Capítulo 6: La carta
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Aquella carta,
tan solo anunciaba
la esperanza
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La pequeña Black casi no había dormido nada, había pasado la noche pensando en el mundo de posibilidades que ahora estaban en sus manos. Se sentía mágica incluso cuando nunca había hecho magia con alguna varita, se sentía poderosa y valiosa, ya quería comenzar a utilizar sus poderes.
Se levantó de la cama, creía que apenas había dormido unas dos horas, pero la adrenalina y entusiasmo le quitaban el sueño, era como si ahora viviera inundada en sus pensamientos, estaba segura de que nunca había estado tan sorprendida y maravillada con alguna noticia como con la que le acababan de dar ayer.
El desayuno transcurrió tranquilo, sus padres no le dirigieron la palabra a la niña, sino que ella fue la que comenzó a hacer las preguntas que había pensado durante toda la noche.
—¿Cuándo podré hacer magia? —preguntó a ninguno de los dos en particular.
—Cuando vayas a la escuela —respondió Druella sin dar ningún detalle.
—¿Qué escuela? ¡Por fin iré al colegio! —respondió la niña con alegría. Druella no respondió nada, al parecer no quería dar más explicaciones de lo que ya había dicho—. ¿Tendré una varita?
—Sí —dijo Druella sin poder evitar una sonrisa en el rostro. Calynn se dedicó a dar algunos saltos de alegría mientras sus padres la observaban sin expresión alguna.
—Mamá, préstame tu varita, enséñame algo por favor —rogó la pequeña Black mientras tocaba la mano de su madre con insistencia, esta solo la movió de lugar un poco disgustada.
—No, después, ya aprenderás —dijo con enfado—. Ahora termina de desayunar.
La niña se decepcionó un poco después de la respuesta que le había dado su madre hasta que se limitó a seguir con las cucharadas de su cereal, no tenía otra alternativa, solo esperar, aunque no comprendía exactamente por qué debía hacerlo, quería desarrollar sus poderes desde temprana edad.
Una vez que terminó de desayunar se levantó rápidamente de la mesa y se fue en dirección a la puerta para salir al jardín, estaba impaciente de contarle ese acontecimiento a Lily y Severus, sabía que ellos sabrían algo acerca de la magia, al fin y al cabo, los estuvo escuchando hablar sobre magia. Estaba por salir cuando el brazo de su madre la detuvo.
—¿A dónde piensas ir? —cuestionó la mujer con cierta burla en la voz. Calynn iba a hablar cuando su padre lo hizo desde la mesa de la cocina.
—Druella, querida —comenzó el hombre arrastrando las palabras, como casi nunca hablaba—, deja que vaya a ver a sus amigos, estoy seguro de que querrá descubrir más acerca del mundo mágico con ellos.
—Está bien, pero solo por un rato. —Druella soltó a su hija con cierto reproche—. Pero vuelve a tiempo para la comida, no pienso volver a esperarte como hace unos días —terminó mientras la niña solo le respondía con un asentimiento de cabeza.
—¡Gracias! —soltó Calynn antes de salir de su hogar, cerrando la puerta tras ella.
—Si le sigues impidiendo que haga lo que le gusta va a comenzar a sospechar y no queremos eso, lo último que necesitamos es que una hija de muggles sepa acerca de nuestros planes, ¿cierto? —comentó Cygnus cuando la niña se hubo ido.
—Lo sé, por eso tendremos que empezar ya, dentro de poco alguno de ellos sabrá lo que queremos hacer y nos harán las cosas más complicadas —terminó Druella con cierto enfado antes de levantase de la mesa.
Calynn caminó con rapidez hacia aquel majestuoso árbol donde sabía que podía encontrar a alguno de sus amigos hasta que en el fondo pudo vislumbrar a la pelirroja que la saludó con una sonrisa. La niña traía cargando un sobre abierto y el brillo de sus ojos anunciaba que se trataban de buenas noticias. Calynn estaba por llegar cuando se dio cuenta de que había olvidado de que el cumpleaños de su amiga era ese mismo día, se culpó totalmente por haberlo olvidado.
—¡Muchas felicidades amiga! —felicitó Calynn antes de dejar hablar a la pelirroja. Ambas se unieron en un abrazo, con una sonrisa enorme. Calynn disfrutaba de ese momento, sabía que había sido un poco tonto haberse molestado con Lily por lo que había sucedido hace unos días, al fin y al cabo, le habían dicho la verdad, ella era una bruja.
—¡Muchas gracias! Ayer te busqué, pero sin éxito —dijo la pelirroja con cierto pesar—. Perdona a Severus, es un poco torpe para relacionarse con los demás —justificó al chico, un poco avergonzada.
