Capítulo 53: Inocencia
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En mi memoria
vivirá su recuerdo
y su sonrisa.
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Sol, brilloso obre celestial. Calor, que se escabullía a través del dosel de las camas de la torre de Gryffindor. En una de las camas del centro, una pequeña de cabellos negros descansaba con los ojos abiertos, parpadeaba mientras se dedicaba a pensar en aquel día, en aquella indeseable mañana. Sacó una de sus manos del dosel para tomar un pequeño reloj de pulsera que tenía guardado en su cajón, de las pocas cosas que le quedaban ya que los días anteriores se había encargado de dejar todo su equipaje listo para ese mismo momento. Observó que eran diez minutos pasadas las seis, por lo que decidió levantarse con rapidez para tomar su uniforme y de esta manera cambiarse.
Salió del baño y se encontró con Lily y Meryl, al parecer ambas también se habían levantado para apresurarse a bajar a desayunar. No se dijeron una palabra, tan solo se miraron y Calynn emprendió la marcha hacia las escaleras del dormitorio, bajó con pasos silenciosos, intentando no despertar a nadie hasta que logró salir por el cuadro de la Señora Gorda.
Decidió sentarse allí afuera a esperar a sus compañeras, recordaba lo que había sucedido hace solo unas horas en aquel mismo lugar, la silueta de Severus abandonándola allí para siempre tan solo lograban humedecer sus pupilas, anhelaba terminar con este infierno lo más pronto posible.
—¿Qué haces aquí a esta hora? —cuestionó la mujer del cuadro que se encontraba a espaldas de la niña, Calynn se llevó un susto al escuchar la voz—. Siento espantarte, pero ¿por qué te encuentras tan solitaria al principio de esta mañana? —terminó la mujer, excusándose por su repentino hablar.
—Me voy de aquí, para siempre —comenzó Calynn ganándose un gesto de confusión por parte del a mujer—. Si usted tuviera que dejar ese cuadro que ha habitado por años, ¿no le gustaría levantarse temprano en el último día que pudiera disfrutarlo? ¿O preferiría desperdiciar su tiempo durmiendo dentro de este, dejando ir su última experiencia? —Hizo una ligera pausa, tan corta que no dejó a la mujer contestar—. Eso es exactamente lo que hago hoy, de todos modos, ya no hay nada que hacer.
La Señora Gorda no contestó nada de inmediato, se limitó a bajar la mirada mientras daba pequeños pasos alrededor del espacio del cuadro. Al menos era capaz de entender y compartir los sentimientos de la pequeña Black.
Lily y Meryl llegaron minutos después, Meryl iba guardando algunos frascos dentro de su túnica mientras pasaba a través del cuadro.
—¿Qué llevas ahí? —cuestionó Calynn bastante intrigada.
—Algunos de estos es la dosis que necesitaré para mantener mi aspecto de Meryl, pero también llevo un par de frascos de esencia de díctamo, nunca se sabe si la podríamos llegar a utilizar —comentó e hizo una pausa bajando la voz—, sobre todo con Bellatrix rondando por ahí y su afición a los cuchillos.
Calynn se limitó a asentir con la cabeza mientras observaba los frascos que tomaba con las manos.
—¿Y cómo sabes diferenciarlas? —preguntó la pequeña Black antes de que Meryl terminara de guardarlas.
—Ya he hecho varias pociones Multijugos y cada una tiene su propio color —comenzó, dejando estupefactas a Lily y Calynn—. Recuerdo que algunas de los Mortífagos eran de colores negros, oscuros e incluso una vez vi alguna de color carmín. Pero la esencia de Meryl es de color ámbar, para mí refleja la inocencia de la niñez, aunque su sabor se combina con sus ideales discriminatorios de las demás casas y le quita el toque dulzón en el sabor —mencionó mientras recordaba cada vez que la tomaba—. Así que, la poción Multijugos es aquella de color ámbar y la esencia de díctamo es de color marrón, así no me confundo en absoluto —terminó mientras guardaba el resto de los frascos dentro del bolso de su túnica.
—¿Bajamos a desayunar? —interrogó Lily casi llegando al borde de las escaleras, recibiendo la aprobación de las chicas con la cabeza.
—Suerte pequeña —mencionó La Señora Gorda a Calynn, quien volvió la mirada hacia ella y le dedicó una leve sonrisa.
Bajaron los escalones con cautela, no querían hacer demasiado ruido, deseaban que su presencia pasara inadvertida para evitar dar explicaciones. Se sentaron en la esquina más cercana a la mesa de profesores ya que el desayuno ya estaba servido. Una vez comenzaron a desayunar, las tres se percataron de la presencia del director en la mesa de profesores, aunque McGonagall no lo acompañaba.
—Señor director, nos levantamos bastante temprano como usted dijo para que todo vaya acorde al plan —dijo Meryl antes de servirse el primer plato de uvas que encontró por ahí.
—Me alegra que lo hayan hecho, ¿cómo se sienten? —preguntó Dumbledore con cierta pesadez, no quería que las pequeñas se preocuparan desde antes, pero sabía que sería inevitable.
—Estamos listas, profesor —contestó de nuevo Meryl mientras se metía la primera fruta a la boca, no quería decir más al respecto.
—Perfecto, falta cerca de hora y media para que el tren parta, por lo que la profesora McGonagall y yo las esperamos en mi despacho cuando estén listas —comentó Dumbledore mirando a las tres chicas mientras se levantaba de la silla—. Vengan al despacho ya con todas las cosas que se llevarán a la Mansión Malfoy —dijo antes de hacer una pausa—. Incluso su equipaje señorita Black, es indispensable para no levantar sospechas —continuó el anciano mientras le dedicaba una dulce sonrisa a la pequeña Black, la que solo contesto con un asentimiento de cabeza.
—Señorita Callen, sé que tiene algunas cosas que le gustaría conservar de su equipaje del colegio, por lo que nosotros se lo reservaremos aquí en el castillo. Cuando haya terminado todo, usted podrá regresar y tomar sus cosas, así que no se preocupe por ellas —mencionó—; usted señorita Evans, podrá volver al colegio con normalidad, por lo que le sugiero que se lleve las cosas más indispensables a la Mansión Malfoy, recuerden que todo lo guardarán en sus bolsos o lo cargarán con las manos. —Dumbledore dio unos ligeros pasos en dirección a las escaleras, pero antes de abandonar el Gran Comedor, el director añadió—. Y no olviden la capa de invisibilidad, por favor, es uno de los objetos indispensables —terminó mientras salía de la habitación y sus pasos al subir las escaleras eran ligeramente audibles.
