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07 - 'Espacio'

Luego de ducharme salí de mi habitación para cerrar la puerta con llave, me puse unos boxers junto con una camiseta negra para recostarme en la cama a encender finalmente mi celular, y lo primero que noté, fue el cómo veinte mensajes del señor Dawson llenaban mi pantalla de golpe, gruñí algo frustrado mientras solo los ignoraba y seguía revisando lo demás, algunos mensajes de Raquel, preguntándome que si le dije al viejo lo de su dinero, en un texto corto pero conciso, le expliqué cómo el viejo me había dejado sin colegiatura, ella envió varios emojis de asombro al instante, y así seguimos un rato, hasta que, mi querida y chismosa hermana, no pudo resistirse, y me hizo la maldita pregunta del millón de dólares.

"¿Has visto a Robert?" me preguntó por mensajes, yo rodé mis ojos con molestia mientras me disponía a responderle que no. "Mientes, ayer te vi irte con él de la universidad".

— ¡Maldita sea! — gruñí entre susurros mientras me sentaba estilo indio en la cama y pensaba de qué forma responder, qué suerte tan asquerosa la mía.

"Me invitó un café, pero nada pasó, no te hagas ilusiones" le mentí sintiendo un tremendo nudo en mi garganta al escribir eso, los recuerdos de esa tarde eran tan amargos y a la vez tan dulces como el café que comenzó todo ese embrollo, podía mentirle a mi hermana, pero no podía mentirme a mí mismo.

Me alertó escuchar cómo sonaba mi celular, creí que se trataba de Raquel, pero era otro sujeto quien me llamaba, solté un pesado suspiro mientras dudaba si era correcto o no responder, no quería hablar con él, pero a la vez, me moría por hacerlo.

— ¿Hola? — susurré tratando de sonar indiferente.

— Al fin contestas — me dijo en un tono tan malditamente sensual que sentí todo mi cuerpo estremecerse, sonaba ronco, ¿estaría acostado ya, o solo me hablaba así para castigarme?

— ¿Qué quieres? — le dije algo frustrado, luchando por no decir su nombre, las paredes en esa casa eran más delgadas que la ropa interior que Marcela usaba para ir a trotar, y que yo odiaba tanto tener que ver cada mañana.

— Necesito hablar contigo Taylor.

— Ya lo estás haciendo — dije recostándome en la cama, alejé mis manos de mi abdomen para no caer en tentaciones por culpa de esa sensual voz del señor Dawson.

— Estuve pensando en lo que dijiste y... tienes razón, actué como un insensible ayer, solo actué en base a lo que yo quería, sé que no tengo cómo excusar mi comportamiento, pero... en mi defensa, si yo actué así, fue porque tú realmente me gustas — tragué en seco mientras sentía mi respiración más agitada que nunca — Desde que te vi llegar a tu casa con el cabello revuelto y toda la ropa arrugada, me intrigaste demasiado, deseaba conocerte, probar tus labios, ¿y porqué no? tal vez hacer el amor contigo. Por eso en el café cuando me besaste, fue una oportunidad que yo nunca iba a perdonarme perder, pero... pensándolo bien, fue muy insensible de mi parte actuar sin que tú me dijeras si querías o no.

— Entiendo — respondí tratando de sonar frío, pero realmente me estaba muriendo, mi pecho latía como nunca, y mi cuerpo empezaba a moverse de forma muy vergonzosa, dirán que estoy loco, pero cuando el cuerpo humano conoce lo maravilloso y horrible que es el sexo, se vuelve adicto a él.

— El punto es, sé que tal vez no quieras perdonarme por actuar como un insensible... pero realmente quisiera pedirte perdón Ty, debes creer que solo te ví como algo de una noche, pero yo realmente me siento atraído por ti, y me gustaría que volviéramos a salir, y... solo si tú te animas, volver a tocarte — cubrí mi boca con mi mano para evitar que un gritillo saliera de mis labios, todo mi cuerpo temblaba como nunca, trataba de mantener la calma, pero, me era imposible.

