26 - 'Final Del Paraíso'
— ¡¡Ahh!! — un ahogado gemido salió de mis labios al sentir esa fuerte y tosca corriente recorrer mi cuerpo, había perdido la cuenta de las veces que lo habíamos hecho ya, solo sé que estaba exhausto.
Me dejé caer sobre el pecho de Robert mientras ambos soltamos pesados jadeos de cansancio, estuvimos haciéndolo por un buen rato, y aún así mi cuerpo sentía que quería más.
— ¿Qué te pareció? — preguntó él acariciando mi cabello suavemente.
— Increíble — respondí mientras mantenía mi cabeza en el pecho ajeno, el acelerado palpitar de Robert me llenaba de paz, me hacía saber que no fui el único en emocionarse de más — Suenas muy agitado.
— Lo estoy — dijo él — Este ha sido de los mejores fines de semana de toda mi vida.
— No exageres — murmuré mirándolo atentamente — Seguro tú y tu compañera de la universidad tenían sesiones muchísimo más extensas y demandantes.
— No tanto, una vez o dos como mucho, no era tan salvaje en mis años de juventud.
— Me cuesta creerlo, cualquiera pensaría que un hombre tan insaciable, fue todo un depravado en su juventud — murmuré sensualmente empezando a repartir besos y lamidas en el abdomen ajeno, Robert me miró coquetamente mientras seguía acariciando mi espalda.
— Siempre fui muy apasionado, pero trataba de ser recatado en mi juventud, ya después empecé a ser más... desenfrenado.
— ¿Cuántas parejas has tenido?
— ¿Porqué quieres hablar de eso?
— Para ser lo que eres ahora, tuviste que haberte acostado con muchas personas... — susurré mirando con detenimiento esos bellos ojos azules, mi pecho empezó a latir nervioso, al notar cómo Robert se quedó un rato pensativo, y sus palabras no me dejaron muy tranquilo que digamos.
— Mh... no creo que debas saberlo — comentó acariciando mi rostro.
— ¿Fueron muchas?
— Para nada, tampoco soy un enfermo — le miré algo incrédulo y burlón, él me tomó de las mejillas para besarme suavemente— Tuve algunas parejas, con las que compartí por un periodo de tiempo considerable, pero no quiero que pienses en eso, ¿de acuerdo? es pasado, y el pasado no debe rebuscarse mucho, sino, ¿cómo vas a enfocarte en el presente?
— ¿Y si el pasado llega, a manchar el presente? — murmuré mirándolo con pesadez, Robert pegó su frente con la mía dulcemente.
— Mh, vaya que te han hecho mucho daño — susurró acariciando mi piel suavemente, volteó hacía un reloj que estaba en la pared, para luego voltear de nuevo a verme — Debemos dormir ya, es tarde, mañana hay que madrugar.
— Lo sé... volver a nuestra "farsa" — murmuré casi en un puchero mientras pegaba mi cara del pecho ajeno, el señor Dawson sonrió con ternura mientras acariciaba mi cabello suavemente. Me sorprendió lo que dije en ese momento, ¿tanto había nublado mis sentidos ese fin de semana, que ya volver a casa, a las reglas que yo mismo impuse, me pesaba? Maldigo la ironía nuevamente, y lo fuerte que estaba haciendo efecto en mi vida, y en mi relación (si así puedo llamarle) con Robert.
— Oye, no digas eso — mencionó tomándome de las mejillas para verme a los ojos — Seguiremos viéndonos, solo debemos cuidarnos de tu padre, ¿o es que acaso, ya no es suficiente para ti vernos a escondidas?
— No es eso, es que... — agaché la mirada totalmente nervioso, realmente amé pasar tanto tiempo con Robert, pero, era precisamente eso lo que quería evitar, volverme dependiente de él, y era justo lo que estaba consiguiendo — Olvida lo que dije, por favor — un pesado suspiro salió de los labios de él, me preocupaba que Robert se sintiera decepcionado y frustrado por culpa de mi indecisión, notaba en sus ojos que mis palabras le abrumaban mucho.