Desayunaron en silencio, ninguna de las chicas fue capaz de mencionar una palabra en absoluto, estaban más ocupadas intentando calmar sus pensamientos.
Una vez que terminaron, subieron las escaleras en grupo mientras evitaban a algunos de los alumnos que comenzaban a bajar, aquellos alumnos que se levantaban bastante temprano. La pequeña Black intentó ignorar los comentarios despectivos que llegaban a sus oídos, ya era el último día, ya era el final. Durante el camino del Gran Comedor al dormitorio de la Torre de Gryffindor, Calynn fue sorda por todo ese rato, no quiso escuchar nada en absoluto.
Llegó al dormitorio mientras guardaba las últimas cosas dentro de su baúl. Vaciaba los cajones de debajo de su cama intentando no olvidar nada y también inspeccionaba los cajones de su mesita de noche.
Dejó la capa de invisibilidad a su lado para evitar que se le olvidara y terminó de vaciar los últimos cajones que le faltaban cuando una carta cayó sobre sus manos, era esa misma carta que le había dejado Severus en la enfermería tan solo unos meses atrás. Volvió a abrirla y leer el texto que era legible a simple vista y, aunque estuvo tentada a revelar la información de la posdata, la pequeña Black dobló de nuevo la carta y la guardó dentro del baúl, bastante abajo para asegurarse que no se saliera. Tomó su lechuza, la saludó como hace mucho no lo hacía mientras le acariciaba ligeramente las plumas de las alas y después de pensarlo un poco, la chica se levantó del suelo donde se había arrodillado para estar a la altura del animal, tomó la capa que tenía a su costado y bajó las escaleras para esperar a sus compañeras.
—¡Por fin! —exclamaron un grupo de chicos que observaban a la pequeña desde una esquina—. Han entrado en razón y han echado a patadas a la asquerosa mortífaga —mencionó un chico de quinto grado que le escupió sobre el uniforme sin que la pequeña hiciera nada.
"Tan solo finge que no los ves y así también serás invisible para ellos" se repetía la pequeña Black en la mente, contaba uno por uno dentro de su cabeza, esperando que Lily y Meryl no tardaran demasiado.
—¡Ya aléjense o les lanzaré un encantamiento que les sellará esa boca de mocosos para siempre! —espetó la rubia con la varita alzada mientras algunos retrocedían y de esta manera se apresuraban a salir de la sala común. Bajaron algunos escalones para llegar al despacho del director mientras sus amigas ayudaban a Calynn con el baúl y la lechuza.
—¿Qué han traído? —cuestionó Calynn cuando esperaban que las escaleras se acomodaran para seguir bajando.
—Yo solo he traído la poción Multijugos, la esencia de Díctamo, un par de cuchillos y mi varita —comentó Meryl después de tomar una bocanada de aire para recuperar el esfuerzo de cargar las cosas.
—Yo me he llevado la varita nada más —comentó Lily en voz baja.
—Supongo que el traslador nos lo darán los profesores ahora mismo, ¿no? —cuestionó Calynn a nadie en específico.
—Sí, así es. Debe ser esa la razón por la que nos quieren ahí. Falta menos de veinte minutos para que el tren parta —comentó la rubia mientras seguían bajando un par de escalones—. ¿Tú has traído algo más que tu varita y este conjunto de cosas? —cuestionó Meryl antes de hacer una mueca por el esfuerzo de cargar el baúl.
—Me he traído el diario —mencionó Calynn mientras movía ligeramente la túnica y dejaba ver aquella portada plateada con la serpiente magistral.
—¿Qué planeas hacer con eso? —preguntó Meryl estupefacta ante aquel descubrimiento.
—Solo confía en mí. —Un par de pasos después lograron llegar al despacho del director junto con todas sus cosas que les costó gran trabajo subirlas a través de las escaleras alrededor del ave del director, por lo que les sugirió que mejor las dejaran abajo, al fin y al cabo, no tardarían en irse.
—Me alegra que vinieran, tan solo queríamos asegurarnos de que todo fuera conforme al plan y no tuvieran dudas —comenzó el director sacando algo de su túnica grisácea—. También les daremos esto, por ninguna razón pueden perderlo, es su pase de salida de aquel lugar y, al mismo tiempo, es su oportunidad de vivir —mencionó entregándoles una piedra de color gris y con ligeras manchas que la hacían parecer bastante real—. Asegúrense de colocarla correctamente la primera vez, ya que al primer toque con el suelo ya estará activado para que al segundo contacto los transporte directamente hacia el exterior del Ministerio de Magia —terminó el anciano mientras Meryl guardaba la piedra en el mismo bolsillo donde llevaba las pociones.
—¿Hay novedades por parte de Severus? —preguntó Calynn ligeramente esperanzada.
—No, el señor Snape no escribió por el momento, eso nos indica que todo va conforme al plan —dijo—. Además, cualquier cosa que suceda de improviso nosotros no lo sabremos, nadie será tan eficaz de enviar una lechuza en medio del combate, pero no se preocupen, nosotros las ayudaremos desde aquí —finalizó Dumbledore bastante inquieto.
—¿Cómo es que nos ayudarán? —cuestionó Meryl intentando no sonar muy irrespetuosa.
—Preferimos no decirlo, ustedes se darán cuenta —mencionó mientras les guiñaba el ojo. El tiempo corría, tan solo estaban a algunos minutos de que dieran las nueve y que al mismo tiempo tuvieran que irse.
—¿Algo más que quieran decirme antes de irse? —agregó Dumbledore esperando alguna respuesta por parte de alguna de las chicas.
—Extrañaré mucho Hogwarts, señor director —se atrevió a decir Calynn—. Este fue mi único hogar y siempre será el único.
Dumbledore la miró un momento, esbozó una sonrisa y tan solo asintió la cabeza sin decir una palabra. McGonagall salió con ellos para guiarlos hacia el tren mientras Calynn tan solo escuchaba un ligero sollozar del director mientras bajaban los escalones, al menos la profesora había logrado ayudarlas a cargar con el equipaje con un encantamiento levitatorio.
Llegaron a la estación bastante rápido, el tren estaba totalmente listo. Tan solo las estaban esperando, había llegado el día. Las tres se despidieron de la profesora mientras esta no podía evitar soltar algunas lágrimas, lo que hizo que se apresura a dejarlas allí y alcanzar al director de nuevo en el despacho.
Las tres subieron al tren con bastante temor mientras buscaban un compartimento que les resultara cómodo. El tren era ligeramente más pequeño al que habían utilizado cuando habían llegado al colegio, tal vez tan solo le habían quitado algunos vagones.
