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03 - 'Robert'

Las horas se hacían eternas, y eso que solo habían pasado un par. Yo estaba cruzado de brazos en el sofá, intentando disimular mi evidente molestia de tanto oír al viejo decir "mí esto, mí aquello" refiriéndose a sus bienes materiales, siempre admiré la paciencia de Robert para lidiar con gente tan imbécil, incluídos mi padre, mi hermano, y mi persona.

Noté de repente que él continuaba mirándome, me estaba empezando a hartar lo molesto que era esto, no dejaba de verme de arriba a abajo, su mirada era difícil de descifrar, aunque honestamente yo intentaba no verle a los ojos, algo raro me pasaba cuando lo hacía, mi pecho se agitaba al igual que mi respiración, era tan odioso, o bueno, "es".

— Bueno, ha sido una velada fantástica, pero lo mejor será que me vaya ya, tengo compromisos temprano y hay que madrugar — dijo aquel hombre de evidente acento inglés mientras se levantaba del sofá con elegancia y delicadeza al mismo tiempo que arreglaba su traje, debo admitir, que era todo un deleite verle moverse de forma tan refinada, nadie en esa casa le llegaba a los zapatos en cuestión de elegancia. El viejo replicó su acción levantándose del sofá, y yo repliqué la del viejo, no podía jugar a ser grosero, ya había metido mucho la patada esa noche.

— Ha sido todo un placer tenerte con nosotros Robert, espero que podamos reunirnos de nuevo otro día — dijo el viejo mientras estrechaba la mano de él, yo perjuraba que en cualquier momento se pondría de rodillas y empezaría a hacer con su boca lo propio que hacen los hombres de su tipo, pero extrañamente, no lo hizo — Ah y por favor considera la oferta que te he dado, sé que si nos aliamos nuestra empresa será sumamente exitosa.

— Ya lo creo Albert, y sí lo voy a pensar mientras mi estancia en América se mantenga — habló calmadamente mientras estrechaba la mano de Roger, de repente me alerté cuando lo ví acercarse hacía mí, yo por inercia alcé la mano, y traté de quitar esa cara de idiota de mi cara, seguro no lo logré, porque al verme él soltó una suave risilla nasal.

— Ha sido un placer conocerle, señor Dawson — murmuré con un tono tan malditamente sumiso que creo que hasta el viejo se asombró, miré a los ojos azules de él, tan bellos, me sorprendió ver cómo me dedicaba una encantadora sonrisa, sonrisa que me hizo sonrojarme, agaché rápidamente la mirada, tan solo recordar ese momento, aún hoy en día, mi pecho brinca como nunca.

— El placer ha sido mío, Taylor. Ah, y por favor trátame de tú, ¿de acuerdo? — dijo sonriendo tranquilamente, aunque me sorprendió sentir cómo me tomaba de la mejilla y la apretaba un poco, mi cara empezó a arder como nunca, ¿porqué él hacía eso?

Miré de reojo cómo el viejo le guiaba al recibidor, yo agaché la mirada pasando mi mano por mi mejilla, me sentía extraño, mi cara ardía, y más lo hacía tan solo de recordar lo sedosa que era su piel, debo admitir que tal momento, me dió mucho en qué pensar, pero en absoluto se me hizo desagradable.

Escuché una voz alterna carraspear de forma tosca, era obvio de quien se trataba, del infeliz que se servía un whisky mientras me miraba de reojo con desprecio.

— Jaj, ese Robert, si supiera el tipo de persona que eres, seguramente ni se atreve a tocarte de nuevo, tan solo mirarte le causaría asco — exclamó él con aires de superioridad mientras yo seguía embobado mirando a la nada y acariciando mi propia mejilla, bufé sutilmente mientras cerraba mis ojos y trataba de mantener la calma.

— Qué casualidad, yo iba a decir lo mismo de ti, Roger. Y lo peor es que tú me llevas ventaja, porque a diferencia mía, tú eres un lamebotas de primera, tal parece que papá te ha enseñado bien — escuché como él dejaba de lado su trago y se iba encima mío, posiblemente con intenciones de golpearme, aunque la repentina llegada del viejo frenó sus acciones.

— ¡¿Qué carajo les pasa?! — reclamó él mirándonos a los dos con seriedad, Roger se apartó de mí y yo solo miré a otro lado, afortunadamente el sonrojo en mi cara se desvaneció, aunque el viejo seguía mirándome con desprecio.

