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46 - 'Volver A La Vida'


Llegamos a casa de Teddy, el clima seguía siendo algo lluvioso, por lo que yo llevaba un suéter rojizo que me quedaba algo grande, esto porque en realidad no era mío, sino de Robert, él había roto mi ropa, así que se ofreció prestarme algo suyo, mientras él llevaba puesta una camiseta azul junto a unos jeans ajustados, yo estaba luchando por controlar mi libido, y el muy maldito se ponía algo que lo hacía ver sumamente sexy que me hacía desear hacerlo mío en ese auto.


Bajamos juntos mientras sujetaba en una mano la caja con el pequeño trozo de pastel que guardé para Tyson, y mi otra mano se mantenía aferrada a la de Robert, lo apretaba como si temiera que alguien viniera y se robara a mi pareja, tal vez en el fondo sí temía eso, ¿quién sabe? aún me cuesta mucho trabajo entenderme.


Al llegar al pórtico, tocamos la puerta con algo de insistencia, me extrañaba el silencio que se oía detrás de la puerta, Teddy amaba poner música siempre, que no hubiera al menos un solo ruido en mi casa, era preocupante.


Me quedé helado en cuanto abrieron la puerta, y vi de frente a mi madre tambaleándose de borracha, mientras su ropa estaba desabrochada y mal puesta, casi revelando los pechos, los amargos recuerdos llegaron de golpe a mí, obligándome a salir de esa bella burbuja en la que venía junto con Robert.


— ¡Hijo mío! — gritó ella para irse sobre mí y abrazarme con fuerza — ¡Qué feliz estoy de verte Taylor!


— ¡Teddy por Dios santo! — clamé tratando de zafarme de su abrazo — ¡¿Qué significa esto?!


— ¡¡Feliz cumpleaños tesoro!! hace ya veintiun años que yo— detuvo sus palabras al ver a Robert, rápidamente se fue sobre él — ¡¡Ay mi yerno, qué alegría que viniste con el idiota de mi hijo!!


— ¡¡Teddy por el amor de Dios!! — le reclamé tratando de apartarla del señor Dawson, quien la miraba preocupado y luego me miraba a mí, noté un rubor acentuarse en su rostro cuando los pechos de mi madre empezaron a chocar contra el suyo, yo la sujeté para intentar meter ese par de bultos en su escote nuevamente, pero ella se sacudía demasiado.


— T-También me alegra verla, suegrita — dijo Robert tomando aire cuando finalmente logré apartar a Teddy de su cuerpo. La sujeté con fuerza de los hombros sacudiéndola un poco.


— ¡¿Qué carajo te pasa?! ¡¡reacciona por Dios sant— no terminé de hablar, debido a una fuerte bofetada que sentí en mi mejilla derecha, la cual por cierto me dejó algo aturdido unos segundos.


— ¡¿Y tú a quién carajo le hablas de esa forma?! ¡¡soy tu madre, por Dios santo!! — reclamó ella mirándome con seriedad, pude ver la sombra de Robert pararse en medio de ambos, eso me aterró bastante.


— Mire señora— habló él, pero yo rápidamente lo interrumpí parandome frente suyo y empujándolo para que se alejara de Teddy, me preocupaba mucho la reacción que Robert pudiera tener.


— Robert por favor — dije intentando que Robert se calmara, realmente me aterró verlo a la cara, lucía furioso.


— ¡Vuelve a hablarme de esa forma y te volveré a dar una maldita cachetada! — gritó Teddy, sujeté con fuerza a Robert para evitar que este intentara hacer alguna locura, pero de repente, todo a mi alrededor se nubló por culpa de lo nervioso que me puso oír una voz malditamente familiar para mí.


— ¡¿Qué es todo este maldito alboroto?! — reclamó esa voz altanera que tanto atormentó mi niñez, de inmediato voltee y lo vi, ese sujeto andrajoso, delgado, de cabello rubio y ojos oscuros, quien lucía igual de perdido y abrumado que mi madre, solo que un enrojecimiento en sus ojos me daba indicio de que su cuerpo estaba más intoxicado de lo que creí, vaya que me daba muchos recuerdos de mi infancia — ¡¿Qué hace este maldito maricón aquí, Teddy?! ¡¡te dije que no quiero a la plaga de tu hijo aquí!!


