09 - 'Lo Más Taylor Posible'
— ¿Seguro que esto está bien? — cuestioné mientras salíamos de su oficina y avanzabamos hacía el ascensor.
— Por supuesto Taylor — afirmó sonriéndome con ternura, me sentía nervioso, la última vez que salí con él acabé desnudo en la cama de un hotel, no me daba buena espina seguirle el juego al señor Dawson, pero, él dijo que no haría nada sin mi consentimiento, ¿qué me quedaba? debía darle el voto de confianza.
— Hablo enserio, sé que debes estar ocupado, no quiero que dejes tus obligaciones de lado por mi culpa — le dije apenado mientras caminábamos por aquella oficina, todos me miraban con recelo y curiosidad, yo intentaba ignorar esas miradas de las personas en el lugar, era muy incómodo, pero ¿qué cosa en mi vida no lo era?
— No dejo nada, ya acabé todo lo que debía organizar — insistió mientras llegábamos al ascensor y oprimía el botón para llamarlo, yo miraba de reojo a las oficinistas, quienes murmuraban cosas al vernos, ¿habrán creído que Robert y yo éramos familia? siempre se me hizo gracioso y algo perturbador el cómo Dawson y yo teníamos rasgos físicos similares, mucha gente seguro creía que él era mi padre o mi tío, aún hoy día trato de no pensar en ello cuando estamos en la cama, ¿quién querría pensar en algo así después de todo?
Entramos al ascensor calmadamente, yo veía la puerta cerrarse sintiendo algo de nerviosismo, y más nervioso me puse al sentir cómo me tomaban de la mano y la apretaban con fuerza, por inercia hice lo mismo, mi respiración era tan tosca, odiaba comportarme como un bastardo inexperto.
— ¿Dónde te gustaría comer? — me preguntó mientras acariciaba mi mano con su pulgar.
— Donde sea, no importa — asentí nervioso, tratando de no sonar interesado, ya veía muy excesivo de mi parte que el hombre pagara mi escuela, obligarlo a gastar en mí, ¿quién carajo me creía, Roger?
Me sorprendí cuando él me tomó de la mejilla y empezó a besarme con deseo, yo correspondí algo agitado y nervioso, tomé sus brazos mientras nos besábamos de forma tan lenta y deliciosa, he de admitir, que Robert siempre supo cómo volverme loco.
— Ah — gemí cuando me azotó contra la pared, ¿qué carajo me pasaba? ¿iba a venirme sólo con un par de besos? vaya que era demasiado sensible, y Robert me encantaba demasiado.
— Cálmate — me dijo entre besos acariciando mi espalda y mis caderas, se abstenía de tocarme el trasero, eso lo noté, y agradecía mucho que cumpliera con su promesa de no ir más allá sin mi consentimiento, consentimiento que yo presentía, no tardaría mucho en otorgarle.
— Robert — gemí su nombre entre besos, no pude evitarlo, sentía un cosquilleo hermoso cada que decía su nombre, últimamente no me ocurre mucho, tal vez porque lo pronuncio más seguido que antes, pero igual siento de vez en cuanto mi cuerpo estremecer al decirlo, pero nada igualará las primeras veces.
El ruido del elevador me hizo empujarlo y apartarlo de mí, pasé ambas manos por mi rostro tratando de disimular el gran rubor que debía tener, creí que Robert se enojaría, pero solo se dispuso a acomodar un poco su cortaba e intentar disimular él también lo agitado que estaba.
— Buen día señor Dawson — le saludó el sujeto que entró al elevador junto con nosotros, cargaba unos papeles entre sus brazos, tenía cara de recepcionista, muy difícil de disimular.
— Hola Miles — le saludó con cortesía mientras volteaba a verme sonriendo calmadamente, hizo un ligero gesto para que me calmara, qué hipócrita, me devoraba como un animal y luego me pedía que me calmara, siempre he amado y odiado eso de él — ¿Qué tal va el trabajo?
— Excelente — dijo sacando una carpeta y enseñándosela — Estuve haciendo las averiguaciones que me pidió.
— ¿Y qué descubriste?
— Pues, en términos de ganancia, la empresa Atwood es bastante exitosa, sus estadísticas y aproximados de ganancia semestral son muy impresionantes — abrí mis ojos como platos al escuchar a ese sujeto hablar, Robert lucía relajado, como si no le importara demostrar que estuvo investigando la empresa de mi familia, admito que estaba en su derecho, era su dinero el que estaba en juego, pero igual, qué maldito calculador era ese inglés.
— Entiendo, ¿y qué otra cosa?
— Pues... así como la empresa gana dinero, lo despilfarra — admitió mostrando otra carpeta — Desde proyectos independientes financiados por la misma, hasta gastos que reflejan posible lavado de dinero y evasión fiscal, la empresa Atwood gasta el doble de lo que genera, se mantiene a flote gracias a la evasión de impuestos, pero parece que le roban hasta el dinero a sus empleados.
