70 - 'Adulto'
Dimos vueltas por toda la ciudad, yo no prestaba atención a lo que decía el guía, estaba muy ocupado pensando en Robert, en el chico pelirrojo, en sus palabras, en mis sueños, las palabras de Yelena y las palabras de Colette; lo sé, demasiadas cosas para procesar, entonces creo que no les sorprenderá oír que sufrí una terrible migraña de tanto pensar, y ni hablemos de las secuelas que me dejó el Tequila.
De repente el autobús se frenó, y todos empezaron a bajar del mismo, yo hice lo mismo, notando que estábamos frente a lo que parecía ser un palacio, era enorme, unas imponentes rejas negras con detalles dorados impedían que la gente entrara a curiosear, las personas se sacaban fotos frente a dichas rejas sonriendo de par en par, yo sentí que debía tomarme una foto también, por lo que saqué mi celular con intenciones de sacar una foto de aquella edificación, pero un mensaje de texto que apareció en la pantalla, hizo que mi concentración se viera afectada.
"¿Dónde estás?" me escribió mi pareja, de forma seca y cortante, creerán que estoy loco al asumir tantas cosas con solo un texto, pero luego de tanto comunicarte a través de ellos, aprendes a distinguirlos.
"No te incumbe" respondí oprimiendo el botón de enviar, admito que me estaba comportando de forma muy inmadura, pero ¿qué querían que hiciera? me sentía mal, clamaba por atención, atención que Robert se negaba a darme por jugar al empresario soltero con un bastardo mayor que yo, tan solo recordar las palabras de ese pelirrojo, mi sangre hervía como nunca.
"Deja de jugar al ridículo orgulloso ya Taylor, dime dónde estás para pedirle a Brighton que vaya por ti" solté una ácida risa nasal al leer dicho mensaje.
"¿Cómo me escribes? ¿no que estabas muy ocupado para ocuparte de tu novio?" escribí con obvias intenciones de colmar la paciencia ajena, y más debió colmarse después de eso, ya que yo tomé la foto al palacio frente a mí, la envié a Mónica, y luego me dispuse a apagar mi celular y guardarlo en mi bolsillo, quería pasear a solas, castigar a Robert un rato, no consideraba eso una ruptura o algo así, pero sí quería alejarme un rato de él, dejarle claro que estaba enojado, que él se diera cuenta de su error.
Me di vuelta y caminé lejos del palacio, caminé un trecho considerable hasta que llegué a lo que parecía ser un parque, uno bastante tranquilo por cierto, donde la gente transitaba como si nada disfrutando del clima.
Mi estómago empezó a rugir abruptamente, recordé que no había comido nada en lo que iba del día, por lo que empecé a buscar con la mirada algún sitio al que pudiera ir y comer algo, divisé de inmediato un "café bar" en la esquina cerca del parque, por lo que fui casi corriendo hacía dicho lugar, mientras la lluvia mojaba mi cabello y parte de mi ropa.
Entré a dicho establecimiento, donde había música en vivo muy suave y tranquila, acorde con el ambiente del sitio. Caminé a la barra, donde un sujeto de barba limpiaba esta misma con un pañuelo blanco.
— Buenas tardes — me saludó cordialmente — ¿Qué te doy, amigo?
— Algo para comer — dije mientras sacaba el fajo que Robert me dio y lo contaba, me confundia mucho el cambio de moneda, no sabía si las libras costaban lo mismo que los dólares, o si debía pagarlas de la misma forma, así de evidente debió ser mi cara de confusión y duda, que el sujeto de la barra se apiadó de mí.
— ¿Algún problema? te noto algo perdido.
— Sí, solo... — chasquee mi lengua con frustración — Soy nuevo aquí y sigo sin entender cómo funciona el cambio de moneda.
— Americano ¿verdad? — preguntó entre ligeras risas, yo asentí apenado cuando dijo esto — No te preocupes, es entendible — explicaba mientras tomaba el fajo, sacaba un par de billetes y me entregaba lo demás — Te daré un pie de carne con un Earl grey, te caerá bien, dame cinco minutos.
— Gracias — dije mirando cómo el sujeto se apartaba de la barra para ir a la cocina, voltee la mirada hacía el grupo musical, tocaban una canción de Camila, "coleccionista de canciones" me parece que se llamaba, nunca fui fan de dicho grupo, pero conocía su música gracias a Mónica.
