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54 - 'Brillo'

— Ty — me alertó escuchar la voz de Mónica, quien llevaba rato hablándome, pero yo me encontraba consumido en mis pensamientos, sobre las conversaciones que tuve con mi hermana y mi madre, dos mujeres que me generaban mucho conflicto dentro de mi ser.


— ¿Mh? disculpa — murmuré sentándome recto frente a ella, habíamos ido a comer algo luego de que salí de la tienda de rock.


— ¿Estás bien? te noto muy callado, ni siquiera has tocado tu comida.


— Estoy bien, solo... no dormí mucho anoche — dije pasando mi mano por mi rostro, ella sonrió coquetamente cuando dije eso — No es lo que estás pensando.


— No te excuses, tienes pareja y vives con él, lo normal es que tengan sexo.


— Eres una puerca ¿lo sabes? — dije entre risas tomando un trozo de pizza y mordiéndolo.


— Yo no fui la que admitió tener sexo en público.


— ¿Vas a empezar con eso? — ella empezó a reír cuando dije eso, yo igualmente empecé a reír, mientras un pesado sentimiento de melancolía invadía mi pecho, al pensar en que, esa era la última vez en la que iba a salir con Mónica de esa forma, no había considerado eso a profundidad, y ahora que lo hacía, era bastante doloroso — ... Voy a extrañar mucho esto — dije sonriendo con pesadez.


— Ay Ty — ella tomó mi mejilla observándome con ternura — No te pongas así, piensa que vas a vivir una vida mucho mejor ahora.


— Lo sé, pero me vas a hacer mucha falta.


— Y tú a mí, pero me va a reconfortar mucho saber que estarás viviendo una vida mucho más feliz de la que llevas aquí, además esto no será un adiós definitivo, siempre estaremos en contacto, ¿y quién sabe? Tal vez Robert y tú vuelvan para vacaciones pronto.


— Por ahora me dejó claro que no podemos volver, pero tal vez podamos cuando las cosas en su empresa se relajen.


— ¿Lo ves? — dijo ella sonriendo tranquilamente, sonreí de igual forma mientras ella seguía acariciando mi mejilla con ternura.


Me alertó ver cómo ella tomaba mi mano y retiraba un poco la manga del suéter, para ver ese bello anillo que reposaba en mi dedo.


— ¿Sabes? entre los preparativos para tu cumpleaños, Robert me mostró este anillo, me dijo que para él simbolizaba la promesa de una vida de pareja, una vida de pareja que quería tener contigo, me prometió que no iba a defraudarte, y que no iba a volver a dejarte solo.


— ¿Él dijo eso? — pregunté sonriendo apenado, me sonrojé mucho cuando Mónica me contó eso.


— Así es — dijo ella acariciando mi mano suavemente — Serás muy feliz con él, Ty, se ve en sus ojos que ese hombre te ama de verdad, y está de más decir que tú lo amas a él.


— ¿Se me nota mucho? — pregunté de forma cínica, obviamente estaba loco por él, Mónica lo sabía muy bien — Te adoro, Moni.


— Y yo a ti, Ty; pero si haces una estupidez allá en Londres, tomaré un vuelo e iré a estrangularte, ¿quedó claro?


— Te agradeceré de corazón si lo haces — dije sonriendo sutilmente, ella apretó mi mejilla sutilmente para disponernos a seguir comiendo.


-


Pasó una hora, Mónica y yo estábamos exhaustos, ir de compras es más agotador de lo que creí. Caminamos hasta la parada de taxis, donde ella me dijo que debía marcharse debido a que su tía la esperaba en casa.


— No te preocupes, vete tranquila.


— ¿Puedes llegar solo al hotel? — preguntó mientras daba un sorbo al batido de frutas que compramos antes de salir.


— Desde luego — insistí — Solo tomaré un taxi.


— Bien, mañana te acompañaré al aeropuerto para despedirnos bien.


— Oye no tienes que hacer eso.


— Claro que tengo, no quiero que nos despidamos en una acera frente a un taxi, Ty — suspiré sutilmente cuando ella dijo eso.


