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Capítulo 23: Una carta vergonzosa

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Muchas lechuzas
rodeaban a Calynn
con una carta.


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—Sí... —respondió el niño con nerviosismo, pero sus palabras no eran nada convincentes.

—No suenas muy seguro —le indicó Calynn enfadada y desafiante a la vez.

—¡Sí! —gritó enfadado.

—Entonces dilo —insistió la niña—. Explícanos tus razones, creo que ambas lo merecemos —añadió mientras Lily intentaba interrumpirla.

—No me lo perdonarías —susurró Severus para después salir corriendo.

—¿En serio es tan grave? —comentó Lily sin saber por qué Severus se comportaba de una manera tan extraña.

—Al parecer sí —concluyó la pequeña Black.

—Creo que hay que ir a almorzar —propuso la pelirroja intentando olvidar lo que acababa de suceder.

—Está bien —dijo Calynn melancólica pues ahora se arrepentía de haberse peleado con Severus.

La tarde transcurrió con naturalidad e incluso un poco aburrida ya que a Calynn le resultó bastante cansada la materia de Historia de la Magia a diferencia de Lily que, al parecer, la había disfrutado mucho. Al final de esa clase estuvieron un rato en la sala común haciendo los deberes de Defensa Contra las Artes Oscuras con Meryl y Frank quienes al parecer se habían llevado bien. La tarea consistía en realizar un resumen por lo que no les tardó mucho y bajaron a cenar temprano.

—¿Qué les parece DCAO? —preguntó Frank mientras bajaban las escaleras.

—¿DCAO? —repitió Calynn confundida.

—Defensa Contra las Artes Oscuras —explicó Frank amablemente.
Todas respondieron que les había gustado.

—Vaya, vaya... —arrastró alguien las palabras tras ellos—, tenía la esperanza de no volver a ver a la pelirroja —terminó burlándose.
Todos se voltearon y contemplaron a Lucius Malfoy junto con su amigo Avery.

—¿Ahora qué te traes, Malfoy? —cuestionó Calynn con repugnancia.

—Señorita nadie, tampoco pensaba volver a verla y menos con el apellido Black —recitó el rubio, viéndola de pies a cabeza, lo cual incomodaba muchísimo a la niña que odiaba mucho a aquel niño inmaduro.

—Pues pensaste mal —replicó Lily.

—¿Quién eres tú para dirigirme la palabra? Asquerosa comadreja muggle —se burló Lucius.

—Déjala en paz —defendió la pequeña Black a su amiga.

—Ya veo. ¿Y tú eres? —curioseó Malfoy dirigiéndose a Meryl.

—Meryl Johnson —respondió esta temerosa y a la vez con cierto tono de repugnancia, era obvio que la niña no soportaba a los de la casa de las serpientes.

—Tu apellido lo dice todo, apellido muggle —expuso el rubio con una mueca de asco. Hubo una pausa sin que nadie dijera una palabra—. No eres digna de estar con una plebe como esta —añadió Malfoy dirigiéndose a Calynn, sonando más agradable de lo que se hubiera permitido el niño.

—El tipo de sangre no tiene importancia —comentó la pequeña Black rodando los ojos ante su comentario.

—Es tu problema seguir manchando tu sangre —hizo una pausa—, suficiente tienes con estar en Gryffindor.

—Gryffindor es la mejor casa, Malfoy —comentó Frank poniéndose frente a Calynn.

—Longbottom, no me imaginé que caerías tan bajo —arrastró las palabras el rubio.

—No te entiendo —respondió Frank después de un momento—. No quieres hablar de lo que pasó hace años, ¿cierto?

—Oh, claro que un traidor de sangre como tú no entiende —desafió Malfoy—. Y no necesito traer esas memorias, pareces ser tú el que ya olvidó sus promesas.

—¿Traidor? —repitió Frank atónito—. Eso depende de tus ideales.

—No recordaba que tuvieras una mala memoria —desafió el rubio—, sabes bien de lo que te hablo y que estás a tiempo de hacerlo —terminó Lucius igual de sospechoso, tomando a Frank del brazo izquierdo con bastante fuerza.

