68 - 'Atwood/Dawson'
— Recuerda — me dictaba Robert mientras avanzábamos hacía el interior de aquel restaurante — Responderé por ti cada que pueda, pero igual debes responder ciertas cosas para que no sospechen, ¿crees poder improvisar?
— Señor Dawson, me temo que sus acuerdos de exportación no son lo suficientemente favorables para mí y para mi familia, decidimos optar por un socio que nos brinde mejor atención — dije sonriendo cínicamente mientras me metía ambas manos en los bolsillos, llevaba puestos unos jeans y un suéter de tortuga beige con un chaleco verde encima, me veía como el típico bastardo colegial e ingenuo, me aterraba que Robert hallara sexy mi look.
— Ese es mi chico — dijo orgulloso apretándome ligeramente la mejilla.
— ¿Te gusta? Lo ensayé mentalmente mientras me vestía.
— Sí, funcionará — dicho esto, entramos al restaurante, caminando entre la multitud un tanto apresurados, llevábamos veinte minutos de retraso, todo por culpa de mi necesidad de tener sexo con mi pareja esa mañana.
Avanzamos hasta que llegamos a una parte del restaurante que quedaba prácticamente al aire libre, varias mesas estaban dispersas por todo ese lugar, en cada mesa había un paraguas que impedía que la lluvia cayera sobre el cabello de las personas, aunque algunas personas lo cerraban, tal parecía que no a todos les molestaba la lluvia (mi novio está incluido en esa fila).
— ¡Buen día caballeros! — dijo Robert sonriendo tan galante como siempre, los hombres nos miraban con algo de curiosidad y recelo, sobre todo a mí, dichas miradas me hacían temblar y sudar como nunca.
— ¿Qué significa este retraso, Robert? — dijo aquel sujeto cuyo sobrenombre siempre me daba hambre.
— Había mucho tráfico, Vincent — aclaró mi novio de forma calmada y sencilla — Me encontré al señor Atwood entrando al restaurante, una coincidencia muy particular.
— Lamento haberme retrasado, señores, tuve una llamada con mi padre esta mañana y eso me quitó mucho tiempo — dije tratando de copiar el tono de mi novio, aunque obviamente a mí no se me daba tan bien.
— Lo entendemos señor Atwood, por favor tomen asiento — dijo otro de los hombres presentes.Jalé una silla con intenciones de sentarme, y Robert también lo hizo, aunque escuchar la voz de cierto hombre pelirrojo mayor hablándole, hizo que se frenara abruptamente.
— Ah, antes de empezar, Robert, quiero presentarte a alguien — dijo aquel hombre, y en cuanto dijo eso, un chico de cabello pelirrojo y unos hermosos ojos cafés se puso de pie, miraba a Robert calmadamente, y pro alguna razón, ver a ese chico tan cerca de mi novio hizo que mi garganta se cerrara de golpe — Él es mi hijo Arthur, vendrá a todas nuestras reuniones a partir de ahora, ya que se quedará a cargo de mi empresa.
— Es un placer señor Dawson — dijo aquel chico pelirrojo estrechando la mano de Robert, quien lo miraba curioso, como si le extrañara que estuviese allí — Mi padre me ha hablado mucho de usted.
— El placer es mío, hijo, bienvenido al negocio — comentó sonriendo con esa galantería tan suya, sacándole al muchacho una leve carcajada, logrando también que yo sintiera un horrible nudo en mi garganta, y un leve ardor subiendo desde mi pecho hasta mi garganta también.
Ambos se sentaron en la mesa junto con los demás hombres de negocios, el chico pelirrojo se sentó junto a Robert, y él estaba junto a mí, aunque no volteaba a verme, creerán que esto solo era paranoia de mi parte, pero ese chico pelirrojo realmente era atractivo, y no era muy mayor, un poco más que yo, desde luego, pero aún encajaba en el estándar que le gustaba al señor Dawson.
— Bien — habló el sujeto con apellido de postre — Señor Atwood, quisiéramos renegociar un acuerdo que beneficie a ambas partes, vimos los números de su empresa y son muy impresionantes, es por eso que quisiéramos ofrecerle un acuerdo de exportación del 40%, siendo las empresas Dawson la parte mayoritaria, ya que somos nosotros quienes exportamos el licor que ustedes distribuirán — hablaba aquel hombre calmadamente, yo no lograba prestarle atención del todo, solo lograba ver a Robert y al chico pelirrojo, siendo este último quien no dejaba de ver a mi novio con una sonrisa calmada, sonrisa que yo añoraba borrar con una fuerte bofetada.
