11 - 'Recelo'
La cabeza me dolía de forma horrible, todo alrededor estaba oscuro, ¿dónde estaba? el ambiente estaba extrañamente fresco, nada siquiera parecido al calor que hacía en mi habitación, las sábanas eran muy suaves, solo había una explicación razonable ante todo eso, no estaba en mi cama.
— Servicio a la habitación — escuché sutilmente a alguien llamar a la puerta, aún luego de escuchar eso me negaba a abrir los ojos, el dolor de cabeza me estaba matando, no fue hasta que escuché otra voz alterna hablar, que me digné a abrir los ojos.
— Pase por favor — dijo aquella voz encantadora que me estremecía, un momento, ¿Robert? ¿qué hacía Robert ahí? o mejor dicho, ¿qué hacía yo ahí? era todo lo que mi débil cerebro lograba pensar mientras yo me animaba a despertar, era tan odioso tener resaca.
Al abrir los ojos, miré alrededor, reconocí al instante aquella habitación, fue ahí donde me quitaron la virginidad. Me senté en la cama pasando mis manos por mi rostro, la cabeza me dolía horriblemente, ¿acaso Robert y yo estuvimos juntos la noche anterior? no estaba seguro, todo me daba vueltas, apenas y lograba recordar algunas cosas.
— ¡Ah, Robert! — recordé de inmediato una situación donde en la carpa él me estaba apoyando su bulto contra el mío, y yo como siempre, gemía como una perra, eso era suficiente para asumir que volví a ser la perra del señor Dawson.
— Buen día joven — habló una mujer que entraba a la habitación empujando un pequeño carrito de desayuno, donde había pan, huevos, fruta, jugo de naranja, café, tantas cosas que comer, y mi estómago al verlas solo pudo retorcerse por culpa del exceso de alcohol.
— Vaya, alguien parecer tener la resaca del año — dijo aquel sujeto que venía avanzando detrás de la mujer, yo le miré con los ojos entrecerrados, mostrando un semblante de enojo que como siempre, solo le causó risa. Sacó su billetera y de esta extrajo algunos billetes que le dio a la mujer del servicio, la dama agradeció y se retiró, dejándonos completamente solos.
— ¿Quieres agua, verdad? — me preguntó mientras tomaba una jarra de agua y servía un vaso de esta misma.
— Toda la que haya en el hotel — murmuré frotando mis sienes con dedos medio e índice de cada mano, él rió mientras se me acercaba para darme el agua.
— Te dije que no era buena idea que siguieras bebiendo de tal forma tesoro.
— No me digas tesoro — gruñí enojado mientras bebía de golpe el agua que él me dio — ¡¿Qué carajo pasó ayer?!
— Mh, ¿memoria perdida eh? — dijo mientras se sentaba en la cama junto a mí y frotaba mis labios con su pulgar — Te embriagaste, y me pediste que tuviéramos sexo.
— Madre santa — solté un jadeo mientras pasaba mi mano por mi rostro, sentía mi sangre helarse completamente — Entonces... ¿l-lo hicimos? — pregunté dudoso mientras miraba a Robert con vergüenza, él arqueó incrédulo la ceja mientras me miraba con detenimiento.
— ¿Te duelen las caderas? — yo me quedé confuso al escucharle, y ya que lo mencionaba, noté una muy rara falta de dolor en mi cuerpo, lo cual era raro, siendo que la primera vez me llevó días enteros sentir alivio en mi cuerpo, la segunda vez mínimo tendría que dolerme de igual forma, por no decir que peor, porque Robert jamás se caracterizó por ser "delicado".
Él soltó una suave carcajada al notar mi evidente expresión de confusión, llevó uno de mis mechones tras mi oreja mientras me miraba con tranquilidad.
— Estabas ebrio, Taylor, para mí tener sexo contigo ebrio es igual a hacerlo sin tu consentimiento, así que preferí abstenerme.
— Pero... ¿n-no hicimos nada en serio? — pregunté dudosos y muy sonrojado.
— Bueno, "nada" es una palabra muy amplia — pasó su mano por su rostro mientras pensaba qué decirme — Digamos que jugueteamos un poco, te besé, acaricié, pero no hubo penetración alguna. Y bueno... sucedió algo que, realmente a mí se me hizo muy cómico.
