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53 - 'Mejores Deseos'

Entre lágrimas y besos me quedé dormido en el pecho ajeno, disfrutando del calor del señor Dawson, como ya era costumbre a la hora de irme a dormir.


A la mañana siguiente, me despertó oír la puerta del baño abrirse de repente, y también me alertó no sentir el calor de Robert junto a mí, obviamente ya se había levantado.


— ¿Mgh? — me senté en la cama abriendo con pesadez los ojos, viendo con dificultad la silueta de Robert ya vestido de traje, su colonia se mezclaba con el aroma del café, creando lo que en definitiva, se volvió mi aroma favorito.


— Al fin despiertas — dijo él al notar que yo ya me había levantado, se fue hacía mí para tomar mi mejilla y besarme con ternura — ¿Pudiste descansar?


— Sí — asentí tomando el cuello ajeno para volver aquel beso un poco más sensual — ¿Ya te vas a trabajar?


— Así es — contestó apartándose del beso — Tengo reunión con varios empresarios, así que debo ir temprano, lamento no poder quedarme más tiempo contigo.


— Descuida, entiendo perfectamente.


— Ah, por cierto, vi que no tienes nada de ropa, y no puedes viajar así, por lo que te daré algo de dinero para que vayas hoy a comprarte algunas cosas, puedes decirle a Mónica que vaya contigo.


— ¿Qué? — dudé algo abrumado todavía por culpa del sueño — ¿Ropa?


— Así es, sé que ayer fuimos al centro comercial, pero olvidé por completo que no tienes ropa. Además, el que salgas con ella es una buena forma de despedirte de Mónica.


— Ay no — dije para dejarme caer en la cama y taparme con las sábanas — No quiero salir hoy.


— Tyy — gruñó algo estresado para quitarme la sábana de encima — Cariño mañana nos vamos, necesito que tengas todo listo, no podemos perder un día más.


— ¿Y si Mónica no puede acompañarme? no quiero ir solo.


— La llamé temprano y me dijo que está disponible hoy, así que deje el drama señorito — bufé algo incrédulo cuando me dijo eso, pero rápidamente abrí los ojos al ver cómo Robert sacaba un fajo de billetes de su bolsillo y los contaba para darme más de la mitad del mismo — Ten, con esto podrás comprarte ropa suficiente, cómprate cosas buenas, no quiero que compres de segunda mano solo para ahorrarme dinero que igual gastaré en ti — me senté para tomar dicho fajo y contarlo, mis manos temblaban, jamás en mi vida me dieron tanto dinero para gastarlo en mí mismo.


— E-Esto es demasiado — murmuré alzando la mirada, Robert me miró con ternura y algo de incredulidad.


— Corazón, Yelena se gasta eso en una ida a comer — dijo de forma cínica rodando sutilmente los ojos para sentarse a mi lado en la cama — Sé que esto es muy imprevisto, pero lo hago porque realmente quiero que pases un último buen día, no quiero que tu último recuerdo de América en mucho tiempo sea el haberte ganado el odio de tus padres el mismo día.


— Sí, lo sé, y es muy lindo de tu parte, es solo que no me siento con muchas ganas de salir.


— Por favor Ty, hazlo por mí, ¿sí tesoro? — me sorprendió que ver Robert puso una cara suplicante un tanto risueña, me hizo sentir un poco extraño, pero me fue imposible no acceder, el tipo de estaba dando dinero para ir a gastarmelo con mi mejor amiga, ¿y yo era tan cínico para despreciarlo?


— Bien — dije entre pesados suspiros — Pero me debes una — amenacé señalándole con mi dedo índice, él carcajeó sutilmente para tomarme del cuello delicadamente y plantarme un cálido beso en los labios.


— Hoy hay que madrugar, no podremos jugar — susurró entre besos.


— Bien — dije para apartarme del beso y sonreír con malicia — Entonces lo mejor será guardarnos para estrenar nuestra nueva cama, ¿no te parece?


— Eso suena estupendo — mencionó él para apretarme la mejilla y luego levantarse de la cama, arreglando delicadamente ese hermoso traje que vestía — Volveré en la tarde, traeré algo para comer, ¿qué opinas?


