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36 - 'Dolor'


— Taylor — escuché un suave susurró pronunciar mi nombre, era una voz perfectamente conocida para mí, aunque no estaba 100% consciente, mi corazón se sintió pleno cuando lo primero que escuché en la mañana, fue esa voz.


— ¿Mgh? — bufé mientras empezaba a despertarme poco a poco, estaba envuelto en unas sábanas blancas sumamente suaves, mis ojos pesaban, y mi cabeza retumbaba de forma asquerosa, odio tanto tener resaca.


Abrí mis ojos con pesadez, viendo de inmediato a mi novio sentado a mi lado, jugando con mi cabello y sonriéndome con ternura, me veía como si fuera la cosa más hermosa del mundo, hecho que me hacía sentir bastante abrumado e incómodo, porque a diferencia de lo que Robert sentía, yo no me consideraba hermoso, ni siquiera atractivo.


— Mgh, mi cabeza... — me quejé sentándome en la cama y pasando ambas manos por mi rostro — ¿Qué hora es?


— Las seis de la mañana — murmuró para tomar mis hombros y besarme hambrientamente — Te advertí que esto pasaría.


— Nunca volveré a beber en mi vida — dije mientras posaba ambas manos en mi rostro — Siento que voy a morir.


— Cálmate, un café cargado te va a ayudar — comentó mientras se paraba de la cama y avanzaba hacía una mesita donde había café y otras cosas de comer.


— ¿A qué hora me dormí? lo último que recuerdo es... — Un leve rubor llegó a mis mejillas al recordar ese momento donde Robert empezó a masturbarme para aliviar mi líbido.


— Te quedaste dormido después de que te hice venirte — explicó mientras servía una taza de café — Estabas bastante tenso, caíste muerto después de eso.


— Sí ya... ya me acordé — dije algo apenado mientras observaba cómo Robert avanzaba hacía mí, me sentía algo nervioso todavía, estaba consciente de que había dicho una tontería, y pese a que Robert dijo que no le importaba, sabía que en el fondo sí debía de afectarle mi excesiva honestidad.


— Ten — comentó entregándome con cuidado el café — Bébelo rápido, debes ducharte para ir con tu profesor.


— Claro... — dije mientras daba un sorbo a aquella bebida sumamente amarga — Por cierto, ¿cómo te fue ayer con el profesor Andrews?


— Muy bien, le pedí disculpas de nuevo por tu actitud, le interrogué un poco sobre ese profesor con el que vas a verte, no me dijo nada de lo que deba preocuparme, pero igual no quiero que tenga confianza de más contigo ¿está claro?


— Entendido — dije asintiendo — Y, ¿el profesor Andrews sabe que tú y yo—


— No — respondió interrumpiendo mis palabras — Le insistí que éramos parientes, no quiero sermones de "no es bueno que estés con un chico tan jóven" y todo eso, con el sermón que me dará mi hermana tengo más que suficiente.


— ¿Tu hermana?


— Así es — dijo cruzándose de brazos y suspirando — Alice siempre ha sido un tanto celosa conmigo, cada pareja que he tenido la ha cuestionado e interrogado por periodos de tiempo prolongados, para ella nadie es digno de salir con su hermano.


— Genial — dije con ironía sujetando la taza de café, eso era justo lo que necesitaba para empeorar mi ansiedad, la desaprobación de la familia de Robert, constante cuestionamiento, y gente que no iba a dejar pasar que yo era un chiquillo inseguro y bipolar que probablemente solo jugaba con su hermano, si antes tenía miedo de ir a Londres, ahora la idea me aterraba.


— Sí, más presión, lamento ponerte en esta situación — comentó él en un tono de voz que me erizó la piel, sonaba serio, con un ligero aire de decepción, al mismo tiempo que se daba vuelta y caminaba hacía el baño de la habitación, mi respiración se agitó muchísimo al notar esto — Date prisa o llegarás tarde.