— Mh — su semblante se formó serio, volteó a verme de reojo arqueando una ceja, yo tragué en seco sin entender en absoluto lo que pasaba, ¿realmente creía él que yo tenía algo que ver en todo eso? ¡yo ni siquiera sabía qué carajos era una evasión fiscal!
Carraspeó mientras sacudía su traje y veía la puerta del ascensor abrirse, sonrió para caminar fuera de este mismo, mirando con detenimiento a su empleado, y luego volteando a verme a mí.
— Más tarde seguiremos discutiendo sobre todo esto, Miles, por ahora tengo una reunión muy importante a la que asistir. Señor Atwood — mi cuerpo se erizó al escucharle, el empleado volteó a verme como si de un espectro se tratase, era obvio porqué me miraba así, confesó que mi familia lavaba dinero y robaba dinero a sus propios empleados, era como hablar de los crímenes de alemania con alguien recién llegado de Berlín.
Salí del ascensor para irme con Robert, el sujeto nos miraba nervioso, aunque he de admitir, que entre los dos no sé si él estaba más nervioso que yo.
— Cancela mis reuniones de la tarde Catrina — le dijo a la secretaria mientras caminábamos a la salida del edificio, ella me miraba de reojo con curiosidad, yo ni siquiera lograba poner en orden mis pensamientos, lo que escuché en el ascensor era más que suficiente por ahora — Ahh, qué calor hace aquí en américa — suspiró soltando un poco su corbata mientras salíamos del edificio — Se me antoja comer algo de carne, ¿y a ti Ty?
— ¿Qué significa lo que dijo el chico de los lentes? — pregunté señalando el interior del edificio de nuevo, Robert me miró cínicamente mientras se paraba frente a su auto negro.
— Vaya, me extraña que no lo sepas, creí que eras un erudito de los negocios — fruncí el ceño al escucharle, él solo se rió mientras subía al auto y me abría la puerta para que yo lo hiciera también — Cálmate Taylor, yo sé muy bien que tú no tienes nada que ver en lo que hace tu hermano y tu padre con su empresa.
— Es ilegal ¿no es así? — cuestioné abrochándome el cinturón.
— Muy ilegal. La evasión fiscal es algo imperdonable, pueden ir a prisión si no ordenan sus prioridades. Es decir, ¿porqué gastan tanto dinero de forma tan irresponsable? — rodé mis ojos al oírle, lo primero que pensé fue en los muchos viajes que Marcela hacía por el Caribe usando el dinero del viejo, la cantidad obscena que este mismo gastaba al ir al hipódromo y al casino los fines de semana, y desde luego, la sanguijuela de Roger derrochaba dinero en alcohol y prostitutas como un maldito mal nacido.
— Todos en mi familia son estúpidos — dije alzando mis cejas y viendo a través de la ventana del auto.
— ¿Será por eso que tu padre te quitó lo de tu colegiatura?
— Ay Robert por favor — bufé mirándolo con seriedad — El viejo busca cualquier maldita excusa para deshacerse de mí. Creeme, si ese anciano tuviera problemas económicos graves, él y su mujercita estarían buscando cómo prostituirse, y Roger ya se habría metido una pistola en la boca.
— Jaj, qué interesante afirmación — dijo encendiendo el auto y empezando a conducir, me miraba de reojo mientras se mordía el labio inferior con sutileza — De cualquier forma, es bastante serio lo que sucede con la empresa de tu familia, hacer un acuerdo con una empresa tan inestable sería un movimiento muy irresponsable, cualquiera que se asocie con ustedes se vería involucrado en ese lavado de activos.
— ¿Osea que no vas a firmar el trato con ellos? — pregunté mientras llevaba uno de mis mechones tras mi propia oreja, él guardó silencio un largo rato.
— La verdad es que tienen muchos problemas, pero tu padre no es estupido, sabe que esa empresa tiene sus puntos positivos a pesar de su evidente administración descuidada. ¿Recuerdas el día que te vi en el restaurante Italiano con tu novia la rubia?
— Santo Dios, ¡ella no es mi novia! — él rió al escuchar como me quejaba.
— Esos hombres que estaban conmigo eran accionistas que trabajaban con tu padre, me reuní con ellos para preguntarles qué tan buena idea sería invertir yo también en las empresas Atwood. Me dijeron que llevaba trabajo, pero así como llevaba, se ganaba dinero.
— ¿Enserio? — abrí mis ojos como platos al oírle.
— Estoy investigando a ver qué tan cierto es eso, pero la verdad es que todo parece indicar que no es tan mala idea, sin contar que... si invierto en la empresa de tu familia, podré estar más cerca de ti — tragué en seco al escucharle, él sonrió de lado mientras me guiñaba el ojo — ¿Qué pasa?
