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Capítulo 5- Escapémonos

Iba de camino a casa de Fernanda, porque había quedado con ella para vernos de nuevo.

En eso me asaltó un pensamiento típico de un chico de mi edad, me imaginaba teniendo sexo con una de las amigas de mi prima y con ella, digamos un sueño húmedo, porque desde que perdí mi virginidad tengo ganas de experimentar y seria interesante tener intimidad con Wamuro, porque desde que la conozco me llama mucho la atención y ahora que somos adultos jóvenes me llama aún más la atención porque se ha convertido en una belleza espléndida, aunque mi corazón está al cien por cien con mi prima ¡No sé que me pasa! Creo que es la testosterona la que me hace pensar eso ó ¿Acaso me estoy convirtiendo en un depravado sexual? No, no lo creo.

Toqué el timbre de la casa de mi tía Martha y la que me abrió no fue ella sino Fernanda abrazándome y diciéndome:

—¡Hola Omar! ¿Cómo estás?.

Le dije:

—¡Muy bien prima!.

Ella soltó una risa y me dijo:

 —¡Ja!, ¡Ja!, ¡Ja! Cariño ¿Por qué me dices prima? En ves de "¡Muy bien amor!".

Le dije:

—Porque no es correcto que te diga así.

Mirándome cariñosamente me dijo:

—¡Ay Omar!, despreocúpate.

Ella se acercó hacía mí y me acaricia suavemente la palma de mi mano, me mira como siempre y me pregunta:

—¿Sigues afligido cariño?, porque te noto pensativo y tú siempre estás sonriente.

La miré a los ojos y le dije:

—No Fernanda, no me pasa nada.

Ella me dijo:

—No mientas Omar, te conozco muy bien y sé que te pasa algo, anda cuéntame ¿Qué te ocurre?.

 Mientras subíamos a su habitación le dije:

—Ando así porque ¡Olvidé por completo regalarte algo en tu cumpleaños! y me siento muy mal, perdóname.

Ella se revolcó de la risa en su cama y me dijo:

—¡Ja!,¡Ja!, ¡Ja! ¡Pero que gracioso eres! En serio, ¡Me matas de la risa! ¡Ja, ¡Ja!,¡Ja!.

No comprendía que era tan gracioso y le pregunté:

—¿Qué es tan gracioso? —Le dije confundido—.

Fernanda me besó y me dijo:

—Pues lo que dices primito.  —Me sonrió tiernamente—.

Me dijo acariciando mi cara:

Está bien que se te haya olvidado, porque ¿Sabés? Ya tengo mi regalo.

Le dije:

—¿Por qué dices que ya tienes tú regalo? ¿Acaso estas embarazada?.

Ella sorprendida me dijo:

 —¿¡Qué!? ¡No Omar, no estoy embarazada!.

Le pregunté confuso:

—Entonces, ¿Por qué dices que ya tienes tú regalo?.

Me miró y me dio un beso enorme en mis labios y me dijo:

—Tú eres mi más preciado regalo.

Sonrió y me preguntó:

—¿Cómo me consideras?, ¿Me consideras tú amuleto?.

Le sonreí y le dije:

—Sí, te considero mi Estrella de África.

Me abrazó y dijo:

—¡Ternurita! ¿Sabías que es un diamante muy bello y caro?

Mirándole sus bellísimos ojos le dije:

—Lo sé amor, pero no te estoy comparando con él.

Mirándome con extrañeza me dijo:

—¿Ah no?.

Observando sus ojos azulados le dije:

—No te comparo con cosas materiales, porque si te comparara sólo con ellas te trataría como tal, y ese no es el punto pequeña.

Se quedó muda y tocando suave y amorosamente su rostro le dije:

—Recuerda que las cosas materiales son solo eso y para mí tú no eres una cosa material.

Confundida me preguntó:

—Entonces, ¡Explícame Omar! ¿Cómo me consideras?.

Levanté su bello y hermoso mentón y le dije:

—Fernanda ¿Te acuerdas que dijiste que me querías conocer más a fondo?.

—Si, eso dije ¿Por qué me lo preguntas?.

—Porque en verdad quiero que lo hagas, yo también quiero conocerte más. Quiero que seamos confidentes.

Ella me abrazó emocionada.