— ... No lo sé — dije con suavidad tratando de que no se notara que estaba nervioso, si bien me habría encantado decir "adelante", aún tenía mis dudas, ¿cómo podía confiar en alguien a quien no conocía? un hombre que desde cómo pensaba a como actuaba era todo un misterio para mi, sin contar que, llegar muy lejos con él me buscaría problemas muy serios con el viejo, problemas que no estaba dispuesto a afrontar.

Pude oír cómo él soltaba un pesado suspiro de frustración, jamás me consideré un completo capricho humano, pero, empezaba a creer que mi comportamiento solo lograba que Robert me viera de esa forma.

— ... Entiendo — dijo entre pesados suspiros — Supongo que quieres espacio, lo entiendo perfectamente.

— Necesito pensar con claridad, ¿entiendes? — le dije mientras pasaba mi mano por mi rostro, susurraba delicadamente, casi que no se me escuchaba, un contraste bastante notorio en comparación con los gemidos que dí en pleno acto sexual — Aún sigo meditando muchas cosas, no estoy seguro de poder darte una respuesta aún.

— Quieres espacio, lo entiendo perfectamente, solo quiero que sepas Taylor, que realmente me interesas, y quiero seguir cerca de ti, solo si tú me lo permites, por supuesto — solté un ligero jadeo mientras miraba a los lados con pesadez, la única fuente de luz en mi cuarto era una lámpara amarillenta que reposaba en la mesa junto a la cama, yo la miraba con detenimiento, sintiendo mi piel erizarse cada que Robert pronunciaba una sola palabra.

— ... Lo tendré en cuenta, te lo prometo — dije mientras alejaba el teléfono de mi cara, y, con la mano temblorosa, oprimí el botón para colgar la llamada. Solté un muy pesado suspiro mientras miraba el techo de mi habitación, no entendía a lo que estaba jugando, tanto Robert como yo, ¿él qué esperaba obtener rogándole a un bastardo como yo? ya me cogió, ¿qué más quería? No lograba tragarme el cuento de que yo realmente le interesaba para algo serio, prefería pensar en cualquier otra cosa primero, menos en una relación seria.

Apagué mi celular y lo dejé en mi mesa de noche, para apagar mi lámpara y taparme con mis sábanas, aunque no planeaba dormir aún, no lograría conciliar el sueño.

Deslicé cuidadosamente mis boxers para poder empezar a palpar mi intimidad con cuidado, la voz de Robert fue quien me hizo empezar ese acto lujurioso, no me crean enfermo, nunca suelo tocarme más de una vez al día, o bueno, no lo hacía, hasta que Robert llegó a mi vida.

— ¡Ah! — gemí de forma ahogada, carajo, se sentía tan bien tocarme pensando en Robert, pensar en cómo me folló en esa maldita noche, hacía que mi piel ardiera como nunca, e inevitablemente, dije lo que no quería decir.

— ¡Robert! — gemí de forma ronca al sentir una corriente en mi cuerpo, rápidamente cubrí mi boca con mi mano libre, maldije para mis adentros, afortunadamente no había hecho mucho ruido, pero igual, dije algo que no debía decir.

Me alerté al escuchar cómo alguien tocaba la puerta de mi habitación, rápidamente tomé mi ropa interior y me la puse de nuevo para levantarme y buscar unos pantalones para usar, demonios, "¿me habrán escuchado?" no dejaba de pensar eso, qué idiota era.

Me puse unos jeans y me lavé las manos para ir a abrir la puerta, puerta que tocaban como si quisieran tirarla abajo.

— ¡¿Qué carajo?! — reclamé al salir y ver que se trataba de Roger y el viejo, a quienes miré confundido y algo nervioso.