— ¿Señor Atwood? — sacudí mi cabeza en cuanto pronunciaron mi nombre.
— A-Ah, perdonen — me excusé llevando uno de mis mechones tras mi oreja — Perdonen señores, sus números son envidiables, eso no se discute, pero... la empresa Atwood está bastante establecida actualmente, tenemos el respaldo de otras grandes empresas norteamericanas como Empire, Paxton, Redford y Duran — mentí de lo más tranquilo y calmado, ni siquiera sabía si los nombres que dije eran de empres que realmente existían o no — Tenemos bastante poder, como para conformarnos solo con el 40%, dense cuenta que en este tipo de acuerdos, lo más razonables es darle la cantidad máxima a la empresa establecida, o para ser más igualitarios, el 50% — todos me miraron como si hubiera dicho que sus madres eran prostitutas, el más calmado era Robert, y el chico pelirrojo a su lado.
— Señor Atwood, dese cuenta de que nosotros exportamos el licor.
— Y nosotros somo la empresa de renombre — objeté, amaba tener la creatividad suficiente para continuar dicha plática sin desmoronarme — Dense cuenta, que la empresa Dawson es poderosa, sí, pero es totalmente desconocida en norteamérica, nadie daría un centavo por algo que no conoce.
— Perdone señor Atwood, pero no podemos rebajarnos a recibir el 40%, eso no nos alcanzaría ni siquiera para los costes de exportación — dijo Doughnut como todo un mártir, pude notar cómo Robert rodaba sutilmente sus ojos de forma cínica, sonreí un tanto frívolo mientras juntaba mis manos sobre la mesa.
— Buen día, caballeros — nos saludó un mesero que llegaba al lugar — ¿Puedo ofrecerles algo?
— Tráiganos un licor fuerte — dijo Yelena, quien estaba sentada al otro lado de la mesa, callada, pero totalmente alerta, como si de un tiburón acechando a su presa se tratase, y algo me decía que la presa no era yo, sino los hombres que le hacían compañía en ese lugar.
— En seguida señorita — dijo aquel camarero mientras se alejaba de dicha mesa, las ganas de decir "traigale algo salado al señor Dawson para que se le baje el azúcar de lo meloso que le está viendo este tipo pelirrojo" me estaban matando, pero preferí abstenerme, ya había cometido muchos errores el día de ayer, uno más, y Robert iba a matarme.
— Comprendo que el trato les parecerá injusto, caballeros — hablé tratando de copiar el tono ególatra de esos hombres — Pero mi padre no tolerará un nivel bajo de ganancias, considerando que la empresa Dawson duplica estos números aquí en su país natal, no les importará empezar ganando poco en américa, solo mientras se dan a conocer, por supuesto.
— Esto no nos conviene en absoluto, señor Atwood — explicó el pelirrojo mayor, mientras su hijo me miraba de reojo y luego miraba a mi novio, quien se limitaba solo a ver a otra dirección, ni siquiera quería verme, eso me estaba alterando los nervios.
— Lo que no comprendo, señor Atwood — habló Doughnut — Es que cuando yo hablé con su padre por teléfono, nos ofrecía un acuerdo mucho más factible para ambas partes, dígame ¿qué ha cambiado? ¿acaso algo que Robert dijo—
— El señor Dawson no tuvo nada que ver — aclaré — Él y yo no tuvimos el gusto de conocernos en su visita en américa, por lo que el señor Dawson para mí no significa nada, mucho menos lo fue a la hora de tomar una decisión — admito que me estaba dejando llevar por el enojo en ese momento, y ustedes dirán "estás exagerando las cosas", tal vez sí lo hacía, pero ¿qué querían que hiciera? ese chico no dejaba de ver a mi novio, algo que a cualquiera no le cae nada en gracia.
— ¿Entonces, porqué este cambio tan abrupto?
— Sencillo, señores; ofrecimos un trato más razonable al calor del momento, sin meditar los pros y contras, y obviamente lo hicimos sin tomar en cuenta lo costoso que sería este trato para nosotros, la inversión que debemos hacer es muy alta, y no estamos seguros si quiera si su producto llegue a venderse bien en norteamérica, es por ello que tomamos nuestro 60% como un bono de compensación, en caso de que ustedes nos hagan perder dinero.
— Con todo respeto, señor Atwood — me sorprendió ver que era Robert quien me hablaba esta vez — Es usted muy injusto, la empresa Dawson tiene un prestigio considerable.