—No se preocupen, ¿qué es lo que llevas ahí? —preguntó la niña intentando cambiar de tema con rapidez, ya había superado lo que había sucedido como para seguir hablando sobre ello.
—¡Hoy recibí la carta! —expresó la pelirroja, dando algunos saltos con gran energía, se le veía completamente feliz.
—¿Qué carta? —preguntó Calynn, un tanto extrañada.
—¿Tus padres son muggles o no saben que eres bruja?
—¿Muggles?, ¿qué es eso?
—Según Severus, existen tres tipos de sangre en el mundo mágico —comenzó a explicar la niña—. Los magos de sangre pura, que conservan un linaje perfecto en su ascendencia, aunque yo creo que es prácticamente imposible —comentó rodando los ojos—; la sangre mestiza es cuando uno de los padres tiene sangre pura y el otro es muggle —hizo una pausa—. Y las sangres sucias son los que vienen de dos padres muggles, sin magia; yo entro en ese grupo, aunque prefiero decir "hija de muggles" —mencionó la chica—. En verdad a mí se me hace un poco todo esto de las clasificaciones de sangre.
—¿Severus te ha dicho todo eso? —preguntó con curiosidad, si era así tal vez podría hablar mucho con él acerca del mundo mágico ahora que sabía que pertenecía también a él
—Sí, al parecer sus padres le han explicado mucho acerca del mundo mágico —dijo Lily.
—Creo que yo soy sangre pura, o al menos algo así dijo mi madre ayer. ¡Por fin me han revelado que soy una bruja! Incluso me han enseñado cómo pueden ocupar una varita. —Calynn estaba más que feliz, ahora podría compartir todo acerca de este mundo con Lily y Severus, esperaba que Severus les contara más cosas interesantes.
—Pero si eres sangre pura se supone que debiste haber sabido de tus poderes desde hace años. —Lily estaba bastante sorprendida de que no lo supiera a pesar de la pureza de su sangre—. Qué extraño.
—¿Y de qué es la carta de la que hablabas? —preguntó la niña con curiosidad.
—Es del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería —mencionó—. ¡Te imaginas lo maravilloso que será ir al mismo colegio a estudiar magia! Es como un sueño hecho realidad —expresó la chica mientras sacudía el sobre, estaba muy entusiasmada.
—¿Cuándo me llegará mi carta? —Calynn también estaba muy emocionada por poder ir a la escuela con sus mejores amigos.
—¿Cuándo me habías dicho que era tu cumpleaños? —preguntó la pelirroja ligeramente avergonzada, creía que era la tercera vez que se lo preguntaba y no era capaz de memorizar la fecha.
—El veinticinco de mayo, ¿por qué? —Era obvio que la pregunta le había resultado extraña.
—Ese día te llegará —respondió—. Severus me dijo lo mismo y mira, hoy me ha llegado —dijo la niña con una sonrisa en los labios.
—Ese día será increíble —comentó la niña mientras abrazaba a su amiga. De la nada, las gotas que ya habían prometido una tormenta ese día comenzaron a cumplirla, por lo que las niñas se vieron forzadas a despedirse, pero se pusieron de acuerdo para verse al día siguiente, ambas tenían muchas preguntas que hacerle a Severus y demasiadas emociones que compartir.
Calynn caminó lo más rápido que podía hacia su hogar mientras intentaba no resbalarse con el exceso de agua que comenzaba a formarse en las grietas del pavimento de regreso a su casa. Se preguntaba si cuando fuera mayor sería capaz de decidir el clima del día con un solo movimiento de varita.
Logró abrir la puerta con facilidad, pero encontró que todo el interior estaba demasiado oscuro para poder observar algo. La niña, instintivamente buscó el interruptor de la electricidad, pero antes de que pudiera hacerlo sintió cómo le cubrían la boca y le encajaban una varita en el cuello sin que pudiera moverse mientras la dirigían por aquella habitación oscura sin poder ver nada. El miedo comenzó a recorrerla de pies a cabeza, nunca se había sentido tan amenazada e impotente ante una situación.
Caminó como pudo hasta que sus piernas chocaron con lo que parecía un mueble y comprendió que se trataba de una silla en cuanto una voz, similar a la de su padre, la obligó a sentarse. Como no quería obedecer, el hombre la empujó con fuerza hasta que se hubo sentado como le habían ordenado. La niña seguía con la boca tapada, dificultándole incluso un poco la respiración hasta que una voz captó su atención.
—¡Lumos! —La voz de su madre resonó en sus oídos y en ese preciso momento logró observar el rostro de Druella siendo iluminado por un punto de luz en la oscuridad y fue ahí cuando únicamente pudo dar un grito ahogado.
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"Encontraré dónde soy real.
Aquí es donde encontrarás el comienzo de tu vida".
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⌞ The Calling - Marcus Warner ⌟
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