— él ya se iba mi amor, solo pasó a saludar — dijo Teddy mientras avanzaba tambaleante hacía él para colgarse de su cuello y besarlo de forma nada sutil, fruncí con asco el ceño mientras me esforzaba por evitar que Robert quisiera hacer alguna locura.


— Sí, ya me voy — dije de mala gana mientras jalaba a Robert del brazo — Gracias por el regalo de cumpleaños Ted — murmuré de mala gana mientras me disponía a caminar con Robert hacía su auto, él seguía mirando con odio a mi madre y a Peter, yo luchaba por no soltarlo, temía que ese tipo drogado quisiera hacernos algo, y Robert tuviera que interceder.


— ¡¡Lárgate de mi propiedad maldito maricón de mierda, si vuelves a venir aquí te voy a romper el cráneo a golpes!! — gritaba aquel sujeto mientras nosotros íbamos al auto del señor Dawson, tuve que empujarlo, casi meterlo a la fuerza al auto para que no quisiera ir a callar a mi padrastro, realmente quería que alguien le rompiera la cara a ese imbécil, pero tenía miedo de que le hiciera daño a Robert, o que lo metiera en problemas con la ley, el señor Dawson no merecía arruinar su vida por mi culpa.


Al subir al auto, ambos nos fuimos de aquella calle, vi por la ventana cómo mi madre seguía besándose con ese infeliz, maldije para mis adentros mientras posaba mi mano en mi rostro, y suspiraba con pesadez tratando de contener las ganas de llorar causadas por el odio y la frustración, "otro cumpleaños a la lista" fue lo que pensé, vaya que odio tener la razón.


— ¿Estás bien? — preguntó Robert tomando mi mano y acariciándola con dulzura.


— Sí — respondí volteando a verlo — Lamento que hayas tenido que ver eso, Robert.


— ¿Disculpa? — exclamó volteando a verme — ¡¿Te disculpas conmigo por ver cómo tu madre te golpeó?! ¡Taylor no digas esas cosas!


— Es que eso... y-ya es normal para mí — dije alzando los hombros sutilmente — Mi madre siempre ha tenido problemas con el alcohol, bebe para intentar afrontar sus crisis nerviosas.


— Jaj — bufó mirando el camino y apretando un poco el volante — ¿Porqué no me dijiste que tu madre era alcohólica?


— Eso no es algo muy agradable de compartir — admití cruzándome de brazos — Además, ¿de qué serviría? solo lograría que tú también me vieras con asco por venir de una madre así — él me miró con pesar cuando dije eso.


— ... Ahora entiendo porqué te limitas al beber, lo lamento mucho amor.


— No te disculpes, no es tu culpa — respondí alzando los hombros sutilmente — Igual, eso no es algo extraño en ella así que, solo olvidemos esto y hagamos otra cosa ¿de acuerdo? — sonreí calmadamente para acariciar la mejilla del señor Dawosn, quien no dejaba de verme con pena, odiaba que me tuvieran lástima, pero me conmovía ver cómo Robert se preocupaba por mí.


— Bien — dijo suspirando pesadamente — Entonces deberíamos hacer otra cosa, ¿quieres ir a comer carne asada?


— ¿Carne asada? — dudé mirándolo algo confundido.


— Ajá, oí que hay un restaurante de carne asada por aquí cerca, aunque si quieres podemos comer otra cosa, tú pide y ya cielo.


— Haré lo que tú quieras hacer — afirmé sonriendo calmadamente, él me sonrió de igual forma llevando su mano a mi mejilla para acariciarla dulcemente.


— Buen chico — susurró con esa voz tan ronca y sexy que tanto alteraba mis sentidos, estar así con Robert era increíble, y yo lo único que quería era quitarle el pantalón y sentarme en su regazo, vaya que me estaba afectando la abstinencia.



-



La lluvia seguía cayendo sobre nosotros, pero poco o nada nos molestaba, al contrario, el clima era perfecto, fresco, ni muy frío ni muy caluroso, a Robert le recordaba su tierra natal, a mí me daba el indicio de que una nueva vida se aproximaba, y de cierta forma, la lluvia se llevaba consigo todo el miedo e indecisión que me aquejaba, y me daba la esperanza de que pronto tendría una vida mejor.


Llegamos a un restaurante de carne asada al que Robert insistió a que fuéramos, me sorprendió que ese turista conociera más mi ciudad natal que yo, pero solo asentí y dejé que él me guiara, no quería bajarle lo entusiasmado que él se veía por mi cumpleaños.