— ¿Qué pasó?
— Pues... me confesaste que tú tienes cierta "táctica" poco ortodoxa para quitarte el estrés de la escuela— al escucharlo, solté un pesado suspiro de vergüenza, cubrí mi rostro con mis manos de inmediato, ya sabía bien a lo que se refería.
— ¡Ay por Dios santo! qué maldita vergüenza.
— Hey, no te pongas así — me dijo entre risas — eso es normal, no tienes porqué avergonzarte. — ¡Sí, porque es muy normal decirle a la gente que me encanta masturbarme! — Robert me miró confundido mientras arqueaba una ceja, sentí mi sangre helarse ante ello.
— ¿De qué hablas?
— ¿No fue eso lo que te dije? — dudé nervioso al escucharle.
— Me refería a tu gusto por Luis Miguel, Ty — me dejé caer boca arriba en la cama sintiendo mis mejillas arder de la vergüenza, era horrible. Rápidamente escuché a Robert reír, cosa que me hizo alzar de nuevo la cabeza y verlo con enojo — ¡¿Qué?!
— Sí me dijiste que te tocas, solo quería ver tu reacción — tomé una almohada que estaba junto a mí y se la arrojé a la cara con todas mis fuerzas, él seguía riéndose como si no hubiera un mañana, bastardo.
— ¡Eres un imbécil! — le escupí de mala gana mientras miraba a otro lado con enojo.
— Un imbécil, sí — murmuró acercándose hacía mí para tomarme del mentón con suavidad — ¿Por eso me pediste que te masturbara ayer?
— Yo no hice eso — dije con enojo y algo de pena, mis mejillas empezaron a arder de nuevo.
— Tengo un traje manchado de semen que lo demuestra — solté un suave jadeo al escucharlo, y rápidamente se me vino a la mente el recuerdo de ayer, yo estaba acostado boca arriba sobre Robert totalmente desnudo, él me acariciaba lento, de forma tan deliciosa que me sorprende no haber sufrido un infarto de lo excitado que estaba.
— Madre santa — gimotee cubriendo mi rostro con mi mano — No puede ser.
— ¿Estás bien Taylor?
— Robert de verdad lo lamento, n-no sé qué me pasó ayer, de verdad que me está hartando esto de que siempre soy yo el culpable de todo y luego pretendo hacerme la víctima.
— Oye cálmate, Taylor, lo hice porque te veías cansado, y yo quería ayudarte a desestresarte, y así fue, después de eso dormiste como un tronco toda la noche — solté un pesado suspiro mientras me rascaba la nuca, estaba muy abrumado, ¿porqué cada que estaba con Robert acababa haciendo una estupidez tras otra?
Tomé la muñeca de él, viendo un hermoso reloj que marcaba la hora, 07:30, me alertó ver que debía irme a la universidad, y claro, sin contar que evidentemente pasé la noche con él, y no llegué a dormir a casa del viejo, este último iba a matarme.
— Carajo, debo ir a la escuela — dije mientras me levantaba de la cama e iba rumbo al baño, hasta que la voz ajena me hizo frenar de golpe.
— ¿Quieres que nos duchemos juntos? — me quedé helado ante tal pregunta, no quería retrasarme, realmente tenía que llegar puntual.
— D-Debo darme prisa Robert — dije volteando a verlo.
— Prometo que será una ducha rápida, yo también debo ir a trabajar — insistió levantándose de la cama y caminando conmigo al baño, no me dió chance de acceder o declinar, aunque algo dentro de mí se negaba a declinar tal ofrecimiento.
Casi sufrí un infarto cuando volví a ver desnudo a Robert, pero traté de mostrarme calmado, solo me quité la ropa también y entré a la ducha con él, ¿porqué habría de importarme? ya conocía su cuerpo y él el mío, no era algo del otro mundo.
Abrí la llave y dejé que el agua caliente acariciara mi piel, era tan delicioso, normalmente me bañaba con agua fría, y no me importaba, pero he de admitir que el agua caliente en la mañana es deliciosa.
Miré de reojo a Robert, quien estaba detrás mío tomando un poco del agua que no caía en mi cuerpo para humectar el jabón y cubrir su cuerpo de dicha sustancia. Me sobresalté al sentir cómo se dispuso a enjabonar mi espalda y acariciarla suavemente.
