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57 - 'Mágico'


Tomé una ducha para intentar calmar mis nervios, y vaya que el agua tibia me ayudó por completo, toda la incomodidad se fue, dejando en mi cuerpo la densa necesidad de que Robert me hiciera el amor, eso era exactamente lo que quería lograr.


Cerré la llave de aquella espaciosa ducha de paredes de cristal, para abrir la puerta de la misma y tomar una toalla para secar mi cuerpo, hasta el baño en casa de Robert era muy bello, la tina y la ducha eran obras de arte, todo lo contrario al horrible baño de mi habitación en casa del viejo.
Tomé una bata de baño y me la puse, estaba algo nervioso, tal vez era saber que por fin Robert me tomaría en su propia cama, la idea erizaba mi piel y alteraba mi cuerpo a más no poder.


Abrí la puerta del baño, topándome con la hermosa silueta de Robert acostado en su cama totalmente desnudo, mirando a través de la ventana la hermosa luna que había esa noche, cuyo brillo daba sobre el cuerpo de mi novio, haciendo que este se viera mucho más sexy de lo que ya era de por sí, una cosa bastante sorprendente en mi opinión.


En cuanto me vió salir del baño, él se sentó en la cama sonriendo coquetamente, sus mejillas se enrojecieron por completo, lo pude notar perfectamente.


— Lamento la tardanza — dije acercándome a la cama.


— ¿Disfrutaste la ducha?


— Bastante — admití parándome junto a la cama para empezar a bajarme la bata de baño, el señor Dawson se mordió el labio inferior al verme desnudo frente a él.


— Qué sexy eres — dijo mientras se sentaba al borde de la cama frente a mí, para tomarme de los glúteos y empezar a lamer mi pecho.


— ¿Debes trabajar mañana? — pregunté acariciando el cabello ajeno, sintiendo cómo mis mejillas ardían gracias a lo mucho que me estaba excitando.


— No, ¿porqué la pregunta?


— Es que... quiero extenderme — dije sonriendo coquetamente, ganándome que Robert me tomara con fuerza y me sentara en su regazo para empezar a besarme con deseo.


Nuestros jadeos sobresalían entre esos salvajes y apasionados besos, mientras Robert exploraba mi cuerpo como si fuera la primera vez, aunque no me desagradó en absoluto que lo hiciera.


Repentinamente arquee la espalda gimiendo de forma ronca, al sentir cómo invadían mi cuerpo de forma sorpresiva y muy brusca, como ya era habitual en mi novio.


— ¡Ahh, R-Robert!

 
— Sí — dijo empezando a morderme el cuello — Grita mi nombre.


— ¡¡Ahh, ahh, Robert!! — obedecí gimiendo como loco, mis ojos se cristalizaron de repente, por alguna extraña razón, estaba enloquecido de deseo.

 
Me sobresalté al sentir cómo Robert me estampaba contra la cama y se colocaba sobre mí para seguir dando fuertes estocadas contra mi cuerpo, se sentía increíble, la forma en que me miraba fascinado, no sabía si le encantaba follarme luego de días de ayuno, o si era el hecho de cogerme en su cama lo que lo tenía tan enloquecido, tal vez era una combinación exquisita de ambas cosas, porque yo también me sentía abrumado por el éxtasis.


— ¡¡Ahh, Robert, me duele!! — grité sacando la lengua y echando la cabeza hacía atrás, Robert me estaba dando la follada de mi vida, solo podía pensar en lo bien que se sentía tenerlo bien metido en mi interior moviéndose como loco.


— Cómo quería hacerte gritar así — murmuró de forma ronca en mi oído mientras proseguía con sus estocadas, tomando mis piernas y haciendo que estas se entrelazaran en sus caderas.
— Me-Me vengo — gimotee clavando mis uñas en la espalda ajena.


— Nada de eso — decía llevando su mano a mi miembro para poner en práctica el "truco" que me enseñó en la playa, haciéndome retorcerme en la cama del desespero de querer soltar mi semilla y no poder.