Me tomó por sorpresa sentir cómo me tomaba de los brazos y empezaba a sacudirme con fuerza.

— ¡¡Exijo que la próxima vez que venga Robert te desaparezcas, no te quiero aquí cuando él esté!!

— ¡¡Suéltame viejo loco!! — reclamé tratando de zafarme de su agarre — ¡¡¿Primero me obligas a estar presente y ahora me reclamas por estarlo, cuál es tu problema?!!

— ¡¡Tú eres mi problema, creí que tendrías la maldita decencia de controlarte, pero ya veo que Roger tenía razón, eres un maricón infeliz!! ¡¡no dejabas de mirar a Robert, estoy segurísimo de que lo incomodaste!! ¡¡date cuenta que es importantísimo firmar ese acuerdo con él, ese trato podría significar la expansión de nuestra empresa!! ¡¡y tú con tu actitud solo lo estás arruinando!!

— ¡¡¿Disculpa?!! — reclamé zafandome de su agarre para ver al viejo con enojo absoluto — ¡¡Él era quien no dejaba de verme, yo ni siquiera hice contacto visual con él!! ¡¡¿y a ti realmente te consta que soy gay, solo porque no soy un maldito lame-botas como tú?!! — repliqué volteando a ver a Roger con odio absoluto, aunque me quedé helado al sentir una fuerte bofetada de parte del viejo, un jadeo salió de mis labios mientras alzaba la mirada y observaba con odio a ese cerdo asqueroso, él me miraba con desprecio, un semblante vacío de decepción, nunca esperé más, porque sabía que jamás me miraría de otra forma.

Me dí vuelta y me fui rumbo a mi habitación, luchaba porque un par de malditas lágrimas no salieran de mis ojos, pude escuchar claramente al viejo decir "¡nunca serás un hombre de verdad, acéptalo!" yo no pude evitar reír al oírle, ¿qué sabía ese anciano de mierda sobre ser hombre? él era dueño de una fortuna que heredó, nunca trabajó ni se esforzó por nada en su vida, ¿cómo se atrevía siquiera a hablar sobre ser o no un hombre de verdad? hasta donde yo sé, él nunca lo ha sido, tu bolsillo no te hace hombre, por más que quieras aparentar que sí.

Me encerré en mi habitación con ganas de romper todo lo que me rodeaba, pero si perdía la cabeza el viejo me echaría a la calle, por lo que solo me limité a tomar una almohada y golpearla con fuerza, odiaba tanto tener que soportar a ese viejo de mierda y a su inútil hijo, rogaba poder zafarme de ellos, tener una vida normal, alejado de todos ellos, donde no me odiaran por ser lo que soy, un jóven que solo añoraba ser doctor, vaya que la ironía inundó mi vida desde siempre.

-

Desperté temprano al día siguiente, trataba de despertar con el sol para poder irme sin que nadie en esa casa me viera, solo la servidumbre sabía que me fui, con eso me bastaba y me sobraba.

Llegué puntual al colegio, miré a Raquel en la entrada con semblante ansioso y algo impaciente, no pude evitar chasquear frustrado mi lengua, recordé que no había hablado con el viejo sobre el dinero para ella, me iba a matar.

— ¡¡Ahí estás!! — reclamó ella acercándose hacía mí — ¡¡¿Porqué no me contestaste las llamadas?!! ¡¡te estuve llamando como loca ayer!!

— Tuve que apagar mi teléfono — dije rascándome la nuca e intentando que no me mirara el rostro, mi mejilla aún se notaba enrojecida, para mi mala suerte, la perra de mi hermana sabía detectar cuando algo me pasaba, ya sea que el viejo me golpeaba, o que había hecho el amor con alguien, pero eso último lo estoy tocando de forma adelantada, para esa época yo aún era vírgen, aunque tal título no me duraría mucho tiempo.

— ¿Qué te pasó aquí? — cuestionó llevando su mano a mi mejilla.

— Tu padre— aclaré con desagrado mientras soltaba un pesado suspiro. Ella me miró con pena para tomarme de las mejillas y verme con pesar.

— Cuéntame, ¿qué pasó? — yo rodé mis ojos con molestia para tomarla del brazo y caminar juntos al interior de aquel edificio, iría contándole todo lo que ocurrió mientras íbamos a clases.

-

— Y en resumen, eso fue lo que pasó — le dije mientras soltaba un pesado suspiro y pasaba mi mano por mi rostro.

