64 - 'Error'
Empecé a desabrochar mi pantalón, sintiendo mis mejillas arder totalmente, mi mente gritaba "no", mi sentido común gritaba "no", incluso mi corazón gritaba "no", pero mi cuerpo gritaba "déjate" como si fuera la propia voz de Robert quien me lo dijera, quien me incitara a pecar como todo un indecente.
Bajé un poco mi ropa interiór y mis jeans, dejando expuesto mi miembro, empecé a palparlo de forma lenta, jadeando timidamente el nombre de mi novio, todo gracias a que mientras me tocaba, pensaba en la foto de él en su juventud, lo atractivo que era, lo atrevido que debió ser, pensar que ese sujeto se volvió mi amante me enloquecía, que él se convirtió en el hombre que me hacía el amor todas las noches, cuya mirada azul se dilataba cada que me penetraba, y cuya voz gruesa y profunda gemía mi nombre cuando yo le hacía sexo oral, era increíblemente erótico.
— Robert — gemí mordiéndome el labio inferior con fuerza, arqueando mi espalda y acelerando el vaivén de mis caderas, moviéndome de forma muy vergonzosa, imaginando que Robert estaba encima mío violándome, sé lo que deben estar pensando, ¿cómo te quedaban ganas de masturbarte cuando hacías el amor día y noche? no lo sé, no me pregunten porqué, realmente me sentía satisfecho, pero entrar a esa oficina y oler el aroma de mi novio, me causó el mismo efecto que olfatear feromonas o algo así.
Mis piernas empezaron a temblar, me enloquecía pensar en tener sexo con Robert ahí en su oficina, sobre su escritorio, en ese mismo sofá, gemir como loco para que todos escucharan cómo mi novio me hacía suyo, esa idea me estremecía, Robert tiene razón, soy un desvergonzado.
Mi sangre se heló cuando escuché la puerta de la oficina ser abierta de golpe, toda clase de cosas aparecieron en mi mente, no sabía si aliviarme o preocuparme al ver que fue Robert quien entró, ya que apenas me vió, mostró un semblante abrumado y un poco nervioso.
Tanto él como yo nos quedamos en silencio, no sabía qué decir, mi respiración seguía muy tosca, seguramente él se debatía entre echarse sobre mí a comerme, o reprenderme por hacer eso en su sitio de trabajo, y bien ¿qué hizo? lo que cualquier pareja amorosa y decente haría, obviamente.
— ¡¿Qué carajo estás haciendo?! — preguntó en un tono de voz brusco pero un tanto susurrante, cosa que me aterró, si susurraba era por una razón, rápidamente supe porqué.
— ¿Robert? — resonó la voz de otros hombres en el pasillo, él juntó la puerta para que no entraran, me miró con severidad de inmediato, yo entendí el mensaje sin que dijera nada. Me levanté del sofá empezando a arreglar mi ropa, estaba tan agitado y nervioso, y peor me puso ver cómo uno de esos hombres empujaba la puerta y dejaba entrar a los demás a esa oficina, afortunadamente yo ya no tenía mi hombría al aire, pero sí un enorme sonrojo y el cabello agitado junto con mi respiración.
— ¡¿Porqué entran así a mi oficina Vincent?! — reclamó Robert mirando a un sujeto de cabello castaño con seriedad.
— ¡Tardabas demasiado! — dijo ese tipo, clavando su mirada sobre mí, cosa que me alteró considerablemente — ¡¿Quién es este chico?!
— No es importante — dijo Yelena mientras caminaba hacía mí para abrazarme con fuerza — Es un amigo mío, ¿verdad cariño?
— Y-Yo— gimotee, hasta que, la voz de un hombre pelirrojo, y un tanto mayor, hizo que todos nos alertáramos.
— ¿Qué significa esto, Robert? — preguntó ese hombre mirando con severidad a mi novio — ¿Dejas que un chico cualquiera esté en tu oficina, donde tienes importantes papeles de esta empresa? ¿qué diría tu padre? — Robert miró a otro lado con seriedad, sentía un aura de rabia creciendo en él — ¿Quién eres, muchacho? — volvió a hablar ese hombre, haciéndome tragar en seco y responder, sin detenerme siquiera a pensar en la burrada que iba a decir.
— M-Me llamo Taylor Atwood, s-soy un amigo de Yel—
— ¡¿Atwood?! — clamaron al unísono varios de los hombres allí presentes, juraría que eran tres o cuatro en total, sin contar a Robert y Yelena, obviamente.
— ¡¿Cómo, Atwood?! — exclamó ese sujeto de cabello castaño para ver a Robert de forma incrédula — ¡¿Qué hace un Atwood en tu oficina?! ¡¿Acaso negociabas con él a nuestras espaldas?! — Al escuchar eso, me di cuenta de la enorme burrada que cometí, no podía sentirme más avergonzado en ese instante, rogaba porque me tragara la tierra.
— Si dejaras de ladrar, tal vez podría decirlo, Vincent — dijo Robert mirando a dicho sujeto con seriedad, para acto seguido, ir hacía mí y palmear mi hombro sutilmente — El señor Atwood vino en representación de su padre, con intenciones de que renegociemos nuestra sociedad, dado que no estaba seguro del rumbo que tomaría esta reunión, preferí decirle que esperara aquí en mi oficina, a que yo hablara con la mesa directiva para llegar a un punto medio.
— ¿Entonces, aún estás pensando en negociar con Atwood? — preguntó ese hombre pelirrojo de forma recelosa, Robert asintió retirando su mano de mi hombro, sé que fue un gesto sutil, pero igual se sintió muy cruel para mí.
El hombre mayor miró a los demás sujetos para después acercarse hacía mí y extenderme su mano, me puse muy nervioso al ver esto.
— Es un placer conocerlo, señor Atwood — dijo aquel hombre con su mano frente a mí, yo no quería estrecharlas por obvias razones, pero sentir la intensa mirada de seriedad de Robert sobre mi cuerpo, me hizo saludar a dicho hombre, rogando que no se diera cuenta de que mis manos estaban asquerosamente sucias — Mi nombre es Samuel Greene, dueño de las empresas Greene y socio de las empresas Dawson.
— E-Es un placer señor — dije sonriendo con nerviosismo, Robert me miraba con semblante severo, dicha mirada me daba ganas de llorar, pero me esforcé por aguantarlas, ya había cometido demasiados errores hasta ese instante.
— Lamento hacerlo esperar, pero nuestra junta directiva sigue debatiendo ciertas cosas, ¿le molestaría esperar a que terminemos nuestra reunión para poder llegar a un acuerdo?
— P-Por mí está bien — dije ya sin saber exactamente lo que hacía, el hombre pelirrojo se apartó de mí para acercarse a Robert y verlo con detenimiento.
— Tus decisiones son bastante cuestionables, Robert, recuerda que como cabeza de la empresa no puedes jugar a ser tan impredecible, necesitas pensar con la mente fría, no ser tan descuidado.
— Lo tendré en cuenta señor Greene, lamento este inconveniente — murmuró Robert agachando levemente la cabeza, ver cómo regañaban a mi novio por mi culpa me dolió en el alma, y de inmediato pensé, que si no hubiera ido con él esa mañana a dicha reunión, nada de eso habría pasado, y un dolor se acentuó en mi pecho.
— Bien, toma los expedientes y volvamos a la sala de reuniones — volteó a ver a Yelena — Señorita Wilson, ¿podrías quedarte con el señor Atwood a hacerle compañía mientras seguimos debatiendo?
— ¿Me dejarán fuera de la decisión final? — preguntó ella con semblante serio.
— Robert votará por ti, por favor no dejes al señor Atwood solo, suficiente es con que Robert lo haya mantenido aquí encerrado como si de un niño esperando a sus padres se tratasen — un sudor frío bajó por mi frente al pensar en lo horriblemente irónico de las palabras de ese hombre, no esperaba a mi padre precisamente, pero sí era un bastardo esperando a mi adulto responsable.
Los hombres se retiraron uno a uno, Yelena chasqueó la lengua con frustración, pero la reacción de Robert fue la que me heló la sangre, me dedicó una mirada tan fúrica y tan severa, que casi sentí que me quedaba sin aire.
— Hablaremos cuando vuelva... señor Atwood — dijo entre sutiles gruñidos mientras tomaba unos expedientes de su escritorio y se marchaba de su oficina, dejándonos solos a Yelena y a mí.
— Maldición — murmuré sentándome en el sofá y cubriendo mi rostro con mis pecaminosas manos — No puede ser, ¿qué hice?
— Jaj, "quédate de niñera, Wilson, igual tu voto no significa nada" — gruñó ella entre dientes mientras se sentaba en el sofá junto a mí y sacaba un cigarrillo y un encendedor de su bolso para hacer lo propio con ellos — Viejos mal nacidos y machistas.
— Robert va a matarme — murmuré mirando fijamente el suelo del lugar con semblante ansioso y preocupado — Eché a perder todo.
— Pues, mentiría si dijera que no te metiste en problemas — admitió ella dejando salir el humo del cigarrillo — ¿Exactamente qué estabas haciendo aquí tú solo para que Robert pusiera esa cara de terror?
— ... Me estaba masturbando — admití ya sin pena alguna, ella empezó a toser de forma brusca, seguramente se atragantó con el humo al oírme.
— ¡¿Qué?! jaj, oye, déjame decirte que eres un enfermo.
— Ahora Robert tendrá que ceder a lo que esos hombres le pidan, maldición — gruñí entre jadeos de frustración, odiaba tanto siempre echarlo todo a perder.
— Cálmate — dijo ella dando otra calada a su cigarrillo — Sí cometiste una idiotez, pero Robert es muy suspicaz, sabrá resolver este lío.
— Ese hombre, Greene, ¿es el socio mayoritario que estaban diciendo temprano?
— Así es — asintió — Él ayudó al padre de Robert a fundar esta empresa, sin él nada de esto habría sido posible, es por ello que Robert le tiene tanta gratitud y respeto, a pesar de que ese anciano lo trata como si fuera un niño.
— Me di cuenta — murmuré tomando aire y sintiéndome un poco mejor, aunque seguía con ese amargo sentimiento de "lo arruiné todo" en mi pecho. Miré de reojo a Yelena para extender mi mano hacía ella sutilmente — ¿Me das un poco?
— ¿Mh? — me miró un poco recelosa para luego cederme el objeto cancerígeno — ¿Robert sabe que fumas?
— Él no es mi padre — dije mientras daba una calada al mismo, sintiendo cómo me quemaba ligeramente la garganta — Pero sí, sí lo sabe.
— Mh, cuando quieres eres bastante terco, pero otras veces eres como un gato indefenso — dijo ella de forma incrédula mientras tomaba su celular y lo revisaba, yo voltee a verla abrumado, solo una persona me llamaba de tal forma.
— ¡¿D-De qué hablas?!
— Tu novio es mi mejor amigo, ¿lo olvidas? — dicho esto, volteó su celular para mostrarme una foto de Robert y mía, seguramente él se la envió, donde estábamos en lo que parecía ser la cabina de un avión, él sonreía coquetamente mientras yo dormía tranquilamente aferrado a su brazo.
Mis mejillas empezaron a arder como nunca al ver dicha fotografía, ella me sonrió tranquilamente al ver mi reacción.
— ¿Todavía me tienes recelo? — pregunté apenado agachando la mirada.
— Le tengo recelo a toda persona imbécil que crea que puede aprovecharse de mi amigo — aclaró sin titubear, haciéndome tragar en seco con un amargo sentimiento de incomodidad — No obstante... a pesar de que eres uno a los que más llegué a insultar, eres el que mejor me cae, y al que más ha amado ese tonto.
— ¿Tú crees? — dije alzando la mirada temeroso, ella me sonrió incrédula al oírme.
— Cielo, mira todo lo que ha hecho por ti, ¿realmente sigues dudando de cuánto te ama?
— N-No, s-solo... — suspiré pesadamente rascándome la nuca y agachando la mirada nuevamente — Soy un idiota, sé lo mucho que me ama, pero aún así... me da miedo arruinarlo todo y... que ese amor se convierta en odio — dije mientras daba otra calada a ese cigarrillo, estaba adoptando el gusto por fumar, y sé que Robert dijo que no le gustaba que yo lo hiciera, pero el sabor amargo de la nicotina era adictivo, casi tanto como el sabor de sus labios.
— ¿Te digo algo? conozco a Robert desde que éramos un par de tontos universitarios, lo he visto en sus mejores y peores momentos, y el brillo en sus ojos al verte, cómo su voz cambia para bien cuando habla de ti, eso jamás lo había visto, y conociendo a Boby, él sería incapaz de soltar un amor tan intenso y puro de la noche a la mañana, menos por alguna tontería, tendrías que meter la pata muy en el fondo para lograrlo.