Lily y Meryl se sentaron del mismo lado, la pelirroja junto a la ventana y la pequeña justo frente a ellas en la mitad del asiento mientras se tomaba la cabeza con las manos. Tenía que tranquilizarse lo más rápido que pudiera.
—¿Qué tal si aprovechamos los minutos de este viaje para recordar aquel que hicimos cuando conocimos por primera vez este tren y lo que sucedió en nuestro primer día en Hogwarts? —propuso la pelirroja mientras Calynn y Meryl asentía con la cabeza con una sonrisa.
Estuvieron hablando sobre aquella vez que subieron al Expreso de Hogwarts por primera vez, aquella donde se sentaron con Severus hasta el último compartimento.
—Estuvimos muy cerca, yo estuve también en uno que estaba casi en los últimos. Mi acompañante no era muy participativo que digamos, se pasó todo el camino dormido hasta que tuve que empujarlo para despertarlo cuando llegamos —contó Meryl sacando más de una sonrisa a las pequeñas—. Creo que quedó en Hufflepuff, le va bastante bien en esa casa —agregó la rubia mientras sonreía.
—Nosotras estuvimos con Severus, hasta que llegó Potter y nos forzó a irnos de ahí, ¿recuerdas? —comentó Lily dirigiéndose a Calynn.
La chica se limitó a asentir con la cabeza mientras intentaba no recordar también las pláticas acerca de sus padres y la rivalidad de casas.
—También estuvimos con Longbottom —agregó Calynn sin poder evitar un ligero tono de molestia, simplemente mencionar el nombre de su primer amor le causaba una ira infinita.
—Eso no vale la pena recordarlo, tan solo piensa en los que estaban con nosotras y que aún siguen por aquí —comentó Lily—. Todos aman estar en los buenos momentos, pero los verdaderos amigos son los que se quedan cuando viene la tormenta —terminó la pelirroja mientras el silencio llenaba el compartimento por un momento.
—¿Recuerdan la primera vez que entramos... —Hizo una ligera pausa y corrigió—, entraron al Gran Comedor? —cuestionó Meryl intentando que el silencio incómodo no afectara su conversación.
—¡Fue maravilloso! Recuerdo que había leído en uno de los libros que el techo no era del todo real, pero eso no le quitó la majestuosidad que transmitía —mencionó Lily con gran emoción, expresando toda la que le había causado recordar aquel momento y que había logrado que sus ojos brillaran ligeramente.
—Ahí encontramos a Thana por primera vez desde que la dejamos de ver en la calle de la Hilandera, en el vestíbulo, ¿recuerdas? —preguntó esta vez Calynn a la pelirroja mientras asentía con la cabeza sin mencionar una palabra—. Estaba muy contenta de vernos, ella corrió hacia nosotras —continuó—, lástima que no duró mucho —terminó mientras se recargaba en la ventana del compartimento para ver la naturaleza pasar. Recordaba aquel día en el que Bellatrix se había colado entre los alumnos hacia las mazmorras y había ocasionado un gran terror en todos los alumnos. Si tan solo hubiera sabido resistir la maldición Imperio desde entonces, tal vez le pudo haber quitado la varita, pero cayó ante sus pies, haciendo cada cosa que le ordenaba.
Quería vengarse, quería que Druella tuviera el mismo destino con el que Thana terminó. Por alguna extraña razón quería verla en su última agonía y burlarse de ella. Se culpó a sí misma por aquellos pensamientos, recordaba las palabras de Dumbledore, aquellas que le suplicaban que no utilizara las Maldiciones Imperdonables, que no se volviera como ellos. Sabía que desear ver a una persona sufrir era el principal requisito para poder efectuar una maldición Cruciatus a la perfección, ¿pero de verdad quería hacer eso? ¿Qué diría Dumbledore de ella si se enterara que ella misma torturó y mató a su madre y se burló de ella mientras lo hacía? ¿La seguiría viendo con los mismos ojos?
La mente de la pequeña daba muchas vueltas, sabía que se lo merecía, que todo el mal que les había hecho a ella, a sus hermanas y a sus amigos debía ser devuelto, ¿pero Calynn era la indicada para hacerlo? Incluso si fuera así, ¿sería lo suficientemente fuerte para lograrlo?
Tomó el diario de su madre sin sacarlo de su túnica, tan solo acariciando la serpiente que vigilaba la portada de este, en ese momento era su posesión más valiosa y la que ella esperaba que fuera la que funcionara para salir de ahí. Las preguntas sobre lo que haría una vez que su madre se encontrara suficiente vulnerable les habían recordado a las primeras charlas que había tenido con su hermana Andrómeda, no podía decir que estaba agradecida de haberla conocido, pero al menos le había regalado uno de los mejores consejos: seguir siendo ella misma, no cambiar los ideales.
No podía evitar arrepentirse de no haberse despedido de Andy antes de salir de Hogwarts para siempre, pero ella había pensado que era lo mejor.
Los recuerdos de aquellas vacaciones navideñas llegaban a su mente con nostalgia y un ligero temor, se preocupaba que cometiera alguna barbaridad por órdenes del Señor Tenebroso como lo había hecho cuando conjuró su primera Maldición Imperdonable hacia ese hombre inocente. Al menos, según los pensamientos de Malfoy y la falta de aviso por parte de Severus indicaban que Voldemort no estaría rondando los alrededores de la mansión, nada podía salir mal si se concentraba.
—¿Qué pasará contigo cuando Hogwarts termine? ¿Dumbledore no te comentó nada? —le cuestionó Meryl a Lily, era obvio que se refería a sus padres, algo que Calynn también le preocupaba demasiado.
—Aún no lo sé, supongo que tendré que ver qué puedo hacer cuando termine el curso por completo, aún faltan los exámenes finales —comentó Lily mientras bajaba la mirada.
—¿Has podido estudiar para los exámenes con todo este alboroto? —preguntó Meryl estupefacta, obteniendo una respuesta afirmativa por parte de la pelirroja—. Te pareces tanto a mí —mencionó con añoranza y se mantuvo con la mirada perdida por un minuto—. Me refiero a la Justine Callen de pequeña que asistió a Hogwarts hace no mucho —aclaró mientras sonreía junto con sus amigas.
El resto del camino lo dedicaron a hablar sobre cómo era Hogwarts durante los años de estudios de Meryl y lo que más extrañarían del colegio.
Llegaron a King Cross después de unos minutos, cuando estaban por detenerse, se habían asegurado de repasar los últimos detalles del plan y Calynn aprovechó para comentarles que sus padres estarían pasando el muro de la estación, no se arriesgarían a pasar la barrera del mundo mágico. Las tres chicas bajaron el equipaje de Calynn y la ayudaron hasta donde estaba la barrera mágica, la estación de ese lado estaba totalmente vacía, pero desconocían si la del mundo muggle estaría igual que en la que se encontraban.
