50 - 'Dramáticos'
— En verdad estás cometiendo una estupidez — dije mientras salía del baño seguido por él, lo ví bañarse mientras pensaba si realmente hablaba en serio, y dado que mi novio no volteó a verme mientras se aseaba, imagino que hablaba muy en serio.
— Ya te di mis razones, dame tú las razones de porqué no debo asociarme con tu padre — mencionó mientras abrochaba su pantalón.
— ¡Ya te las di también, es obvio que él solo se va a aprovechar de ti y te hará perder dinero! ¡¿porqué tu insistencia por invertir en una empresa que solo te traerá problemas y de la que yo no voy a formar parte ni aunque le pongas una pistola en la cabeza a mi padre?!
— No pienso seguir discutiendo sobre esto contigo — dijo para ir al clóset donde guardaba su ropa y tomar una camisa del mismo.
— ¡¡Sabes que tengo la razón Robert!!
— Si me asocio con tu padre tendré una excusa para llevarte a Londres sin que ellos sospechen — escuchar aquello me hizo fruncir el ceño bastante confundido y abrumado — Con el contrato firmado le puedo proponer a tu padre que te vayas a mi ciudad para que seas su vocero allá, ellos no sabrán que vivimos juntos, pero sabrán que estamos cerca.
— ... Robert esa es una tremenda estupidez — le dije sin pelos en la lengua, realmente me estaba hartando — ¡Para empezar mi padre jamás accederá a que yo tenga un cargo importante, y si es de irse a Londres contigo él preferirá que te lleves mil veces a Roger, o en su defecto a Raquel para que la embaraces y ya no tengas forma de desligarte de nosotros!
— Debiste ser novelista en vez de doctor — escupió de mala gana empezando a abotonar su camisa — Actúas como un niño.
— Ya me dijiste eso — gruñí cruzándome de brazos.
— Perdóname pero es la verdad.
— Y tú actúas como un bruto sentimental, ¿porqué este afán por involucrarte en la empresa de mi familia por mí? ¡ya me voy a ir contigo por Dios santo!
— Porque no tienes opción — escupió, haciéndome fruncir el ceño — Tú acabas de decirlo, soy un monstruo que te aparta de tu golpeadora madre, ¡pues si tanto te duele quédate con ella, veamos cuánto duras antes de que su marido te saque las tripas en una borrachera de domingo!
— Otra vez no — dije entre risas ácidas de frustración — No volveremos a discutir sobre esto Robert.
— ¡¿Sobre qué, sobre el hecho de que quieres quedarte con tu madre?!
— ¡¡No quiero quedarme con Teddy, maldita sea!! — grité llevando mis manos a mi cabeza — ¡¡Quiero irme contigo, maldito imbécil obstinado!! ¡¡ya te dije que te iré contigo, deja ya de torturarme!!
— Me cuesta creer que quieras ir si cada que puedes dices que te estoy forzando a dejar a esa alcohólica.
— ¡Esa alcohólica me parió, Dawson, así que primero que nada ten cuidado con ofenderla! — amenacé señalándolo con mi dedo índice, él empezó a reír de forma tosca.
— ¡Jaj! ¡¿lo ves?! ¡a ella la defiendes y a tu padre lo tiras por un barranco! eres bastante peculiar, ¿sabes?
— ¡¡¡Ella no obligó a su recepcionasta a tener sexo para luego pagarle un aborto que ella se negó en hacerse!!! — grité nuevamente mirando a Robert con seriedad, él me miró abrumado por la forma en que alzaba la voz — ¡¡¡Ella se hizo cargo de mí a pesar de sus problemas, él no, él me tiró a la calle cada que tuvo la oportunidad, aún hoy en día lo hará!!! ¡¡¿porqué insistes en defender a ese cretino, solo por su dinero?!! — tomé aire dando un paso hacía atrás, Robert suspiró pesadamente mientras me miraba sin saber qué decir.
