20 - 'Cálido Verano'
De a poco empecé a abrir los ojos, escuchando el suave golpe de las olas contra la arena, casi tan sutil y ahogado como el ruido de las caderas de Robert chocando contra las mías la noche anterior. Alcé la cabeza bostezando levemente, notando de inmediato que el señor Dawson no estaba en la cama conmigo, seguramente había madrugado para organizar algunas cosas de nuestro viaje.
Me levanté de la cama con dificultad, cada fibra de mi cuerpo dolía, parecía que en vez de sexo, había tenido una pelea anoche, así era siempre con Robert, y he de admitir, que me encantaba. Caminé acercándome a las paredes de cristal para ver cómo el sol recién nacido se posaba sobre las olas, pintando todo de un bello color naranja, fascinante, y muy precioso.
Volteé rápidamente al oír la puerta de la habitación abrirse, sonreí por inercia al ver al señor Dawson usando unos jeans largos y una camiseta blanca, totalmente diferente a los trajes que siempre solía usar, aunque eso no le restaba belleza en absoluto.
— Buenos días — dijo con la voz algo ronca mientras se acercaba hacía mí, me tomó de las caderas y me dió un hambriento beso, sus labios sabían a café, seguramente llevaba algo de tiempo despierto.
— Hola — dije entre besos acariciando su cuello — No noté cuando despertaste.
— Me dió hambre, lo siento — dijo para tomar mis glúteos y cargarme para sujetarme con fuerza, con mis piernas entrelazadas a sus caderas.
— ¿Aún tienes hambre? — pregunté con voz ronca para seguir besándole con deseo.
— Un poco — susurró para apoyarme contra un muro y empezar a morderme el cuello, y como podrán adivinar, yo empecé a gemir.
— Ahh, Robert no — dije entre risas, sentía que todo eso era un sueño, un hermoso sueño del que no quería despertar.
— Tengo todo planeado para el día de hoy — dijo mientras seguía besándome el cuello.
— ¿Enserio? creí que querrías que nos quedemos en la cama todo el día — dije entre picaronas risas mientras jugaba con su cabello.
— Eso será para la noche, por ahora quiero que vayamos a la playa, broncear tu piel no te vendría mal.
— Ah no, nada de bronceado, no quiero cáncer de piel — dije para volver a besarlo suavemente, sintiendo cómo él me mordía el labio con fuerza, cosa que me hizo apartarlo de golpe — ¡Agh, Robert! maldición — gruñí tocando mi labio con mi dedo suavemente.
— Lo lamento, ¿me excedí? — preguntó sensualmente para pasar su dedo por mi labio recién lastimado — Noté que no trajiste casi ropa, así que iremos a una tienda cerca de aquí para comprarte algo.
— Eso no es necesario — dije para empezar a morder lascivamente su pulgar — Me gusta estar desnudo.
— A mí también me encanta que lo estés, pero esto no es playa nudista Ty, hay normas de vestimenta hasta en la playa — dicho esto, me jaló de nuevo para volver a besarme con deseo, cada beso que me daba era increíblemente delicioso, y el sabor del café le daba un toque muchísimo más encantador — ¿Nos duchamos?
— Sí — dije entre besos y caricias, aunque el ruido de la puerta nos hizo dejar aquel intercambio pasional, y voltear a ver hacía la puerta algo curiosos.
— ¡El desayunoo! — dijo una voz femenina detrás de la puerta, Robert me miró risueño, debió notar mi evidente expresión de confusión.
— Lo siento, le pedí que te trajera algo para comer — dijo sutilmente para besarme la mejilla y bajarme con cuidado — Ponte algo, iré a abrir la puerta.
— ¿Te molesta que me vean desnudo? — pregunté cínicamente mientras caminaba hacía un muro donde estaban colgadas varias batas de baño.
— Sí, y mucho, así que ponte algo — dijo en todo algo demandante mientras caminaba hacía la puerta. Yo sonreí mientras tomaba una bata y me la colocaba, me encantaba ver a ese Robert celoso y cariñoso, pero, como ya dije, todo en ese momento era como un maravilloso sueño del que no quería despertar.
En cuanto él abrió la puerta, la mujer del servicio entró sujetando una pequeña charola que tenía panqueques, huevos, tostadas, jugo y café, todo un banquete que me hacía dudar sobre si esa señora creía que yo estaba embarazado o algo así.
