al suyo — ¿Puedes creer que ayer tuve que pedirle prestadas a Yelena estas cosas antes de venir a verte? porque imaginé que aún no tenías utensilios de cocina, y necesitaba al menos un sartén y un tenedor para hacerte el desayuno.
— No te hubieras molestado — dije apenado sentándome en esa pequeña mesa de madera.
— No es molestia, debemos empezar a acondicionar este sitio para ambos.
— ¿"Ambos"? — dije entre sutiles risas.
— Así es, ¿realmente crees que no vendré a verte cada que pueda? prácticamente viviré aquí.
— ¿Y mientras tú "vives aquí", dónde cree tu familia que estás? — pregunté cruzándome de brazos, Robert suspiró volteándose para apagar la cocina.
— Pues, planeaba decirles que pasé la noche en casa de Yelena bebiendo, o algo así, honestamente no estoy seguro.
— ... Deberías decirles que estabas teniendo sexo con alguien más — dije soltando un pesado suspiro — De esa forma ellos estarían más tranquilos, porque creerán que no estás conmigo.
— Eso sería darles la razón de que solo te veía como un juguete — respondió de forma seria tomando una bolsa que estaba sobre la mesa y sacando dos platos de esta misma, no pude evitar observarle algo divertido ante esto.
— ¿Exactamente cuántas cosas le quitaste a Yelena?
— No estoy seguro, le dije "dame lo necesario" y ella empacó cosas hasta más no poder.
— ¿Empacó condones también? — pregunté malicioso mordiéndome el labio inferior, Robert me correspondió la mirada tomando los platos y yendo a servir el desayuno.
— Ella sabe que no uso condón contigo, pastelito.
— Me asusta a veces lo mucho que Yelena conoce nuestra intimidad.
— Mónica también la conoce — dijo mientras servía la comida.
— Sí pero no de forma tan explícita — me quejé suspirando sutilmente, hasta que ví cómo mi novio se acercaba hacía la mesa con los dos platos en mano, para entregarme uno y sentarse a mi lado para comer el otro, me asombró ver que se trataba de hot cakes con fruta, y algunas tiras de tocino al lado, me abrumaba la combinación de la carne con lo dulce, pero viniendo de alguien que desayunaba seis tipos de comidas diferentes en el mismo plato, no le di mucha importancia y solo me dispuse a comer.
— ¿A qué hora entras a trabajar? — preguntó dando un sorbo a su café.
— A las diez, tengo tiempo aún para ducharme e irme.
— Si quieres puedo dejarte de paso.
— No amor, sé que se te está haciendo tarde, y no quiero que tu padre te grite por mi culpa... otra vez — murmuré esto último agachando apenado la mirada.
— Oye — me tomó de la barbilla para hacerme verlo a los ojos de nuevo — Está bien Ty, tomarme diez minutos para dejarte en el trabajo no es molestia, enserio.
— Preferiría que te abstengas Robert — dije con pesar mirando atentamente las joyas azules de mi novio — Debemos tratar de no darle más tela para cortar a tu familia, enfócate en el trabajo por ahora, ¿de acuerdo? — él me miró con un poco de decepción y pesar, odiaba tanto cuando me tocaba ser el adulto responsable de los dos.
— Bien, tienes razón, lo lamento Ty — se excusó empezando a comer, me dolió verlo desanimarse de repente, por lo que traté de distraerlo con otra cosa.
— Oye — murmuré pinchando un trozo de fruta con mi tenedor — ¿Y qué ha pasado con la búsqueda de empresas americanas?
— He estado hablando con algunos hombres, pero todos en la oficina siguen esperando respuestas de parte suya, señor Atwood.
— ¿No se supone que ibas a darles a entender que mi padre no quiso firmar?
— Eso hice, pero se niegan a tomar eso como un cierre definitivo de las negociaciones, insisten en que quieren hablar con tu padre en persona.
— Qué bastardos tan necios — dije de mala gana, Robert rió mirándome con detenimiento ante lo que dije.
— Como sea, lo bueno es que ya hay un empresario americano que tiene casi los mismos números de tu padre, es una buena inversión, por lo que no dudo que pronto estarán dispuestos a firmar con él.
— ¿Enserio? — dije asombrado.
— Así es, el detalle es que ese hombre se encuentra en américa, e insiste que nos traslademos hasta allá para hablar con él.
— ¿Osea que tendrías que volver a Estados Unidos?