— Creo que has recibido mucha información el día de hoy, tal vez necesitas aclarar tu mente, ya hablaremos mañana.
— No quiero que te enojes conmigo por esto.
— No estoy enojado Taylor, lo prometo — me tomó la mejilla nuevamente para darme un dulce beso en los labios — Por favor, debemos dormir.
— ... De acuerdo — asentí mientras veía cómo Robert estiraba su mano y apagaba la lámpara junto a la cama, para después, rodearme con sus brazos y repartir besos en mi rostro, algo de incomodidad llegó a mi pecho, temía que mis inseguridades rompieran esa hermosa burbuja que ambos formamos en ese bello fin de semana, volver a la realidad siempre era pesado, sobre todo cuando, en mi caso, la realidad era absurdamente compleja y difícil de tratar.
— Buenas noches Ty — susurró en mi oído mientras se acomodaba en la cama para dormir, sentía sus manos acariciar mi espalda mientras su respiración se iba relajando. Oculté mi cara en su cuello mientras veía a la nada, dudaba en poder conciliar el sueño tan rápido como él, tenía mucho en qué pensar, la estupidez que acababa de decir, lo que haríamos al volver a casa, la situación con el viejo, y... el viaje juntos a Londres, todo eso rebotaba por mi mente, mientras el calor corporal de Robert me hacía sentir pleno, jamás en mi vida me había sentido tan protegido.
— Descansa — susurré mientras me aferraba a su cuerpo, sentía que podría romper el llanto de lo frustrado que estaba conmigo mismo, no quería volver a casa, no quería pensar más en mis problemas, añoraba que ese viaje a la playa fuera eterno, para no preocuparme por nada que no fuera hacer el amor con Robert, pero era muy iluso pensar que todo en la vida se limitaba a hacer el amor y dormir en sábanas caras, debía volver a pisar tierra, esa "luna de miel" fue hermosa, pero definitivamente, no era eterna.
-
No sé exactamente a qué hora me dormí, solo sé que lo hice muy tarde, juraría que hasta vi los primeros rayos del sol asomarse en el cielo, todo mientras pensaba en Robert y en mí, lo mucho que disfrutaba su compañía, sus besos, la forma en que me hacía sentir, cómo me trataba, y cómo en la cama me demostraba lo mucho que me deseaba, no estaba seguro de lo que quería, solo sabía una cosa, no quería perderlo.
Mis ojos seguían cerrados por el cansancio, aunque poco a poco empecé a sentir cómo mi cuerpo reaccionaba e iba despertándose. Abrí sutilmente los ojos, notando que seguía acurrucado con Robert en la cama, él dormía tranquilamente boca arriba, con varios de sus mechones cubriéndole el rostro, verlo así me hizo sonreír con ternura.
Empecé a pasar mis dedos por su rostro, mientras pensaba en lo lindo que sería despertar todos los días así con él, no preocuparnos por nada, solo los dos dándonos amor mutuo, pero, sabía que nada en la vida era tan simple, y tan bonito, problemas habría siempre, y todo bello paraíso, llegaría a su etapa de discordia.
Me alertó oír cómo empezaban a tocar la puerta, Robert y yo seguíamos desnudos y envueltos en la sábana de la cama, me preocupaba que se tratara de alguien que vino a avisarnos que debíamos irnos, sobre todo porque el señor Dawson lucía totalmente exhausto, por lo que no quería interrumpir su sueño.
— ¡El desayuno! — suspiré aliviado al oír que se trataba de la mujer del servicio. Con cuidado me levanté para no despertar a Robert de su sueño, me dispuse a buscar algo que cubriera mi desnudez, rápidamente tomé uno de los pantalones de Robert y una camiseta blanca que estaban en el piso, me extrañaba no encontrar mi ropa, solo la de él.
Avancé a la puerta rápidamente, abriendo esta misma y sonriéndole apenado a la señora del servício.
