Capítulo 8: Palabras
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Duelen y queman
justo en el corazón
y en el alma
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Por un momento se quedaron en silencio, era obvio que la apariencia de Calynn decía más de lo que a ella le hubiera gustado. Buscaron alguna parte del árbol que los cubriera lo suficiente de la lluvia constante, al fin y al cabo, Lily y Calynn ya estaban totalmente empapadas. Encontraron justamente un lugar donde se mantenía lo más seco posible y se sentaron juntos a hablar del tema.
Lily y Severus solo observaban a Calynn, esperando a que esta dijera algo, que les explicara que era lo que realmente había sucedido, pero el silencio era ensordecedor, solo era invadido por los lamentos de Calynn que permanecía con muchas lágrimas en el rostro.
—¿Qué ha sucedido? —preguntó la pelirroja con cierto nerviosismo en la voz. Su rostro solo reflejaba lo asustada que estaba por la apariencia de su amiga y todo lo que había logrado escuchar desde afuera de esa casa.
—Simplemente yo... —comenzó, no sabía muy bien qué decir, tenía sentimientos encontrados y muchas revelaciones que todavía no lograba asimilar—. ¡Yo nunca creí que fueran capaces de hacerme eso, de torturarme! —expresó fuertemente, las lágrimas se alebrestaron mientras Lily la abrazaba para evitar que llorara más, pero era imposible—. Soy su hija, soy su niña; ¿no deberían amarme? —susurró, no estaba segura si esa pregunta iba para ella o para sus amigos. Al menos Lily y Severus no habían escuchado esa última frase.
—¿Y cómo es que te torturaron? —cuestionó Severus bastante preocupado, pero sin evitar un ligero tono de curiosidad.
La niña intentó tranquilizarse un poco, tomó aire e intentó bajar esa ansiedad y preocupación de la que se había llenado su cuerpo. Comenzó a explicar lo sucedido, desde que llegó a su hogar hasta que se había encontrado con Lily. Le costaba asimilar la causa de muchas cosas y cómo es que su vida había dado un giro completo en un par de días.
—¿Te refieres a la maldición Cruciatus? —preguntó Severus cuando Calynn mencionó que habían utilizado el hechizo "Crucio" en su contra y todo el dolor que este le había causado. Calynn no estaba segura de qué responder, no estaba segura si ambos eran lo mismo, por lo que prefirió quedarse en silencio y limitarse a encogerse de hombros—. Es una de las tres Maldiciones Imperdonables, provoca un inmenso dolor en todo el cuerpo, como si te estuvieras quemando desde adentro, se utiliza para torturar...—terminó el chico mientras Calynn asentía con la cabeza, sabía que era esa maldición.
—¡Por eso estabas tan pálida cuando saliste de tu hogar! —dedujo la pelirroja en voz alta, había conectado las ideas al recordar la primera impresión de su amiga cuando pudo escapar, incluso no podía caminar bien. Nunca se hubiera imaginado que un hechizo pudiera causar tantas consecuencias en algunas personas.
—¿Y cómo es que el mundo mágico permite que cualquier mago pueda torturar a otro? —preguntó la pequeña Black con cierta molestia, le parecía ilógico que un mundo con tantas posibilidades permitiera la existencia y uso de este tipo de maldiciones.
—Es ilegal ocupar ese hechizo —respondió el niño con seguridad—. Generalmente es utilizado por mortífagos o personas del ministerio para acabar con los seguidores del Señor Tenebroso.
El gesto de ambas niñas después de lo que acababa de decir el niño era una mezcla entre la confusión y la preocupación.
—¿Qué es un mortífago? —preguntaron ambas niñas al unísono.
—Son magos que se dedican a la práctica de la magia negra. Es un grupo que sigue las órdenes del Señor Tenebroso —dijo Severus—. Matarán a todos aquellos que no estén de su lado o se resistan a estarlo.
—Eso quiere decir que mis padres son mortífagos —mencionó la niña—. Hoy mi padre mencionó algo acerca de la magia negra y cómo debería de utilizar sus poderes ahora que soy una bruja —comentó con una voz más baja y triste—. No porque ellos sean capaces de torturarme quiere decir que yo debo seguir sus pasos —mencionó con gran reproche, deseaba saber la razón por la que no podían entender eso.