— Gracias señora — murmuró Robert al tomar la charola y sonreírle a la señora con cordialidad, yo le miraba encantado mientras me sentaba al borde de la cama cruzando de piernas. De repente me di cuenta de que había una jóven esperando en la puerta, vestía igual que la señora, sujetaba algunas toallas entre sus manos, verla me erizó la piel, y creo que Robert se dió cuenta de su presencia igualmente, porque sin dudarlo llamó su atención — ¿Qué haces en la puerta? pasa adelante — dijo tratando de no sonar tosco, pero manteniendo aún aquella "voz de mando" en él, que tanto me encantaba.
La muchacha entró con semblante serio, nos miraba de reojo con algo de acidez, sobre todo a mí, dicha mirada me hizo fruncir el ceño de repente.
— Vine a traer más toallas — dijo ella mientras le entregaba a la señora las toallas, Robert arqueó una ceja con algo de seriedad, pero solo asintió mientras me miraba de reojo y alzaba un poco la ceja, creo que intentaba decirme que me calmara, por lo que solo suspiré sutilmente y me levanté de la cama para ir al baño a ducharme.
— Agradezco mucho sus atenciones — escuché cómo Robert les decía eso último para meterme al baño y cerrar la puerta detrás de mí. Me quité la bata y entré a la ducha para abrir la llave y dejar que me cayera agua, mi cuerpo estaba muy caliente, en todos los sentidos posibles, una noche de pasión y ya querías coger día y noche, creo que a todos nos ha pasado eso alguna vez, eso, o yo soy un ninfómano al igual que el señor Dawson.
Limpiaba mi cuerpo mientras recordaba sonriente todo lo que sucedió en la madrugada, cada beso, cada caricia, cada palabra que dijo con su ronca voz, me fue inevitable no sentirme caliente otra vez, y como podrán adivinar, empecé a hacer de las mías con mi propia mano, ¿qué quieren que les diga? llegó un punto donde ya era terapeútico para mí, me ayudaba a relajarme muchísimo, y luego del incómodo momento de la chica de las toallas, necesitaba calmarme.
— Robert — gemí ronco mientras apoyaba mi brazo izquierdo de la baldosa de la pared, y continuaba moviendo mi mano lentamente, mis piernas temblaban tan solo de recordar lo increíble que era tener al señor Dawson dentro de mí.
Me alerté cuando escuché la puerta del baño abrirse, por lo que dejé mis movimientos y solo continué "duchándome".
— Oye Ty — dijo él mientras corría la cortina para verme, me sorprendió verlo ya desnudo, solo con una toalla alrededor de sus caderas, no pude evitar tragar en seco al verle — Creí que ibas a esperarme para ducharnos.
— Perdona, me dió calor — dije para hacerme a un lado y seguir lavándome el cabello, él chasqueó la lengua para quitarse la toalla y entrar a la ducha, cerrando la cortina detrás suyo.
Mi respiración se agitó de golpe, sé que la noche anterior él y yo nos vimos hasta los pecados, pero igual me ponía muy nervioso tener a Robert desnudo tan cerca de mí, ese sentimiento se fue pasando a medida que adoptamos confianza, pero las primeras veces aún las logro recordar y sentir como si hubieran sido ayer.
— ¿Y la chica metiche de las toallas? — murmuré mientras volteaba de reojo a verlo.
— ¿También me vas a celar de ella? — dijo de forma algo ácida, lo noté extrañamente frustrado, cosa que me hizo mirar a otro lado con molestia y algo de pesadez, él se dió cuenta de que su actitud no me gustó, por lo que rápidamente se pegó a mi cuerpo para besarme el hombro con ternura — Perdóname, tampoco me gustó la forma en que te vió, por eso mi enojo.
— Ajá — dije de mala gana sintiendo aquellos dulces besos, hasta que sentir una mano que no era la mía sujetar mi miembro me hizo jadear — Ah.
— Perdóname, no quiero pelear, enserio, solo quiero que pasemos este fin de semana tranquilos, como si fuera una luna de miel — susurró en mi oído de forma malditamente ronca, al mismo tiempo que empezaba a masturbarme lento, yo me alerté cuando dijo "luna de miel", quería voltear y objetar alguna cosa, lo que fuera, pero realmente no podía resistirme a que Robert me masturbara, lo hacía tan bien, ni yo lograba darme tanto placer.
— Ay sí — dije por inercia cuando me empezó a tocar, él sonrió repartiendo más besos.
— Jaj, yo hablando de nosotros, y tú solo al pendiente de tu propio placer, qué pervertido eres — me dijo empezando un vaivén mas tosco que me hizo temblar.
— Ah, a-ayy — gemí arqueando la espalda mientras él me obligaba a pegarme de la pared, aún besándome con ternura el cuello.
Gemí de golpe al sentir cómo me penetraba con los dedos de su mano libre, no sé cómo no me vine al sentir eso tan de repente.
