En el silencio de la noche, aún escucho el eco de tu risa,
un eco que se esconde en la soledad de mi mente.
El aroma de tu perfume, aún se puede sentir en el aire,
dejando un amargo vacío en mi corazón.

Las gotas de lluvia caen como lágrimas sobre el cristal,
cada gota, una ráfaga de dolor que me atraviesa.
El viento susurra tu nombre, como un lamento que se pierde,
en el laberinto de mis sueños, donde te encuentro.

Las palabras que dijiste, ahora son frías cenizas,
que se disipan por el aire, sin dejar rastro.
Tu mirada, un mar de estrellas, se ha apagado,
dejando solo un cielo gris y un corazón en ruinas.

La piel que rozó la mía, ahora es solo un lejano recuerdo,
una sombra que se desvanece en mi memoria.
El sabor de tus besos, ahora me resulta un sabor amargo,
que me recuerda lo que perdí, y que nunca volveré a tener.

Intento reconstruir mi corazón, pero cada pieza me recuerda a ti.
Busco consuelo en los recuerdos, pero solo encuentro más dolor.
Sigo buscando tu rostro en la multitud, pero solo encuentro el vacío.

En la soledad de mi cama, te busco en todas partes,
pero solo encuentro un silencio ensordecedor.
El desamor, un abismo sin fondo,
que me traga poco a poco, hasta dejarme sin aliento.