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06 - 'Arte De Magía'

Salimos de aquel restaurante uno detrás del otro, él caminó hacía un pequeño muro que estaba junto a la orilla, donde las personas se sentaban para pescar y alimentar a los pequeños animales que nadaban en el lugar, yo solté un pesado suspiro mientras me acercaba hacía él y apoyaba ambos brazos en aquel muro, pensaba que, si la conversación se tornaba muy densa, saltaría al río y me ahogaría para no dejar huella, era un muy buen plan, lástima que no recurrí a él.

— Te he dejado como diez mensajes — me dijo mientras me miraba con seriedad.

— Lo sé — le respondí tratando de sonar indiferente, aunque por dentro, me quebraba cada que escuchaba su voz — No he querido responder.

— ¿Puedo saber por qué? — agaché la mirada mientras jugueteaba con mis dedos, pensando de qué forma coherente responder.

— ... Porque no sé cómo hacerlo — admití mientras le observaba con seriedad — No sé de qué forma proceder contigo — él me miró confundido, pero a la vez, risueño, ello me hizo sentir peor.

— ¿De qué hablas?

— Muchas cosas han pasado por mi mente después de lo de ayer, trato de proceder con la mente fría pero me cuesta poner en órden todo lo que siento Robert — él frunció el ceño totalmente confundido al escucharme.

— Wow wow, Taylor, creí que lo de ayer había quedado claro.

— Para ti, tal vez sí. Pero para mí, lo de ayer fue sumamente espontáneo, y muy abrumador.

— Creí que querías acostarte conmigo — agaché la mirada de nuevo, sintiendo mis mejillas más rojas que nunca.

— No exactamente — admití mirando a otro lado y rascándome la nuca con vergüenza — La situación se me escapó de las manos, ¡yo no planeaba hacer el amor contigo Robert! a-al menos no aún ¿entiendes? yo solo quería que nos besáramos, pero cuando me di cuenta ya estábamos en el hotel y tú me estabas quitando la ropa.

— ¡Porque era lo que tú querías!

— ¡No, es lo que tú creíste que yo quería, pero la verdad que en ningún momento me preguntaste si quería ir al hotel, o si quería coger, si hubieras preguntado admitiría que fue mi culpa, pero ni siquiera puedo hacer eso porque yo en ningún momento te di luz verde! — él chasqueó su lengua mirando a los lados con molestia, se notaba frustrado, no lo culpo, entenderme era difícil, ni yo mismo lograba entender toda la porquería que salía de mi boca.

— No te comprendo Taylor, realmente no sé porqué te pones en este plan, actúas como una chica vírgen — mi sangre se heló al escucharle, agaché la mirada mientras me abrazaba a mí mismo con fuerza, las ganas de darme vuelta e irme eran tremendas, debí haberlo hecho cuando pude. Hubo silencio un largo rato entre ambos, Robert me miraba confundido, hasta que, al parecer algo en él hizo click finalmente, y algo preocupado, me preguntó — ¿Enserio?

— ¿Qué cosa? — le pregunté con la voz apagada.

— ... ¿Eras virgen? — me reí incrédulo mientras volvía a verle de frente.

— ¿Cómo me preguntas eso? ¿enserio no te diste cuenta?

— Tu padre dijo que vivías de fiesta en fiesta, por ello no me detuve a pensar siquiera que eras—

— ¡El viejo no sabe nada de mi vida, eso debería haberte quedado claro desde el principio! — le dije con enojo mientras me acercaba para verlo con detenimiento — Asumo la responsabilidad de haberte provocado para tener sexo, pero el que tú hayas asumido que yo ya había tenido otras parejas antes, ¡eso yo jamás te lo demostré en ningún momento!

— Taylor... — murmuró abrumado mientras intentaba tomarme las mejillas, yo aparté sus manos de mí para después dar media vuelta y regresar al restaurante, le escuchaba llamarme con un tono suplicante que me causó algo de ternura, pero ignoré totalmente eso, me sentía destrozado, la idea de que él solo buscaba a un chico tonto con el cuál divertirse, no dejaba de palpitar en mi pecho y de rebotar en mi mente, fuí todo un idiota.

Entré de vuelta al restaurante, Mónica estaba en la mesa, me sorprendió ver que la pizza estaba empacada para llevar junto con los batidos, y ella me sonrió algo apenada.

— Holaa — me saludó sacudiendo su mano.

— ¿No comeremos aquí? — le pregunté mientras me le acercaba y me sentaba de nuevo frente suyo.

— No, creo que lo mejor será ir a comer a otro sitio.

— ¿Eso por qué?

