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51 - 'No Arruinar El Mañana'


Nos retiramos de aquella casa, escuchando un alboroto detrás de nosotros de parte del viejo, juraría que esa noche sufrió como mínimo un infarto. Subimos al auto de Robert y nos fuimos del lugar, yo ni siquiera empaqué o algo así, siempre supe que algún día el viejo me correría o yo me iría harto de él y su familia, pero jamás creí que me iría bajo unas circunstancias como esas. Robert conducía con cuidado de no derrapar, lo notaba callado, apenado, seguramente le avergonzaba darse cuenta de que yo no mentía al decir tantas cosas malas sobre mi propio padre.


— ¿Estás bien amor? — preguntó sutilmente mientras me miraba de reojo, yo asentí mientras miraba las gotas de lluvia caer suavemente por esa calle que me aliviaba no tener que volver a ver.


— Sí, solo... sigo sin creer que todo esto esté pasando — admití mientras pasaba mi mano por mi aún adolorida mejilla, el viejo tenía la mano mucho más pesada que la de Teddy, seguramente ese golpe iba a tardar en sanar.


— Te debo una disculpa Taylor — susurró entre pesados suspiros — Debí creerte cuando me dijiste que tu padre no era de fiar, pero preferí actuar en base a lo que creí correcto, lo lamento mucho.


— Descuida, no puedes basar tus negocios en mis opiniones personales, eres más conocedor en eso que yo.


— Hablé con un hombre que se había asociado en el pasado con él, me confirmó todo lo que me habías dicho, y afirmó que los demás hombres con los que hablé, parecen estar confabulados para hacer quedar bien a tu padre — le miré asombrado cuando me dijo eso.


— Mh, de ese anciano no me extraña — dije alzando las cejas sutilmente — Y tuviste que oírlo de otra persona para creerme.


— Yo te creí siempre, Taylor, pero necesitaba pruebas claras, recuerda que no trabajo solo, tengo muchos socios a los que no les basta una afirmación anónima y ya.


— Como sea, lo importante es que ya te quedó claro que él no es de fiar — dije suspirando sutilmente — ¿Con qué empresa americana te asociarás entonces?


— No lo sé, mañana tengo una reunión con un par de hombres más, debo resolver esto rápido antes de irme — hubo silencio un rato, hasta que repentinamente escuché a Robert hablar — ¿Has cambiado de opinión respecto al viaje?


— ¿Aún sigues con eso? — pregunté mirándole un poco frustrado — Te dije que me iré contigo, Robert, ¿aún no te queda claro que no quiero alejarme de ti? además, es ingrato dejarte después de todo lo que has hecho por mí.


— He ahí el detalle, Taylor; no quiero que te vayas porque debes hacerlo, quiero que lo hagas porque realmente quieres irte conmigo.


— ¡Quiero irme contigo Robert, lo digo enserio! pero date cuenta que estoy nervioso de todas formas, es un país extraño, una cultura extraña, costumbres extrañas—


— Con un hombre extraño — dijo él con un tono de voz bastante serio, interrumpiendo mis palabras abruptamente, yo le miré con seriedad y algo de frustración en cuanto dijo eso, amo a mi novio, pero muchas veces puede llegar a ser una patada en la entrepierna, sobre todo cuando usa mis propios errores en mi contra, pero lo peor de todo, es que por más que me enoje, él siempre tiene la razón, o bueno, casi siempre.


— ¿Y luego soy yo el que quiere pelear? — dije con molestia volteando hacía la ventana, me alertó sentir cómo él tomaba mi mano para besarla con dulzura, volví a verle mientras detallaba una ligera sonrisa penosa formándose en el rostro de él.


— Me gusta la carita que pones cuando te enojas — comentó picaramente.


— ¿Y eso es excusa para que me hagas enojar? ¡Un día de estos vas a matarme de un infarto! — reclamé cruzándome de brazos, él empezó a reír coquetamente, poco a poco el ambiente pesado que se sentía entre nosotros se esfumó por completo, y ya solo quedaba el dulce sentimiento de que nada nos impedía irnos juntos a Londres, ahora solo quedaba gozar del presente, y enfocarse por no arruinar el mañana.


-


La tarde transcurrió de forma lenta, Robert me dijo que diéramos una vuelta en el auto para intentar calmarnos después del horrible momento en casa de mi padre, por lo que él me propuso ir al centro de la ciudad a caminar un poco y comer algo, sin dudarlo accedí, con tal de pasar tiempo con Robert.


— ¿Sabes? — dijo él mientras bajábamos de su auto y caminábamos hacía un gran edificio — El otro día estaba conduciendo y vi algunos edificios abandonados a un lado de la ciudad.


— Es normal — dije sujetando su mano con algo de fuerza — Detroit está cayéndose a pedazos.— ¿En verdad? pero algunos lugares lucen tan lujosos y establecidos.