— ¿Qué haces? — pregunté nervioso.
— Solo te ayudo — insistió mientras frotaba el jabón contra mi piel, debo admitir que se sentía muy bien, las manos de Robert eran gruesas y pesadas, lograban aliviar la horrible tensión formada en mis hombros — Vaya, estás muy tenso.
— La universidad es una mierda — dije recogiendo mi húmedo cabello.
— Ya lo veo — susurró mientras se apegaba a mi cuerpo y empezaba a besarme el cuello.
— ¡Ah! ¡Robert! — solté un ligero jadeo mientras sentía esos bellos besos en mi cuello, ese imbécil sabía excitarme tanto.
— Cálmate Ty — murmuró estirando su mano hacía mi miembro, yo intenté detenerle, pero cuando menos lo esperé, estaba masturbándome.
— ¡¡Ahh, ahh, dej-ahh!! — gemí sintiendo cómo frotaba su miembro contra mi trasero, y como con su mano me daba un maldito placer increíble, ni yo mismo habría podido masturbarme como él lo hizo.
— Coopera, acabaré rápido — murmuró en mi oído mientras usaba su mano libre para alzar mi pierna haciendo que sintiera toda su hombría palpitar entre mis nalgas y mis testículos, se sentía tan bien.
— ¡¡Ah, ahh, Robert, maldición Robert!! — gemí ahogadamente echando la cabeza hacía atrás, era tan delicioso, ni en mis mejores fantasías pude haber imaginado un momento así.
Me azotó contra la pared obligándome a apoyar ambas manos de la misma, frotaba su bulto contra mí de forma tan sensual, sin dejar de atender mi debilidad masculina. Yo gemía como loco, sentía mi garganta arder incluso, jamás me habían tocado de esa forma, mejor dicho, jamás me habían tocado.
— ¡¡Robert, v-voy a-ahhh!! — intenté hablar sintiendo un fuerte orgasmo que me hizo contraer mi cuerpo y venirme en la pared de la ducha, me paré de puntillas por inercia, gemía de forma tan ronca que creí que Robert creería que me estaba dando un ataque, pero él solo siguió frotándose contra mi intimidad, se sentía bien, he de admitirlo — Ah, Robert, p-para por favor.
— Quiero venirme — me dijo besándome el cuello — Abre las piernas.
— P-Pero— sus palabras rápidamente interrumpieron las mías.
— No voy a penetrarte, solo quiero sentir tu calor, por favor Ty — me rogó lamiendo mi cuello, no pude decir que no, por lo que alcé una pierna dejándolo moverse como un animal, se sentía tan bien, que creí que iba a volver a venirme — Mgh, Taylor — gemía de forma ronca mientras sus caderas chocaban contra mis nalgas, sentía que iba a explotar de lo caliente que estábamos.
Rápidamente sentí cómo me ponía de espaldas para frotar su miembro junto al mío, sacándome un fuerte gemido que le hizo venirse sobre mi piel.
— Ah, Robert — murmuré tomándolo del cuello para besarlo con deseo, el agua caía sobre nosotros mientras nos devorábamos con hambre y deseo, era una sensación única, admito que me encantó muchísimo.
— Jej, es bueno saber que te encanta cómo te acaricio — murmuró mientras volvía a besarme y acariciar mi espalda — ¿Crees poder ponerme jabón en la espalda?
— Supongo — dije entre besos para tomar el jabón y pararme detrás de él, llevé su cabello a su hombro mientras empezaba a impregnar de jabón la espalda ajena, era tan suave y tersa su piel, daban ganas de dormir sobre ella todas las noches.
-
— Carajo — gruñí mientras salíamos de la ducha y yo avanzaba algo apurado hacía la habitación.
— ¿Qué ocurre? — preguntó Robert secándose el cabello con una toalla.
— Mi ropa, debe estar llena de alcohol y semen, no puedo ir con esa ropa a la escuela, qué asco — dije pasando mis manos por mi rostro con frustración, era tan odioso haber actuado sin pensar el día anterior, sin duda ese nuevo día me toparía con muchas dificultades.
— Cálmate Taylor, podemos comprarte algo.