— ¡¡Dile a la perra que te parió que deje de joder a estas horas!! — me gritó el viejo mientras me azotaba un celular contra el pecho y se marchaba de ahí, mientras el inútil de Roger se quedaba ahí mirándome con detenimiento, seguro se quedaba para oír lo que "la perra que me parió" estaba a punto de decirme.

— ¿Hola? — hablé frotando mi entrecejo con mis dedos.

— ¡Dios mío, si yo no te llamo se te olvida que tienes una madre, bastardo ingrato! — me gritó la persona al otro lado de la línea, su voz daba indicio de estar ebria, ¿y cómo no? para llamar a las 12:10 de la noche, debía ser una emergencia o una borrachera galáctica.

— Deja de gritar Teddy, te estoy escuchando — le dije frustrado mientras miraba con odio al maldito de Roger, y efectivamente, esa mujer que me hablaba de forma tosca, era nada más y nada menos, que mi madre, si es que puedo decirle así.

— ¡Soy tu madre, ingrato! — me reclamó mientras suspiraba pesadamente, yo rodé mis ojos con molestia escuchándole con detenimiento — Escucha, te llamo aquí porque tu celular sonaba apagado.

— Yo lo apagué para dormir, obviamente — bufé frustrado — ¿Qué quieres?

— Preguntarte si vas a venir mañana, porque Peter y yo saldremos en la noche, y necesito saber si vendrás en la mañana para cocinar.

— Tengo qué, si no voy dirás que soy un desgraciado que se olvidó de ti — dije con frustración pasando mi mano por mi cuello.

— ¡Porque es la verdad!

— ¡Ay mamá, vete a dormir ya, maldición! ¡y deja de llamarme ebria, carajo! — le colgué el teléfono para entregárselo a Roger, quien me miraba de forma retadora y algo cínica — ¿Tengo algo en la cara? — cuestioné algo enojado, gracias a mamá iba a ganarme una ola de insultos de parte del viejo en la mañana.

— Creí que dormías.

— Eso hacía — dije alzando mis hombros, aunque empezaba a sentirme nervioso.

— Mh, sí claro, ¿entonces porqué me pareció oír ruidos raros salir de tu habitación eh? — tragué en seco pensando qué decir, ese bastardo era un entrometido de primera, siempre lo ha sido.— ¿Qué clase de ruidos? — pregunté ácidamente tratando de lucir incrédulo.

— No te hagas el santo, maldito pervertido, lo único que sabes hacer es encerrarte en tu cuarto a masturbarte como el propio degenerado — rodé mis ojos con molestia al escucharle, rezando porque solo haya escuchado un gemido simple y ya.

— Al menos no meto prostitutas aquí cuando el viejo y Marcela no están, y las hago pasear desnudas por toda la casa — dije cruzándome de brazos, él me miró enojado acercándose un poco más, ahí supe que ya lo tenía agarrado del cuello.

— ¡¿Qué te crees imbécil?!

— Yo no me creo nada, solo te pido que dejes de espiarme. Tú tienes intimidad, merezco tener la mía también.

— Quien quiera que sea ese tal "Tenet" debe ser un asco para acostarse contigo — fruncí confundido el ceño al escucharle, ¿Tenet? ¿de qué hablaba ese inútil? rápidamente me di cuenta de lo que pasaba, escuchó mal el nombre que dije, nunca me sentí tan aliviado y nervioso al mismo tiempo.

— Jajaj, ay querido Roger, no tienes idea de lo que estás diciendo — dije para darme vuelta y encerrarme en mi cuarto, él seguía insultándome y diciendo cosas con respecto a mi orientación sexual, yo preferí ignorarlo e irme a la cama, para dormir ahora sí, no iba a seguir dándome placer luego de que era evidente que no podría calmar mis ganas de gemir el nombre de la persona que me gustaba, lo mejor era tener autocontrol, y darme un baño con agua fría.

-

Al día siguiente me tuve que levantar temprano, me arreglé y salí en silencio de casa para evitar que el viejo me bombardeara con preguntas y advertencias, así era cada que iba los domingos a visitar a mi madre.