—Es hora de que se pongan la capa —mencionó Calynn—, colóquensela y yo les ayudo a arreglarla para evitar que se les vean los zapatos —comentó la niña mientras arreglaba la capa hasta que perdió el lugar exacto donde se encontraban sus amigas—. Así está perfecto, tan solo eviten moverse demasiado rápido para que no se levante la capa.
—Sí, lo intentaremos —comentaron las chicas sin que Calynn lograra visualizar sus rostros.
—Bueno, pasemos juntas la barrera para evitar que alguna se quede fuera —ordenó la pequeña Black mientras respiraba y exhalaba para tranquilizarse—. Las quiero mucho, a las dos —mencionó con voz ronca—, espero que en menos de veinticuatro horas nos estemos riendo de cómo terminamos con esos mortífagos —mencionó la niña, intentando evitar su sollozar.
—Te queremos, todo va a estar bien —mencionó Meryl mientras le tomaba la mano a Calynn y atravesaban la barrera juntas.
El otro lado de la estación estaba bastante concurrido, por lo que a Lily y a Meryl les costaba gran trabajo evitar a las personas sin lastimarlas. Calynn caminaba a paso lento ya que quería asegurarse de que sus compañeras le siguieran el paso y por el gran equipaje que llevaba arrastrando. Después de pasar otra columna que indicaba el inicio del andén siete logró visualizar a sus padres en una equina. Esta vez no sintió ningún temblor en su cuerpo, ni tampoco alguna sensación fría que le recorriera la espalda, tan solo pudo percibir un gran dolor en el estómago, ocasionado por la ira que le provocaba ver a su madre una vez más parada frente a ella. Se aproximó hasta ellos y así como había hecho hace unos meses, la tomó fuertemente de la muñeca mientras buscaban un lugar un poco más oscuro, Calynn tan solo esperaba que sus amigas hubieran logrado seguirle el paso.
Una vez que llegaron a ese mismo callejón, Druella extendió la palma de su mano frente a su hija mientras esta sacaba la varita de uno de los bolsillos de su túnica y se la entregó sin rechistar, no quería levantar sospechas. La mujer se tomó de la mano de Cygnus para que después le exigieran la de Calynn, quien esperó un momento, después estiró una de sus manos hacia atrás lo más natural que pudo hasta que sintió los dedos de alguna de sus compañeras y después tomó a Druella de la mano.
Aparecieron justo frente a aquella misma mansión de hace unos meses, el camino eterno seguía rodeado de aquellos arbustos que les doblaban la altura y que les limitaban la luz solar, ese camino era igual de oscuro que las personas que habitaban esa casa. A solo unos pasos de ellos se encontraba la misma reja que habían atravesado meses atrás, parecía que los días no habían afectado en absoluto a aquel lugar, estaba justo como lo recordaba la pequeña Black.
Avanzaron en silencio hasta que se detuvieron justo frente a los barrotes para mencionar sus nombres, una vez más.
—Sangre pura, Cygnus Black —mencionó su padre.
—Sangre pura, Druella Black —dijo en el mismo tono orgulloso para que después le diera otro codazo a Calynn para que mencionara lo mismo.
—Sangre pura, Calynn Black —contestó la pequeña con el mismo tono de molestia como lo había hecho meses atrás.
Ambos adultos esperaron a que la reja se moviera, pero esta vez no resultó, la mirada de ambos tan solo demostraba la incredulidad que estos presentaban en ese instante.
Sin saber qué hacer exactamente, los tres repitieron sus nombres, pero sin lograr nada en absoluto.
—¿Crees que la haya bloqueado para nosotros? —preguntó Cygnus en un tono bastante bajo a Druella.
—No, no tiene razones para hacerlo —respondió la mujer con la misma extrañeza en la voz mientras se detenía a pensar por un momento cuando, el sonar de la puerta de la casa llamó su atención.
—¡Druella, querida! —mencionó la mujer de cabellos dorados, era la madre de Lucius, al parecer había visto por la ventana que la reja no se movía en absoluto. Alguien había salido de la mansión tal cual como Dumbledore lo había dicho.
—Me da gusto verte, solo que al parecer algo le pasa a esta bazofia —agregó Druella con el mismo tono cuando era hipócrita con alguien.
—No te preocupes, así también saludo a tu esposo mientras les abro la reja, ¿por fin la han conseguido? —comentó la mujer de cabellos rubios mientras abría con la llave aquella reja y les daba el paso. Calynn se apresuró a entrar para que la madre de Lucius no cerrara la puerta demasiado pronto.
—Sí, finalmente está con nosotros, y se quedará aquí durante un largo rato a mi parecer —comentó la bruja—. Es una inmundicia que ni en Hogwarts la soportaron, no por nada la acaban de expulsar —comentó la mujer mientras ambas se reían y comenzaban a caminar hacia la mansión. Calynn intentó no escuchar nada de lo que mencionaban, intentaba voltear ligeramente hacia la reja para lograr vislumbrar el traslador, pero no lo consiguió, por lo que volvió la mirada al frente para no levantar sospechas.
Estaban por llegar a la puerta de la Mansión Malfoy cuando un sonido a sus espaldas les hizo volver la mirada, lo que la pequeña vio a continuación tan solo provocó que su esperanza se fuera al suelo, era lo único que le faltaba.
A un tramo de distancia, tan solo unos pasos más alejados de la reja de acceso a la mansión, se podía observar a Lord Voldemort caminando a paso veloz mientras mencionaba su nombre y pasando hacia donde estaban sin ningún problema.
—No lo esperábamos tan pronto, mi señor —comentó la madre de Lucius hacia el Señor Tenebroso que observaba a la pequeña Black de pies a cabeza.
—Tuve que volver, su expulsión es una noticia ahora, no quería perderme ni un minuto de oportunidad para comenzar su verdadero entrenamiento —comentó el hombre con malicia—. Con suerte podría ayudarme a combatir a algunos de los asquerosos muggles que han tenido que esperar por su culpa —comentó mientras la miraba fijamente, Calynn tan solo decidió bajar la mirada mientras seguían caminando, se estaba preparando para hacer lo que tanto había planeado, una de sus manos se situaba dentro de su túnica, tomando el diario de su madre mientras se concentraba en abrirlo mientras seguían caminando por la estancia hasta llegar a aquel cuarto lleno de mortífagos, al parecer habían optado por la misma estrategia.