— Robert — gimotee moviéndome entre gemidos.
— ¿Te gusta? — preguntó en mi oído sensualmente.
— ¡Sí! — respondí lascivamente echando la cabeza hacía atrás — Ay Robert me vengo.
— Qué precóz — dijo entre toscas risas que me hicieron mirar a otro lado enojado, pero no podía dejar de gemir, menos al sentir cómo tocaba mi punto de golpe.
— ¡¡Ahh, ahí!! — grité sintiendo mis piernas flaquear y mi miembro palpitar, soltando débilmente una corriente blanca que escurría de mis piernas y de la mano de él.
— Mh, muy precoz a decir verdad — dijo coqueto mientras alzaba su mano y probaba mi semen de forma lasciva, me excitó mucho verlo hacer eso, aunque en el fondo, me dió algo de asco.
Llevó su mano a su miembro para empezar a masturbarse también, yo le miraba embobado, no podía mover ni un solo músculo de mi cuerpo, creo que fue por culpa del éxtasis y el placer.
— Ejem — carraspeó sacándome de mi trance — Creo que necesito ayuda también.
— ... ¿Manual? — dudé nervioso, viendo cómo él negaba con la cabeza.
— Agáchate — demandó con voz ronca, mientras su cabello negro ocultaba sus hermoso y dilatados ojos azules.
— Creí que debíamos salir.
— ¿Porqué buscas excusas? ¿no te gusta darme sexo oral?
— N-No, no es eso, solo... quiero saber cuánto tiempo tenemos, para poder... extenderme... — dije con un tono muy sensual, Robert gruñó sutilmente para irse sobre mí y besarme como loco, maldigo que nos hayan interrumpido en ese entonces, de habernos dejado, habríamos tenido una sesión muy deliciosa de sexo en la ducha.
Escuchamos de repente el ruido de un celular que nos sacó de nuestra burbuja de placer, Robert maldijo con una muy notoria expresión de molestia en su rostro, expresión que me hizo sonreír algo pícaro y burlón.
— Ni cinco malditos minutos — dijo de mala gana mientras quitaba la cortina y avanzaba rumbo a la habitación.
Yo le miraba irse mientras jugueteaba con mi cabello, me daba ternura ver cómo se enojaba porque le interrumpían en nuestra "luna de miel" dicho término me provocaba un horrible nudo en la garganta por alguna razón, la imágen de la pareja en la biblioteca aparecía de inmediato en mi mente, y me encantaba imaginarlo, pero sabía muy bien que las expectativas nunca son lo que uno espera, desde muy jóven me acostumbré a no esperar mucho de los demás, porque sabía que tarde o temprano me defraudarían, ese era mi mayor miedo con Robert, ya que, me sentía increíble junto a él, por lo que, me aterraba pensar la horrible depresión y colapso emocional que podría sufrir si él me dejaba de lado, lo sé, suena muy dramático pensar en el invierno cuando apenas está empezando el verano, pero, ¿qué podía hacer? hasta ese momento de mi vida, solo me llevaba inviernos llenos de heladas y mala suerte, me daba terror perder ese hermoso y cálido verano que llenaba mi pecho de vida.
Dado que Robert se tardó demasiado, salí de la ducha y tomé una toalla para secarme mientras caminaba a la habitación, viéndolo sentado al borde de la cama hablando con un semblante muy serio, semblante que me dió muchísima desconfianza.
— Sí, comprendo — decía mientras se sobaba la barbilla, el agua escurría de su cabello y mojaba la cama sin más. Él al ver que yo salí, rápidamente se puso de pie — Te dejaré encargado de eso, Vincent, debo salir a hacer unas cosas, te llamaré más tarde... hasta luego — dicho esto, colgó el celular y soltó un pesado suspiro de frustración — Maldita sea.
— ¿Está todo bien? — pregunté acercándome a él y viéndolo preocupado.
— Sí, todo bien — respondió en seco para apartarse de mí y caminar a la mesa de noche a dejar el celular, un sentimiento extraño de pesadez y pena me invadió de repente, era su forma tan tosca de actuar a veces lo que empezaba a darme poco a poco la razón, y ello no me estaba gustando.
— Ya me duché, voy a vestirme — dije en tono cortante para caminar a la puerta de la habitación, ya que en el frenesí de éxtasis que tuve en la madrugada, dejé olvidadas las prendas que Robert me prestó en la otra habitación. Él me miró algo extrañado al oírme, como si le asombrara mi tono de voz, pero no me importaba, si él me trataba mal, yo no iba a ser tierno, tal vez me faltaba amor propio, pero no orgullo.