— Okey, tienes un punto — admití entre sutiles risas. Ella me abrazó con fuerza, abrazo al que correspondí sin dudarlo.


— Cuídate mucho Ty.


— Adiós Moni — me aparté para verla caminar hacía el otro lado de la acera — ¡Te veo mañana!


— ¡Adiós! — la vi alejarse con las bolsas de compras y con el batido en mano, suspiré dando un sorbo al mío para sacar la mano e intentar llamar a un taxi, era incómodo cargar todas esas bolsas de compras, afortunadamente no debía tomar una desviación, solo ir al hotel y ya.Un taxi se detuvo frente a mí, yo me subí y le indiqué la dirección, mirando a través de la ventana el cómo la gente transitaba tranquila, alcé un poco el cuello de dicho suéter para olfatearlo, sonriendo por inercia al sentir el aroma de Robert emanar de esa prenda, era tan dulce, tan adictivo para mí.


Saqué mi celular nuevo, el que llené de fotos mias y de Robert apenas pude, muchas las tomé con él desprevenido, la foto en la pantalla fue una que nos tomamos en el centro comercial, ambos abrazados mientras yo sujetaba el teléfono con mi brazo izquierdo, sonriendo ampliamente, no recuerdo ninguna otra foto en la que haya sonreído de tal forma.


Envié un mensaje a Robert para preguntarle si seguía en la reunión, me sorprendió ver lo rápido que me respondió.


"Ya casi termino, ¿qué quieres que lleve para comer?", antes de que pudiera escribir un mensaje de respuesta, recibí una llamada de mi novio.


— Hola señor Dawson — dije sonriendo coquetamente.


— Hola cariño, ¿ya compraste?


— Sí, voy camino al hotel, compré mucha ropa como me pediste, también le regalé algo a Mónica, espero no te moleste.


— Para nada, fue un lindo detalle — comentó calmadamente — ¿Qué quieres que lleve para cenar?


— Quiero comer hamburguesas — dije en tono algo suplicante.


— Bien, llevaré hamburguesas entonces, Dios, engordaré por tu culpa.


— Tú eres el que me hará engordar — dije riendo sutilmente.


— Oye, te compré una maleta para que empaques, la llevaré más tarde.


— ¿Cómo compraste una maleta en la reunión?


— Le pedí a Catrina que la comprara.


— ¿Catrina? — dije arqueando una ceja.


— La rubia tetona, Ty — dijo él de forma incrédula, empecé a reír al recordar de quién me estaba hablando.


— Ahhh, tu recepcionista, ya ya, dale las gracias de mi parte.


— Corriente — me dijo entre toscas risas.


— No es mi culpa que tenga unos melones enormes — él empezó a reír al oírme hablar.


— Eres un cretino — le escuchaba mientras miraba a través de la ventana cómo la lluvia seguía cayendo cuidadosamente — Debo colgar ya Ty, voy al hotel en un rato.


— Vale, te quiero mucho — dije sonriendo ampliamente.


— Y yo a ti, espérame en la cama desnudo.


— Creí que íbamos a esperar — susurré mordiéndome el labio inferior.


— Esperar no es lo mío — dijo con esa voz tan ronca que alteraba mis sentidos — No tardo nada.


— Okey — dije sonriendo coquetamente, colgué el teléfono para guardarlo en mi bolsillo y seguir olfateando ese suéter, mientras sentía cómo mi cuerpo se erizaba totalmente, sobre todo cómo un bulto se creaba en mi pantalón.


-


— Gracias señor — dije al bajar del taxi con las bolsas de compras en la mano, me sentía como esas mujeres de materialistas que tenían sexo por dinero, no me gustaba mucho, recibía sexo solo porque quería tenerlo, no porque esperara algún tipo de remuneración económica por ello.


Entré a dicho edificio saludando a las personas que trabajaban allí, ya los conocía y ellos a mí, era un poco vergonzoso, porque estaba muy seguro de que ellos me tenían marcado como el sujeto que hace mucho ruido cuando su novio se lo está follando.


