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17 - 'Decepción'

— ¿Quieres ir a comer algo luego de clases? — le pregunté mientras avanzábamos por el pasillo rumbo a nuestros salones de clases.

— Suena bien, y así de plano seguimos hablando sobre tu "problemita" — respondió ella sonriéndome — Te llamaré al salir de mi exámen.

— Suerte Mónica — le dije mientras la veía marcharse, suspiré mientras seguía mi camino a mi aula, había una perturbación muy rara ese día, la ausencia de cierto desastre natural que me aliviaba, pero al mismo tiempo, me preocupaba.

De repente, el ruido de mi celular me alertó, lo saqué de mi bolsillo, sonriendo embobado al ver el nombre del contacto, un número que yo agendé como "Mr. Dawson", rezaba porque nadie tomara de imprevisto mi celular, porque si lo hacían y veían dicho número agendado, cosas malas podrían avecinarse para mi persona.

— Veo que alguien no sabe cuánto son 24 horas — dije al contestar el celular y apartarme un poco de la gente para hablar con libertad.

— No aguanté la tentación — murmuró con esa voz tan ronca y sexy que casi me hacía babearme — Imagino que estás en clases.

— A punto de entrar, mi clase se retrasó un poco hoy — dije mientras seguía mi paso tranquilamente — ¿Estás en la reunión?

— Encerrado todavía — afirmó entre pesados suspiros — Me escapé un momento a mi oficina con la excusa de que iba a tomar aire, es que realmente necesitaba oír tu voz.

— Hipócrita — dije entre suaves risas, estar de esa forma con Robert me causaba un muy tierno cosquilleo en el estómago que me encantaba, cosa que obviamente, mi orgullo no iba a permitirme admitirle a él mismo, pero vaya que lo disfrutaba mucho, aún lo sigo disfrutando, pese a que ya muchas cosas han cambiado entre nosotros.

— ¿Qué acaso tú no me extrañas?

— Te ví apenas anoche, alejate una semana y ahí te digo si te extraño o no — dije en tono burlón, obviamente lo decía para hacerle enojar, con tan solo cuatro días, y la tarde del día anterior, me quedaba muy claro que la ausencia de Robert me afectaba en todos los sentidos posibles.

— Mh, entonces supongo que tendré que planear mi fin de semana con alguien más.

— ¿Fin de semana? — dije algo dudoso, mientras un gran rubor inundaba mis mejillas.

— Es que nunca puedo ir a la playa, y esta vez tuve un fin de semana libre, así que alquilé una casa en la playa por el fin de semana, y había pensado en invitarte.

— ¿Hablas enserio? — dije mientras mi piel se erizaba totalmente, y la muy clara imágen de Robert y mía cogiendo en la arena, hizo que cada fibra de mi cuerpo se estremeciera.

— Muy en serio — recalcó mientras oía cómo se levantaba de su asiento — ¿Qué opinas? ¿quieres venir conmigo?

— Y-Yo... — titubeé mientras frenaba mis pasos y entraba al baño para hablar con más libertad — Robert ¿cómo le justifico a mi padre mi ausencia?

— Nos iríamos esta noche, nos quedamos todo el sábado, y el domingo en la tarde regresamos. Vamos Taylor, mereces un descanso, dile a tu padre que irás a un viaje de la universidad o algo así.

— Ya le debo lo de haberme perdido la otra noche, si vuelvo a desaparecer podría correrme.

— ¿Osea que eso es un "no"? — retiré un momento el teléfono de mi oído para empezar a maldecir entre murmullos y gruñidos, realmente quería ir a la playa, mi piel parecía carne de pollo de lo pálido que estaba, pero los problemas con el viejo me dejaban en una situación complicada.

— Sí, sí quiero ir — recalqué al colocar de nuevo mi celular en mi oído, pude oír una suave risilla salir de su boca, él amaba ponerme contra la espada y la pared, era como una forma de probar qué tan dispuesto estaba yo de dejar tirada mi vida con tal de estar a su merced, era maquiavélico, y de cierta forma, me encantaba — Pude oír esa risa.

— No pretendo ocultar mi gusto por tener tu lindo cuerpo lleno de arena — dijo cínicamente — Relájate, tu padre no estará en casa el fin de semana.

— ¿Cómo lo sabes? — pregunté totalmente abrumado.

— Lo sé porque me dijo hoy que en cuanto acabe la reunión, él y su familia harán un viaje a esquiar a las montañas, no volverán hasta el lunes en la mañana.

— Y por eso es que quieres volver el domingo, para que pueda quedarme contigo, y al día siguiente irme directo a la universidad sin que ellos noten que me fui... — dije pensativo mientras terminaba de sacar cuentas, sintiendo algo de rabia y alivio de que aquel Inglés calculador moviese los hilos a su maldita conveniencia.