— Lo entiendo, señor Dawson — dije sonriendo de forma notoriamente forzada — Pero ustedes no entienden el prestigio que tiene la empresa de mi familia, para nosotros es crucial asociarnos solamente con lo mejor de lo mejor, y a la hora de hacer algún pacto, debemos estar seguros de que recibiremos una buena porción de ganancias, después de todo, tan solo el nombre "Atwood" atrae la atención de las personas.
— Pues, creo que no podremos llegar a un acuerdo — dijo Yelena alzando sus hombros con pesadez — Me parece muy exagerada la tarifa que impone el señor Atwood, sin ofender, por supuesto, como empresaria entiendo perfectamente sus razones, y espero que usted entienda el porqué yo opino que lo mejor que podemos hacer, es desistir de este trato.
— ¡Aguarda! — clamó Doughnut — Señor Atwood, por favor, debe haber una forma en que podamos llegar a un acuerdo, para nosotros es muy importante recibir el respaldo de una empresa tan consolidada como ustedes.
— Ya le di mis razones, señor Doughnut, y me temo que, yo solo soy un vocero, mi padre es quien toma cada decisión crucial, y a él no le convencerá recibir 40% por prestar el nombre de su imperio, si las cosas fueran al revés, el señor Dawson no lo haría en absoluto.
— Igual quisiéramos que lo pensara de mejor forma — insistió aquel sujeto, mirándome de arriba a abajo, yo maldije para mis adentros apoyando ambos brazos en la mesa y mirando a otro lado, específicamente hacía mi novio, quien conversaba un poco con aquel chico pelirrojo, ignorando totalmente lo que yo decía, y vaya que las ganas de decir "no lo sé señor, mi novio me pidió que viniera y les dijera esto, justo después de que me folló como un animal" me estaban carcomiendo, moría por decirlo sólo para romper su burbuja y la de ese pecoso insoportable.
— Lo voy a considerar, y a hablarlo con mi padre en cuanto llegue a casa — dije sonriendo de forma un poco forzada, escuchar al chico reír ligeramente, hizo que ya mi paciencia se colmara — Señores, ¿entienden la seriedad de esta reunión, verdad? — todos me miraron abrumados y un tanto confundidos — Vine hasta acá para hablar de negocios, sacrifiqué una porción de mi valioso tiempo, y parece que no todos se toman esta reunión con la seriedad que merece — miré de reojo al señor Dawson, quien ante la mirada severa de sus demás socios, finalmente dejó al pelirrojo con la palabra en la boca, para prestar atención a nuestra plática.
— ¿Sucede algo?
— Robert, ¿entiendes que el señor Atwood vino para que hablemos, y tú solo ignoras todo lo que está diciendo? — dijo Yelena mirándole de forma un tanto severa, haciendo algunos gestos que imagino que eran para que Robert se diera cuenta de sus error, él suspiró pesadamente para sentarse firme en la silla y fijar su mirada en mí, aunque no sabía si era mejor cuando me miraba o no me miraba, ya que tener su mirada celeste clavada sobre mi cuerpo, hizo que me pusiera muy nervioso, sobre todo por la forma tan seria en la que me miraba.
— Prosiga, señor Atwood — dijo el pelirrojo mayor, yo tragué en seco al oírle ¿qué más debería decir? "lo voy a pensar" ¿qué eso no debería ser suficiente?
— Amh, b-bueno... b-básicamente es eso, llamaré a mi padre y hablaré con él para que lleguemos a un acuerdo que nos favorezca a todos.
— ¿Y cuánto tiempo piensa quedarse en Inglaterra, señor Atwood? — preguntó Doughnut.
— Un tiempo — dije llevando uno de mis mechones tras mi oreja — Debo resolver algunas cosas ajenas a la empresa de mi padre.
— Bueno, eso es entendible — habló aquel hombre, padre del sujeto al que tanto quería golpear — Sé que debe tener una agenda apretada señor Atwood, ¿pero qué le parece si se queda a almorzar con nosotros? platicamos un poco más sobre nuestras vidas, tal vez la convivencia le ayude a tomar una decisión sobre nuestro acuerdo.
— B-Bueno — asentí mirando de reojo hacía Robert, quien nuevamente fijó su mirada en ese cretino pelirrojo, "¿qué tanto le miras a este tipo?" me repetía mentalmente, trataba de no demostrar mi evidente enojo y celos, pero presentía que eso iba a ser muy difícil.
Cuando menos lo esperé, el mesero llegó con el licor, me preocupaba beber, eso y estar celoso iba a ser una mala combinación, pero iba a ser un signo de desprecio muy evidente si no alzaba copas con esos hombres.