La miré y vi que estaba deseosa de tener sexo, le dije:

 —Te propongo algo, escapémonos.

Me preguntó:

—¿A dónde?.

Acariciándole de nuevo su cutis le dije:

—A un lugar muy lejos de todo lo que conocemos.

Me preguntó:

—¿Cómo a que lugar exactamente?.

—Ya lo verás.

Continuaba la casa sola, mirándome provocativamente comenzó a desvestirme, mientras hacía lo mismo con ella. Desnudos comenzamos a besarnos, los besos y abrazos comenzaron a subir de intensidad, al tocarse nuestras lenguas comenzó a gemir, antes de penetrar su monte de venus.

Le dije:

 —Espera, ¿Compraste condones?.

Gimiendo en mi oído y atacando mi cuello con especial cariño me dijo:

—¡Ummh¡ Si, están en mi buró.

Dejé de besarla y subimos corriendo a su habitación como dos niños jugando a las escondidas. Agarré la caja y con sólo verla tocarse mi miembro reaccionó ante tal situación y cómo estaba ella completamente en cueros, antes de dirigir mi miembro a su hermoso sexo me colocó el condón.

Ella me dijo:

—¿Listo?.

Besándola le dije:

 —¡Claro cariño!.

Ella se colocó a horcajadas sobre mí y comenzó a moverse a placer.

Fernanda al sentir mi miembro lanzó un gemido y un grito y comenzó a decirme:

—¡Se siente genial!.

—¡Ah! ¡Ummh!.

Estaba extasiado de placer, ella movía su pelvis como en un columpio, le tocaba los senos tan duros que comenzó a gritar y a bramar de placer.

—¡Sí!.

—¡Sí!.

—¡Ohhh!.

—¡Se siente tan bien!.

—¡Sigue!.

Continuaba amándola locamente, seguíamos teniendo sexo, la miré y le dije:

—Te quiero.

Con un beso me dijo:

—Te amo ternurita.

Nos mecíamos rápidamente, ella disfrutaba me agarraba la espalda, y pujaba de placer me decía:

—¡Dame más!.

—¡Ah!.

—¡Ahhh!.

—¡Ummm! ¡Aumenta la velocidad! ¿Al fin que aún no te has venido? ¿Cierto?.

Le dije tomando sus caderas y mirándola a los ojos:

—No amor, eres genial.

Nos separamos dándonos un beso profundo, ella me mira muy coquetamente y vi que sus manos empezaban a hacer algo.

Le dije:

—¿Qué haces?.

Ella riendo libidinosa y traviesamente me dijo:

—Te quito el condón.

Observé como ella comenzó a quitarme el preservativo y este estaba lleno de líquido seminal, ella comenzó a masturbarme con sus manos, y estas se sentían calientes.

Me dijo:

—Me estoy embarrando las manos de esperma ¡Uff!, aparte veo que te corriste ¡Muy bien! Te felicito.

Soltó una pequeña e inocente risa.

Me preguntó:

—¿Te gusta cómo lo hago?, ¿Así ó más rápido?.

Me comenzaba a correr de nuevo, ella sorprendida vio como el semen iba saliendo de mi glande y dijo:

—¡Increíble! ¡Eso es lo que me gusta! ¡Córrete eso me excita!.

Extasiado de placer sintiendo llegar de nuevo el orgasmo le dije:

—Fernanda siento que me... ¡Me estoy viniendo otra vez! ¡Ahh! ¡Sí! ¡Sigue apretando más fuerte ya... ¡Umm! ¡Ya casi!.

Ella lanzó un gemido y dijo:

—¡Ummh¡ ¡Esto parece una fuente! ¡Hasta saltó de lo fuerte que apreté! y se empezó a reír muy pervertida mente .

Acabamos los dos empapados en sudor, Fernanda suspiró de cansancio y me dijo:

—Omar, ¡Qué bueno que no eyaculaste adentro! si no hubiera tenido que pujar para sacar todo eso. —Mirando el preservativo lleno de esperma—.

Me mira y pone cara de coqueta.

Ella me dijo:

—Me hubiera tenido que meter a la ducha y darme un buen baño. ¡Ja!, ¡Ja!, ¡Ja!.

No le dije nada y le besé el cuello y uno de sus hermosos pechos.


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