Tomé el autobús y me fui hasta una parte de la ciudad a la que no me gustaba nada ir, porque si te descuidabas podían robarte hasta los calzones, yo lograba que me respetaran mínimamente porque crecí entre esos imbéciles, y conocían a mi madre, al menos eran lo suficientemente decentes para no robar a personas conocidas.

— ¡Miren nada más! — escuché a alguien hablarme mientras yo seguía mi camino por aquella acera, rodé mis ojos con molestia siguiendo mi camino sin más, aunque eso no evitó que esos sujetos se me pegaran atrás y me siguieran hablando como si nada — ¡Pero si es el señor Ricky Ricón! maldición Ty, hace mucho que no se ve tu traserito de ricachón por aquí.

— ¿Cómo has estado, Phil? — pregunté ácidamente sin siquiera voltear a verle, odiaba con el alma que me consideraran "rico", lo menos que yo tenía era estabilidad financiera, pero todos en ese barrio asumían que tenía dinero solo porque vivía con el viejo.

— Oye, ¿porqué tan serio? creí que éramos amigos — insistieron tomándome de los hombros, yo me quité sus asquerosas manos de encima volteando a verles con frialdad.

— ¡¡Aléjense de mí!!

— ¡Wow oye, cálmate riquillo, no queríamos ofender a su majestad! — dijeron de forma burlona mientras me miraban de arriba a abajo, yo estuve a punto de gritarles una ola de insultos que pudieron lograr que me golpearan hasta matarme, pero la voz de una mujer interrumpió todo eso.

— ¡¡Malditos mocosos, dejen a mi hijo en paz!! — gritó ella mientras salía de su casa y caminaba hacía nosotros, los sujetos se apartaron murmurando insultos y riéndose, yo rodé mis ojos con molestia mientras pasaba mi mano por mi rostro, odiaba tanto tener que pasar por eso todos los domingos — Bastardos infelices.



— Hola Tedd — le saludé mientras seguía frotando mis dedos contra mi frente.

— "Hola Tedd" ¡jaj! ¡aguanta nueve malditos meses y un parto infernal, para que el mocoso al que des a luz te salude diciendo "hola Tedd" cada que te vea! ¡de haber sabido que serías tan ingrato mejor te aborto! — me dijo mientras se me acercaba fumando un cigarrillo, yo le miré de forma incrédula al escuchar las mismas quejas de siempre.

— Debiste haberlo hecho, nos habrías ahorrado muchos problemas a los dos — le dije para acercarme a ella y abrazarla sutilmente — Vieja amargada.

— Mocoso infeliz — me dijo abrazándome con fuerza — ¿Cómo estás tesoro?

— Del carajo, el viejo me quitó lo de mi colegiatura.

— ¡¡¿Qué?!! ¡¡¿cómo se atreve ese maldito infeliz a hacerte eso?!! ¡¡¿a cuenta de qué?!!

— De que si debo estudiar algo que él desaprueba completamente, debo hacerlo con mi dinero — admití alzando mis hombros con cinismo.

— ¡¡Ese desgraciado, ya lo voy a llamar!! — exclamó dándose vuelta y caminando a casa, yo le seguí intentando frenarla.

— ¡¡Hey, mamá, mamá espera!!

— ¡¡Espera nada Taylor!! ¡¡¿quién se ha creído ese mal nacido?!! ¡¡mi hijo tiene los mismos derechos que sus otros bastardos, ah pero me va a escuchar!!

— ¡¡Mamá!! — exclamé entrando detrás de ella a casa, le ví tomar el teléfono y marcar el número del viejo, por lo que rápidamente se lo quité y lo arrojé por ahí, ella me miró con enojo y algo de frustración.

— ¡¡¿Taylor qué carajo?!!

— ¡¡Mamá sé que estás enojada, pero sabes cómo es él, si le reclamas por lo de la colegiatura podría incluso tirarme a la calle!!