— S-Sí — dije al verlo entrar al baño y cerrar la puerta con seguro. Dejé el café en la mesa de noche y pasé ambas manos por mi rostro, me estaba empezando a sentir más ahogado de lo habitual, sabía que tarde o temprano mi actitud hartaría a Robert, y la sensación era peor de lo que había imaginado.


Luego de tomar mi café, avancé al baño para tocar la puerta un par de veces, oía el agua de la ducha caer desde hace rato, obviamente Robert decidió ducharse sin mí, cosa que me hacía sentir peor de lo que ya estaba de por sí.


— ¿Puedo entrar? — dije casi con la voz entrecortada, él se quedó callado, no dijo nada, solo cerró la llave del baño y se quedó otro rato ahí sin decirme nada, hasta que finalmente abrió la puerta, con una toalla alrededor de su cintura y usando otra para secarse el cabello.


— Lo siento, me lavaba el cabello — explicó mientras se apartaba de la puerta del baño, ignorando mi presencia casi por completo. Tragué en seco para voltear a verlo con seriedad.


— Creí que ibas a esperarme.


— No tenemos tiempo para jugar a los lujuriosos, tienes que ir a clases y yo a trabajar — respondió en seco mientras buscaba en el clóset algo de ropa para ponerse, un pesado suspiro salió de mis labios al oírle, era muy claro lo que estaba pasando.


Entré al baño azotando la puerta detrás de mí, empezando a quitarme la poca ropa que tenía mientras sacudía mi cuerpo en un arrebato de rabia y frustración, no saben el odio que me tenía en ese jodido instante.


— ¡¡Puedo jugar tu maldito juego si es eso lo que quieres!! — grité lleno de frustración mientras entraba a la ducha para bañarme, mi cabeza era un mar de estrés y frustración, al igual que era el hogar de una espantosa migraña que me hacía sentir que moriría en ese instante. Me alertó oír cómo Robert empezó a tocar la puerta de repente, por lo que cerré la llave y caminé a la puerta, totalmente desnudo y empapado, mojando todo el piso por el que caminaba.


Al abrir la puerta, él me miró con severidad.


— ¡¿Porqué gritas de esa forma?!


— ¡Discúlpame, no sabía que podía hacer todo un escándalo durante el sexo, pero a parte de eso no puedo hacer ningún maldito ruido!


— ¡¿Porqué debes ser tan infantil?!


— ¡¿Y tú por qué debes actuar como un desgraciado?! — reclamé empujándolo para apartarme de él y caminar a la cama donde estaba mi ropa de ayer.


— ¿Irás a clases con la misma ropa de ayer?


— ¡No eres mi padre para querer mandar en mi vida!


— ¡¿Quieres que sea tu padre, que te golpee y te trate mal porque sí?!


— Jaj, ¡creeme amigo, solo te falta golpearme para parecerte a mi padre! — empecé a temblar un poco cuando él me jaló del brazo y me forzó a verlo fijamente a los ojos, sus ojos se notaban más severos de lo habitual, ¿qué nos estábamos haciendo?


— ¡¿Te atreves a decirme eso, Taylor?! ¡¿después de todo lo que he hecho por ti?!


— ¡Suéltame cretino! — dije safándome de su agarre — ¡Vete a tu maldito trabajo, yo me voy solo a la universidad!


— ¡Jaj! ¡¿quieres irte solo con ese tipo para que intente propasarse contigo?!


— ¡No todos los hombres del mundo son gays señor Dawson! además, ¿qué diferencia habría? ¡usted hizo lo mismo conmigo y henos aquí! — empecé a vestirme de forma brusca, quería llorar, me dolía lo que estaba pasando, lo que él decía, lo que yo decía, pero ya había actuado demasiado débil el día de ayer.


— ¿Eso es lo que piensas? — repitió acercándose a mí para tomar mis brazos con fuerza y sacudirme un poco, yo le miraba con seriedad, luchando por no llorar — ¿Qué pasó con el sujeto que lloraba ayer porque no quería que lo dejara solo? — tragué en seco mientras inhalaba con pesadez, intenté zafarme de nuevo de ese brusco agarre, pero por más que luchaba, Robert era más fuerte que yo — Dime algo, ¿porqué te callas, enserio piensas todo eso de mí?


