39 - 'Herida Abierta'
— ¿Qué opinas de éste? — preguntó ella al salir del probador, llevaba puesto un vestido púrpura que casi dejaba expuestos sus enormes pechos, yo la miraba algo perdido, aún trataba de convencerme de en qué situación me encontraba, me sentía totalmente ido, y con Raquel había que tener cuidado, si decías algo sin querer, ella podía usarlo en tu contra sin dudarlo.
— Te queda bien — dije cruzándome de piernas.
— ¡Has dicho lo mismo de cada maldito vestido que me puse hasta ahora, Taylor!
— Perdón, es que todos son muy bonitos — dije alzando los hombros tratando de lucir iluso, ella me miró con seriedad para acercarse a mí y darme la espalda, me quedé algo confundido viendo su espalda.
— Bájame el cierre por favor — dijo recogiendo su cabello, hice lo que me pidió, notando con desagrado que mi hermana no llevaba brasier — ¿Te digo una cosa, Ty? si no te conociera, diría que me tienes envidia.
— ¿De nuevo con eso? — dije de mala gana.
— No lo sé, llevas todo el día bastante serio, más de lo normal, siento que te incomoda tener que verme comprar vestidos.
— ¿Eso por qué habría de incomodarme?
— No lo sé, siempre creí que odiabas ser hombre — le miré algo estresado cuando ella dijo eso, evidentemente mi cuerpo me desagradaba, pero no por ser hombre, sino por ser uno poco atractivo (a mis ojos) si había un cuerpo que no envidiaba, era el de la mujer.
— ¿Enserio crees que envidiaría menstruar y que un imbécil me pueda embarazar y luego olvidarse de mí? no gracias, con tener pene estoy bien — dije de forma ácida para apartarme de ella y acercarme a un estante donde había más vestidos, ella se me acercó cruzándose de brazos.
— Mh, ¿seguro Ty?
— Muy seguro — respondí mientras buscaba en aquel estante, ella bufó algo cínica para palmear mi hombro sutilmente.
— Ni modo, tendré que llevarme este, ya hemos perdido mucho tiempo, si me tardo más papá va a matarme.
— Como digas — comenté alzando mis hombros.
— ¿Tú vas conmigo, verdad? — preguntó caminando de vuelta al vestidor.
— ¿Estás loca? el viejo odia tenerme cerca, sobre todo para asuntos de "su empresa".
— Tengo entendido que Dawson quiere que todos los que tienen parte en la empresa se involucren, esa es la excusa que tiene papá para que esté encima de él.
— Con razón — murmuré de mala gana cruzándome de brazos.
— ¿Qué dices?
— ¡Con jamón, quiero comer algo con jamón! — dije tratando de desviar su atención, maldecía mi evidente debilidad cuando alguien nombraba al señor Dawson, estar enamorado es tan odioso.
— Bueno, podemos comer algo con jamón cuando termine la reunión, ¿qué opinas?
— No iré a esa estúpida reunión, Raquel, no quiero que el viejo se desquite conmigo.
— ¿Es eso o no quieres que Dawson te vuelva a intimidar? — mis mejillas enrojecieron en cuanto escuché eso, al mismo tiempo que me abrumaba completamente lo que ella me decía.
— ¿Qué dices?
— Ay Taylor no te hagas el imbécil — mencionó asomándose sutilmente — ¿Se te olvida que estaba contigo en la universidad cuando Dawson llegó y se te quedó viendo como si fueras un jugoso filete?
— No exageres — dije mirando a otro lado, luchaba por no sonrojarme, pero en verdad recordar esa forma en que Robert me veía, y pensar que probablemente en ese instante me estaba imaginando desnudo y gimiendo, me hicieron sentir mi cuerpo caliente y mi corazón doloroso.
— Jaj, sí como no — dijo para volver a entrar al vestidor — Para serte franca, creí que Dawson era gay, la forma en que te veía no era normal, y aún me parece extraño, pero por lo que he oído, él es heterosexual.
— No me parece raro — murmuré tratando de no decir algo que pudiera comprometerme, aunque en mi mente resonaba la frase "tan heterosexual que se cogía a tu hermano", pero pensar en eso solo me hacía sentir peor, debía dejar de pensar en Robert y yo, pero era imposible, él me hizo totalmente dependiente suyo, y eso hacía que me doliera aún más que me haya abandonado, por más culpa mía que fuera.
-
Salí junto a Raquel de aquella tienda, seguía perdido en mis pensamientos, prefería eso a prestar atención cuando Raquel decía que Robert era muy atractivo, y que le gustaría revolcarse con él, me repugna tanto recordar ese momento.
— Enserio hermanito, un hombre así debe saber cómo moverse en la cama — dijo ella maliciosamente, ya era costumbre que Raquel me contara sus "hazañas" sexuales, pero esa en particular hacía que mi estómago se retorciera.
— ¿Cómo estás tan segura? capáz y lo tiene pequeño — dije tratando de sonar indiferente, pero me costaba mucho no reaccionar de forma tan evidente cuando de Robert y su miembro se trataba.
— Jaj, lo dudo muchísimo, he oído que los Ingleses vienen muy bien equipados — afirmó sonriendo mientras llegábamos a su auto, subí junto a ella mientras en mi mente rebotaba la frase "y que lo digas" — De cualquier forma, me guste o no debo meterme a la cama con él, sino papá va a matarme.
— Es odioso ¿no? que ese viejo de mierda te use a su favor, cuando jamás en la vida le importaste.
— Amaría ser orgullosa, hermanito, pero necesito el dinero — comentó ella mientras empezaba a conducir — Sé que si tú estuvieras en mi situación harías lo mismo.
— Jaj, prefiero freír papas en McDonald's el resto de mi vida a ser un monigote del viejo igual que Roger — escupí de mala gana mientras me cruzaba de brazos.
— Más rápido cae un hablador que un cojo, hermanito — me advirtió mientras conducía con calma, rodé mis ojos de mala gana al oírle, definitivamente prefería la muerte antes que ser esclavo de ese viejo odioso, y hoy en día, siendo un adulto que ha vivido de todo, sigo pensando lo mismo.
Me alertó sentir mi celular vibrando, mi pecho se agitó al pensar que probablemente se trataba del señor Dawson, pero mis esperanzas murieron de inmediato al ver que se trataba de la asistente del viejo.
— "Presentate en el despacho de la empresa de tu padre en media hora, Dawson solicitó que estés presente" — mis mejillas se ruborizaron bastante cuando leí aquello en voz alta.
— Te lo dije — comentó Raquel — Papá está forzado a involucrarnos.
— P-Pero— solté un leve jadeo bastante nervioso, sabía que Robert no quería demostrar que era mi pareja frente a mi padre, pero igual que solicitara verme, hacía que mi pecho latiera con fuerza, me brindaba una esperanza que yo me esforzaba por no dejar morir.
— Cálmate, puedes pedirle a Roger que te preste algo de ropa.
— ¿Estás loca? Roger nunca me prestaría ropa, cree que tengo peste o algo por el estilo — dije de mala gana mientras miraba a través de la ventana cómo el cielo empezaba a nublarse, parecía que iba a llover esa tarde.
— Bueno, ya veremos qué usarás — comentó ella mientras seguía conduciendo con cuidado, yo asentí mientras sacaba mis audífonos y me disponía a poner algo de música para bajarme los nervios, aunque era inútil, cada bella canción de mi biblioteca, me recordaba a mi romance fallido con el señor Dawson, era como ponerme yo mismo sal en una herida abierta.
-
Luego de ir hasta la casa de Raquel y de cambiarnos, fuimos a las oficinas Atwood, lugar donde trabajaban mi padre y mi hermano, y donde trabajaría yo si mi padre no fuera un cretino infeliz.
Entramos al edificio algo apresurados, yo llevaba puestos unos jeans y una camisa que me prestó Raquel, al parecer era de su padrastro o algo así me dijo ella, yo estaba demasiado abrumado para prestarle atención.
— ¡¿Dónde estaban?! — reclamó Roger al vernos llegar — ¡¿Saben la hora que es?!
— Llegamos a tiempo Rog, relájate — dijo Raquel palmeando su hombro — Si sigues sufriendo tanto te saldrán arrugas.
— No te he dado la confianza suficiente para hablarme como si fuéramos amigos — dijo de forma incrédula mientras retiraba la mano ajena de su hombro, me miró de arriba a abajo con cinismo — Y tú, no sé ni porqué Dawson insiste tanto en que estés presente.
— ¿Qué puedo decir? A mí tampoco me agrada estar aquí y tener que verles la cara a ti y a tu papito, Roger, pero no tengo opción — escupí de mala gana mientras me cruzaba de brazos.
— ¡Al fin aparecen! — clamó la odiosa voz del viejo mientras se acercaba hacía nosotros — ¡Entren rápido, la reunión está a punto de empezar!
— ¿Y-Y el señor Dawson ya llegó? — pregunté mirando a los lados.
— Debe estar por llegar — el viejo sujetó mi brazo y el de Raquel con fuerza — ¡Tienen prohibido abrir la boca! ¡si alguno de ustedes hace o dice alguna tontería, voy a encargarme de hacer sus vidas miserables!
— ¿Más? — pregunté de forma incrédula, Raquel me miró de reojo con seriedad, y pude notar que el viejo estuvo a punto de abofetearme, pero al ver que una gente pasaba por el pasillo, se detuvo.
— Entremos ya, después hablaré contigo seriamente — amenazó mientras me señalaba con el dedo índice, yo bufé incrédulo para entrar junto a ellos a una sala de conferencias enorme, con bellos ventanales que dejaban ver el horrible clima que se dibujaba afuera, la imágen de Robert empapado por la lluvia apareció en mi mente, me dió algo de ternura y se me hizo algo sexy, maldije tanto esa manía de relacionar todo con el señor Dawson.
Nos sentamos en aquella larga mesa, yo miraba embobado hacía la puerta principal, aguardando a que el hombre que amaba entrara por ahí para besarme, abrazarme, y nunca más soltarme; mi pecho latía con fuerza, estaba muy nervioso, pero afortunadamente lograba disimularlo con una expresión de fastidio, toda mi familia creía que estaba ahí por obligación, me convenía que pensaran eso.
Todos callamos al oír la puerta abrirse repentinamente, mi respiración casi se detuvo cuando la escuché, moría por ver esos hermosos ojos azules, aunque mi sorpresa fue chocar con un par de piedras verdes en lugar de azules.
— Buenas tardes señores, lamento mucho haberlos hecho esperar — habló aquel hombre de edad un poco avanzada mientras se acercaba a la mesa, yo lo conocía, fue el hombre que fue a recogerme el día que Robert tuvo su cita con Yelena, pero ¿qué hacía él ahí? y lo más importante, ¿dónde estaba el hombre al que quería ver?
— ¿Dónde está el señor Dawson? — preguntó el viejo en un tono algo tosco y severo.
— El señor Dawson me ha pedido que me disculpe con ustedes de parte suya, pero no pudo presentarse hoy debido a que tenía asuntos importantes que resolver en Inglaterra, por lo que ha tenido que viajar esta mañana para allá, y en su lugar seré yo quien represente a las oficinas Dawson el día de hoy — un agudo dolor inundó mi ser al escuchar eso, luchaba por disimular mi expresión de dolor, afortunadamente el viejo estaba demasiado enfocado en sus asuntos como para prestarme atención a mí.
— Esto me parece una terrible falta de respeto — reclamó el viejo golpeando la mesa con fuerza — ¡Es muy grosero y poco ético de parte del señor Dawson enviar a un tercero a verme para hablar de negocios, creí que él era hombre de palabra!
— Lo es, señor Atwood, pero me temo que los asuntos a tratar en Inglaterra eran demasiado serios para postergarlos, el señor Dawson planeaba asistir en persona esta reunión, pero esto lo tomó totalmente por sorpresa — mi respiración estaba tan tensa que creí que estaba sufriendo un infarto o algo por el estilo.
Cubrí mi boca con mi mano mientras oía las quejas y reclamos del viejo, saber que él finalmente se marchó, y no me había si quiera enviado un mensaje para despedirse, me estaba matando.
— Pues tendrá que disculparme señor, pero yo no trataré nada referente a nuestro acuerdo con alguien que no sea el señor Dawson — reclamó el viejo colocándose de pie.
— Señor Atwood, sepa que soy el portavoz de los deseos del señor Dawson, además de ser su mano derecha, y una de las personas con más control y poder en la empresa Dawson.
— ¡He dicho que hablaré solamente con Robert, punto! — gritó el viejo de forma histérica, me sorprendía lo ridículo que se veía, no pretendía disimular su forma tan tonta de reaccionar, ni yo que era su pareja actuaba de esa forma, me abrumaba mucho, y me dejaba en claro lo ridículo que era mi señor padre.
— Pues si eso piensa, lo lamento señor Atwood — dijo calmadamente aquel señor mientras se levantaba de su asiento igualmente.
— ¿Cuándo volverá Robert? — preguntó de mala gana.
— El señor Dawson no volverá a América pronto, tiene demasiado trabajo atrasado en Londres, fue por eso que me pidió informarle lo que decidió — me dolía oír que Robert no volvería, maldije mi propio nombre para mis adentros mientras observaba al viejo apartarse de la mesa y caminar furioso hacía la puerta.
— Qué pérdida de tiempo — escupió de mala gana mientras caminaba hacía la puerta, seguido por Roger y por Raquel.
Yo fui el último en levantarme de la mesa, no quería apresurar mi paso, ya que sentía que estaba a punto de romper en llanto, y no quería que ellos me vieran de tal forma; cuando me dispuse a irme, escuché a alguien pronunciar mi nombre.
— Señor Taylor — dijo aquel señor de forma amable y calmada, voltee a verlo mientras limpiaba una pequeña lágrima que bajaba por mi mejilla.
— ¿Sí? — pregunté acercándome a él, dicho señor metió su mano en su bolsillo y de este, sacó un fajo de billetes para ofrecermelo, cosa que me dejó muy consternado.
— El señor Dawson me pidió que le dijera, que no se preocupe por su colegiatura, él la seguirá pagando, al igual que cualquier cosa que necesite costear, cuando necesite dinero no dude en venir, aquí se le dará todo el que necesite — dichas palabras hicieron que mi garganta se cerrara, ¿aún cuando me dejó claro que no volvería a verlo, me ofrecía ayudarme? no entendía nada, solo sabía que era el tipo de cosas tan generosas que me hacían adorar, y al mismo tiempo odiar a Robert.
Alejé el fajo de billetes empujando sutilmente la mano del hombre con la mía, provocando que él me mirara confundido.
— Agradezco el gesto, señor, pero por favor dígale al señor Dawson que esto no es necesario — dije con la voz entrecortada, las acciones de Robert me dolían muchísimo.
— Señor Taylor, me temo que debo insistir, el señor Dawson se fue muy preocupado por usted.
— Mh, ¿en verdad? — bufé de forma incrédula mientras miraba a otro lado — Oiga, no sé si usted está al tanto de mi situación con el señor Dawson, pero lo que pasó entre nosotros no le da el derecho a él de actuar como mi padre y querer pagarme todo por lástima.
— Señor Taylor—
— Aceptaré la colegiatura escolar, pero ni un centavo más — dicho esto, me di vuelta y me fui hacía la puerta de aquel lugar, me avergonzaba ser tan cretino, pero realmente odiaba la actitud de Robert, "no quiero volver a verte, pero te haré ir a mi empresa casi siempre y hacerte imposible olvidarme, porque ya te es difícil olvidarme, pero esto siempre hará que esté presente en tu vida", entendía que se preocupaba por mí, pero no quería ser una sanguijuela en su vida, no accedí a vivir con él, obviamente no iba a acceder a que me diera dinero, y si accedí a quedarme con la colegiatura, fue solamente porque sabía que él se enojaría mucho si no lo hacía, era lo único que quería que conservara, y fue lo primero a lo que renuncié cuando él se fue.
