45 - 'Gozar Del Presente'
Luego de habernos comido a besos por un buen rato, ambos caímos exhaustos en la cama, ninguno había podido dormir bien, era obvio que en vez de tener sexo tomaríamos lo que quedaba del día y la noche para descansar, y creanme, jamás en mi vida había dormido tan bien.
Estaba acostado boca abajo abrazando una almohada, mientras sentía el calor de Robert abrazándome desde atrás, me encantaba sentir cómo su pecho latía cerca de mí, me llenaba de paz, una paz inimaginable.
Me alertó sentir como él empezaba a moverse y a despertar, así de ligero tenía el sueño, o así de dependiente era de Robert para poder dormir, tal vez ambas, no les sé decir con exactitud qué pueda ser.
— ¿Adónde vas? — susurré alzando la cabeza con los ojos cerrados por el sueño, él me besó los labios con dulzura al oírme.
— Voy por café — respondió — Quédate acostado, no tardaré.
— ¿Te vuelves a acostar? — pregunté abriendo los ojos sutilmente, él me sonrió asintiendo delicadamente.
— Sí, no tardo — dicho esto, se apartó de la cama para ir a la puerta, yo me quedé tranquilo, solo cerré mis ojos y me volví a recostar, cayendo en un profundo sueño, aunque, no fue muy tranquilo que digamos.
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— ¡¡Ahh, R-Robert, me duele!! — grité apretando el filo de aquella mesa.
— ¡¿Te gusta amor?! — preguntó él mientras atraía mis caderas hacía su duro miembro, sacándome gemidos de placer que llenaban por completo aquel rústico comedor.
— ¡¡Ahh, me encanta, por favor no pares!!
— Taylor — susurró en mi oído —Quiero llenarte.
Mi cuerpo entero se erizó cuando Robert dijo eso, o bueno, "parecía" haber dicho eso, esa imágen fue demasiado real para mí, pero no acabó siendo más que uno de esos sueños húmedos que tanto sufría cuando mi cuerpo añoraba sentir al señor Dawson dentro suyo.
— Ty — escuché un sutil susurro junto a mí, al mismo tiempo que una mano acariciando mi rostro con ternura, eso me hizo abrir poco a poco mis ojos, y lo primero que vi, fue a Robert con un pequeño pastel de melocotón en sus manos, ahí me di cuenta de un detalle que olvidé completamente por culpa de mis problemas y mi depresión, ese día era mi cumpleaños.
— ¿Mh? — me senté con cuidado en la cama mientras sonreía algo curioso — ¿Y esto?— Feliz cumpleaños corazón.
— No puedo creerlo — dije sonriendo apenado — ¿De verdad te acordaste?
— Toda la semana lo tuve en cuenta, por eso quise venir antes, para pasarlo contigo — dijo él mientras se acercaba hacía mí y me daba un suave y cariñoso beso — Lamento todo lo que pasó esta semana, lo que sucedió la otra noche... prometo que no volveré a hacerte sufrir mientras estemos juntos.
— Gracias — sonreí entre besos teniendo cuidado de no aplastar el pastel, aunque me alerté al bajar un momento la mirada, y ver lo que causó mi sueño.
— Wow — dijo Robert al agachar la mirada también — Alguien no lleva un día siendo mayor y ya quiere gritarlo como se debe — bromeó, haciéndome mirar a otro lado con vergüenza.
— E-Es que es de mañana, ya sabes... — dije tratando de excusarme. Robert rió ligeramente y alborotó mi cabello.
— Tranquilo, a todos nos pasa — comentó para tomar el pastel y levantarse de la cama — ¿Te dejo solo unos minutos para que te atiendas?
— ... ¿No vas a ayudarme? — él detuvo en seco su andar, para voltear a verme algo apenado.
— Ty, sigues débil, no quiero que te esfuerces de más.
— Podemos hacer algo tranquilo, o solo... ir lento — dije acostándome en la cama y separando mis piernas, mirando a Robert con deseo, realmente quería que me hiciera lo mismo del sueño, él miró a otro lado con vergüenza — Por favor Robert, estoy caliente, y sé que tú también lo estás, además es mi cumpleaños.