— ... No sigamos con esto — murmuró él agachando la mirada, seguro se dio cuenta de que estaba comportándose como un tarado — No me incumbe reprocharte cosas sobre tu relación con tus padres, ambos han sido un asco contigo; no creas que mi intención es defender a tu padre, solo... creí que esto era lo correcto.
Me acerqué a él para tomar sus mejillas suavemente.
— Robert, es tu empresa, tu dinero, sé que no puedo meterme en los planes que tengas con ella; pero te juro que yo no te miento cuando digo que el viejo es una mala inversión. He visto a muchos hombres quedar en bancarrota por su culpa, no quiero que te pase lo mismo, por más que quieras hacer todo esto por mí.
— Mis socios tomaron una decisión, Ty, y realmente necesito una empresa estable para entrar al mercado Americano.
— Cualquier otra será mejor que la de mi padre, creeme — dije para darme vuelta y caminar hacía el baño, sentí las pisadas de Robert avanzar detrás de mí, por lo que apenas entré al baño, cerré la puerta de golpe, lo escuché decirme "idiota" al otro lado de la puerta, tal vez sí lo era, pero no me gustaba lo que sucedía, mi novio quería trabajar y convivir con el padre que tanto me despreció y humilló, entendía sus razones, pero así como entendía las suyas, quería que Robert entendiera las mías.
Me dispuse a darme una ducha para quitarme la incomodidad y los rastros de lujuria que Robert dejó en mi cuerpo, ¿cómo una noche tan bella y una mañana tan dulce, pudieron acabar en una discusión hostil? vaya que esto me dejaba muy en claro que Robert y yo éramos agua y aceite, y me hacía temer que las cosas entre nosotros se volvieran más difíciles apenas empezáramos a vivir juntos.
En cuanto acabé de bañarme, salí a la habitación, Robert ya no estaba, pero dejó la habitación impregnada de su colonia. Suspiré pesadamente para ir hacía la mesa de noche, donde una carta de su puño y letra reposaba bajo mi teléfono nuevo, "me voy a la oficina, iré a casa de tu padre en una hora, te veré allá, si no vas entenderé bien tu mensaje" maldije entre dientes lo obstinado que era Robert, yo ya no quería pelear, ya había tomado una decisión, y él solo se molestaba en pensar que yo actuaba por obligación y no por gusto, importándole poco o nada los problemas que dejaba mi decisión, problemas que yo ya estaba resignado a que tendría, y él seguía colocándome sal en la herida.
Sí, sé lo que están pensando, "esto es bastante familiar", sí, lo es, porque aquí fue que empecé a narrarles todo, la tarde de la reunión con el viejo, la tarde en que todo salió a la luz finalmente, sé que cuando se los narré sonaba de forma diferente, si les detallaba todo seguramente no iban a entender, así que ahora les contaré todo de forma un poco más exacta.
— Maldición — murmuré arrugando dicho papel y arrojándolo lejos, mi cabeza empezaba a doler, no conforme con mis preocupaciones sobre el viaje, ahora me preocupaba que mi padre dejara en la quiebra a mi novio, sabía que no podía meterme en asuntos de negocios de su empresa, pero realmente me desagradaba la idea de que él se quisiera asociar con el infeliz del viejo, ya imaginaba a Roger diciéndole que faltaba dinero, y que debían doblar la inversión para lograr mejores resultados, y a fin de mes, todo ese dinero se fue en ropa para Marcela, licor para el viejo, y zorras y droga para Roger; yo no quería ver eso, en absoluto.
Me vestí con unas prendas que Robert dejó en la cama para mí, un suéter gris y unos jeans, el suéter emanaba el aroma de Robert, por lo que me dispuse a olfatearlo mientras mis mejillas enrojecían totalmente, por más obstinado y terco que fuera, amaba a mi novio, y no quería que siguiéramos discutiendo, todo lo contrario, quería que él y yo estuviéramos felices, nada más.Luego de vestirme, salí de aquella habitación y bajé al lobby, estaba lloviendo un poco, eso me convenía, así ocultaba el rasgo más evidente de que tuve una cita sexual, el cual era mi cabello húmedo.