— No deberías tomar decisiones en base al deseo que tengas hacía otra persona — le dije tratando de sonar serio, me preocupaba que cometiera un fatal error financiero, todo por culpa de mi trasero.
— ¿Disculpa?
— Sé que yo debería intentar venderte la empresa de mi familia como la mejor inversión de tu vida Robert, ¡pero no lo es, te lo digo en serio! me atrevo a decir que quizás podría ser la peor decisión financiera que puedas tomar en tu vida.
— ¿Tanto así? — preguntó arqueando una ceja con la mirada en el camino.
— Así es. Verás, Roger es un completo incompetente, mi padre cree ciégamente en él, cuando debería confiar la empresa a otro sujeto. El viejo sabe hacer negocios, ¡pero ya está muy viejo! y ni hablemos de que son demasiado prepotentes, querrán actuar como tus jefes cuando solo son socios, lo sé porque lo he oído discutir por teléfono con un tal McArthur.
— ¿Steven McArthur?
— Ese mismo, ¿lo conoces?
— Fue uno de los empresarios que estaban almorzando conmigo el sábado — yo le observé confundido — Me dijo que tratar con Albert era difícil, pero no imposible, y que no me vendría mal invertir con ellos — rodé mis ojos con molestia — Taylor, comprendo que tú y tu padre tienen sus diferencias, ¿pero no estás diciéndome esto solo para sabotearlo, verdad?
— ¡¡¿Cómo te atreves a preguntarme esa porquería?!! — reclamé enojado mientras me erguía sobre el asiento, toleraba que insinuaran muchas cosas de mí, pero que me creyeran una rata igual a Roger o al viejo, eso era demasiado.
— Cálmate Taylor, solo fue una pregunta, no tienes porqué alter— no le dejé hablar, tenía que seguir reclamando.
— ¡¡¿Cómo te atreves siquiera a creer que yo soy igual que esa bola de mal nacidos?!! ¡¡intentaba hacerte un favor!! ¡¡¿pero sabes qué?!! ¡¡¡es tu maldito dinero, haz con él lo que te plazca, yo ni siquiera sé porqué me meto en esta mierda que a mí no me importa en lo más mínimo!!!
— ¡¡Taylor, Taylor basta por favor!! — me gritaba tratando de calmarme, pero yo no podía, ni quería calmarme.
— ¡¡¿Sabe una cosa señor Dawson?!! ¡¡estoy harto de que cada que hablemos me vivas juzgando y comparando con mi familia!! ¡¡Detén el auto!!
— ¡Taylor!
— ¡¡¡Detén el maldito auto o voy a saltar de él!!! — grité a todo pulmón, ustedes dirán que fue una estupidez, pero desde que nos conocemos, Robert sabe que hacerme enojar es peligroso, porque soy la definición perfecta de "impredecible e histérico" desde que salimos hasta ahora, he perdido la cuenta la cantidad de escenas que le he hecho, ello me ha dejado muy claro que nadie más que Robert podría soportar mi genio.
Hundió el pie en el freno e hizo que el auto se detuviera, yo me quité el cinturón y salí del mismo, mis dientes castañeaban de la rabia, ¿cómo se atrevía a decirme eso?
— ¡Taylor espera! — gritó yendo detrás mío, me jaló del brazo evitando que yo siguiera caminando.
— ¡Suéltame imbécil! — reclamé intentando zafarme de su agarre.
— ¡¡Taylor por Dios santo, basta!! — exclamó tomándome de los hombros y sacudiéndome con fuerza, yo me quedé helado cuando hizo eso, me miró a los ojos con seriedad y frustración, y de cierta forma, su mirada fue lo que logró que yo bajara de a poco la guardia.
Tomó aire y me miró con detenimiento algo apenado.
— Oye, no quise decir que tú le deseas mal a tu familia ¿de acuerdo? solo te hice una pregunta. Date cuenta, estos negocios son muy serios, no puedo dejarme influenciar tan fácilmente.
— Te dejas influenciar por la gente equivocada — asentí zafándome de su agarre y dándome vuelta, pero él de nuevo me jaló del brazo impidiendo que yo pudiera irme.
— ¡Ven acá carajo! — dijo algo frustrado sujetándome con fuerza — ¡¿Porqué insistes en actuar de esta forma, tanto te duele que yo ayude a tu familia?!
— ¡¡Que no, maldita sea!! — grité intentando librarme de su agarre — ¡¡Deja de decir esa porquería, a mí me da igual si el viejo tiene o no tiene dinero, a mí no me beneficia en nada que él no tenga dinero, a diferencia de él yo no soy un maldito infel— el suave tacto de los labios ajenos me hicieron callar mis reclamos, eran tan dulces, y a la vez, tan molestos en ese momento.