— No me gusta que me chantajees, Taylor.
— Por favor — seguí rogándole, qué irónico que hace dos noches le rogaba que no hiciera lo que ahora le pedía que hiciera, ¿pueden ver que mi vida es una constante de ironías, no?
Me emocionó ver cómo él dejaba el pastel en la mesa de noche y avanzaba hacía mí, para quitarme la sábana y ver mi miembro con atención.
— Sí que está duro — dijo él empezando a palparlo con cuidado, yo empecé a jadear mientras mi cuerpo se estremecía, ahora entiendo a lo que Mónica se refería.
— No tanto como seguro estará el tuyo — él sonrió de lado, para acto seguido, meterse mi miembro a la boca, sacándome un agudo gemido de placer — ¡¡Ahh, Robert mi amor!!
— Mgh — jadeó algo asombrado — Me dijiste amor, qué dulce — susurró continuando con lamidas lentas y muy deliciosas, que solo lograban desesperarme aún más.
— Ahhh, s-sí, sigue por favor — rogué separando más mis piernas y acariciando el cabello de él — Ahhh, Robert, m-mi amor, se siente tan bueno.
Le miraba tragarse mi miembro con una habilidad que me hizo dudar de cuántas veces habrá hecho eso, o qué tan sensible era yo para que una simple lamida me estuviera haciendo gemir como una maldita actriz porno.
— ¡¡Ahh, Dios Robert, me vengo!! — grité echando la cabeza hacía atrás, mientras un intenso orgasmo me invadía, y sentía mi semilla abandonando mi cuerpo, al mismo tiempo que sujetaba la cabeza de Robert — ¡¡A-Ahhh, s-santo cielo!!
— Tan precoz como siempre — bromeó relamiéndose los labios, de los cuales sobresalía un poco de dicha sustancia blanquecina.
— Cállate — me quejé entre jadeos mientras alzaba las piernas — ¿Lo metes? — rogué mirando a Robert con deseo, él sonrió de lado para tomarme de las piernas y darme vuelta, cosa que me emocionó mucho, pero oírle hablar apagó mis esperanzas.
— Aquí atrás sigues algo afectado, te han servido los medicamentos que te puse para desinflamarte, pero igual necesitas al menos un día más de reposo.
— ¿Medicamentos? — pregunté algo incrédulo volteando a verlo — ¿Qué medicamentos?
— Unos que te puse mientras dormías — dijo sonriendo con esa falsa inocencia que tanto me gustaba — Tranquilo cielo, cuando te recuperes tendremos todo el sexo que quieras, pero por ahora no quiero seguir haciéndote daño, ¿de acuerdo?
— ... De acuerdo — asentí tomando las mejillas ajenas para volver a besarlo con dulzura, amaba que por más que los besaba, sus labios siempre me producían un hermoso cosquilleo que no lograba sentir con nadie más, obviamente iba a aprovechar de besarlos cada que pudiera.
— ¿Qué quieres hacer hoy? — me preguntó mientras me abrazaba por las caderas.
— No lo sé — dije sonriendo apenado — No me gusta celebrar mi cumpleaños, así que no estoy seguro.
— Podemos ir a comer a casa de tu madre, hoy es domingo.
— Cierto, debo ver a Teddy — dije suspirando con pesadez, obviamente el hecho de irme con Robert se tornó una obligación en vez de una decisión, pero, igual me seguía matando el pensar lo mucho que le afectaría a mi madre que yo llegara a irme, solo pensar en eso me llenaba de pesar. Rápidamente recordé algo que dijo Mónica sobre mi cumpleaños, por lo que solté un ligero quejido — ¡¡Agg verdaaad!! Mónica me dijo que planeó algo para hoy.
— ¿Algo? ¿cómo qué? — preguntó mirándome con seriedad.
— No lo sé, tal vez ir a un bar o algo así — dije alzando mis hombros sutilmente, tomé la mejilla de Robert para verlo con atención y algo de ternura y sumisión — ¿Me quieres acompañar?
— Por supuesto, ni loco volveré a dejarte solo con ella, ¿te recuerdo lo que pasó la última vez que bebiste como loco con tu amiguita?