— Creeme, me conozco, por eso temo tanto arruinarlo.
— ¿Porqué, eres incapaz de ser fiel?
— ¿Qué? n-no, no hablo de eso, sino... que me preocupa que Robert se sienta abrumado por mi personalidad, por lo torpe e inseguro que soy, y por mi creciente dependencia hacía él, obviamente en algún momento le aburrirá lidiar con un bastardo como yo — me abrumó escuchar a Yelena reír de forma algo cínica, mientras me quitaba el cigarrillo.
— Taylor, ¿sí estás consciente de que todo lo que acabas de decir, es precisamente lo que más adora Boby de ti, verdad? — mi sangre se heló al mismo tiempo que un intenso rubor se acentuaba en mis mejillas, ella dió una calada al cigarrillo mientras me sonreía coquetamente — Él siempre me presume que eres totalmente diferente a sus parejas anteriores, un diamante en bruto al que tuvo el privilegio de encontrar antes que otra persona, me parecía exagerado cuando me lo dijo, pero al conocerte me doy cuenta de que, en verdad eres un caso especial, Ty — tragué en seco sintiendo cómo el rubor en mis mejillas empeoraba — Te ama, sinceramente, y a juzgar por cómo actúas, también me queda claro que tú también lo amas.
— Lo amo con mi vida — escapó de mis labios sin que yo me diera cuenta, mi sangre se heló, pero al mismo tiempo, sentí algo muy bonito en mi pecho al admitirlo sin atadura alguna, Yelena me miró de reojo sonriendo coquetamente.
— Lo sé, creeme, si creyera que vas a herir a mi amigo, no sería tan amigable contigo — "¿eres amigable?" resonó en mi mente, pero preferí morderme la lengua y no buscarme más líos — Te sorprendería lo odiosa que puedo llegar a ser si me lo propongo — un raro sentimiento inundó mi pecho de repente, "¿debería preguntar?" aparecía en mi mente al pensar que, podría aprovechar la oportunidad para preguntar algo que daba tantas vueltas por mi mente desde que conocí al señor Dawson.
— ... ¿Robert ha tenido muchas parejas? — ella me miró sin saber exactamente qué decir, aunque parecía tranquila, la noté un poco incómoda con el tema, eso me abrumó.
— No deberías enfocarte en eso — dijo ella dando otra calada a su cigarrillo.
— ¿Porqué insisten en decirme eso? — dije mirándole un poco frustrado — Él también me dijo eso, ¿porqué?
— Porque quiere ahorrarte dolor, Ty — admitió — No porque haya tenido muchas parejas o no, no se trata de eso, escarbar en el pasado de tu pareja siempre duele, sobre todo en tu caso, que Robert ha sido tu primera vez en todo sentido — agaché la mirada con pesar, las palabras ajenas eran muy ciertas, pero solo empeoraban mi nerviosismo, saber qué tantos hombres o mujeres entraron y salieron de la vida de mi novio, me abrumaba casi a diario, sobre todo al pensar que tal vez yo no era el primero en vivir con él, o si llegaría a ser el último.
Hubo un silencio bastante tenso y abrumador entre ambos, Yelena revisaba su celular mientras continuaba degustando el sabor a nicotina del cigarrillo, de vez en cuando me daba un poco del mismo, aunque yo me mantenía viendo a la nada con pesadez, recordar la mirada de enojo y frustración de Robert esa tan doloroso, sobre todo pensar "lo metí en problemas" en algo tan preciado y valioso para él que era su negocio familiar, ¿recuerdan que acostumbro tener la paranoia de creer que siempre voy a arruinar todo? pues maldije mil y un veces ese día haber logrado lo que tanto temía.
Me alertó escuchar la puerta de la oficina abrirse, y ver a mi novio entrar a la oficina junto con los demás hombres, Yelena me jaló del brazo para que me levantara, no sabía lo que sucedía, estaba muy nervioso.
— Lamentamos la demora señor Atwood — dijo aquel hombre pelirrojo mientras se me acercaba nuevamente — Estuvimos debatiendo al respecto, y consideramos que renegociar con usted y su familia es la mejor decisión por el momento.