— Vaya, eso suena peor de lo que imaginé. Lo siento mucho Ty — murmuró ella mirándome con pesar.

— Tranquila, no pasa nada, yo ya me esperaba eso en realidad, sabes cómo es el viejo — murmuré cruzándome de brazos — En sí la reunión fue muy lenta y aburrida, sin contar que me incomodó un poco la forma en que Dawson me miraba.

— ¿Porqué? ¿te miraba con desdén?

— No... era... una mirada diferente, me detallaba de arriba a abajo, como si estuviese examinandome — admití mientras mis mejillas ardían levemente, Raquel rió arqueando una ceja y mirándome con picardía.

— ¿Como si te desnudara con la mirada? — yo le miré con enojo empujándole sutilmente, aunque he de admitir que sus palabras empeoraron el terrible sonrojo en mis mejillas — ¡jajaja, cálmate Ty! solo estoy jugando.

— ¡Hablo enserio! no dejaba de mirarme, y por su mirada me gané que el viejo me golpeara — chasqueé mi lengua enojo — Lo bueno es que ya el viejo no quiere que me presente en su "dichosas reuniones" ello me zafa de tener que ver a ese sujeto otra ve— hablaba mientras caminaba con Raquel por todo el edificio, aunque mi sangre se heló al ver frente a mí a ese sujeto del que casualmente estaba hablando, el diablo asoma cuando lo nombran dicen por ahí, aunque yo empecé a decir para mis adentros "maldita ironía".

Tragué en seco cuando noté que él me había visto, "¿era tarde para correr?" no dejaba de preguntarme eso, aunque, aclarando mi mente, pensé "¿porqué quiero correr?" solo era un hombre común y corriente, un poco mayor que yo, pero no tenía porqué temerle, o eso pensé yo, de igual forma, Robert siempre logró intimidarme.

— Taylor — me llamó mientras se acercaba a mí con esa hermosa sonrisa que le caracterizaba, yo tragué en seco mientras intentaba mostrarme sereno.

— Señor Dawson, hola — le saludé sonriendo calmadamente — ¿Qué hace aquí?

— Soy amigo del director, y vine aquí a saludarle y hablar con él un rato. Ah y por favor, trátame de tú ¿de acuerdo? — insistió mientras tomaba mi mano y la estrechaba sutilmente — Qué grata sorpresa verte aquí, no tenía idea de que estudiabas aquí.

— C-Claro — asentí agachando apenado la mirada, noté de reojo que Raquel nos miraba con picardía, esa asquerosa mirada suya, la conocía muy bien — Sí, ehh... Estudio aquí desde hace un tiempo. Ah, Robert, te presento a mi hermana Raquel.

— Hola querida, es un placer conocerte — dijo él desbordando elegancia, ser cortés y encantador le salía tan natural.

— El placer es mío señor Dawson, lamento no haber asistido a la reunión de ayer, tuve asuntos que resolver en casa de mi madre.

— Entiendo, y por favor trátame de tú igualmente, no me gusta que me digan señor Dawson, me hace sentir más viejo de lo que ya soy de por sí — él soltó una suave y refrescante carcajada a la que Raquel y yo correspondimos, ella tranquila, y yo sintiendo un muy extraño nerviosismo en mi estómago.

— ¿Entonces eres amigo del director? — cuestioné mientras llevaba uno de mis mechones tras mi oreja.

— Así es, hace mucho que no nos vemos, por eso decidí venir a verle — asintió mientras miraba la hora en su reloj — Lo mejor será ir a verlo ya, su agenda y la mía tiende a ser muy apretada — dicho esto, tomó la mano de Raquel y la besó con ternura — Ha sido un placer Raquel.

— El placer ha sido mío Robert — dijo ella sonriendo encantada, y mirándome de reojo de forma coqueta, yo le miraba con seriedad, mi hermana fue bendecida con el don que no se me confirió a mí de ser extremadamente sociable, ella no tenía miedo de conversar abiertamente con alguien, y si hablamos de ligar, esa perra podía enamorar a quien quisiera, o mejor dicho, a quien le gustase, yo para dar mi primer beso tuve que beber como un desgraciado, y Raquel tuvo que encerrarme en un armario con esa persona, tan solo recordar esa anécdota, mi cabeza dolía como nunca.

— Nos vemos después, Taylor — me dijo suave y calmadamente mientras volteaba a verme, sonriéndome con ternura, una ternura que hacía que mi pecho doliera, yo solo asentí tratando de que no se notara cómo mis mejillas se tornaban rojas nuevamente — Espero podamos volver a vernos pronto.

