Capítulo 35: Inseguridad
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Oscura fiesta,
sin regalos ni Santa.
Solo silencio.
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Una melena rubia y otra cobriza asomaban de entre las montañas de nieve que se formaban en los terrenos de Hogwarts. Ambas hablaban bajo, cuidando que nadie las escuchase.
—...por lo que le mandé la carta —susurró la pelirroja.
—¿Sus padres? ¡Qué atrocidad! —contestó Meryl.
—Pero no podemos hacer nada —comenzó Lily avergonzada.
Meryl tan solo se encogió de hombros, se levantó de la nieve y se dirigió a la entrada del castillo para después ser seguida por Lilianne.
Tan solo faltaban unos cuantos días para volver al colegio, poder salir de aquella mansión entusiasmaba tanto a la pequeña Black que le costaba disimularlo. Bajó los blancos escalones para ir en busca de Severus, abrió la puerta de la mansión, pero fue detenida por una pequeña niña de ojos marrones.
—¿Tratando de escapar? —le espetó Bellatrix.
—Solo busco a Severus. Ahora, si te apartaras me alegrarías el día —le comentó Calynn sin miedo en la voz.
—¿Tu mugrosa amiga comadreja se ha olvidado de ti y buscas con quién poder conversar? —hizo una leve pausa—. Como si realmente conocieras a Severus... —mencionó misteriosamente.
—Conozco a Severus incluso antes de que tú supieras pronunciar tu primer hechizo —la desafío Calynn orgullosamente.
—Al menos a mí me contó su gusto sobre lado oscuro —le respondió Bellatrix.
—No había necesidad de decírtelo, desgraciadamente tuvo que aguantar tu presencia diaria unos meses, ¿no es así?
Bellatrix sacó su varita furiosamente y la apretó fuertemente al cuello de su acompañante, Calynn pudo notar la forma rara y peculiar de la varita de su hermana, era torcida igual que su mente que tanto imaginaba crueldades; pero regresó a la realidad al sentir que era asfixiada por su propia hermana. Trataba de escapar de su agarre, pero las yemas de los dedos de Bellatrix los sentía cada vez más unidos en su suave cuello—. ¿Cómo es que sabes eso? —le cuestionó mientras la azotaba contra el muro más cercano sin soltarla por un momento y con un gesto de enfado. Como era de esperarse la pequeña Black no logró responder nada pues cada vez se quedaba con menos aire.
—Acabaré contigo, al fin y al cabo, solo has sido un estorbo para la familia —comentó Bellatrix aliviando un poco la fuerza con sus manos para sacar un pequeño cuchillo de su túnica—. Es tan aburrido cuando es tan rápido —suspiró melancólica con una sonrisa diabólica mientras acercaba el filo a su garganta, pero antes de poder a hacerle daño alguno, Calynn vio pasar un hechizo frente a ella para que después cayera al suelo y volviera a respirar. Trató de incorporarse y de abrir los ojos mientras tosía a causa de la falta de aire. De entre sus párpados pudo ver rayos de diferentes colores venir de ambas direcciones.
—¡Entra a la mansión ahora! —le ordenó una voz familiar que reconoció hasta que vio sus ojos color miel para reaccionar y ponerse de pie, pero se agachó al instante para poder evitar los hechizos que eran conjugados en ese preciso momento. Tomó la cerradura de la casa y entró sin pensarlo dos veces. Allí dentro comenzó a tratar de recuperar el aire y de regular su pulso, se recargó en la pared que estaba junto a la puerta, pero una ventana se hizo añicos junto a ella. Lo que no lograba entender era que nadie se había dado cuenta de lo que pasaba.
Por la ventana recién rota logró colarse el sonido que venía desde afuera.
—No porque seas mayor que yo serás mejor en esto —la desafío Bella.
—No solo debes guiarte por los conocimientos de una persona, sino también por sus valores y habilidades. —Ante este comentario todo calló de repente, la pequeña Black se asomó ligeramente por la ventana y vio a una Bellatrix inconsciente en el suelo mientras que Andrómeda recogía la varita de su hermana y el cuchillo que tantos problemas había ocasionado. La castaña se volvió hacia la mansión dejando a su hermana en el suelo. Entró a la casa y se dirigió directamente a Calynn, esta al ver que Andrómeda tenía un gran corte en la cara se lamentó mucho mientras la abrazaba fuertemente.
—¿Cómo es que nadie ha escuchado este escándalo? —preguntó la pequeña confundida.
—¿Que no lo han escuchado? Obviamente que sí, pero ya se han acostumbrado, así que nadie interfiere —explicó Andrómeda mientras que con un pañuelo se limpiaba el líquido rojo de su cara que salía cada vez con menos frecuencia.
Hubo un pequeño silencio antes de que Andy hablara.