Lily no sabía qué decir a su amiga, únicamente se limitó a observar a Severus en busca de que el niño dijera algo.
—Te van a forzar a que te unas a ellos —dijo el chico con tono serio.
—¿A qué te refieres?, no me pueden obligar a ser algo que yo no quiero ser —replicó la niña.
—Te van a convertir en mortífaga, cueste lo que cueste —dijo el niño con tristeza.
Las lágrimas regresaron con ese comentario. Lily volteó a ver a Severus con enfado, la niña esperaba que dijera algo para hacer sentir mejor a su amiga, no que la hiciera llorar todavía más.
—¿Qué pasará si me niego? —Calynn se mostraba bastante enojada, ella sabía que tenía derecho de decidir su destino—. Yo no puedo ser mortífaga, simplemente no soy ese tipo de persona —terminó llorando todavía más fuerte, pero esperando la respuesta del niño.
El chico no sabía muy bien cómo contestar esa pregunta, podía contestar con piedad e intentando reconfortar a su amiga; o podría responder con toda la verdad. Al final se decidió por la segunda opción.
—Te... —realizó una pequeña pausa para intentar quitar esa voz ronca—, matarán, tal vez no tus padres; no lo sé. —En el fondo el niño sabía que cualquier mortífago era capaz de asesinar a sus propios hijos, pero no quería asustarla más, no quería enseñarle hasta dónde puede llegar la maldad de estas personas—; pero sí lo harán los seguidores del Señor Tenebroso, ellos estoy seguro de que no titubearán —continuó—. Negarse a ese grupo es ser un traidor de sangre, para ellos, sobre todo cuando provienes de una familia con un linaje de sangre pura —terminó, generando otro silencio entre los tres niños.
La pequeña Black se había cansado de seguir escuchando cada una de las cosas que podrían pasar en el futuro, ella nunca había deseado eso. ¿Qué es lo que debía hacer? ¿Matar o ser asesinada? ¿Era justo para ella? Justamente en ese momento desearía que tuviera otra familia, incluso una familia que no tuviera magia, porque lo único que había aprendido de esta era que es muy peligrosa y dañina.
—¿Qué debo hacer? —Calynn exteriorizó sus pensamientos con sus amigos, necesitaba un consejo. Siempre se imaginó que en situaciones así estaría pidiendo este tipo de consejos a su madre y no escapando de ella.
Era evidente que esta pregunta había causado lo mismo en sus amigos. Era una decisión tan difícil como para decidirla en aquel momento, el bien iba a terminar con algo malvado y viceversa, ¿dónde está la moral ante estas situaciones? Era un juicio de valor demasiado grande.
—Tal vez puedas vivir conmigo —propuso la pelirroja mientras se encogía de hombros, era evidente que ni ella se creía esa idea. Y era comprensible, sabía que esa solución pondría en riesgo a ella y a toda su familia.
—No, Lily —respondió, para la sorpresa de la pelirroja, Severus—. Tu hermana no le va a ceder su cama durante tanto tiempo —comenzó—. Pero lo más importante es que, cuando sus padres la busquen, las primeras casas donde buscarían serían en la tuya, la mía o la de Thana, solo estaríamos arriesgando vidas innecesarias —mencionó—. Sus padres siempre sabrán que está con alguno de nosotros.
Calynn estaba de acuerdo con lo que había dicho el niño, no quería que cualquiera de sus amigos arriesgara su vida por ella. Eran sus padres, eran sus problemas, era su vida. Sin embargo, no pudo evitar hacerse la idea de volver a su hogar después de haberse negado a todas sus órdenes, además de haber huido.
—Soy una cobarde —comentó—. Eso es lo que soy, me lo dijo mi madre, soy una cobarde —exclamó la niña para después suspirar con cierto enfado consigo misma.
—No digas eso, Calynn —dijo la pelirroja con cortesía. No le gustaba que su amiga se tratara de esa forma cuando todo lo que estaba pasando no era su culpa.