— Tal vez — afirmé tomando su mano y estrechándola, él asintió con la cabeza y de forma delicada se apartó de mí y continuó su camino, yo lo miraba irse mientras el rubor en mi rostro se acentuaba, la forma en que me miraba, hasta la forma cómo me hablaba, me abrumaban cada vez más, no eran desagradables, pero por más que se me hiciera encantador, trataba de resistirme, ya el viejo me golpeó una vez por tan solo sonrojarme ante su presencia, ir más allá me daba pánico, pero a la vez, mucha curiosidad, y como dicen pro ahí, la curiosidad mató al gato.

— Vaya, ese hombre es un encanto — dijo Raquel mientras se me acercaba y apoyaba ambos brazos en mi hombro.

— ¿Tú crees? — murmuré mientras mi mirada se mantenía fija sobre él, ella soltó una risilla nasal mientras empezaba a juguetear con mi cabello.

— Sí, así como también creo que te gusta — yo rápidamente reaccioné ante sus palabras, volteé a verla con enojo, mis mejillas lucían tan rojas como un atardecer, aquella reacción hizo a Raquel sonreír.

— ¡No seas ridícula! solo lo he visto dos veces, eso no significa nada.

— Pero se te hace atractivo, y yo creo que él te mira de igual forma — mencionó palmeándome la mejilla con suavidad, yo agaché dudoso la mirada mientras mordía levemente mi labio inferior — Hermanito, no es mi intención agobiarte, sé bien que la universidad no te deja pensar en romance o en algo así, pero... ese sujeto, se nota que quiere hacerte cosas poco decentes — miré a otro lado con molestia al oírle, aunque mi cuerpo se erizó ante las palabras de Raquel — Y solo te diré que si tú no te lo coges, me lo voy a coger yo — dicho esto, ella se apartó de mí y se fue rumbo a su aula de clases, yo me quedé viéndola con enojo y algo de nerviosismo, miré cómo la silueta de Robert se alejaba entre la multitud, mi pecho latía como muy pocas veces lo hizo, las palabras de Raquel rebotaban en mi mente, efectivamente me juré que no dejaría que nada, ni nadie, interrumpiera mis estudios, pero, tan solo recordar los ojos azules de él, mi cuerpo temblaba como nunca, y pensar que ese era tan solo el comienzo de una serie de problemas, que aún hoy en día de vez en cuando suelen agobiarme.

-

06: 14 de la tarde, las clases habían acabado ya, yo me dispuse a salir del edificio, tarareando una canción de Luis Miguel, pasé toda la tarde pensando en aquel encuentro con Robert, y lo que había dicho mi hermana, la frase "no te apures" resonaba en mi mente, realmente no quería jugar al mismo juego de Raquel de "me gustaste, te cogí", yo tenía más que perder que ella, siempre ha sido así, sin contar que, era peligroso meterme con alguien que directamente estaba relacionado con el viejo, tan solo por verlo ya recibí una bofetada, si las cosas se hacían más serias, me iban a sacar los órganos, o eso pensaba yo.

Caminaba tranquilamente rumbo a la parada de autobús, trataba de calmarme, había sido un día super largo, sentía que necesitaba llegar a casa y tomar una ducha sumamente larga, con un muy probable final feliz de esos que tanto me gustaban, lo que fuera con tal de bajarme tanto estrés por la universidad y por mi vida en casa, y nuevamente quiero decir, que la ironía es una perra.

— ¡Taylor! — escuché aquella voz que erizó por completo mi piel, volteé logrando ver un auto negro estacionarse junto a mí, y al dueño del mismo sonreírme de forma encantadora, maldije para mis adentros mientras mi piel se erizaba totalmente, rogaba que Raquel no estuviese cerca para ver esto.

— Hola Robert — le saludé sonriendo tratando de lucir calmado, pero calmado era lo que menos estaba desgraciadamente.

— ¿Necesitas un aventón para irte a casa? — me preguntó mientras sujetaba el volante con ambas manos.

— Am, n-no no te preocupes, tomaré el autobús — dije tratando de no sonar grosero, pero realmente no quería ir con él, no quería buscarme más problemas con el viejo que pagaba mi educación.

— ¿Seguro? hace poco ví un autobús rojo irse, y no sé si a esta hora vayan a pasar más — ante sus palabras, yo miré a los lados soltando un pesado suspiro de frustración, maldije para mis adentros mientras me rascaba la cabeza.