Detallando la letra una punzada llegó a mi pecho de forma inevitable, "solo tú, solamente tú", dicha frase hacía que Robert apareciera de lleno en mi mente, dedicándome aquella sonrisa tan tierna que me derretía, mirándome como si fuera lo más hermoso en el planeta, siendo que él mismo era lo más hermoso en el planeta para mí, pensar que él podría estar en ese instante coqueteándole al chico pelirrojo, o viceversa, hacía que mi sangre hirviera, que una rabia incalculable llenara mi ser, sé que había prometido luchar por él, y definitivamente quería hacerlo, pero en frente de todos esos hombres de negocios debía limitarme, y ni hablemos del hecho de que ese tipejo era socio mayoritario de Robert y solo por eso debía tolerarlo, ese mínimo detalle me daba ganas de llorar de la impotencia, pero ¿qué ganaba con eso? un berrinche no iba a cambiar nada, ya me quedaba claro que mi actitud de niño no iba a conseguir cambiar nada, debí actuar como un hombre adulto, si era lo suficientemente adulto para pedirle sexo a Robert, debía serlo también para afrontar este tipo de problemas igualmente.
— Earl grey y pastel de carne — habló el sujeto de la barra, sacándome abruptamente de mis pensamientos — ¿Algo más?
— Amm — miré aquella comida un tanto curioso, y repentinamente, la tonta y muy impulsiva necesidad de ingerir alcohol llegó a mi mente, no quería seguir pensando, y solo había una cosa que podría lograrlo — ¿Tienes whisky?
— Tengo algo de Whisky Dawson añejado, ¿quieres un poco? — sentí un escalofrío muy amargo recorrer mi cuerpo, la ironía se podía palpar en el aire, aquí es donde la frase "todo me recuerda a él" encaja a la perfección.
— Sí, supongo que eso sirve — murmuré un tanto incrédulo mientras el sujeto se apartaba de la barra y se marchaba a buscar el licor, tomé el tenedor y me dispuse a empezar a comer, escuchando la música de fondo y pensando todavía en los ojos azules de mi pareja, añoraba tanto que él fuera por mí, pero sabía que no iba a hacerlo, debía dejar ya de creer que un berrinche de mi parte iba a resolverlo todo entre nosotros.
-
Una hora después, yo seguía en el bar, bebiendo aquel licor fuerte que vendía mi pareja, cada trago era igual que el sexo con él, brusco, tosco, lo más fuerte que vas a probar en tu vida, y aún cuando quemaba mi cuerpo, yo sentía que quería más y más, era adicto a ambas cosas, bueno, yo soy adicto a todo lo que tiene que ver con Robert.
— Casi tres meses conociendo al tipo — hablaba con la lengua bastante trabada, sujetando el trago en mi mano y mirando al sujeto que limpiaba la barra — ¡Tres malditos meses conociéndolo, y de repente llega un pelirrojo de veinticinco, y se olvida de mí!
— Es una lástima — dijo aquel sujeto un tanto incómodo, odiaba no tener a Mónica ahí conmigo para oírme y aconsejarme, y desde luego, embriagarse conmigo.
— ¿Sabes qué es lo peor? que sé que cuando vuelva a casa, él me hará el amor y haremos como si nada hubiera pasado, ¡y mañana irá a trabajar y volverá a verlo a él allá! ¡será un maldito círculo vicioso! — me quejé echando mi cabeza hacía atrás, odiaba tanto que se me soltara la lengua al beber, seguramente sonaba como todo un imbécil.
— Deberías hablar con él — me aconsejó el chico de la barra, que no era tan bueno para los consejos como Mónica.
— ¡Jaj! ¡¿hablar?! ¡el señor Dawson no sabe de hablar, muchacho, él solo llega, sexo, y ya! ¡nada más!
— ¿Dawson? — preguntó aquel sujeto inclinando la cabeza y mirándome confundido, yo asentí mordiéndome levemente el labio inferior.
— Robert Dawson — dije sonriendo embobado mientras señalaba la botella — Es el dueño de esto, ¡el hombre más hermoso que verás en tu vida, y un maldito pelirrojo pecoso me lo quiere quitar! — me quejé apoyando ambos brazos en la mesa, noté que el sujeto le hizo algunas señas a una persona no muy lejos de mí, pero yo preferí hacer como que no había visto nada, estaba demasiado abrumado para defenderme o algo así, y esta es una de esas circunstancias en las que agradezco de corazón no encontrarme con locos tan fácilmente en la calle, de haberlo hecho ya hace tiempo me habrían violado o matado, afortunadamente, no fue alguien con malas intenciones quien se me acercó, pero de igual forma verlo fue muy chocante y perturbador.