— Qué lindo lugar — dije mientras nos sentábamos en una mesa junto a una ventana.


— Es rústico, eso fue lo que me atrajo — afirmó él sonriendo calmadamente — En Londres no hay muchos sitios de carne asada, y es una pena, no hay nada tan delicioso como un trozo de carne bien cocinado.


— Si tú lo dices, yo no como mucha carne — dije alzando mis hombros sutilmente.


— No te preocupes, me encargaré de que en tu boca siempre haya un trozo de carne tibio para ti — comentó sonriendo de forma coqueta y juguetona, sonreí de igual forma inclinándome un poco sobre la mesa para verlo fijamente a los ojos.


— Será un honor probar tu carne cada día, Robert — dije mientras me relamía los labios con obvias intenciones de seducir al señor Dawson, ya he demostrado que me encanta jugar con fuego, obviamente iba a hacerlo por culpa de mi creciente líbido.


Él tomó mi mejilla para acariciarla con suavidad y ternura, me encantaba la gentileza con la que me tocaba.


— Prometo darte carne todos los días, solo si tú prometes poder aguantarla.


— Yo no soy un chiquillo, señor Dawson — dije a punto de morder el pulgar ajeno, pero detuve mis acciones al oír cómo se acercaba el mesero a pedir nuestra orden.


— Buen día señores — habló aquel sujeto que se nos acercaba — ¿Ya decidieron qué ordenar?


— Desde luego — dijo Robert tomando el menú y ojeándolo un poco — Me encantaría algo de lomo, y al jóven le puede traer algo de costilla por favor. Y también tráiganos un par de cervezas de raíz por favor.


— En seguida señor — dijo el camarero para apartarse de la mesa e ir rumbo a la cocina a informar sobre nuestro pedido. Robert me sonrió mientras dejaba el menú a un lado.


— Imagino que nunca has ido a un restaurante de carne asada.


— ¿Tengo cara de que sí? — dije entre risas a las que él me correspondió sin dudar.


— Imagino que tu vida ha estado llena de carencias, eso me molesta un poco — murmuró acercando su mano a mi rostro nuevamente — Prometo que intentaré darte todo lo que no has podido tener hasta ahora.


— Robert, no sigas con eso por favor — murmuré apenado — No hace falta que me ofrezcas eso, sabes bien que eso no me importa.


— Pero es importante, a veces en la vida es bueno que tomes algo de dinero y te lo gastes en cosas triviales, sé que suena sucio y vanidoso, pero si hay algo muy cierto en esta vida, es que no te llevarás el dinero a la tumba, ¿de qué sirve que pases años aguantando tus antojos para no gastar tu dinero, y el día de tu muerte lamentarte de no haber vivido como quisiste? es algo que yo no estoy dispuesto a soportar.


— Wow, suenas bastante filosófico.


— Lo soy, cariño.


— Claro que debes serlo, es decir, eres un anciano, y los ancianos son sabios — reí al decir eso, aunque me quejé al sentir cómo el señor Dawson tomaba uno de mis mechones y lo jalaba de repente — ¡Auch!


— Mh, este anciano te pateará el trasero, chiquillo tonto — dijo arqueando una ceja tratando de lucir serio, pero pude ver un ligero movimiento en su labio que me dió indicio de que estaba a punto de reírse.


— Okey abuelito — dije tomando sus mejillas para plantarle un suave beso en los labios al que él me correspondió con ternura. Me miró un rato con detenimiento, amaba la forma tan tierna en que me examinaba de arriba a abajo — ¿Qué ocurre? — susurré acariciando sus mejillas dulcemente.


— ... ¿Aún te duele la mejilla? — preguntó tomándome del cuello con suavidad, me conmovió verlo tan preocupado por mí, pero al mismo tiempo me daba vergüenza repetir tanto "está bien, estoy bien, esto es normal", normalizar la violencia no es nada bueno, siempre me dió pena admitir el núcleo familiar tan inestable y asqueroso del que provenía, sobre todo frente a aquel hombre que evidentemente provenía de una familia de ensueño.


— No, estoy bien no te preocupes — murmuré mientras sonreía de forma sutil para él, realmente lo notaba preocupado por mí — Me apena admitirlo, pero esto es algo habitual ya, así que no te preocupes ¿sí? de todas formas, Teddy tiene la mano mucho más ligera que la del viejo.