—¡Sí lo soy, Lily! —gritó más fuerte de lo que le hubiera gustado—. Debí haberme defendido, rebelado, al menos haberles hecho ver que tengo dignidad —comentó—. Pero dejé que me torturaran a su gusto, que se aprovecharan de mi inocencia. —La niña se limitó a perderse en sus pensamientos, tenía algunos pocos recuerdos de su infancia, aunque también se preguntaba la razón por la que tenía tan pocos recuerdos.
—No, yo opino igual que Lily —empezó Severus—. No hubieras sido valiente al revelarte, sino que hubieras sido una tonta, tal vez ya estarías muerta —comentó el niño—. Solamente tenías dos opciones; quedarte ahí y aceptar todas sus órdenes y actuar en contra de tu voluntad y unirte a ellos —mencionó—, o huir y negarte a todo lo que te dijeron —comentó—. En mi opinión, creo que has elegido la mejor opción.
La niña pensó un poco en las palabras del niño, tenía bastante razón en eso. No tenía una varita, no sabía hacer ningún hechizo, no tenía ningún arma para realmente haber hecho algún daño a sus padres. Sabía que no podría fingir ser alguien que en realidad no era cuando sabía que eso implicaba dañar a los demás.
—Tienes razón —mencionó—, pero no quiero volver. —Calynn continuó llorando, sumida en sus pensamientos, intentando encontrar una solución para no volver a su hogar. ¿Qué haría ella sola sin dinero, sin hogar, sin amigos? En el fondo sabía que no tendría opción, sabía que tendría que volver con sus padres como si no hubiera ocurrido nada, haciendo promesas vacías, mostrando sonrisas falsas. Tal vez todo eso podría lograrlo, pero estaba segura de que no sería capaz de matar a alguien más, de dañar a los demás, de ir en contra de sus principios.
Hubo un momento de silencio entre los tres amigos. Lily y Severus la miraron con gesto de preocupación, sabían que no debían de meterse en esos problemas tan graves, sabían que no debían de poner en riesgo a su familia o incluso sus vidas, sabían que no eran sus problemas y que no deberían buscarse unos por culpa de alguien más; pero ese alguien no era cualquier persona, era su amiga. Después de un largo rato, la pelirroja tomó aire y se armó de valor para hablar.
—Tal vez, puedas pasar solamente esta noche en mi casa —comentó casi en un susurro sin evitar demostrar lo nerviosa que estaba ante esa situación. Tenía miedo, no sabía cómo iba a explicar lo que acababa de pasar a su madre, tenía que pensar en todas las consecuencias que esto podía provocar en su familia o con ella misma. Además, la niña tenía en mente que su amiga se quedara para siempre, pero no lo diría pues sabía que la respuesta de su amiga sería rotundamente negativa. Severus volvió la mirada hacia la pelirroja, como si este sospechara de sus verdaderos planes, al parecer al niño también le daba miedo lo que podía pasar al hacerle ese favor a Calynn, aunque también pudo comprender que la culpa que cargaría Lily de no haberle ofrecido su hogar sería realmente grande—. Será solo una noche, lo prometo —comentó de nuevo Lily ante los gestos de sospecha de Severus, no quería que dijera nada de lo que realmente pensaba hacer.
Calynn únicamente observó a su amiga mientras una lágrima comenzó a correr por su mejilla. Estaba más que agradecida, estaba demasiado feliz como para poder expresarlo. Tenía miedo de lo que podía pasar, pero no quería demostrarlo a Lily.
La niña sonrió ligeramente mientras abrazaba a la pelirroja, el abrazo duró mucho más de lo esperado, sabía que necesitaba a alguien que la consolara, que le dijera que todo iba a estar bien y ese fue uno de los momentos en que se sintió segura después de esa situación tan peligrosa.
—Gracias. —Fue lo único que pudo decir la pequeña mientras sonreía y se separaba de su amiga para levantarse de la hierba y empezar a caminar a paso veloz hacia la casa de Lily.
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"Vidas frágiles,
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