— Carajo — murmuré pensando la terrible caminata que debía dar a casa, iba a llegar muerto.

— Vamos Taylor, yo te llevo — insistió el de cabello negro mientras me miraba de reojo, yo le observé de igual forma mientras mi pecho se agitaba un poco, "acepta y ya maldición" replicaba en mi mente, aunque mi cuerpo solo reaccionaba al recuerdo de las palabras de Raquel, no estaba seguro si él realmente quería llevarme a la cama, o si solo trataba de ser decente, de cualquier forma, no tuve otra opción que acceder, aunque dentro de poco lograría conocer realmente las intenciones de Robert.

— Te lo agradezco — le dije subiéndome al auto y dejando mi mochila sobre mis piernas, me estaba sintiendo muy nervioso, rogaba porque mis mejillas no durasen enrojecidas todo el viaje. Robert me sonrió para encender de nuevo el auto y ponerlo a andar, yo miraba por la ventana cómo las hojas caían de los árboles con tranquilidad, la brisa era deliciosa, era la brisa que no podía disfrutar al irme en el autobús.

— ¿Qué tal la escuela hoy? — me preguntó mientras miraba el camino con tranquilidad.

— Bien, solo algo lento el día — admití mientras sacaba mi celular y lo revisaba, un mensaje de Raquel se reflejaba, me relajé al ver que no se trataba de la conversación anterior con ella, sino que se trataba de nuevo del asunto del dinero.

— Mh, me alegro — afirmó mientras miraba alrededor — Oye Taylor, ¿te animarías a que vayamos a tomar un café?

— ¿Qué? — dije mirándole de reojo con asombro, el ardor en mis mejillas empezó.

— Es que se me antojó ir por café, y ya que estoy contigo, me gustaría invitarte uno también, luces cansado, te vendría bien algo de cafeína — afirmó sonriendo con tranquilidad, yo traté de relajarme, un café no significaba nada, o al menos eso quería creer.

— ... C-Claro — murmuré llevando uno de mis mechones tras mi oreja, un silencio incómodo llenaba aquel auto, por lo que sin dudarlo empecé a sacarle conversación — ¿Y fuiste a ver al director por fin?

— Ah sí, estuvimos un buen rato conversando, la verdad me moría por verle, es un viejo amigo al que no veo hace mucho tiempo, y quería al menos visitarlo antes de irme otra vez.

— ¿Te irás? creí que te quedarías hasta agosto — cuestioné algo intrigado.

— Eso planeaba, pero necesito volver a Londres para arreglar unos asuntos, por lo que mi estancia aquí no será muy prolongada, cerraré el trato con tu padre y me marcharé, aunque no te negaré que es una pena tener que irme tan pronto, muy pocas veces vengo a américa, y de esas nunca es para vacaciones — admitió soltando un ligero suspiro.

— Es una pena. Ah, y también lamento que no puedas quedarte — mencioné alzando mis hombros sutilmente, Robert me miró de reojo algo confundido, y no sé si era yo, pero me pareció notar un leve pigmento rojo en sus mejillas.

— Jej, ¿perdona? no entendí lo que quisiste decirme.

— No me hagas caso, es una ridiculez, es genial que cierres el trato con mi familia y eso, pero siento pena por ti, porque eso significa que tendrás que hablar seguido con Roger — él soltó una suave carcajada ante mis palabras.

— Jajaj bien, asumiré que lo dijiste en broma socio — afirmó mientras miraba hacía el camino nuevamente — ¿Conoces alguna cafetería buena por aquí? — yo me quedé helado, traté de tomar con calma aquello, pero, sin darme cuenta, acabé preguntándole.

— ... ¿Realmente quieres salir conmigo? — él frunció confundido el ceño mirándome de reojo.

— Sí, oye, no me malinterpretes, solo quiero ser amable contigo, y... bueno, sonará un poco raro pero, realmente me agradas Taylor, y ayer tu padre habló de casi toda tu familia, excepto de ti — agaché la mirada al oírle, el rubor empezó otra vez — Y siendo honestos, me gustaría conocerte un poco más, ¿qué dices? — más confundido no me podía sentir, esto tenía que ser un juego, realmente me abrumaba la idea de ir por un café con Robert, pero, pensándolo mejor, no quería llegar temprano a casa a escuchar los reproches del viejo, por lo que solo asentí y traté de lucir lo más calmado posible el resto del viaje.

Continuará

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- Gema 


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