— Lo lamento, pero no puedo tomar esto con naturalidad por más que me lo pidas, Taylor; pensar que has sido víctima de violencia toda tu vida me horroriza, no me imagino lo terrible que debió ser tu niñez.


— Fue muy fea, por ello trato solamente de no pensar en ella y ya — dije mientras suspiraba sutilmente y sonreía de lado — No pienses en eso ya Robert, te lo pido como favor de cumpleaños — hice un leve puchero al decir eso, él bufó un poco frustrado, pero luego sonrió de vuelta para tomar mi mano y besarla con cariño.


— Cierto, debemos enfocarnos ahora en hacerte pasar un buen cumpleaños.


— Gracias — sonreí mientras un gran rubor se acentuaba en mis mejillas — Eres muy amable.


— Solo lo mejor para mi novio — oírlo decir eso me hizo sentir un suave cosquilleo recorrer mi cuerpo, era tan bello estar así con él nuevamente, de inmediato recordé esas noches en las que maldije haberlo arruinado todo, inevitablemente sentí cómo algunas lágrimas se acumulaban en mis ojos, por lo que agaché la cabeza para limpiarlas de mis ojos — ¿Ty, cariño estás bien? — preguntó algo preocupado mientras estiraba su mano hacía mí.


— Estoy bien — dije alzando la mirada nuevamente — Solo... esto es muy bonito, ¿sabes? hace algunos días yo... creí que no volvería a verte, no volvería a estar contigo de esta forma, y míranos ahora, siento que todo esto es un sueño — pude notar cómo un leve rubor se mostraba en las mejillas de Robert, al mismo tiempo que él me sonreía y tomaba mi barbilla suavemente, acariciando mis labios de esa forma que tanto me gustaba.


— ¿Qué puedo hacer para que te convenzas de que esto es real? — preguntó con voz ronca y sensual, sonreí mientras mi piel se erizaba de nuevo, alcé los hombros con falsa inocencia, mientras mi mirada detallaba la de él, sus bellos ojos azules brillaban como siempre, me alegraba muchísimo ver cómo ese par de joyas azules volvían a la vida después de esos horribles días donde solos nos dedicamos molestia el uno al otro.


— Sabes de qué forma hacerlo — dije mientras llevaba mi mano a su rostro para acariciar los labios ajenos con dulzura.


— Aún no Ty, sigues algo débil.


— No es nada que no pueda aguantar — dije mirandolo a los ojos de forma suplicante — Por favor Robert, pasé una semana entera sin sentir nada, mi cuerpo quiere compensar esos días de abstinencia.


— Y los vamos a compensar, solo que no ahora — murmuró él mientras me besaba la frente suavemente — Yo también muero por hacerte el amor, Ty, pero debes descansar, no quiero que mi novio vuelva a sobreexigirse.


— Repite eso — dije entre coquetas risas, él me miró curioso mientras empezaba a reír nuevamente.


— ¿Qué cosa? ¿"mi novio"?


— Exacto — sonreí para tomar el cuello ajeno y empezar a besar los labios del señor Dawson, él hizo lo mismo mientras nuestras lenguas jugueteaban un poco, aunque el sonido del celular de Robert me sacó de mi burbuja de romance, sobre todo al ver cómo Robert lo miraba de reojo y lo tapaba con su mano, obviamente eso me dio mala espina — ¿Todo bien? — pregunté algo receloso al apartarme del beso.


— Sí, solo es Yelena — aclaró mientras suspiraba levemente — No ha dejado de enviarme mensajes, está muy molesta.


— Es mi culpa, lo lamento mucho — murmuré apenado.


— No digas eso, no es tu culpa, en todo caso es mía, no debí dejar mi celular ahí sabiendo que ella me llamaría, y que tú tienes un serio problema de hurgar cosas que no son tuyas.


— ¡¿Te atreves a decirme eso tú a mí?! — reclamé con molestia cruzándome de brazos, aunque bajé la guardia al ver cómo el señor Dawson empezaba a reír — ¡Eres un imbécil!


— Lo sé, pero aún así me abres las piernas, ¿así que quién de los dos es más imbécil, mi amor? — Sus palabras me sonrojaron y al mismo tiempo me hicieron gruñir, era odioso cuando el amor, el libido y el orgullo se disponían a hacerme la vida imposible, y aún más odioso es el hecho de que mi querido novio sabe afectar muy bien esas tres cosas en mí.



Continuará

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- Gema


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