— Taylor — me llamó mientras yo avanzaba a la puerta.
— No tardo nada — dije sin siquiera voltear a verlo, él suspiró pesadamente para caminar detrás mío, se había tapado con una toalla en cuanto salió de la ducha a revisar el teléfono, menos mal que lo hizo, o de lo contrario la mujer del servicio habría visto la razón de porqué yo gemía como loco la noche anterior.
— ¿Ahora te enoja que conteste llamadas del trabajo? — dijo mientras avanzaba detrás mío por todo el pasillo.
— Ah fijate, no sabía que era de tu trabajo — dijo incrédulo mirándolo de reojo — Es bueno saberlo.
— ¿Porqué esta actitud tan infantil? te dije que no quería pelear.
— Porque al parecer hoy amaneciste de malas, y me sorprende mucho que lo hicieras, considerando lo que te di en plena madrugada — dije volteando a verlo con seriedad — ¿O es eso, que eres el tipo de hombres que luego de coger trata mal a su pareja? — él rodó sus ojos con pesadez pasando su mano por su rostro tratando de calmarse, sé que deben pensar "qué molesto eres", pero a nadie le gusta que le hagan menos, muchachos, y quienes han tenido relaciones complejas me deben de entender.
— Ty yo... — suspiró frustrado para tomarme de las mejillas suavemente — Tienes razón, te he tratado mal sin motivo, discúlpame, no te mereces esto — tragué en seco cuando le oí, tan dulce, tan sereno aunque sus ojos aún se notaban frustrados y llenos de cólera, sus palabras sin duda tocaron mi corazón, y me hicieron sentir un cosquilleo que compensó totalmente el malestar de hace un momento.
— ... Disculpa aceptada — dije palmeando sus manos — Pero una más, y me largo — advertí mirándole severamente, él asintió sonriendo de lado, era tan hermoso y tan tierno, cada que lo veía me encantaba más y más.
— Gracias — susurró besando mi frente con suavidad — Vé y vístete, te contaré en un rato lo que pasa.
— ¿Es algo grave? — dije mientras le miraba apartarse.
— Eh... vé a vestirte, ya hablaremos — insistió en un tono que me dejó intranquilo, pero no pude objetar, solo asentir y darme vuelta para ir a vestirme, mientras él iba a su habitación igualmente, empezaba a preocuparme lo que pasaba, la frase "el viejo hizo algo" rebotaba por mi mente sin intención alguna de detenerse, era coherente imaginar que si algo salía mal, él debía ser el principal sospechoso, al menos así era como yo veía las cosas.
-
Salí de la habitación luego de vestirme, llevaba puestos unos jeans y una camiseta de Kiss que Robert me prestó, me sentía extraño usando esa ropa, pero me encantaba el hecho de que estaban impregnadas con el olor del señor Dawson.
Bajé hasta el recibidor de dicha casa, donde ví a mister Inglaterra usando unos jeans, una camisa lavanda sencilla, unos lentes de sol al estilo Top Gun, y su cabello estaba recogido en una coleta de caballo, debo admitirlo, se veía muy atractivo.
— Vaya, creí que solo vestías trajes — dije burlón mientras llegaba con él.
— Hu lala — murmuró al verme llegar, tomó mi mano y me empezó a inspeccionar de arriba a abajo — Qué guapo estás.
— Te lo agradezco — sonreí mientras le guiñaba sutilmente el ojo, empezaba a gustarme esto de ser coqueto y sexy porque sí, me encantaba jugar con fuego, sobre todo porque sabía la fiera que había dentro de Robert, y que fácilmente se despertaba cuando yo le invitaba a pecar; vaya que me volví un maldito bastardo que amaba jugar con su suerte, solo porque me habían cogido dos veces ya me creía una "perra mala", qué idiota era mi yo del pasado.
— Vamos — dijo mientras me hacía una seña y empezaba a caminar por la arena, señalando no muy lejos de la costa, donde había un poblado algo grande con varias tiendas y restaurantes; yo rápidamente fui detrás de él, intentando llevarle el ritmo a su andar.
— ¿Y cómo descubriste esta playa? — dije mientras entrecerraba un poco los ojos por culpa del sol, la brisa movía mi cabello de forma muy molesta, tal vez por eso Robert se ató el suyo.
— Le pedí a mi asistente que investigara, eso y tu hermana me lo recomendó — dijo calmadamente metiéndose ambas manos en los bolsillos. Yo reí de forma algo tosca mientras apoyaba mi lengua dentro de mi mejilla.
— ¿Osea que ella ya lleva tiempo deambulando en tu oficina?
