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76 - 'Temor'


Pasaron algunas horas, yo intentaba dormir un poco, pero no lograba conciliar el sueño por más que lo intentaba, escuché que nuestros visitantes subieron al comedor y comieron, olía muy bien, pero yo no me animaba a salir, sentía una vergüenza espantosa.


11:27 marcaba el reloj, mi estómago empezó a rugir con insistencia, fruncí el ceño con molestia ante esto, realmente no quería ir a comer, pero mi estómago me exigía alimento, es uno de los efectos secundarios de tener sexo de forma más constante, tu cuerpo se cansa y te exige reponer todas las calorías que perdiste, o al menos a mí me sucede eso, porque yo no comía casi nada, y cuando empecé a ser la perra del señor Dawson mi apetito se abrió considerablemente.Me puse un suéter gris de Robert y salí de la habitación, las luces estaban apagadas y todos estaban callados, eso me alivió, no quería que nadie me viera.


Caminé a la cocina para sacar una bolsa de harina, algunos huevos, azúcar, miel y leche, mi niño interior sentía antojo de hot cakes, y era pecado no matarme el antojo cuando Robert específicamente me dijo que compró todo eso para mí, era tan tierna la forma en que me mimaba e intentaba que todo estuviera cómodo para mí, deseaba poder devolverle el favor, pero a parte de darle mamadas y sexo salvaje en la ducha, no se me ocurrían otras formas de cumplirle a Robert, sé que el mero hecho de vivir con él ya lo llenaba de felicidad, pero entiendan, yo soy una persona difícil, consideraba un gran sacrificio de su parte el mero hecho de tolerarme, por eso quería hacer algo más, algo realmente significativo para demostrarle a Robert que yo también podía ser atento con él.


Trataba de cocinar de prisa para no llamar la atención de alguien, pero como siempre, la ironía llegó y me dió una patada en el hígado.


— Huele a panqueques — dijo una suave e inocente voz, voltee nervioso al oírla, topándome con tres pequeños despeinados y adormilados, que me miraban como si nada, mientras yo sentía pánico con el simple hecho de tenerlos en frente.


— ¿Estás cocinando, Madonna? — preguntó el mayor de ellos mientras caminaban hacía mí, bufé en cuanto él me llamó de tal forma.


— Me llamo Taylor, no Madonna — le corregí.


— Huelen bien — dijo el más pequeño niño, de siete años aproximadamente — ¿Podemos comer un poco?


— Amm... s-seguro — dije sonriendo apenado para tomar varios platos, y servir algunos panqueques que ya había sacado del sartén, los decoré con azúcar refinada y varios trozos de fresa y melocotón que había en el refrigerador, puse un plato en frente de cada niño, me sorprendía ver cómo ninguno parecía tenerme recelo, ni siquiera el hijo mayor de George, quien obviamente ya tenía conocimiento sobre el bien y el mal, y aún así, yo no parecía caerle mal.


— Mh, ya veo porqué mi tío Robert te quiere, están ricos — dijo el pequeño de diez años, haciéndome sonrojar sutilmente y reír algo apenado.


— Tampoco es para tanto — murmuré tomando una espátula para sacar más hot cakes, era un poco incómodo estar a solas con los hijos de las personas que me odiaban, pero de cierta forma, me recordaban a cierto pelinegro de ojos dulces e inocentes a quien dejé en Detroit para ir a vivir mi vida de pareja, él era mucho mayor que yo desde luego, pero al ser alguien de condición compleja, tuve que hacerme cargo de mi hermano y cuidarlo como si él fuera el menor de los dos, y ahí me di cuenta, de lo mucho que lo echaba de menos.


— ¿Cuántos años tienes? — preguntó el pequeño rubio.


— Veintiuno.


— ¿Debemos decirte tío también?


— N-No, con que me digan Ty está bien — murmuré apenado sonriendo calmadamente.


— O también pueden decirle Madonna — dijo William cínicamente, tomé un poco de excedente de harina para acercarme a él y ponerle algo de harina en la frente — ¡Oye, eso está pegajoso! — el chico de diez años extendió su brazo para tomar un poco de la masa en la cara de su hermano y probarla.


— Mmm, y muy dulce también — los más pequeños empezaron a reír mientras el mayor se limpiaba con su suéter, empecé a reír por debajo mientras iba al refrigerador y sacaba una jarra de agua del mismo.