— Sí, pero el punto es que justo ahora no puedo Ty, ¡¿te lo imaginas?! ¡¿irme a américa con mi familia aquí y con mi padre husmeando en la empresa?! ¡van a sacarme las entrañas! — un escalofrío desagradable recorrió mi cuerpo al pensar nuevamente en cierto criminal londinense que empezó a rondar por mi mente y ya no lograba salir, afortunadamente Robert no notó mi semblante nervioso por haberse levantado hacía un desgastado refrigerador que aparcaba una buena parte de la cocina — Además, acabamos de llegar, lo menos que quiero es volver a subirme a un maldito avión.
— Te entiendo amor, pero si ese sujeto promete ser mejor que el viejo, tendrás que hacer ese sacrificio — dije dando un sorbo a mi café, saboreando lo dulce y amargo de esta bebida, junto con algunos toques de canela que le daban un sabor muchísimo mejor.
— No lo sé, veamos cómo se desenvuelve todo esta semana, si logro terminar unas cosas, tal vez vaya a Estados Unidos para principios del próximo mes, la cuestión entonce es ¿a quién dejaré a cargo del cuidado de mi pequeño gatito de ojos cafés? — dijo en un tono lastimero que me hizo fruncir receloso el ceño.
— Yo no soy un niño, Robert, además puedo quedarme aquí en este departamento mientras tú no estás.
— Taylor no seas ridículo, ¿realmente crees que viajaré sin ti? no seas crédulo mi cielo.
— ¿Y si no quiero viajar? — dije tratando de sonar caprichoso, me gustaba colmar la paciencia de mi novio.
— Te tendré que drogar y llevarte en una maleta, pero a ti no te vuelvo a dejar solo jovencito, ¿entiendes? — mis mejillas ruborizaron y una gran sonrisa se dibujó en mi rostro al escuchar las palabras ajenas.
— Entendido — respondí soltando suaves risas juguetonas, amaba la mirada pícara y retadora que Robert me dedicó en ese momento.
— Buen chico — mencionó acercándose a mí para tomar algo de fruta de mi plato y ponerla frente a mí — Te he entrenado bien.
— Sí — asentí abriendo la boca, dejando que Robert metiera la fruta en ella, para acto seguido, agacharse y lamerme los labios de forma muy sensual y delicada.
— Termina de comer, quiero lamerte antes de trabajar — susurró con esa voz que tanto alteraba mis sentidos.
— Sí señor Dawson — asentí coquetamente para disponerme a terminar mi desayuno, me apresuré en acabarme todo lo más rápido posible, mientras mi novio me miraba con ternura y diversión, era increíble cómo lograba controlarme con esa voz tan gruesa suya, era tan efectiva como si de una voz de mando se tratase, eso se me hacía curioso, pero no me desagradaba, ya que me causaba placer recibir ordenes de parte de mi novio.
-
Después de desayunar, me dispuse a ducharme, la frialdad del agua hizo que todas las ganas de pecar se me desvanecieran, por lo que solo me di un baño rápido y me dispuse a vestirme, mientras mi novio hablaba por teléfono sentado al borde de la cama, mirando cómo yo me vestía con mi uniforme de trabajo, lo notaba deleitado, amaba la forma en que brillaban sus ojos al ver mi cuerpo paseando desnudo por la habitación.
— Sí, de acuerdo, iré apenas salga del trabajo — decía mientras yo le miraba a través de un deteriorado y empañado espejo que formaba parte de un viejo ropero; yo luchaba por atar ese odioso moño, mientras escuchaba atentamente las palabras de mi novio — Está bien Alice, te llamaré después — dicho esto, colgó el teléfono y soltó un pesado suspiro para levantarse de la cama y caminar hacía mí, soltando una leve risa nasal al verme batallando con el moño.
— ¿Todo bien? — le pregunté mientras seguía observándome en el espejo.
— Sí, solo debo llegar a casa temprano hoy, no creo poder quedarme hoy.
— ¿No vendrás? — pregunté un tanto decepcionado.
— No me quedaré, Ty, pero sí vendré al menos para darte las buenas noches.
— Salgo a las nueves, Robert, no creo que podamos vernos temprano — comenté volteando a verlo con decepción, él me besó la frente cuando dije eso, beso que me ayudó a reconfortarme.
— No te desanimes, puedo pasar a saludarte en el local.
— ¿Estás seguro? — pregunté inclinando un poco la cabeza, mi novio me tomó de ambas mejillas para besarme los labios.
— Claro, no quiero terminar el día sin despedirme de ti — sonreí sutilmente al oírle decir eso, y un rubor llenó mis mejillas mientras Robert llevaba sus dedos al moño mal hecho en mi cuello — Qué nudo tan particular — murmuró entre suaves y ligeras risas.