—¿Y qué fue lo que causó que pelearan? —curioseó la castaña. Calynn le contó lo sucedido tratando de no alzar la voz para no ser escuchadas—. ¿Cómo es que sabías que Bellatrix fue quien hizo la iniciación de Severus? —curioseó la castaña.
—De hecho, no lo sabía con exactitud, pero lo sospechaba por algunos comentarios de Bella —explicó la pequeña Black—. Pero ¿qué es lo que la hizo molestarse tanto?
Al parecer Andrómeda dudó como contestar eso.
—Se molesta porque piensa que Severus te lo dijo —explicó la castaña.
—Pero, aunque así fuera, ¿qué tiene de malo? —se extrañó la pequeña.
—¡Por Merlín! Lo que te quiero decir es que al parecer Bellatrix está enamorada de Severus.
La niña se quedó callada, trataba de analizar lo que le acababan de contar.
—¿De Severus? ¿Es una broma? —formuló incrédula con una mueca indecisa.
—No es nada seguro, pero con Narcissa se la pasa hablando de él —confesó Andy. La pequeña Black no podía creerlo, el simple hecho de imaginarse a Severus y Bellatrix juntos le daba asco—. Es mejor que subamos, no querrás estar aquí cuando despierte —comentó Andrómeda señalando a su hermana con la cabeza.
Ambas niñas subieron los escalones hasta que el eco de sus pasos se perdió.
Navidad llegó volando, como todos los años no llegaría Santa Claus, otro año sin regalos bajo el árbol, pero eso ya no sorprendía a la pequeña Black. Acababa de subir a su habitación después de un largo desayuno, estaba recargada en el alféizar de la ventana de la habitación viendo los copos de nieve caer, le gustaba sentir el aire frío que cubría su cara. Como niña pequeña, empezó a comerse los copos, aunque al tragarlos estos helaban la garganta.
—A mí también me gustaba hacer eso —mencionó Andrómeda melancólica—. Aunque no lo creas Bella y yo éramos muy unidas, hasta que ella me hizo daño. —Sus ojos marrones se oscurecieron mientras se perdía en sus pensamientos y le contaba a su hermana sus recuerdos.
Tres niñas pequeñas, cada una con un color de cabello diferente, pero todas de la misma madre, jugaban en la nieve, disfrutando de los copos de nieve. Comenzaron una batalla de bolas de nieve mientras el aire las desviaba de su camino. Andrómeda había alcanzado un gran puño de nieve y, agarrando a Bellatrix desprevenida, le lanzó la nieve justo en el rostro. La niña sonrió con malicia, se volteó y le lanzó una piedra blanquecina.
—¿Quién te crees que eres? —mencionó la castaña después de haber evitado la roca.
—Tú empezaste —le espetó Bellatrix.
—No sabía que eras la reina de Inglaterra para que nadie te molestase, además de que yo soy mayor que tú —terminó Andrómeda sin poder evitar un tono de orgullo en esa frase.
Bellatrix se quedó sin habla, pero Andy podía notar su rostro oscuro y pensante. Caminó lentamente hasta ella, con Narcissa junto a ambas sin decir una palabra. Bella esbozó una sonrisa burlona y le susurró en el oído a la castaña.
—Pero no la consentida. —Del interior de su ropa sacó una varita, antes de que si quiera Andrómeda notara el arma, la niña ya estaba siendo torturada. Narcissa en un mar de lágrimas estaba congelada de pánico y lo único que se le ocurrió fue empujar a Bellatrix hasta hacerla caer. La castaña se levantó rápido y esta vez fue ella quien portaba su varita, amenazó a Bellatrix con esta y se alejó del lugar con Narcissa siguiéndole los pasos.
—Esa no fue la última pelea que tuvimos, pero ahora no sé de qué lado está Narcissa —comentó Andrómeda mientras seguían contemplando la nieve caer y sentían el aire frío en sus rostros.
—Tal vez Narcissa teme de Bellatrix —comentó Calynn sin estar enteramente convencida. La mayor de las Black no respondió nada en absoluto, pero se dedicó a observar al horizonte.
—¡Cómo quisiera tener una vida normal! Después de todos estos años me he dado cuenta de que con el paso del tiempo llegará el momento en que ya no pueda más —comentó Andrómeda.
—¿Se lo has dicho a Dumbledore? —curioseó la pequeña Black.
—No quiero irme de Hogwarts pues es el único lugar donde puedo hacer lo que quiera —confesó la castaña. Hubo un pequeño silencio mientras seguían viendo el paisaje blanquecino.
—¿Qué haremos hoy? —cuestionó Calynn pensando en los árboles Navideños que se alzaban entre los pasillos de Hogwarts y en lo bien que pasarían esa noche sus mejores amigas.
—Si te refieres a Navidad puedes ir descartando esa idea pues este día al igual que Año Nuevo pasan realmente desapercibidos —comentó Andrómeda. El rostro de su hermana se desanimó por completo antes de dar un suspiro—. Pero si quieres hacer algo diferente hoy, te puedo regalar esto —añadió la castaña mostrando a su hermana tres diferentes colores de estambres para tejer.