— Disculpa — escuché una suave voz hablándome detrás mío, voltee a ver a dicha persona, y al verlo me quedé helado por completo, no sabía si era mi borrachera o los nervios, pero aquella persona era demasiado familiar, no era una copia exacta de mi novio, pero era muy parecido a él físicamente — Perdona, ¿te escuché hablando de Robert Dawson?
— Sí — dije mientras hipaba un poco por culpa del exceso de alcohol, mirando fijamente los ojos verdes de aquel extraño — Es mi novio — afirmé sonriendo y alzando mi mano para señalar el anillo en mi dedo, aunque rápidamente recordé que no podía decir eso abiertamente con hombres de negocios, y dado que ese sujeto vestía pantalones de vestir y una camisa roja con un saco color crema, me puse muy nervioso — ¡¡Ah no no no, mentira, no es mi pareja, ignoren lo que dije!! — dicho esto, volví a ocultar el anillo en mi dedo, el sujeto de corto cabello negro me miró un tanto receloso e incrédulo, obviamente no sabía con qué clase de loco estaba lidiando.
— ¿Cuál es tu nombre? — preguntó inclinando un poco la cabeza, el parecido con Robert me abrumaba, pero había muchas cosas en las que no se parecían, el cabello y los ojos eran las más obvias, sin contar que este sujeto tenía un lunar en el pómulo izquierdo.
— Taylor Atwood — volví a sonreír embobado, aquel sujeto sacó un fajo de villetes de su bolsillo y empezó a contarlo.
— ¿Cuánto te debe, Kevin? — preguntó al sujeto en la barra.
— ¡Ashh, sh sh, deje! ¡yo tengo dinero! — clamé dándome vuelta para sacar mis billetes y contarlos igualmente, aunque yo no entendía ni siquiera qué estaba contando — ¿Cuánto te debo, Kevin? — el sujeto en la barra rió ligeramente para tomar tres billetes y guardarlos.
— Con esto alcanza, no llegó siquiera a acabarse una botella.
— Gracias buen hombre — dije para levantarme del asiento, aunque apenas puse los pies en el suelo, me fue inevitable no caer como un saco de papas, llamando la atención de todos los presentes — ¡Estoy bien! — exclamé levantándome del suelo y sacudiendo mi cuerpo, las piernas me temblaban considerablemente, esa es otra característica que tienen en común el whisky y el sexo con mi novio.
— Vamos Taylor, te llevaré a casa — dijo aquel sujeto de cabello negro, yo le miré con recelo, pero no opuse mucha resistencia cuando me tomó del brazo y me guió a la puerta del lugar.
— ¡¿Y tú cómo sabes dónde vivo?! ¡no nos conocemos!
— Tranquilo, ya nos vamos a conocer — dijo de forma algo irónica mientras me guiaba a un auto rojo estacionado fuera de dicho local.
— ¡Oye amigo, yo tengo novio, ni creas que me voy a acostar contigo!
— Soy casado y con hijos, relájate — dijo de forma un tanto seria mientras me abría la puerta del auto — Súbete.
— ¿Me vas a dejar en mi casa? — pregunté señalándole con mi dedo índice.
— Si, vamos para allá — insistió el sujeto mirándome con algo de fastidio, yo me detuve a verlo fijamente a los ojos un tanto perturbado, el parecido con mi novio me seguía taladrando los sentidos — ¿Pasa algo?
— ¿Te he visto antes? — pregunté inclinando un poco la cabeza.
— En persona no, en fotos no tengo idea, sube al auto por favor — insistió nuevamente, yo asentí alzando mis hombros y subiéndome a dicho vehículo, algo en mi pecho me decía que debía percatarme de algo muy importante, pero el alcohol me tenía demasiado perdido para enfocarme.
Pasé el viaje mirando por la ventana las ligeras gotas de lluvia caer, respondiendo de vez en cuando las preguntas de aquel extraño sujeto.
— ¿Desde cuándo conoces a Robert? — preguntó mientras conducía.
— Tres meses, creo que ya casi cuatro — afirmé cruzado de brazos por el frío, aunque llevaba suéter y chaquetilla, dicho clima era bastante pesado para mí.
— Mh, ¿y hace cuánto vives con él? — preguntó mirándome de arriba a abajo con severidad, me sentí un poco confundido por su tono, pero ni eso logró que yo me callara la boca.
— Pues... prácticamente acabo de llegar, esta semana solamente.
— No tenía idea de que Robert fuera gay.
— Es bisexual, de hecho — corregí sonriendo calmadamente — El 100% gay de los dos soy yo.