Usé el ascensor para subir al piso donde estaba la habitación donde dormía con mi novio, tarareando mientras avanzaba por aquel lugar un poco concurrido, era un hotel muy grande, y muy bonito.


Entré a la habitación suspirando con cansancio, dejé las bolsas al lado de la puerta para cerrar con llave la misma, y empezar a bajarme los pantalones, Robert me dio una orden, obviamente quería obedecer.


Fui al baño para arreglarme un poco, peiné mi cabello, observando algo que me asombró bastante, mis ojos, tal y como dijeron Mónica y Raquel, tenían cierto brillo, similar al brillo que veía en los ojos de Robert, sonreí emocionado al percatarme de eso, y también noté que estaba sonriendo con más regularidad, se notaba que me estaba sentando bien la vida de pareja, y eso que no llevaba ni una semana viviendo con Dawson.


Me quité el suéter junto con los boxers para ir a la cama y dejarme caer en esta misma, estaba muy excitado, me tocaba un poco para calmar mi impaciencia, pero no quería extenderme, no quería atenderme yo solo, quería que Robert fuera quien apagara el calor de mi cuerpo con el suyo.


Me alertó oír cómo alguien tocaba la puerta de la habitación, creí que era Robert, pero recordé que él tenía llave de la habitación, por lo que rápidamente descarté la posibilidad de que fuera él.


Me levanté para volver a ponerme el boxer y el suéter, era un poco largo, por lo que tapaba bien mis partes. Me acerqué a la puerta para ver por el ojo de la misma de quién se trataba, y mi piel se erizó al ver a cierta mujer alta de piel morena parada con cara de pocos amigos.


Tomé los jeans y rápidamente me los puse, para tomar aire y abrir la puerta, sintiendo la intensa mirada de ella clavarse sobre mi cuerpo abruptamente.


— ¡¿Tú?! — escupió de mala gana — ¡¿Qué carajo haces aquí?!


— M-Me quedo aquí con Robert.


— Jaj, no... esto tiene que ser un maldito chiste — dijo ella entre pesados gruñidos, me alerté cuando ella me empujó y entró a la habitación — ¡¿Quién carajo te crees que eres?!


— ¿D-Disculpa?


— ¡¡¿Sabes cuánto sufrió mi amigo por tu culpa, y tú vienes y te quedas aquí con él como si nada hubiera pasado?!! ¡¿crees que con dejarte coger otra vez todo está arreglado?! — exclamaba mirándome con odio absoluto — ¡¡Te diré algo chiquillo engreído, Robert es un hombre espectacular, que no merecía que le hicieras lo que hiciste!! ¡¡y no conforme con eso vienes y sigues jugando con él!!


— ¡Yo no estoy jugando con Robert!


— ¡¿Ah no?! ¡¿y a qué se le llama a acostarse con alguien y luego abandonarlo, eh?! ¡no eres más que uno de esos bastardos oportunistas que se meten con la gente por su dinero, debí imaginarlo desde el día en que te vi!


— ¡¡Eso no es cierto!! — grité empezando a perder la compostura — ¡¡Escúchame algo Yelena, tú no tienes idea de lo que ha sucedido entre Robert y yo, y no tienes derecho alguno de reprocharnos sobre lo nuestro, él odia que lo hagan, y a mí también me disgusta, por más su mejor amiga que seas, eso no te da derecho de querer manejar su vida a su antojo!!


— ¡¡¿cómo te atreves a gritarme?!! ¡¡tú no eres más que un igualado, tú ni siquiera amas a mi amigo!!


— ¡¡Pues fíjate que sí lo amo, y mucho, pero si lo amo o no igual ese no es tu problema!! — grité apretando mis puños con fuerza, aunque me quedé helado al oír una voz conocida hablando serenamente desde el marco de la puerta.


— En definitiva no es tu problema Yelena — habló él, haciendo que ambos volteáramos a verlo, apoyado en el marco de la puerta, sujetando una bolsa de comida en su mano izquierda, y una maleta verde en la derecha — ¿Puedo saber porqué vienes y gritas a mi pareja, Yelena?


— Venía a hablar contigo porque no contestas mis llamadas, y verlo aquí me hizo perder los estribos — admitió ella agachando la mirada con pesar.


— No eres un caballo para perder estribos — dijo él de forma ácida y un tanto burlona para acercarse hacía mí y besarme la frente, y acto seguido, entregarme la maleta y la comida — Cómo sea, ¿qué quieres? — dijo volteando a verla con seriedad, me preocupaba ver la frialdad con la que ambos se detallaban fijamente.


— ¿En verdad harás esta estupidez? — preguntó ella cruzándose de brazos.


— ¿En verdad tú harás la estupidez de meterte en mi vida, sabiendo lo mucho que yo odio eso?


— Soy tu mejor amiga, tengo derecho de hacerte ver cuando cometes una tontería — recalcó mientras se acercaba hacía nosotros, Robert tomó mi brazo y me jaló para colocarme detrás suyo, quedando frente a frente con Yelena — ¡Este chico solo te está usando!


— ¿Qué te hace pensar eso?


— ¡Por Dios santo Robert! ¡¡pasaste una maldita semana en tu departamento sufriendo una crisis nerviosa por lo que este bastardo te hizo, me niego a dejar que eso vuelva a sucederte!!


— Taylor no tiene la culpa de lo que me pasó — dijo él con severidad — Soy un adulto, Yelena, lo bueno y lo malo que hago recae en mi consciencia, no tiene porqué caer en la de alguien más.


— ¡¿Cómo puedes ser tan necio?!


— ¡¿Y tú por qué tienes que ser tan necia?! ¡¡siempre me dices que busque el amor, Yelena, y cuando finalmente lo encuentro te empeñas en hacerme renunciar a él!! ¡¿porqué, acaso quieres que esté solo igual que tú o qué?! — ella guardó silencio mirando a Robert con enojo total, me estaba asustando demasiado, porque se notaba que Yelena tenía un temperamento similar al del señor Dawson.


Ella lo apartó para sujetarme del brazo con fuerza y jalarme hacía ella.


— ¡Yelena! — dijo Robert al verla hacer eso.


— Dime una cosa, Taylor — dijo mirándome de forma incrédula — Quiero que me mires a los ojos mientras me respondes, ¿tú realmente amas a Robert? — sentí un gran nerviosismo adueñarse de mí cuando ella me pidió que la viera fijamente a sus bellos ojos verdes, eran muy cautivadores, pero así como cautivaban, daban terror.


Tragué en seco mientras miraba de reojo a Robert, tomé aire, y mirando fijamente a la mujer frente a mí, respondí:


— Admito que fue una gran estupidez lo que hice, no me perdono haber abandonado a Robert como lo hice, y en parte siento que pagué el daño que le hice, porque yo sufrí de forma espantosa esa semana que él se fue, sentí que todo perdió sentido para mí. Hoy mi mejor amiga me dijo "te ves radiante" al principio no lo entendí pero, al verme al espejo comprendí a lo que se refería — explicaba bastante nervioso de que no se entendiera lo que quería decir — Mis ojos brillan de forma que jamás en mi vida lo hicieron, es obvio pensar que eso se debe a todo el amor que Robert me da — dije volteando a verlo mientras sonreía — Él es un hombre maravilloso, cada cosa que hace, las palabras se quedan cortas al describirlo, mi pecho duele cuando me deja solo, y siento una paz tremenda cuando lo tengo cerca, pero eso no fue lo que me preguntaste — voltee a verla nuevamente, sonriendo calmadamente — Amo a tu mejor amigo, Yelena, más de lo que me amo a mí mismo, y juro que jamás volveré a hacerle daño como hice hace una semana, y si eso llega a suceder, te prometo que me alejaré de su vida, y no volveré a molestarlo.


Ella me miraba con seriedad, la notaba pensativa, era una mujer muy bella, y así como era bella era aterradora; miraba a Robert de reojo para luego volver a verme, detallandome de arriba a abajo.


Jadee en cuanto ella tomó mi mano y la alzó, viendo el bello anillo que reposaba en la misma, suspiró con pesadez apretando con fuerza mi muñeca.


— No te odio, Taylor, llegué a odiarte por lo que hiciste, pero mi amigo está loco por ti como todo un estúpido, por lo que me es imposible seguir odiándote, tú llenas de color su vida, eso lo admito — alzó su mano para hacerle una seña con su dedo a Robert para que se acercara, él lo hizo, mirándola con seriedad y algo de burla — Quita esa maldita sonrisa de tus labios — volteó a verme nuevamente — Seguiré vigilándote, chiquillo, sigues a prueba, si le haces algo a Robert, juro que yo misma voy a imponerte una órden de alejamiento para que desaparezcas por completo de su vida.


— Te prometo que eso no sucederá — dije asintiendo con vergüenza, ella suspiró sutilmente al oírme.


— ... ¿Realmente lo amas tanto? — preguntó mirando fijamente a Robert, él sonrió de lado para tomar la mano de Yelena y besarla dulcemente.


— Tú lo viste por ti misma.


— Eres un estúpido.


— El amor nos vuelve estúpidos, ¿verdad, Gerald?


— ¡Tienes prohibido nombrar a ese hombre y lo sabes! — reclamó entre gruñidos mientras señalaba a Robert con su dedo índice.


— Mil perdones — comentó él sonriendo coquetamente, no entendía la rara interacción de ambos, pero prefería no meterme.


— Bien, solo venía para preguntarte qué pasará ahora, dado que la empresa Atwood queda descartada.


— Tuve una reunión hoy con varios empresarios, tengo a mi favorito, pero ya les mostraré las ofertas en la reunión del viernes.


— Bien — dijo ella tomando su bolso y sacando unos lentes oscuros de este — Diviértanse chicos, los veré el viernes entonces — me miró de reojo con severidad, la miré algo apenado, pero mi pena bajó cuando ella sonrió arqueando una ceja — Cuida de tu semental, chiquito americano, en Inglaterra es el soltero codiciado.


— No empieces a asustarlo, Yel.


— No está de más espantarlo un poco, aún debo castigarlo por lo que hizo — explicaba mientras se colocaba los lentes — Cuídense mucho, los veo el viernes — dicho esto, ella empezó a caminar hacía la puerta de la habitación, dejando detrás de ella un aura muy tensa.


En cuanto nos quedamos solos, Robert se acercó hacía mí para besar mi frente suavemente.


— Lamento que Yelena te gritara de esa forma.


— Descuida, lo merecía — dije entre suaves suspiros — Admito que me puse muy nervioso.


— Tranquilo, con lo que dijiste ya debe empezar a bajar la guardia, y a juzgar por lo que te dijo, creo que empezará a hacerlo.


— Menos mal — dije echando la cabeza hacía atrás — Si así reaccionó Yelena, tu hermana seguro me cortará las nueces.


— Sí, sobre eso... — miré a Robert preocupado cuando me dijo eso — Esperemos un poco para que Alice te conozca.


— ¿Te preocupa que me odien, verdad?


— Sí, pero principalmente me preocupa porque yo no voy a tolerar que te digan algo feo; pelearme con Yelena es una cosa, ambos estamos acostumbrados a esto, pero yo nunca peleo con Alice, y sé que las cosas se pondrán muy tensas entre nosotros si lo hacemos.


— No quiero arruinar tu relación con tu familia, Robert.


— No vas a arruinar nada, en serio — insistió tomándome de las mejillas para besarme los labios con dulzura — Muero de hambre, mejor vamos a comer y ya ¿sí cariño?


— Bien — dije entregándole la bolsa con la comida, estaba muy nervioso e incómodo, Robert mantenía esa sonrisa de "todo estará bien" pero me preocupaba mucho los problemas que se le podrían venir encima por mi culpa, por culpa de mi torpe indecisión, y de mi evidente habilidad para echarlo todo a perder. 


Continuará

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- Gema


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