— Si tengo la oportunidad de tenerte para mí, no pienso desaprovecharla — admitió coquetamente, yo sonreí al oírle, sintiendo un gran rubor inundar mis mejillas.

— ¿Te he dicho que eres un maldito? — dije mientras caminaba a los lavamos y me apoyaba en estos mismos.

— Mhh, por supuesto que sí — ambos reímos al unísono en cuanto él habló, admito que actuábamos como un par de tontos, supongo que eso es lo que hace la gente enamorada, ¿no?

— Oye... — carraspeé mientras me mordía levemente el labio inferior con nerviosismo — Sea cual sea mi respuesta con respecto a nuestra charla, ¿aún podré ir contigo?

— ... Por supuesto, soy hombre de palabra, y si te he invitado, no planeo declinar mi invitación — sonreí frente al espejo al oírle, notando algo que hacía muchísimo tiempo que no veía, una sonrisa genuina dibujada en mi rostro, mi pecho dolió, pero al mismo tiempo, se sintió bien ante esto.

Estuve a punto de hablar, específicamente iba a decir "creo que ya tengo la respuesta", hasta que, oí una voz conocida al otro lado de la línea, que me hizo sentir un horrible nudo en mi garganta.

— ¡Robert, todos te esperan en la sala de juntas! — habló una voz femenina que yo conocía al derecho y al revés, y creo que por conocerla, fue que más enojo me dió.

— Voy en un minuto — dijo él mientras oía cómo agitaba el teléfono, tal vez estaba nervioso.

— No te tardes tesoro — dijo esa voz femenina, seguida por el ruido de la puerta cerrándose.

Sonreí de rabia por inercia, mirando de reojo mi reflejo en el espejo, esa hermosa sonrisa pasó a ser mi típica cara de decepción, eso era precisamente lo que quería evitar al estar con Robert, pasar de la ilusión a la decepción en cuestión de segundos, y nuevamente, la ironía me castigaba, si algún día tengo hijos, debería llamarlos ironía y decepción.

— Mejor cuelgo, tú y mi hermana suenan ocupados — dije con un muy evidente cambio en mi tono de voz.

— Oye, Taylor no es lo que tú estás pensando.

— A mí no me des explicaciones Robert, conozco a Raquel mejor que a mí mismo, esa desgraciada no le dice a nadie "tesoro" si no se estuviese revolcando con él, ¡y qué casualidad que justo anoche me dijiste que leíste los mensajes y notaste que mi hermana te tiene ganas! ¡es más! ¡¿desde cuándo esa idiota trabaja contigo?!

— ¡Si me dejaras hablar, tal vez podría explicártelo! — reclamó algo frustrado de oír cómo me quejaba.

— No, tengo clase, lo siento — dije antes de colgar de golpe el teléfono y apagarlo, solté un gruñido de frustración para empezar a golpear la baldosa del baño, sé que pensarán que tal vez era una cuestión como la de Yelena, pero, ustedes no conocen a Raquel tanto como yo, ella no era amable con nadie con gusto, solo lo era cuando obtenía algo de por medio, ¿y qué más pruebas necesitaba? ella misma me dijo que era capaz de cogerse a Robert si tuviese la oportunidad, y al parecer, la oportunidad le había llegado.

Limpié una lágrimas de frustración que rodaba por mi mejilla, para reincorporarme a lavar mi cara para evitar que se notase mucho el enrojecimiento de mis ojos, odiaba tanto que mis problemas con Robert afectasen mi rendimiento en la universidad.

Pude oír la puerta del baño abrirse, se trataba de aquel chico de cabello castaño, al verlo, una revelación llegó a mí, una decisión más impulsiva que otra cosa, y déjenme repetir amigos, que actuar bajo las influencias del despecho, los celos y el alcohol, es lo peor que puede pasarte, lo dice alguien que ha pasado por las tres en más de una ocasión.

— Ah, hola Taylor — me saludó tímidamente mientras iba a uno de los orinales.

— Hola Julius — dije mientras mojaba mis manos para mojar mi cabello, tratando de disimular la evidente rabia que crecía en mi ser como si de acidez estomacal se tratase, comparación tosca, lo sé, pero soy doctor, ¿con qué pretenden que haga comparaciones?

— La clase va a empezar pronto — dijo mientras terminaba de orinar y se aproximaba al lavamanos.

— Sí, lo sé — dije mientras me acercaba un poco hacía él — Oye y... ¿a qué hora dijiste que empezaba la fiesta? — pude notar cómo sus mejillas empezaron a tornarse rojas, no me gustaba usar a otras personas para compensar mis frustraciones con mi "pareja", pero, realmente no estaba actuando con cordura, la rabia me ganaba, sentía que debía hacer algo para desquitarme o me ahogaría en mi propia bilis.