— Llegó el día que empecé a buscar playas, me oyó decirle a Catrina que buscara casas de playa en alquiler, ¿qué podía hacer? además, me causó mucha risa y algo de morbo pensar que ella me estaba ayudando a encontrar la casa donde me follaría a su hermanito menor — murmuró con voz ronca volteando a verme de reojo, haciendo que me sonrojara de forma muy evidente, y agachara la mirada con algo de frustración — Hablando de eso, Ty, ya me has hablado de tu familia paterna, pero creo que nunca me has hablado de tu madre — volteó a verme con detenimiento mientras inclinaba un poco la cabeza, yo me quedé callado sin saber qué decir, suspirando sutilmente y cruzándome de brazos.
— Pues, ehh... ¿qué puedo decir? Teddy es... una mujer difícil — murmuré sin saber qué decir con exactitud, no odiaba a mi madre, pero no sentía esa "fuerte conexión madre e hijo con ella" — Trabajaba como secretaria para el viejo, le iba bien, pero era principalmente porque ese anciano infeliz le traía ganas, así que él empezó a acosarla en el trabajo, ofreciéndole buen sueldo a cambio de abrir las piernas, y un despido inminente si no accedía.
— ¿Enserio?
— Así es — chasqueé la lengua mientras hablaba, disfrutando el suave ruido de fondo de las olas chocando con la arena — Una noche ella, no quería, estaba harta de ese juego... pero al viejo le dió igual, así que la forzó a tener sexo, y como fruto de esa violación indirecta, tienes a tu servidor en frente — comenté volteando a verlo calmadamente, Robert me miró apenado, a pesar de llevar esos lentes puestos se lograba descifrar bien su expresión.
— ... Lo lamento muchísimo Taylor.
— No te disculpes, es decir, ¿qué caso tiene? Me habría encantado que eso no pasara, pero lamentablemente sí pasó. En fin, este... llegué a la vida de Teddy solo para hacerla aún más complicada, porque ella ya tenía un hijo que requería cuidados especiales, un segundo hijo era demasiado para ella sola, y cuando se embarazó de mí el viejo trató de deshacerse de ella despidiéndola, así que cuando nací tuvo que buscar empleo, dejándonos a mí y a mi hermano a cuenta de un hombre con el que salía, y que era fanático de los castigos físicos.
— No sabía que tenías otro hermano — sonreí de lado cuando le escuché.
— Se llama Tyson, tiene 27 años.
— Wow, es bastante mayor ya.
— ... Es autista — murmuré sintiendo un leve nudo en la garganta, Robert me miró levemente asombrado cuando dije ello — Su padre murió en Irak, desde entonces Teddy estuvo sola, claro, hasta que conoció a Peter, el "gran amor de su vida" — dije de mala gana rodando los ojos, sacándole a Robert una suave carcajada.
— Empiezo a creer que lo odias — dijo cínicamente.
— Me golpeaba como si de un saco de box se tratase, ¡amo al sujeto! — dije de forma incrédula rodando mis ojos de mala gana.
— Vaya... me queda claro con todo lo que me has dicho que tanto tú como tu madre han sido personas muy valientes, y sumamente fuertes.
— Te lo agradezco — mencioné sintiéndome algo incómodo, no me gustaba rebuscar en mi niñez, el recuerdo de mi madre siendo golpeada por su pareja, mi hermano llorando, y una versión mía más jóven llorando de hambre en el pórtico, hacía que mi piel se erizara. Me extrañó sentir de repente cómo el señor Dawson llevaba su brazo a mi cuello para rodear este mismo y apegarme a su cuerpo, haciéndome sonrojar totalmente.
— Me gustaría conocer a tu madre y a tu hermano, ¿crees que eso sea posible? — mi sangre se heló al oír su petición, mientras mi pecho brincaba totalmente emocionado, nunca llevaba a nadie con Teddy y con Sony (mi hermano), y hasta ahora no me había siquiera pasado por la mente la idea de que Robert los conociera, pero, por alguna razón, cuando él me lo pidió, yo empecé a añorar dicha situación en la que Teddy conociera a Robert y viceversa, fue muy particular, pero se sintió bonito.
— Pues... creo que sí — dije sonriendo sutilmente mientras me sonrojaba totalmente — J-Justo voy a verlos los domingos así que... si quieres, podemos ir allá cuando volvamos.
— Me encantaría — dijo sonriendome con calma, sonrisa que yo correspondí sintiendo cosquillas en mi abdomen, era tan hermoso estar así con él, rogaba para mis adentros porque ese momento no acabase jamás.
Continuará
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- Gema
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