—Tú eres el que caíste bajo —contestó Frank muy seguro, soltándose del agarre del rubio con un gesto de asco.

—Yo no me como tus palabas tan fácilmente —le susurró esta vez el niño—. No por nada quedaste en Gryffindor.

—Y tú en Slytherin, ahora apártate que hemos venido a cenar y si no te has dado cuenta, nos estorbas —le respondió el niño dedicándole una sonrisa sarcástica.

—¡Esto no se quedará así, Longbottom! —gritó el rubio cuando les había cedido el paso a los Gryffindor.

—¡Gracias por cederle el paso a una sangre sucia! —le vociferó Lily burlándose mientras volteaba ligeramente para dedicarle una mirada de orgullo. Los niños siguieron caminando sin voltear atrás hasta que llegaron a la mesa de Gryffindor y se sentaron en un lugar un poco a parte para estar tan solo ellos cuatro.

—¿Qué ha sido eso? —le preguntó en un susurro la pequeña Black cuando se sentaron en la mesa.

—Así es Malfoy, siempre buscando problemas con el primero que se encuentre —mencionó Frank sin darle importancia.

—¿Por qué te ha llamado traidor de sangre? —lo cuestionó Lily confundida, era algo que tampoco había entendido Calynn.

—Malfoy y yo nunca nos hemos llevado bien. Nos conocemos desde pequeños ya que las familias cercanas de sangre pura acostumbraban a reunirse de vez en cuando —contó el niño—, pero a mí nunca me agradó Lucius.

El tema no volvió a tocarse durante la cena, hablaron de asuntos más agradables como las clases en Hogwarts y los diferentes hechizos que aprenderían. Cenaron y charlaron alegremente hasta que todos terminaron y subieron juntos a la sala común que les quedaba desafortunadamente muy lejos.

—Galatea me parece demasiado estricta —replicó Meryl mientras subían los escalones.

—Creo que es perfecta —comenzó como siempre Lily—, me ha encantado la manera de enseñar.

—A mí me ha encantado cuando riñó a Amycus Carrow por su comentario, le cayó de sorpresa —dijo Meryl antes de echarse a reír.

Cuando llegaron a la sala común las niñas se despidieron de Frank para después ir a su dormitorio.

—Creo que mañana es un día largo —comentó la pequeña Black antes de acostarse en su cama.

—¡¿Tenemos Historia de la Magia?! —preguntó horrorizada la rubia, la cual, al igual que Calynn, había odiado la materia.

—No, afortunadamente no —aseguró la niña para tranquilizar a Meryl—, pero tenemos Encantamientos.

—¡Sí, encantamientos! He esperado esta materia desde que comencé a leer los libros de texto —respondió Lily con alegría.

Meryl y Calynn no respondieron nada pues tenían que probar la materia para saber si les iba a gustar, aunque la verdad era que la pequeña Black esperara que fuera bastante similar a Defensa Contra las Artes Oscuras. Las niñas se durmieron temprano esa noche pues tenían que levantarse más temprano para no retrasarse en clases.

—Calynn, despierta, hay que desayunar —dijo la dulce voz de la pelirroja despertando a la pequeña con suma delicadeza.

La pequeña Black se levantó lentamente, tomó su uniforme de su baúl y se dirigió al baño para cambiarse. Estaba tan dormida que por poco se pone la corbata antes que la playera. Cuando salió del baño estaba más despierta y pudo observar que la sala común estaba demasiado ajetreada, mucho más que la mañana anterior.

Lily y Calynn bajaron al Gran Comedor hablando y observando de nuevo a los cuadros que gritaban que los dejaran dormir por el escándalo de los alumnos al bajar.

Cuando llegaron al comedor se sentaron en los mismos lugares de ayer dejando dos lugares para Meryl y Frank. La pequeña Black comenzó a servirse un poco de alhelí que le fascinaba a la vez de un poco de pastel de calabaza que encontró bastante exquisito, le recordaba a la deliciosa comida de la señora Evans.

—¿Cómo es que pueden preparar tanta comida? —curioseó Lily.

Calynn se encogió de hombros porque en realidad no tenía la mínima idea de cómo preparaban la comida en Hogwarts, aunque era un tema bastante interesante.
Meryl y Frank llegaron unos minutos después al comedor casi cuando todos los alumnos ya estaban en el comedor.

—Hoy tenemos Herbología —comentó Calynn con pesadez.

—¡Herbología! —gritó Frank muy emocionado—. Adoro todo lo que tiene que ver con plantas.

—Se nota —contestó Meryl sin poder evitar un tono de exaltación, le parecía extraño que sus compañeros tuvieran ese tipo de materias como sus preferidas.

—¡Miren eso! —exclamó Lily señalando algo justo en la parte más alta del castillo.
Los chicos alzaron la vista y observaron cientos de lechuzas volando en lo alto del comedor y algunas descendían antes que otras para entregar su correspondencia a sus destinatarios. Algunas lechuzas eran pardas y otras blancas, algunas cargaban cartas ligeras e incluso paquetes grandes y pesados. La primera lechuza en descender en el lugar donde estaban los cuatro amigos fue una dirigida a Meryl, era una lechuza totalmente blanca y ojos amarillos, traía una carta y un periódico. La rubia le dio una caricia al ave y se fue volando.
Después, una lechuza parda cayó en la mesa volcando la copa de alhelí de Calynn. El ave se levantó, se sacudió y le entregó a Frank dos cartas y un periódico y voló de regreso.

—Cuánto lo siento —expresó Frank tomando unos pedazos de papel para secar donde se había derramado el agua de Calynn.
Después una lechuza grisácea fue descendiendo poco a poco hasta que se detuvo frente a Calynn entregándole una única carta de un sobre color rojo carmesí, la lechuza se fue rápidamente sin esperar nada de la niña.
Frank que había terminado de limpiar la mesa volteó a ver la carta de la pequeña Black y se llevó un susto.

—¡Es un vociferador! —exclamó el niño preocupado, señalando la carta de la pequeña mientras esta se extrañaba.

—¿Qué es eso? —preguntó Calynn sin poder evitar sentir miedo, por la forma en la que Frank lo había señalado no parecían ser buenas noticias.

—Ábrelo, porque si no explotará —le aconsejó el niño.
La niña le creyó ya que comenzaba a sentir la carta cada vez más caliente.
La pequeña desprendió el sello rojizo y deseó no haberlo hecho cuando la carta adquirió la forma de una boca, se elevó en el aire y comenzó a gritar.

—¡Calynn Black! —vociferó la carta mientras todos en el comedor se sobresaltaban y la volteaban a ver, sobre todo los que estaban en la mesa de Gryffindor—. ¡Estamos muy decepcionados! Eres una vergüenza para la familia, quedar en Gryffindor es lo peor para una Black como tú. —La voz de Druella se escuchaba por todo el comedor mientras James y Sirius reían por lo bajo—. Además, me he enterado de que te juntas con esas hijas de muggles por las cuales no vale la pena manchar la sangre y menos la de una familia como esta. Te advierto, una cosa más que me entere que has hecho y te haré pasar las peores vacaciones navideñas, ¡peor de lo que te puedes imaginar!
Y Sirius —agregó dulcemente dirigiéndose a Sirius que había parado de reír al instante—, no es que me alegre que hayas quedado en Gryffindor, pero gracias por avisarme todo lo que ha hecho mi hija —la carta volvió a voltear hacia la niña—. ¡Y no necesito tu respuesta! —vociferó la carta antes de que esta le sacara la lengua hecha de papel y después se hiciera pedazos cayendo en su desayuno.
Los murmullos llenaron el comedor mientras la pequeña Black se quedaba perpleja, la vergüenza de que todos escucharon eso la invadía totalmente.

—¿Estás bien? —la cuestionó Meryl.