Pasaron por la puerta que le daba acceso a aquella sala hasta que la pequeña se detuvo en seco, tan solo escuchando la voz de Druella que le obligaba a avanzar. Buscó a su padre rápidamente, justo a un lado de su madre y sin pensarlo dos veces sacó el diario de su madre.
—¡Padre, escúchame por una vez! —gritó Calynn mientras Druella le exigía que se callara hasta que vio el diario sobre sus manos y esta vez sacó la varita, aunque un Expelliarmus proveniente de alguien invisible le quitó ambas varitas mientras Calynn que había comenzado a caminar las recogía con audacia—. "[...] Cygnus no puede enterarse de esto, pero finalmente mi sueño se había hecho realidad y no podía dejar pasarlo, finalmente había tenido a mi primera hija con Tom Riddle, ella será nuestro legado, lo mejor de ambos y, aunque yo la cuidaré, estoy segura que Tom estará orgulloso cuando vea en lo que se ha convertido, llegará un momento en que deseará que todos la conozcan como la hija de Lord Voldemort, firma Druella Black" —leyó la pequeña Black hacia Cygnus que se quedó un momento sin decir una palabra mientras la pequeña evitaba algunos de los hechizos que le lanzaban el grupo de mortífagos a su alrededor hasta que escucharon las palabras de la pequeña y observaron lo que sucedía, la pequeña podía sentir su respirar veloz que solo denotaba los nervios que recorrían su cuerpo.
Calynn logró notar un ligero brillo diferente en los ojos de Cygnus mientras este se aproximaba a la que creía su hija un tanto confundido.
—¿Qué? ¿Dónde estoy? ¿Quién eres tú? ¿Qué has hecho, Druella? —balbuceó el hombre mientras se tomaba la cabeza con las manos y caminaba de lado como si estuviera ligeramente herido.
—Estaba bajo la maldición Imperius —le susurró Meryl en el oído a Calynn—, la revelación lo ha sacado de ahí. —Calynn que ya lo había supuesto no se había sorprendido tanto, tan solo que hubiera esperado que el que creyó su padre durante toda su infancia se hubiera acordado al menos un poco de ella.
—¡Traidora! ¡Mira lo que has hecho, asquerosa niña! —comentó Druella mientras corría hacia Cygnus y le quitaba la varita de las manos—. Voy a matarte, ahora sí no me importa nada.
—¡No, Rosier, recuerda nuestro trato! —exclamó Voldemort mientras los murmullos por parte de los mortífagos se intensificaban, ninguno se atrevía a lanzar un solo hechizo.
—¡Avada Kedavra! —Las palabras de su madre se escucharon con intensidad a través de toda la habitación mientras Calynn volteaba demasiado tarde y justo cuando esperaba aquel impacto se escuchó una voz familiar.
—¡No! —gritó alguien mientras el hechizo impactaba en el aire. Acto seguido, el caer de alguien al suelo le hizo entender todo a la pequeña Black. Lily salió de manera inmediata para quitarle la varita a Druella, quien no se lo esperaba en absoluto, para que después recogiera la capa de invisibilidad, dejando a la vista el cuerpo inerte de Meryl en medio de la habitación.
—¡No, no otra vez! Perdóname por favor —lloraba Calynn, quien se había arrodillado junto a su amiga y lloraba sobre la túnica de Meryl. Los ojos verdes de la chica aún eran visibles, aunque el brillo que los acompañaba anteriormente los había abandonado para siempre—. ¡Te odio, te odio por darme la vida! —espetó con fuerza la pequeña Black hacia su madre—. ¡Si yo no hubiera nacido Meryl no estaría muerta y nadie de los que conozco lo estarían! —volvió a expresar mientras su madre tan solo sonreía y reía ante las exclamaciones de su hija—. ¡Eres un ser despreciable, infame, detestable y estoy segura de que Tom Riddle ni siquiera te quiso porque es imposible amar a semejante... inmundicia! —Ante estas palabras, Druella quitó la sonrisa de su rostro, Calynn había tocado un aspecto importante: su romance con Lord Voldemort.
Druella se fue contra su hija mientras intentaba ahorcarla con sus propias manos mientras Lily y Cygnus se iban contra de Druella, hasta que Voldemort le lanzó un maleficio de repulsión a Druella, dejando a todos estupefactos.
—Suelta a la niña, asquerosa mujerzuela —mencionó hacia Druella mientras tomaba a Calynn por el brazo y Voldemort se acercaba a Druella con un gesto de desprecio. Sacó un cuchillo de su túnica mientras los mortífagos, que se habían acobardado, murmuraban por lo bajo—. Un trato es un trato, ahora ella me pertenece —comentó Voldemort mientras acercaba el filo del cuchillo a la garganta de Druella.
—¡Pero señor, vea en lo que se ha convertido! —gritó Druella como última esperanza intentando soltarse del agarre del Señor Tenebroso, su mirada se había transformado, por vez primera, en una de lástima, una que rogaba piedad.
—¡No me importa, es un Horrocrux, ¿acaso no lo comprendes?! —Acto seguido, el corte del cuchillo sobre la piel fue audible mientras el hombre dejaba caer a Druella al suelo, disfrutando de su agonía. Se agachó para observarla mejor y le dijo—. ¿De verdad creíste que sentía algo por ti? —rio con gran intensidad—. Todos estos años han sido una hipocresía eterna, entiéndelo. ¡Fuiste un objeto más que utilicé para lograr salvarme a mí mismo! —exclamó el hombre mientras la debilidad de Druella era cada vez más notoria, a pesar de las risas por parte de Voldemort, este no soltaba a Calynn de su agarre—. No por nada admiraste mis capacidades de relacionarme con los demás, todos pensaban que era un gran chico en el colegio, tú solo fuiste una más que confió en mí, ¿por mi físico? —rio a carcajadas mientras pedía el apoyo de los mortífagos, quienes se unieron a las risas, intentando que no sonaran demasiado fingidas—. Viviste una fantasía, ahora me doy cuenta de que no eras digna de esa marca de tu antebrazo, nunca fuiste digna de brindarme a una niña. Disfrutaré de tu muerte como nunca, pues fuiste la persona que más confió en mí y terminará derramando más sangre ante mis pies —finalizó Voldemort mientras se movía por el alrededor, manchando sus pies de la sangre de Druella, ocasionándole a Calynn lo mismo.