— Ah pues— sus palabras cesaron cuando ella vió a alguien entrar de nuevo al restaurante, yo mantuve mi semblante serio, mientras ella sonreía apenada y confundida, sobre todo cuando vió que el sujeto se nos acercaba otra vez.

— ¿Tu padre? — susurró mientras veía a ese peli-negro acercarse a nosotros.

— No — negué sonriendo de forma notoriamente forzada, cerré mis ojos de golpe cuando sentí que me colocaba una mano sobre mi hombro y lo apretaba con fuerza.

— Hola chicos — dijo sonriendo coquetamente y volteando a ver a Mónica — Disculpe señorita, solo le robaré un minuto de tiempo a su novio.

— N-No es mi novio — corrigió Mónica bastante nerviosa, de cierta forma me hacía sentir bien darme cuenta de que yo no era al único que se veía afectado y muy intimidado por la gélida mirada de Robert.

— ¿Enserio? vaya, es una pena, hacen muy bonita pareja, como sea — dijo para tomarme de la barbilla y obligarme a alzar la mirada hacía él — ¿Aún te duele el cuerpo? — le miré con odio mientras mis mejillas ardían como nunca.

— No — negué en seco mientras movía mis dedos con angustia, ¿porqué ese hombre actuaba así? solo habíamos tenido sexo una vez, y ya fingía completa y absoluta preocupación por mí. — Luces cansado, deberías tomarte un energizante, perdiste mucho líquido anoche — sus palabras me hicieron retirar de golpe sus manos de mi rostro.

— ¡Si no te importa, me irrita que un desconocido ande tocándome la cara y diciendo esas cosas! — le reclamé con enojo mientras me levantaba de la mesa y lo observaba con frialdad.

— ¿Ahora soy un desconocido para ti? — me preguntó con enojo mientras se metía ambas manos en los bolsillos.

— ¡Lo eres, que no se te olvide que no llevamos ni una semana de conocernos, habernos encamado prematuramente no cambia las cosas! — murmuré con enojo para voltear a ver a Mónica y hacerle una seña para irnos, ella rápidamente tomó las cosas y empezó a caminar hacía la puerta del restaurante, me apenaba ponerla en estas situación sin siquiera conocernos, no me gustó nunca armar escándalos de esa naturaleza, pero al señor Dawson parecía encantarle.

— ¿Realmente quieres actuar de esta forma Taylor?

— ¿Quién actúa? desde el principio te dije que yo soy un imbécil, lamento muchísimo que hayas creído que por cogerme ibas a conseguir algún trato especial de mi parte — le dije sin pelos en la lengua para apartarme de él y caminar rumbo a la salida del restaurante, rogando que no se le ocurriera seguirme otra vez.

Al salir, pude ver a Mónica con semblante algo nervioso y confuso, me avergonzó mucho hacerle pasar por todo eso.

— Lamento mucho que hayas visto eso Mónica, realmente me apena tenerte en medio de todo esto.

— No te preocupes Ty, esas cosas pasan — me dijo de lo más calmada del mundo mientras me daba mi malteada y empezábamos a caminar — Asumo que ese sujeto y tú son... conocidos.

— Yo realmente no sé de qué forma referirme a él, si te soy sincero — admití suspirando pesadamente y dando un sorbo a mi bebida.

— Bueno, no te preocupes, no creas que esto me hará opinar distinto sobre ti, o que me hará no querer volver a salir contigo, a cualquiera le puede pasar que una... persona, le haga una escena en un restaurante — solté un pesado suspiro de decepción al escucharle — Aunque, realmente me apena haber creído que se trataba de tu padre.

— No tienes porqué, ese tipo tiene la edad suficiente para serlo — dije con un amargo sentimiento inundando mi pecho, Mónica debió notar mi semblante apagado, porque rápidamente me jaló del brazo y nos hizo sentarnos en una banca, yo le miré confundido mientras ella se sentaba estilo indio y me observaba con detenimiento.

— Escucha Taylor, sé que no nos conocemos, y que seguramente no quieres hablar con una extraña, pero... si quieres a alguien que te escuche, acá estoy, ¿vale? — en cualquier otra circunstancia, me habría negado rotundamente, y no le habría vuelto a hablar en mi vida, pero, el dolor en mi pecho era espantoso, sentía que necesitaba sacar todo lo que me estaba guardando, y no tenía a nadie para hablar al respecto sin que me juzgara, me daba igual que ella fuera de fiar o no, solo quería que alguien me escuchara, sentía que iba a morir si no lo hacía.