— ¿E-En serio? — dije sonriendo un tanto nervioso, "maldita sea" resonaba por mi mente, sucedió lo que exactamente no quería que pasara, no imaginaba la rabia que sentía Robert en ese momento.
— Así es, nos gustaría sentarnos a dialogar sobre los términos que usted propone, ¿cree que pueda ser hoy la reunión? — mi sangre se heló por completo al oírle, miré de reojo a Robert, él me miraba con seriedad, sentía que me estaba diciendo "no empeores las cosas" con la mirada, y eso en vez de calmarme, me hacía sentir peor — D-De hecho, tengo un compromiso a medio día, creí que podría charlar con el señor Dawson y terminar a tiempo, pero la verdad ya he perdido mucho tiempo hoy — me inventé la primera excusa que apareció en mi mente, tanto oír a Roger y al viejo hablando por teléfono finalmente daba frutos.
— Lo entiendo perfectamente, lamento que haya perdido tanto tiempo, ¿entonces le parece si nos vemos mañana?
— ¿Mañana? ehh... — Robert me hizo un ligero gesto para que asintiera, cosa que hice sin dudarlo, si él me indicaba que hiciera eso, es porque tenía un plan, o al menos eso quería creer — P-Por mí está bien, no hay problema.
— Perfecto — dijo ese hombre pelirrojo para volver a estrechar mi mano, sonreí tratando de lucir calmado, aunque seguía recordando lo que estaba haciendo con esa mano antes de que todo eso sucediera, y mis nervios empeoraban — Lo veremos mañana entonces, señor Atwood — se dió vuelta para ver a los hombres que estaban con él — Caballeros, fue un placer verlos hoy, nos veremos mañana a las 12:00, Robert por favor organiza el lugar con el señor Atwood y envíanos un mensaje para avisarnos.
— Lo haré señor Greene, fue un placer verlo — dijo mi novio con aquel tono tan galante que me derretía, el hombre pelirrojo se fue junto a varios hombres más, dejando solo a Dawson, a Yelena, y a cierto hombre de cabello castaño y semblante incrédulo que me miraba con recelo.
— ¡¿Ahora sí me vas a explicar porqué tenías a un Atwood escondido en tu oficina?! — reclamó aquel sujeto mientras miraba a Robert con seriedad, él solo suspiró pesadamente para ir a la licorera y servirse un trago, su lenguaje corporal indicaba estrés, frustración, yo lo sabía, por eso estaba tan nervioso.
— Ya te dije por qué, Vincent, ¿crees que trato de ocultarles algo? — preguntó de mala gana dando un sorbo a su bebida.
— ¡Me parece muy extraño que estuvieras tan ansioso por firmar con otra empresa, y justo llegas con el cuento de que tienes a un Atwood esperándote en tu oficina! ¡¿porqué no nos dijiste que estaba aquí?!
— Vince, Robert no está de humor, mejor conformate con lo que dijo si no quieres que te arroje el trago a la cabeza — advirtió Yelena, rodeando mi cuello con su brazo, el sujeto castaño se acercó hacía mí para verme con seriedad, pude notar cómo Robert lo miraba con odio absoluto al hacer eso.
— ¿Cómo puedo creer que un chico como tú puede ser un Atwood?
— Tengo mi identificación por si quieres verla — dije sintiéndome menos nervioso y más "Taylor" como era habitualmente. El sujeto bufó cruzándose de brazos.
— Tenía entendido que Atwood solo tenía un hijo.
— Tienes tres, dos varones y una mujer, solo que es demasiado machista para dejarle la empresa a mi hermana Raquel, y a mí me daba pereza asumir el rol que me correspondía en su empresa — admití alzando mis hombros sutilmente, aquel sujeto estuvo a punto de hablar nuevamente, hasta que Robert le interrumpió.
— Vincent — habló con esa voz tan ronca que me erizaba la piel — Necesito acompañar al señor Atwood al hotel donde se hospeda, si no te importa, deja tu maldito interrogatorio para mañana.
— ¿Tú lo vas a llevar? — preguntó incrédulo mirando a Robert con detenimiento — Creí que Brighton era el que se encargaba de llevar y traer a los invitados.
— Brighton está ocupado buscando unos expedientes para mí, además debo ir al centro un momento, lo dejaré de camino.