La mujer que le había robado la infancia a la pequeña Black intentaba tomar más aire por la boca mientras le era imposible, dejando que sus esfuerzos inútiles la llevaran a quedarse inerte para siempre. La pequeña Black, que intentaba soportar el dolor de la marca de su antebrazo, logró ver una ligera oportunidad de escape cuando el Señor Tenebroso disfrutaba de la última agonía de la mujer por lo que se apresuró a quitarle a Voldemort el cuchillo que aún portaba en la otra mano y con este mismo hacerle un corte en la mano que la mantenía agarrada a él. Como un reflejo, el hombre soltó a la niña mientras se tomaba la mano con una mueca de dolor—. ¡Hacia ella, no la dejen escapar! —ordenó Voldemort mientras tomaba la varita de su túnica, dejando rastros de sangre sobre de ella.
Voldemort, sin pensarlo un minuto más, alzó la varita e intentando colocarla de la mejor forma para que el hechizo impactara con la pequeña, mencionó:
—¡Crucio! —Su voz resonó por la habitación mientras la pequeña Black se caía al suelo y sentía aquella misma desesperación que la maldición le había causado incluso antes de entrar a Hogwarts, pero intentaba no recordar eso, ella visualizaba como podía sus entrenamientos para bloquear aquella maldición. Se movía con dificultad mientras se arrastraba por el suelo para evitar que los mortífagos que le seguían el paso la alcanzaran. Voldemort disfrutaba de aquel momento, le daba bastante gracia la manera en la que la pequeña Black evitaba los hechizos.
Calynn se concentró por un momento mientras retenía las lágrimas y comenzó a repetir aquella frase que también utilizaba durante los entrenamientos en Hogwarts, logrando que, de esta manera se pudiera poner de pie.
La chica subió la mirada y observó al mago más tenebroso frente de ella mientras que este le devolvía una mirada de sorpresa ante aquella resistencia. Se miraron por unos segundos antes de que Calynn decidiera desviar la mirada, únicamente mostrándole a Voldemort la fortaleza que su hija había adquirido sin su ayuda.
Por un momento, Lily no estaba segura de qué hacer, intentaba pensar en lo que hubiera hecho Meryl si ella siguiera con vida. Tener el cadáver de una de sus mejores amigas junto de ella le hacía imposible concentrarse, por lo que tan solo se aproximó a Voldemort y sin pensarlo dos veces, esta lo empujó, haciéndolo caer mientras se rompía la maldición y la pequeña Black alcanzaba a la pelirroja, quien le cuidaba la espalda. Cygnus se había unido a ellas, aunque no las conocía en absoluto, este las defendía como si fuera su propia vida.
—¡Debemos salir de aquí, recuerda lo que dijo Dumbledore! —gritó Calynn mientras combatía contra algunos de los seguidores del Señor Tenebroso. En una de las esquinas un poco alejado, pero en alerta, se encontraba Severus, quien no podía evitar estar angustiado.
Bellatrix se aproximó con bastante velocidad hacia las chicas, combatieron un momento contra ella mientas Cygnus se encargaba de cubrirles la espalda cuando de la nada, Bellatrix cesó el ataque, se acercó a Cygnus y le clavó una daga justo bajo el corazón. El hombre se desvaneció justamente después del ataque mientras Bella se alejaba y buscaba un lugar más seguro para seguir combatiendo.
—¡No, papá! —Las palabras se escucharon a través de toda la habitación, pero no eran procedentes de Lily ni de Calynn. Una niña de cabellos rubios salió de entre la multitud de mortífagos y llegó ante su padre mientras lloraba sin consolación, era Narcissa.
—Lily, el díctamo, ¿recuerdas? En los bolsillos de Meryl —comentó Calynn mientras intentaban correr a través de los hechizos lanzados por el Señor Tenebroso—. Si logramos alcanzar un poco, podríamos intentar cerrar las heridas al menos por un tiempo —dijo la pequeña mientras observaba la desesperación de Narcissa ante lo que acababa de suceder. No lo hacía como un favor, ni porque quería que ella le debiera algo, sino porque simplemente no quería ver morir a nadie más que ella conociera; al fin y al cabo, para Calynn, Cygnus fue su padre durante toda su infancia—. No te preocupes por dejarme aquí un momento, por favor, ve por el díctamo con extrema precaución e intenta llegar hasta acá para dárselo a Narcissa —rogó Calynn a Lily quien tan solo asintió con la cabeza mientras se aproximaba al cuerpo de su antigua amiga que se encontraba a tan solo unos cuantos pasos.
En cuanto Lily se alejó de Calynn, un chico de pelo grasiento salió de la oscuridad y sin pensarlo por un momento le lanzó a la pequeña Black un hechizo de inmovilización mientras se acercaba a ella y le impedía que se moviera.
—¡Excelente Severus, excelente! —exclamó Voldemort mientras le dedicaba una sonrisa de orgullo al chico, quien le respondió de la misma forma—. Mantenla quieta y tráela hasta aquí, ¿quién diría que tú entre todos estos mortífagos sería el que la capturarías? —dijo Voldemort mientras los otros mortífagos presentes se sentían humillados.
El chico tomó las muñecas de Calynn con gran fuerza mientras Lily lograba llegar hacia Narcissa, entregarle el frasco y darse cuenta de la situación. Severus le lanzó una mirada de complicidad ordenándole que no se moviera de ahí y después comenzó a caminar con Calynn mientras le susurraba algo que fue apenas audible.
—El hechizo terminará en unos segundos —mencionó en una voz extremadamente baja mientras ambos caminaban en dirección del Señor Tenebroso—. En cuanto afloje mi agarre de tus muñecas huyan hacia la puerta e intenten llevarse el cadáver de Meryl —hizo una pausa mientras seguían avanzando, a tan solo unos pasos más de llegar con Voldemort—. Fuiste la persona que conquistó mi mirada, demasiado para hacerte algún daño, pero tienes que olvidarte de mí. —Tragó un poco de saliva—, tengo que dejarte ir para siempre.
En aquel instante, Severus soltó ligeramente a Calynn mientras esta forcejeaba y lograba zafarse, logrando una expresión de sorpresa por parte de Severus como si no se esperara lo que había sucedido. La pequeña llamó a la pelirroja con la mano hasta el cadáver de su amiga que se encontraba a pocos pasos de la puerta por la que habían pasado hace solo unos cuantos minutos.
—Debemos llevárnosla —comentó Calynn hacia la pelirroja mientras veían que los mortífagos se aproximaban cada vez más.
—No podemos cargarla, es demasiado pesada para alcanzar el traslador con ella sobre nuestros hombros —contestó Lily con la verdad. La pequeña Black no respondió nada en absoluto, tan solo intentaba pensar con rapidez, tratando de ignorar los hechizos que se impactaban a solo unos centímetros de su ropa o túnica, incluso quemando un poco de su uniforme.