— Buenos días señor Taylor — me saludó amablemente mientras me miraba con detenimiento.
— Buenos días señora — dije entre bostezos mientras me estiraba y veía de reojo toda la comida que trajo en una bandeja — Perdone, ¿podría decirme qué hora es?
— 08:15 señor Taylor, me sorprende que el señor Robert no haya bajado a desayunar, él siempre despierta con el sol para beber algo de café — dijo la mujer mientras yo me hacía a un lado y le permitía entrar a la habitación para dejar el desayuno.
— Sí, es que se le pegaron las sábanas hoy — respondí mientras rascaba suavemente mi nuca, y veía al señor Dawson dormido tranquilamente en la cama, sin intención alguna de despertar, me fue imposible no sonreír al verlo.
— Aww, se nota que está exhausto — dijo ella mientras dejaba la comida sobre la mesa de noche y se daba vuelta para ir hacía la puerta, aunque primero se detuvo frente a mí — El señor Robert me dijo que hoy se van, ¿es eso cierto?
— Así es, debemos volver pronto, él tiene trabajo y yo... trabajo también — respondí tratando de sonar sereno, luego de pensar que, no se veía bien decir, luego de que esa mujer nos escuchó coger todo el fin de semana, que yo era un estudiante, podía malinterpretarse de muchas formas.
— Es una pena, fue muy grato tenerlos aquí estos días — afirmó ella sonriendo suavemente y palmeando mi hombro para caminar a la puerta y marcharse, sus palabras me extrañaron mucho, evidentemente Robert y yo no éramos molestia de día, pero lo que respecta a la noche, no dejábamos dormir a nadie en kilómetros.
Suspiré suavemente mientras avanzaba a la cama para sentarme y empezar a comer todo lo que nos trajo la señora, miraba a Robert dormir con ternura, tan solo verlo era un deleite para mí, y casi nunca lograba despertarme primero que él, debía aprovechar la ocasión para ver al señor Dawson reposando calmadamente.
Escuché de repente el ruido de mi celular, eso me extrañó, ya que por culpa del apuro que ambos teníamos al llegar ayer, no me percaté dónde dejó Robert mi teléfono.
— Carajo — murmuré mientras avanzaba por la habitación en busca de mi teléfono, me frustraba no verlo por ningún lado, era como si se lo hubiera tragado la mesa de noche o algo así.
— ¿Hola? — me alertó oír de repente cómo la voz de Robert hablaba de forma suave y apagada, recién levantado mejor dicho.
Volteé de inmediato, viendo cómo el señor Dawson se sentaba en la cama con mi celular en la mano, ¿de dónde lo había sacado? eso me hizo fruncir confundido el ceño.
— No, pero él está aquí, ya se lo paso — me miró rápidamente con los ojos entrecerrados, para estirar su mano con el celular en mano para entregármelo — Tu madre.
— ¡¿Qué?! — maldije para mis adentros cuando escuché eso, no quería ni imaginar la cantidad de preguntas que Teddy iba a hacerme con respecto al hombre que contestó mi celular, igual debía explicárselo, ya Robert quería ir conmigo a verla, de una forma u otra, ella iba a conocer al inglés de ojos azules que tenía babeando a su hijo.
Tomé con cuidado el celular y contesté.
— ¿Hola?
— Hijo mío — dijo ella en tono pícaro, tono que yo reconocí perfectamente, y me hizo fruncir el ceño algo estresado — ¿Puedes hablar o interrumpo algo?
— ¿Qué quieres, má? — dije algo estresado mientras suspiraba sutilmente.
— Saber si vendrás a comer hoy, pero creo que ya estás comiendo en otro sitio — mencionó entre risas burlonas que hacían que mis mejillas ardieran casi por completo, era tan odioso, sabía a lo que me exponía al decirle a mi madre que estaba saliendo con alguien, y que ella escuchara la gruesa voz de Robert en mi teléfono a las ocho de la mañana, no ayudaba en absoluto.
— Sí, voy a ir más tarde, llevaré a alguien — respondí un poco frustrado.