— En su mayoría son fachadas, esta ciudad tiene muchas deudas, por eso las personas se mudan y dejan todo atrás, no me extrañaría que dentro de poco todo esto sea una ciudad fantasma, claro, si la gente no logra liquidar sus deudas.


— Es una lástima, cómo algo que luce tan estable, por dentro se está cayendo a pedazos — susurró él mientras entrábamos a aquel centro comercial bastante concurrido, a pesar de que ese día era lunes.


— Lo sé, y lo peor es que la gente quiere hacerla ver como una ciudad en desarrollo, cuando a diario muchos locales cierran y se declaran en bancarrota — admití entre pesados suspiros, realmente era increíble pensar en la problemática de esa ciudad, pero lo irónico era, que mucha gente vivía allí de forma frívola y superficial.


— Así es la vida, el sufrir de muchos es el gozo de otros — murmuró Robert mientras detallaba los aparadores de aquellas tiendas con atención — Es cruel, pero así es la vida.


— Sí — murmuré algo apenado, notaba a Robert tenso, seguramente seguía incómodo por el altercado con mi padre, así que me dispuse a intentar distraerlo — Oye amor, ¿y cuándo nos vamos? — él me volteó a ver algo extrañado, yo le sonreí con ilusión, y eso seguramente alegró su corazón, porque me dedicó una sonrisa encantadora acompañada de un sutil sonrojo en sus mejillas.


— ¿Ya quieres irte? — preguntó llevando su mano a mi mejilla.


— Sí, ya quiero conocer el país donde creciste — comenté acariciando la mano ajena sobre mi rostro.


— Pues, tengo una reunión mañana con un par de empresarios, tal vez podamos irnos el miércoles en la mañana, dudo que podamos quedarnos más tiempo.


— Lo entiendo — asentí sonriendo suavemente — De cualquier forma, estaré feliz mientras pueda estar contigo.


— ¿En verdad? — preguntó esbozando esa sonrisa cínica y coqueta tan típica en él. Asentí acercándome un poco para tomarlo de las mejillas.


— Sí, ¿y te digo algo? Me emociona irnos y... conocer la cama en la que duermes — él me miró algo asombrado cuando dije eso.


— Vaya vaya, mi pequeño Ty se ha vuelto todo un depravado — susurró con voz ronca para tomarme de la mejilla y besarme de forma poco sutil, correspondí aferrándome a él, aunque sentía cómo las personas alrededor hablaban y nos miraban con recelo, eso me hizo sentir un poco incómodo, pero a Robert poco o nada le importó — Tengo hambre.


— Robert — dije mirándolo algo serio, pero él empezó a reír sutilmente.


— Hambre de comida, tonto — suspiré en cuanto dijo eso — Me confunde tu reacción, creí que querías tener sexo día y noche.


— En casa nosotros solos, no en un sitio público, y conociéndote me aterra que quieras empezar a hacerlo por aquí.


— Relájate, tendremos mucho sexo, pero al volver al hotel, ¿te parece? — asentí riendo suavemente en cuanto él me dijo eso, seguía notando las miradas de las personas alrededor, no pude evitar agachar la mirada, Robert notó esto, y me tomó de las mejillas para volver a verlo a los ojos — Ignóralos, no son mejores que tú y que yo.


— Pero igual es desagradable que nos miren así.


— A mí no me importa, lo considero un gesto de envidia, juzgan a las personas por mostrarse como realmente son, eso significa que ellos viven bajo una capa de falsedad, definitivamente siento lástima por esa gente.


— Bueno, dicho así — murmuré pensativo volteando a ver hacía un grupo de mujeres que hablaban y nos miraban con recelo, arquee una ceja meditando sobre lo que Robert decía, y acto seguido, voltee de vuelta hacía mi novio para darle un hambriento beso al que sin dudarlo me correspondió, admito que se sintió increíble.


— Ese es mi chico — susurró él apartándose del beso y sonriéndome coquetamente, correspondí dicha sonrisa tomándolo de las manos y guiándolo al lugar donde vendían comida, las mujeres seguían viéndonos, y yo seguía algo incómodo, pero las palabras de Robert empezaban a inspirarme confianza, y eso me encantaba.


-


— ¿En verdad no te gustan los hot dogs? — preguntó él algo incrédulo mirándome comer de aquel pollo frito que pedimos, por fin había logrado convencer a Robert de comer algo frito y sin tres estrellas culinarias.


— ¿Porqué es tan increíble que a mí me desagrade la carne de paloma y perro envuelta entre pan y grasa? — gruñí de mala gana tomando una pieza de pollo y mordiéndola.


— ¿Lo dice el que está comiendo una pierna de pollo bañada en grasa de cerdo? — le miré de forma incrédula, logrando que mi novio empezara a reír sutilmente.