—Andy, son preciosos, pero, no sé tejer —confesó la pequeña avergonzada.
—Te puedo enseñar, al fin y al cabo, no tenemos nada mejor que hacer —propuso la castaña para después desaparecer con la pequeña Black mientras comenzaban a conversar sobre las diferentes cosas que se pueden tejer y reían con alegría.
Y así pasaron esa noche decembrina por no mencionar casi todas las restantes. La pequeña Black se había imaginado una estadía más cruel, pero por alguna extraña razón Voldemort no dejaba que Druella se acercara a ella, razón que ignoraba pero que realmente agradecía. Lo único que no desaparecían eran los sueños o visiones que tanto la afectaban.
Se encontraba caminando por el bosque prohibido, lo reconocía gracias a lo poco que lograba vislumbrarse del castillo. Caminaba decidida como si supiera el camino hacia su destino. Llegó al tronco de un árbol que se le hacía familiar y comenzó a quitar la tierra de encima para después levantar una trampilla y entrar en ella. Sentía que caía lentamente cuando una voz la trajo a la realidad.
—Despierta, tan solo es un sueño —le repetía una Andrómeda adormilada mientras esta le daba golpes con la almohada para callar a su hermana. Calynn ya se había acostumbrado por lo que no hacía nada al respecto. Cuando enero empezó, la pequeña Black lo agradeció fuertemente pues eso quería decir que faltaban menos días para volver a Hogwarts y, aunque durante el colegio tuvieran que soportar a Binns y a Galatea, no había un lugar donde prefiriera estar. La correspondencia llegó el primer día de enero durante la mañana, por suerte, Andy se encontraba por esos rumbos y logró conseguir las cartas sin problema alguno. Le entregó cuatro cartas con sobres distintos, la chica nunca se hubiera esperado eso. Le agradeció a su hermana y subió los escalones para poder leer las cartas tranquilamente.
El primero era de un color dorado, vio que venían los nombres de James y sus amigos. Al parecer habían hecho varias tarjetas iguales ya que no había un nombre en específico, tan solo deseaban unas fiestas mágicas y únicas. Pasó al siguiente sobre, este era de un color violeta y en letra rápida se lograba leer el nombre de Meryl, lo abrió, sacó la carta y leyó:
¡Calynn!
Esta no es la típica carta Navideña, a veces llegan a hartarme los comentarios como "pórtate bien para que te traiga regalos Santa Claus" o "no comas demasiado, pues no eres el pavo", yo te recomiendo que te dejes llevar. Si quieres pasar nochebuena dormida en tu habitación tienes todo el derecho, tal vez sea eso lo mejor que puedas hacer —Calynn no sabía con exactitud a qué se refería con este comentario—. Y, si también quieres ser el pavo más obeso de Inglaterra también puedes decidirlo. Espero te haya gustado esta carta y que te haya sacado una sonrisa, al menos una.
Se despide el pavo de Hogwarts.
Meryl.
Cerró el sobre con una sonrisa en el rostro. A pesar de todo, Meryl era siempre quien le recordaba lo bueno de la vida, que la risa existe y no hace daño. Se propuso contestarle ese mismo día pues sabía que eso le alegraría aún más el día. Siguió revisando los distintos sobres que le quedaban y tomó uno azulado con unos corazones dibujados a mano.
Sacó la carta sabiendo perfectamente de quien provenía y leyó:
Calynn
Cómo me gustaría pasar estas fechas contigo, al menos poder darte un regalo como muestra de mi aprecio por ti, sería un regalo increíblemente grande.
No sé tú, pero yo extraño Hogwarts más que nunca, no es que no me guste mi hogar, pero nada es lo mismo sin tu compañía. Cuento los días para volver, espero que tú también. Espero tu respuesta.
Frank
PD: Espero te gusten las pocas grageas que logré agregar al interior del sobre. Todas tienen un buen sabor no te preocupes.
La pequeña Black se daba cuenta que sus amigos era lo que le quedaba como la muestra de que las risas o el amor aún existen vivamente en el mundo. Tomó una gragea y le alegró degustar un sabor a cereza dulce. Agarró el último sobre con cierto pesar, desde la última carta que le había mandado a Lily esta se había disgustado un poco al enterarse de la crueldad que había cometido su amiga. Leyó el comienzo de la carta mientras sentía como si se quedara sin aire, como si el mundo se cayera sobre ella.
Calynn me alegraría tener buenas noticias, pero no es así. Cuando vuelvas al colegio nada será como lo era antes, tendrás que formarte una gran excusa para cubrir que tienes la marca. Es El Profeta, lo saben.
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"Baila en la oscuridad
te hemos estado esperando.
Ese mundo no te quiere
como nosotros".
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⌞ The Dark Ones - Karliene ⌟
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