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43 - '¿Quién?'


Me alertó ver que después de un rato conduciendo, Robert se estacionó en ese mismo hotel donde se quedaba antes de irse, mi sangre se heló, sobre todo al oír la demanda que me hizo.


— Bájate.


— No quiero — dije mientras empezaba a jadear, estaba empezando a entrar en pánico, y lo peor, es que no sabía porqué, tal vez porque ya imaginaba lo que iba a suceder.


— No te estoy preguntando — dijo mirándome con severidad, yo solo me dispuse a abrir la puerta y bajar del auto, cada fibra de mi cuerpo temblaba, y peor empecé a temblar cuando el señor Dawson me sujetó del brazo con fuerza y me llevó prácticamente arrastrando al interior del hotel, mientras la lluvia mojaba su cuerpo y el mío.


Me llevaba prácticamente arrastras por el lobby, la gente nos miraba algo curiosos, no sé si era por el semblante colérico de él, o por mi expresión de pánico, quizás fueron ambas, ¿quién sabe?


— ¡Suéltame! — rogué tratando de zafarme mientras subíamos por las escaleras.


— ¡Cierra la boca! — dijo entre gruñidos, nunca había visto ese lado de Robert, y siendo honestos, me daba más miedo de lo que ya me daba de por sí.


Cuando finalmente llegamos a su habitación, él abrió esta misma y me empujó al interior de la habitación, yo me sujeté a una mesita cercana para no caerme, "¿qué está pasando?" rebotaba por mi mente sin parar.


— Muévete — gruñó jalándome del brazo nuevamente hacía la cama, para tirarme a ella boca arriba, mirándome fijamente con seriedad.


Mi cuerpo entero temblaba, presentía que algo muy malo estaba pasando, pero, irónicamente, sentí algo que llevaba casi una semana sin sentir, deseo; mi cuerpo entero se erizó, mis partes finalmente parecían regresar de su retiro espiritual, porque me estaba empezando a excitar que Robert me atrajera de esa forma, maldigo tanto mi líbido, que me afecta en los momentos menos oportunos.


Oír una risa tosca salir de los labios de Robert me hizo preocuparme.


— Mírate, aún no te he hecho nada, y ya tienes una maldita erección — mi sangre se heló al oírlo decir eso, y al agachar la mirada, el bulto en mi pantalón me hizo sentir una vergüenza tremenda, junté mis manos y las puse entre mis piernas, tratando de ocultar dicha situación, al mismo tiempo que miraba a otro lado con pena, me sentía desagradable al reaccionar de tal forma en una situación así.


Él empezó a reír de forma fría nuevamente, pero su aura seguía siendo pesada, muy tenebrosa.


— ¿Porqué agachas la cabeza? ¿te da pena admitir que eres una perra? — dijo mientras sujetaba una de mis piernas y la jalaba con fuerza.


— No por favor — susurré ahogadamente.


— ¡¿Qué dices?! ¡¿después de tantas noches en las que me rogaste que te follara, hoy me pides que no lo haga?! — jadeé cuando él se me puso encima, sujetando mis manos con mucha fuerza — Te tengo noticias, no soy tu novio para que me des órdenes, o para acatarlas al menos.


— Robert por favor no... — susurré ahogadamente, él me miraba con frialdad, detallaba mi cuerpo de arriba a abajo, pude notar que sus ojos se dilataron un poco, pero no reflejaban ese hermoso brillo que acostumbraban — No Robert, por favor.


Gimotee al sentir cómo tomaba la camisa que llevaba puesta y la rompía de forma brusca, dejando mi pecho desnudo y expuesto para él, y acto seguido, empezó a apretar mis pezones sin algún tipo de cuidado o delicadeza.


— Siguen suaves — susurró — Tu novio debe tener una lengua muy lisa, creí que estarían tiesos y ásperos de tanto que él los debe lamer.


— Te equivocas — gimotee tratando de resistirme a ese tacto, pero, mi cuerpo estaba desesperado, era como si después de una semana de depresión y abstinencia, mi líbido gritara de alegría y empezara a florecer para el deleite de Robert.


Mis quejas se callaron cuando él se fue encima mío y me dio un beso voraz y salvaje, nada sutil, como ya era costumbre en él. Todo mi cuerpo se estremeció ante ese beso, era horrible pero increíble darme cuenta de que, los labios de Robert eran los únicos que lograban estremecerme, nada comparado con ese beso que Julius me dio, y odio muchísimo admitirlo en un momento como ese.


— ¡Ah! — gemí al apartarme del beso por falta de aire, mientras un hilo de saliva mantenía mi lengua y la de Dawson conectadas. Él me miraba con deseo, pero con un deseo insaciable ligado con ira, esa expresión no me daba buena espina en absoluto.


— Apuesto a que ese imbécil no te besa tan rico, mírate, hasta las pupilas se te dilataron — dijo sujetando mis mejillas con fuerza.


— Robert... — susurré ahogadamente — No me hagas esto por favor... te lo ruego.


— Oírte rogar me tiene harto, Taylor — dijo para separar de forma brusca mis piernas y empezar a bajarme el pantalón — Te voy a follar mejor de lo que nunca te follará ese maldito.


— Robert—


— Sigue diciendo mi nombre así, solo logras excitarme más — dijo para bajarme el boxer también, dejándome totalmente desnudo frente a él — Un cuerpo tan bello... ¿cómo quien lo porta puede ser tan... — interrumpió sus palabras de repente, para verme fijamente a los ojos con seriedad, yo miré a otro lado mientras mi pecho subía y bajaba enloquecido, mi cuerpo realmente quería eso, pero mi pecho dolía con cada palabra y acción de él.


Miré de reojo cómo el señor Dawson se quitaba la ropa, su cuerpo era tan bello como siempre, mientras más lo veía más enamorado me sentía.


Alzó mis piernas de forma bastante dolorosa, me preocupó ese gesto de malicia en su rostro, como si añorara hacerme sufrir, más de lo que ya lo hacía de por sí.


Un desgarrador grito salió de mis labios al sentir cómo él me penetraba por completo de golpe, su palpitante miembro exploraba mi cuerpo sin si quiera esperar a que yo me acostumbrara a la sensación, y tal vez era por el tiempo sin coger, o porque prácticamente me estaba obligando a hacerlo, pero esa vez fue terriblemente dolorosa.


— ¡¡Agh, Robert, d-duele!! — grité arqueando la espalda, cada embestida era como si él tuviera intenciones de asesinarme, era tan sofocante.


— ¡¡Eso, grita mi nombre, grita mi nombre Taylor!! — dijo entrando cada vez más y más en mi cuerpo, juraría que jamás había ido tan profundo hasta ese momento; la cama se agitaba con cada vaivén suyo, y mi cuerpo entero sentía un dolor intenso cada que él se colocaba sobre mí.


— ¡¡Robert, p-por favor para, no aguanto!! — grité jadeando desesperadamente, él me tomó del cuello y empezó a apretarlo con fuerza, siendoles sincero, creí que iba a matarme.


— ¡¡¿No aguantas qué?!! ¡¡¿que sea yo el que te vuelve a coger?!! ¡¡¿que sea ese tipo del que no quieres volver a saber nada, el que te está haciendo gritar?!! — gruñó mientras miraba fijamente mis ojos, por culpa de la oscuridad de la habitación no lograba distinguir bien su cara, solo lograba ver lo azul de sus ojos, más oscuros y apagados que nunca.


Él seguía moviéndose como loco, sujetaba mi cuerpo y lo movía como si deseara acabar conmigo, tal vez en el fondo sí quería hacerlo; no crean que eso me estaba enloqueciendo de placer, mi cuerpo estaba excitado, sí, pero más era el dolor e incomodidad por no haberlo hecho en días y que, mi abstinencia acabase con una sesión de lo más tosca y ruda, y ni hablar del cóctel de emociones en mi pecho que no me dejaban gozar del momento, por más que yo me estaba esforzando en hacerlo.


Mi cuerpo empezaba a sentirse pesado, débil, y el dolor empezaba a acabarse, mejor dicho, empezaba a sentir adormecimiento en mi cuerpo, mientras yo solo sentía cómo Robert me acostaba boca abajo y seguía penetrándome como loco, mis caderas iban a dolerme mucho al día siguiente, de eso estaba seguro.



-


Después de eso, no recuerdo mucho, creo que me desmayé debido a la rudeza con la que Robert prácticamente me violó, ni la primera vez merecía tanto el mérito de tener dicho título, mi yo de hace mes y medio fue un tonto al creer que esa vez fue una violación, pero en mi defensa, mi yo de esa época no se esperaba vivir todo lo que vivió en esa época, y ni hablar de todo lo que he vivido al momento de narrarles esto.


Poco a poco mi cuerpo empezó a despertar, y con ello, llegó el horrible dolor, mi vientre dolía como si me hubieran golpeado para matarme, apenas y sentía las piernas de lo débiles que estaban. Abrí poco a poco mis ojos, detectando el suave aroma de café con tabaco, dándome a entender que yo no era el único en esa habitación.


Alcé levemente la mirada, mi visión seguía muy borrosa, pero pude distinguir una silueta sentada cerca de la cama, con la espalda apoyada en la silla y viendo a través de la ventana de la habitación, su cabello cubría su rostro, cosa que me hizo fruncir algo receloso el ceño.


— Al fin despiertas, empecé a creer que te había matado — dijo con aquella voz tan ronca y seria mientras daba una calada a su habano.


— Estuviste cerca — dije intentando levantarme, pero realmente el dolor no me lo permitía — Agh, m-mierda.


— Apuesto a que tu novio apenas y te toca como yo lo hice ayer — susurró sin siquiera voltear a verme, mis ojos se cristalizaron nuevamente, a causa del dolor y de las toscas palabras de él, empezaba a tener sentimientos negativos hacía la persona que amaba, y eso era horrible.


Con dificultad me senté al borde de la cama, tan solo sentarme era un dolor espantoso, tan solo pensar en todo lo que Robert pudo haberme hecho cuando me desmayé, me sentía terrible.


— Me largo de aquí — dije buscando con la mirada mi ropa. Él empezó a reír de forma tosca sin voltear a verme.


— No puedes ni sentarte, obviamente caminar será imposible.


— Gateare — dije para intentar levantarme, pero inevitablemente caí de forma brusca al suelo, mis piernas hormigueaban, era una sensación terrible.


— Qué idiota — escupió él de mala gana para levantarse de su asiento e ir hacía mí, sujetarme con fuerza y volver a azotarme a la cama, aún sin dejarme ver su cara por culpa de su hermosa cabellera negra.


— Agh — me quejé cuando él me azotó de tal forma — ¡¿Cuál es tu maldito problema?! ¡¡¿qué acaso me quieres matar?!!


— ¿Ya quieres irte conmigo? — murmuró con voz ronca mientras me daba la espalda y veía a otro lado, yo me quedé abrumado cuando me dijo ello.


— ... ¿Qué? ¿d-de qué estás hablando? — él volteó levemente para verme por encima del hombro, aún sin permitirme ver del todo su rostro.


— Me has demostrado que eres un masoquista que disfruta que lo traten mal, pues bien, yo empecé a tratarte mal... ¿es eso suficiente para que quieras irte conmigo? — sentí un nudo horrible formarse en mi garganta, las palabras de Robert eran toscas, pero en el fondo, ¿aún añoraba que yo me fuera con él? no estaba entendiendo nada en absoluto.


— ... De verdad no te entiendo — dije agachando la mirada, él chasqueó la lengua y caminó hacía una mesa donde había algo de comida — ¿Porqué volviste? — pregunté mirando cómo tomaba algo de pan tostado y lo colocaba en un plato pequeño.


— Tu padre no ha dejado de llamarme, no le cayó nada en gracia que me fuera sin cerrar un trato con él, es igual de caprichoso y egoísta que tú — miré a otro lado con molestia, mi pecho dolía con cada palabra que él me decía — Hugo también me llamó, me dijo que dejaste la universidad, y el señor Jones me dijo que rechazaste el dinero que te ofrecí.


— No me fui contigo, sería muy cínico de mi parte tomar tu dinero — dije agachando la cabeza sutilmente, sintiendo un horrible escalofrío al ver cómo las sábanas estaban manchadas con sangre.


— Mh, odio cuando te haces el digno.


— Trato de tener orgullo — murmuré de mala gana, él volteó para acercarse a la cama y dejar frente a mí el plato de comida, y acto seguido, tomó mi cuello y me dio un hambriento y tosco beso. Yo le empujé sutilmente limpiando mi boca con mi mano, él jadeaba pesadamente, pero seguía sin poder ver del todo su rostro — ¡¿Qué carajo te pasa?! ¡¿me insultas y dices odiarme, pero me besas y me... y me—


— ¿Te cojo? — preguntó de forma cínica — Pues, no tengo porqué darte explicaciones, no eres mi padre ni mi novio para pedirlas — dicho esto, caminó rumbo al baño de la habitación, gruñí con frustración mientras mis ojos empezaban a cristalizarse de nuevo, la rabia y la frustración inundaban mi garganta y hacían que doliera.


Me recosté con cuidado en la cama, no tenía apetito ni nada por el estilo, solo quería intentar dormir, aliviar el dolor de mi cuerpo y mi pecho descansando, tenía fé de que todo eso fuera una terrible pesadilla, y que al despertar, estaría acurrucado entre suaves sábanas de seda con Robert, en frente de una hermosa playa de ensueño, vaya que iba a decepcionarme al despertar y ver que todo en mi vida seguía igual de horrible.


-




Logré conciliar el sueño un rato, pero este fue interrumpido por culpa del molesto sonido de un celular cerca de la cama. Con desgane y algo adormilado me senté, el dolor seguía ahí latente, era un asco.


Tomé el celular y lo contesté, pero, por culpa del sueño no me di cuenta de un pequeño gran detalle, ese que contesté, no era mi teléfono, y no me di cuenta hasta que oí la voz de la persona al otro lado de la línea.


— ¿Hola?


— ¿Robert? — habló una mujer cuya voz se me hacía familiar, pero estaba demasiado abrumado por el sueño para reconocerla.


— No... — en ese momento fue que me di cuenta de que ese no era mi teléfono. Abrí mis ojos por completo, buscando por la habitación la silueta de ese odioso inglés, sin éxito alguno, parecía que él no estaba ahí.


— ¡¿Quién es?! — reclamó ella, yo empecé a entrar en pánico, sonaba realmente molesta.


— S-Soy...— rápidamente me callé cuando ella empezó a hablar.


— ¡¿Taylor?!


— S-Sí, ¿c-cómo has estado Yelena?


— ¡¿Qué haces tú con el celular de Robert?!


— N-Nada, él lo dejó en la habitación y-y se fue.


— ¡¿Pasaste la noche con él?! ¡¿acaso él te fue a buscar o fuiste tú el bastardo que después de rechazarlo lo sigue buscando?! — un nudo horrible se formó en mi garganta al oírla, obviamente Robert le dijo lo que pasó, y ella no estaba contenta con que el chico que rechazó a su amigo contestase su celular, siendo honestos, yo también me odiaba a mí mismo por eso.


— N-No... él fue quien me buscó, pe-pero te lo puedo explicar.


— ¡No quiero explicaciones de un desgraciado como tú! ¡¡¿tienes alguna maldita idea de lo que mi amigo ha sufrido por tu culpa?!! — Un horrible dolor se acentuó en mi pecho al oírla decir eso, pero una parte de mí, sentía que merecía esos insultos.


— Yo no quería hacerle daño a él, te lo juro — dije sintiendo cómo mi voz empezaba a quebrarse, vaya que yo era patético en esos días.


— ¡Tu palabra para mí ya no vale nada amigo, y odio tanto que Robert siga buscándote luego de lo que pasó! ¡tú no mereces a alguien tan maravilloso como él! — de nuevo, la frase "te mereces esto" apareció en mi mente, eran muy dolorosas las cosas que ella me decía, pero no le quitaban su razón.


Me agité al oír cómo alguien abría la puerta de la habitación, se trataba de Robert, quien al entrar, me miró de reojo de forma algo incrédula, pero noté que se preocupó un poco, tal vez porque yo estaba hablando por teléfono, y porque estaba empezando a llorar.


— ¿Quién es? — dijo acercándose a mí, debo aclarar que él seguía con la cara un poco tapada por su cabello, por lo que había algo en él que yo todavía no lograba distinguir, más adelante sabrán porqué hago tanto énfasis en ello.


— Y-Yo— antes de poder excusarme, él me quitó el teléfono y lo puso en su oído, empezando a hablar con Yelena, a juzgar por unos gestos que hizo, asumo que no fue nada agradable lo que ella le dijo.


— ¿Me llamas solo para reclamar, Yelena? — dijo apartándose de la cama y avanzando por la habitación mientras oía el teléfono — Perdóname pero que yo sepa no he pedido tu opinión, y sabes de sobra que no tolero que se metan en mi vida — dicho esto, pude ver cómo Robert colgaba el teléfono abruptamente y lo guardaba en su bolsillo — ¿Qué te dijo? — preguntó con voz seria, yo tragué en seco mirando a otro lado.


— ... Nada que no fuera cierto — susurré mientras tomaba la manta y me tapaba un poco con ella.


— ¿Te insultó mucho?


— ... Solo lo que merezco — él empezó a reír mientras me miraba de reojo.


— ¿Y se supone que estás intentando tener orgullo? — fruncí el ceño agachando la mirada, él seguía caminando por la habitación, su aura era extraña, no me inspiraba confianza — Tu amiga Mónica llamó anoche cuando te desmayaste.


— ¿Qué? ¿y-y qué dijo?


— Varias cosas — murmuró con cinismo mientras se acercaba a la cama, parándose frente a esta para observarme, me inquietaba que su cara no estaba totalmente descubierta para mí — No has comido nada, ¿verdad?


— No tengo apetito — dije recostándome con dificultad y mirando a otro lado — Menos apetito te da luego de que te violan.


— ¿Te duele lo que hice, o que fui yo quien lo hizo? — fruncí el ceño algo abrumado para verlo — Seguramente si lo hubiera hecho este tipo—


— ¡¡¿Vas a seguir con esa maldita estupidez?!! ¡¡creí que un hombre de tu edad sería mínimamente maduro, pero ya veo que solo eres un imbécil caprichoso y bipolar!!


— ¡¡¿Te atreves a insultarme, siendo tú el que se dejó meter la lengua por ese desgraciado?!! — gruñó tomándome de las mejillas y apretándolas con una sola mano — ¡¡¿Qué pasa, ahora dirás que miento al decir eso?!!!


— ¡¡No niego que él me besó, pero no fue bajo mi consentimiento!!


— ¡Jaj! ¡¿te estabas dejando devorar, y dices que no fue bajo tu consentimiento?!


— ¡¡No, porque yo ni siquiera quería que él me besara, menos al darme cuenta de...— callé mis palabras mientras las ganas de llorar abrumaban de golpe mi pecho, él me sacudió con fuerza al ver que guardaba silencio.


— ¡¡¿Darte cuenta de qué?!! ¡¡habla maldita sea!! — reclamó agitándome de forma tosca, yo aparté de forma brusca sus mano para recostarme dándole la espalda, y ocultándome bajo las mantas, varias lágrimas empezaron a brotar de mis ojos, no quería que él me viera llorar de esa forma, menos por la forma tan brusca en la que estaba actuando.


Mi sangre se heló al sentir cómo se acostaba detrás mío y se metía bajo las sábanas para empezar a apegarme a su cuerpo y manosearme sin una sola gota de recato o de sutileza, como ya era costumbre en él.


— Robert no — me quejé entre jadeos entrecortados — Me siento mal.


— Coopera y será rápido — dijo en mi oído mientras frotaba su bulto contra mis partes, gimiendo de forma que nunca lo había oído hacerlo, e irónicamente, me hizo excitarme.


Me extrañó darme cuenta de que Robert no me penetró, solo se frotaba contra mi intimidad, así como lo hicimos en la ducha hace un tiempo, pero igual me maltrataba apretando mis pezones y mordiendo mi cuello de forma brusca, luchaba por no llorar, pero me fue imposible no hacerlo.


— Ven acá — dijo para obligarme a voltear la mirada y besar sus labios, su boca exploraba cada rincón de la mía, mientras que varias lágrimas rodaban por mi rostro y mojaban la almohada sin más.


Él se apartó del beso por falta de aire, mirando fijamente mi rostro, yo luchaba por ver el suyo, pero estaba demasiado oscuro para distinguirlo de buena manera.


— ¿Ahora porqué mierda lloras? — reclamó con molestia.


— ... No es como que eso te importe — dije mirando a otro lado, él tomó mi barbilla y me forzó a verlo nuevamente, no quería llorar, pero no aguantaba más — ¿Porqué? ¿porqué haces esto? — susurré entre jadeos mientras mi voz se quebraba — ¿Qui-Quién mierda eres tú?


— ¿Te enoja que no sea ese imbécil que—


— ¡¡No!! — grité harto de oír sus palabras sin fundamento — ¡¡¿Quién carajo eres tú?!! tienes sus ojos... definitivamente tienes su aspecto, pero no actúas como él, no suenas como él, ¡¡ni siquiera te atreves a mirarme como él lo hacía!! dime por favor... ¡¡¿qué hiciste con el hombre al que amo?!! ¡¡porque él nunca me trataría de esta forma!! — él se quedó estático en cuanto dije eso, tal vez fueron mis palabras o mi evidente cara de sufrimiento y dolor, pero aquel hombre de ojos azules aflojó su brusco agarre, mientras un pesado suspiro salía de sus labios, los cuales noté extrañamente pálidos.


Empecé a temblar cuando él se acercó de nuevo a mi rostro, pero me tranquilicé al sentir un dulce beso en mi frente, al mismo tiempo que unas suaves caricias en mis mejillas; yo seguía sollozando ahogadamente, por más que intentaba detener mi llanto, me era imposible.


— Duerme un poco, debes descansar — dijo él para retirarse de encima mío y caminar hacía el baño de la habitación, yo le miraba irse, sin saber de qué forma reaccionar, o qué hacer, todo era demasiado extraño, ¿qué le estaba pasando? actuaba como un animal, pero al mismo tiempo, sentía que su calor y ternura seguían ahí dentro, lo sentí cuando me besó la frente, aunque no estaba seguro si realmente era eso, o solo era mi añoranza de volver a sentir la ternura del señor Dawson.



Continuará


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- Gema


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