— Usht, ¡esta porquería me tiene harto! — me quejé de mala gana, Robert me calló posando un dedo en mis labios, para después empezar a atar el moño en mi cuello y a arreglar mi camisa, cosa que me hizo sonrojarme considerablemente — Este moño es ridículo, ¿porqué no solo uso una camisa y ya?
— Un caballero debe demostrar siempre elegancia, una camisa sola se ve poco formal, por eso un uniforme debe ser acompañado por un corbatín.
— Siento que esto no va conmigo — murmuré agachando la mirada y haciendo un sutil puchero, mi novio volvió a reír para tomarme de las mejillas y besarme con ternura los labios.
— Te queda mejor de lo que crees — susurró frotando su nariz con la mía — No dudes de lo bien que te ves, cielo, eres el chico más hermoso del planeta.
— ¡Bastaa! — dije entre risas mientras mi rostro se pigmentaba de un pronunciado color rojo — Sabes que odio que exageres.
— Pero si no estoy exagerando — se paró detrás de mí para abrazarme con ternura y ver juntos nuestro propio reflejo en el espejo — Mírate nada más, eres hermoso de pies a cabeza — empezó a repartir besos por mi hombro mientras decía eso, haciéndome sonrojar y mirar mi propio reflejo con vergüenza — La cosita más hermosa y tierna con la que he tenido la oportunidad de tener sexo.
— Basta — susurré apenado, pero obviamente, él hizo caso omiso a mis palabras.
— ¿Porqué? soy tu pareja, mi deber es ayudarte a ver lo que no logras notar a simple vista — murmuró tomando mis caderas con firmeza — Me encanta el cómo tu personalidad combina tan bien con tu cuerpo, me emociona pensar cómo serás cuando llegues a los treinta, la edad donde todos somos la mejor versión de nosotros mismos.
— ¿Tú crees? — dije mirándome con detenimiento, dejando que Robert explorara mi cuerpo con sus manos, al mismo tiempo que sus palabras rebotaban por mi mente, "¿de qué forma me vería yo a mis treinta años?" nunca me lo planteé, principalmente porque no me emocionaba llegar a los treinta, apenas y podía con mis problemas de veinteañero, no tenía la fortaleza ni paciencia suficiente para imaginarme en mis años de adultez, lo único que pensaba era que iba a estar solo, y mucho, nunca aspiré conseguir una pareja estable, porque sabía que alguien como yo nunca lograría que otra persona, ya fuera hombre o mujer, me tomara enserio; sin embargo, ahora el panorama de mi vida era distinto, tenía una pareja que me amaba, y al que yo amaba con todo mi ser, todo lo que deseaba para mi futuro era estar con él, lo demás me daba igual, mientras estuviera con Robert, todo me daba igual.
— Por supuesto — asintió besándome con dulzura la mejilla — Si a tus veintes eres hermoso, a los treinta me vas a volver loco — me fue imposible no sentir un tremendo rubor apoderarse de mis mejillas, "exageras" rebotaba por mi mente, pero esa vez no quise decirlo, no quería arruinar el momento.
Me voltee de reojo para tomar su cuello y besarle los labios con dulzura, beso al que Robert me correspondió sin dudarlo dos veces, sus manos seguían explorando mi cuerpo de arriba a abajo, se notaba que no quería dejarme ir.
— No merezco que me adores tanto — susurré con algo de vergüenza, él me sonrió para seguir besando mi rostro con ternura.
— Al contrario, mereces esto, y mucho más Ty — dicho esto, me sujetó con fuerza para cargarme entre sus brazos, sacándome unas suaves risas nerviosas.
— ¡Robert, tenemos que trabajar! — dije mientras sentía cómo me jalaba hacía la cama nuevamente, pero él como era de esperarse, hizo caso omiso a mis palabras, y solo siguió con sus acciones.
— Tenemos veinte minutos más, se me ocurren muchas cosas que podemos hacer con ese tiempo — susurró mientras me recostaba en la cama y aflojaba un poco el moño en mi cuello, sonreí coquetamente mientras un gran rubor inundaba mis mejillas.
— ¿Te he dicho que te amo? — pregunté entre suaves y sensuales susurros, sacándole a mi novio una sobria y coqueta carcajada.
— Nunca está de más que lo repitas.
— Te amo — repetí mientras sentía la lengua de Robert entrando de golpe a mi boca, empezando a frotarse contra la mía de una forma muy sensual y poco sutil, dándome una hermosa sensación de calidez embriagante.
Continuará
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- Gema
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