— Bueno... — solté un pesado suspiro mientras le miraba con atención — La verdad es, que él y yo ni siquiera llevamos una semana de conocernos, desde que lo ví sentí algo muy raro en mí, no lo sé... creo que me gustó, y yo me negaba a aceptarlo por miedo a que me rechazara — suspiré pesadamente llevando uno de mis mechones tras mi oreja — Él y yo salimos ayer a tomar un café, las cosas acabaron mal, yo lo besé por impulso, y él... me llevó a su hotel — mis mejillas empezaron a arder de nuevo — No me preguntó si yo quería ir, solo asumió que yo quería, y en el fondo una parte de mí quería, pero no me sentía listo, estaba aterrado, jamás en mi vida tuve algun tipo de acercamiento de ese tipo, y fue muy idiota de mi parte creer que era buena idea empezar con alguien que estaba más que experimentado.

— Te entiendo, a una amiga le pasó igual — me dijo ella tratando de hacerme sentir mejor, yo solo me abracé con fuerza mientras miraba al piso con pesadez.

— La verdad es... que creo que me estoy ilusionando más de lo que debería con él, y eso me da miedo, porque no dejo de sentir que yo solo fui una aventurilla para él, un chico tonto al que vió la oportunidad de cogerse y no dudó en hacerlo. Y lo peor es que, él trabaja con mi padre, y me aterra que por mi culpa él no quiera trabajar con él, y mi padre me eche de casa por ello — solté un pesado suspiro mientras pasaba una de mis manos por mi rostro, Mónica se me acercó para palmear mi hombro con suavidad.

— No deberías pensar de más las cosas Ty, supongo que a él no le conviene que sepan que te obligó a tener sexo, y mucho menos que lo sepa tu padre.

— Yo le doy igual a mi padre, preferiría verme muerto a que le siga deshonrando — dije mientras miraba a la nada con enojo.

— De igual forma, creo que necesitas calmarte, las relaciones con personas mayores nunca son tranquilas, eso es un hecho. Deberías tomarte un tiempo para pensar con claridad, si eso pasó hace poco, tal vez sigues abrumado, y por ello no piensas con claridad.

— Claramente sé que él va a volverme loco, si es que ya no lo hice, ¡¡es que, me enoja tanto!! ¡¡no puedo verlo sin que mi cuerpo entero empiece a temblar, en toda mi maldita vida me ha pasado esto!!

— Cálmate Ty, por favor — murmuró suavemente mientras empezaba a acariciarme el cabello con suavidad — Es normal, creeme, me pasó igual cuando perdí la virginidad, cuando alguien nos gusta es difícil ignorar lo que sentimos, tal vez eso es lo que te pasa con él.

— ¿En tan poco tiempo? ¿puedo enloquecerme por un completo desconocido en cuestión de tres malditos días? — dije mientras alzaba la mirada, el atardecer inundaba ya la ciudad.

— Es muy posible, sobre todo si tu cuerpo y el suyo ya se conocieron — me dijo mientras me palmeaba el hombro y me miraba con pesar — Sé que es difícil, sobre todo cuando es alguien que te dobla la edad, pero tampoco tienes que desesperarte por ello Ty. Ya sucedió, ni modo, la cuestión ahora es, ¿quieres que vuelva a suceder? — me quedé callado al oírle, mi mente reclamaba no, mi pecho murmuraba tal vez, y mi cuerpo gritaba que sí, ¿qué podía hacer? ese hombre me hizo el amor como nadie me lo iba a hacer jamás en mi vida, dicen que un buen "polvo" te flecha de forma más efectiva que el bastardillo del arco y el pañal, aunque yo diría que fue otra cosa de él la que me flechó, más que el sexo, fueron sus ojos, y la bella forma en que me miraban, la que me hizo perder la razón por él.

— ... Sigo pensando en ello — murmuré mientras le miraba de reojo y le sonreía de lado, se sintió muy bien hablar con alguien al respecto — Muchas gracias por escucharme Mónica, me gustó hablar de esto con alguien.

— No agradezcas Ty, fue todo un placer. Pero ahora — abrió la caja de la pizza y tomó dos rebanadas para darme una — Vamos a comer ¿sí? muero de hambre — reí cuando recibí aquella rebanada de pizza, lucía muy deliciosa, a pesar de estar más fría que mi aliento.

-

Llegué a casa exhausto, Mónica se había ido a casa de sus tíos después de que comimos, yo tomé un autobús y me fui a casa del viejo, estaba muerto, había sido un día asquerosamente largo.

Entré con cuidado de que no me escucharan, no quería verme con el viejo, seguía enojado por lo de mi colegiatura, y temía encontrarlo y golpearlo por haberme hecho eso.