Pedí un taxi para irme rumbo a casa del viejo, me dolía la cabeza tan solo de pensar en todas las cosas que me dirían al llegar, hace casi una semana no dormía allá, dudaba mucho que realmente quisieran aceptarme en su casa, sí era cierto que la presión de Robert les forzaba a aceptarme, pero tampoco era garantía de que el viejo me trataría como a un hijo más.
Repentinamente, y de la forma más irónica posible (como todo en mi vida) recibí un mensaje de Gretta, que pedía que fuera a casa de mi padre, ya que el señor Dawson quería vernos a todos allá, reí de forma irónica rodando sutilmente mis ojos y viendo a través de la ventana cómo la lluvia mojaba las calles por completo, limpiando las impurezas de la ciudad casi por completo. Yo por mi parte, no dejaba de pensar en Robert, sus besos, sus suaves caricias, sus palabras tan toscas como las estocadas que daba contra mi cuerpo cuando la pasión nos invadía, era frustrante, no lo entendía, ya me tenía preparado para irme con él, ¿acaso aún temía que yo me retractara? ¿acaso yo era capaz de retractarme luego de pasar toda una semana muriendo por estar con él? no entendía nada, no nos entendía ni a él ni a mí, tal vez era esa habilidad de ser tan "dramáticos" lo que hizo que ambos encajáramos a la perfección.
— Gracias — dije cuando el taxi frenó justo en la casa del viejo, pagué y me bajé del mismo, sintiendo una horrible corriente recorrer mi cuerpo, esa tarde iba a ser muy hostil, por no decir que algo malo iba a suceder, lo sabía, algo en mi estómago me gritaba que iba a salir de esa casa para nunca volver, y así fue.
Entré por la enorme puerta de madera, topándome de inmediato con el viejo ordenando a la servidumbre que organizara todo, mientras Roger como era costumbre en él, bebía y leía la sección de finanzas, yo le miraba incrédulo, leía algo que evidentemente no entendía, como si eso fuera a ayudarle a cumplir su cometido de quitarle dinero de forma sucia a otras personas, como a Robert y a mí, porque yo sabía que el dinero que debía ser para mí, iba a ser destinado a la cuenta bancaria de Roger, era la parte que más odiaba de dejarles mi parte de la empresa, pero como ya mencioné, yo no podía hacer nada, ellos jamás me iban a ceder un quinto de su dichosa empresa.
— ¡¡¿Se puede saber dónde demonios estuviste estos días, maldito vago infeliz?!! — gritó el viejo con aquella prepotencia característica en él, yo le miré de mala gana para cruzarme de brazos.
— Trabajando y en la universidad, debo pagar mi carrera yo mismo, ¿lo olvidas? — dije con cinismo para caminar al sofá y sentarme en este mismo, no quería dar muchas explicaciones, y sabía que de haber sido otro día, el viejo me las habría sacado a golpes, pero él sabía que no podía jugar a ser agresivo, no frente a Dawson al menos.
— ¡No me importa que debas ir a revolcarte por dinero, te dije que el señor Dawson vendría pronto para cerrar el trato con nuestra empresa, y al ser tú un heredero Atwood él exige que estés presente en cada una de nuestras reuniones!
— ¿Seguro que quieres que Taylor esté presente papá? — dijo Roger — Es decir, solo míralo, ¿qué sabe él sobre negocios? solamente nos avergüenza frente al señor Dawson — gruñí con molestia al escucharle hablar, las ganas de decirles "si yo abro la boca el señor Dawson los va a mandar al demonio a todos ustedes" me ganaban, pero preferí callarme, tenía fé de que Robert les daría su merecido sin que yo tuviera necesidad alguna de abrir la boca, y vaya que no me equivoqué.