Al salir de la sala de juntas, fui rumbo a los sanitarios, conocía bien dicho edificio, no por gusto, el viejo me hacía ir cuando era más jóven, solo porque mamá lo obligaba.
Al entrar, abrí una de las llaves y me dispuse a lavarme la cara, ya no podía retener las lágrimas, mucho menos después de saber las intenciones del señor Dawson, era muy caballeroso, algo típico de él, ofrecer la otra mejilla a pesar de que la gente siempre quería verle la cara de idiota, siendo yo la persona principal que jugó con él, eso solo me hacía sentir peor.
Alcé la mirada con pesar, viendo mis ojos enrojecidos y mis pómulos levemente hinchados, verme al espejo era horrible, no por mi aspecto físico arruinado, sino por ver de frente a la persona responsable de mi sufrimiento, y el de Robert.
— Te odio tanto — susurré mientras apretaba mis puños con fuerza, empezaba a perder un poco el sentido común, de por sí nunca me consideré "normal", pero mi ruptura con Dawson solo empeoraba mi salud emocional.
— ¿Taylor? — escuché una voz femenina hablarme de repente, cosa que me alertó demasiado, y más me alertó reconocer dicha voz, y saber de quién se trataba.
— ¿Qué haces aquí? — pregunté de mala gana mientras volteaba de reojo y volvía a lavarme la cara — La puerta dice "hombres" hermanita.
— Noté que te quedaste hablando con el hombre mano derecha de Dawson — mi sangre se heló al oírle, solo proseguí limpiando mis lágrimas sin más — Taylor, ¿está todo bien? ¿porqué estás llorando?
— ¿Papá vió que hablaba con él?
— No, está demasiado ocupado tirándole pestes a Dawson por verle la cara de idiota.
— Menos mal, no quiero sermones de su parte — dije luchando porque no se notara que mi voz empezaba a quebrarse.
— ¿Taylor qué quería ese hombre contigo? — insistió Raquel, logrando que yo volteara a verla con seriedad.
— ¿A ti qué te interesa? es más, ¿porqué te importa lo que me pasa? en veinte años solo me has tratado por conveniencia, eres igual que Roger en ese aspecto, ¡les doy igual! — escupí de mala gana mientras varias lágrimas empezaban a rodar por mis mejillas.
— ¿Ty? — preguntó ella totalmente abrumada.
— ¡Lo que ese hombre quería conmigo no te concierne ni a ti, ni a nadie! ¡ni a él mismo le concierne, porque yo no tengo nada que hablar con alguien que no sea ese maldito Inglés que nos vió la cara a todos! ¡a todos nos vió la cara de imbéciles, no solo a tu papito! ¡y si crees que un vestido púrpura será suficiente para cogertelo pues buena suerte hermanita, pero Dawson está harto de ver tetas, su mejor amiga tiene tetas más grandes que las tuyas y en vez de gustarle le aburren! — exclamé lleno de cinismo, empezando a hablar de más sin darme cuenta, estaba demasiado abrumado — ¡¿Pero quién sabe?! ese maldito tiene fijación por los Atwood, así que tal vez sí le gustes, y tal vez te ofrezca irte a vivir con él a Londres, ¡¡¡y tal vez tú sí te animes a irte y no tengas que ver cómo se larga sin si quiera mandarte un maldito mensaje de despedida, ni tampoco tendrás que tolerar que quiera hacerse el santo benefactor pagándote la universidad y dándote dinero como si eso fuera suficiente forma de perdonarlo por haberte abandonado como a un maldito trapo viejo!!!
Raquel me miraba totalmente abrumada sin saber qué responder ante todo lo que dije, yo jadeaba mientras varias lágrimas bajaban por mis mejillas.
Al darme cuenta de todo lo que dije, aparté a Raquel y salí casi corriendo de aquel sanitario, ya ni siquiera sabía lo que estaba haciendo, quería huir, desaparecer, que nadie volviera a verme en la vida, mi pecho dolía como nunca, y en mi mente solo podía pensar en una cosa, en aquel Inglés que me abandonó sin siquiera avisar.
Continuará
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- Gema
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