Fui hasta mi habitación para encerrarme en ella, aunque me tomó por sorpresa llegar y ver que cierta mujer rubia de pechos falsos estaba registrando mi cuarto como si fuera suyo.

— ¡¿Qué demonios haces aquí en mi cuarto?! — le reclamé entrando y viéndola con odio absoluto, ella me miró de arriba a abajo con cinismo, se sentía la puta dueña de todo, solo porque era la única mujer que se atrevía a meterse a la cama de ese viejo andrajoso con el que vivía.

— Tu padre me dijo que revisara para verificar que no hubiera droga por aquí, pero seguro la tienes muy escondida, porque solo encontré libros de biología y mucha ropa llena de semen, eres un asco ambulante ¿sabes?

— Lo lamento, tanto pensar en ti me hace pajearme como un loco — le dije con obvias intenciones de incomodarla, pero la verdad es que ni obligado me animaría a tocar a esa perra, ni antes, ni hoy en día.

— ¡¿Qué carajo crees, bastardo infeliz?! — me reclamó acercándose a mí y mirándome con odio absoluto — ¡¿Crees que tu padre no puede deshacerse de ti por completo?! ¡por supuesto que puede, tu mediocre colegiatura fue solo el principio!

— Ay ajá Marcela. ¿Te quieres ir? me voy a dar una ducha, y no quiero que me veas desnudo — ella me miró de arriba a abajo con asco, haciendo énfasis en mi cuello, notando la maldita marca que Robert me dejó, y soltando una ácida risa que me hizo desear abofetearla.

— Tu padre no mentía, has estado ocupado estos días, dime tesoro, ¿qué lo que haces vendiéndote no te alcanza para pagar tu escuela? yo juraría que sí, aunque seguro te revuelcas con un muerto de hambre que no tiene ni donde caerse muerto — yo agaché la mirada posando mi mano en mi cuello, estaba apenado, pero ni eso pudo hacer que no me diera gracia la maldita ironía en todo esto, el sujeto al que ellos le lamían las botas y le rogaban que invirtiera en su mediocre empresa, fue aquel que tomó mi cuerpo, las circunstancias no me enorgullecían, solo me parecía cómico el cómo me criticaban sin saber con quién me acosté.

— No hables sin saber, Marcela — le advertí mientras caminaba rumbo al baño, moría de calor, quería ducharme para relajarme.

— ¡Seguro le dejas follarte a cambio de droga, al igual que hacía la inútil de tu madre! — me frené en seco al escucharle, sus palabras me estaban cansando — Ay, ¿le toqué un nervio su majestad? ¿qué no le gusta que hablen de su perra madre?

— Vaya que tienes una gran boca Marcela — le dije volteando a verla con una sonrisa ácida — Aunque ¿cómo no vas a tenerla? si cada que vas a casa de tu hermana te crece dos centímetros más de tanto hacerle sexo oral al "amigo gay de tu hermana", y estoy seguro de que no es lo único que se te abre cada que vas para allá.

— ¡¡Cuida tus palabras maldito bastardo infeliz!!

— ¿O sino qué? yo no tengo nada que perder, el viejo me odia con el alma, y lo que yo le diga o no, no cambiaría nada, pero, ¿qué pasaría contigo? ya van dos veces que el viejo escucha que tú te pierdes a darle tus nalgas a todo sujeto con dinero que ves, dime, ¿qué le pasaría a tus tetas de silicona cuando el anciano que las paga decida decir "se acabó", eh? — ella estuvo a punto de abofetearme, hasta que la voz de su cajero automático resonó por el estrecho pasillo que daba a mi habitación.

— ¡Marcela! — exclamó mientras se asomaba al lugar y observaba confundido cómo su mujer estaba a punto de golpearme — ¡¿Marcela qué demonios está pasando aquí?!

— Es la menopausia, tiende a poner a las mujeres más agresivas de lo normal — dije con cinismo mientras abría la puerta del baño y me encerraba en el mismo, escuchando a través de la puerta el cómo ella en el tono más hipócrita y mártir del mundo le decía que yo fui el que empezó a decirle groserías, me dió igual lo que dijeran de mí, ya era normal que me acusaran de cosas que yo no hacía, no iba a discutir por algo de todos los días, era absurdo, por lo que solamente preferí quitarme la ropa y entrar a la ducha para asearme, había sido un día muy pesado, merecía un baño con agua fría para calmarme y luego irme a dormir con la esperanza de que al día siguiente, mis problemas desaparecieran por arte de magia, qué pena que la vida no sea tan simple de resolver con solo desear que algo suceda y ya.

Continuará

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- Gema


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