— No me lo recuerdes — me quejé echando la cabeza hacía atrás, él rió ligeramente para besar mi frente y levantarse de la cama.
— Desayunemos para ir con tu madre entonces, debe estar impaciente por verte.
— Si es que recuerda que hoy es mi cumpleaños — dije rodando ligeramente mis ojos, para sentarme al borde de la cama y levantarme de esta misma, mis piernas se sentían cansadas, pero al menos ya podía mantenerme en pie y caminar con facilidad.
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Luego de desayunar y de ducharnos, Robert y yo bajamos al lobby para irnos de ese hotel, me sentía increíble de estar de nuevo junto a él, era como un sueño del que me negaba a despertar, o mejor dicho, me aterraba despertar, no quería que todo acabara siendo un hermoso sueño que se acabaría pronto, y muchas veces en mi vida he tenido dicho sentimiento, afortunadamente muchas de esas veces han sido pura realidad y no un producto insano de mi trastornada imaginación, no la mayoría al menos.
— Deberíamos pasar comprando algo — dijo él mientras conducía con cuidado por culpa de la lluvia.
— Como tú quieras amor — dije mientras comía una rebanada de aquel pastel que Robert me regaló, ¿cómo él sabía que me gustaba el melocotón? no tenía idea, y me preocupaba un poco, pero no lo suficiente para mortificarme.
— Mh, alguien anda muy sumiso hoy — dijo burlón mientras me miraba de reojo, sonreí apenado saboreando el merengue del pastel.
— Aprendí mi lección, trataré de ser un poco más cariñoso, solo... no prometo serlo siempre, heredé unos genes no muy cuerdos que digamos.
— Para mí es más que suficiente — dijo sonriendo para tomar mi barbilla, aprovechando que llegamos a un semáforo en rojo — ¿Puedo probar un poco?
— Claro — dije tomando un poco de crema con mi dedo para ponerlo frente a él, Robert empezó a lamerlo de forma muy lasciva, haciéndome sonrojar por completo.
— Está muy bueno — respondió mirándome con picardía — ¿A qué sabrán tus labios bañados en crema? — Cuando él me dijo eso, tomé un poco más de crema y cubrí mis labios con ella, para luego tomar el cuello de Dawson y darle un hambriento y sensual beso al que él no dudó dos veces en corresponderme.
El sonido de la bocina de un auto fue lo que nos hizo apartarnos de ese beso para que Robert siguiera conduciendo, se relamía los labios mientras me sonreía de lado de forma coqueta.
— Eres delicioso Taylor.
— Tú igual — sonreí limpiando mi boca sutilmente — ¿Entonces sí me vas a acompañar a lo que sea que Moni tenga preparado hoy?
— ¿No es un poco imprudente que yo vaya? es decir, te invitó cuando nos habíamos separado.
— Créeme, Mónica amará que vayas conmigo, sería capaz de estrangularme si vuelvo a alejarme de ti — él empezó a reír suavemente.
— Sé que siempre digo cosas sobre ella y tú, pero realmente me alegra que tengas una amiga que se preocupe tanto por ti, y te haya apoyado estos días, Ty — murmuró calmadamente mirándome de reojo — Realmente me tenía mortificado que afrontaras esto solo, temía que quisieras hacer alguna locura.
— Lo pensé, muchas veces — admití sintiendo mi pecho endurecerse — Pero, como tú dices, Mónica me ayudaba a animarme y a ponerme de pie, aunque de cierta forma, fue el orgullo lo que no me hizo tomar una decisión más imprudente.
— Me alegra que fuera así — dijo él para tomar mi mano y besarla con dulzura, aquel beso estremeció mi corazón, y me hizo sonreír con ternura y un poco de vergüenza — Me volvería loco si algo llegara a sucederte.
— ¿Enserio?
— Sí — asintió para estacionar el auto y apagarlo un momento — Vuelvo en un minuto, ¿te dejo mi celular para jugar?
— Así estoy bien — dije sonriendo tranquilamente, él sonrió de igual forma para tomar su cartera de la guantera, donde pude ver unas mentas junto con otras cosas, pero las mentas fueron las que captaron mi atención.
— Bien, no tardo nada entonces — dicho esto, me dió un beso en la frente para bajarse del auto, me encantaba que Robert ahora actuaba mucho más amoroso de lo que ya era de por sí, como si quisiera compensar el tiempo que perdimos sufriendo el uno por el otro, no tienen idea de la paz que me generaba estar de esa forma con él, y aunque la ansiedad de "¿y ahora qué?" me seguía afectando, esa semana me había enseñado una valiosa lección que iba a empezar a poner en práctica, "aprende a gozar del presente, da todo el amor que puedas, temiendo por el futuro solo amargarás el presente" dicha frase me recordaba a lo que Teddy me advirtió sobre "lo que va a pasar, pasará sin importar qué" solo que mi versión sonaba mucho más optimista y poética que la suya.
Tapé la caja del pastel y lo puse sobre el tablero del auto para abrir la guantera, algo que debo decirles sobre mí es que amo la menta, me fascina a más no poder, es por eso que me fue inevitable no querer tomar uno de los caramelos que Robert tenía guardados allí, no obstante, al tomar la caja de los dulces, otro objeto captó por completo mi atención.
Un poco asqueado y receloso tomé dicho paquete plástico, me detuve a examinarlo de arriba a abajo, "empire" era la marca de dicho paquete de preservativos, sé que uno de esos es normal en el auto de un hombre de treinta y tantos, pero la cuestión era, ¿con quién los estuvo usando mi querido novio en mi ausencia? porque en aquel entonces, en ninguna de nuestras "citas" hubo látex de por medio, jamás sentí la necesidad, comprendo que como doctor eso es muy irresponsable, y no pretendo mentirles, sí lo es, sobre todo si es una pareja acostumbrada a saltar de cama en cama. Tragué hondo al meditar que, tal vez lo usó con una mujer, dudaba mucho que lo usara con algún chico, Robert era más de mujeres, o al menos eso era lo que me había demostrado hasta ahora.
Empecé a buscar en el auto algún otro indicio de que hubo un chico o chica aparte de mí en el auto de mi novio, parecía una esposa celosa buscando algún labial o ropa interior sobrante de la desenfrenada pasión, sé que acabo de decir que quería disfrutar del presente, ¿pero cómo se goza del presente luego de encontrar un condón en la guantera de tu novio?
— Oye amor — escuché de repente cómo él se asomaba por la ventanilla — ¿Crees que deberíamos llevar vino blanco o vino tinto?
— Ehh... n-no lo sé, t-tú sabes más de eso que yo — dije sonriendo de forma cínica, trataba de no demostrar que había encontrado un condón, no quería pelear, prefería esperar otra prueba para sacar todo mi veneno tóxico.
— Es tu cumpleaños, tesoro, pide lo que tú quieras.
— Bueno... ¿cerveza? — ver a Robert fruncir incrédulo el ceño me hizo reír con diversión, amaba tanto hacer eso — No lo sé amor, lo que tú quieras, yo no sé mucho sobre licor bueno.
— Pediré algo de vino y ya, no tardo.
— Okey — dije al verlo apartarse nuevamente, seguí rebuscando por los asientos del auto, mi sorpresa fue encontrar entre los asientos de atrás un boxer de color verde lima, se me hacía un poco familiar, pero verlo hizo que se me erizara la piel por completo, por lo que ignoré totalmente ese detalle.
Gruñía con frustración mientras apretaba dicha prenda con fuerza, pude ver cómo el señor Dawson volvía al auto sonriendo ampliamente, me crucé de brazos mostrando el semblante más serio y colérico que pude.
— Traje vino, algunas galletas y— hablaba él subiéndose al auto, hasta que oírme hablar abruptamente le interrumpió.
— ¡¡¿Quién es el maldito bastardo al que te cogiste?!! — reclamé con seriedad, él me miró totalmente confundido y algo nervioso, seguramente mi cambio de actitud tan repentino fue lo que le hizo reaccionar de esa forma.