— Sí pero... ¡¡ushht!! ¡¡maldito anciano imbécil!! — gritó apretando sus puños con fuerza y arrojando al suelo el cigarrillo que estaba fumando, yo lo pisé para evitar que este mismo encendiera la alfombra e iniciara un terrible incendio. Ella me tomó de las mejillas con pesar, se notaba que le avergonzaba no poder darme el dinero que necesitaba — Cariño, lamento mucho que tu padre te haya hecho eso.

— Descuida, no pasa nada, ya me lo veía venir. Lo único que pienso es que ahora necesitaré conseguir un empleo.

— Puedo hablar con mi jefe, tal vez te deje trabajar conmigo.

— No te ofendas má, pero no creo que me lleve lejos trabajar de camarero en un bar — le dije arqueando una ceja.

— ¿Y entonces de qué quieres trabajar Taylor? — me preguntó algo enojada — ¡Lamento que ser una simple camarera no sea suficiente para ti! ¡pero hago lo que puedo ¿okey?!

— Oye cálmate má, con esto que digo no intento menospreciar tu trabajo, al contrario, sé muy bien lo mucho que te esfuerzas, es por eso que creo que ser camarero en un bar no sería lo mejor para mí, es decir, ¿realmente imaginas a tu querido hijo entre hombres borrachos? ¡me van a meter una botella rota en el hígado la primera noche! — ella agachó apenada la mirada, yo le tomé de los hombros intentando animarla — Ya, quita esa cara.

— Bueno... — mencionó alzando otra vez la mirada — El otro trabajo es en la construcción con—

— ¡¡Ahh no, ni en sueños!! — le dije mirándole con seriedad, ya sabía a lo que se refería, y la idea no me agradaba en absoluto.

— ¡Taylor por Dios santo!

— ¡¡Teddy tu marido me odia!! ¡¡¿realmente crees que querrá darle empleo al bastardo con el que tardó diecisiete años para deshacerse de él?!!

— ¡Ay Taylor por favor! — rodó sus ojos con molestia, yo le miraba con enojo, ella sabía mis problemas con ese sujeto, pero se negaba a tomar partido, a pesar de que su "marido" era una basura de persona en todo el sentido de la palabra.

— ¡Oye cálmate! puedo conseguir trabajo sin depender del idiota de Peter, no hace falta que te angusties, ¿de acuerdo? — le sonreí con intenciones de que ella guardara la calma, mi madre sufría de estrés y ansiedad, por ello, aunque ella me volvía loco, intentaba que no se estresara de más — ¿Oye, y Tyson dónde está?

— En casa de Gretchen comiendo galletas. Dios santo Taylor — bufó pasando su mano por su rostro, aunque se quedó un rato mirándome con seriedad, yo tragué en seco pensando en porqué me miraba de tal forma, hasta que, recordé de inmediato la mancha de lujuria en mi cuello, que yo como el propio imbécil olvidé cubrir otra vez.

— Oye — dije tocándome el cuello con una mano para intentar cubrir la marca — Te lo puedo explicar Teddy.

— ¡¿Explicarme qué?! ¡¿el chupón del tamaño de saturno que tienes en el cuello?! — dijo cínicamente entre risas — Así que ya te estrenaron corazón.

— ¿Y qué te hace creer que no fui yo quien estrené a alguien?

— Ay Taylor por Dios, eres hijo mío, y yo sé muy bien que dí a luz a una perra pasiva — me dijo mientras me tocaba la nariz con su dedo índice y caminaba a la cocina, ello me ofendió, pero a la vez, me hizo sentirme aliviado, Teddy parecía ser la única que me conocía con claridad, mejor de lo que yo me conocía a mí mismo, tal y como dijo Robert — Ayúdame a preparar el almuerzo, y así aprovechas y me hablas de él.

— ... Es mayor que yo — dije con la voz algo apagada mientras iba a la cocina junto a ella para lavar los platos.

— Mh, bien... — dijo mientras me miraba de reojo sin mostrarse enojada, solo me escuchaba con detenimiento — ¿Qué tanto?

