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Capítulo 10: Sacrificios

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¿Una persona
vale lo suficiente
para no morir?

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Cuando llegó la noche, Calynn le dijo a Lily que tenía que volver a casa. Estaba segura de que esa decisión era la mejor para la protección de su amiga, aunque tuviera que sacrificar la suya. En su rostro se podía observar que no tenía ninguna motivación para volver a su hogar, pero no había otra opción.

—¡Pero no puedes volver! —expresó Lily con gran preocupación en la voz.

—No tengo opción, no quiero que les hagan daño a tus padres—dijo Calynn con voz temblorosa—, pero sobre todo quiero protegerte a ti. Son mis padres, mis problemas y mi vida —continuó—; ya arriesgaste demasiado dándome tu hogar durante una noche, la verdad es que fue demasiado arriesgado.

Lily no podía esconder su preocupación, pensó qué harían sus padres si dos mortífagos se presentaran en su casa con sus varitas en alto. Pensó en lo peor, vio desfallecer a sus padres ante sus ojos, lo que solo le ocasionó que se le humedecieran los párpados. Desvió aquellos pensamientos de su cabeza, quería mucho a su amiga y pensó que si la dejaba dormir en esa casa tal vez sería hoy la última vez que la viera. Suspiró y después de parpadear varias veces, el silencio de la pelirroja se rompió.

—Tienes que venir conmigo, no es una pregunta —comentó la niña decidida, intentó que la evidencia del miedo que sentía se fuera de su voz, tenía que inspirar confianza a su amiga para que esta aceptara la propuesta.

—Te lo agradezco, pero no puedo arriesgar tu vida por mí, no tienes que hacer esto Lily, por favor no lo hagas —dijo la niña negando con la cabeza y con una voz triste, lo menos que quería la pequeña Black era perder a las pocas personas que realmente la estimaban por su verdadera identidad.

—Hoy no pasará nada, te lo aseguro —contestó—. Ya veremos mañana qué haremos, pero vuelve a mi casa esta noche, no permitiré que regreses y mueras por mi culpa —terminó con voz ronca.

—¿Estás segura? —preguntó Calynn todavía dudando en las palabras de su amiga.

—Totalmente —afirmó la niña esbozando una leve sonrisa. Realmente no estaba feliz y mucho menos estaba tranquila ni segura de que todo iba a estar bien, pero lo último que quería escuchar Calynn eran esas palabras. Ambas necesitaban que todo volviera a ser lo mismo de antes, con anterioridad a su conocimiento de la magia.

—Pero solo por esta noche —reafirmó la pequeña Black. No permitiría que su amiga quisiera mantenerla en su casa por más tiempo, no quería más problemas por su culpa.

La pelirroja no dijo nada, sabía que si esa noche se quedaba su amiga a dormir con ella nunca la dejaría volver con sus padres.
Ambas niñas se bajaron con cuidado del tejado de las casas y caminaron en dirección a la casa de Lily mientras Calynn volteaba hacia atrás. Los sentimientos la inundaron como si hubieran esperado algún momento de tranquilidad para hacerlo. Había pasado gran parte de sus mejores momentos en aquel lugar, recordaba su más reciente cumpleaños, los comportamientos tan agradables de su padre con ella y los abrazos de este cuando más los necesitaba. ¿Realmente quería dejar lo poco que recordaba de su infancia para siempre? Sabía que si regresaba aquellas vivencias no volverían a la vida, esos cariños ya nunca más existirían, esas sonrisas de las bromas de Cygnus se convertirían en llantos perpetuos, esos padres que alguna vez había imaginado para la eternidad ya no existían y nunca más lo harían.
Notó que se había detenido instintivamente mientras observaba su antiguo hogar con nostalgia, volvió el rostro hacia Lily y caminó junto a ella decididamente.

Llegaron al umbral y Lily tocó la puerta suavemente.
Su madre abrió la puerta y abrazó a su hija como si no la hubiera visto en años. Atrás de la señora Evans estaba Petunia, la hermana de Lily, observando lo que pasaba con los brazos cruzados. Desde la noche de ayer, Calynn se pudo dar cuenta de que su hermana era totalmente diferente a Lily, era mucho más seria y le gustaba causar muchos más problemas. Al parecer no intentaba esconder ni un poco lo molesta que estaba por tener que soportar a la pequeña Black una vez más en su hogar. Severus estaba en lo cierto acerca de la actitud que tomaría Petunia sobre la estadía de la futura mortífaga.

Cuando madre e hija se separaron, la mujer saludó a Calynn también de un abrazo, aunque no fue tan fuerte como el que le dio a Lily.