— Dawson exige que lo dejemos estar presente, Roger, además Taylor es un Atwood también, merece estar presente en las reuniones — dijo él en un falso tono inocente que yo no me tragaba por más sincero que pareciera, conocía bien sus intenciones, escuché claramente cuando él le dijo a Roger que me dejaría en la calle, así que solo me hice el idiota y fingí que ellos realmente querían que yo formara parte de su "imperio", aunque era todo lo contrario, así el viejo quisiera que yo formara parte de su empresa, yo ni loco iba a aceptar, tener que aguantarlos a él y a Roger a diario, hacía que el infierno pareciera un parque de diversiones — La empresa Atwood conlleva mucho trabajo Roger, y aunque tu hermano sea un incompetente, no puedes hacerte cargo de ella tú solo.
Rodé mis ojos con molestia al oír cómo el viejo luchaba por hacerse pasar por un mártir de primera, lloriqueando porque la empresa era demasiado trabajo para uno, cuando realmente éramos tres los que tenían derechos en la misma, aunque yo declinara mis derechos, todavía quedaba Raquel, quien a pesar de todas nuestras diferencias, efectivamente era hábil para los negocios, mucho más que el tarado de Roger, y que el propio anciano decrépito del viejo, pero como él es un cerdo machista de primera, dejó por fuera a la única persona que podía mantener de buena manera su legado en el futuro, y en lugar de eso, se lo dejó al más irresponsable de sus hijos, quien en un año seguramente gastaría todo el balance neto en cocaína y en zorras.
— Taylor — escuché la despreciable voz de Marcela aproximarse hacía nosotros, de inmediato vi cómo me dedicaba una expresión de odio absoluto — Jaj, al fin apareciste, creí que seguirías en la universidad, o revolcándote con algún vagabundo maloliente.
— Lamentablemente estoy aquí, Marcela, y es una lástima, ya que yo no quería tener que venir hoy a verles la cara a ti y a tu marido — dije de forma ácida mientras sonreía filosamente, por alguna razón me sentía con el valor suficiente para decirles un par de cosas en la cara a esa gente (más de lo habitual) asumo que era porque estaba confiado de que Robert vendría a respaldarme, pero luego de nuestra discusión temprana, temía que mi novio volviera a ponerse de parte de mi padre, cosa que me seguía confundiendo demasiado.
Ella me miró con odio absoluto mientras se acercaba hacía el viejo y sujetaba su brazo para apegar sus pechos de silicona contra el mismo, me causaba gracia ver cómo solo se limitaban a verme con odio, y por más que deseaban insultarme, no podían hacerlo, eso me divertía mucho, sobre todo al pensar la cara que pondrían, y la reacción que tendrían al darse cuenta de que yo era pareja del hombre al que tanto querían engatusar para invertir en su cuchitril.
— Dejen ya de discutir, el señor Dawson está por llegar, debemos comportarnos a la altura — exclamó el viejo llamando la atención de todos y golpeando sutilmente sus palmas, le miré de forma incrédula en cuanto dijo eso, lucía tan desesperado por obtener más papel moneda que ya daba pena ajena, su empresa como Robert mencionó, estaba más que establecida, ¿porqué querían más dinero? seguramente para gastarlo en cosas banales, porque de sus tres hijos, sólo uno recibía remuneración económica, los otros dos tuvieron que independizarse a la fuerza, aunque lo más irónico era que su "muchacho" era una sanguijuela que gastaba más de lo que podrían gastar sus otros dos hijos, me encanta cuando el karma le azota el trasero a alguien que no sea a mí mismo.
— ¡Está aquí! — dijo una de las chicas del servicio, todos en la habitación jadearon al oírle, yo agaché apenado la mirada, el sujeto había pasado la noche entera follándome como un animal, y aún así, oír que acababa de llegar, hacía que mi respiración se agitara y mi pecho latiera con fuerza, aún no me explicaba cómo Robert tenía el poder innato de alterar mis sentidos, a pesar de que ya éramos una "pareja establecida" mi cuerpo y mi pecho actuaban como si esa fuera la primera vez.