— Oh, es bueno saberlo — mi piel se erizó al escuchar aquello, aunque lo que sentí no fue nada comparado con lo que sentí al mirar que ya estábamos llegando a la calle donde vivía, y al posar mi mirada en la casa de mi novio, pude verlo a él parado en la puerta, apoyado en el marco de la misma, cruzado de brazos y con una expresión tan severa que creí que iba a matarme.
— Ay Diosito — murmuré al ver aterrado el semblante colérico de mi novio.
— ¿Te puedes bajar, o le pido a él que venga por ti? — preguntó el sujeto junto a mí, yo no sabía qué hacer o qué decir, solo sabía que me iban a dar el regaño de mi vida.
— Y-Yo puedo — dije al abrir la puerta del auto y bajándome del mismo, mis piernas temblaban, pero no me permitía caer, la presión de tener esos bellos ojos azules clavados sobre mi cuerpo, eran suficiente peso por el momento.
— Lamento que tuvieras que venir hasta acá, Georgie — dijo Robert mientras se acercaba al sujeto que se bajaba del auto, mi sangre se heló al darme cuenta de lo que sucedía, y sé que está de más que les explique algo obvio chicos, pero igual quiero decirlo, aquel tipo que me llevó con mi novio, era nada más y nada menos que mi cuñado, el hermano de Robert.
— No tienes porqué disculparte, aunque me parece muy ácido darme cuenta de que si no es así, sepa Dios cuándo te vería la cara, y si no es de esta forma, no me entero de que tienes una... pareja — mencionó mirándome de reojo de arriba a abajo, yo tragué en seco mientras me acercaba a ellos un poco tambaleante.
Robert me miró con algo de enojo y seriedad, expresión que me hizo sentir algo de dolor en mi pecho, entendía bien que no iba a recibirme con besos y caricias después de mi comportamiento tan berrinchudo, pero igual verlo así, era muy doloroso.
— Pasa — me dijo con severidad haciendo un gesto hacía la puerta, asentí agachando la mirada y entrando rápidamente, notando que él y su hermano se dieron vuelta para caminar al interior de la casa igualmente.
Subí las escaleras hacía la sala, donde caminé hasta uno de los sofás y me dejé caer en este mismo, mi pecho latía con fuerza de forma muy desagradable, iba a tener una horrible pelea cuando el hermano de Robert se fuera, de eso no tenía duda alguna.
— ¿Cómo supiste que él era mi pareja? — preguntó Robert mientras llegaban al lugar, yo traté de fingir que estaba dormido en el sofá, me mantenía inerte, apenas y respiraba, sentía tanto miedo que temía que ambos decidieran empezar a gritarme al unísonos (sí, así de paranoico era, y con alcohol en mi cuerpo, mucho peor).
— Fue al bar del que soy co-propietario, empezó a beber y quejarse de que un tal "Robert Dawson, de unos bellísimos ojos azules" le coquetea a un pelirrojo con el que trabaja, me fue imposible ignorarlo cuando escuché que te nombraron — explicaba calmadamente.
— Vaya, ¿eres co-propietario de un bar? vaya, no tenía idea.
— No hablamos desde hace mucho, ¿de qué forma ibas a saberlo? — dijo aquel sujeto en un tono un tanto irónico — Como sea, cuando vi al chico recordé que un amigo mío que vive en américa me había dicho que te vió hace poco en Detroit, tomado de la mano con un chico que daba pinta de ser tu sobrino, creí que se equivocaba, pero... tal parece que no te conozco tanto como creí — un silencio muy incómodo inundó el lugar, escuché las pisadas de Robert caminando por el lugar, miré de reojo, notando que él estaba en la cocina sirviendo licor.
— Soy muy reservado con mis asuntos, lo sabes — se excusó entregándole un vaso con whisky a su hermano.
— Lo sé, pero igual me sorprendió, dado que tan solo hace seis meses ibas a casarte con Giselle — un horrible nudo se formó en mi garganta, al mismo tiempo que un dolor intenso empezó a inundar mi pecho, ¿habré oído mal por culpa del alcohol? no, no fue así.
— Mh, vaya que no hablamos hace mucho — dijo Robert de forma incrédula mientras daba un sorbo a su trago — Y ya recordé por qué, no han pasado seis minutos y ya nombraste a Giselle. — Perdona, ¿se supone que debo fingir que no existió?
— No, pero se considera de mala educación nombrar a la ex pareja de alguien, sobre todo cuando esa persona ya vive con alguien más — reclamó Robert de mala gana mientras caminaba hacía el lugar donde yo estaba, me quedé quieto y cerré los ojos, intentando que no se diera cuenta de que los estaba escuchando, aunque unas terribles ganas de llorar me invadieron de golpe.