— Ahh, Robert por favor, e-esto duele — gemí separando más mis piernas, sintiendo esas embestidas tan intensas, mientras mi miembro palpitaba por lo mucho que quería venirme.


— Eso, gime así para mí — murmuró empezando a chupar uno de mis pezones, solté un grito ronco sintiendo la fuerte corriente del orgasmo recorrer mi cuerpo, pero aún no me venía por culpa de mi odioso novio.

 
— D-Dios santo — murmuré moviendo mis caderas — Quiero más.


— Buen chico — gruñó empezando a morder mi pezón para separar más mis piernas y hundirse de lleno en mi cuerpo, me sorprendió que aunque ya había soltado mi miembro, yo todavía no me venía, seguramente estaba adoptando más resistencia en la cama.


Nuestra piel se rozaba de la forma más indecente posible, mis gemidos y los suyos eran tan roncos y sensuales, como la más sucia y apasionada serenata, me daba igual que la chica de limpieza nos escuchara, llevaba días queriendo hacerlo con mi novio, ni loco iba a pedirle que se limitara.


— Bésame — rogué haciendo caras muy lascivas, Robert sucumbió a mi petición, besándome hambriéntamente y acariciando mi cuerpo mientras seguía haciéndome suyo.


Mi lengua y la suya se entrelazaban mientras yo soltaba ahogados gemidos de placer, me estaba empezando a venir, esto hizo que Robert me mordiera la boca con fuerza, debido a que sentir cómo me venía hizo que él también empezara a hacerlo.


— T-Taylor — gimoteó sacando la lengua, era tan delicioso ver a Robert hacer expresiones lascivas — Dios, no sabes lo caliente que estoy.

 
— Sigamos — dije empujándolo para ponerme encima suyo y empezar a brincar sobre su miembro, Robert empezó a gemir echando la cabeza hacía atrás.


— Ahh, ¡ay Ty, qué rico! — exclamó sujetando mis caderas con fuerza.


— ¿Te gusta? — pregunté acelerando un poco mi vaivén.


— ¡Dios me-me vas a dejar seco!

 
— Tu miembro está tan caliente — dije ya sin saber exactamente lo que decía, el éxtasis me estaba afectando más de lo que creía.


Jadee al sentir cómo Robert me tomaba del cuello y lo apretaba con fuerza, eché la cabeza hacía atrás prosiguiendo con mi vaivén.

 
— Ahh, m-mi amor — gemí ronco sintiendo el miembro de Robert hacerse más grande en mi interior — Q-Qué rico.


— Eres una puta — gruñó tomando mi trasero con su mano libre para mover sus caderas al compás de las mías, amaba la forma en que nos esmerábamos por darle placer al otro — ¿Eres mío, Ty, solo mío?


— Sí Robert — asentí con dificultad sonriendo ante ese brusco agarre en mi cuello — S-Soy tuyo.
— Buen chico — me jaló del hombro para besarme con deseo mientras seguía apretando mi trasero y golpeándolo de vez en cuando, vaya que Robert era todo un animal.

 
-


— Ahh, m-más rápido — le pedí al oído mientras me mantenía aferrado al cuerpo de él mientras mi novio seguía con aquel salvaje vaivén encima mío, llevábamos horas haciéndolo, pero mi cuerpo y el suyo no querían parar en absoluto.

 
— ¿No te duele el trasero? — preguntó en un ácido tono burlón que me hizo morderle el cuello con fuerza — Mgh, ay sí, sigue.


— ¿Te excita que te muerda? — maldije para mis adentros, odiaba intentar ser malo con él, y que Robert solo sintiera placer por cada cosa que yo hiciera, aunque rápidamente recordé algo que él odiaba por completo.

 
— Todo de ti me excita, Taylor — gruñó entre jadeos acelerando su vaivén.


— Ahh, ¿e-esto también? — pregunté llevando mis manos al trasero ajeno y apretándolo con fuerza, recibiendo una fuerte mordida en el cuello de parte de Robert — ¡¡Ahh, ay qué rico!! — gemí de forma exagerada tratando de pagarle con la misma moneda, aunque a mí sí me dolían bastante las mordidas de él.