En cuanto la servidumbre lo dejó entrar, mis mejillas se ruborizaron totalmente, tan galante como siempre, luciendo uno de esos trajes tan caros que yo amaba quitarle entre feroces besos y caricias. Sus bellos ojos azules no me buscaban en ningún momento, eso hacía que mi pecho doliera como nunca, era muy claro el mensaje que Robert quería enviarme, estaba enojado por mi actitud, y quería darme una lección.
— Es un placer tenerlo con nosotros señor Dawson — dijo el viejo mientras se acercaba a él y estrechaba su mano, la hipocresía se resaltaba en su careta llena de arrugas, no me explicaba cómo Robert no lograba darse cuenta de eso, o tal vez, en el fondo sí lo hacía, sí lo sabía, y todo esto era una artimaña suya para castigarme por ser un completo cobarde, sonaba muy rebuscado, pero era algo que mi querido novio haría sin pensar, la cuestión era, ¿porqué? yo accedí a irme con él, ¿acaso seguía creyendo que lo hacía solo por obligación?
Roger le invitó un trago, él se sentó en el sofá para conversar con ellos, yo trataba de lucir firme e indiferente, aunque me costaba muchísimo hacerlo, cada que oía su voz gruesa y firme, mi piel se erizaba por completo, sobre todo al recordar todas las cosas lindas y sucias que esa voz gruesa me decía en la intimidad.
— ¿Y ya pensó en el trato que le hemos ofrecido, señor Dawson? — preguntó el viejo.
— Así es, Albert, he estudiado a fondo la posibilidad de asociarnos, me he topado tanto con pros como con contras en dicha oferta, y he de admitir, que me encuentro indeciso todavía — explicaba él con esa finura y elegancia tan suya, que ya parecía que fue satán quien se la otorgó. Yo le miraba nervioso, preocupado, en sus manos estaba nuestro futuro, mi posibilidad de ser feliz, de alejarme de esa familia que tanto me odiaba y viceversa, temía que mi novio cometiera una locura, pero en el fondo, yo sabía que él tomaría la decisión correcta, confiaba en Robert ciegamente — No me malinterprete, soy alguien que sabe cuándo hacer negocios y cuándo no, pero ahora me encuentro en una situación algo compleja. Como podrá entender, desconozco la forma en la que proceden acá en norteamérica, por ello solicité la asesoría de alguien de mucha estima para mí, quedó en darme una respuesta concisa hoy, pero aún no me la ha dado, cosa que me tiene muy impaciente — comentó serenamente dando un sorbo a su bebida, yo tragué en seco ante sus palabras, era increíble como una bomba como esa él la podía hacer sonar como la cosa más inofensiva de todas, admitir que esperaba a que yo diera el visto bueno para cerrar un trato millonario, ¿en qué pensaba este inglés, acaso estaba loco? mientras yo me quebraba por dentro, él lucía de lo más tranquilo del mundo, es un desgraciado.
— No comprendo, ¿usted, pidió la opinión de un asesor? — preguntó el viejo totalmente incrédulo, tal parece que yo no era el único abrumado en esa habitación.
— No cualquier asesor, es alguien de mucha confianza para mí. Verá, mi pareja actual conoce ampliamente el tema, y con su ayuda entendí perfectamente sus métodos de comercio — me quedé petrificado en cuanto Robert dijo eso, me preocupaba mucho el curso que estaba tomando esa conversación.
— ¡Jajaja! con todo respeto señor, pero si fue una mujer quien le asesoró ha perdido usted su tiempo, las mujeres no saben de negocios — afirmó el viejo con una ácida sonrisa, yo me levanté de golpe del asiento y caminé en dirección a la cocina, nadie pareció inmutarse por ello, la revelación de Robert era más importante que mi presencia allí, aunque lo que él estaba por decir iba a cambiar dicho estatus en cuestión de segundos.