— Basta — me dijo con voz ronca mientras me sujetaba los brazos con fuerza — Me gusta que hagas escándalos en la cama, no escándalos en la calle por tonterías — gruñí pro debajo al escucharle, él arqueó una ceja con seriedad para tomarme de las mejillas y apretarlas con fuerza — Seguiré investigando la empresa de tu padre, aunque no lo creas, me interesa mucho lo que me has dicho, lo tendré muy en cuenta a la hora de tomar mi decisión, pero por favor, ya deja de gritar y discutir por esa estupidez, ¿quieres? — tragué en seco al escucharle mientras un rubor pigmentaba mis mejillas, era tan odioso doblegarme luego de que me ofendieron, pero, realmente no estaba de humor para caminar de vuelta a casa, y moría de hambre, jugaría a ser orgulloso después.
— ... Bueno — asentí agachando la mirada, él me soltó mientras sonreía algo curioso, me apretó la mejilla para jalarme de vuelta al auto.
— Jaj, vaya que eres muy impredecible — me dijo mientras subíamos al auto y volvía a encenderlo para continuar manejando, yo miraba a través de la ventana cómo el clima cambiaba, parecía que iba a llover el resto de la tarde, me alivió no haberme ido caminando como planeaba.
-
Entramos a un muy lujoso restaurante, los camareros se movían delicadamente con los platos en mano, era increíble lo fino de aquel sitio, asumí que no conocerlo se debía a que, a diferencia del viejo y el mismo Robert, yo no tenía dinero para derrochar en comida carísima.
— Bienvenidos caballeros — dijo delicadamente una chica que se nos acercaba.
— Buen día señorita, una mesa para dos por favor — dijo él tan elegante y galán como siempre, la chica nos guió hasta la mesa y nos dió el menú, yo ni siquiera entendía todo lo que había en ese sitio; mariscos, ternera, cordero, corte término medio, ¿dónde carajo estaban las hamburguesas dobles en ese asqueroso menú?
— ¿Qué les sirvo caballeros? — preguntó la mesera juntando sus manos tras su espalda.
— Yo quiero un poco de cordero bañado en salsa agridulce, con ensalada mixta y un poco de puré de patatas — yo le miraba sin entender una palabra de lo que decía, intentaba hacerme a la idea del sabor que podría tener la comida que Robert pidió, pero mientras más me esforzaba, menos lograba entender. Imagino que él logró descifrar mi expresión confusa, así que se tomó la libertad de pedir mi comida por mí — Al jóven puede traerle carne de res bañada en salsa de vino tinto, por favor. Ah, y ¿sería tan gentil de traernos una botella de vino blanco señorita?
— Seguro señor — afirmó sonriendo calmadamente — Ya traeré la comida para usted y su sobrino. Con permiso — quedé helado al escucharle, la miraba marcharse mientras un raro sentimiento de vergüenza y algo de ironía inundaba mi pecho, Robert me miró divertido mientras me guiñaba sutilmente el ojo.
— Miren nada más, creo que he pecado de incesto — bromeó de forma ácida mientras apoyaba el codo en la mesa y su barbilla en la palma de su mano, yo le miré con seriedad mientras carraspeaba un poco y llevaba uno de mis cabellos tras mi oreja.
— ¿Te genera gracia que me comparen con tu sobrino? ¿acaso llega a gustarte? — pregunté juzgándole con la mirada.
— Realmente tienes edad para ser mi sobrino, o mi hijo tal vez. Y antes de que creas que soy un depravado, eres el primer chico jóven con el que salgo, o con el que siquiera me imaginé salir.
— Eso no responde mi pregunta — él rió rascándose la nuca, mi personalidad tímida y sumisa no podía controlarla en cuestiones y situaciones sexuales, pero, cuando de cuestiones normales se trataba, no iba a dejar de comportarme como el maldito desgraciado que evidentemente era.
— No, Taylor, no me causa ningún tipo de satisfacción sexual que crean que eres mi sobrino — dijo algo fastidiado e incrédulo, me daba igual, yo no era de los que se adaptaban a la gente, solo cuando me daba la gana me comportaba "decentemente" de resto, era lo más Taylor posible.
— Bien, supongo que esa es una razón menos para desconfiar de ti, por ahora — afirmé mirando de reojo como la camarera llegaba con dos copas y la botella de vino blanco.
La jóven sirvió un poco y se lo dió a Robert para degustar, maldije para mis adentros al verle, tan fino, tan delicado hasta para beber un sorbo de vino, parecía una escultura griega esculpida y exhibida bajo el más bello amanecer en Roma, rodeado de laureles y destellos de sol, solo faltaba el coro de aves detrás suyo, para creer que tenía una deidad, o a la reencarnación de algún César frente a mí.
Continuará
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- Gema
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