— Suena bien — dije levantándome de la cama con pereza, realmente quería quedarme en la cama, pero de cierta forma, quería ver a Mónica y pasar un buen rato con ella antes de marcharme a vivir una nueva vida.


Me acerqué a Robert para abrazarlo y darle un último beso al que él me correspondió sin dudarlo, amaba ese intercambio apasionado y romántico que podíamos tener, ya sin temer que el otro pudiera no corresponder a lo que sentíamos.


— Diviértete — susurró pegando su frente con la mía.


— Me divertiría más si me prestaras el auto — dije haciendo un sutil puchero, él empezó a reír a carcajadas apretando mi mejilla sutilmente.


— Ay cariño, yo te amo, pero no te daré mi auto.


— Valía la pena intentarlo — admití alzando los hombros con algo de decepción, empecé a reír también, sintiendo un beso en mi frente de parte de Robert.


— Volveré pronto, cuídate mucho; si necesitas más dinero llámame, y si van a beber por favor no exageren — dicho esto, Robert terminó de arreglar su traje, tomó sus llaves junto con su teléfono para caminar a la puerta de la habitación, y antes de salir, arrojó un beso al aire, acción que yo repliqué guiñandole el ojo.


Sentí algo de melancolía al verme solo en aquella habitación de hotel, un escalofrío recorrió mi cuerpo al pensar que en Inglaterra me esperaba una vida de soledad y tardes vacías, dado que Robert debía trabajar, y él me dijo hace tiempo que su departamento no siempre era habitado por su persona, temía que tanto tiempo solo me fuera a afectar emocionalmente, pero ¿qué remedio? ya había tomado una decisión, y aunque hubiera tenido la oportunidad de retractarme, no lo habría hecho, amaba a Dawson, y quería irme con él, así lo viera solo por las noches y quince minutos en la mañana.


-



Me bañé y salí del hotel cerrando la puerta detrás mío, Robert me dejó una llave de la habitación en caso de que tuviera que salir, sus atenciones no dejaban de derretir mi pecho, sé que suena exagerado conmoverse solo por la llave de un hotel, pero a mí jamás me dieron llave de nada, comprenderán que era fácil para mí emocionarme.


Me puse unos jeans y un suéter gris un poco ancho, esto era porque el dueño de dicha prenda era el señor Dawson, amaba usar la ropa de él, la forma en que su aroma se quedaba siempre conmigo, se vez en cuando olfateaba las mangas y sonreía coquetamente, estar enamorado es muy tierno, lo admito.


— Gracias — le dije al taxista que me había dejado frente a ese centro comercial al que fui el día anterior, me frustraba que Dawson me hiciera ir de nuevo al centro comercial, siendo que ya habíamos ido juntos el día anterior, pero admito que me emocionaba pasar una tarde junto a Mónica, hablando trivialidades mientras comprábamos cosas.


— ¡Ty! — escuché una voz conocida para mí, mi piel se erizó de forma desagradable, ya que fue en esa misma acera que me topé con mi madre, y ella y yo dijimos cosas muy hirientes, el recuerdo de ese momento taladraba como nunca mi pecho. Voltee topándome con Mónica, quien llevaba un suéter negro junto con unas botas y una falda no muy corta, se veía muy linda, he de admitir.


— ¡Moni! — dije al acercarme a ella para abrazarla con fuerza y besarle la mejilla — Me alegra mucho verte.


— A mí igual — dijo tomándome de la mejilla para sonreírme coquetamente — Qué bien te sienta la vida de pareja, luces fantástico.


— ¿Enserio? — pregunté algo incrédulo y apenado.


— Sí, hay algo en ti que te hace ver radiante, tal vez sea el sexo constante.


— ¡Cállate! — dije apenado entre risas, ella tomó mi mano para guiarme a la entrada del centro comercial.


— Robert me encargó específicamente que no te deje comprarte nada barato, y no quiero que Dawson me estrangule así que vamos a comprarte ropa bonita.


— Okey — dije dejándome llevar por ella, sus palabras rebotaban en mi mente, ¿lucía radiante? Eso se me hacía muy extraño, admito que esos días me sentía muy bien al estar con Robert, pero dudaba mucho que el estar con él me hiciera lucir diferente, sobre todo lucir "radiante".