—Mamá —mencionó en un susurro la pelirroja mientras cambiaba su rostro a uno de seriedad y preocupación. Su madre se tornó seria y esperó a que su hija continuara—. Hoy fue peor —dijo Lily mirando a su amiga—, tengo miedo de que vuelva, no quiero que le hagan más daño.

La señora Evans no necesitó más explicaciones para asentir con la cabeza y darles paso a las dos pequeñas. Sin embargo, la mujer no entendía cómo es que unos padres podían tratar a su hija de esa manera, le parecían que sus padres eran totalmente inhumanos; un gesto de preocupación por parte de la mujer no pudo ocultarse, también le preocupaba la integridad de su familia.

—Gracias, señora Evans —agradeció la pequeña con una leve sonrisa mientras comenzaba a caminar hacia el interior de la casa. Petunia que se había quedado recargada en el marco de la puerta solo rodó los ojos al verla y se fue directamente a las escaleras para refugiarse en su habitación.

—No hay de qué —dijo la pelirroja adulta—, puedes ponerte uno de los pijamas de Lily, en un momento te la doy, pero sube a la habitación por favor, en un momento te alcanzo —terminó indicándole a la pequeña que la vería arriba.

Calynn subió las escaleras de madera mientras dejaba a su amiga abajo, ambas mujeres se quedaron solas en la habitación mientras la mujer terminaba de recoger algunos platos, al parecer habían terminado de cenar.

—Mamá —murmuró Lily con tono serio, no quería que Calynn escuchara lo que estaba por decirle a la mujer.

—Dime —contestó la mujer en el mismo tono mientras cerraba una alacena y con esto le dedicaba completa atención a su hija.

—Pensaba que tal vez Calynn no debería volver a su hogar. —Lily soltó las palabras más rápido de lo que esperaba, solo quería observar la reacción de su madre ante tal propuesta.

—Debe volver, son sus padres —contestó la mujer con un gesto triste.

—Sus padres la torturan al grado de que no puede levantarse del suelo —replicó Lily, simplemente no se le hacía lógicas esas acciones—. ¿Cómo unas personas así pueden hacerse llamar sus padres? —comentó—. Un padre y madre aman a sus hijos, sin importar nada los aman, creo que su vida corre más riesgo en esa casa que aquí.

Su madre se quedó pensativa, entendía del todo a Lily, pero sabía que esas personas eran peligrosas y que no dudarían hacer cualquier cosa por conseguir a su hija de vuelta. Sabía que en algún momento eso terminaría con graves consecuencias.

—Unos días y después se irá —comenzó—. Lo hablaré con tu padre y mañana les diremos hasta cuándo podremos darle un espacio. —Ante esto los ojos de Lily se llenaron de brillo y esperanza—. Por el momento llevaremos la cama de Petunia a tu habitación y a tu hermana le daré la del cuarto de visitas —terminó no muy convencida, sabía que eso no le gustaría a Petunia, pero no tenían otra opción.

Lily sonrió, al menos había logrado que su amiga se quedara más días. Además, tendría la posibilidad de compartir habitación con su mejor amiga, sabía que sería mejor que compartirla con Petunia.

Lily subió los escalones y llegó un momento después a la habitación donde también estaba Calynn, a la que le dedicó una pequeña sonrisa.
La madre de la pelirroja subió minutos después para entregarles ropa adecuada para dormir, totalmente limpia y doblada. Ambas se cambiaron sin decir una palabra, era evidente que Calynn estaba sumergida en sus pensamientos y no quería hablar al respecto.

Se acostaron en sus respectivas camas, listas para dormir. La niña notó que incluso esas camas eran más cómodas que las que tenía en casa. Lo más importante es que nunca había tenido una mejor compañía que la de Lily en su habitación.
La pelirroja le iba a hablar cuando escuchó que su amiga lloraba por lo bajo.

—Calynn, tranquila —consoló Lily desde la otra cama—. Ahora eres libre de ellos, puedes dormir felizmente, estás sana y salva aquí —comentó la pelirroja. Calynn se limitó a guardar silencio, le costarían días para poder superar la realidad de sus padres, es como si hubieran muerto las versiones amables de ambos que había conocido por lo que creía su infancia completa—. Además, mañana podremos salir al jardín y escondernos detrás del árbol, ahí es donde siempre me veo con Severus. —Lily se sonrojó un poco y siguió—. ¿Qué te parece?

—Está bien, pero hay que tener cuidado. —El sentimiento de preocupación de la pequeña Black no desistía, se podía escuchar en cada una de sus palabras. Después de un suspiro la niña siguió hablando—. Gracias por ser buena conmigo, Lily, por todo lo que has hecho, por demostrarme que eres una amistad verdadera —mencionó para después dar un bostezo, muestra de su cansancio—. Que duermas bien.

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"No más dolor...
destrucciones largas...
Sin escape...
puedo sentirlo arder en mis venas".
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