— ¡¿Vas a traer a alguien?! — dijo con emoción, yo sentí bastante arrepentimiento acumularse en mi esófago al escucharla de tal forma, ya la imaginaba contando las anécdotas más vergonzosas y desagradables de mi juventud.
— Sí Teddy, llevaré a alguien — dije de mala gana mientras apretaba con fuerza el celular, y veía de reojo cómo el señor Dawson se sentaba al borde de la cama pasando ambas manos por su rostro, seguramente intentaba hacerse a la idea de que ya era de día — Llegaré en un rato, debo colgar.
— Si vas a traer a "quien yo creo" dile que traiga algo de vino para la comida.
— ¡Adiós ma! — colgué el teléfono abruptamente, preferí hacer eso a insultar a mi propia madre por querer que le quite dinero al hombre que pagaba mi colegiatura y gastaba cantidades obscenas de dinero comprándome trajes carísimos, entenderán que para mí, pedirle dinero a Robert era una cuestión sumamente distinta y muy vergonzosa, quería demostrar que no era igual de oportunista que el viejo, o en este caso, que la propia Teddy.
— ¿Qué hora es? — murmuró Robert con voz cansada.
— las ocho — dije mientras me acercaba a él y me sentaba a su lado para verle con diversión — ¿Cansado?
— Exhausto — respondió entre suaves risas — Te dije que debíamos descansar.
— ¿Quién fue el que me hizo un oral cuando yo intentaba dormir? — murmuré coquetamente mientras le observaba con detenimiento, él tomó mi mentón para darme un suave beso en los labios al que correspondí sin dudarlo.
— ¿La mujer del teléfono era tu madre? — preguntó entre besos.
— Sí — respondí apartándome un poco mientras mostraba un semblante algo frustrado — Quería saber si iría a verla hoy, es un dolor de cabeza.
— Mh, ¿fue imprudente haber contestado tu celular?
— Fue imprudente contestarlo y ocultarlo de mí, ¿dónde carajo lo tenías?
— Tú lo dejaste bajo la almohada — dijo alzando los hombros despreocupado — Yo solo lo encontré ahí — maldije para mis adentros al oírle, a veces sí tenía la manía de esconder el teléfono bajo la almohada, era por eso que la pantalla estaba más fragmentada que mi salud mental.
— ... Bueno — dije levantándome de la cama para ir a la mesa de noche para tomar un poco de café — ¿A qué hora nos vamos?
— Debimos haber salido a las siete.
— ¿Alguna razón en particular?
— Solo no me gusta conducir cuando todo el mundo sale a trabajar, el tráfico es espantoso. Y si crees que aquí es horrible, no te imaginas lo molesto que es en Londres.
— Debe ser muy molesto — dije algo nervioso mientras servía café para darle al señor Dawson, oírlo hablar de Londres alteraba mis nervios, me recordaba el hecho de que Robert esperaba una respuesta concisa, y yo era incapaz de pensar algo coherente.
— Un poco, amo mi país, pero a veces la gente me vuelve loco — dijo él mientras se levantaba de la cama, pude sentir sus pisadas toscas avanzar hacía mí, un sutil jadeo salió de mis labios al sentir cómo se paraba detrás de mí y me abrazaba la cintura suavemente — ¿Nos duchamos antes de irnos?
— ¿N-No que querías evitar el tráfico? — dije tratando de no derramar el café, sintiendo mi piel erizarse al notar cómo el cuerpo de Robert me daba de una forma muy calurosa los buenos días.
— No te irás a casa de tu madre luego de una extenuante noche de pasión sin siquiera bañarte, ¿o sí? — reconocía ese tono de voz chantajista, ese tono de voz que añoraba que yo hiciera lo que me pedía, era odioso, pero a mi cuerpo le excitaba bastante, para mi maldita suerte.
— Pero rápido, Robert, no podemos perder tiempo — amenacé volteando a verlo, él me sonrió coquetamente para volver a besarme lentamente, beso al que no pude evitar corresponder.