—Con el hechizo levitatorio —comentó Calynn mientras se aproximaba a Meryl y mencionaba uno de esos encantamientos que habían practicado con Dumbledore y que no pensaron que fueran a necesitar en absoluto—. ¡Wingardium Leviosa! —El cuerpo inerte de la rubia se elevó en el aire mientras le seguía el paso, tan solo debían bajar las escaleras que daban hacia el patio e intentar llegar hasta los bordes de la Mansión Malfoy—. Lily, ayúdame con el baúl, haz lo mismo que yo, de la misma manera en la que lo hizo McGonagall esta misma mañana —comentó Calynn mientras escuchaban que los pasos se acercaban a gran velocidad. De la nada, la puerta principal de la mansión se abrió al instante ante ellas y entraron cerca de cuatro magos con las capas características que portaban aquellos cuidadores de los terrenos de Hogwarts que fueron contratados por Dumbledore, eran ellos, eran aurores. Tres o cuatro pares más de aurores que entraron por las ventanas acompañaron a los primeros magos, provocando que Lily y Calynn voltearan hacia atrás, observando la gran batalla que ahora se había provocado.
—Deberíamos volver y ayudarlos —mencionó Calynn con el sentimiento de culpa atacando su conciencia.
—No, recuerda que Dumbledore no nos mandó aquí para luchar en un duelo magos, su prioridad es que saliéramos con vida —mencionó Lily sin evitar mandar una rápida mirada hacia el cadáver de Meryl—. Al menos quedamos tú y yo, además, si Dumbledore los envío hasta acá es para protegernos, es esa ayuda que nos prometieron antes de partir hoy en el tren —continuó—, a él no le gustaría que te quedaras solo para combatirlos —terminó Lily. Calynn analizó sus palabras, no podía negar que tenía la razón, no quería defraudar a Dumbledore y sobre todo no quería perder a nadie más.
—De acuerdo, vámonos —comentó Calynn mientras comenzaban a caminar de nuevo hacia aquella puerta por la que habían pasado y que la pequeña Black nunca pensó que saliera para siempre. Salieron al pórtico mientras comenzaban a bajar los escalones, escuchando la voz de Voldemort cada vez más cerca. Siguieron corriendo lo más rápido que se permitían pues traían junto de ellas a Meryl y el baúl de las cosas de Calynn. Cuando avanzaron un poco más por el largo camino rodeado de arbustos se dieron cuenta del cuerpo inerte de una mortífaga que yacía en el suelo, las chicas bajaron las marcha para intentar observar mejor y para estar alerta cuando pudieron visualizar la reja de la Mansión Malfoy partida en dos y sobre el césped. Esa había sido la forma en la que los aurores habían logrado adentrarse y habían matado a aquella mortífaga para que no dijera nada.
—De esta manera será más fácil alcanzar el traslador —mencionó la pelirroja mientras retomaban el mismo paso veloz hasta que lograron escuchar una voz justo detrás de ellas.
—¡Imperio! —exclamó alguien. Calynn cerró los ojos, ya se había preparado para intentar salir de aquel placer que le provocaba la maldición cuando se dio cuenta que en realidad no había sucedido nada. Volvió a abrir los ojos confundida cuando volteó la mirada a Lily y logró observar ese mismo brillo gris y debilitado en los ojos de la pelirroja, su mirada era penetrante, fría, simplemente no era de ella. Lily alzó la varita, apuntando hacia Calynn; la pequeña Black comprendió todo mientras se movía alrededor como podía, intentando encontrar a Voldemort, pero le fue inútil, los únicos sonidos venían de dentro de la mansión.
—¡Crucio! —Por vez primera, Calynn escuchó decir a la pelirroja estas palabras. La pequeña Black logró agacharse con agilidad y comenzaba a desplazarse por el suelo. De alguna manera, Voldemort se había vuelto invisible, tal vez con un encantamiento y de esa manera había logrado llegar hasta allá, dejando a todos los mortífagos y aurores combatiendo dentro de la mansión. La pequeña Black volvió a levantarse mientras retrocedía siendo apuntada por la pelirroja, sabía que si seguía así lo que haría sería llevarla con el Señor Tenebroso, por lo que logró escabullirse hacia un costado, raspándose con los arbustos que la rodeaban, y llegaba al otro lado.
—Lily... —musitó Calynn con bastante temor, pero fue demasiado tarde.
—¡Crucio! —La voz de Lily penetró los oídos de la pequeña Black mientras la maldición llegaba directamente a la pequeña y caía al suelo, con el dolor quemándose por dentro. Lágrimas salían de las cuencas de sus ojos, recordando las clases de Dumbledore, recordando su antiguo hogar. Intentó concentrarse para reducir el dolor dentro de ella como lo había hecho hace unos momentos. Se concentraba poco a poco mientras sentía un leve alivio, pero no lo demostraba, quería que Voldemort se acercara lo suficiente para detectar sus huellas en la hierba y que de esta forma pudiera encontrarlo sin que este se inmutase.
Después de un par de minutos, Calynn aún seguía en el suelo, fingiendo un dolor más fuerte del que sentía cuando la marca del antebrazo izquierdo comenzó a arderle a horrores. Calynn la tomó con la mano mientras chillaba de dolor y, segundos después, una voz en su mente fue señal del verdadero plan de Voldemort.
"Vaya que has aprendido, aunque no me has sorprendido en lo absoluto —relató con cierta burla—. ¿Legeremancia? Lo más probable es que Dumbledore te la haya enseñado, ese hombre lo único que hace es protegerse a través de ti —comentó mientras se reía—. Después de tantos meses, ¿no te has dado cuenta? Eres un simple objeto experimental, nadie te protegería sino fuera por la búsqueda de un propio beneficio —siguió hablando mientras Calynn intentaba mantener los ojos abiertos para intentar ver algún movimiento en la hierba que le indicara la ubicación que podría tener Voldemort—. Es lamentable que no pueda acabar contigo de una vez por todas, no sé qué estaba pensando cuando decidí que una parte de mi alma viviera en ti, pero ahora tengo que solucionarlo de alguna forma. —Calynn comprendió el mensaje al instante, utilizarían a Lily únicamente para que ella estuviera bajo control y la escondieran dentro de la mansión para que el Horrocrux dentro de ella siguiera viviendo y lo más probable es que se deshicieran de Lily una vez que la tuvieran a ella bien escondida—. Se terminaron los juegos inútiles"
—¡Atrápala!