Me alteré al sentir cómo Robert se apartaba de mí y salía de mi cuerpo, le miré algo divertido, aunque me aterró alzar la mirada y ver una expresión de enojo condensada con deseo en los ojos de él.

 
— Date vuelta — demandó con voz ronca.


— ¿Y si no lo hago? — pregunté sonriendo con malicia, aunque mi malicia se esfumó cuando Robert me volteó de golpe y me penetró de forma muy brusca y dolorosa para empezar a moverse como loco, tomándome del cabello y jalándolo con fuerza.


— ¡¿Seguirás tentando tu suerte conmigo, imbécil!?! — gruñó en mi hombro mientras me sacaba intensos gemidos de dolor y placer.

 
— ¡¡Ahh, p-por favor para!! — le rogué mientras mis piernas empezaban a temblar — ¡¡M-Me vengo!!


— ¡¿Quieres que pare?! pero si parecías tan decidido — gruñó de forma brusca dándome una feroz embestida que me hizo venirme de golpe.


— ¡¡Ahh- D-Dios!! — grité arqueando la espalda para luego dejarme caer exhausto en la cama, jadeando pesadamente mientras me recostaba de lado para ver la ciudad a través de la ventana que ya estaba totalmente empañada por culpa mía y del señor Dawson.

 
— ¿Aprendiste tu lección? — susurró el señor Dawson mientras empezaba a besar y morder mi espalda y mis hombros.


— No debo tocarte el trasero — dije entre risas y suspiros de cansancio mientras disfrutaba de los besos ajenos — Esta ciudad es preciosa.


— Vas a amarla por completo — murmuró acomodándose encima mío para volver a penetrarme, mientras metía uno de sus brazos bajo mi torso y el otro lo estiraba para sujetar mi mano mientras seguía su lento vaivén.

— Ah, a-amor, ¿quieres más? — dije sacando la lengua entre roncos gemidos.


— La pregunta ofende — gruñó en mi oído — Sabes que podría cogerte día y noche Ty.


— ¿Día y noche? — pregunté mirando sutilmente cómo nuestro reflejo se mostraba sutilmente en la ventana, me gustó ver la silueta de Robert sobre mi cuerpo, era una vista muy sexy.


— Día y noche — gruñó acercando una de sus manos a mi boca para meterme dos dedos y empujarlos hasta mi garganta, mi novio es muy salvaje, creo que está de más mencionarles esto.
Gemía de forma ahogada mientras mi boca era violada por los dedos de Robert, y su miembro exploraba mi interior como si fuera la primera vez, Dawson siempre ha sido insaciable, increíblemente apasionado, un semental inglés que no logra saciarse sólo con un par de besos y caricias, él siempre debe llegar hasta el fondo para sentirse completo, y no planeo fingir que eso me desagrada, porque no es así.


Mordí sus dedos con fuerza mientras él soltaba gemidos roncos y muy sensuales, llenando mi interior con su semilla de la forma más cálida y agradable posible.


— Ty — susurró dejando caer su cuerpo sobre el mío, mientras soltaba pesados suspiros de cansancio — Nunca voy a cansarme de esto.


— ¿Nunca? — pregunté tomando uno de los brazos de él para morderlo y besarlo sutilmente, a pesar de que mi cuerpo estaba exhausto, me costaba apaciguar mi lujuria.
— Nunca — recalcó nuevamente mientras se acomodaba sobre mi cuerpo para jalarme del cabello y morderme los hombros con fuerza.


— Ah, esto duele — gruñí entre risas mientras frotaba mis piernas contra las de él.


— Sé que te duele, por eso me gusta tanto hacerlo — afirmó coquetamente mientras estiraba sus brazos para juntar sus manos con las mías y apretarlas con algo de fuerza, mientras seguía lamiendo y besando mi hombro — Lamento si Colette te incomodó hoy.


— Yo lamento armar drama apenas llegamos, supongo que me estoy dejando llevar por mi inseguridad otra vez.