— Y tú y yo tenemos una reunión con los hombres de Dream's — dijo Yelena mirando atentamente a ese sujeto, quien gruñó por debajo mirando a Robert con severidad.
— No sé qué estás tramando, Robert, pero te advierto que es muy importante entrar al mercado americano, ¡no lo puedes echar a perder!
— ¡¿Se te olvida quién es el jefe aquí, Vincent?! — reclamó en un tono de voz que me hizo dar un paso hacía atrás, Yelena se apartó de mí para ir hacía Robert y tomarle del hombro para evitar que le hiciera algo al de cabello castaño, quien dio un paso hacía atrás igualmente, no sé quién de los dos estaba más asustado, si él, o yo.
— Bueno ya, ha sido suficiente, dejen de actuar como un par de tontos ¿de acuerdo? — dijo Yelena mirando a Robert con seriedad para que se calmara — Muestren compostura frente a nuestros posibles asociados norteamericanos, por Dios.
— Cierto — bufó aquel sujeto para mirarme de reojo y acercarse hacía mí y apretar mi mano con algo de fuerza y dedicándome una mirada de recelo, seguramente me tenía una desconfianza bárbara, ¿y cómo no tenerla? los hombres de negocios vestían trajes elegantes, hasta Yelena vestía un suéter amarillo de cuello de tortuga y unos pantalones blancos bastante elegantes, mientras que yo usaba un suéter celeste con manchas blancas junto con unos jeans, ropa que no encajaba en absoluto con un hombre de negocios — Será un placer llegar a un acuerdo con usted, señor Atwood.
— I-Igualmente señor Dona-¡D-Doughnut! — corregí mientras los nervios volvían y se apoderaban de mí, aquel sujeto me miró un tanto incrédulo, retirando su mano de mí para salir de aquella oficina, siendo seguido por Yelena, quien le hizo un gesto a Robert para que se intentara calmar, pero este solo rodó sus ojos de forma incrédula mientras daba un sorbo a su bebida.
En cuanto nos quedamos solos, me volví todo un manojo de nervios, más de lo que ya era de por sí. Robert caminaba por la oficina sin siquiera voltear a verme, eso me dolía mucho, pero igual temía decirle algo, me preocupaba hacer que finalmente escupiera todo lo que seguramente estaba pensando de mí.
— R-Robert, l-lamento mucho lo que pasó, t-te juro que yo no quería—
— ¡¿En qué estabas pensando!? — reclamó mirándome con seriedad, tragué en seco agachando la mirada y aferrándome a mis propios brazos, él estaba furioso, y estaba en todo su derecho de estarlo.
— ... No lo hice — admití — No estaba pensando claramente, s-solo... no sé qué me pasó, estar aquí en tu oficina, oler tu aroma aquí, me excitó mucho, y cuando me di cuenta me estaba bajando el pantalón — empecé a temblar al ver al señor Dawson acercarse hacía mí, me tomó de las mejillas para verme fijamente a los ojos, los suyos estaban un poco dilatados, como si en medio de todo ese circo, él estuviera tan excitado como yo.
— Tu putería casi me sale cara, Taylor, ¿te das cuenta de ello? — murmuró con voz ronca, asentí sintiendo varias aglomerarse en mis ojos, él repentinamente soltó un pesado suspiro — Bueno, no todo fue tu culpa, Vincent igual iba a abrir la puerta y verte aquí, así que el lío no radica en que te hayas estado tocando o no.
— Lo lamento — susurré apenado agachando la mirada mientras mi voz se quebraba de a poco.
— ¡Eh! — me sacudió un poco para verle a los ojos otra vez — No basta solo con un "perdón" Taylor, ¡¿qué crees que pudo haber pasado si esos hombres te hubieran visto masturbándote en mi oficina?! — tragué en seco mirando cómo su ceño se fruncía cada vez más — Pensar que ellos pudieron ver a mi pareja tocándose, eso hace que me hierva la sangre de la rabia.
— Perdóname — volví a susurrar, me sobresalté al sentir cómo me azotaba contra el mismo sofá donde hace un rato estaba gimiendo su nombre, ¿recuerdan lo que dije mientras lo hacía? ¿que quería que Robert me violara ahí mismo? pues, déjenme advertirles, que deben tener cuidado con lo que desean.
Continuará
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- Gema
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