— La carne blanca es mucho más sana que la roja, y los embutidos son increíblemente dañinos — explicaba tomando una servilleta para limpiarme la boca — Y ni hablemos del cerdo.


— En Londres preparan los desayunos completos, y en muchas partes les ponen todas las comidas que acabas de mencionar.


— ¿Enserio?


— Así es; pan tostado, salchichas, huevos, frijoles, tomate, tocino, champiñones, en algunos sitios ponen un trozo de carne de res, y en otros lo acompañan con patatas fritas y algo de pescado.


— ¿Todo eso, solo para el desayuno? — dije alzando asombrado las cejas, él empezó a reír al ver mi cara de asombro.


— Admito que la comida en Inglaterra es... poco apetecible para paladares extranjeros, pero definitivamente nuestro desayuno es uno de los mejores.


— No creo comer el resto del día si llego a acabarme uno — comenté alzando las cejas asombrado.


— Sé que comes poco, descuida, cuando lleguemos a casa pediré a la ama de llaves que compre comida saludable y algunas vitaminas para ti, quiero que empieces a cuidar más de tu peso y de tu salud.


— ¿Ama de llaves? — pregunté asombrado, hasta ese momento tenía entendido que Robert vivía solo, me asombró ver cómo asentía de lo más calmado mientras tomaba una papa y se la metía a la boca.


— Así es, el trabajo no me deja hacer los deberes en casa, así que contraté a una ama de llaves hace algo de tiempo.


— Mh, ¿y ella vive allá contigo? — dudé empezando a sentirme un poco inseguro y receloso.


— Para nada, pasa el día allá pero se va a las ocho, hay habitaciones para que se quede, pero casi nunca lo hace.


— Comprendo — comenté asintiendo sutilmente, él me miró con seriedad arqueando una ceja — ¿Qué? — pregunté de forma cínica.


— ¿Vas a empezar, Ty?


— Nunca me habías dicho que tenías una ama de llaves.


— Creí que como las había en casa de tu padre, a ti se te haría algo normal.


— En casa de mi padre había, sí, y es por eso que me da algo de recelo — admití suspirando para dar un sorbo a mi gaseosa y volver a hablar — Una noche vi que una de las ama de llaves entró a la habitación de Roger, y al día siguiente como el viejo no estaba él le dijo que hiciera sus deberes en ropa interior.


— ¿En verdad? — preguntó asqueado frunciendo el ceño, yo asentí suspirando con frustración de recordar esa incómoda escena.


— Otra chica intentaba seducir al viejo, y Marcela la corrió a patadas, y una les robó varias cosas de su caja fuerte, admito que esa anécdota sí me causa gracia, y me alegra no haber estado los días que eso sucedió.


— ¿Dónde estabas?


— En casa de Teddy, tenía 16 años, Peter aún no me echaba a la calle — dije dando otra mordida a mi pollo — Mgh, el punto es, que las amas de llaves tienen una fama muy particular, que a cualquiera lo hace sospechar.


— Yo jamás he tenido algún tipo de desliz con la servidumbre, si es eso lo que te preocupa — murmuró mirándome con detenimiento, de una forma que estremeció mi corazón — Además, ahora que vivirás conmigo es necesario tener a alguien en casa, no quiero dejarte toda la responsabilidad de la casa Taylor, sobre todo porque tú vas a empezar a estudiar pronto.


— ¿En verdad? — pregunté algo asombrado.


— Te prometí inscribirte y lo haré, ¿realmente crees que te tendré en casa solo para cocinar y coger? ni que fueras una mujer — mencionó de forma cínica mordiendo su comida también, le miré de forma algo incrédula cuando dijo eso.


— El machismo no va contigo — dije entre risas, aliviándome de ver que él empezó a reír igualmente, me preocupaba que dijera eso en serio.


— Es chiste — afirmó guiñándome el ojo — Pero en verdad vas a empezar a estudiar, y necesitamos de alguien que nos ayude en la casa.


— Y no digo que no, solo me preocupa qué tan de fiar sea la servidumbre, y también está el detalle de que, si lleva trabajando algo de tiempo contigo, ¿qué cara pondrá cuando vea que llevaste a un chico de 21 años a vivir contigo?


— No tienen porqué opinar nada, es mi vida, mi casa, y en mi casa puedo meter a quien yo quiera — comentó con algo de seriedad — No te preocupes por eso, Taylor, nadie se atreve a cuestionar algo sobre mi vida, saben muy bien que yo no tolero opiniones en mis decisiones, mucho menos cuando son negativas.


— Mh — sonreí sutilmente al oírle — Me preocupa vivir con alguien tan dominante como tú — susurré en un sutil tono sensual, que rápidamente hizo a Robert sonreírme coquetamente.


— Contigo lo seré aún más — dijo con esa voz tan ronca que erizaba mi piel y alteraba mi pantalón, moría por ya irme con él, irónico ¿no?