— Lo sé, pero no dejes que ella te domine, de todos modos, a quien le hago el amor es a ti, a quien quiero en mi cama cada día es a ti, y a quien amo es a ti, a nadie más — repetía en mi oído mientras repartía suaves besos por mi cuello y mis ojos, sacándome jadeos muy sutiles de deseo.


— ... No quiero compartirte con nadie — dije apretando las manos de él — Quiero ser el único que reciba tu calor, tus besos, el único que reciba tu amor.


— Así será, te lo prometo Taylor — murmuró pasando uno de sus dedos por el anillo en mi mano, fue la única prenda que me rehusé a quitarme para el sexo, estaba seguro de que esa sería la única prenda con la que Robert quería que me metiera a la cama.


Voltee la mirada para darle un hambriento beso a mi novio, beso al que él me correspondió sin delicadeza alguna, pasando sus manos por mi abdomen, seguro amaba sentir mi calor.


Me puso boca arriba para seguir besándome y acariciando mi cuerpo con ternura, no me penetró ni nada, solo me besaba de forma tan voraz y apasionada que me preocupaba quedarme sin lengua, pero más que lujuria, en ese momento fue la ternura y el romance lo que nos hizo devorarnos mutuamente, esa noche empezó mal, pero acabó de forma maravillosa, amaba ser complétamente de Robert, estar a su merced, ser suyo en su propia cama, me generaba una sensación de paz y satisfacción increíbles, en resumidas cuentas, todo para mí era sumamente mágico.


Y así sin darnos cuenta, me quedé dormido a causa del cansancio, saboreando los labios de mi pareja, mientras él degustaba los míos igualmente, no sé a qué hora exactamente fue que pudimos conciliar el sueño, solo sé que fue muy tarde, ya que ni él ni yo queríamos despegarnos el uno del otro.


Mi cuerpo estaba exhausto, tener sexo la noche entera es de ensueño, pero al día siguiente te deja totalmente desganado. Estaba acostado de cucharita con la cara hacía la ventana, mientras los brazos del señor Dawson me sujetaban desde atrás y me ayudaban a dormir de mejor forma, qué bello es vivir como pareja con la persona que amas.


— Buenos días — escuché su voz ronca hablándome al oído, haciéndome abrir los ojos con pesadez, notando que la ventana estaba cubierta por una cortina blanca que impedía que el sol me diera en la cara.


— Hola — susurré bostezando mientras volteaba a ver a Robert, tenía la cara levemente hinchada, pero eso no le restaba belleza en absoluto, al contrario, eso lo hacía ver mucho más sexy.


— ¿Qué tal tu primera noche en Inglaterra? — preguntó llevando sus manos a mis pezones para acariciarlos suavemente.


— Me encantó — gimotee sonriendo coquetamente — Creo que podré acostumbrarme rápido a vivir aquí.


— Eso es música para mis oídos — murmuró tomándome de las caderas para empezar a besarme con deseo — ¿Qué tal algo rápido?


— Muero de hambre — dije entre besos y algunas risas, amaba lo insaciable que era Robert — Vas a llevarme al hospital de tanto cogerme sin si quiera comer.


— Qué dramático — bufó rodando sus ojos con molestia, yo le empujé cuando dijo eso, pero solo logré que mi novio siguiera riendo coquetamente — Es chiste, mi cielo, es un chiste.


— Tus chistes no me gustan — dije de mala gana para colocarme encima de él y volver a besarlo — Vamos a comer algo.


— Mgh, cinco minutos más — murmuró de forma ronca para abrazarme y continuar esos apasionados besos por un largo rato, hasta que nuevamente, nuestra burbuja de pasión y romance se rompió abruptamente.


Alcé la mirada al oír la puerta siendo tocada con insistencia, chasquee la lengua al imaginarme quién era, y me alivió notar que no fui el único molesto por la repentina interrupción.


— Maldición — gruñó Robert de mala gana mientras se sentaba y suspiraba con frustración — Lo lamento, es Colette, seguro tiene listo el desayuno.