— Quiero proponer un brindis — dijo Doughnut — Por la fusión Atwood-Dawson, la cual esperamos, sea una fusión muy exitosa.
— Salud — dije dando un trago seco a mi bebida, era primera vez que bebía tequila, y presentía que probablemente sería la última. Las palabras ajenas me divertían, "la fusión Atwood-Dawson", inevitablemente pensé en mi vida con Robert, la cual al principio estaba siendo todo un cuento de ensueño, pero, ver la forma en que desviaba su vista de mí, y clavaba su atención en el chico lindo más cercano, hacía que mi pecho doliera, y me preguntara, si realmente dicho cuento iba a perdurar toda la vida, o si solo era yo haciéndome falsas ilusiones, maldije para mis adentros mientras un sentimiento muy feo abarcaba mi pecho, un sentimiento similar al que tuve gracias a mis pesadillas, seguramente era el presentimiento de que estas mismas, podrían hacerse realidad.
— Háblenos de usted, señor Atwood — dijo Doughnut nuevamente — ¿Está casado?
— Ah, no no, nada de eso, soy muy jóven aún — admití mientras mis mejillas se ruborizaban ligeramente.
— ¿En verdad? ese anillo en su dedo dice lo contrario — señaló el castaño, maldije para mis adentros al darme cuenta de que olvidé quitarmelo en la mañana, odiaba no saber qué decir, pero más odioso era darme cuenta de que ni la pregunta sobre mi vida de pareja, hizo que Robert me prestara atención, dado que ahora eran los dos pelirrojos quienes solicitaban su atención.
— Ah, sí, esta cosa — dije un tanto frustrado jalando la manga de mi suéter para ocultar la prenda plateada en mi dedo — Me lo regaló alguien especial, pero... fue hace mucho tiempo, y ni siquiera lo hizo en plan de matrimonio.
— Comprendo — asintió, me empezaba a poner nervioso que ese sujeto me mirara tan detenidamente, y me hiciera preguntas tan íntimas — ¿Y su padre planea venir a Londres algún día?
— Por ahora no, el trabajo lo tiene muy atareado — afirmé dando otro trago al Tequila que me servían, me preocupaba excederme con ese licor, sobre todo porque mis nervios se estaban poniendo de punta a más no poder, "voy a hacer una estupidez" me repetía mentalmente cada que daba un trago, pero lo que más hervía mi sangre, era que a mi novio poco o nada le parecía importar.
Me sobresalté al sentir cómo alguien colocaba su mano sobre mi rodilla y la apretaba un poco, me calmó ver de quién se trataba, pero dado que él seguía viendo a ese tipejo pelirrojo y conversando con él, no era suficiente con solo tocarme la rodilla para que mi genio se relajara.
— ¿Ya fue al big ben, señor Atwood? — preguntó la dona mientras daba un sorbo a su trago.
— Aún no, no he tenido la oportunidad de turistear — dije tratando de lucir tranquilo, aunque la mano de mi novio empezaba a apretar mi pierna de forma poco sutil, como si supiera que estaba furioso, e intentara calmarme con una suave caricia en la pierna, qué imbécil.
— Es una lástima, Londres es muy bello, perfecto para turistear.
— Ya lo creo — dije sonriendo calmadamente, miré de reojo cómo el chico pelirrojo se levantaba de la mesa, arreglando su traje beige y sonriendo coquetamente.
— Disculpen caballeros, voy al baño un momento — dicho esto, se apartó de la mesa y se fue, Robert finalmente volteó a ver con tranquilidad, aprovechando esto, yo miré a otro lado con seriedad, tratando de hacerle ver que estaba molesto.
— ¿Ocurre algo, señor Atwood? — preguntó con ese tono de voz tan malditamente sensual, que provocaba que mis mejillas ardieran y mi sangre hirviera cuando lo usaba en mi contra.
— Nada, señor Dawson — dije de forma ácida volteando a verlo con seriedad, corrí la silla hacía atrás para levantarme de la mesa, apenas lo hice sentí que todo me daba vueltas, obviamente por culpa del Tequila — Disculpen, voy al baño.
Robert me miró curioso cuando me fui abruptamente, preferí eso a que siguiera engatusándome con ese tono suyo tan sensual, porque conociéndome, iba a acabar haciendo una de dos, o gritarle por no dejar de ver al pelirrojo, o besarlo hambrientamente por hablarme tan sexy, tal vez ambas, ¿quién sabe? a veces ni siquiera yo mismo me conozco del todo, tal y como cierto hombre me dijo la tarde en que hicimos el amor por primera vez.
Continuará
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- Gema
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