— No espero más de ti — admití tomando una servilleta para limpiarme la boca — Amo el pollo frito.


— Me alegra que te gustara — dijo él para tomar los platos desechables y juntarlos con intenciones de tirarlos — ¿Quieres dar una vuelta antes de irnos?


— Tal vez, muy pocas veces he venido a este centro comercial.


— Bien, pero vamos al baño primero, ¿sí? — mencionó levantándose de la mesa, le miré con algo de severidad cuando me preguntó eso — ¡No voy a hacerte nada Taylor!


— Así sí — mencioné para levantarme de la mesa y caminar con él al contenedor de basura, pero mi piel se erizó en cuanto Robert desechó los platos, y de inmediato sujetó mi mano para susurrarme algo al oído.


— A menos claro, que el baño esté solo.


— ¡Robert Dawson te advierto que si me pones una mano encima voy a estrangularte! — amenacé señalándole con mi dedo índice, él empezó a reír a carcajadas al oírme.


— Me encanta que te alteres tan rápido — murmuró para morderme la mejilla y avanzar conmigo hacía los baños de aquel pasillo, había algo de gente transitando, pero de igual forma rogaba porque el baño no estuviera solo, conocía bien a mi novio para desconfiar de él y sus promesas de "no tocarme".


Apenas entramos, vi a varios hombres en el lugar haciendo lo propio en los urinales, agradecí que no estuviéramos solos, Robert me miró risueño, a lo que yo respondí golpeándole sutilmente el brazo para ir a los lavabos a enjuagar la grasa del pollo de mis manos.


— ¿Crees que siga lloviendo cuando salgamos? — preguntó Robert mientras se lavaba las manos también.


— Tal vez sí, ¿porqué? — dudé mientras alzaba la mirada hacía él.


— Pensé en que fuéramos a otro sitio, no sé, seguir viendo la ciudad, pero la lluvia será un impedimento algo molesto.


— Con irnos directamente está bien, tienes una reunión mañana, debes madrugar — dije mientras cerraba la llave y secaba mis manos con mis jeans, mirando a través del espejo el cómo los dos hombres que estaban con nosotros en el baño, se marcharon, dejándonos solos a mi novio y a mí.


— Mh, mira, se fueron — dijo él en un tono de voz que erizó mi piel.


— ¡Robert! — dije con voz amenazante volteando a verlo, él empezó a reír para tomarme de las caderas y besarme con deseo — ¡Hey! — reclamé tratando de zafarme, pero esos besos eran demasiado suculentos para poder hacerlo.


— Te adoro — susurró entre besos mientras empezaba a apretar mis glúteos, me sobresalté e intenté apartarlo, pero él siempre ha sido mucho más fuerte que yo.


— Ah — gimotee — Robert para.


— ¿Y si no lo hago? — preguntó mirándome coquetamente, yo le miré frustrado intentando empujarle.


— Te propongo algo — dije pegando mi frente con la de él, Robert era como una serpiente constrictora, mientras más intentaras zafarte, más fuerte te iba a sujetar, así que mi única opción, era jugar su juego — Si me dejas ir, y te esperas a llegar al hotel, haré algo muy lindo para ti.


— ¿Ah sí? ¿algo como qué? — preguntó apretando más mi trasero, maldije tanto que ese tacto tan brusco me empezara a excitar.


— Es una sorpresa — afirmé sonriendo con malicia — Acepta, te conviene hacerlo.


— ¿Y si lo hago y luego no haces nada?


— Te doy mi palabra — dije con expresión sumisa y coqueta, esa que a Dawson tanto le fascinaba — Por favor amor, sabes que me encanta extenderme.


— Lo sé — susurró con voz ronca para empezar a olfatearme — Carajo Ty es que me encantas tanto.


— Lo sé pero, ¿de qué sirve comer poco ahora, si podemos tener todo un banquete al llegar a casa? — me asombraba la forma en que estaba logrando que Robert bajara la guardia, y ahí descubrí algo que aún hoy en día atesoro bastante, su servidor maneja a su antojo a un hombre que le dobla la edad, sobre todo cuando de sexo se trata.


— Tú ganas — respondió para apartarse un poco y sonreírme — Pero más te vale esmerarte esta noche.


— Lo prometo — dije mordiéndome levemente el labio inferior. Robert tomó mi mano y la besó con ternura para irnos de aquel baño, estaba muy nervioso y asombrado, gritando para mis adentros al descubrir la facilidad con la que Robert sucumbió a lo que le pedí, y he de admitir, que hacer eso me fascinó, la idea de que ese semental Ingles de 1.80 se dejara dominar por un chico de 1.74, me hacía sentir victorioso y con mucho poder, aunque en la cama Robert seguía siendo el amo indiscutible. 



Continuará

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- Gema


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