— Perdóname, Rob, pero enserio me cuesta mucho trabajo creer que de la noche a la mañana eres gay, siendo que hace meses morías por Giselle.
— ¿"Moría" por Giselle? — preguntó de forma incrédula — George tú no tienes ni idea de cómo era mi relación con Giselle, ¡nadie lo sabe! ¡¡y es por esa razón que nadie debería opinar en mi vida, siempre he tenido que afrontar todo solo!! ¡¿y ahora quieren venir a querer ser mis oradores motivacionales o algo así?!
— No es culpa de nadie que siempre fueras un témpano de hielo que odia demostrar lo que siente.
— Jaj, no empieces con idioteces, George — bufó de mala gana — Mejor hazme un favor y no sigas con esto ¿de acuerdo? dejemos el reclamo de "¡¿cómo es posible?!" para cuando Alice, mamá y papá lleguen ¿de acuerdo? — mi piel se erizó al escuchar aquel tono de voz de Robert, realmente sonaba frustrado, y no era para menos, las palabras de su hermano eran muy chocantes.
— Bien, dejaré de opinar, solo respóndeme algo, Robert, ¿en verdad haces esto porque te sientes a gusto, o solo lo haces por capricho? ¿como una forma desesperada de olvidarte de Giselle?
— De Giselle me olvidé hace mucho, solo que ustedes la toman de excusa para justificar que me gusten los hombres, te diré algo Georgie, soy bisexual desde que estábamos en la universidad, me follé a tu amigo Maurice y a su primo Andrew, ¿qué nunca te diste cuenta que cuando yo llegaba ellos se iban? ¡porque es incómodo estar en el mismo lugar con tu esposa y con el tipo que te quitó lo puro ahí atrás, hermanito! — mi sangre se heló nuevamente al oírle, el contrario bufó asqueado cuando Robert dijo eso — Hasta Giselle sabía que me gustaban los hombres, muchos de nuestros problemas fueron porque ella odiaba que yo dijera abiertamente que esa bisexual, no aceptaba lo que era, cosa que yo sí hago, ¡y no permito que opinen en mi maldita vida, George, así que te recomiendo parar aquí esta conversación si no quieres que pasemos la llegada de nuestros padres peleados por algo que ya tú sabes de memoria pero igual insistes en seguir discutiendo!
— Robert — dijo ese sujeto chasqueando la lengua — Dios, no puedo creerlo, ¡¿qué no ves la idiotez que estás haciendo?! ¡¡míralo, ese chico es un niño!!
— A los veinte años yo no era un niño, y de ti ni hablemos, que se te cae la moral de golpe — murmuró incrédulamente — Tiene edad suficiente para tener pareja, si fuera un niño no me habría metido con él, sabes que no tolero a los imbéciles.
— Jaj, sí pues, a juzgar por lo que vi en el bar, dudo que eso sea cierto — sentía una terrible vergüenza adueñarse de mi ser al oírle decir eso — ¿En verdad pretendes que saldrá algo bueno de esto? esto no es una relación, Robert, solo es un pasatiempo tuyo, hasta que conozcas a otra mujer que quiera darte hijos, ¿o es que hasta eso se te olvidó?
— Ahh, George, he tenido un maldito día demasiado largo y pesado, por lo que te ruego que te calles, y no sigas hablando de esto — murmuró en tono severo — Te repito, guarda tu veneno para cuando lleguen papá y Alice, ¡ellos van a amar esta conversación! — dijo de forma ácidamente incrédula mientras se daba vuelta y caminaba de vuelta a la cocina, el sujeto suspiró pesadamente para caminar hacía las escaleras, aunque repentinamente detuvo su andar para ver a Robert con detenimiento.
— Haz lo que te plazca, Robert, al fin y al cabo es tu vida, y jamás has dejado que ninguno de nosotros opinemos en ella, solo te digo que, ese chico es demasiado jóven para que lo usen — un amargo sabor inundó mi boca al oírle — Estoy totalmente seguro de que esto solo es un capricho tuyo, y que ese chico es un juguete que usas para olvidarte de Giselle, así que solo te digo, Robert, que no le arruines la vida, merece algo mejor que un sujeto que lo trajo a vivir con él por mero despecho.
— Deja de decir estupideces y vete de mi casa — dijo Robert sin pelos en la lengua, y así sin más, escuché las pisadas de su hermano bajando las escaleras, de forma lenta y un tanto decepcionada, si así podríamos decirles.
Continuará
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- Gema
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