— ¿Qué? ¿Taylor de qué estás—
— ¡¡Encontré este boxer y este condón aquí en tu auto, tú conmigo no usas condones desgraciado infiel!! — reclamé con molestia mientras mis ojos se cristalizaban un poco, él suspiró pesadamente entre algunas risas frustradas.
— Ahh... Aquí vamos de nuevo, admito que extrañaba esto — dijo entre risas mientras volvía a encender el auto.
— ¡¡¿No me vas a responder, maldición?!!
— Taylor, ¿enserio no reconoces ese boxer? — le miré incrédulo mientras miraba esa prenda.
— ¿Porqué habría de hacerlo?
— Porque es tuyo, mi cielo — mi rabia se bajó de golpe, mientras un enorme sentimiento de vergüenza inundaba mi pecho, recordando de golpe que yo efectivamente tenía un boxer verde lima que tenía mucho tiempo sin ver — Lo tomé el día que me fui de la casa de tu padre, mi intención era gastarte una broma, pero tal parece que su existencia se te olvidó por completo.
— ... ¡¿Q-Quién roba la ropa interior de la gente?! — reclamé furioso guardando dicho boxer en mi bolsillo, mientras Robert reía a carcajadas y un leve rubor se dibujaba en su rostro, pero no era tan intenso como el que se formaba en los míos.
— Lo lamento, creí que eso te daría una excusa para meterte a mi auto algún día.
— Eres un imbécil — escupí de mala gana mientras me cruzaba de brazos y él seguía riendo, miré el condón en mi mano y rápidamente cuestioné — ¿Y el condón qué?
— Ah — suspiró haciendo un gesto un poco más incrédulo — Esa historia sí es un poco más larga.
— Te escucho.
— El día que te dejé, Yelena vino a verme, me notó cabizbajo e insistió en llevarme a un club para animarme, yo me dejé llevar, aunque pocas ganas tenía. Un chico rubio se fijó en mí, pasó la noche invitándome a que fuéramos a su habitación, Yelena me dijo que me fuera con él, incluso me dio ese condón — dijo señalando el objeto en mi mano — Pero no me sentía cómodo, así que le pagué al chico y me marché, sin siquiera haberle dado un beso.
Me quedé mirando a Robert totalmente abrumado, no sabía qué sentir, ni qué opinar al respecto.
— ... Así que guardaste el condón — dije mirando aquel paquete con atención.
— Solo lo metí ahí y ya, realmente no me sentía bien para encamarme con alguien, no quiero sonar "santo" ni nada por el estilo, pero solo podía pensar en ti... — murmuró mirándome de reojo con ternura, le miré apenado mientras estiraba mi mano para acariciar su mejilla.
— ... Gracias — él me miró algo confundido cuando dije eso.
— ¿Porqué agradeces? — cuestionó sonriendo.
— ... Por pensar en mí, aún cuando yo no lo merecía — mis ojos se cristalizaron de nuevo, él estiró su mano también para acariciar mi mejilla con dulzura.
— Oye amor, no digas eso — comentó mirando el camino, pero volteando a verme de vez en cuando — Ya no sigamos hablando de eso, pasado pisado, ahora enfoquémonos en el presente y en tu cumpleaños, ¿de acuerdo?
— De acuerdo — asentí sonriendo con ternura. Robert empezó a reír nuevamente, cosa que me desconcertó y me hizo fruncir el ceño, al imaginar lo que sucedía — ¡¿Qué?!
— ¿Enserio creíste que ese boxer era de alguien más? ¿no reconoces tu propia ropa interior o qué? — él seguía riendo a carcajadas, mientras yo le miraba frunciendo el ceño, y con un enorme sonrojo en mi cara — Ay mi Ty, si supieras lo que hice con esa prenda.
— ¿De qué hablas?
— Bueno... digamos que, yo no lo metería bajo una luz ultravioleta si fuera tú — jadeé algo horrorizado cuando él dijo eso.
— ¡¡Eres un cerdo!! — clamé cubriendo mi rostro con mis manos mientras él seguía riendo, fue un momento un tanto incómodo para mí, pero eso no le quitó lo pleno y disfrutable en absoluto.
Continuará
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- Gema
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