— ... Treinta y cinco — admití apenado mientras agachaba la mirada, ella arqueó una ceja mirándome asombrada.

— Vaya. ¿No es uno de tus profesores, o sí?

— No, para nada.

— Oh, eso es bueno — suspiró aliviada entre sutiles risas, rodé mis ojos al escucharle.

— Trabaja con el viejo, ¡es un completo extraño, no lo conozco en absolutamente nada!

— Pero te acostaste con él.

— Sí pero... — suspiré pensando de qué forma admitir eso, aunque la voz de Teddy me interrumpió.

— Taylor cálmate, a veces cuando nos gusta alguien actuamos sin pensar, eso es normal.

— Sí pero... no dejo de sentirme como un completo imbécil.

— ¿Y eso porqué? una encamada no tiene porqué hacerte sentir así. Claro, a menos que el tipo no sepa satisfacer, ¿acaso eso te pasó?

— ¡No! — negué sintiendo mis mejillas arder, ella rió apretándome una de estas mientras me miraba de forma pícara.

— Ahh, ¿así que el señor treintañero te logró dar placer eh?

— ¡Mamá no quiero hablar de eso, enserio!

— ¡Ay está bien hijo, solo trato de ayudarte! porque a juzgar por tu cara, juraría que tienes conflictos por ese "momentillo de pasión", ¿eso a qué se debe? — solté un pesado suspiro mientras continuaba lavando los platos.

— ... Son varios factores, el primero y principal es que, es un hombre mucho mayor que yo, que ya ha vivido, y que no me da la confianza suficiente de creer que no está jugando conmigo, y que hoy o mañana podría salirme con el cuento de que está casado y tiene hijos.

— Mh, pues eso siempre es un problema — admitió sacudiendo sus manos y volteando a verme con atención — Dime una cosa cielo, ¿él te llamó después de que ustedes dos lo hicieron? — Me llamó, me escribió, incluso habló conmigo en persona.

— Ahh, eso es un buen síntoma. Si no quisiera saber de ti, y solo te ve como algo de una noche, no se molestaría en escribirte Ty, ¿no crees?

— Sí pero... i-igual no quiero hacerme ilusiones. El viejo tiene planes muy importantes con la empresa de ese sujeto, y me dejó muy en claro que no me quiere involucrado de alguna forma. Incluso me prohibió estar presente cada que el señor Dawson vaya a visitarnos.

— ¿"Señor Dawson"? ¿así se llama?

— Así es. "Robert Dawson" — sentí un cosquilleo recorrer mi cuerpo al pronunciar su nombre, mamá notó esto, y no pudo evitar reirse, siempre me pareció curioso el cómo ella notaba hasta el más mínimo cambio en mi lenguaje corporal.

— Uhh, tiene un nombre imponente — dijo de forma burlona para tomar los platos y dejarlos en la estantería — ¿Y qué te da miedo, que tu padre no te deje estar con él?

— ¡No! b-bueno... n-no lo sé — dije entre titubeos mientras me rascaba la nuca con pena.

— ¿Qué te preocupa? ya tu padre te dejó sin el dinero para la escuela, que era la razón por la que te callabas cada que él te decía algo.

— Sigue dándome de comer y dejándome vivir bajo su techo, ¿si me echa a la calle adónde iré? no tengo otro sitio donde vivir, y lo sabes — ella guardó silencio un largo rato, el tema de porqué yo no vivía con ella, intentábamos no tocarlo para no entrar en discordia, ella sabía muy bien que no podía darme alojamiento de nuevo, y era obvio que eso le dolía, de todos modos, por más que peleábamos, yo era su hijo.

— Sí... no puedes darte el lujo de que te corran otra vez — me dijo mirándome con pesadez, yo chasqueé la lengua para acercarme a ella y tomarla de los hombros sutilmente.