— Terminen rápido para que vuelvan a la cama, a sus mamás no les gustará que estén aquí despiertos a esta hora — dije tratando de ser un adulto responsable.


— Nuestras mamás nunca notan cuando nos desvelamos — dijo el de diez años alzando sutilmente sus hombros.


— Sí pero igual quiero que vayan a la cama.


— A Madonna lo regañará el tío Robert, Charlie — dijo el mayor mientras palmeaba el hombro de su hermano, le miré con molestia arqueando sutilmente una ceja.


— Y a Nick Jagger lo va a nalguear Colette si sigue de bromista.


— ¿Quién es Nick Jagger? — preguntaron los tres al unísono mirándome confundidos.


— ¿No saben de Nick Jagger? Dios ahora entiendo cómo se siente Robert cuando me habla de algo que yo no entiendo — dije cínicamente pasando mi mano por mi rostro — A ver ehhh... Nick Jagger es una persona famosa ¿comprenden?


— ¿Como Lalita Labonita? — preguntó el pequeño de siete años, le miré totalmente confundido cuando dijo eso.


— ¿La-quién?


— Lalita Labonita, es una chica que hace directos en internet jugando videojuegos, es bellísimaa — murmuró el chico mayor suspirando embobado, bufé rodando sutilmente mis ojos al sentir el intenso aroma a chico virgen en dicha habitación.


— Will está enamorado de ellaaa — canturreó el de diez años mientras reía y se metía un trozo de fresa en la boca.


— ¡Cállate Charlie!


— Le gusta, le gusta — empezó a canturrear el más pequeño de los tres, mientras el mayor miraba a otro lado con frustración.


— ¿Chicos? — escuché de repente una voz femenina subiendo las escaleras, se trataba de la hermana de Robert, quien llevaba puesta una bata de baño roja y tenía atado su cabello negro; al verla, mi sangre se heló considerablemente, no porque estuviera haciendo algo malo, sino porque ella me miró como si realmente lo estuviera haciendo.


— ¡Hola mami! — dijo el pequeño rubio mientras masticaba un trozo de hot cake — Taylor Madonna nos hizo hot cakes.


— Ya veo cielo — dijo ella sonriendo de forma notoriamente forzada, me miró de reojo con expresión asesina, expresión que me hizo agachar apenado la mirada mientras ella besaba la frente de su hijo — ¿Porqué no vas a la cama? ya es tarde.


— Okey mami — dijo calmadamente para tomar un trozo de fresa de su plato y meterselo a la boca, para después bajarse de su asiento y caminar hacía las escaleras, no sin antes voltearse y saludarme con la mano — Gracias por los hot cakes Ty Madonna.


— De nada — dije sonriendo calmadamente, aunque mi sonrisa se borró al oír cómo Alice carraspeaba de forma tosca.


— Ustedes dos también, a la cama.


— Pero estamos comiendo, Tía Alice — dijo el de diez años.


— Charlie, William, no me hagan llamar a su madre.


— Tú mandas tía Al — dicho esto, el mayor jaló a su hermano del brazo para irse a paso acelerado del lugar, dejándonos solos a mí y a mi "cuñada", quien rondaba la cocina cruzada de brazos, detallando mis acciones de forma sumamente tenebrosa.


— ¿Intentas chantajear a todos ganándote a los niños? — preguntó ácidamente.


— Los niños me pidieron comida, yo solo fui amable.


— Sé amable con otra gente, no con mi hijo y mis sobrinos — escupió de mala gana acercándose más hacía mí, yo seguía con la cabeza agachada moviendo el hot cake en el sartén con una espátula — No sé lo que pretendas al estar aquí, pero te garantizo que no vas a conseguirlo.


— Mi única aspiración es vivir tranquilo junto a Robert, nada más — admití alzando la mirada, ella me miraba con odio absoluto y algo de incredulidad.


— No, nadie a tu edad piensa en amor, tú solo estás tras el dinero de mi hermano, eso es algo obvio.


— ¿Eso piensas? — murmuré suspirando sutilmente.


— No, lo sé — afirmó sin más — ¿Dónde conociste a Robert?


— En casa de mi padre, fue a una reunión de negocios con él, y ahí se topó conmigo — respondí mientras sacaba el hot cake de la sartén, y un leve rubor pigmentaba mis mejillas al recordar ese instante en que sus ojos me vieron por primera vez, era hermoso recordar el momento en que Robert capturó totalmente mi atención, y yo capturé la suya.


— ¿Hace cuánto que se conocen?


— No lo sé, amm... ¿hoy es domingo? pues hace casi cuatro meses si mal no recuerdo — dudé inclinando un poco la cabeza, realmente no recordaba exactamente cuánto tiempo llevábamos juntos, el tiempo a veces pasaba volando, y otras veces pasaba demasiado lento para mí.


— Meses, ¿y así perjuras amar a mi hermano? — preguntó de forma incrédula cruzándose de brazos.


— Oye Alice— intenté hablar, pero sus palabras interrumpieron las mías.


— Para ti soy la señora Dawson, no me interesa que Robert te trate como a su mascota entrenada con derecho de hablarle como se te antoja, mi familia tiene un legado y un nombre que mantener, estás loco si crees que un cualquiera como tú puede hablarme como si fuéramos iguales.


— Vaya, alguien come demasiado caviar con café — no pude evitar decir eso de la forma más incrédula posible, sé que fue idiota de mi parte responder así, pero entiéndanme, no acostumbraba que me mangonearan, más bien había tolerado suficientes desplantes y humillaciones de esa gente.


Me quedé helado al sentir una fuerte bofetada en mi rostro, comparado con los golpes de mi padre esa cachetada fue muy sutil, pero me dolió en el orgullo que mi "cuñada" me hiciera eso.


— Te recomiendo guardarte tus comentarios corrientes para ti mismo — murmuró con desprecio — No sé en qué momento mi hermano perdió la delicadeza para escoger bien con quién meterse, pero sé que tarde o temprano va a recapacitar, y si no lo hace por su cuenta entonces yo le ayudaré a hacerlo.


— ¿Porqué tu afán por controlarlo? Robert es mayor que tú, un hombre que puede tomar sus propias decisi— me calló sentir una segunda bofetada en mi rostro, un gruñido salió de mis labios ante esto, "cálmate, maldición" me repetía con insistencia por dentro, preferí callarme a partir de ahí, no porque ella me intimidara, todo lo contrario, me sentía capaz de volverme loco y de desquitarme las bofetadas que me dió, provenía de una familia loca y violenta, era lo menos que podría hacer.


— ¡Cállate! — gruñó sacudiendo sus manos, como si tan solo tocarme le diera asco — Te diré algo, bastardo americano, mi hermano me ama, más de lo que podrá amar a cualquier otro ser humano, si yo me lo propongo, tu relación puede acabarse mañana mismo, así que no me provoques, que no solo haré que Robert te deje, sino que también puedo hacer que te odie, y que nunca vuelvas a acercarte a él, por lo que te recomiendo que no me busques como enemiga, porque no sabes de lo que soy capaz.


Mi pecho empezó a latir con mucha fuerza, mi mente empezaba a nublarse, me mordí con fuerza la lengua para intentar mantenerme quieto.


— Tú no te mereces a mi hermano, él es un hombre maravilloso, atento, generoso, un caballero que nunca se mezclaría con algo como tú — esas palabras me causaron dolor, principalmente porque era algo de lo que yo estaba totalmente consciente — Mi hermano merece a alguien que esté dispuesto a progresar por, y con él; ¡mírate! no trabajas, sepa Dios si en verdad estudias o no, dime, ¿qué clase de pareja puedes ser tú para alguien como Robert? — agaché la mirada con pesar al oírla decir todo eso — Tú me das igual, pero mi hermano me duele, no quiero que sufra por culpa de alguien como tú, alguien indeciso que lo hará beber como un animal cada que quiera dejarlo como a un trapo viejo.


— ¿C-Cómo sabes que—


— ¡¿Cómo sé que dejaste a mi hermano?! — reclamó mirándome con seriedad, mi sangre se heló al oírla decir eso — Colette me lo dijo, que Robert llegó muy raro de américa, bebía como loco, no dormía, ni siquiera comía o se bañaba, y perdido de borracho solo podía pronunciar una palabra, "Taylor" — jadee con dolor al oírla decir eso, el tema de nuestra separación aún me dolía, no sabía exactamente lo que Robert había hecho esa semana que nos distanciamos, oír las palabras de Alice eran terriblemente dolorosas — Le dije a ella que no lo comentara con nadie, para que no ridiculicen a mi hermano, ya todos lo miran como un idiota por salir contigo, perderá el respeto de todos cuando se sepa que un bastardo americano le causó una crísis nerviosa.