— ¡No! e-es tardísimo, y-y no quiero seguir abusando de tu generosidad Robert, con que me des dinero para la universidad es más que suficiente.
— Ay Taylor, ¿cuántas veces seguirás con eso? — preguntó tomándome de las mejillas y sonriéndome con ternura — Te doy dinero porque me importas, mereces esto y mucho más, no seas tan modesto.
— De cualquier forma — dije apartando sus manos de mi rostro — Es algo tarde para ir a una tienda de ropa.
— Eso es cierto — dijo mientras miraba la habitación pensativo. Se apartó de mí para irse hasta un clóset para sacar una camiseta negra con el logo de una banda llamada "Scorpions", no pude evitar reír un poco al verle.
— ¿Tan viejo eres? — pregunté burlón mientras caminaba hacía él.
— Ja-ja — dijo mientras tomaba la camiseta y me la daba en las manos — Por hoy te prestaré esta, pero quiero que me la devuelvas ¿okey? Adoro esta camisa.
— Bien, igual no quiero quedarme con algo tan viejo — bromeé colocándome la camiseta, empezando a buscar con la mirada mis jeans.
— También tengo pantalones, pero seguramente te quedan holgados del frente — dijo mirándome con detenimiento y riendo un poco, yo le miré algo sonrojado y enojado mientras tomaba mis jeans y me los colocaba.
— No sabía que en Londres era barata la cirugía del alargamiento de pene — dije ácidamente mientras terminaba de ajustar mis pantalones y miraba de forma ácida al señor Dawson, él rió mientras se me acercaba y volvía a tomarme de las mejillas.
— Es carísima, de hecho, esto que ves es natural por completo, aunque creí que te darías cuenta, creí que tu "área" era muy sensible.
— Lo es — dije retirando la mano ajena de mi rostro — Pero no creas que un pedazo de carne va a impresionarme — cuando dije eso, Robert se quitó la toalla y quedó totalmente desnudo frente a mí, yo seguía mirándole a los ojos con expresión incrédula, aunque un ligero rubor inundó mis mejillas, tal vez por la cara tan sensual que Robert tenía, o porque realmente me costaba lucir indiferente ante su "trozo de carne".
— Vaya, creo que no mientes — dijo antes de tomarme de las caderas y apegar su cuerpo al mío, estuvo a punto de besarme, pero mi mano impidió que sus labios tocaran los míos — ¿Qué pasa? — murmuró algo frustrado.
— Es tarde — insistí mientras acariciaba sus labios — Luego podrás besarme, por ahora, necesito llegar a clases.
— Cierto — dijo mientras quitaba mi mano y plantaba un hambriento beso en mi boca, al que intenté resistirme, pero besar a Robert era tan adictivo que ni deseándolo habría podido negarme.
Se dejó caer sentado en la cama para seguir besándome y acariciando mi cuerpo, yo luchaba por volver a tomar el control de mi cuerpo, pero mi maldito libido parecía tener mente propia. El ruido de mi celular fue la campana que finalmente logró que Robert me soltara, algo frustrado e intrigado, pero lo hizo.
— ¿Quién te está llamando? — me preguntó con un tono algo receloso.
— No lo sé — dije entre jadeos viendo alrededor de la habitación, pensando que no tenía idea de dónde estaba mi teléfono, empecé a buscarlo con la voz de Luis Miguel como mi única guía.
— Imagino que se trata de tu amiguita rubia preguntándose porqué no has llegado aún — dijo en un tono ácido mientras miraba de reojo el cómo yo buscaba mi celular como el propio idiota.
— ¡Robert deja ya de actuar como un idiota! — reclamé ya sin medir mis palabras, hacer el amor con Robert siempre me encantó, pero amaba reclamarle e insultarle cuando este me exasperaba, muchos dirán que es una conducta tóxica, y sí, definitivamente lo es, sigo trabajando en ello, pero se siente tan liberador.
Rápidamente vi mi celular junto al de Robert en la mesa de centro, por lo que fui a contestarlo, no sin antes notar en la mesa una nota junto al celular de Robert, "cita con Yelena jueves a las 08:00, restaurante Mar de Sevilla"; tragué en seco al leer aquello, trataba de mantenerme calmado, pero evidentemente esa nota hizo que mil cosas pasaran por mi mente.