— Amm, s-seis o siete de la noche, ¿s-sí vas a ir? — dudó mirándome con ilusión, yo sonreí coqueto mientras apoyaba mi mano sobre la baldosa que no hace mucho golpeé, ¿necesito estudios psicológicos? evidentemente los necesitaba de joven y de adulto asumo que aún me hacen falta.

— Me vendría bien relajarme una noche — dije sonriendo coquetamente, él me sonrió con timidez, era su amor platónico aceptando ir a su fiesta, el sujeto debió sentir que volaba en las nubes, no es por ser egocéntrico, solo admito algo evidente.

— E-Eso es genial Taylor.

— Dime Ty, suena menos formal — dije para guiñarle el ojo y empezar a caminar a la salida del baño — Te veo esta noche Julius — dicho esto, me fuí de aquel baño con ambas manos en mis bolsillos, honestamente me sorprende el cambio en mi actitud, de repente estaba sufriendo un ataque de odio, y en menos de diez minutos actuaba como un coqueto rompecorazones, Teddy no mintió nunca cuando me llamaba "sociópata".

-

Al salir de clases pude ver a Mónica sentada en la banca, posiblemente esperándome para ir a comer, yo me dirigí hacía ella tratando de lucir tranquilo, aunque tranquilo es lo que menos estuve, pasé toda la clase imaginando cómo mi hermana le daba sexo oral al hombre que me gustaba, considero todo un milagro no haber sufrido un ataque de rabia o un infarto en medio de mis clases.

— Hola Mónica — le saludé llegando hacía ela — ¿Cómo te fue hoy?

— ¡Fuí la mejor nota del exámen! — exclamó levantándose de su asiento y sonriendo ampliamente.

— ¡Amiga eso es genial! ¡te dije que ibas a lograrlo! — dije sonriendo y abrazándola con fuerza — Debemos ir a celebrar, ¿quieres irte de fiesta?

— ¿De fiesta? — dijo apartándose un poco y viéndome confusa — Taylor, ¿enserio quieres irte a la fiesta de ese chico?

— Nos vendría bien un poco de ambiente universitario, vamos Mónica, lo merecemos — dije rodeando su cuello con mi brazo para empezar a caminar fuera del campus.

— ¿Y a qué debemos tu repentino cambio de humor, eh?

— A que Robert se coge a mi hermana — dije entre pesados gruñidos, Mónica me miró totalmente confundida, yo le miré de vuelta algo serio, y a medida que íbamos caminando, le fui contando todo lo que pasó.

-

— ¿Me dejas decirte algo, Ty? — dijo ella mientras se arreglaba frente al espejo de su habitación, habíamos ido a su casa a cambiarnos de ropa, o bueno, ella se cambió, yo me quedé usando ese incómodo suéter y mis jeans de vagabundo, Mónica insistió en prestarme ropa de su primo, pero yo preferí ir así y ya, algo en mi ser decía que probablemente Robert iría a buscarme, y no quería que me viera con ropa de otra persona, y con el olor de otro hombre en mi cuerpo.

— Depende, ¿vas a decir que soy un idiota? — dije con la voz apagada mientras miraba al techo de la habitación de ella, creí que solo su mochila era de unicornios, pero toda la habitación de ella estaba tapizada como el cuarto de una niña de kinder, ello me desconcertó mucho.

— No pienso insultarte Ty, porque sé que a cualquiera puede pasarle lo mismo que a ti — afirmó mirándome de reojo mientras arreglaba el escote de aquel vestido azul que estaba usando, y que debo admitir, hacía que sus pechos lucieran bastante bien — Solo digo que, tal vez estás confundiendo las cosas como hiciste con Yelena.

— Mi hermana no trata bien a nadie, Mónica, y ella le tiene ganas a Robert, ¡me lo dijo en mi cara! "cógetelo tú, o yo me lo voy a coger" ¡¿acaso necesito más pruebas?! — reclamé sentándome de golpe en la cama, ella se cruzó de brazos para voltear a verme algo apenada.

— Realmente me apena ver que no has terminado de salir de un lío con Robert y ya te metes en otro.

— ¿Qué te digo? yo soy patológicamente impulsivo, ¡y él parece atraer a las mujeres como azúcar a las moscas!

— Creí que Robert era gay, ¿entonces por qué tanta inseguridad de tu parte?

— ¡Es bisexual, Mónica! ¿qué aún no comprendes? — chasqueé la lengua mientras me cruzaba de brazos con molestia — Desearía que me gusten las mujeres para hacerle la misma.

— Empiezas a excederte, Taylor — dijo ella mientras se acercaba hacía mí para arreglarme un poco el cabello — Si vas a ir esta fiesta solo para hacer algo de lo que vas a arrepentirte, prefiero que no vayamos, Ty.