-
Luego de la ducha más rápida que pude haber tenido en mi vida (todo gracias a que, me esforcé bastante porque Robert y yo no tuviéramos sexo para no retrasarnos más) empacamos nuestras cosas, y de la forma más melancólica posible, nos fuimos de aquella playa de ensueño, mi pecho dolía levemente, un amargo sentimiento de que las cosas iban a tornarse grises después de hermoso fin de semana tan encantador, no dejaba de revolotear por mi mente.
— ¿Qué te ha parecido el fin de semana? — preguntó viendo fijamente al camino.
— Hermoso — dije mientras disfrutaba la suave brisa golpeando mi rostro — Es una pena que haya acabado tan pronto.
— No tiene porqué ser así — sus palabras me alertaron, rápidamente volteé a verlo algo confundido.
— ¿De qué hablas?
— Hablo de que, tal vez no sean las más cálidas o las mejores, pero en Londres hay playas que pueden ser la cuna de muchas noches de pasión también — mi pecho se agitó bastante al oírlo, sabía lo que quería, trataba de comprarme, Robert tenía la costumbre de ponerme a prueba, "¿qué tan dispuesto estás de dejar todo de lado por mí?" lo sabía bien, usó la misma táctica al invitarme a la playa, maldije para mis adentros ese odioso sentimiento de frustración e indecisión que se formaba en mi garganta.
— Robert — dije volteando a verle.
— Solo fue un comentario, no tienes porqué tomártelo tan a pecho.
— Estás intentando convencerme de que me vaya contigo.
— Porque quiero que lo hagas, Taylor, perdóname si no soy sutil, pero miento si digo que quiero irme y dejarte aquí solo, después de ese hermoso fin de semana juntos — suspiré algo frustrado para ver de nuevo hacía la ventana, un chasquido salió de la boca de Robert repentinamente, al igual que unas palabras que helaron mi piel — ¿O es que acaso tú sí?
— ¿Disculpa?
— ¿Es que tú deseas quedarte aquí y no volver a verme, es eso?
— ¿Si te fueras solo a Londres no te volvería a ver?
— Muy poco, mis viajes a América son limitados, y aunque me muera por hacerlo, no podría tomarme el lujo de venir cada quince días a verte — el dolor en mi pecho se acentuó, al mismo tiempo que mis ojos empezaron a arder un poco. Agaché la mirada mientras suspiraba profundamente — ¿Es eso entonces, no quieres irte conmigo?
— "No quiero agobiarte" — repetí sus propias palabras mientras volteaba a verlo — Tengo familia aquí, Robert, aunque quisiera, no puedo tomar una decisión de golpe, lo voy a pensar, te dije que lo haría, no pongas palabras en mi boca — una sonrisa algo forzada se formó en su rostro, él volteó hacía el camino nuevamente, apretando con algo de fuerza el volante.
— Tienes razón, lo siento — murmuró levemente — Es que, a veces no te entiendo Taylor, en ocasiones actúas como si no quisieras dejarme, pero en otras pareces un ser indiferente al que no le importaría dejarme de lado.
— Robert, no quiero pelear — dije algo frustrado, apoyando mi codo de la puerta del auto y pasando mi mano por mi frente, mientras mi garganta sentía una presión algo densa de repente — No quiero que hablemos de esto ahora, el día empezó muy bello para arruinarlo, ¿no crees?
— Mh, bien, cumpliré con mi promesa, no tocaré más el tema por hoy, pero no me pidas que deje de insistir, Taylor, porque yo no estoy dispuesto a renunciar a ti tan fácilmente — sus palabras hacían que mi pecho ardiera, pero al mismo tiempo, doliera como nunca, Robert era un hombre desbordante de seguridad, o me quieres o no me quieres, punto, él no tenía paciencia para lidiar con los dramas de un universitario caprichoso que no sabía lo que quería, eso yo lo sabía, y era esa una de las razones por las que me preocupaba tanto irme con él.
Continuará
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- Gema
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