Esta vez, la voz había venido directamente de Voldemort, no desde dentro de su cabeza y Calynn se arrastró por el suelo con gran velocidad hacia donde había escuchado la voz, con los conjuros de Lily siguiéndole los pasos. Calynn se levantó mientras evitaba con agilidad los hechizos de su compañera y comenzaba a moverse rápidamente a través de todos los arbustos hasta que llegaba hasta donde había oído aquella misma voz y se tiraba al suelo, cesando los hechizos de la pelirroja. La pequeña Black volvió a respirar con normalidad mientras que con sus manos buscaba una roca a través de todas las plantas hasta que la encontró. Esperó el momento más conveniente y la lanzó hacia la dirección que creía que se encontraba el Señor Tenebroso para después escuchar un grito de dolor del hombre, la chica no perdió tiempo mientras corría hacia aquella dirección donde parecía no haber ni un alma, pero el mago más tenebroso se escondía en la invisibilidad.
La pequeña Black corrió mientras sentía los hechizos de la pelirroja chocar con las suelas de sus zapatos cuando la pequeña Black se lanzó hacia donde creía se encontraba el hombre, causando que la maldición sobre de Lily desapareciera. Calynn intentaba quitarle la capa para ver dónde se encontraba la varita, hasta que cayó en la cuenta de que Voldemort se había escondido a través de un encantamiento desilusionador. Comenzó a forcejear con el hombre mientras intentaba no llorar por el gran dolor que le provocaba la marca en su antebrazo debido a la cercanía que tenía con Voldemort. Lily se acercó a Calynn sin estar segura de qué hacer hasta que la pequeña habló finalmente.
—Ayúdame, no podré mantenerlo en el suelo por mucho tiempo —mencionó Calynn con bastante esfuerzo, pues intentaba que Voldemort no se moviera, aunque el hombre tenía mucha más fuerza que ella.
—Recuerda lo que dijo Dumbledore, nuestra misión es salir de aquí —comentó Lily mientras la pequeña Black pensaba un poco más sobre lo que decía Lily. Sabía que perderían cualquier duelo contra Voldemort y que si se quedaban ahí sería más riesgoso que optar por salir corriendo.
—De acuerdo, vamos por el traslador en tres —comentó Calynn mientras la chica comenzaba a contar hacia atrás y tan solo observaba el rostro de Lily tornarse bastante preocupado, sabían que los maleficios de Voldemort le seguirían los talones, pero ¿qué otra opción tenía?
La cuenta terminó. Los pies de las pequeñas saltaban a través de todos los arbustos mientras la figura de Voldemort, que hace solo unos momentos era invisible, podía observarse ligeramente lejos de las pequeñas. Ambas, Lily y Calynn, avanzaban a gran velocidad hacia aquella piedra gris que les habían dado como la misma esperanza de salir de aquella mansión para siempre. Seguían corriendo cuando unas personas se aparecieron justo fuera de la reja de la mansión, llevaban túnicas largas y negras. Calynn se paró en seco cuando las vio mientras su gesto se tornaba de gran sorpresa.
—¿Qué sucede? —cuestionó Lily mientras veía a Voldemort a unos metros de ellas.
—Son del ministerio, mi padre utilizaba las mismas túnicas cuando llegaba del trabajo —mencionó sin estar segura de cómo se acordaba de eso. Los pasos de Voldemort cesaron, también había observado a aquellas personas cuando de la nada se desapareció y su figura se encontraba de un momento a otro justo frente a las niñas. Las pequeñas entraron en pánico cuando el hombre alzó la varita y les dirigía maleficios sin pronunciar una palabra, haciendo que las pequeñas únicamente lo evitaran, no podían arriesgarse a ocupar un hechizo de protección sin saber si este les resultaría. Los gritos de ambos y las risas de Voldemort llamaron la atención de las personas del ministerio, quienes al percatarse de lo ocurrido comenzaron a acercarse, atacando a Voldemort por la espalda mientras llegaban más y más grupos del Ministerio de Magia. Calynn y Lily aprovecharon esa oportunidad para llegar hasta el traslador cuando Lily interrumpió a Calynn.
—¡Espera! —gritó la pelirroja justo antes de que Calynn tomara la piedra—, debemos llevarnos el cuerpo de Meryl y tus cosas —comentó Lily mientras Calynn negaba con la cabeza.
—¡Ya no hay tiempo! —exclamó Calynn mientras veía como Lily se alejaba y se dirigía a la mitad del camino, justo donde estaba Meryl.
—¡Dame una mano y terminemos con esto! —gritó Lily mientras Calynn regresaba junto con su amiga y la ayudaba a cargar el baúl y a su antigua amiga con el encantamiento levitatorio mientras observaban la constante lucha del ministerio con Voldemort, sin que pudieran contra él por completo.
Estaban por llegar hasta el traslador, Calynn hizo una pausa para sujetar a Lily de la misma mano de la que sujetaba su baúl, para que después Lily sujetara con fuerza a la mano helada de su antigua amiga. Justo antes de que Calynn tocara el traslador, Voldemort se apareció justo junto a ellas y tomó a Calynn de la túnica mientras esta intentaba liberarse de su agarre. Los hechizos del ministerio aumentaron hasta que la pequeña Black pudo sacar con gran esfuerzo su varita.
"Sé que no me extrañarás, pero al menos mi vida ya no depende más de ti. Solo me has vuelto más valiente" pensó la niña mientras observaba el rostro de Voldemort, quien al parecer la había oído dentro de su cabeza.
—¡Depulso! —gritó Calynn. Por lo visto, Voldemort se había quedado atónito por la capacidad de la pequeña Black de comunicarse de esa manera que no vio venir el hechizo, dejando libre a su propia hija y cayendo unos metros más lejos a las niñas. Esta vez, sin perder tiempo y sin voltear atrás tomaron el traslador en sus manos para que después la mansión alrededor de ellas se desvaneciera, creando ese ligero sentimiento de mareo hasta que tocaron el suelo y las pequeñas parpadearon y voltearon para saber dónde se encontraban.
Era como una calle ancha, magos y brujas pasaban a su alrededor, mirándolas con gestos sorprendidos y horrorizados al ver el cadáver que se encontraba junto de ellas. Lily se levantó del suelo mientras se daba vuelta y observaba un gran grupo de edificios. Siguió mirando a su alrededor mientras lograba observar a lo lejos que un gato se acercaba a ellas con gran rapidez.
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"Enséñame a pelear, te mostraré cómo ganar.
Eres mi defecto mortal, y yo soy tu pecado fatal.
Déjame sentir el aguijón, el dolor.
La quemadura debajo de mi piel".
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⌞ Warrior (Remix) - Beth Crowley ⌟
1:15 ───⊙─────── 5:09
↻ ◁ II ▷ ↺
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