— Cuéntame cómo has estado, ¿qué tal han sido estos días?


— Pues... un poco pesados, sigo nervioso con el viaje, pero al mismo tiempo estoy emocionado — admití sonriendo tímidamente.


— Robert dijo que se van mañana.


— Así es, es un tanto chocante tener que irnos así de golpe, pero él tiene cosas pendientes en Londres, lo entiendo perfectamente.


— A mí me alegra mucho que ambos hayan logrado ponerse de acuerdo finalmente. Sé que irte a otro país es pesado, Ty, pero si aquí no la pasas bien, no tienes nada a qué quedarte, y Robert te está prometiendo toda una vida diferente con él, eso es muy tierno — sonreí en cuanto Mónica dijo eso, dolía que ella entendiera lo que mi madre se negaba a entender, pero igual entendía la postura de Teddy, y era muy pesado el amargo sentimiento de abandonar a mi madre, sobre todo después de todo lo que ella me dijo.


— Gracias Moni — dije apretando la mano de ella — La verdad yo... estoy un poco frustrado.— ¿Y eso porqué? — preguntó ella mirándome con preocupación.


— Ayer hablé con mi madre, le dije de mi viaje y... enloqueció — dije sonriendo con pesar — Ahora ella me odia por preferir irme con un hombre a quedarme con ella.


— Dios Ty, lo lamento tanto.


— Descuida, eh... ya lo hablé con Robert, y la verdad sí me duele mucho, pero tomé una decisión, Mónica, no quiero quedarme aquí a seguir viviendo de forma miserable, Robert bajaría la luna por mí, obviamente quiero irme a empezar una vida con él, ¡¿y qué hace mi madre?! ¡perjura que el tipo solo quiere jugar conmigo! jaj ¡¿lo puedes creer?!


— Entiéndela Ty, no es su culpa, solo le preocupa que te hagan daño.


— Lo sé, ¡y la entiendo perfectamente! pero ella actúa como si yo hiciera esto solamente para hacerle daño, ¡lo hago porque yo quiero ser feliz por una vez en mi vida, por Dios santo! ¡ella empezó a vivir con el cretino de mi padrastro sin importarle que él me golpeaba, y yo nunca la juzgué porque ella amaba al sujeto! ¿porqué ella no me puede apoyar?


— Las madres son un misterio, Ty, son bastante complejas, solo te queda intentar llevar la fiesta en paz con ella, obviamente al princípio estará furiosa, pero con el tiempo se le va a pasar, de todas formas eres su hijo, no puede odiarte solo por ir a vivir con la persona que te gusta.


— Jaj, tratándose de Teddy, no estoy muy seguro de que sea así — dije de mala gana mientras entrábamos a una tienda algo grande, la ropa allí era preciosa, pero así como era bella, imaginaba que era muy cara.


— ¡Mira Ty! — dijo ella jalándome del brazo hacía un aparador de jeans, donde tenían unos jeans negros rotos en varias partes de las piernas que llamó la atención de Mónica — ¿Qué opinas de este? — yo miré algo receloso la etiqueta, y al ver el precio, rápidamente me negué.


— ¡Jaj! ¡¿estás loca?! ¡¿pagar tanto por un pantalón roto?! no gracias — dije apartándome de aquel estante para seguir ojeando, mientras más etiquetas veía, más horrorizado me sentía, no me crean tacaño, pero la mitad de mi vida fui pobre, obviamente me iba a costar adaptarme a la "vida lujosa" que Robert quería darme.


— Pon de tu parte, Taylor — Mónica me regañó — No pretendes que compremos ropa barata y de mala calidad, ¿o sí?


— ¡Para ti es fácil decirlo, las mujeres gastan cantidades obscenas de dinero en ropa y no les duele! — ella arqueó una ceja mirándome con seriedad.


— Si sigues haciendo tanto berrinche llamaré a Robet y le diré que no quieres comprarte nada.