Calynn negó con la cabeza mientras se ponía de pie y se dirigía muy decidida a Sirius, su gesto parecía poseído por el demonio.

—¿Qué es lo que querías lograr con eso? —le espetó Calynn enfadada.

Sirius dejó de reírse y se tornó serio. James que estaba a su lado se le veía bastante disgustado por la presencia de la niña.

—Ella me ha preguntado —replicó.

—Le pudiste haber dicho cualquier cosa —indicó Calynn.

—Yo no sabía de esto —contestó el niño.

—Además, él no tiene la culpa de tus problemas personales —comentó James antes de reírse a carcajadas.

—Esto no es de tu incumbencia Potter —respondió la pequeña Black.

—Lo siento, no sabía que esto ocurriría —se excusó Sirius, sonando bastante sincero, pero no lo fue para Calynn.

—Se nota que no conoces a tus propios tíos —le susurró Calynn antes de salir del comedor. Lily y Severus la alcanzaron después de correr entre el gentío.

—Tranquila, lo solucionaremos —aseguró Lily.

—Era lo único que me faltaba, alguien que me vigile desde el interior del colegio y que me causa más problemas de los necesarios —se quejó la pequeña Black subiendo fuertemente los escalones para regresar a la sala común.

—Tal vez él realmente no sabía que causaría esto —expuso la pelirroja.

—Tenemos que ir a clases —dijo cortante mientras subía las escaleras fuertemente causando que sonaran sus pasos.

Encantamientos pasó demasiado lento ya que Calynn no había comprendido la materia porque tenía la mente en otro lado y no podía concentrarse. Estaba tan aburrida que dibujó una lechuza en el pergamino que debía dedicar a la clase. Para su mala suerte, el profesor dejó demasiados deberes para la siguiente clase, aunque esta vez la niña no se molestó en anotarlos. Salió del aula apresuradamente sin esperar a alguno de sus amigos para ir a almorzar al Gran Comedor.

—Ella es la del vociferador del desayuno —decían algunos niños que pasaban junto de ella.

—¡Miren todos! ¡La traidora de sangre! ¿Quieres que tu sangre se torne negra como tu apellido? —se burló Lucius Malfoy desde la entrada al comedor.
La niña ignoraba los comentarios disimulando que no le afectaba, aunque estaba llorando por dentro. Se sirvió su comida rápidamente mientras sentía ser el centro de atención de la habitación.

—¿Tienes prisa? —la interrogó Lily al observar cómo comía de rápido su compañera. La niña asintió con la cabeza mientras terminaba su comida y se retiraba de la mesa.
Tan solo caminaba y subía las escaleras sin un rumbo en concreto, cuando se detuvo se dio cuenta de que había llegado frente al cuadro de una mujer regordeta que reconoció como el cuadro de la sala común de Gryffindor.
Después de decir la contraseña, la niña entró rápidamente al cuarto y se dirigió a su baúl que estaba bajo llave. Tomó su capa color marrón y se la colocó para desaparecer y emprender la marcha hacia los terrenos del colegio.
Mientras tanto, abajo en el Gran Comedor, Lily, Meryl y Frank almorzaban juntos.

—¿Por qué le afecta tanto? —cuestionó Meryl con preocupación.

—No lo sé —mintió Lily ya que tenía que proteger el gran secreto de su amiga.

—¿Quién habrá sido la voz del vociferador? —curioseó Frank.

—Supongo que es su madre —aseguró Meryl.

—¿Cómo es que estás tan segura? —preguntó la pelirroja por seguridad.

—Es lo más común que los padres les escriban a sus hijos —respondió Meryl sin darle importancia—. Además, por la manera tan severa en la que le hablaba es probable que lo sea, mi madre cuando se molesta es igual de escandalosa —terminó riendo un poco.

—A mí no me importa su pasado, ella me parece una linda persona, además, ¿qué puede ser tan grave? —comentó Frank con dulzura.

"Ser mortífaga" pensó Lily.

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⌞ The Last of Her Kind - Peter Gundry ⌟

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