— Mamá por favor, no te pongas así. Es muy temprano para que empieces a llorar ¿no crees?— ¿Crees que no me pesa que mi hijo diga esas cosas Taylor?

— ¡Yo no estoy reprochándote nada! yo sé muy bien que ya con Tyson aquí es más que suficiente, solo quiero que me entiendas má, no puedo jugar a ser orgulloso con el viejo, no aún al menos — dije suspirando pesadamente y frotando los brazos de ella con suavidad, me miraba con pesar mientras extendía su mano hacía mi mejilla para acariciarla con ternura, ella y yo teníamos nuestras diferencias, no era la madre más dedicada del mundo, ni yo el hijo más atento, pero a nuestra manera, nos amábamos, o por mi parte era así, he de admitir.

Escuché la puerta del lugar ser abierta, temí que se tratara de cierto sujeto al que odiaba casi tanto como al viejo, pero afortunadamente no era alguien odiado, sino un ser amado.

— ¡Mamá, Gretchen me dió galletas para ti! — dijo un sujeto alto de cabello negro y ojos oscuros que entraba al lugar, en edad era mayor que yo, pero sus ojos reflejaban un brillo e inocencia de un alma jóven.

— ¡Tyson! — exclamé al verlo, él me miró nervioso sonriendo igualmente.

— Hermano Taylor — me dijo sonriendo tímidamente.

— Sí Tyson, soy yo, ¿cómo has estado? — le pregunté acercándome un poco, no mucho, él odiaba el contacto físico.

— Muy bien — dijo asintiendo seguro y agachando la mirada.

— Qué bueno, ¿oye qué tienes ahí?

— Son galletas de chocolate que hizo Gretchen, Gretchen dijo que las galletas eran para mamá Teddy.

— Entiendo, ¿me regalarías una? — pregunté llevando uno de mis mechones tras mi oreja, él negó con la cabeza mientras se aferraba al frasco de galletas.

— No, son para mamá Teddy, no para Taylor.

— Jajaj, oye, te has vuelto muy egoísta — dije entre risas hasta que sentí como me golpeaban el brazo — ¡Auch!

— Déjalo en paz — me dijo mamá mientras me daba otro golpe en el brazo y caminaba al refrigerador — Tyson vé a lavarte las manos, vamos a comer.

— Sí mamá — dijo él mientras dejaba el frasco con las galletas en la mesa e iba al baño a lavarse las manos. Tyson era una pequeña luz en medio de todo el oscuro mundo de todos, el único hermano del que no me avergüenzo o por el que me siento frustrado, y ni siquiera somos hermanos totalmente, sino medios hermanos; su padre murió hace mucho tiempo en batalla, desde entonces Teddy tuvo que lidiar con él, a veces trato de ser condescendiente con ella, porque no es fácil salir adelante tú sola con un hijo autista, en un mundo lleno de gente intolerante y desgraciada, y para completar el golpe, años después tuvo un hijo de su jefe, quien jamás dio la cara por su hijo, vaya suerte la de mamá.

— ¿Cómo ha estado Tyson? ¿ha estado tranquilo? — le pregunté cruzándome de brazos y mirándola con detenimiento.

— Tiene días buenos y días malos, es normal — respondió en seco mientras lavaba los platos algo apurada.

— Te noto algo seria con el tema, ¿está todo bien?

— Todo bien — respondió sacudiendo sus manos y dándome los platos — Ve organizando esto, cocinemos rápido para que comas antes de que Peter llegue.

— Dios santo Teddy, ¿qué no le dijiste que yo iba a venir hoy?

— Sabes cómo es él, por eso preferí no decir nada — me dijo mientras tomaba un encendedor y hacía lo propio con la cocina, yo le miré frustrado, una vez a la semana iba a verla, y cuando lo hacía, actuaba como si yo fuera un criminal que debe estar ahí visitando solo por dos horas y luego irse sin que nadie supiera que estuvo presente ahí, era tan odioso vivir de esa forma. 

Continuará

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- Gema 


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