— ¡Llámalo! ni loco compraré ropa tan— me callé al ver un suéter azul marino un poco ancho, con delgadas franjas blancas en cuello, cintura y muñecas, rápidamente fui hacía él para tomarlo y verlo con atención admito que era muy bonito.


— Ese suéter es lindo — dijo Mónica — ¿Porqué no lo compras?


— Pues — tomé la etiqueta de precios y la leí, el precio me seguía escandalizando, pero dicho suéter realmente me gustaba.


— Necesitarás ropa abrigada allá en Inglaterraa — canturreó en mi oído, voltee a verla un poco frustrado, pero me fue imposible no ceder, en verdad quería ese suéter, y si llegaba sin ropa Robert me iba a matar.


— Bien — chasquee mi lengua — Iré a probármelo.


— ¡Viva! — dijo Mónica riendo mientras caminaba detrás de mí, y así como vi ese suéter, fui topándome con más ropa que me gustó bastante, y la cual accedí a llevarme, me avergonzaba gastar tanto en ropa, pero mi novio fue muy claro, "no trates de ahorrar dinero que igual voy a gastar en ti", sus palabras eran muy tiernas, pero igualmente me avergonzaban mucho.


-


— Muero de hambre — dije mientras salíamos de la tienda, cargando varias bolsas de compras, le regalé a Mónica un par de blusas y unos jeans, me apenaba hacerla acompañarme y no comprarle nada — ¿Quieres ir a comer algo de pizza?


— Suena bien — dijo ella mientras avanzábamos por aquel pasillo mirando las tiendas con detenimiento. Me frené en seco al ver en los aparadores una tienda de temática rockera, y un maniquí que llevaba puesta una camiseta de Queen, con los integrantes y detrás la bandera británica, creo que está de más decir que la camiseta me encantó, pero no para que fuera mi cuerpo el que la modelara.


— ¡Mira! — dije señalando dicha prenda, Mónica sonrió al verla.


— Es muy bonita, ¿la vas a comprar?


— Por supuesto — dije para entregarle las bolsas a ella — ¿Me puedes esperar aquí?


— Sí pero date prisa — asentí para darme vuelta y entrar a dicho lugar, fui directo al mostrador a pedir dicha camiseta, el precio no me importaba, la quería sí o sí para dársela a mi novio.


— Claro, deme un segundo — dijo el que atendía el mostrador mientras iba a buscar la camiseta, me quedé mirando dicho sitio, la decoración era muy genial, Dawson se habría divertido mucho estando allí conmigo.


— ¿De qué talla quiere la camiseta señor? — escuché una voz conocida hablándome, cosa que me extrañó mucho, y definitivamente me quedé helado al voltear, y ver a cierta chica de cabello castaño al otro lado del mostrador, usando una camiseta con el nombre de dicha tienda. Tanto ella como yo nos quedamos petrificados al vernos, era una sorpresa total para ambos.


— ¿Raquel? — hablé mirando de frente a mi hermana, quien sonrió algo apenada al verme.


— A-Al fin sé de ti, Ty — dijo ella — ¿Cómo has estado? n-no te he visto en días, no nos vemos desde—


— Que te grité en el baño de las oficinas del viejo — dije algo avergonzado, ella asintió mientras se disponía a revisar las camisas que llevó hacía mí.


— Le he preguntado mucho a tu amiga por ti, me dijo que has estado bien, y luego de oír lo que pasó ayer en casa de papá, imagino que debes estar genial.


— ¿Escuchaste lo que pasó?


— ¿Escucharlo? Taylor, en casa de papá te han arrojado más maldiciones de las que puedes imaginar — comentó entre sutiles risas, sentí un nudo formándose en mi garganta — Ahora entiendo lo que te pasaba.


— Es difícil de explicar.


— No quiero que lo hagas, es tu vida — dijo ella sonriendo calmadamente, esa actitud de parte de Raquel me sorprendía demasiado — Me alegra mucho que estés bien, Ty, se nota que eres feliz con él, se ve cierto brillo en tus ojos que no recuerdo haber visto antes — mis mejillas enrojecieron de la pena cuando mi hermana dijo eso, ella y Mónica coincidían en que la vida de pareja me hacía ver mejor, ¿era eso realmente en serio? yo me veía al espejo a diario, y seguía viéndome de la misma forma — ¿De qué talla quieres la camisa? — preguntó ella nuevamente, sacudí mi cabeza al oírle.