— ... ¿Cómo puedes creer eso? — susurré agachando la mirada.


— Dijiste que siempre fuiste honesto conmigo, ¿entonces eso también fue verdad?


— ¡Decir cosas estando enojado no implica que sean verdad! — reclamé tratando nuevamente de zafarme.


— ¡¿Y porqué estás tan enojado, maldita sea?!


— ¡¡Porque odio que me trates así!! — grité de forma tosca — ¡¡Odio que me ignores, que actúes con indiferencia, pero lo que más odio es que sé perfectamente que merezco que me trates así!! — exclamé mientras mi respiración se agitaba bastante, él me miró apenado, tomó aire para soltarme de su agarre y empezar a caminar por la habitación agachando la mirada, su lenguaje corporal me preocupaba, sentía que algo no estaba bien, y efectivamente, no lo estaba.


— Tus palabras y acciones me tienen muy abrumado — explicó — Lamento si he sido demasiado indiferente, prefiero mostrarme así, a dedicarte una mirada de enojo o de rencor.


— ... ¿Aunque lo merezca? — dije mientras lo observaba con detenimiento.


— Sí, aunque lo merezcas — aclaró sin titubear, me sentí terrible cuando me dijo eso — Pese a nuestros inconvenientes, no pienso ocultar que te tengo muchísimo afecto, pero ni todo el amor del mundo me hace ser indiferente ante algo que me disguste.


— Lo entiendo perfectamente — dije mientras tomaba una gran bocanada de aire.


— Escucha, sé que dije que esperaría hasta el viernes por una respuesta, pero no dejan de llamarme de Londres, me necesitan con urgencia, ya no puedo retrasar más mi viaje Taylor, por más que desee hacerlo, el patrimonio de mi familia está en juego.


— Lo entiendo — dije mientras me sentaba en la cama con cuidado — Has perdido demasiado tiempo por mi culpa — mi pecho dolía, y más empezó a doler cuando dije lo siguiente — No es justo que sigas perdiendo tiempo, tu empresa te necesita, y cada día solo peleamos más y más por culpa del viaje, ya es hora de que le ponga un fin a esto.


— ¿Tomarás una decisión?


— No exactamente... — susurré agachando la mirada, no quería ver a Robert, no mientras estaba a punto de decir eso — ... Deberías irte sin mí, Robert, al menos mientras decido qué hacer.


— ... ¿Lo estás diciendo enserio, Taylor?


— Muy en serio — un nudo horrible se formó en mi garganta, decir eso me estaba costando más de lo que creía.


— ¿Pretendes que me vaya y espere allá a que me des una respuesta concisa? ¡ayer te iba a dejar en tu casa y me rogaste que te trajera conmigo!


— ¡No es lo mismo! — reclamé con la voz entrecortada — Entiende que venir aquí a tu hotel, e irme a otro país, son cosas muy diferentes, no quiero dejarte, pero no es justo que te siga haciendo esto.


— ... Debí imaginar que no querrías irte conmigo, desde el principio me di cuenta, no sé porqué dejé que le dieras tantas largas a todo esto si ya esperaba una negativa de tu parte.


— ¡No quiero estar sin ti! pero date cuenta Robert... no puedo solo—


— ¡¿No puedes qué?! ¡¿hacer una vida mejor de la miserable vida que tienes aquí donde te golpean y humillan?! creí que solo eras masoquista en la cama, pero veo que lo eres completamente, lamento si yo no comparto tu sentir, pero yo sí tengo orgullo de sobra Taylor.


— ¡Entiéndeme por favor Robert!


— ¡He luchado por entenderte, por ponerme en tu lugar! ¡¿pero tú te has esforzado siquiera por ponerte en el mío?! — mis ojos se cristalizaron en cuanto él dijo eso, cada palabra suya me dolía como nunca, dolían mucho más que cada golpe que el viejo me había dado hasta ahora.