— No te preocupes — dije sonriendo calmadamente, realmente notaba a Robert frustrado, definitivamente no debía ser fácil tener que aguantar mis delirios de inseguridad, sin contar que las personas a su alrededor no ayudaban en absoluto, por lo que, repentinamente pasó por mi mente la idea de, tragarme cualquier sentimiento de molestia o incomodidad, no por ser cobarde, sino porque era muy bello pasar un rato tranquilo con Robert, y no quería perturbar nuestra paz con dramas sacados de la manga, sé que él amaba mi personalidad cínica que no se dejaba pisotear, y realmente no quería que esas fueran mis intenciones, pero no quería seguir dándole dolores de cabeza a mi novio.


Él se levantó de la cama estirándose con fatiga, yo me senté en la cama, sintiendo un dolor en mis caderas que me hizo sonreír, vaya que me había vuelto un masoquista de primera categoría.


— ¡¿Qué?! — jadee al voltear a la mesa de noche y ver la hora en un reloj digital, 11:47 de la mañana — ¡¿Esta es la hora en verdad?!


— ¿Crees que tendría un reloj que dé mal la hora? — preguntó Robert de forma cínica mientras caminaba al baño rascándose la cabeza, me deleitaba ver su cuerpo desnudo paseando por la habitación, aunque me sorprendía mucho que haya despertado tan tarde, y de cierta forma me preocupaba volverme un holgazán ahora que iba a vivir allí entre tantas comodidades y sexo salvaje.


— Carajo, abusamos — dije suspirando pesadamente y pasando mis manos por mi rostro.


— No te escuché quejarte anoche, ni esta mañana — dijo él desde el interior del baño, yo fruncí el ceño algo extrañado y confundido cuando dijo eso.


— ¿Esta mañana? — pregunté levantándome de la cama para ir al baño, cojeando un poco a causa de lo débil que me sentía — ¿Qué me hiciste, Dawson? — pregunté apoyándome en el marco de la puerta y viendo a mi novio cepillarse los dientes.


— Tienes el sueño pesado, solo eso te diré.


— ¿Me violaste?


— No cuenta como violación si tú también eyaculaste — admitió alzando sus hombros con falsa inocencia, yo me sonrojé totalmente al oírle.


— Eres un cerdo — dije de mala gana para entrar al baño, él empezó a reír continuando con su aseo personal.


Pasé detrás suyo, sintiéndome terriblemente tentado de palmear ese bello trasero que tenía el señor Dawson, aunque mi sentido común decía "si lo haces él romperá el tuyo" pero como bien dicen por ahí, el tonto actúa por impulso y no por lógica.


Puse ambas manos sobre sus glúteos, sonriendo con malicia y algo de emoción, aunque mi sangre se heló al ver a través del espejo el reflejo de ese par de joyas azules llenas de enojo y frustración.


Calmada y elegantemente, Robert se sacó el cepillo de dientes de la boca para depositarlo sobre el lavamanos, volteó a verme, y en un rápido movimiento, me sujetó del brazo y me estampó contra la pared.


— ¡¡Ahh, maldito!! — grité al sentir un fuerte golpe contra mi trasero, logrando solamente que Robert me diera tres nalgadas más, cada una más y más fuerte que la otra, como si ya no me dolieran los glúteos, y ahora debía aguantar mucho más dolor.


— ¿Vas a seguir jugando al coqueto con mi trasero, o empezarás a cuidar del tuyo? — gruñó de forma tosca mientras me jalaba del cabello con fuerza, asentí entre jadeos de dolor tratando de mantenerme de pie.


— Cuidaré del mío — dije suspirando pesadamente, Robert me soltó para tomarme de la barbilla y besar mi mejilla dulcemente, me abrumaba esa dualidad entre el amante gentil y el semental hambriento que vivían dentro del señor Dawson, y me preocupaba cuál de los dos sería con el que más iba a convivir durante mi larga estancia en Inglaterra.



Continuará


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- Gema 




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