— Tú no me conoces, y no quieras fingir que lo haces — escupí de mala gana como el maldito idiota que soy, mientras me levantaba de la cama — Si no quieres ir no vayas, igual no quiero cargar con una niña que seguramente se embriagará a la primera copa — debo ser franco con ustedes, este es un de los momentos que más rabia y pena me dan, pretendí jugar al imbécil con la única persona con la paciencia suficiente para oírme sin reprocharme o juzgarme, ¿quién me creía que era? Les juro que si pudiera, regresaría el tiempo para darme una bofetada por desgraciado, no sé cómo aún después de eso, Mónica accedió a ir conmigo.

— Oye yo no dije eso — dijo ella mientras iba tras de mí — Dije que iría contigo Ty, pero por favor cálmate ¿sí? — le miré de reojo de forma incrédula, abriendo la puerta de su cuarto y empezando a caminar, pude oír cómo ella suspiraba pesadamente mientras iba detrás de mí, después de eso, me quedó clarísimo de que Mónica era el tipo de amistad que no podía arriesgarme a perder, y era por ella que yo intentaba controlar al Taylor imbécil, aunque como podrán adivinar, a la bestia no se le puede calmar tan fácilmente.

-

Llegamos hasta la dichosa fiesta en el auto que sus tíos le prestaron a Mónica, las cosas seguían algo tensas entre nosotros, yo seguía actuando como un perfecto estúpido, y ella como la monja pacifista que siempre ha sido, trataba de calmarme.

— No te vayas lejos, por favor, recuerda que no conocemos a mucha gente por aquí — murmuró ella en mi hombro mientras nos adentrabamos en aquella casa, y como siempre, yo hice lo contrario a lo que me dijeron.

Apenas entramos a la sala, yo empecé a caminar entre la multitud, dejando atrás a Mónica, quien gritaba mi nombre algo frustrada, se los juro, odio tanto recordar esa maldita fiesta, pero a veces lo hago, como forma de recordar la basura de ser humano que he sido, lo hago siempre que algo malo me pasa, un recordatorio de que el "karma" existe en esta vida, o al menos eso quiero creer.

Seguí caminando hasta que llegué a la cocina, lugar donde los chicos servían cocteles morbosamente llenos de alcohol, y nuevamente, actué sin pensar.

— ¿Me das uno amigo? — dije al acercarme a ellos, de inmediato todos voltearon a verme como si de un bicho raro se tratase.

— ¿Tú no eres Taylor Atwood? — preguntó uno de ellos.

— Según mi acta de nacimiento, eso creo — dije de mala gana mientras me cruzaba de brazos.— Eres el hermano de Raquel — dijo otro entre risas — Amigo, yo dormí con tu hermana.

— Igual que media universidad — "y mi novio" pensé de inmediato, carraspeando algo incómodo luego de meditar a profundidad la palabra "novio" y sentir un horrible nudo en mi garganta — ¿Me dan alcohol o debo beber el alcohol etílico del kit del baño? — todos empezaron a reír nuevamente, empezaba a creer que esos chicos estaban bajo la influencia de cierta "planta" que recetamos para tratar el glaucoma.

— Taylor — escuché la voz del chico que me invitó, rápidamente me volteé a verlo, vestía una camiseta negra de mangas largas y unos jeans blancos, el porqué recuerdo lo que llevaba puesto, ya les diré el por qué.

— Hola Julius, ¿cómo estás? ¿oye me das algo de beber? estos chicos parecen no saber compartir el licor — bromeé sin medir mis palabras, menos mal todos ellos estaban drogados, de haber estado sobrios, seguro me buscaban pelea por andar de boca floja.

— Claro Taylor, dame un minuto — dijo para acercarse a la barra con el licor para servirme un trago, en eso sentí cómo alguien me sujetaba de los hombros desde atrás.

— ¡Oye! ¿eso a qué vino? — me reclamó Mónica al llegar conmigo, yo la miré algo frustrado mientras sacudía un poco mi ropa.

— A que ya no aguanto tus actitudes de anciana quejumbrosa, vinimos a pasarla bien, Mónica, no necesito una niñera.

— Aquí tienes Ty — dijo Julius al acercarse con el trago en mano, miró a Mónica de arriba a abajo, haciendo especial énfasis en sus pechos, ella notó esto, por lo que se abrazó a sí misma, seguramente arrepentida de haber llevado dicha prenda — ¿Gustas un trago también?

— No gracias, yo no bebo — dijo ella mientras volteaba a verme, observando aterrada cómo yo me bebía de un solo trago ese coctel de un sospechoso color azul que Julius me dió, ¿recuerdan lo que le dije a Mónica de "no querer lidiar con una niña alcoholizada?" jaj, pues, como siempre les digo, la ironía es una maldita perra, y lo que vendrá ahora, les dará tanta risa como a ella le da cada que cuenta dicha anécdota.

Continuará

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- Gema


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