Robert me miraba con decepción, esa mirada me mataba, ¿cómo esos bellos ojos que me miraban fascinados, ahora me miraban casi con desprecio, como si hubiera jugado con ellos? Tal vez en el fondo lo hice, usaba a Robert para llenar mi vida de paz, mientras la de él se llenaba de discordia, él tenía todo en Londres, su carrera, su familia, ¿qué tenía en América? a un chico tonto que ni siquiera podía decirle "te amo" sin haber hecho alguna idiotez de por medio, él tenía razón al odiarme de tal forma, estaba actuando como un egoísta.


— ¿Entonces ya has tomado tu decisión? — preguntó cruzándose de brazos, agaché la mirada mientras mi pecho latía con fuerza de forma muy dolorosa. Asentí sin siquiera alzar la mirada, quería levantarme, pero mis piernas no tenían la suficiente fuerza, sentí que había arruinado mi vida por completo.


Me heló escuchar cómo el señor Dawson chasqueaba la lengua, avanzó hacía la mesa donde estaban mis cosas, tomó mi mochila y caminó hacía mí para tenderme la mano.


— Vamos, te pediré un taxi — dijo sin más, mientras me miraba atentamente con indiferencia, yo sentía que me iba a infartar del dolor en el pecho, y él no parecía mostrar otra cosa que no fuera molestia e indiferencia, ¿realmente le dolía que no me fuera con él, o no era tan dependiente de mí como yo creía?


Tomé su mano mientras mi cuerpo entero temblaba, me levanté de la cama sintiendo que dejaba mi hogar para irme lejos, creo que no hace falta decir lo irónico de mi metáfora. Miré a Robert a los ojos en ese instante, ellos no brillaban como siempre, me miraban con molestia, como si tenerme frente a ellos ya no les diera motivos para alegrarse, ¿y a quién? había jugado con Robert y con su tiempo, como todo un bastardo caprichoso.


— Robert — susurré tomándolo de las mejillas — No creas que hago esto porque no te quiera, por favor creeme... yo...


— ¿Tú qué, me amas? adelante, dilo, para poder librarte del problema y lograr que yo venga a cogerte, y luego seguir actuando como siempre, como el perfecto manipulador que eres — una lágrima empezó a rodar por mi mejilla, odié tanto que lo hiciera, me mataba lucir vulnerable, débil, pero ¿qué esperaban que hiciera? Eso me estaba doliendo, me estaba matando — Solo dices "te amo" a conveniencia, solo cuando todo te está saliendo mal.


— No digas eso por favor, yo jamás he jugado contigo.


— Siempre lo has hecho, nadie con una vida tan asquerosa como la tuya querría quedarse en ella, menos teniendo la oportunidad de rehacer una nueva vida, no entiendo para nada tu actitud Taylor, pero me estoy cansando — murmuró para darme la espalda y caminar a la puerta de la habitación, abrió esta misma para salir, esperando afuera a que yo hiciera lo mismo, solo me quedó ceder, no había nada que hacer, hice lo que tanto temía, arruiné todo, Robert ya no me amaba, y si lo hacía, prefería ignorarlo, porque a diferencia mía, él sí tenía orgullo, y de sobra.


Bajamos al recibidor de aquel hotel, las personas transitaban tranquilas, mientras yo luchaba por no quebrarme en público, no llorar ya era difícil, no hincarme a los pies del señor Dawson era una tortura, juro que no sé cómo él podía actuar tan natural.


Estiró su mano para llamar a un taxi, uno se detuvo frente a nosotros, el señor Dawson le indicaba adónde debía ir, mientras yo lo detallaba con pesadez, como si esa fuera la última vez que lo vería.


Me helé al ver cómo se acercaba hacía mí para meter la mano en su bolsillo, sacó un fajo de billetes y lo puso ante mí, mientras me miraba con seriedad, esa seriedad que tanto me mataba.


— No quiero eso — dije sacudiendo mi cabeza.


— Tómalo, no quiero que creas que te usé, o que no me importas, y la única forma que tengo por ahora de demostrar eso es así — mi mano empezó a temblar, no quería aceptar ese dinero, a pesar de que realmente lo necesitaba.


Tomé con cuidado ese fajo de billetes y lo metí en mi bolsillo, Robert me miraba atentamente, aún con semblante serio, apenas y movía el cuello para hablar.


— ¿Cuándo te vas? — pregunté con la voz apagada.


— No lo sé, tal vez mañana o pasado, debo irme lo más pronto posible.


— ... ¿Tienes planeado un viaje a América próximamente? — él miró a otro lado con seriedad, me dolía verlo así.


— No — dijo en seco, sin algún tipo de medio para suavizar sus palabras.


— ... Si yo cambiara de opinión... ¿podrías—


— No puedo venir por ti — respondió en seco nuevamente, interrumpiendo abruptamente mis palabras — Entiende Taylor, que ya he perdido mucho tiempo, no puedo dejar todo de nuevo y volver a venir, mucho menos volver a traerte si es que te vas y allá cambias de opinión — la franqueza con la que hablaba era tan ruda que me fue imposible no derramar una lágrima al oírle, él miró a otro lado de nuevo, no le gustaba verme llorar, tal vez sentía que lo manipulaba.

Rápidamente limpié mi rostro tratando de no derramar más lágrimas.


— ... ¿Hasta nunca? — pregunté con dolor, él tomó mi barbilla para verme fijamente a los ojos, no me sonreía, no me acariciaba, no me miraba con ternura, juro que quería morirme en ese instante.


— ... Fue un placer conocerte, Taylor — dijo con calma y sin mucho apuro, de inmediato todo lo que vivimos pasó frente a mis ojos, el momento en la playa donde pensé lo bello que era amar, y lo horrible que sería cuando ese amor me abandone, sentirlo fue peor de lo que imaginé — No abandones tus sueños, ¿de acuerdo?


Me quedé helado cuando dijo eso, no podía pronunciar una sola palabra, mi garganta dolía como nunca, esa forma que él me miraba, esa última y muy sutil sonrisa que me dedicó, quebró mi corazón por completo.


Un suave beso en mi frente fue su forma de decirme "adiós", me sentí perdido cuando se apartó soltando mi cuerpo por completo, se acercó al taxi para abrir la puerta de este mismo, caminé hacía él sujetando mi mochila con fuerza, era lo único que me quedaba, porque ya mi corazón estaba hecho trizas, y el hombre que amaba ya se estaba apartando de mi lado.


— Te amaré toda mi vida — dije volteando a verlo con pesar, él sonrió de forma penosa mientras me miraba con algo de decepción.


— No nos hagas esto más difícil, Taylor, es lo último que te pido — agaché la mirada asintiendo a lo que me decía, subí mi mochila y me agaché para entrar, pero cuando lo hice, alguien me jaló y me obligó a besar sus labios torpemente, fue el beso más doloroso que pude llegar a dar en toda mi vida.


Cuando se apartó de mí, me miró con calma, pero sus ojos seguían sin brillar.


— Tal vez en otra vida todo sea más fácil — comentó para volver a soltarme y caminar de espaldas hacía la puerta del hotel, apreté la puerta de aquel auto con fuerza, sentía que mi vida se terminaba, a pesar de que no llevaba ni dos meses de conocer a ese hombre, me di cuenta de algo muy doloroso, lo amaba, con todo mi ser.


Subí finalmente al taxi, cerrando la puerta junto a mí, mirando por la ventana cómo Robert sonreía de lado con pena mientras empezaba a irme, al ver cómo me alejaba de él, y mi vida tomaba un rumbo desconocido, me fue imposible seguir conteniendo el llanto, a pesar de que el taxista me miraba con curiosidad y algo de desdén, no podía seguir soportando, estaba harto de ser fuerte, me estaba matando alejarme del señor Dawson, aunque evidentemente era tarde para arrepentirme. 



Continuará

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- Gema


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