— No lo hice de forma intencional — murmuré con la voz quebradiza.


— ¡Cállate, tus palabras no me interesan! — bufó pasando su mano por su rostro — No sé lo que Robert vé en ti, creeme que lucho por ponerme en su lugar, pero simplemente lo veo como una estupidez, estupidez que no quiero que siga a flote — miró de reojo hacía las escaleras para voltear a verme de nuevo — ¿Cuánto quieres?


— ¿Disculpa?


— ¿Cuánto quieres por dejar en paz a mi hermano? — reí abrumado al oírla decir eso — Es obvio que tú solo estás detrás de su dinero, pues bien, dame tu precio por dejar que Robert sea feliz sin ti.


— Yo no quiero dinero — dije mientras mis ojos empezaban a cristalizarse — No quiero nada, solo quiero que Robert y yo seamos felices juntos.


— ¿Sin importar el daño que generarás a su vida, verdad? bastardo egoísta.


— ¿De qué estás hablando?


— Hablo de todo, Taylor. Toda la vida de Robert se va a arruinar por tu culpa — dijo sin siquiera titubear — Para empezar, mi hermano añora tener hijos, ¿acaso tú te puedes embarazar? — un horrible nudo se formó en mi garganta al oírla — Mi hermano necesita concentrarse de lleno en sus negocios, y tú solo te has propuesto a distraerlo, ¿como le hará frente a la empresa de mi padre sí tú siempre estás ahí acaparando su atención?


— ¡Eso no te consta!


— No necesito estar aquí para saberlo, tengo ojos en todas partes muchachito engreído — agaché la cabeza llevando mis manos tras mi espalda — No sé lo que tú realmente te propongas o pretendas, pero tan solo ver la forma en que has actuado, y que estás actuando con él, me hace ver que tú no amas a mi hermano — tomó mis mejillas para hacerme verla fijamente a los ojos — Pero no quiero que creas que soy un demonio Taylor, te daré una última oportunidad de redimirte.


— ¿D-Disculpa?


— Mi madre vendrá pronto, no quisimos traerla porque teníamos fé de que Robert recapacitaría antes de que ella llegara, porque no queremos que él actúe de esta forma frente a ella, la pobre sufrirá un ataque nervioso — suspiró pesadamente — Y en vista de que mi hermano se aferra a algo dañino, creo que es la oportunidad perfecta de que demuestres cuánto lo amas — mi pecho dolió al oírla decir eso — Vete de esta casa, aléjate de mi hermano, olvídate de él, si realmente lo amas, te irás antes de que llegue mi madre, y si decides quedarte, es porque en verdad el futuro de Robert no te interesa, ya que solamente te interesa lo que tú quieres, y no lo que es mejor para él.


Dicho esto, se apartó de mí para darse vuelta y caminar hacía las escaleras, dejándome solo con un muy amargo sentimiento en mi pecho y garganta, entendía que sus palabras eran manipuladoras, pero, ni todo el veneno que transpiraban me impedía ver algo de lo que yo siempre fui consciente, desde que mi relación con Robert empezó, él era un hombre de bien, de mundo, de familia, yo un bastardo cuya mayor aspiración era ser esclavo de un sistema decadente, mis aspiraciones de vida era pocas o nulas, y las de él eran muy grandes, tanto que yo me quedaba corto en ellas, por más que trataba de visualizarme en un futuro con Robert, no lograba hacerlo de buena manera, el mal concepto que siempre tuve de mí mismo no me dejaba ver más allá de mi depresión e inseguridad, y del temor de arruinar la vida de mi novio.


Pasé ambas manos por mi rostro, estaba abrumado, no sabía qué hacer, las palabras de Yelena rebotaban en mi mente, al mismo tiempo que mis amargos sueños aparecían para atormentarme, "si te quedas es porque no te interesa la vida de Robert" resonaba esa horrible frase como si de una pegajosa canción se tratase, el olor a quemado de la comida impregnaba mi nariz, pero yo no lograba mover un músculo, seguía pensando en lo que debería hacer, y por más que trataba de apartar esos pensamientos inseguros, ellos se aferraban con uñas y dientes para hacerme sentir aún más miserable de lo que ya era de por sí.



Continuará


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- Gema


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