— ¿Hola? — hablé por teléfono mientras escuchaba el ruido de la cama y los pasos de Robert aproximándose.
— Hola princesa — reconocí la irritante voz de Raquel al otro lado de la línea de inmediato — Fuí a casa de papá a buscarte y me dijo que no pasaste la noche ahí, ¿se puede saber dónde estás?
— Ni él ni Teddy se molestaron en llamar a pedirme cuentas, ¿porqué tú sí? — pregunté de forma ácida, hasta que sentí cómo el señor Dawson se paraba tras de mí empezando a besarme el cuello con deseo, seguro al darse cuenta de que hablaba con una mujer, quería que yo gimiera al teléfono, admito que siempre amé esa faceta suya posesiva.
— Vaya forma de agradecer que me preocupo por ti, idiota — me reclamó frustrada mientras se cruzaba de brazos.
— Estoy saliendo Raquel, ¿qué quieres? — hablé algo frustrado luchando por no gemir, pero era muy difícil, los besos de Robert eran tan sutiles y a la vez tan fieros.
— ¿Quién es? — susurró en mi oído mientras me besaba con dulzura.
— Mi hermana — respondí cubriendo un momento el celular.
— Solo quería saber si resolviste lo de la colegiatura, o si de plano decidiste tomar el trabajo de camarero que tu madre te ofreció.
— Te explico luego ¿sí? voy saliendo a la universidad — dije mientras intentaba inútilmente de apartar al sujeto que me besaba con deseo el cuello, y que he de admitir, no quería que se detuviera.
— Mh, bueno — dijo ella en un tono incrédulo, como si quisiera decirme algo, pero algo le impedía hacerlo — Bueno, hablaremos aquí entonces, pero apresúrate Taylor, ya vas muy tarde.
— Sí ajá — dicho esto, colgué el teléfono y dejé salir un jadeo que luchaba por contener, pero que necesitaba soltar, o sentía que iba a explotar — ¡Ah Robert, carajo!
— Vaya que eres sensible — murmuró tomándome de la barbilla y haciéndome voltear a verle, yo le observaba con molestia, pero el enorme sonrojo en mi rostro saboteaba mi intento por lucir indiferente.
— Supongo — dije en seco guardando mi celular en mi bolsillo para apartarme de él y caminar por la habitación — Carajo, olvidé mi mochila también, me lleva el— la voz de Robert interrumpió mis insultos repentinamente.
— Podemos ir hasta tu casa a buscarla, solo si tú quieres.
— Es tardísimo, no sé si nos dé tiempo — dije pasando mis manos por mi rostro.
— No puedes ir a la universidad sin tu mochila Taylor, así sea tarde o temprano — bufé maldiciendo para mis adentros el hecho de que tuviera razón, me crucé de brazos mirando a Robert de reojo, era tan hermoso, pero al parecer, era un manipulador de primera que solo estaba jugando conmigo, o al menos eso fue lo que me hizo pensar la nota que ví sobre la mesa; cualquiera creería que yo le reclamaría al respecto, para esa época yo seguía teniendo cierto "recelo" hacía él, no me atrevía a ser tan abierto, en cualquier caso, no éramos pareja abiertamente como para que yo pretendiera reclamar, no obstante, tiempo después eso no iba a suceder de nuevo, más adelante comprenderán porqué.
— ¡Bien! — dije harto mientras rodaba mis ojos y caminaba a la mesa donde estaba la comida, la resaca estaba matándome, pero debía comer algo antes de irme, Robert me miró de reojo con algo de seriedad, para después ir hasta el clóset a vestirse, algo me decía que ambos íbamos a tener muchos altercados, su personalidad evidentemente chocaba con la mía, solo en la cama lográbamos entendernos, y todo porque él tomaba el control de la situación, hecho que yo aceptaba en el ámbito sexual, pero en la vida diaria, me costaba mucho trabajo aceptar.
Continuará
Voten y comenten si les ha gustado el capítulo, también recuerden apoyar el libro en las plataformas Alphanovel y Manobook para poder seguir publicando capítulos gratuitos con más frecuencia <3
Y no te olvides de dejar un comentario de apoyo, enserio te lo agradezco <3
- Gema
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro