34 - 'Muy Iguales'
Fui a la dirección que Mónica me dió, me sorprendió que en tan poco tiempo se familiarizara con la ciudad casi por completo, yo crecí allí y aún no sabía dar indicaciones de dónde estaba parado, ¿humillante? bastante, en realidad, pero más humillante fue lo sucedido esa noche, ya verán porqué.
— ¡Ty! — escuché de repente cómo alguien me llamaba, volteé y la vi llegando, lleva apuestos unos jeans y una camiseta de gatitos, al fin usaba ropa de algo que no fuera un unicornio.
— Mónica — le saludé mientras la veía acercarse, besé su mejilla cuando estuvo lo suficientemente cerca — Es bueno verte, hoy no te vi en la universidad, ¿saliste temprano?— Jaj, al contrario, salí casi en la noche — bufó frustrada sujetando mi brazo y jalándome hacía aquel bar al que nos dirigíamos, rezaba porque Robert no estuviera allí, pero no vi su auto negro afuera, así que entré aliviado y sin temor de verlo, no me gustaba actuar a sus espaldas, pero enserio quería ver a Mónica y contarle de mi "aventura en la playa".
Entramos juntos a dicho bar, no había mucha gente gracias a que era lunes. Fuimos a la barra y nos sentamos, Mónica pidió vodka, esa bebida y yo teníamos una cuenta pendiente desde la última vez que la bebí y manché el pantalón de alguien, pero estaba confiado en que Mónica no me dejaría cometer otra locura, o eso quería creer.
— Cuéntame Ty, ¿qué tal te fue con Robert en la playa? — preguntó ella mientras daba un sorbo a su trago, tomé aire mientras una sonrisa coqueta se dibujaba en mi rostro — Mm, a juzgar por esa sonrisa creo que te fue bien.
— Mentiría si digo que no lo fue, ¡fue increíble! — admití entre suaves risas.
— ¿Y él se enojó mucho por el beso con Julius?
— No me dirigía la mirada — dije dando un sorbo a mi trago — Lo admito, creí que todo había acabado en ese momento, él me odiaba, y yo me moría porque me hiciera suyo — Mónica hizo un gesto algo asombrado cuando dije eso — Perdóname si sueno algo tosco con esto, es que... estoy volviéndome igual de desvergonzado que Robert para hablar de sexo.
— Está bien, está bien, no somos niños, puedes hablar con libertad — dijo ella tranquilamente, yo suspiré para seguir hablando.
— Bueno, cuando llegamos Robert se fue a otra habitación, pero en la madrugada me fui a su cuarto, me quité la ropa, estaba desesperado, quería que me perdonara.
— Imagino que te perdonó muy bien — comentó entre risas a las que correspondí, mientras un gran sonrojo se dibujaba en mi rostro.
— No quiero sonar muy grosero y andar diciendo datos muy "privados", pero vaya que sí... — dije entre sutiles suspiros — Pasamos el fin de semana entero haciendo el amor, pero eso no fue lo mejor, lo mejor fue el simple hecho de estar con Robert, él es tan... tan maravilloso.— Ay Ty — murmuró ella mientras sonreía con ternura — Suenas tan enamorado.
— ... Lo estoy, Mónica, lo admito, Robert me tiene completamente enloquecido — admití sonriendo sutilmente, mientras mis mejillas ardían como nunca, qué bello es estar enamorado de tal forma — Él siempre se esfuerza por hacerme feliz, lucha porque me sienta cómodo, cosa que ya de por sí me hace adorarlo, pero... es que, no puedo solo decir una cosa, ¡todo en él es maravilloso! Me encanta tener un novio como él.
— ¡¿Novio?! — preguntó ella sin disimular su entusiasmo, asentí sonriendo como nunca — ¡¡Taylor qué alegría!! — dijo para abrazarme con fuerza — Estoy tan feliz de que al fin hayan logrado definir lo suyo.
— Pues sí... ya lo definimos — admití abrazándola con fuerza — Aunque... hay algo todavía.
— Ay no — mencionó ella apartándose del abrazo y viéndome preocupada — ¿Qué sucede? ¿hay algo que te preocupa?
— Jaj, ay Mónica, todo me preocupa — escupí mientras daba un sorbo a mi bebida — Robert no vino a quedarse, debe volver a Londres lo más pronto posible.
— Oh... lo lamento tanto, ¿e-entonces va a dejarte?
— No exactamente — comenté alzando las cejas — Lo hará si hago alguna idiotez, no lo dudo, pero como tal, no quiere dejarme aquí.
— ¿Entonces?
— ... Quiere que me vaya a Londres con él — cerré mis ojos con desagrado al sentir cómo Mónica, de forma muy irónica y de cierta forma merecida, me escupió su trago encima por culpa de la impresión que le generó lo que dije.
— Ay perdón — dijo ella tomando una servilleta para intentar limpiarme, yo se la quité con una sonrisa notoriamente forzada en mi rostro.
— Permíteme, yo lo hago — dije un poco asqueado, aún no llegaba al grado de hipocondriaco para ese entonces, pero no me gustaba igual que los gérmenes de alguien que no fuera Robert estuvieran en mi cuerpo.
— ¿De verdad Robert quiere irse contigo? Dios santo Taylor, e-eso es—
— Increíble, asombroso, ¡magnífico e inimaginable! ¡lo sé! ¡y por alguna maldita razón me aterra irme con él! — admití con frustración apretando dicha servilleta con la que me limpiaba — Es tan odioso Mónica, adoro al sujeto, él bajaría la luna por mí, me prometió todo lo que siempre he añorado en mi vida, ¡y por alguna maldita razón no estoy seguro de que ese sea el camino correcto! ¡soy un completo idiota!
— No es ser idiota Taylor, a cualquiera le pasaría, recuerda que Robert y tú siguen siendo desconocidos.
— Siento que es más cobardía que otra cosa, Mónica — murmuré mientras apoyaba mi codo en la barra y mi cabeza sobre mi mano — Me aterra que él se aburra de mí, es que... e-él es un hombre de mundo, y así como se volvió loco por mí, me preocupa que con el mismo nivel de pasión y locura llegue a odiarme, y si es así ¿cómo haré para rehacer mi vida en un país extraño? ¡apenas y puedo vivir aquí en mi país!
— Te preocupas de más — dijo ella, haciéndome sentir peor de lo que ya me sentía — Está bien tener cautela Taylor, pero tampoco debes dejar que la paranoia de domine — di un sorbo a mi trago mientras la oía hablar, empezaba a sentirme abrumado por el alcohol, quizás era el cansancio — Escucha, si en todo este tiempo Robert te ha demostrado que te adora, y que realmente no quiere dejarte, deberías darle el voto de confianza, ¿o es que acaso no quieres irte con él?
— ¡Claro que quiero! ¡¿estás loca?! me encanta estar con él, pero... v-vivir juntos son palabras mayores, Mónica, sobre todo cuando tu servidor es una maldita piedra en el riñón — escupí de forma ácida, el alcohol empezaba a afectarme. Mónica me sonrió con ternura.
— Te comprendo — respondió — ¿Cuánto tiempo te dió para darle una respuesta?
— Quedamos que el viernes, pero... él toca el tema cada que puede, y me preocupa que eso nos haga discutir, ya de por sí el momento se vuelve muy incómodo cuando lo dice, se nota que él está ilusionado con la idea de irnos juntos, y me hace sentir mal no sentir el mismo nivel de ilusión. S-Sí me agrada la idea, pero... los contras en mi cabeza me impiden gozarlo al 100%.
— Mmm, bien, hagamos una pequeña comparativa — dijo ella palmeando mis hombros — ¿Qué tienes aquí en América que extrañarías allá en Londres?
— P-Pues... — dudé mientras intentaba pensar, aparte de Teddy y Tyson, no había otra cosa que me hiciera añorar mi país, ni siquiera la universidad, porque yo no era el más sociable en clase — Mi madre, mi hermano, echaría de menos a mi hermana de vez en cuando, pero nada lo suficientemente fuerte para hacerme desear volver.
— Bien, y si Robert se fuera, y tú te quedaras... ¿eso te dolería?
— Dios — solté un jadeo algo doloroso al oír eso, pensar en Robert abordando un avión y marchándose por tiempo indefinido me quebraba, mi pecho se endurecía como nunca — ... No lo soportaría, me he vuelto totalmente dependiente de él, no podría imaginar estar sin él, ya de por sí dormir sin él me duele — gruñí algo frustrado entre risas — Escúchame, sueno tan patético, en mis manos está mi felicidad, y yo pierdo el tiempo causándome sufrimiento, ¿has visto a alguien tan patético en tu vida?
— ... Sí — susurró ella con una sonrisa penosa, la miré confundido, notando cómo estiraba la manga de su suéter, y me mostraba un brazalete que se notaba a kilómetros que fue hecho a mano — Una chica tonta, terminó con el chico que amaba, todo porque no estaba segura de que él la amaba de igual forma, le dolió mucho, y hoy en día... aún le duele, pero más le duele darse cuenta, de que al chico poco o nada le importó, mientras que ella sigue sufriendo por él — un raro sentimiento inundó mi pecho, sentí una pena terrible por Mónica, y me di cuenta de que, a pesar de ser situaciones distintas, de cierta forma, éramos muy iguales.
— ... Lo lamento mucho, Moni.
— Descuida, así es la vida — respondió para volver a ocultar dicho brazalete — Tener amor propio es difícil, sobre todo cuando estás acostumbrada a poner a los demás por encima de ti misma.
— ... Lo sé — dije mientras sonreía de forma dolorosa — Vaya que lo sé — ella me sonrió con ternura, sus ojos se veían cristalinos, se notaba que le dolía lo que decía.
— Robert te adora, Taylor, y si tú lo adoras a él, no vale que sigas mortificandote sin razón, ¿no lo crees? — mencionó mientras palmeaba mi rostro suavemente, yo le sonreí con ternura para tomar su mano sutilmente.
— Te propongo algo — dije mientras tomaba mi copa y la alzaba, ella hizo lo mismo mientras me miraba curiosa — Quiero proponer un brindis, porque a pesar de que... evidentemente ambos somos un par de tontos — reímos a la par cuando dije eso — Aún seguimos de pie, y sin importar lo que pase, no dejaremos que el maldito enano del pañal nos derrumbe, ¿trato?
— Trato — sonrió ella mientras daba un gran sorbo a su copa, acción que yo copié, bebiendo por completo mi bebida — Mgh, carajo, si seguimos bebiendo así iremos a la universidad con resaca.
— Somos jóvenes y sufrimos mucho, nos lo tenemos merecido — dije alzando mis hombros de forma despreocupada, realmente me tenían muy agobiado mis problemas, necesitaba despejar mi mente, y ya me quedaba claro que Mónica necesitaba lo mismo, aunque admito que, ni el problema más horrible era excusa para embriagarnos como hicimos esa noche.
-
— ¡Te juro que sí! — dije con la lengua trabada mientras tomaba el hombro de Mónica y lo sacudía un poco, ya estábamos ebrios, nuestra forma de actuar y hablar era fiel prueba de ello, y ni hablar de las cosas que decíamos — ¡Robert la tiene grandísima!
— Debe tenerla, sino no estarías tan lokito por él — dijo ella mientras reía embobada por el alcohol — Conner la tenía grandísima también, eso me hace odiar mucho haberlo dejado, ¡el sexo era increíble!
— ¿Dejar de coger es tan pesado? — pregunté mientras daba otro sorbo a mi trago.
— ¡Es horriblee! — dijo ella con gestos algo exagerados, qué horrible es el alcohol — ¡Sobre todo cuando te acostumbras a tener una pareja que no se cansa de darle y darle y darle todo el día!
— ¿Ni masturbándote se te quita? — pregunté haciendo gestos muy particulares, mi lengua estaba demasiado trabada.
— Un poco, pero escuchame esto, Taylor, si quieres sexo te masturbas, ¿pero cómo le haces cuando te sientes solo? ¿qué puedes masturbar para que se te pase eso?
— ... ¿Conseguir un gato? — dije alzando los hombros.
— Me agrada, aunque sería raro decir que te vas a masturbar consiguiendo un gato — ambos empezamos a reír como idiotas, recuerdo con tanta pena todo lo que decíamos en ese momento, mi relación con el vodka era espantosa sin duda.
— Yo no quiero recurrir a eso — dije empezando a jugar con el cabello de ella — No quiero que Robert me abandone, él es lo mejor que he tenido.
— ¿Te trata bonito?
— ¡Me hace sentir cómo el jodido ser más feliz del mundo! — exclamé abriendo mis brazos de forma exagerada — Nadie jamás me trató tan bonito, y tengo miedo de regarla Mónica, nunca me perdonaré perder a un hombre así.
— ¡Pues vete con él y deja de llorar! — exclamó ella mientras me señalaba con su dedo índice, mi subconsciente siempre repetía lo mismo que ella, pero mi instinto, o mejor dicho, mi consciencia de saber que yo no era una persona fácil de tratar, gritaban con más fuerza "¡¿estás loco?! ¡no, arruinarás la vida de Robert!".
— Amaría simplemente hacer eso — dije gimoteando por el alcohol — Es que Robert es tan... y también tan... ¡y su pene también es tan!
— Lo sé, lo sé — asintió ella mientras sonreía embobada por el alcohol.
— Tú eres una gran amiga, Mónica, te adoro demasiado — dije con la lengua trabada mientras tomaba los hombros ajenos.
— Yo también te quiero Taylor — respondió palmeando mi cabeza — Eres un gran amigo gay, el mejor que he tenido.
— ¿Cuántos amigos gays has tenido?
— Te sorprenderías — afirmó dando un sorbo a su trago, yo empecé a reír de forma algo boba mientras estiraba mi brazo para tomar mi copa igualmente, pero el ruido de mi celular interrumpió mis acciones.
Me saqué del bolsillo dicho objeto, sintiendo mi pecho agitarse al ver el identificador de llamada, y leer claramente que decía "Señor Dawson".
— Ay Diosito — dije tomando el hombro de Mónica — ¡Es Robert!
— Contéstale pues.
— ¡Él no sabe que vine contigo, imbécil! — dije levantándome de mi asiento, tambaleándome un poco al hacerlo — Trata de no sonar borracha.
— De acuerdo — dijo ella mientras se sentaba firme en la silla y entrecerraba los ojos — No estoy borrasha.
— Perfecto — asentí sonriendo de forma algo tonta, contesté el teléfono mientras jugueteaba con uno de los mechones de mi cabello, ¿he dicho lo horrible, muy horrible que es estar ebrio? — ¡Buenas noches señor Dawsoon!
— ¿Taylor? — escuché su voz consternada al otro lado de la línea — ¿Estás ebrio?
— Nooo — negué entre risas — Solo estoy feliz de oírte.
— ¿Y ese ruido de fondo? ¿dónde estás?
— En un bar con Mónica — al decir eso, rápidamente me retracté — ¡Ay no no no, mentira! ¡estoy en mi cuarto dormido! — empecé a reír como idiota, pude oír un gruñido de parte de Robert, cosa que me hizo sentir un poco nervioso, pero estaba demasiado ebrio para enfocarme en ello.
— Voy saliendo a buscarte.
— ¡Yupii! — dije dando un leve brinco, me cuesta recordar esa noche sin sentir una pena ajena asquerosa, y lo peor es cuando es el señor Dawson quien me hace recordarla — ¡Moni, Robert va a venir!
— ¡Yujuu! — dijo ella también alzando sus brazos.
— ¿Dónde estás? — preguntó Robert.
— ¡Ya te dije que en un bar!
— ¡¿Dónde está ese bar, Taylor?! — dijo Robert algo estresado.
— Ahh, puees — me asomé por las ventanas del local, no reconocía el lugar donde estábamos, de por sí siempre fui pésimo para dar direcciones, y el alcohol no me ayudaba en absoluto — Hay un árbol, y en frente hay una panadería — pude oír un pesado suspiro de parte del señor Dawson, cosa que me hizo sentir algo preocupado, pero como ya dije, el alcohol me tenía demasiado idiotizado para hacer algo al respecto.
— No te muevas de ahí, voy en camino — demandó con una voz que se me hizo demasiado sexy, Robert tiene razón, el alcohol me vuelve una perra.
— Sí — dije con tono algo sumiso, colgué la llamada para darme vuelta e ir hacía Mónica — Robert viene en camino, no digas que estamos borrachos o me va a matar.
— Enterado — dijo ella mientras reía embobada, yo tomé la copa sobre el mostrador y le di otro trago, beber como imbécil se había vuelto sin duda mi especialidad.
-
— Cuidado que te vas a caeeer — decía ella mientras me sujetaba de los brazos, aunque ella también se tambaleaba al igual que yo apenas dábamos un paso.
— Shh, ¡yo sé caminar carajo! — dije mientras salíamos de aquel bar sujetándonos el uno al otro — ¿Dónde chingados está mi auto?
— Tú no tienes auto Taylor.
— Ay verdad — dije haciendo unos gestos algo exagerados — ¿Y tu maldito auto?
— En el maldito taller — dijo ella entre risas mientras se colgaba de mi cuello — Tomemos el autobús.
— ¿Estás loca? un autobús a media noche es sinónimo de que van a cogerteee.
— Son las 10:40 de la noche, Taylor, tampoco es media noche.
— ¡Shh, nos vamos caminando y punto!
— ¿No que Robert venía en camino?
— Ay verdaaad — dije mirando a Mónica abriendo los ojos por completo — ¡Ay carajo, me va a matar cuando vea que estoy borracho!
— Shhh, ¡no digas que estamos borrachos frente a él!
Ambos nos callamos cuando vimos un auto negro estacionarse frente a nosotros, yo sonreí por inercia de una forma bastante exagerada, el alcohol es un asco.
— ¡Robert! — dije cuando vi al sujeto de cabello negro bajarse del auto, fui hacía él y lo abracé con fuerza, él se quedó helado sin saber qué hacer — Te extrañé muchisimoo.
— Taylor — murmuró él mientras me tomaba de los hombros y me miraba fijamente — ¿Estás ebrio?
— ¡Noo! — dije frunciendo el ceño — ¡Claro que no estoy ebrio! ¡Mónica maldita sea te dije que no dijeras nada! — reclamé volteando a ver a mi amiga rubia, quien se acercaba hacía nosotros tambaleándose un poco.
— ¿Yo? ¡pero si tú eres el que está hablando con él!
— ¡Tú eres la única que sabe que yo estoy borracho!
— Dios santo — bufó Robert mientras me jalaba del brazo — Okey, se acabó la fiesta señores.— ¿Adónde vamos? — pregunté.
— A que duermas una larga siesta, la necesitas. Y usted, señorita — miró a Mónica algo abrumado — ¿Sabes dónde vives?
— Sí señor, por la otra calle leeejos — murmuró ella entre risas — Pero no se preocupe señor Roberto, yo me voy caminando por allá.
— Nada de eso — dijo él acercándose a ella para tomar su mano también y guiarnos a ambos al auto, a mí me subió del lado del copiloto, y a ella en la parte trasera.
— Tengo que avisarle a Robert que ya me vinieron a buscar — dije sacando mi celular y tomándole una foto al auto para enviársela al mismo señor Dawson, mientras Robert subía al auto y me veía muy confundido y estresado.
— Taylor... ¿sí sabes que yo estoy aquí contigo, verdad?
— Sí pero mejor te aviso, sino luego verás el mensaje y vendrás por mi otra vez — expliqué entre risas mientras guardaba mi teléfono.
— ¿Qué bebieron exactamente? — preguntó arqueando una ceja con seriedad.
— Vodka, un poquito de Whisky — explicó Mónica mientras se recostaba de mi asiento — Y creo que algo verde, ¿no, Ty?
— Ah sí, algo verde y dulce — sonreí asintiendo. Robert suspiró profundamente para empezar a conducir.
— ¿Y si planeabas salir porqué no me avisaste, Taylor?
— Es que todo fue imprevisto, Mónica me preguntó "¿quieres beber mientras me cuentas cómo te cogieron en la playa?" y yo obviamente quería, no puedo hablar en casa sin que ese maldito anciano crea que estoy intentando robarle, o sin que me golpee la cara — gruñí de mala gana cruzándome de brazos — Dijo que me va a correr.
— ¿Qué? ¿te va a echar?
— Solo si metí a alguien a la casa, pero relajado, limpiaste todo y no dejaste huella de que follamos en el sofá, así que todo bien.
— ¿También lo hicieron en casa de tus papás? — preguntó Mónica asombrada.
— Así es chiquita, así como lo ves encantador y caballeroso, este sujeto es un animal al que le da por coger en cualquier sitio que le plazca — dije señalando con mi dedo índice al señor Dawson, mientras él seguía conduciendo y mostrando un semblante de leve incomodidad, pero noté rápidamente que no pudo evitar sonreír con malicia cuando dije eso.
— Deja de presumir, Ty— me advirtió mientras me miraba de reojo con ternura, sonreí embobado cuando me dijo eso.
— Shh, cállate, ¡no me mires así, no quiero tener erecciones frente a Mónica!
— Ignorenme, sigan con lo suyo — dijo ella mientras se agachaba en el asiento — Me morí.— Ya veo porqué ustedes se llevan tan bien — murmuró mientras miraba a Mónica a través del retrovisor — Debería aprovechar que andan tan sinceros para hacerles unas preguntas.
— ¿De qué o qué?— dije curioso.
— ¿A ti te gusta Taylor, Mónica?
— Para nada — dijo ella entre risas — Ty no es mi tipo, es más como mi hermano, o mi amigo gay.
— Soy tu amigo gay, estúpida — dije mientras subía mis pies en el asiento.
— Ay verdad — respondió Mónica entre risas sutiles.
— ¿Y a ti, Ty? ¿te gusta Mónica?
— Es bonita, pero para nada — dije mientras jugueteaba con uno de mis mechones — Además a mí me gusta un inglés de unos bellos ojazos azules que me tienen babeando.
— Tayloor — decía Mónica — Él es el inglés.
— Jajaj, me voy a divertir mucho mañana recordándoles todo esto — dijo él mientras nos miraba a Mónica y a mí hablando como un par de perfectos imbéciles.
Continuará
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- Gema
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