— Grande — dije mientras sentía una vergüenza espantosa apoderarse de mi ser, ¿acaso Raquel era amable porque yo vivía con Robert, o lo hacía realmente porque la última vez que la vi, rompí en llanto como todo un idiota?


— ¿Sabes? Me preocupé mucho ese día — dijo ella quitándole los precintos a la camiseta — Tú no eres de llorar y si llorabas de esa forma era por una buena razón — sonrió nuevamente de forma más coqueta — Ahora entiendo porqué Dawson me rechazó cuando fui a la empresa.


— Irónico, lo sé — dije algo apenado mientras suspiraba pesadamente — Tú... ¿hace cuánto trabajas aquí?


— Hace un tiempo — afirmó metiendo la camiseta en una bolsa — Trabajo para completar lo de mi colegiatura, tú entiendes, papá no es muy generoso que digamos — sentí algo de dolor cuando ella me dijo eso, siempre juzgué a mi hermana, su forma de ser, de actuar, sin fijarme en todo lo que ella debía guardar debajo de su actitud de chica mala y cínica, me sentía tan idiota.


Tomé algunos billetes y se los entregué, ella me dio la bolsa junto con una factura.


— Gracias por comprar — dijo ella sonriendo amablemente, realmente me sorprendía que Raquel actuara de dicha manera, o yo no la conocía tan bien, o se esforzaba en ser otro tipo de persona conmigo, tal vez un poco de ambas.


— G-Gracias Raquel — dije sin saber qué otra cosa decir, hasta que ella rápidamente tomó la palabra nuevamente.


— ¿Te digo un secreto ,Ty? papá está furioso, pero a mí me alegra que hayas sido tú quien se quedara con Robert — mi piel se erizó al oírle.


— ¿En verdad?


— Claro, desde el primer día en la universidad noté que tú le gustabas, yo te lo dije, por eso te quise poner algo de presión para que te decidieras en invitarlo a salir, y mira, todo se dio de buena manera.


— Creí que él te gustaba.


— Lo dije para que quisieras invitarlo a salir antes que yo, no me gustan los hombres mayores hermanito — dijo entre risas algo cínicas, sonreí un poco incómodo, ¿yo era el único desequilibrado que quería meterse con un hombre mayor?


— Vaya, qué sorpresas — dije mordiéndome levemente el labio inferior.


— ¡Raquel, ven aquí! — habló un hombre a lo lejos, ella le hizo señas de que ya iba, para voltear a verme y sonreír de esa forma tan pícara en que me veía siempre.


— Imagino que te vas a Inglaterra.


— Me voy mañana — dije llevando uno de mis mechones tras mi oreja.


— El calor de Detroit no va contigo, nunca lo ha hecho — admitió alzando sus hombros sutilmente — Sé que seguramente te importará poco lo que yo te diga porque no soy la mejor hermana del mundo, pero realmente te deseo mucha suerte, Ty; tú más que nadie mereces ser feliz, y me alegra que te haya llegado la oportunidad de serlo — mi pecho dolió de forma sutil en cuanto ella me dijo eso — Hazme un favor y no lo arruines ¿sí? — me guiñó el ojo sutilmente para apartarse del mostrador — Feliz viaje — dicho esto, se dio la vuelta y fue al lugar donde su jefe la llamaba.


Mi pecho latía de forma un poco dolorosa, pero al mismo tiempo, me emocionaba y me conmovía que mi hermana admitiera no ser tan bruja como yo creí que era, tal vez era así para intentar forjar mi carácter, no lo entendía, pero de igual forma sus palabras llegaron a mi pecho y me hicieron sonreír con pesar mientras me daba vuelta y salía de aquella tienda, era muy cruel darme cuenta de que, la persona a la que más iba a extrañar dijo que me odiaría si me iba con el hombre al que amaba, y la persona de la que menos esperaba algo, me dió sus mejores deseos y buena fé, la vida es muy extraña e irónica, he de admitirlo.



Continuará 

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- Gema


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