— Se equivoca usted señor. En primera, una mujer puede llegar a ser más intuitiva para los negocios que los hombres, nosotros actuamos cegados por el orgullo, ellas actúan con la cabeza fría, lo sé porque una de mis socias mayoritarias es una dama, y es la persona más hábil para negociar que he conocido jamás. Y en segunda, me temo que comete usted un error, mi pareja no es una mujer, es más hombre que usted y que su hijo, me atrevo a decir — repentinamente me alertó oír cómo en un arrebato de rabia total, el viejo azotaba su vaso contra el suelo bruscamente, sé que ya lo dije antes, pero me es imposible repetir lo mucho que amo a Robert cuando recuerdo esta anécdota.
— ¡¡¡¿Cómo se atreve usted a venir a mi casa y ofenderme de esa forma?!!!
— En ningún momento he tenido la intención de ofenderlo señor Atwood, solo estoy siendo franco con usted. Es una pena que mi forma de pensar ofenda su débil hombría — habló Robert delicadamente levantándose de su asiento y acomodando su traje, mi cuerpo entero empezó a temblar al oír como su gruesa voz pronunciaba mi nombre entre tanto alboroto — ¡Taylor, ya ha sido suficiente! — mi pecho empezó a latir con fuerza, y casi en modo automático, empecé a caminar hacía él con un gran rubor adornando mis mejillas.
Cuando llegué con él, Robert me tomó de las caderas y me dió un hambriento beso frente a toda mi familia, cosa que me dejó perplejo, pero que inmediatamente hizo que todo ápice de duda y miedo que tenía con respecto a irme con él, se esfumara totalmente.
Todos los presentes quedaron anonadados al ver eso, nos miraban sin saber si lo que sucedía era real o solo era un mal chiste, se podía cortar la tensión y el silencio con un cuchillo, aunque mi novio fue el que rompió este último, alzando la mirada hacía ellos, y diciéndoles:
— Lamento informarle señor Atwood, que su forma tan bipolar de hacer negocios y su personalidad como tal me han hecho cambiar de parecer respecto a nuestra sociedad, no estoy interesado en invertir, lamento haberle hecho perder su tiempo — dijo en ese tono tan característico en él, apenas y movió el cuello mientras entonaba dicha oración; no saben la tranquilidad que sentí cuando él dejó muy en claro que no planeaba asociarse con mi padre. Su mano apretaba mi cadera y pegaba mi cuerpo al suyo, mientras que yo solo me limitaba a mirar el suelo con un enorme rubor en mis mejillas, el fuerte palpitar del corazón de Robert me relajaba un poco, pero sentir la mirada de odio del viejo sobre mis hombros me inquietaba demasiado.
— ¡¡¿Qué significa esto?!! — gritó acercándose a nosotros para tomarme del brazo con mucha fuerza, estaba acostumbrado a sus expresiones de odio hacia mi persona, pero esa vez fue distinta, por primera vez en mi vida, lucía totalmente dispuesto y decidido a matarme con sus propias manos.
Una fuerte bofetada en mi mejilla me dejó más imbécil de lo que ya era de por sí, solo pude ver la enorme sombra del cuerpo de Robert dirigirse de manera amenazante hacía el viejo, quien solamente se hacía para atrás como el cobarde asqueroso que es, su mujercita gritó desde el otro lado del salón que llamaría a la policía.
Sentí un tremendo deja vu en cuanto frené a Robert antes de que pudiera hacerle algo a aquel que en algún momento tuve que llamar "mi padre", no saben cuánto me arrepiento de no haberlo dejado que le diera una lección a ese viejo de mierda, sobre todo por todas las cosas que nos ha hecho en el presente, bien dicen que los errores de hoy serán los dolores del mañana.
— Olvídalo amor — murmuré sujetando los brazos del señor Dawson — No vale la pena que te ensucies las manos con tan poca cosa — miré de reojo al viejo cuando dije eso, él me dedicó una mirada de odio asesino a la que Robert correspondió con el mismo nivel de intensidad, odiaba los altercados, pero me alegraba que Robert se diera cuenta de que mi padre era mucho peor que Teddy, y que mi núcleo familiar era inestable en ambos lados de la balanza.
Continuará
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- Gema
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